¡Si es por orden del doctor! … – Octava Parte.
Mamá sin dejar de masturbarme inicio el zafarrancho para la recolección de mi esperma, tomo el recipiente y lo coloco en la hendedura de sus tetas.
Mamá descansaba su mano sobre mi pija y la acariciaba tiernamente. Estos dos últimos días habían sido de ensueño para mí. Pero mañana sería lunes, comenzaba la semana laboral y mamá debía regresar a su trabajo y yo al colegio. Mis compañeros del segundo medio, seguramente me preguntarían que había hecho el fin de semana. Por ningún motivo podía revelar mis actividades con mamá. Pero lo que me preocupaba era como lo haríamos para tomar algunas muestras, ya que el martes siguiente teníamos cita con la doctora María Paz.
—Mami … me sentiré un poco extraño mañana … no estarás para ayudarme con las muestras …
—Lo sé, cariño … yo estaba pensando también sobre eso … pasado mañana veremos la doctora y debemos tener los datos de las muestras para ver que dice … ¿Cómo están tus dolores? …
—Bueno mami, con toda la ayuda que me has dado me he estado sintiendo bastante bien … has hecho que me corriera seis veces el día de hoy y casi no siento ninguna molestia …
—¿Y por qué casi? … ¿sientes algo todavía? …
—Mami, es que cuándo me duele me queda delicado y esa sensación no se va … pero ya no me molesta …
Mamá me sonrió y su mano comenzó a sobajear mi verga con mayor ahínco. Había envuelto mi capullo con su mano y lo movía verticalmente siempre con suavidad, pero su delicado toque comenzaba a tener efecto en mi y mi pene reaccionaba endureciéndose.
—Eso quiere decir que para que duermas tranquilo podría estimularte una vez más …
Razonó mamá inclinándose sobre mi verga y rozando su nariz con mi glande, como para sentir el aroma de mi pija semi dura.
—Hueles exquisito … a limpio y a ese sabor gourmet que tiene tu semen … me encanta …
Dijo ella y comenzó a sorber el líquido preseminal que salía de mi glande, luego montó mis piernas a horcajadas y aplasto mi verga con sus tetas, cubriendo toda mi pija y haciendo aflorar la puntita en medio a sus magníficas mamas para lengüetearla con la punta de su lengua:
—¿Crees que puedes correrte una vez más para mami? …
—¡Mmmmmm!, mami … si sigues así no durare mucho …
—No quiero que te corras tan pronto … quiero que te corras en mi boca para llevarme tu sabor y dormir con él toda la noche … ¿Qué otra cosa podríamos hacer por ahora? …
—Podrías darte vuelta y así te podría comer el coño y el culo … tú sabes cuánto me gusta …
—Pero si me lo pides así no suena bien a mis oídos …
—Entonces … date vuelta culicagada y enséñame tu coño baboso y tu culo sabrosón para comérmelos … enseguida me chuparás la pija hasta bañar tus tonsilas de puta caliente …
—Eso sí qué me gusta …
Así con mamá encima, formamos un sesenta y nueve. Con mis palmas acaricié sus sedosos muslos, estaban tibios y suaves, el culo de mamá ya no era solo marrón, tenía una tonalidad rojiza, como si se hubiese irritado después de tanta pija, también su abertura era mayor, fácilmente metí mi lengua en su trasero. Mamá reacciono con gemidos y ronroneos de gata en celo. Su coño también mostraba los primeros signos del crecimiento de sus vellos púbicos, de todas maneras, acaricié sus labios hinchados y húmedos, mi lengua dio unos golpecitos a su clítoris y mamá chillo y refregó su pelvis en mi rostro.
—Mami … quiero follar tu coño por un rato …
—No es esa la forma en que me lo tienes que pedir … deberías ya saberlo, Alberto …
—Date vuelta putilla para meterte mi verga por el culo y hacerte sudar como un pollo a lo espiedo … hueles a puta caliente … visto que eres mi madre te follaré como un cabrón hijo de puta …
Mamá obedientemente y sonriendo se dio vuelta, meneo sus nalgas para mí:
—Métemelo Alberto … has que me corra como una berraca … culéame bien culeada …
Abrí sus nalgas y deslicé mi verga entre el surco de su culo, ella encorvó un poco su espalda y me presentó su concha, lo empujé de un solo golpe y mi pija resbaló dentro de su chocho. Luego la tomé de sus caderas y comencé a embestirla con fuerza, haciendo sonar sus glúteos contra mí:
—Mira como la tengo dura zorra … te la meto en tu coño caliente … ¡toma! … ¡toma! … ¡toh! …
Mamá gemía en voz alta, estiraba sus brazos para agarrarme y aumentar mis golpes a su coño, mi verga estaba a punto de estallar, pasé mi mano bajo su vientre y restregué con mis dedos su clítoris, mamá comenzó a temblar, sus manos estaban como enloquecidas, su cabeza se movía de lado a lado, estaba teniendo un potentísimo orgasmo, yo me estaba aguantando porque quería acabar en su boca, así que follé su coño hasta cuando sus convulsiones se aminoraron, entonces lo saqué de un golpe. Empujé su trasero y la hice voltear en la cama:
—Abre esa boca de puta culicagada que te quiero llenar de lechita caliente … ¡Ábrela! … te la llenaré de cremita chantilly … esa que te gusta tanto …
Mamá reaccionó y se posicionó rápidamente de espalda, acomodó sus brazos para dejarme avanzar hacia su rostro y abrió su boca:
—¡Dámela!, Alberto … ¡Quiero beberla toda! …
Apenas estuvo mi verga al alcance de su boca, mamá comenzó a chuparme ávidamente:
—¡Chúpame! … ¡Chúpame la verga zorra inmunda! … ¡Tú cara de puta se ve muy bien entre mis piernas! …
Mamá chupaba como si se le fuese la vida en ello y mis cojones comenzaron a hervir y sentí el cosquilleo característico, apreté su rostro con mis muslos y enterré mi verga en lo profundo de su boca comenzando a llenarla a chorros:
—¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! …
Semen a raudales salía de mi pija enardecida y dura, escuchaba solo los esfuerzos de mamá por tragar lo más posible, la solté cuando la sentí toser. Mi pobre madre se estaba ahogando en esperma, hasta por los orificios de su nariz rezumaba mi semen. La miré con un dejo de preocupación, aprontándome a recibir un raspa cachos de su parte, pero ella se recompuso, se quitó unas hebras de lefa de sus parpados y me sonrió:
—¡Chiquillo de mierda! … Casi me ahogo, pero me has hecho muy feliz … feliz, feliz … ahora me iré a mi cama y dormiré con tu olor y sabor … duerme bien … mañana temprano recogeré otra muestra, pero usaré el vaso … buenas noches, hijo …
—Buenas noches, mamá …
Salió de mi cuarto contoneándose segura de si misma, la vi que espalmaba restos de mi corrida en sus pechos esplendorosos. Sus nalgas se movían rítmicamente, como saludándome, les tiré un besito y me cubrí con el edredón para dormir. Mamá vendrá temprano a recoger otra muestra de semen, pero lo hará con el recipiente ¡¡Qué pena!! ¡¡Pero bueno, Así es la vida!! Ahora necesitaba descansar.
Lunes y mi madre me despertó que estaba todo oscuro, faltaban pocos minutos para las seis, la mano templada de mamá ya aferraba mi asta que estaba semi dura, me dijo:
—Alberto … no puedo irme al trabajo sin tener un acercamiento contigo … ¿cómo has amanecido el día de hoy, hijo? …
—¿Ah? … ¡Umh! … eres tú … ¡mami! … ¿Qué haces levantada tan temprano? …
—Alberto … tengo que ir al trabajo … ¿acaso no lo sabes? …
—¡Pero es de noche todavía! …
—No … ya amanece … quiero saber ¿cómo esta tu dolor? …
—Mami … tengo mucho sueño y más que dolor es un leve malestar …
—Pero luego te irá aumentando … por eso estoy aquí … haré que te corras ahora y … bueno antes que me vaya al trabajo te lo hare una segunda vez … así podrás ir al colegio sin que ese malestar se manifieste muy rápido …
—Bueno, mami … gracias por tu preocupación …
Mamá tenía ya mi verga casi dura, metió su cabeza bajo el edredón y sentí sus cálidos labios cerrarse sobre mi glande, su boca me enardecía, los sonidos que hacía mamá me excitaban sobre manera, quisiera tenerla siempre efectuándome esas mamadas maravillosas. Sobrepasado por el placer, dejé caer mi cabeza hacia atrás y me entregue a sus caricias. Acaricié sus muslos y la atraje sobre mí, su maravilloso coño estaba cálido y húmedo, olor y sabor a limpio, pero sus zumos eran abundantes, dulces y exquisitos. Cerré mi boca sobre su clítoris, parecía un bastoncito erguido, se sentía su consistencia en mi lengua, se lo chupé y lamí incansablemente. Ella empezó a gemir más fuerte y unos tiritones se apoderaron de sus caderas y glúteos. Entonces me concentré en las chupadas, mamá soltó mi pija y comenzó a restregar su chocho en mi rostro, bramaba y gruñía lanzando resoplidos y chillidos. Me apoderé de sus caderas y apreté mi boca contra su sexo, mamá se alborotó un poco y comenzó a pajearme enérgicamente. Entonces gruñí y lancé un bufido animalesco e inicié a disparar mis borbotones, sentí a mi madre engullir mi verga y comenzar a beber de la fontana que regaba su aparato bucal, tragó y tragó, los movimientos de sus caderas se transformaron en esporádicos tiritones y chillidos ocasionales. Tanto ella como yo nos habíamos corridos casi al unísono, nos estábamos sincronizando cada vez más. Mamá jugo con mi verga un rato más y luego emergió de debajo del edredón, sus labios estaban húmedos y brillantes, así también como sus ojitos claros llenos de afecto por mí.
—¿Estás bien, Alberto? …
—¡Super! … me siento super …
—Qué bueno … yo me siento genial … iré a bañarme y a vestirme … si quieres duerme otro poco … yo vendré a despedirme luego … y recuerda que lo haremos nuevamente …
Con esta promesa, mama se arrebujó en su bata blanca y se fue a su dormitorio, solo cerré los ojos y salí temporáneamente de este mundo, me adormecí con una sonrisa en mis labios y mi pija descansando sobre mi pelvis.
Abrí mis ojos, mamá estaba vestida, maquillada y muy bien peinada, sus labios brillaban con un intenso color rojo, olía a perfume. ¡¡Que bella mujer que es mi mamá!! Traía una toalla en sus manos y se estaba acomodando a la orilla de mi cama con mucho cuidado, cuando vio que abrí mis ojos me dijo:
—No quiero que vayas a salpicarme …
Tiro finalmente el edredón hacia mis pies y puso la toalla sobre mi vientre, después comenzó a masturbarme. La forma de mirarme, sus sensuales guiños y las afables caricias de sus manos, eran más que suficiente para despertarme y hacer que mi verga se pusiera dura como palo. Ocasionalmente, mamá se inclinaba y se tragaba mi verga, para luego retirarse saboreando con su lengua sus labios carnosos, movía su cabeza en modo sicalíptico, disfrutaba haciéndome lo que me estaba haciendo. Luego me dijo:
—Córrete, hijo … córrete … dame lo que yo quiero … dámelo … tú sabes cuanto me gusta … vamos … córrete ya …
—Puta culicagada pajéame fuerte … si quieres beberte mi leche hazlo con más fuerza … exprime mi verga … chúpamela y jálamela hasta que explote y te tragues mis mocos … chupa puta culeada … chupa …
Mamá se lanzó furibunda a mamar mi pija, no le importó su peinado, no le importo su vestido, sacó la toalla de mi vientre y acarició mi estómago, me chupaba la pija con tanto ardor que no resistí más, aferré su cabeza y follé su boca corriéndome a mares dentro de ella, mamá succionaba diligentemente todos mis fluidos. Se levantó pasando la lengua por sus labios y su dedo por la comisura para recoger unas gotas de semen que se había escurrido por allí, luego me miró con sus ojos de fuego:
—Excelente, Alberto … me sorprende plácidamente tu lenguaje soez … ahora debo irme, hijo …
—Sí, mami … gracias por tu ayuda …
—¡Ah!, no te vayas a retrasar para el colegio … compórtate como un caballerito y no hagas nada malo … esta tarde llegaré lo más temprano posible …
—Bueno, mamá … pierde cuidado … sabes que me comporto bien …
—Sí lo sé … ¡Ah! … una última cosa … por ningún motivo vayas a tocarte … regresas a casa y me esperas … me has dejado loquita … no veo la hora de volver a ayudarte …
Diciendo eso mamá se apresuró a levantarse, se arregló un poco moviendo sus caderas y luego la escuché decir:
—¡Demonios! … estoy toda mojada … debo cambiarme estas bragas …
Salió de prisa de mi cuarto casi dando saltitos, su culo apretado en su falda lucía como siempre fabuloso, escucharla que había empapado sus bragas, fue un estímulo instantáneo para mi polla, pero ella dijo que no debía tocarme y no lo haré.
La jornada parecía interminable, pensaba en las bragas humedecidas de mi madre ¿¿Se habrá calentado chupándome la verga?? Al parecer sí. Me llamaron la atención un par de veces porque me sorprendieron desconcentrado en la clase que estaban impartiendo, pero me era imposible centrarme en eso, la palabra “bragas-bragas-bragas” giraba por mi cabeza persistentemente, imposible quitármela de mis pensamientos. Finalmente sonó el timbre que daba por finalizada la jornada de estudios. Recogí mi mochila y partí de regreso a casa. Una vez en casa me preparé algo de comer y luego decidí darme una ducha, mamá disfruta de la limpieza y no quiero perder tiempo a lavarme cuando ella esté de regreso, ella se fue muy caliente al trabajo esta mañana, quizás cuantas cosas ha pensado durante su jornada laboral, tal vez me sorprenda con algo nuevo. El dolorcillo a mis cojones me hacía impacientar por la espera. Pero ya faltaba menos de una hora para que mamá regresara, espero no se atrase.
Me puse mi bata predilecta sin nada debajo. Me había recién sentado delante a la Tv, cuando sentí el carro de mamá. Por fin estaba de regreso, me levanté para recibirla con un saludo, ella entró, colgó su bolso en el perchero y luego se volteó a mirarme:
—¡Como te está bien esa bata, Alberto querido! … luce bien en ti …
¿¿Habré escuchado bien??, ¡¡A mamá ahora le gusta mi bata!! Se acercó a mí sonriéndome y casi casualmente toco mi verga con su mano, le di un beso en la mejilla:
—Gracias, mami … tú también te ves estupenda …
—Sí … pero necesito una ducha y ponerme cómoda … mira un poco la Tv mientras yo me relajo un poco …
Dio unos saltos en un pie mientras se sacaba un zapato y luego saltó en el otro pie para sacarse el que quedaba, luego se fue a pies descalzos a su dormitorio, su trasero me tuvo embelesado hasta que desapareció en su cuarto.
Sin lugar a dudas, mamá acaparaba toda mi atención. Pero también me preocupaba la visita a la doctora al día siguiente ¿¿Cuál será la causa de mi mal?? ¿¿Será algo grave y serio?? Eran muchas las cosas en que pensar, mejor esperar a mamá, ella siempre tiene el razonamiento justo y criterioso, necesito saber su opinión.
Mamá se sentó junto a mi en el diván, la televisión mostraba un programa anodino, ella vestía su bata blanca y olía a jabón, estaba recién duchada, fresca como una flor de primavera. Casualmente metí mi mano bajo su bata y alcancé a tocar su vientre con la yema de mis dedos, mamá estaba sin bragas, ella delicadamente alejó mi mano de entre sus muslos:
—No, todavía …
Me dijo sonriéndome, yo tomé su mano y la puse en mi regazo cerca de mi polla, lo que permitió que ella tomara la iniciativa comenzando a acariciar mi polla por sobre mi quimono, me dijo:
—¿Cómo has estado? …
—Bien, mami … pero estaba pensando en mañana que debemos ir a la cita con la doctora …
—Bueno, hijo … no debes inquietarte mucho … es una buena doctora y de seguro nos tendrá alguna novedad y así podrás tratar tu afección …
—Si mami, porque me está doliendo ahora …
—¿Deveras? … ¿Te duele mucho? …
—No es tanto dolor, mamá … pero es una molestia persistente … como un pinchazo que no se va …
—Entonces tendremos que hacer que te corras rápidamente …
Así diciendo mamá se quitó la bata, estaba esplendente, su piel tersa y albugínea, delicada y suave, cálida y totalmente desnuda. Sus hermosos pechos parecían dos globos inmensos que desafiaban las fuerzas de la naturaleza, se acercó más a mí, nos miramos a los ojos por unos segundos, su mano aferró mi polla y comenzó un masaje lento, pasaba su lengua a humedecer sus labios y su vista seguía fija en mis ojos. Era tan lindo su rostro ovalado de niña traviesa que me vino de besarla. Hasta ahora nunca había intentado besar sus labios, me incliné hacia su cara, acomodé mi boca y puse mis labios sobre su boca entreabierta, su lengua se deslizo dentro de mi boca y persiguió mi lengua hasta cuando cómplices, mi lengua invadió su boca y ambas juguetonas se entrelazaron una y otra vez. Los intensos jadeos de mamá eran otra cosa que me llamó la atención. Su efusiva respuesta a mi beso era también una novedad para mí, no tenían nada de maternales sus besos, mi madre era mi amante y así se entregaba, sin tiquismiquis ni melindres vanos.
Mi madre continuaba a pajear mi polla, sus toques me electrizaban, mi piel parecía de gallina, un cosquilleo me llegaba hasta mi cerebro obnubilando a cualquier pensamiento fuera de esta exquisita sensación que me procuraba la mano de mamá. Ella sintió mi jadeo pesante y entendió que me estaba llevando rápidamente al clímax, sumó su otra mano para acariciar mis bolas y mi glande, sus movimientos eran variados, dulce y lento, rápido y rapidísimo.
—¡Oooohhhh!, mami … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhhh! …
Ni siquiera la advertí que me corría, ella estaba preparada y prontamente se abalanzo a chupar la erupción de semen desde mi pija, unas gruesas hebras perladas de esperma se esparcieron por su rostro, pero finalmente logró beber la mayor cantidad de mi eyaculación, ordeñó mi pene asegurándose de hacer salir hasta la última gota.
La dolencia en mi verga cedió y cambió a malestar leve, mi querida madre siguió en el transcurso de la tarde a pajearme, probé su coño empapado y terminé una vez dentro de ella. Pero me encantó cuando ella se empaló en mi polla, abriendo sus nalgas y sentándose sobre mí, haciendo desaparecer por completo mi verga dentro de su culo, tocó su chocho mirándome y ofreciéndome sus tetas para que se las lamiera, besara y chupara, se corrió restregando sus nalgas en mí y yo me corrí sobre excitado por su intensa estimulación llenando su recto de esperma.
Nos duchamos juntos y fue el turno de la mamada bajo la ducha. Luego vestidos solo con nuestras batas bajamos a cenar algo que mamá preparó en el momento, unos chorizos con huevos que estaban exquisitos. Me tocó limpiar la cocina como de costumbre, mientras mamá iba a su dormitorio a prepararse para la noche, se sentía cansada. Por mi parte yo también estaba exhausto, cuando terminé con la cocina, me dirigí a su dormitorio, la vi durmiendo plácidamente, entonces me fui a mi cama a dormir, nos merecíamos un descanso después de esta tarde de fuego.
Mamá me despertó al alba, esta vez hizo todo según la prescripción de la doctora, me chupó por un rato y luego recogió mi corrida en el receptáculo de vidrio, lo miró a contraluz y luego hizo algunas anotaciones en una de las hojas de su carpeta azul:
—Con esto estamos listos, Alberto … espero te vaya bien en el colegio … no hagas nada extraño … y no vayas a llegar tarde a la cita con la doctora, recuérdalo …
—Sí, mami … no tienes de que preocuparte … espero solo que el dolor no vuelva muy intenso …
—¡Oh!, pobre hijo mío … aguanta … no vayas a tocarte … esperaremos las indicaciones de la doctora y luego veremos como hacer con tus malestares … ya se me ocurrirá algo para aliviar eso …
Me quedé más tranquilo sabiendo que mamá pensaría a cómo ayudarme con mi indisposición, hasta ahora su ingenio y empeño han sido notables, ha hecho cosas que jamás imaginé haría por mí. También me recordé que la doctora probablemente me revisaría de nuevo, no pude evitar de recordar sus maravillosas tetas que podrían muy bien competir con las de mi madre y la forma de lamer sus labios cuando estiró mi prepucio.
Estuve toda la mañana con mi cabeza a darle vueltas al asunto, un par de veces mi pene se puso semi rígido, pero mamá me había dicho de no tocarme, así que no lo hice. El mal volvió y comencé a sentir levemente la molesta pulsación en mis cojones. A las 15:30 me fui para la consulta de la doctora, estaba impaciente por saber de los resultados y el diagnóstico de la señora doctora María Paz.
Tomé el autobús y me fui a la cita, mamá me había dicho que ella saldría un poco antes del trabajo y nos encontraríamos en la consulta. Por cierto, la recolección de mi esperma esta mañana había sido en el modo prescrito. Me decepcionó no poder sentir la boca de mamá chupando mi pija hasta correrme, tampoco me dejo que la manoseara mucho, estaba ya vestida para ir al trabajo y sentí sus senos a través del vestido y su sujetador. Por un momento sus ojitos brillaron y me sonrió con sus mejillas enrojecidas cuando exploté en el vaso, pero solo sacudió y estrujó mi pene sin tanta ceremonia, lo exquisito fue cuando terminamos y me dijo:
—¡Ay!, Alberto … has hecho que me mojara … debo ir a cambiarme mis bragas …
Me sentí medio satisfecho en escucharla admitir eso, mi madre deveras ha evolucionado y se siente más en confianza como para revelarme su sentir, ella se calienta conmigo y por supuesto yo lo único que deseo es que me deje follarla.
Camino de la clínica, sentado en el autobús observaba a la miríada de personas en la calle, muchas mujeres con sus hijos, algunos pequeños, otros estudiantes como de mi edad caminaban junto a orgullosas mujeres que al parecer eran sus madres, me imaginaba a esos muchachos follando con sus madres ¿¿Serán tan afortunados como yo?? No, no lo creo. Mis pensamientos regresaron a la doctora ¿¿Habrá encontrado la causa de mi malestar?? ¿¿Cuál será su prescripción esta vez?? ¿¿Estará mamá dispuesta a seguirme ayudando?? Por un instante imaginé mi verga en los labios delgados de la doctora y mi pene reaccionó positivamente, pero también sentí unas punzadas más agudas en mis pelotas, síntoma de que debía correrme ¿¿En qué modo lo haré?? ¿¿Me ayudará la doctora?? Luego deseché la idea, los doctores no hacen eso con sus pacientes.
Me levanté de mi asiento y descendí del bus, habíamos llegado a la parada cercana a la consulta. Unos minutos más tarde me encontraba en el ascensor que me llevaría al estudio médico. Toqué el timbre y la puerta se abrió con un sonido metálico de la cerradura eléctrica. Entré, había una joven y atractiva recepcionista con su delantal blanco, no era la misma de la última vez, me acerqué a ella y me presenté.
—Buenas tardes … Soy Alberto Alarcón … tengo cita con la doctora para las 16:30 …
La chica abrió un cuaderno y buscó en él, mientras lo hacía estaba con su cabeza gacha, lo que me dejaba espacio para mirar su amplio escote, sus tetas deben haber sido la mitad de las de mi madre, parecían de copa muy ancha y duros y protuberantes pezones que deformaban su impecable vestido blanco, indudablemente se veía sexy. Alzó su cabeza y me sonrió cuando se percató que mi mirada estaba centrada en sus senos:
—¡Oh!, sí … Toma asiento, por favor … Tu madre ya está aquí …
Me volví y vi a mi madre sentada leyendo una revista de dietas, levantó la vista y me sonrió, éramos los únicos en el estudio, no había nadie más esperando, al parecer esta era la última cita de la tarde, le di a mamá un beso en su mejilla y me senté a su lado.
No había nada de divertido ni estimulante en la recepción de la consulta, excepto esa joven recepcionista que se había levantado un par de veces luciendo sus longilíneas y torneadas piernas, sus caderas también me parecieron dignas de apreciar, sus pechos, aunque pequeños, se adivinaban duros y firmes, su amplio escote seguía llamando mi atención.
Mamá se acercó a mí y en voz baja me dijo:
—Hijo, recuerda que no debemos decir nada sobre nuestras sesiones de recolección de semen … déjame hablar a mí … yo explicaré que hemos hecho …
—Está bien, mami … no te preocupes …
Le respondí en el mismo tono de voz.
Pasaron algunos minutos y sonó el teléfono de la recepcionista, ella contestó y luego se volvió a nosotros y dijo:
—Señora … ya pueden pasar … la doctora los espera …
Nos levantamos y fuimos a la puerta de la sala, mamá respetuosamente llamó a la puerta:
—¡Pasen! …
Se escuchó la voz de la doctora, mamá abrió la puerta y entró, yo la seguí detrás.
—¡Oh!, señora González … que gusto volver a verla …
La doctora recibía a mamá con una amplia sonrisa desde detrás de su escritorio, estaba de pie con su bata blanca de médico. Nos estrechó la mano y nos indicó las sillas para que nos sentáramos frente a su escritorio.
Aparentemente la doctora María Paz era unos años más joven que mamá, también más alta. De complexión robusta, pero no había ningún gramo de grasa en su cuerpo muy bien tonificado. Quizás sus senos podrían competir con los de mamá, su bata se levantaba en su parte frontal abultadamente. Tenía una cara redonda y muy agraciada, cabellos cortos y claros, con ojos gris verdosos, ojos de gata, pensé ¿¿¿Serían de gata caliente???
Una vez que nos acomodamos, la doctora miró a mamá y luego a mí, había una sonrisa que reflejaba empatía y tranquilidad, en modo dulce y jovial se dirigió a mamá:
—Bueno … cuéntenme como les ha ido desde la última vez que los vi …
Mamá con iniciativa y con bastante entusiasmo, pero todavía con un poco de vacilación, como si le resultara embarazoso referirse a mi enfermedad, le dijo:
—Hemos estado bien doctora … ¡Emh! … yo … bueno … he estado ayudando a Alberto a obtener algunas medidas … tal como usted lo había sugerido … y aquí las traje …
Mamá sacó las hojas de registro que habíamos arreglado el domingo y se las entregó a la doctora
—¡Excelente! … Pero ¡qué bien! …
Tomó los papeles que le extendía mamá, los puso en su escritorio frente a ella sin siquiera mirarlos:
—Luego los veré … No sabes cuanto me alegro de que te hayas sentido capaz de ayudar a Alberto … porque entiendo lo difícil que es tomar este tipo de muestras …
Enseguida se volvió hacia mí:
—Dime, Alberto … ¿Cómo están esos dolores en tus testículos? …
Me aclaré la garganta y sentí la tibieza de mis mejillas que se ruborizaban:
—Todavía los tengo … pero me ayuda mucho cuando yo … ¡Emh! … bueno … ya sabes la masturbación me ayuda … Quiero decir … Cuando mi madre hace que mi semen brote al recipiente … eso me ayuda mucho …
La doctora sonreía dulcemente al verme avergonzado:
—Muy bien … me alegro de que al menos tengas alivio … Ahora … tengo los resultados de tus análisis de sangre y orina …
Dijo señalando una carpeta naranja que estaba sobre su escritorio:
—Pero primero déjame ver tu registro de semen …
La doctora María Paz recogió las hojas que le había pasado mamá y las leyó cuidadosamente
—Puedo ver aquí que has estado produciendo bastante esperma … pero los datos son uniformes de acuerdo con el cálculo que has hecho después de cada día … no son muy disimiles …
Se detuvo un instante estudiando los números y movía su cabeza mientras los estudiaba:
—Sí … todo está bien … lo han hecho estupendamente … espero no les haya resultado demasiado difícil …
Dijo mirando primero a mamá y luego a mí. Por primera vez noté que mamá se sonrojó luego de escuchar a la doctora y un tanto nerviosa respondió apresuradamente:
—¡Ehm! … no, doctora … pero debo decir que ha sido toda una experiencia … ya que nos es algo común que se le pida a una madre que haga por su hijo … Sí sabes a lo que me refiero …
—Sí … ¡Umh! … señora … ¿González? … ¿verdad? …
—Antonella … me llamo Antonella …
Dijo mi madre dando a conocer su nombre a la doctora,
—Bueno … Antonella … Entiendo perfectamente … y estoy segura de que Alberto ha sido favorecido por tu actitud …
Mamá parecía un poco inquieta, solo sonrió y no dijo nada más. Entonces la doctora se volvió a mí:
—¿Y que opinas tú Alberto? … ¿Crees que ha sido importante la ayuda de tu madre? …
—Bueno … ella ha sido la mentora de todo … no creo haber podido hacerlo sin la ayuda de ella …
Dije en un tono relajado, mamá me miró y luego se dirigió a la doctora:
—¿Y podría decirnos cual es el problema de Alberto, doctora? …
—¡Sí que puedo! … el análisis de su sangre nos arrojó la respuesta … la noticia es buena … sin embargo, deberá exponerse a un tratamiento … un tanto inusual y quizás más complicado …
Mamá tenía una cara de preocupación evidente y esto también me hacía preocupar a mí. La doctora se dio cuenta de la ansiedad en nuestros rostros y dijo:
—¡Oh! … no quise preocuparlos de esa manera … Quizás cuándo les explique, verán que no se trata de un imposible ni un insuperable …
—Pero díganos … ¿Qué es lo que tiene Alberto? …
Preguntó mamá con cierta aflicción. La doctora se enderezó en su asiento, como para prepararse a decir algo importante y conclusivo.
—Señora González … quiero decir … Antonella … el análisis de la sangre muestra que Alberto tiene una condición especial y poco frecuente … no la aburriré con todos los términos científicos de esa condición … basta decir que enviamos las muestras a dos laboratorios diferentes y estos coinciden en el informe emanado … intentaré explicarlo lo más simple posible …
La doctora hizo una leve pausa, mamá y yo volvimos a mirarnos, luego prosiguió:
—El ser humano está plagado por una serie de bacterias, estas viven en simbiosis con nosotros y generalmente nuestro sistema inmunológico se encarga de mantener los niveles de esos microrganismos bajo control. En ciertos casos, ese equilibrio se rompe y la bacteria se transforma en malestares acompañados de dolores focalizados. Eso es lo que le ha sucedido a Alberto …
Dijo mirándome directamente y obsequiándome la más tranquilizadora de las sonrisas, después se explayó:
—Pero la buena noticia es que es curable … según nuestros registros, todos los pacientes que hemos tratado con esa afección se han curado por completo … Sin embargo, el método más recomendado para la cura no es un medicamento … más bien es algo que podríamos definir inusual …
A este punto mamá estaba ansiosa y contenta de que haya sido encontrada la causa de mi achaque e interrumpió el discurso de la doctora:
—Bueno … es un alivio saber de qué su dolencia es curable … pero ¿A qué se refiere en que la cura es algo poco común? …
La doctora la miró complacida y luego se dirigió a ella directamente:
—Antonella … debido a la naturaleza excepcional del tratamiento … tal vez prefieras que lo comunique primero solo a ti y luego podrás decírselo a Alberto …
Mi madre escucho a la doctora y luego se quedó un momento reflexionando antes de responder:
—¡Emh! … bueno … creo que mi hijo es lo suficientemente maduro para escuchar lo que dirás … prefiero que esté presente … sea lo que sea que tengas que decirnos …
Dijo mamá con firmeza. Me sentí complacido de que mamá hablara por mí de esa manera. Supuse que se debía en parte a la complicidad que se había creado entre nosotros debido a la actividad sexual compartida.
—Me parece muy bien …
Dijo la doctora mirando a mamá y luego a mí con bastante seriedad y énfasis:
—En hombres mayores de cincuenta y sesenta años, recetamos unas pastillas que deben tomar una vez por semana durante toda la vida … pero en el caso de Alberto … joven adolescente … este desequilibrio se puede bajar en modo natural … La forma de lograrlo es mantener relaciones sexuales frecuentes con una mujer … las bacterias presentes en el órgano genital de la mujer ayudan a restaurar este equilibrio en modo natural … ya que se transmiten durante el acto sexual …
Mamá y yo escuchábamos en silencio sin decir nada. La voz de la doctora sonaba extrañamente altisonante, como si estuviésemos en un templo. Sentí una sensación en mi pene al escuchar la argumentación científica de la profesional de la salud.
—… Ahora para que esto funcione … el acto sexual debe consumarse sin condón … ya que es obvio que los fluidos de la pareja se deben mezclar …
La doctora hizo una pausa, mamá estaba sin habla, así que volvió a dirigirse a mí:
—¿Has conseguido novia, Alberto? …
—¡Umh! … bueno … no, no todavía …
Respondí avergonzado.
—¡Emh! … ya veo … entonces Antonella, aquí es donde entra la recomendación extraordinaria y tal vez inusitada …
La doctora se detuvo otra vez, tratando de explicar el sistema insólito para curar mi dolencia.
—Bueno … por los próximos tres a seis meses … Alberto va a necesitar una mujer para restablecer el equilibrio de su cuerpo … así sus dolores desaparecerán en forma natural … pero no tiene novia y allí está el problema …
Miré a mamá que escuchaba concentradísima a la doctora, de seguro no le diría que era lo que habíamos estado haciendo, menos yo por supuesto. La doctora al ver que había acaparado toda la atención de mi madre continuó con su larga elucidación:
—Antonella … aparte de ginecóloga, soy uróloga y sexóloga, recibo todo tipo de consultas y trato a diferentes personas … fetiches, fantasías y afecciones, etcétera … me he habituada a todo … además, todo lo que se trata en esta clínica es absolutamente confidencial …
Mamá la miró algo sorprendida y quizás confundida diciendo:
—¡Umh! … Sí … lo entiendo … pero …
—Entonces querida Antonella … lo que quiero decir es que la solución al hecho de que Alberto no tiene novia …
La Doctora hizo una pausa elocuente y acercándose más a mamá, le dijo:
—…Como ha sido usted a ayudarlo en la recolección de muestras … es que vaya un poco más allá y lo ayude con su tratamiento … ya sabes … es tu hijo … deberías ayudarlo a sanarse …
El rostro de mamá se había tornado de color escarlata, las venas de su cuello de veían marcadas, cuando finalmente comprendió a que se estaba refiriendo y sugiriendo la doctora. Creo que también yo me sonrojé. Mientras mamá miraba al infinito un poco reflexionando, mi pene reaccionaba con pequeñas contracciones. En tanto, la doctora viendo a mamá dubitativa, prosiguió:
—Vuelvo a remarcar que todo lo que suceda aquí es estrictamente confidencial … yo solo puedo sugerir lo que me parece mejor para el paciente … digo que puedes ayudar a Alberto a superar este problema y quizás en futuro él encuentre una novia que se encargara de él …
La doctora sonreía en modo bonachón al concluir su homilía profesional, mamá tosió un poco tratando de aclarar su garganta, la misma que se había tragado un cuarto de litro de mi semen. Luego reponiéndose contestó:
—¡Umh! … entiendo lo que quiere decir, doctora … es algo insólito … creo que necesito pensarlo …
¡¡Mamá no se sentía cómoda para decirle a la doctora que ya habíamos follado muchas veces!! Luego prosiguió:
—… Estoy complacida de haberla elegida como doctora tratante de mi hijo … su enfoque del tratamiento es muy práctico … y tiene en cuenta lo mejor para el paciente … me alegra también su franqueza y detallada explicación … al menos sabemos de qué afecta a Alberto y también el tratamiento … aunque si sea un poco inusual … tendré que pensarlo …
Dijo claramente mucho menos tensa y acomodándose más relajada en su silla. No me sorprendió tanto la reacción de mamá que volvía a ser la martirizada beata religiosa. Pero mi verga pulsaba al escuchar todas las sugerencias de la doctora y yo trataba de ocultarlo poniendo mis manos encima.
—Me parece bien … estoy contenta de que nos hayamos entendido … y recuerda que todo lo que hemos conversado queda en el ámbito confidencial de la consulta …
Dijo la doctora sonriendo benevolentemente a mamá. Luego se volvió a mí:
—Espero te sientas mejor con el tratamiento, Alberto … y no seas tímido con tú madre … ella siempre querrá lo mejor para ti …
Me pareció ver un destello en sus ojos mientras me hablaba. Decidido a hacerme el inocente respondí:
—Confío plenamente en mi madre y sé qué ella encontrara la mejor solución a mi problema …
—Seguro que si … sé que lo hará …
Luego se giró a hablar con mamá:
—Bueno Antonella … sé que eres una mujer excepcional y sensata … piensa en lo que te he dicho y hazme saber cómo procederás … te recuerdo que todo es confidencial entre nosotros …
—Gracias, doctora …
Respondió mamá. Pero la doctora tenía más cosas en programa.
—¡Ah! … necesito tomar una última muestra … debe ser semen fresco para analizar … Una vez que hayan iniciado el tratamiento en forma regular, voy a necesitar una muestra de sangre y de semen fresco cada dos semanas … así veremos la evolución de la afección … ya no tienes que tomar una muestra diaria … ¿entendido? …
Me encantó saber que no necesitaríamos más hacer la recolección de semen en un recipiente, pero no entendí lo último que había expresado la doctora, mamá vino en mi ayuda:
—¿Quieres tomarle una muestra ahora, doctora? …
Preguntó mamá consternada y la doctora respondió de inmediato mirándome:
—Sí … eso fue lo que dije … Alberto, ¿tienes algún problema con darme una muestra más? …
—Bueno Sí … ¡Emh! … quiero decir no … no es un problema para mí …
Tengo que decir que mi pene estaba ya semi erguido escuchando a la doctora, también que mis bolas comenzaban a punzar, lo que exigía un alivio, ya que de esta mañana que no me corría, cuando mi madre tomó la última muestra de mi semen,
—Bien … acompáñenme a mi estudio interno …
Dijo la doctora levantándose y haciéndonos señas de seguirla. No había notado una puerta muy bien disimulada al interior del primer consultorio. La abrió y entramos a una habitación un poco más espaciosa con una camilla bastante más amplia que la que tenía afuera. Se giró y echó cerrojo a la puerta:
—Me gusta una privacidad absoluta … espero se sientan cómodos en mi consultorio interno … aquí atiendo a clientes con variados problemas sexuales … trato de ayudarlos a resolver este tipo de problemas …
Mirando a mi alrededor, noté que el ambiente era mucho más acogedor e informal, los colores eran cálidos el alumbrado tenue. Esto era mucho más agradable e íntimo. Caminábamos sobre una mullida alfombra, había sillones de cuero color chocolate un buen aroma y también otra puerta que conducía a otro cuarto. No sé por qué, pero mi erección se fue a cero, tal vez me sentí cohibido por el hecho de que acostumbraba a ser ayudado solo por mamá en la recolección de semen, solo sé que mi verga no reaccionaba para nada.
—Ahora Antonella … te traje aquí para que me mostraras como ayudas a tu hijo … me gustaría observar para poder ayudarte mejor … pierde cuidado que del punto de vista fisiológico no tiene mayor importancia el cómo lo hacemos … lo importante es que esté bien para ustedes dos …
Yo solo asentí y me quedé a la espera, en cambio mamá se sintió avergonzada, era evidente. La doctora indicó la puerta restante y me dijo:
—Alberto, ve al baño … te quitas pantalones y ropa interior … te lavas y luego vuelves envuelto en una toalla … no es necesario que te quites la camiseta …
Asentí y me dispuse a ir al baño. La doctora ofreció un refresco a mamá y cuando estaba por entrar al baño, me dijo:
—¿Quieres una bebida también tú, Alberto? …
—Solo un poco de agua estará bien … gracias …
Dije antes de entrar al baño. La sala de baño estaba muy bien equipada, con ducha y bañera, azulejos finos en las paredes y el piso. En un ángulo había un armario con toallas de diferente tamaño color beige. Me quité los pantalones y procedí a enjuagar y enjabonar bien mi arnés y mi trasero, traté con delicadez mis pelotas que continuaban a punzarme. Una vez que terminé de limpiarme, elegí una toalla mediana, me sequé y me la puse rodeando mi cintura ocultando mis partes íntimas, entonces regresé al consultorio donde me esperaban mi madre y la doctora.
—¡Excelente! … por favor bebe … luego acuéstate en la camilla y no te saques la toalla …
Dijo la doctora tendiéndome un vaso. Bebí y me recosté sobre la parihuela eléctrica. La doctora apuntó el control remoto e hizo variar el ángulo del respaldo, quedé sentado en ella y bastante cómodo, pero mi pene estaba totalmente en reposo. Mamá y la doctora se acercaron, la doctora traía un recipiente para recolectar mi semen.
—Alberto … solo relájate … le pediré a tú madre que tome una muestra como lo hacen en casa …
Extrajo el control remoto de su bolsillo e hizo que el respaldo se fuera hacia atrás unos treinta grados, quedé prácticamente acostado en la camilla. Luego se dirigió a mamá:
—Esta bien Antonella … solo haz lo que haces normalmente para obtener la muestra … ¿supongo que masturbas su pene directamente en el vaso? … ¿no? …
—¡Emh! … ¡Sí! … es más o menos lo que hacemos …
Dijo mi madre sin revelar nada más. Mamá se paró a un lado de mí y la doctora se colocó al lado opuesto, quedé en medio a las dos. Mamá comenzó a quitarme la toalla y ambas fijaron sus ojos sobre mi pene totalmente fláccido. Mi madre inició a acariciar mi verga para tratar de revivirlo, pero no daba ninguna señal de querer despertarse, así que dije:
—Lo siento … pero estoy en un lugar extraño … me cuesta excitarme así …
La doctora me miro empáticamente y preguntó a mamá:
—Antonella … ¿Le das algún estímulo a tu hijo? … por ejemplo … ¿Le dejas que te toque? …
Mamá dubitativamente miró a la doctora y luego me miró a mí. No sabía que decir, luego con voz incierta le dijo:
—Bueno … le he permitido que me toque mi trasero … y a veces también mis senos … eso le ayudaba a correrse más rápido …
—Bueno … ¿A que esperas? … ¡hazlo como lo han hecho en casa! …
Dijo la doctora en tono alentador. Mamá se giró un poco y comencé a acariciar sus posaderas sobre su falda. Pero mi pene seguía sin responder. La doctora volvió a interpelar a mi madre:
—Dime, Antonella … ¿Dejas que Alberto te vea parcialmente vestida? …
La cara de mama era de atribulación, sé que luchaba contra sus principios para no decir demasiado a la doctora, pero finalmente pareció relajarse un poco y dijo:
—Bueno … honestamente … le he dejado ver mis senos y mi trasero … pero siempre con mis bragas puestas …
Mamá mintió descaradamente. ¡¡Obviamente no se sentía cómoda para revelar más a la doctora!!
—Entonces … te sugiero te quites la blusa y la falda … en ese modo Alberto podrá ser estimulado en forma efectiva … creo que el pobrecito necesita más de eso tuyo …
Dijo la doctora sonriéndome afectivamente. Mamá dejó de masturbarme se desbrochó la blusa blanca y se la quitó apoyándola en uno de los sillones, luego hizo lo mismo con su falda. Mamá se veía preciosa medio desnuda. Pero sus bragas eran de esas conservadoras y no dejaban ver nada, así que metió sus dedos entre la prenda y la apretó para que se metieran entre sus glúteos, dejando un poco más de su piel expuesta, se veía genial con sus calzones perdidos entre los cachetes de su culo, la doctora no se perdía movimiento y la observaba con curiosidad. Mamá se acercó a mí y comenzó a acariciar mi polla de nuevo.
—Es muy significativo y agradable verte hacer lo que haces para estimular a tú hijo …
—Bueno … a él le gustan los traseros …
Dijo mi madre en respuesta al comentario de la doctora, para mi sorpresa le había revelado uno de mis gustos predilectos.
—Bueno … eso es bastante natural en los hombres …
Dijo la doctora sonriéndome divertida. Ahora empecé a sentir la suave frescura de la piel de mamá y su trasero estupendo, mi verga tuvo una primera reacción y comenzó a endurecerse, pero faltaba mucho todavía para una completa erección. Creo que la doctora se dio cuenta de que me faltaba aún más estimulación y dijo casi casualmente:
—Creo que este jovencito nos está tomando demasiado tiempo, Antonella … ¿Te molesta si colaboro con mi trasero … en modo de que Alberto pueda excitarse más rápido? …
¡¡¡Reconchas!!! ¿¿Abre escuchado bien?? ¡¡La doctora nos ofrece su trasero para ayudarme!!
—¡Emh! … ¡Sí! … ¡Claro! … Creo que podría funcionar …
¡¡¡Dios Santísimo!!! ¡¡Mi madre está de acuerdo con la doctora!! Sentí que la doctora se acercaba a uno de los sillones y se quitaba la bata blanca y su falda. ¡¡Tenía medias negras autoportantes!! ¡¡Una tanga celeste!! ¡¡¡Y su culo bronceado desnudo!!! Se acercó a mí ¡¡Jesús mío!!
—No seas tímido, jovencito … puedes tocar y apretar mi trasero como quieras mientras tu madre hace su parte …
No me parecía posible lo que estaba pasando, con mi mano izquierda toqueteaba las nalgas de mamá y con la derecha sentí las suaves y firmes carnes del trasero de la doctora María Paz. Mi pene comenzó a endurecerse de verdad, ya mamá me sobajeada con sus dos manos. La doctora apoyó el recipiente en mi estómago, en modo de que mi madre lo tuviese a su alcance. Mamá toqueteó mi pene y me miró poco satisfecha, luego miró a la doctora y le dijo:
—Doctora … espero no le moleste … me quitaré el sostén … si Alberto ve mis senos puede que aceleremos esta toma de muestras …
—Hagan todo lo que los hace sentirse más cómodos …
Respondió la doctora al requerimiento de mi madre. Mi madre desabrochó su sostén y lo arrojó sobre el sillón. Sus gloriosos y esplendidos senos, llenos y firmes, con sus grandes areolas y sus pezones gruesos y oscuros como aceitunas, extremadamente tentadores y apetitosos.
—Antonella … ¡¡Guau!! … ¡Tienes unos senos preciosos! …
Dijo la doctora mirando los maravillosos senos de mi madre.
—Gracias …
Respondió ella volviendo a ocuparse de mí. Instintivamente mamá se inclinó hacia mí y sus senos quedaron al alcance de mi boca. La doctora vio esto y enseguida hizo una afirmación:
—Veo que también lo dejaste que te chupara … ¡¡Y al parecer eso funciona!! … mira su verga como se levanta y pulsa …
La doctora casi exaltada señalaba mi pene que ahora estaba duro de verdad, ya que mis labios succionaban furiosamente la teta de mamá mientras ella acariciaba mis cabellos. La doctora pasaba su lengua una y otra vez por sus labios admirando mi verga enhiesta al máximo balanceándose en el aire con vida propia, sin poderse contener dijo:
—¡Alberto! … Tienes una erección maravillosa … admirable … fabulosa … tu … tu … me parece adecuado llamarle polla en este momento … tu polla se ve formidable …
La doctora María Paz se lamía y relamía sus labios y se moría por tocar mí pija, sin más dijo:
—Antonella … ¿Puedo hacerte una sugerencia? …
—Adelante …
Dijo mamá sin dejar de acariciar mis mejillas y mi cabeza.
—¿Qué tal si mientras chupa tus senos, yo recojo la muestra de su semen? … podríamos facilitar las cosas para que él se corra …
—Suena bien para mí …
Dijo mamá y luego me preguntó:
—¿Está bien para ti, cariño? …
Con mi boca ocupada a chupar su dulce pezón como un bebé, solo pude mover mi cabeza en modo afirmativo, me parecía genial tener las manos de otra mujer en mí verga. Empecé a sentirme mucho más relajado en presencia de la doctora, ya que ella participaba a nuestra actividad y parecía estar disfrutando junto a nosotros. Ella se movió un poco a mi izquierda, más o menos a ocupar el lugar casi frente a mi madre. Mi madre se inclinó un poco más sobre mi para permitirme chupar y jugar con sus tetas a placer, teniendo siempre al alcance de mis manos su magnificente culo.
En tanto la doctora se había acomodado y estiraba mi prepucio y luego lo hacía descender para dejar mi glande totalmente descubierto, ella manoseaba mi miembro como midiéndolo con la abertura de sus dedos y luego envolviéndolo con sus manos. Era claramente una experta en el manejo de una pija, la sensación de su mano masturbándome era exquisita y excitante al mismo tiempo. Mi pene lucía sus veintidós centímetros holgadamente y continuaba a estirarse bajo las eruditas carantoñas de nuestra señora doctora, pero aún no tenía el cosquilleo de correrme, así que envalentonado dije:
—¿Me permite tocar su trasero de nuevo, doctora? …
—Siente mi culo, jovencito … y luego córrete para mí …
Dijo la doctora girándose hacia mí y presentando sus poderosas y firmes nalgas parcialmente desnudas. Me hubiese encantado tener a alguna de las dos a chuparme la verga, pero me pareció pedir demasiado y no quise ir tan lejos. Mamá me sorprendió cuando llamando a la doctora por su nombre le dijo:
—María … déjame usar mis tetas en su polla por un momento … eso suele funcionar también …
La doctora soltó mi verga y vio como esta desaparecía entre los amplios senos de mi madre, mamá un poco agitada, jadeaba moviendo sus pechos verticalmente y apretando mi verga con ellos, la doctora dijo:
—Antonella, pero que bien … estoy complacida de ver tus esfuerzos para ayudar a tu vástago …
Ver a mi madre con la acuciosidad que movía sus tetas apresando mi polla, hizo “Clic” en mi cabeza y comencé a sentir la ebullición de mis pelotas, estaba sintiendo un verdadero placer sexual con las esponjosas redondeces de mamá y sentí que el semen comenzaba a desplazarse por sus conductos siempre más y más arriba, hasta que casi no podía aguantar:
—¡Mami! … ¡Mami! … ¡Me voy a correr, mami! …
Mamá sin dejar de masturbarme inicio el zafarrancho para la recolección de mi esperma, tomo el recipiente y lo coloco en la hendedura de sus tetas, la doctora se hizo adelante y agarró el vaso de las manos de mamá y lo presento frente a mi glande para atrapar mi corrida.
—¡Oooohhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ooohhh! …
Grité mientras me corría sacudiendo mis caderas hacia arriba varias veces. La doctora continuaba sujetando estrechamente y de manera experta mi polla que expelía semen dentro el receptáculo. Mi cabeza estaba perdida hacia atrás gozando del potente orgasmo, mis ojos estaban cerrados. Mamá estaba en toples, usando solo sus bragas ¡¡¡Santo Cristo!!! ¡¡Esto sí que fue bueno!!
Continuara …
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Los comentarios vuestros son un incentivo para seguir contando historias y relatos, vuestra opinión es siempre invaluable, negativa o positiva, es valiosa y relevante, todo nos ayuda a crecer como escritores y narradores de hechos vividos o imaginados, comenten y voten, por favor.
creeme…..espero impaciente cada capitulo nuevo desesperadamente……me suele correr cada vez q se corre alberto…ufff es maravilloso…….no dejes de crear mas capitulos porfa
Muy bueno hrmn🤙🏼espero la proxima parte bro
Quiero saber q pasa con la doctora
Sigue haci amigo
Simplemente excelente, fantástico relato