Sexo con mi hermana después de que cogió con papá
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Se llamaba Carmen y había llegado a vivir a la vecindad hace apenas una semana.
Su mamá otra de las muchas madres solteras que por cosas del destino llegaban a rentar a aquel lugar habitado en su mayoría por gente pobre como nosotros.
Carmen tendría 14, bonita de cara aunque dueña de un cuerpo bastante delgado, sin pechos.
Motivo por el cual los demás chicos la bautizaron como la pantera rosa, dibujo animado de la época.
Carmen era tímida y talvez por vivir en uno de los cuartos contiguos al nuestro entabló amistad con mis hermanas, más con Lily quien a sus 12 quizá era con la que más se identificaba.
Dice Carmen que le gustas me dijo un día mi hermana sin que aquel comentario pasará a mayor cosa.
Los días pasaron y todo volvió a la normalidad, el incidente de papá follando a Lily poco a poco fue quedando en el olvido.
Yo los espiaba, tanto a ella como a él y nada.
En las veces que coincidíamos en la casa mi padre se comportaba de lo más natural, meloso con las hembras a quienes llamaba cariñoso mi negrita y mi tesoro.
Yo sabía que a las dos les había dado a probar de su buena verga, en mi mente podía recordar perfectamente aquel momento donde la cogía de cucarachita y aquel coñito había sido totalmente perforado por su buen pedazo de carne.
Cuando habíamos follado yo había podido comprobar que ahora era más abierta y su vagina era hasta más sabrosa, su vulva ahora era el de una mujer en cuerpo de niña.
Una mañana estando solos nos dispusimos a coger.
Nuestros hermanos se habían ido a la escuela y era hora de echar nuestro polvo de media mañana.
Yo me recosté sobre mi cama y bajándome los pantalones que quede con la verga totalmente parada.
Ella sabía lo que aquello significaba, sin más se subió a la cama y sacándose la ropa me la empezó a mamar.
Mis dedos hurgando su panochita como había visto hacer a papá.
Lily golosa chupando todo mi garrote, al parecer mis caricias en su vagina la hacían sentir las mismas sensaciones que papá porque su cuerpo se doblaba mientras gemía de gusto.
Su vulva era un charco de líquidos vaginales, sus piernas me apretaban como si con ello quisiera decirme lo rico que sentía.
Llegado el momento fue ella quién me cabalgó, encima de mí se colocó la verga entre sus labios vaginales y después de un pequeño jugueteo empezó a ensartarse hasta que la tuvo toda adentro.
Podía sentir sus entrañas caliente, la sensación de aquella cueva definitivamente era otra.
Mirándome a los ojos empezó a subir y bajar, despacio como si con ello quisiera disfrutar casa sentada.
Agarrado a sus caderas me deslice un poco sobre la cama y levantando mi culo le ayude a que mis 17 centímetros le llegarán lo más profundo posible.
Saber que había cogido con papá era un nuevo reto para mi, ahora debía follarla igual o mejor que él.
¿Te gusta pregunté? Al escuchar el prolongado gemido y la forma como arqueo su cintura al sentir mi polla totalmente en su vagina.
– Está bien rica – dijo con voz entrecortada.
Éramos dos hermanos dentro de una burbuja de sexo en aquella habitación, el silencio era sepulcral a excepción de nuestra respiración y nuestras voces apagadas.
Yo firmemente afianzado de su culo, mis piernas abiertas culeándola hacia arriba, Lily montada sobre mí también moviendo sus caderas en un rico movimiento en círculos saboreando aquel pene que debía ser prohibido para ella, sin contar que era apenas una niña de 12 aunque gustosa de verga como la más perversa de las mujeres adultas.
Nos sabíamos solos y eso no daba la libertad de gozar aquel momento sin inhibiciones, nos besábamos.
La pasión había empezado aparecer de cuando acá cuando teníamos sexo, podía sentir que por un momento dejábamos de ser familia y nos volvíamos amantes en toda la extensión de la palabra.
Nuestras lenguas hacían todo un ritual de lujuria entre sí, jugaban una con la otra.
Podía sentir el sabor de la boca de mi hermana y definitivamente está era otra Lily follando conmigo.
Lleno de pasión empecé a culearla más rápido, quería escucharla gemir más fuerte, que gritara de ser posible, que gimiera como la había visto gemir cuando cogió con nuestro padre.
Rodeándola por la cintura la apreté contra mí y así pegados comenzamos aquel polvo que debía estar categorizado como salvaje por el ímpetu de nuestros movimientos.
Tanto ella como yo culeando frenéticamente en busca del orgasmo.
El aire por momentos parecía estarse acabando en el cuarto, el sudor en nuestros cuerpos había hecho acto de presencia, mis brazos continuaban rodeando aquella cintura bien definida y mis caderas continuaban clavando mi estaca en aquel chocho por demás mojado y caliente.
Lily ronroneaba, jadeaba, suspiraba.
Su éxtasis sexual era evidente.
Yo por el contrario, había sentido como mi pene se había engrosado hasta parecer reventar.
Un leve dolor había aparecido justo debajo del ombligo, mi corazón latía talvez a 200 pulsaciones por minuto, mis piernas flacas por momentos parecía que se iban a acalambrar.
Un calor interno empezó a encenderse y a mover por todo mi cuerpo, el final estaba a razón de unas cuantas embestidas más y sin decirnos nada ambos nos enfilamos hacia aquel delicioso destino.
Lily se tiró sobre mí y así juntitos comenzamos el principio del fin, nuestros cuerpos chocaban uno contra el otro mientras que la vagina de mi hermana se engolosinaba tragándose hasta el último milímetro de mi polla.
Termínanos en rico acto de salvajismo sexual, la vulva de mi hermana empezó a contraerse por dentro, toda ella al parecer era víctima de contracciones en su cuerpo.
Se apretó totalmente a mi dejando escapar aquel sonido de su boca que me dijo que todo se había consumado, una última sentada para quedar clavada hasta el tronco.
Todo perfecto, porque en ese mismo instante una lava hirviendo subió por mi polla y se fue a derramar sin que yo pudiera hacer algo por evitarlo.
Le eche semen como si no hubiera follado en meses, todo adentro, todo en sus entrañas, todo hasta sentir como se revolvía con sus líquidos y se formaba aquel río de fuego que empezó a bajar por mi polla.
Nos quedamos así.
Uno sobre del otro, ella arriba todavía con la verga adentro.
Parecía querer disfrutar hasta el último segundo de erección, la habitación ahora sí en silencio.
Olía a sexo, pero era nuestro sexo.
Serían las 10 de la mañana.
¿Habría un segundo polvo? Probablemente no.
Debíamos guardarnos para la noche, porque era entonces cuando 4 hermanos hacían de aquel cuarto su cómplice para follar entre sí.
Nos vestimos, mi hermana únicamente se fue a lavar la panochita al baño.
Yo me limpie con cualquier playera que encontré, tenía tiempo para revisar tareas.
Fue entonces cuando vi llegar a mi hermana acompañada de Carmen, la vecina nueva.
Esa que le había comentado a Lily que yo le gustaba, esa a la que los chicos habían apodado pantera rosa a causa de su delgadez.
Me sonrió.
– Hola – dije mientras ojeaba mi cuaderno.
Verlas entrar al cuarto me pareció un tanto incómodo.
¿Se daría cuenta del olor a sexo? Quizás no, porque nuevamente salieron y otra vez me miró con aquellos ojos de niña curiosa por el sexo opuesto.
Tendría 14, su manera de vestir y comportarse decía cuan inocente era, a menos que mi instinto analítico de 17 años me estuviera fallando.
– Voy a ir a jugar con Carmen – dijo mi hermana como si necesitara mi permiso.
¿Podemos ver televisión? – agrego.
– Ya hiciste tarea.
– Si
– Esta bien, pero ten cuidado de no desordenar nada.
– Si
Las vi caminar hacia el cuarto donde estaba la televisión, que además era donde dormían nuestros padres con Isabel la más chica de los hermanos y Rosa nuestra hermanastra.
El mismo cuarto donde papá apenas un par semanas atrás se había cogido a la misma Lily que hoy inocente iba a jugar con su amiguita.
La cabeza girando de Carmen para volver a mirarme hizo que yo empezará a considerar que también podía darle polla.
Sus ojos.
Me encababan sus ojos aunque apenas tuviera curvas o pechos en su cuerpo.
El tiempo corrió su curso, iban a ser las 12.
Carmen y Lily seguían viendo televisión.
– Tienes que bañarte – grite desde la puerta de donde yo estaba.
Una a la par de la otra la vida salir, parecía como si el destino las hubiese marcado para caminar juntas.
Otra vez Carmen me volvió a sonreír.
Lily entró a sacar la toalla para luego ir a asearse en aquel baño improvisado que papá había hecho con plásticos y palos alrededor de un barril.
Carmen había acompañado a mi hermana aunque se quedó afuera si podía ver a Lily mientras está se bañaba.
– ¿Porque tienes la cuca así?
Era Carmen.
Mi hermana debía haberse desnudado frente a ella.
Su voz denotaba sorpresa, yo parado en la puerta en mi mente quise adivinar que estaría viendo.
– ¡La tienes bien roja! – dijo
Aquella chica no podía ocultar su asombro.
– ¿Ya has tenido sexo Lily?
Y como si aquella pregunta fuera algo que nunca debió preguntar me miró.
Estaría arrepentida de haber preguntado frente a mi, solo ella lo sabría.
O sospecharía que yo tenía algo que ver, también solo ella tenía respuesta.
Quizá le ganó la verguenza ajena, porque bajo la mirada y despidiéndose con un escueto me voy a cambiar, se fue a su casa.
Esta vez no me sonrió.
Minutos después salió Lily enrollada en la toalla.
– ¿Te vio desnuda Carmen? – pregunté.
Un movimiento de cabeza fue un si sin decir palabra.
Quise saber que había visto aquella vecina.
– Quítate la toalla – dije.
¿Te vio así?
– Es que orine en el baño
– ¿ Orinaste en el baño?
– Si – dijo entre inocente y divertida.
– Déjame ver cómo te vio
Entró al cuarto y frente a mi se quitó la toalla para luego agacharse y quedar en la posición que debió haberla visto Carmen.
Era obvio que aquella chica noto que el chocho de mi hermana no era el de una niña de 12, aquella vulva era la de una mujer que había probado la verga de sus hermanos y hasta la de su papá.
Sonreí.
¿Qué pensara Carmen? ¿Sospecharía de mi? ¿Era tan inocente como aparentaba? Eran preguntas que quedaban en el aire y talvez el tiempo se encargaría de responder.
Seguiré contando….
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