¡Si es por orden del doctor! – Decimo tercera parte y final.
—Ni pienses en correrte ahorita … me estás haciendo sentir tu gordo y caliente pene y se siente delicioso … quiero correrme junto a ti … no te apresures ….
Ciertamente las cosas funcionaban bastante bien, tía Giovanna se había revelado una buena colaboradora en la cura de mis alifafes. Mamá dormía sola en su dormitorio ya que ella trabajaba normalmente y, cómo tía no tenía necesidad de trabajar, dormía conmigo. Bueno no siempre dormíamos, ella se empeñaba diligentemente en mezclar sus fluidos con los míos y así apresurar mí total recuperación. Mamá estaba de acuerdo y la instaba a follar conmigo a menudo. Ahora habían acordado de llevarme a una cita con la doctora para el fin de semana próximo.
Nuestros lazos familiares se habían reforzado dado la cercanía que habíamos logrado manteniendo relaciones sexuales bastante a menudo, tía Giovanna me trataba más como adulto. Muchas veces hablábamos de sexo y terminábamos haciéndolo. Cuando ella hablaba conmigo, sus ojos recorrían mi cuerpo de arriba abajo centrándose preferencialmente sobre mi verga, me gustaba observar sus carnosos labios cuando expresaba sus palabras, sus lustrosos dientes albinos cuando sonreía. Sinceramente la admiro y la escucho, pero casi no la oigo, siempre me distraen la exuberancia de sus curvas, con la preponderancia de sus hermosas tetas y ese coño apretado y casi en desuso.
Encuentro fascinante la curvatura de su espalda que insinúa sus protuberantes nalgas, me gusta cuando mis manos se deslizan por su trasero. Sus largas piernas desnudas con esos finos y firmes muslos. Su perfume. Sus caricias. La forma en que me mira, sus ojos expresan su amor por mí. El modo en que nos entendemos en la cama. Amasar sus pechos plenos con mis manos y sentirlos sobre mis pectorales o mi espalda. Sus movimientos cuando estoy dentro de ella. Sus gemidos y suspiros. Sus orgasmos salvajes e incontrolables.
También mi madre se encuentra bien con ella, hablan de todo, comparten sus preferencias y sus deseos, confían la una en la otra y se comunican muy bien. Los juegos que hacían entre ellas lograban excitarme mucho. Casi sin darse cuenta derivaron en actividades puramente lésbicas que jamás pensé serían capaces de llevar a cabo dos mujeres hermanadas por un lazo de sangre. Me di cuenta de que ambas tenían un perfume y aroma especial y esa esencia emanaba de lo que tenían en el vértice de sus muslos. El coño de mamá era protuberante con labios henchidos y desafiantes, siempre invitantes a ser tocados y lamidos. En cambio, el chocho de tía Giovanna era una incógnita con esa hendedura cerrada y delicada a esconder los deliciosos tesoros bañados de un manjar de fluidos paradisiacos. Más de una vez las vi encadenarse en posiciones encontradas, una encima de la otra a comerse sus sexos y darse placer con lenguas y labios de modo insaciable y enardecido, gritando y gimiendo sus intensos orgasmos. Como siempre mamá era muy creativa y se había procurado una buena variedad de dildos y consoladores con los cuales se daban placer a rajatabla, ella enseñaba a tía Giovanna el cómo usarlos con demostraciones que me ocasionaban erecciones enormes y donde finalmente terminaba pajeándome hasta eyacular en una toallita o a veces directamente en sus propias bocas, senos o espaldas. Me mantenían siempre caliente y de una a tres veces por día cada una de ellas mezclaba sus fluidos con los míos en furibundas folladas.
—¿Te gusta como hemos estado ayudándote con tus dolencias? …
—Mami … me encanta … pero todavía la tía Giovanna no me deja follarle su culo …
—Pues con esa tremenda pija que te gastas, hasta a mí me costaría entregarte mi estrecho orificio …
—Pero el tuyo ya no es tan apretadito, mami … la tía en cambio nunca lo ha hecho y ella dijo que lo haría conmigo …
—Déjamelo a mí, querido … yo te abriré camino con uno de mis juguetitos y luego será tú turno … tienes que estar atento a lo que hagamos hoy tú tía y yo … ella salió y dijo que pasaría a comprar otros juguetes para algunas fantasías de ella … espera a que vuelva y veremos qué hacer, tesoro …
—¡Uy!, mami … no veo la hora de que la tía vuelva … ojalá sea pronto …
—Aprende a tener paciencia, mi niño …
Efectivamente mi tía regresó después de una media hora. Recordando las palabras de mamá, no quise quedarme a compartir con ellas, les dejé el tiempo para que ellas hicieran lo que tenían que hacer, de seguro mi madre pensará en mí, me fui a jugar con mi computador sin pensar en otras cosas.
Creo haber estado jugando un par de horas matando horcos. Repentinamente sentí una mano en mi hombro, me volteé sobresaltado y encontré la sonrisa de mi madre.
—¡Alberto! … Te hemos estado llamando … ¿No nos escuchas? …
—Perdona, mami … estaba con los audífonos … ¿Qué quieres? …
—¿No querías algo de tu tía? … ¿o ya no te interesa? …
—¡Voy, mami! … ¡Ahora mismo! … ¡Voy! …
Rápidamente supuse que el culito hermoso, firme y redondo de mi tía me estaba esperando, mamá estaba casi desnuda, me llamaron la atención unas correas que envolvían sus muslos y su cintura y, con inusitada sorpresa, vi una enorme verga un poco más abajo de su ombligo. Me pareció divertido ver a mamá con su propio pene. Quizás era uno de los juguetes que había traído mi tía.
Tía Giovanna estaba en la cama de mamá totalmente desnuda excepto por un par de medias rojas auto adherentes, su senos resaltaban altaneros con esos protuberantes pezones y sus pequeñas areolas rosadas, tenía entre sus labios un grueso dildo negro que no cesaba de lamer, al parecer ella y mamá se habían solazado bastante mientras yo jugaba video juegos, me miró sonriente, mamá subió a la cama del lado opuesto y apunto su falo postizo hacia sus tetas, increíblemente salió un chorro de líquido de ese pene falso y roció las tetas de mi tía, la cual comenzó a esparcirlo sobre sus pechos que se transformaron en dos globos brillantes.
—¡Basta, Antonella! … ¡Me tienes toda pegajosa con esa cosa! … yo prefiero la de Alberto … ahora que lo tenemos aquí déjalo a él … que él me bañe con su lechita … Ven Alberto … dámelo para chupártelo, cariño …
Me acerqué a su rostro y ella comenzó a lamer mis bolas y chupar mi verga ansiosamente, ciertamente mi tía Giovanna era una gran chupadora de verga, sin igual diría yo, mama vio a su hermana medio girada y se fue detrás de ella, roció sus nalgas con su pija postiza, espalmó la cremosidad del semen entre sus glúteos y luego empujo su verga plástica en el culo de mi tía.
—¡Ay!, Antonella … ¿Otra vez por ahí? …
—Sí, mi niña … quiero que estés lista para Alberto … él sueña con follar tú culo …
—¿Es verdad eso, Alberto? …
—Tu trasero es realmente hermoso tía … desde el primer día que quiero hacerte sentir mi pija por ahí …
—¡Pero tú polla es muy grande, cariño! …
—Sí, pero a mamá le gusta sentirlo … y si ella te prepara bien … no creo te pueda doler …
—Dices eso porque el culo no es el tuyo … ¡Ay!, Antonella … hazlo más despacio …
—No refunfuñes que hace un rato te corriste con mi pija en tu culo …
—Bueno … sí … pero no seas brusca …
—Mami … ¿Puedo probar a meterle el mío? …
—Sí, creo que está pronta … solo que no en esta posición … mejor será que te recuestes y ella venga sobre ti …
Sin agregar palabras procedí a recostarme, mamá siempre era muy buena a organizar todo lo relativo al sexo, la tía se la quedó mirando, pero luego se arrodilló sobre la cama a mi costado.
—¡Ya pues niña! … levanta tu pierna y siéntate sobre su estómago …
—¿Cómo? …
—Sí … siéntate en su vientre dándole la espalda … una vez en esa posición, te empalaras tu misma en su maravilloso pene …
—¡Ay!, Antonella … pero me va a doler …
—No más de lo que sentiste cuando te empalaste tú misma en mi dildo … debes solo hacerlo despacio y sin temores … ya lo has hecho una vez … ¡Ya! … ¡Fuerza! … ¡Hazlo! …
—¡Pero no me apures! … ¡Espera! …
No sé cuál era la idea de mamá, pero tener el maravilloso culo de mi tía sobre mi vientre ligeramente levantado con una vista parcial de su almejita cerradita como si fuese una hermética caja de valores y escondiera un tesoro, era algo esplendoroso, jamás me cansaba de mirar y gozar la visual de su coño, más aún que ahora se depilaba regularmente y parecía más la panocha de una niña pequeña, mientras más la follaba, su coño parecía estrecharse y achicarse cada vez más. Ahora que me daba la espalda siguiendo las instrucciones de mamá, podía regocijarme con tan esplendida y majestuosa visual, la belleza del sexo de mi tía.
—¡Ya pues mijita! … ¿Qué esperas? …
—¡Ay!, Antonella … ¿Qué quieres que haga ahora? …
—Siéntate de una vez en su polla y hazla deslizar suavecito dentro de ti … y no reclames que te duele …
—Está bien … ahora lo haré …
Así diciendo mi tía levanto una pierna y luego se inclinó un poco hacia adelante, aferro mi verga y la apunto a su trasero brillante de lubricante, sus estrechas nalgas se abrieron forzadas por mí enorme glande y luego sentí como cargaba sus posaderas sobre la punta de mi pija, la vi que paseaba mi glande por su estrecho ojete anal, por un momento pensé que no entraría, pero increíblemente ella empujó con su peso corporal y la cabezota de mi pene desapareció dentro de ella.
—¡Ayayay! … ¡Ay!, Antonella … Alberto es demasiado vergudo …
—¡No me digas! … ¿Te entró? … ¿Está dentro de ti? …
—Sí, mami … pero solo la puntita …
Deveras mi tía era muy estrecha, pero mi verga se deslizó dentro de ella y se sentía increíble, mamá siguió presionándola y mi pija se incrustó profundamente dentro de su culo, sentí cuando saco su mano y se acomodó sobre mi ingle y sus nalgas se posaron sobre mí, su estrecho ojete se sentía muy caliente y apretado. Mamá vino sobre ella y la empujo haciéndola recostar sobre mi pecho, moví mis manos y me apoderé de sus senos, solo entonces comencé a follarla en su cálido y ceñido trasero, pero la sorpresa me la dio mamá, ella se colocó en medio a mis piernas, separó los muslos de tía Giovanna y la penetró con su falo con correas comenzando a follarla con inusitado ímpetu, inmediatamente mi tía comenzó a gemir y a quejarse lascivamente diciéndole de no detenerse, mamá y yo estábamos follando los dos agujeros de mi lujuriosa tía.
Me encantaba el continuo e insaciable apetito sexual de mi tía y mamá, mis dolores habían prácticamente desaparecido y eran varios los días en que ya no sentía más el malestar. Mamá dijo que ya tenía hora con la Doctora María Paz y estaba dispuesta a recibirnos a los tres, ya que estaba curiosa por saber cómo mi tía se había sumado al tratamiento de mi desazón física.
Nos habíamos acostumbrado a nuestras rutinas, mamá ya no tenía dilemas morales ni sentimientos de culpa, había instado a tía Giovanna a follar conmigo y no había celos entre ellas, es más, disfrutaban ambas de sus novedosos juegos lésbicos, tanto mamá como mi tía parecían haber rejuvenecido y yo las encontraba hermosas a las dos. Lógicamente, nuestras cosas permanecían dentro del secreto de nuestra casa y la única a saber de nuestra actividad sexual era la doctora. Fui feliz como jamás lo había sido. A mamá no le importaba que la sociedad pudiera condenar nuestra conducta, tampoco a mi tía. En cuanto a mí, el tener a tía Giovanna permanentemente preocupada de administrar y colaborar en la medicación y cura de mi enfermedad, me mantenía con la pija dura y enrojecida durante todo el día y con una amplia sonrisa en mi rostro.
La doctora María Paz con mucha consideración citó a mamá para el sábado a mediodía, llegamos puntualmente al estudio de la doctora, esta vez no había ninguna asistente, estaba solo la doctora que inmediatamente nos hizo pasar directamente al estudio interno de la consulta.
—Cuéntenme cómo les ha ido con la cura de Alberto … dime Alberto, ¿Cómo estás? …
No pensé que la doctora me interpelase a mí en primer lugar, con un poco de vergüenza y ruborizado comencé a relatar a la doctora los pormenores y actividades realizados con mamá y mi tía, obviamente omití algunos detalles como las mamadas con tragadas de semen o las enculadas que mamá le hacía a la tía, tampoco le dije que nos habíamos follado a mi tía mamá y yo juntos. Mamá me miraba atentamente y asentía a lo que yo iba relatando, en cambio tía Giovanna estaba un poco nerviosa y sus mejillas estaban levemente encendidas, ella no tenía la confianza que mamá tenía con la doctora, pero la doctora era experimentada y rápidamente se acercó a ella para ayudarla a superar el empacho inicial, puso una mano en el hombro de la tía y contemplo su cuerpo, luego se volteó hacia mamá.
—Tú hermana es tan bella como tú, Antonella …
—Pura genética doctora … tenemos el seno abundante y generoso … por contraparte mi hijo tiene su pene grande, largo y grueso …
—Tienes razón … ya lo había visto … ¡Alberto!, desnúdate … necesito revisarte antes de seguir con nuestra sesión … ¡Ah!, mientras tanto ustedes también se pueden ir quitando la ropa …
La doctora se dirigió a mi tía y mamá que se habían cohibido un poco y esperaban instrucciones de la especialista, luego volvió a dirigirse a mí.
—¡Alberto! … cuando estés listo, ve al baño y te lavas como tú sabes … la higiene debe ser primordial durante todo el tratamiento … no lo olvides, cariño …
—Está bien, doctora …
—Y lava bien tu cosa, hijo … sabes que te he enseñado a estar siempre limpio …
—Está bien, mamá …
Mamá siempre se preocupaba de que mi pija estuviese escrupulosamente pulcra, para realizar las cosas más guarras que le venían en mente, incongruencia o no, me encantaba el modo en que mamá interactuaba conmigo y esta vez tampoco me desilusionó, cuando volví a la habitación mi verga se levantó en forma instantánea. Mamá y tía Giovanna estaban sin sus vestidos, fina lencería cubría sus hermosos cuerpos. Pensé que mamá había elegido su color preferido, el negro, pero mirando cuidadosamente ella vestía unas finísimas bragas bordadas color azul marino con un sujetador del mismo color que contenía sus grandes senos majestuosamente. Tía Giovanna había optado por un completo de un lujurioso color bordeaux, ambas prendas totalmente transparentes donde se evidenciaban sus obscuros pezones y las blancas líneas de su piel sin broncear, la doctora miraba sicalípticamente a ambas y yo ya quería follar a cualquiera de las dos. La doctora me vio e inmediatamente me llamo.
—Ven sobre la camilla, Alberto …
Tratando de ocultar mi erección bamboleante, me subí y recosté en la moderna parihuela de la clínica, la doctora manipuló un comando a distancia y acomodó la litera rodante a mi fisonomía corporal, quedé medio sentado y bastante cómodo para observar a la doctora que se acercó, se puso un par de guantes de látex y comenzó a manipular mi verga dura como mármol.
—¿Cómo es que estás tan durito, Alberto? … ¿Te excita ver a tu madre y tía en esos atuendos sexys? …
—Ambas son hermosas y vestidas así realmente son preciosas … ¿Cómo podría yo abstraerme de la belleza de ellas dos? … también usted doctora no está nada de mal … espero ver otra vez sus maravillosos senos …
—¡Ay!, Alberto … te has transformado en todo un galán … que lindo lo que has dicho …
—Nada más que la verdad, doctora …
Mi madre me miraba tiernamente y paso un brazo alrededor de la cintura de su hermana que también estaba atenta al dialogo que la médico tenía conmigo. En tanto la doctora se había inclinado a mirar de cerca mi aparato genital y estaba concentrada en tocar las bolsas que envolvían mis cojones, su rostro estaba tan cerca que el tibio aliento de su respirar lo podía sentir en la delicada piel de mi glande amoratado e hinchado como un hongo. Ella toqueteo acuciosamente mis bolas, luego aferró mi falo enhiesto y acercando su nariz, procedió a oler mi pija que pulsaba en su delicada mano, apretó y ordeñó mi pija haciendo emerger algunas gotitas preseminales, con su mano libre apresó esas pegajosas gotas en sus dedos y las observó atentamente, luego se las llevó a la nariz, casi me da un infarto cuando con toda naturalidad se llevó los dedos a la boca y procedió a chupar mi semen desde sus dedos enguantados, se volvió hacia mi madre y tía y en un tono triunfal, enunció:
—¡Chicas! … tenemos un muchacho totalmente sano y con un semen exquisito … creo que mucho de esto es a causa de vuestra esmerada colaboración … pueden acercarse y comprobarlo por ustedes mismas … y pueden hacer todo lo que quieran …
Mi madre se acercó inmediatamente, mi tía se quitó sus bragas, la doctora le dedicó una mirada de arriba abajo, vi su mirada fija en el chocho lampiño de mi tía, más dura se puso mi verga y mis bolas comenzaron a calentarse como la cámara de lava de un volcán.
La doctora abrió su blanca bata y bajo de esa adherente prenda, surgió su cuerpo magnifico ataviado de una riquísima lencería rosada pastel que parecía la cubría como una segunda piel, el sostén era a balconcito dejando que sus puntiagudos pezones se irguieran hacia adelante en forma provocadora, su tanga era minúscula y sus medias color carne venían sujetas por un liguero a juego con el completo. Se dirigió a uno de los estantes y extrajo un pañuelo de seda de color negro, se dirigió hacia donde estaba mi tía Giovanna, la rodeó por detrás y le pidió que se cubriera los ojos, mi tía la miró desconfiada y se anudó el pañuelo al cuello. En tanto mamá que estaba atenta, se acercó a mí y tocó mí tremenda erección, luego se volvió hacia la doctora y con toda naturalidad le dijo:
—María Paz … nosotras hemos mezclado nuestros fluidos abundantemente con los de Alberto … pienso que tal vez tú quieras colaborar con los tuyos … así aseguraremos su completa sanación … ¿Qué te parece? …
—Me dejas sin palabras, Antonella … pero tienes toda la razón … seré una nueva donante de fluidos para tú hijo … pero antes lo revisaré un poco más …
Mí pija no cesaba de pulsar y ya quería estar con ella enterrada en el chocho de la doctora, solo que ella profesionalmente tenía algunas cosas más que hacer. Tomó de su escritorio el estetoscopio y lo colgó de su cuello, luego se acercó a la camilla con una amplia sonrisa.
—Alberto, querido … tienes una hermosa polla … vamos a ver algunos parámetros de tu sistema corpóreo …
Puso el estetoscopio en sus oídos y luego lo desplazó sobre mi pecho escuchando atentamente los latidos de mi corazón, se alineó con mi verga e inclinó su torso hasta casi tocar mi miembro con sus labios, las pulsaciones de mi pene aumentaron y ella dijo:
—¡Tus latidos han aumentado! … veamos que sucede si hago esto …
Sufrí una especie de taquicardia cuando engullo la mitad de mi pene en su cálida boca pintarrajeada de un rojo intenso en forma totalmente repentina e inesperada.
—¡Alberto! … ¿Qué haces? …
El placer era arrollador y no pude evitar de contorsionar mi cuerpo y follar la boca de la doctora, ella se separó un poco casi sorprendida:
—Lo siento doctora … no pude evitarlo … es lo que usted me hace sentir …
—¡Ay!, niño … soy solo una sexóloga … no soy una buena mamadora …
—Tal vez es solo mi edad, doctora … todo en usted me excita al máximo …
—Si sigues así muchacho, vas a hacer que me ruborice …
—A mí me sucede a menudo y no me causa problema aquello …
—Está bien … pero no quiero que te vayas a correr en mi boca … debemos mezclar nuestros fluidos … espera que necesitaremos una cama …
Así diciendo, recogió el control remoto y lo apunto hacia el armario empotrado en una de las paredes, inmediatamente las puertas comenzaron a desplazarse hacia adelante y a descender con un suave zumbido eléctrico. Ante nuestros ojos, se extendió una cama King Size completamente aperada y pronta al uso, las sábanas eran de un satén color rojo como el labial usado en su boca. Mamá y tía Giovanna miraban entusiastas e impresionadas.
—Alberto, ven y recuéstate en la cama …
No me hice repetir la solicitud, mi verga estaba rígida y casi rebotaba en mi vientre, sentí su cálido aliento sobre mis bolas, justo antes de comenzar a lamer y chupar mi escroto me dijo:
—Alberto … relájate y disfruta … esto te va a gustar …
Estaba muy dedicada a manosear mi arrugada piel y lo hacía con extrema naturalidad, comenzó realmente a darme placer. Suavemente hizo deslizar uno a la vez mis testículos en su boca, luego su lengua se desplazó en largas carreras de arriba abajo en mí zona genital, pasando osadamente cerca de mi ano. Hasta ahora solo mamá me había acariciado de esa manera especial. Luego volvió hacia arriba envolviendo la punta de su lengua alrededor de mi glande, para luego adueñarse del ápice de mi miembro y comenzar una suerte de penetración con la puntita de su lengua a la abertura de mi uretra, al tiempo que movía su cabeza verticalmente chupando las gotitas de semen que rezumaba mi pene. Era una chupadora magistral, me tenía contorsionando y alzando mi pelvis con lujuria. Con una voz cachonda y apasionada, me preguntó:
—¿Te gusta, Alberto? …
—¡Hmmmmm! … me encanta … otro poco y me correré en su boca …
—¡Oh!, nooo … no lo hagas … debemos mezclar nuestros fluidos … no lo olvides …
—Está bien … pero si me corro, los culpables serán sus labios …
—¡No! … eso no sucederá …
Besó la punta de mi verga y me concentré para no correrme cuando engulló mi pija hasta hacerla atorar en lo profundo de su garganta, tosió e hizo algunas arcadas, pero me hizo sentir la estrechez de sus tonsilas faríngeas que por instantes aprisionaron mi glande, su mamada era increíble y de una habilidad profesional.
—¡Oh!, mi Dios … Doctora no te detengas … sigue … sigue …
Tan pronto como dije eso ella se detuvo, me arrepentí de haber hablado, volvió a lamer solo los costados de mi polla y apretó con sus dedos la base de mi pene, como para evitar de que me corriera en ese instante, delicadamente volvió a tragarse mis bolas, me hacía sentir muy bien, pero no era lo mismo que sentir su ajustada garganta contrayéndose alrededor de mi verga, esperé con los ojos cerrados de que volviera a hacerlo. Afortunadamente no desesperé por mucho tiempo, sus labios dejaron mis húmedos cojones y volvieron a cerrarse en torno a mi pija, tomé su cabeza y comencé a empujar mi polla profundamente dentro de su boca, hasta que la sentí que se atragantó, no hizo nada por retirarse, sus amígdalas cosquilleaban mi pija una vez más. De repente me confundí, mientras sentía la maravillosa sensación de mi polla en el fondo de la garganta de ella, mis cojones comenzaron a ser lamidos … ¿Qué estaba sucediendo? … abrí mis ojos y encontré que mi tía se había desplazado entre mis piernas y mientras mamá bombeaba su pija falsa en su coño, mi tía se había unido a la doctora a chuparme la verga, era una visión celestial y paradisiaca ver a estas dos hembras cachondas compartiendo y disfrutando la rigidez de mi pija.
La doctora mantenía mi pija en la profundo de su garganta y mi tía lamía mis huevos, el sueño del pibe. Mi tía con sus ojos brillantes de placer me miraba, sonreía lascivamente gimiendo y mamá continuaba detrás de ella bombeándola con su verga plástica, mi tía gimió sintiendo la pija de mamá en su ajustado coño, pero no dejo de lamerme.
—¡Qué ricos y calentitos que se sienten tus huevos, sobrino! …
Dijo tía Giovanna, la doctora se irguió a contemplarla, la mirada de la doctora era inequívoca, era atraída y excitada por las sinuosas formas de mi tía, su barbilla estaba babosa con semen de mi pija y se veía realmente esplendorosa tanto ella como mi tía, ambas se miraron y se sonrieron, asombrado y excitado expresé un:
—Pero … ¿qué están haciéndome? … ¿Qué pretenden? …
—Te estamos chupando la polla …
—Sí … pero harán que me corra …
—No te debes preocupar … nosotras haremos que eso no suceda …
La doctora se acercó a tía Giovanna y le quitó su pequeño sostén, ahora las tetas de ella estaban libres de bambolear y vibrar bajo los embistes de mamá, la tía atrajo a la doctora y ambas se enfrascaron en un beso sin fin compartiendo el sabor de mi pija, se veían super sexys con su lujuriosa lencería y disfrutaban la una de la otra. La doctora arrodillada a mi costado pasó una pierna sobre mi pecho montándose a horcajadas, su suave coño cubierto por la delgada tanga rosada se veía hinchado y ya emanaba el excitante olor femenino de ella. Sin titubear le corrí el calzoncito hacia un costado y tomándola de las caderas la atraje hacia mi boca, lanzó un quieto gemido cuando mi lengua separo los labios ardientes de su vulva, con ardor comencé a lamer su concha deliciosa, ella con sus dedos separó un poco más los labios de su panocha y bajó su pelvis colocando su entero coño sobre mi boca, la penetré con mi lengua y comencé a beber del manantial de fluidos que comenzó a generar, acompañado a gemidos y estertores lascivos. Su coño se bañó abundantemente y ella folló mi rostro en modo complaciente, cuando se sintió pronta, deslizó su cuerpo hacia abajo y aferrando mi verga endurecida, la hizo pasear por algunos momentos entre su labia vaginal, mojando mi glande con sus fluidos y lubricando mi verga, después apunto mi miembro a su ojete empapado y lo dirigió al interno de su vagina deseosa de mí masculinidad. Lanzó algunos chillidos cuando mi glande se atoró en su estrecho canal vaginal y luego un suspiro cuando mi hongo candente superó su ajustado anillo vaginal. Quitó su mano y terminó de empalarse en mi ariete de carne.
—¡Ouch! … eres verdaderamente grande, Alberto … siento como si me estuvieras desvirgando una segunda vez … déjame hacerlo a mí … tú no te muevas …
—Está bien … no lo haré …
Mientras mamá follaba a mí tía desde atrás, la doctora hacía deslizar mi pija dura a saltitos y temblores en su cuevita ardiente, parecía como si tuviera varios mini orgasmos, sus manos se estiraban tratando de alcanzar los senos de mi tía Giovanna que rebotaban fuertemente con las enérgicas arremetidas de mamá y al mismo tiempo mi tía se esforzaba por besuquear o lamer el vientre de la doctora justo bajo su tetas que aún permanecían sujetas por su microscópico sujetador, la doctora se enderezó un poco y se quitó su sostén, sus tetas se liberaron y bajaron lo suficiente como para llegar a los labios de mi tía, ella inmediatamente comenzó a chupar esos pezones enanos en medio a esos enormes senos de la doctora.
Mamá en tanto aferró las caderas de mi tía y la follo con fuerza haciéndola contorsionar y exhalando un chillido mientras se corría con muecas de lujuria y jadeaba pesantemente, la doctora la aferro por sus pechos y los masajeó aumentando su deleite. Mientras todo eso sucedía en frente a mí, un fuerte deseo de correrme recorrió por todo mi cuerpo, tomé las candentes caderas de la doctora y empujé mi polla profundamente en ella, apretando mis glúteos y casi en un paroxismo demencial mis cojones explotaron enviando potentes chorros de semen al interior de la vagina de la doctora, ella chilló y se volteó a mirarme cuando se sintió inundada por mis semillas, empujó fuerte su pelvis sobre la mía y convulsiono en un orgasmo abrazándose a mi tía que también gozaba de su propio orgasmo, podía ver como los glúteos de la doctora tiritaban mientras sus caderas se estremecían en un descontrolado clímax.
Mi corazón se había acelerado viendo a estas dos féminas con cachondas vestimentas estrujando sus tetas una contra la otra y besándose apasionadamente. Mamá rompió el beso de ambas, se había dado cuenta de que yo había rellenado la concha de la doctora con mi esperma, mi pene resbaló fuera de su chocho cuando mamá tomó firmemente a la doctora y la hizo recostarse sobre la cama, luego se abalanzó a lamer su chocho y beber mi cálido semen directamente de ese recipiente femenino que rebozaba de zumos tanto míos como los de ella. Mi tía al costado de la doctora siguió chupando la magnificas tetas de la doctora y esta se abandonó a las caricias de ambas hermanas, yo me aparté un poco del trio femenino pues nunca había gozado de una vista tan espectacular, tres bellas damas solazándose la una con la otra sin freno alguno.
Mi verga seguía bastante sólida y me pareció que mamá estaba en un punto altísimo y que necesitaba también su desahogo, me enderecé, me puse entre sus piernas desde atrás, calmadamente desabroché las correas de su verga falsa e inmediatamente después que se la saqué, presente mi glande ante su encharcada vagina, ella colaboró empujando hacía atrás y rápidamente mi pene desapareció en ella que no cesaba de lamer y tragar los fluidos de la doctora, aferré sus caderas y follé su maravilloso coño materno que me acogió encogiéndose amorosamente alrededor de mi pija.
La doctora había reaccionado guiando a mi tía sobre su rostro y ahora lamía los delgados labios vaginales de mi tía que se estremecía sintiendo los delicados latigazos de la lengua de la médico en su sensitivo clítoris. Los cuerpos femeninos se asemejaban, había mucha voluptuosidad, mamá era la del seno más generoso y sus caderas eran más pronunciadas, lo que favorecía a mostrar un culo formidablemente hermoso, sin duda mamá era la más linda de las tres. Me adueñé de sus maravillosas ancas y la follé con todas mis fuerzas, mamá metió una mano entre sus piernas y entre audibles gemidos acarició mis cojones que se estrellaban contra sus muslos, continuando a lamer el coño de la doctora. Sentí las pulsaciones de mi pija aprisionada en el mullido y candente chocho de mi madre, ya conocía esos estremecimientos, así que aumente la velocidad de mis embistes, mi madre chilló y dejo de lamer la concha de la doctora, solo se aferró a los muslos de ella arqueando su espalda y estirando su cuello profiriendo guturales quejidos, trataba de correrse junto a mí, espere instintivamente ese momento y cuando sus nalgas comenzaron a temblar, enterré mi verga con fuerza salvaje en su concha, ella se dejó caer sobre el vientre de la doctora temblando de pies a cabeza, la doctora acarició sus cabellos y me brindo una sonrisa, con una mueca de agonía y placer descargue una copiosa cantidad de semen fresco en la vagina de mi madre diciéndole lo que a ella le gustaba escuchar:
—¡Toh! … ¡Toma, puta caliente! … ¡Culicagada culona! … ¡Te lleno de lechita tu cochambroso coño de puta! … ¡Toh! …
Rebalse su chocho y colapsé sobre su espalda. Todo se detuvo, mamá gemía exhausta, la doctora la mantenía estrecha a su vientre, mi tía acomodaba sus tetas y me miraba con admiración y afecto mientras boqueaba en busca de aire fresco para recomponerme, luego se sonrió a carcajadas e hizo como si quisiera aplaudir, la doctora abrazó su cintura y finalmente todas reían, me uní a esa complicidad lasciva que nos ligaba y mi verga se deslizo flácida fuera del coño de mamá. Nos recostamos y descansamos en silencio.
Mamá jugo unos segundos con el coño de la doctora y le dijo:
—Tú coñito ha probado la pija de Alberto … ¿Te gustó? …
—¡Oh!, sí … hizo expandir mi coño como jamás nadie lo había hecho … me sentí llenita completamente y su leche abundante me colmó totalmente …
—Deberías sentirlo en tu culo …
—No sé … creo que es demasiado grande para mi trasero …
Los pezones de la doctora brillaban seductoramente aún cubiertos por la saliva de mi tía, había juntado sus piernas y mamá la miraba arrodillada a su lado, el solo pensar en el diminuto culito de la médico, hizo que mi verga comenzara a tomar consistencia, luego inesperadamente ella comenzó a hablar:
—Antonella … tu hijo puede ser dado de alta … encuentro que su afección está francamente en receso … esto es gracias a tus cuidados y también a los de tu hermana … creo que haremos un control en seis meses más … también de acuerdo a las últimas pruebas, la espermatogénesis se ha regulado a niveles de normalidad, tú hijo es fecundo y solo necesita continuar con una actividad sexual regular … hasta cuando no se haga de una novia … tú y tu hermana deberán continuar a ayudarlo … pero creo que en el transcurso de un año ya no será necesario … eso lo dejo a criterio de ustedes … espero que me visiten dentro de unos seis meses para corroborar que todo sigue en la normalidad y así estar más seguros de su rehabilitación total …
Mamá me miró y me abrazó besándome en la mejilla y en los labios:
—¡Oh!, hijo … te hemos sanado … estás finalmente bien … estoy contentísima … ¿Estás contento? …
—Sí mami … me alegro mucho … pero la doctora dice que debemos continuar con la actividad sexual … ¿Vas a seguir ayudándome, mami? …
—¡Por supuesto que sí, mi amor! … También tu tía lo hará … ¿No es verdad Giovanna? …
—Lo seguiremos haciendo por todo el tiempo que sea necesario, Alberto … estamos aquí por ti y por tu mejoría … hasta el final no dudes de eso …
Mamá tomó una pequeña toalla que la doctora había dejado sobre la cama y comenzó a secar su sudor y los humores que bañaban su cuerpo, en eso la doctora intervino:
—¡Chicas! … creo que debemos ir al baño todos y terminar de asearnos allí …
Mi tía la miró un poco extrañada, ella no conocía las comodidades de la doctora.
—¿Y tú crees que tendremos espacio suficiente para cuatro adultos? …
—Bueno … hemos estado hasta seis dentro de mi bañera … creo que será suficiente para cuatro …
—¡Seis! … ¿Qué tienes? … ¿Acaso tienes una piscina en el baño? …
Tomé la mano de mi tía y la llevé hacia el baño.
—¡Tía! … ya verás que hay un lindo Jacuzzi en el baño con capacidad para todos … ven … vamos …
Mamá tomó su verga plástica y la metió entre sus tetas y nos siguió jugando y riendo, la doctora la siguió y luego estábamos todos en el baño esperando que el amplio Jacuzzi terminara de llenarse de agua tibia. Los potentes chorros que salían desde abajo y los costados, rápidamente comenzaron a generar espuma debido a las sales de baño que la doctora vertió en el agua.
La doctora se metió a terminar de regular y cerrar el grifo de agua, mamá le fue detrás y comenzó a meter espumita blanca en las rosadas nalgas de la doctora, luego abrió esos frescos glúteos y se dedicó a meter su lengua entre ellos tratando de alcanzar el apretado culo de la doctora. Mi tía Giovanna se acercó por el frente de la doctora y se arrodilló ante ella, uso su mano como un contenedor y bañó el coño de la médico, la doctora levantó su pierna para dar mejor acceso a sus ranuras mojadas, mamá le lengüeteaba el trasero y tía Giovanna hacía lo mismo al coño de la doctora, ella en precario equilibrio sobajeaba sus tetas estupendas. Mamá alcanzó su pija postiza y apuntó el puntiagudo ápice al ojete anal de la doctora, ella abrió sus nalgas y facilitó la penetración.
—¡Antonella! … Al parecer te atrae mi trasero, ¿Verdad? …
—Tienes un culo de diosa, María Paz … Quisiera verte con la verga de Alberto perdida dentro de ti …
—¡Pero es demasiado grande la pija de tu hijo! … ¡No sé si podría! …
Me puse atento al dialogo de mamá con la doctora. Mi tía no cesaba de lamer los rosados labios vaginales de ella y ella colaboraba abriéndolos ampliamente para disfrutar la lengua que zurraba suavemente su coño henchido de lujuria y placer. Disimuladamente metí mi mano bajo el agua y comencé a jugar con mi propia verga, me parecía tener ante mí la famosa pintura “Las tres gracias” de Andrés Rubens, tres féminas solazándose con sus estupendos cuerpos desnudos y compartiendo su cachondez, momentáneamente prescindían de mí, pero lo realmente importante es que no prescindían de gozar de este encuentro netamente lésbico que les resultaba casi natural deleitarse en ese modo tan femenino y agradable de ver para mí.
—¿Qué estás haciendo, Alberto? …
Me sorprendió la interrogación de la doctora, rápidamente solté mi verga y la cabezota amoratada de mi glande emergió como el periscopio de un submarino en medio del agua espumosa, como buscando un objetivo donde disparar un siluro, las nalgas carnosas de la doctora que magreaba mi madre con devoción, me pareció el objeto donde apuntar mi armamento y mi madre se percató de ello.
—Nada … no estoy haciendo nada … solo que …
Mi madre me miró y me vio ruborizado y confundido.
—¡Alberto! … no le mientas a la doctora … estamos aquí por ti … debes expresar lo que sientes y lo que quieres … ¡adelante! … ¡habla! …
—Mami … yo estaba admirando el culo de la doctora … esas nalgas firmes, redonditas y apretaditas … mamá … esas mismas que tú has abierto y lamido … imagino mi polla anidándose en ese refugio tan apetecible … me calienta mirarla como disfruta con tu lengua … quisiera que del mismo modo gozara con mi verga … quiero culear ese bollito magnifico, mami … eso … eso es lo que quiero …
—¡Alberto, hijo! … no soy yo a decidir sobre eso … pídeselo a ella … pídeselo ahora …
Me pasé ambas manos por el rostro para refrescar mis calientes y sonrojadas mejillas, la doctora me sonreía y me envalentoné pensando en que su sonrisa era un buen augurio:
—Doc-Doctora … usted … ¿me dejaría follar su esplendoroso culo? …
—¡Uhmmmmm! … Alberto … si prometes tratarme con dulzura y hacerlo con calma … estoy dispuesta para tu linda polla … pero si te apresuras y me dañas … no te dejaré hacerlo … ahí mismo se termina todo … entiendes eso? …
—¡Oh!, sí … lo haré … lo prometo …
Mamá se apartó del culo de la doctora y le dejo espacio para que avanzara hacia mí. Un mechón de los cabellos de la doctora cayó sobre su rostro cuando ella se inclinó a mirar mi polla, luego se giró y me mostró su rugoso y pequeñísimo ano, mi verga pulso formado circulitos en el agua, era tanta las ansias de penetrarla que hasta mi corazón se aceleró. La doctora inició una marcha en retroceso, ligeramente inclinada, su culo estaba alineado con mis ojos, pero también los lampiños y regordetes labios mayores de su coño eran perfectamente visibles, muy luego estaba a centímetros de mi cara. Podía percibir el aroma femenino que trasudaba de su chocho, abrió ligeramente sus rodillas lo que hizo que esa labia candente se separara y pudiera ver la rosada carne du su concha tierna y estrecha. Saqué mi lengua instintivamente y probé el húmedo manjar de su coño y su perineo, alcanzando suavemente el ojete estrecho de su ano que mamá había estado lamiendo poco minutos atrás. Después de eso no había vuelta que darle, solo continuar con este deleite magnifico. Agarré sus caderas y tiré de su entrepierna contra mi cara e inundé su joven coño con mi lengua, me perdí en su rajita vaginal, solo entonces me percaté que mamá y mi tía nos observaban atentamente, me sentí un poco culpable, pero mamá me sonrió animosa y casi aplaudía, me sentí orgulloso de ver cómo me miraba y también sentí el afecto que había en los ojos de mi tía, así qué hidalgamente continué perdido en los glúteos de la doctora a chupar alternadamente su chocho y su trasero esplendido. Escuchar chillar a la doctora y a mamá aplaudir fue algo inesperado y satisfactorio, mi verga reaccionó en el modo acostumbrado, mamá dijo:
—María Paz, yo te ayudaré … tengo la experiencia de haber tenido su polla enterita en mi trasero y también ayudé a Giovanna a superar sus temores al momento en que ella lo hizo por primera vez … déjame colaborar y todo saldrá bien …
—¡Ay!, Antonella … te lo agradezco … yo no soy muy asidua al sexo anal … pero una pija como la de tú hijo no me la quiero perder por ningún motivo …
El comentario de la doctora me alentó a expresarme libremente con mis deseos:
—Doctora … yo tampoco quisiera perderme sus maravillosas pompis … lo haré con toda suavidad … es más … dejaré que lo haga usted misma …
Mamá asintió colaborativa y se acercó a la doctora.
—María paz … no tienes nada que temer … eres joven y tu culo es elástico, esto lo sabes muy bien … sugiero que te sientes en su miembro y que te vaya penetrando poco a poco … por lo menos así lo hizo Giovanna y no tuvo nada de que lamentarse …
—¡Cómo que no tuve nada de que lamentarme? …
Dijo mí tía sumergiendo sus tetitas en el Jacuzzi para relajarse un poco mientras cubría sus pezones con abundante espuma.
—No me vayas a decir ahora que no lo disfrutaste …
—¡No! … no quise decir eso … pero si estaba atemorizada … pero debo reconocer que hizo que me corriera en modo salvaje … jamás nada me había llenado así tanto … jamás nada me había hecho emocionar y excitar de ese modo … nunca un orgasmo me había hecho sollozar …
—¿Deveras te hizo sentir todo eso? … o lo dices solo por …
—¡No! … así fue … y me encantó hacerlo … además … fue mi primera vez …
Mi tía Giovanna termino de alejar todos los temores de la doctora, así ella aferró mi pene y comenzó a bajar sus glúteos maravillosamente cerrados, brillantes de agua, rosaditos y deliciosos hasta casi tocar mi glande, acomodó su rodilla y plegó una pierna, se inclinó un poco hacia adelante, sus senos se estremecían al ritmo que ella les transmitía con sus movimientos, mientras paseaba mi gruesa polla alrededor de su estrecho ojete anal, haciéndolo resbalar hasta sus labios vaginales y gimiendo como una gata en celo.
Por largo rato la doctora repetía sus movimientos como un ritual, estábamos todos en silencio y ella estaba sola como un cenobita en un acto místico. Repentinamente sentí el peso de su cuerpo presionando mi miembro, el surco de sus nalgas se hizo más ancho, sus glúteos fueron separados por el bulbo amoratado de mi verga que venía dirigida cautamente por la mano de la doctora, fue presentado al ojete ajustado de su ano, la presión comenzó a aumentar y luego en un instante su esfínter cedió y mi glande ensanchó el pequeño orificio, la doctora gimió y hubo un instante que pensé que se detendría, pero empujo su culo más abajo y engullo un cuarto de mi pija, lanzó un chillido y apretó la base de mi verga que pulsaba ya dentro de su angosto, cálido y apetecible recto. Centímetro a centímetro mi polla fue invadiendo su engurruñado orificio, el circulo de su ano forzado a insospechados limites se había enrojecido, ella empujaba inexorablemente hasta que soltó mi verga liberándola para sentirla profundamente en sus vísceras.
La doctora suspiró, se quejó y gimió sicalípticamente, la pierna que estaba arrodillada la plegó y termino de sentarse en mi regazo con mi pija en lo profundo de su humanidad rectal, tomé sus hombros y suavemente la tiré sobre mi pecho, luego con mis manos en sus caderas dulcemente follé su apretado ano. Mamá se coló entre nuestras piernas y comenzó a frotar el clítoris de la doctora, sentí las deliciosas contracciones del culo de ella y sus gemidos se hicieron audibles, mamá aceleró su sobajeo al chocho candente de la doctora, entonces moví mis manos hacia arriba y encontré los duros pezones en esas inmensas mamas de la médico, sus manos se posaron sobre mis manos y acompañaron el ligero masajes a sus voluminosas tetas. Era maravilloso sentir las manos de mamá proporcionando placer inaudito a María Paz, yo follaba apaciblemente su culo y me parecía natural llamarla por su nombre de pila.
Me pareció que mis bolas se agitaban anunciando las agradables sensaciones de mi orgasmo, disminuí mis movimientos para no correrme tan rápido, la doctora a sabiendas se volteó con esa mirada ensoñadora en sus ojos y me dijo.
—Ni pienses en correrte ahorita … me estás haciendo sentir tu gordo y caliente pene y se siente delicioso … quiero correrme junto a ti … no te apresures …
—Está bien … no lo haré … pero eres demasiado estrecha y estoy a punto de correrme …
—Yo también estoy cerca … empújalo más adentro …
Hice como me pedía y aferrando fuerte sus caderas hundí mi polla profundamente en ella, sentí que mi madre incrementaba su frotamiento y se colocaba inclinada a chupar el clítoris de ella, entonces tomé sus muslos y los levanté y separé abriendo ampliamente su coño para las lamidas de mamá, la cabeza de la doctora cayó hacia atrás y sentí sus vibraciones pre orgásmicas. La polla postiza de mamá penetraba a la doctora en lo profundo, cuando se tensaron las piernas de ella y convulsiono en espasmódicas oleadas de placer, gemía y sollozaba, tironeaba de sus propias tetas y se contorsionaba contrayendo su esfínter implacablemente, lo que logró estimular suficientemente mí glándula prostática, mis vesículas seminales y mis glándulas bulbouretrales, haciéndome disparar copiosas cantidades de semen al interior de su amoldado ano, no me pude reprimir y mordí su cuello tirándola con fuerza de sus flancos en modo de que mi descarga llegara lo más profundo en su acogedor culito. Después de gruñir varias veces, clavando mi ariete chorreante en ella, sentí que volvía su rostro hacia mí y sus labios rojos se posaron en los míos, sus dientes atraparon suavemente mi labio inferior y luego su lengua resbaló en mi boca, nos besamos y los sonidos los hacíamos solo nosotros dos, mamá y mi tía Giovanna estaban hechizadas y quietas mirando la magia de nuestro goce estupendo.
Al cabo de algunos minutos mi pija todavía semi dura, fue expulsada por contracciones del estrecho recto de la doctora, mamá que estaba cercana, no perdió tiempo y tomó maternalmente mi pija en sus manos y me lavó tiernamente con acuciosidad.
La doctora se separó de mí y se acercó a mi tía, se arrodilló frente a ella y ahuecando sus manos, recogió agua tibia y espumosa para bañar las exuberantes tetas de ella, mi tía la miró sonriente y también estiró sus manos para alcanzar los redondos y voluminosos pechos de la médico, luego mi tía se enderezó y se besaron en un beso largo y jugoso, sus pechos se habían unido y se aplastaban en forma lujuriosa. Mamá terminó de lavar mi pija y prontamente comenzó a mamarme, me puse duro otra vez. Esta vez mamá me montó en la posición en que estaba y sus pechos quedaron frente a mí, sintiendo el cálido coño de mamá, escuche sus gemidos mientras me deslizaba en su estrecha vagina, en esa posición en cuclillas su coño se estrechaba aún más, la tomé de sus glúteos y la folle por largo rato.
Casi al lado nuestro mi tía se había levantado y la doctora había pasado una de sus piernas por sobre un hombro de ella, sumergiendo enteramente su rostro en la ingle de mi tía, haciéndola gemir y empujar la cabeza de ella contra su chocho, los sonidos de las lamidas eran perfectamente audibles, como así también los gemidos de mi tía.
En tanto mi madre y yo follábamos tranquila y pausadamente, mamá había cerrado sus brazos entorno a mi cuello y apretaba sus maravillosos senos contra mi pecho. Yo aferraba sus nalgas y empujaba mi verga en su encharcado coño sintiendo sus pliegues que sobajeaban mi sensitivo glande, de pronto se abrazó fuertemente a mí.
—¡Hijo mío! … estás sano … has sanado finalmente …
Me pillo totalmente desprevenido, levanté mis caderas presionando mi polla contra su útero, mi madre chilló, se retorció gimiendo y continuaba a succionar mi pene magistralmente con sus músculos vaginales, entre quejidos y suspiros me comunicaba su alegría de tenerme con mi tratamiento cumplido y sanalotodo con estas terapias que nos hicieron reunirnos y unirnos en modo carnal y crudo, descubriendo en forma natural que nuestro lazo familiar se reforzaba. También debo decir que durante todo el proceso curativo aprendí de mama y ahora soy un avezado amante, cosa que ha reforzado mi ego de macho al tener dos esplendidas mujeres, ya que tía Giovanna fue una colaboradora valiosa, voluptuosa y dedicada. Finalmente, la doctora aplicando su particular tratamiento y uniéndose a nosotros, fue como la guinda de la torta, tanto mi madre como mi tía se complacieron con sus dotes de aguerrida y experimentada amante cachonda.
Continuamos dando rienda suelta a nuestros instintos primitivos por un par de horas más y luego, exhaustos y satisfechos cubrimos nuestra desnudez, nos prodigamos elogios de complacencia y gratitud con sendos besos en la mejilla nos despedimos con el compromiso de regresar en seis meses más.
Con el tiempo mamá desestimó la necesidad de regresar a la consulta, mis malestares no se habían vuelto a manifestar, mi tía había vuelto a su hogar, nos visitaba varias veces durante el mes y, mamá y yo llevábamos una vida marital con los altos y bajos que ello conlleva, solo que en la cama no teníamos ningún limite ni desentendimiento, lo que opacaba cualquier atisbo de problema. Puedo decir que éramos felices. Todo por órdenes del doctor.
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Me encantan tus relatos espero y sigan muchos más
Me encantó la serie de principio a fin
Hermosa y muy estimulante historia …, con un relato muy detallado y sensual …, gracias