Seducido por mi abuelo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy hijo único, y cuando tenía 12 años mi papás se fueron de viaje dejándome al cuidado de los abuelos. Yo era un niño delgado, de pelo rubito y ojos azules.
La abuela estaba enferma desde hacía varios años y era el abuelo quien la cuidaba. Era este un hombre corpulento de 64 años, más de 1,80 de estatura, y pelo blanco. Por la noche, llevó la cena a la abuelita en una bandeja y nosotros cenamos en la cocina. Hablamos de mil cosas, el abuelo era un buen conversador, después vimos un rato la tele, y a eso de las once, me dijo:
-Voy a ver cómo está la abuela. Tú vete a la cama que ahora voy a darte las buenas noches.
Le obedecí, y cuando al cabo de media hora entró en mi habitación yo ya estaba casi dormido. Me dio un beso en la frente y se tumbó a mi lado. Al cabo de un rato me preguntó:
-¿Quieres que duerma contigo el abuelito?
-Sí -contesté medio dormido.
Se desnudó dejando su ropa a los pies de la cama, y se metió bajo la sábana. Enseguida noté su cuerpo pegado a mi cuerpo, y me abrazó pasando su brazo sobre mí. Yo me acurruqué pegándome más a mi abuelo, y él, satisfecho, me abrazó más fuerte. Yo dormía solo con el boxer, y al cabo de un rato noté algo duro pegado a mi culito. No sabía lo que era, pero tampoco me importaba mucho. De pronto, mi abuelo metió la mano en el boxer y me agarró el pene. Lo que sucedió entonces es que me empalmé inmediatamente. Cuando mi abuelito notó mi pene duro en su mano, empezó a moverlo arriba y abajo, y a besarme el cuello por detrás. Nunca me había sentido tan a gusto, y se me escapó un suspiro de satisfacción.
-¿Te gusta? -me preguntó el abuelo al oído.
-Sí.
Sin decir palabra, el abuelo me sacó el boxer y me dio la vuelta para quedar frente a frente. Yo estaba completamente desnudo, y me di cuenta de que también él lo estaba, porque noté su duro pene rozar mis rodillas. Me atrajo hacia él y me besó en la boca sin dejar de masturbarme. Yo nunca había tocado el pene de un hombre, así que sentía curiosidad por hacerlo. Lo agarré con mi manita y empecé a menearla como él hacía conmigo.
Era tal el placer que sentía que, al cabo de unos minutos, tuve mi primera corrida, por lo que me sentí inmensamente agradecido.
-¿Te ha gustado? -preguntó el abuelo.
-Sí, mucho, abuelito.
-Pues ahora te toca hacérmelo a mí.
Se la agarré para seguir meneándosela, pero me dijo:
-Prefiero que lo hagas con la boquita.
Me enseñó a chuparle el pene como si fuera un dulce caramelo, y lo hice con ahínco hasta que sentí un líquido espeso y agrio en la boca.
-Es mi leche, niño, trágatela -me pidió el abuelo, y yo le hice caso.
Después volvió a besarme en la boca, y dormimos toda la noche abrazados.
La siguiente noche me folló, con gran placer para los dos, pero eso es otra historia. El caso es que desde entonces han pasado siete años, y todavía hoy, durante las vacaciones, voy a casa de mi abuelito para hacerle compañía durante unos días.
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