SIEMPRE TE AMARE PAPÁ
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Nandincesto45.
MI PAPÁ ME HIZO EXPERTA EN EL SEXO
Mi nombre es Isabela, tengo 21 años, somos una familia compuesta por mi papá Ricardo de 45 años, mi mamá Leonor de 40 años y mi hermano Felipe de 19 (nombres ficticios).
Una familia de clase media normal a los ojos de todos pero con un secreto que hemos ocultado muy bien a familiares y extraños.
Os voy a narrar lo más fielmente posible como comenzó todo en cuanto a mi respecta y con el vocabulario que tengo hoy en día.
No puedo definir exactamente desde cuando mi papá me acariciaba mis partecitas, a los 4 ó 5 años lo cierto es que a mi me gustaba estar con él a toda hora y por eso para mi era muy natural que pasara su mano por los botoncitos de mi pecho o por mi chochita o mi culito causándome risa por las cosquillas que sentía.
No eran muy común las caricias pero siempre me las hacia cuando estábamos solos, una tarde me tenía abrazada besándome en la boca y con una mano por entre mis braguitas sobándome la rajita, de pronto sentimos llegar a mi mamá, inmediatamente me soltó, me arreglo la ropa, se puso un dedo en la boca y me dijo en un susurro:
-Shiiiiiito, no digas nada amorcito, ahí supe que lo que me hacía era prohibido pero me gustaba y a el también, quizá por eso nunca dije nada, la siguientes caricias eran furtivas.
Mi inocencia se estaba perdiendo y mi conocimiento sexual creciendo.
La primera vez que tuve conciencia de la excitación con sus caricias tendría yo 6 años, mi madre había conseguido trabajo de enfermera en una clínica donde trabajaría una semana en el día y una semana en la noche, pero siempre descansaría los sábados y domingos.
En el segundo turno que le toco en la noche, mi papá acostó a Felipe en su cama, yo siempre tan apegada a él le suplique que me dejara dormir en su cama ya que mi mamá no estaba y que la noche anterior había sentido miedo, me dijo que si, nos metimos bajo las cobijas a ver televisión, me acogió entre sus fuertes brazos dándome calor, yo sentía entre mis piernas como un desespero, una ansiedad que por mi corta edad no comprendía y se acrecentaba al ver a mi papá entretenido en un programa de la tele sin intención de acariciarme hasta que me resolví y le di un beso muy cerca de sus labios, me miro sonriendo y me devolvió el beso en la boca.
Acto seguido sentí su tosca mano entre mis muslos subiendo lentamente hacia mi panochita, contuve la respiración, los ojos cerrados, abrí mis piernas sumisa, me quede quieta esperando que su mano cubriera mi cosita para masajearme, pero cosa curiosa no me dio risa como las otras veces sino un calor que envolvía mi cuerpo y se reflejo en mis mejillas, sentí su boca calida mamando mis inexistentes tetinas, bajo un poco mis braguitas y por el masaje suave que con un dedo me hacia por entre mi rajita me hizo gemir y no pude contener las ganas de orinar.
Recuerdo que en esa primera vez que mi papá me acaricio sin prisas me hizo sentir cosas que nunca había sentido, quede como adormecida y entresueños escuche su ronca voz:
– Ya vengo mi amorcito y se dirigió al baño cerrando la puerta con llave.
Al rato regreso, me coloco la pijama y dándome un beso largo en la boca me dijo que me durmiera, sin embargo al otro día desperté en mi cama.
En las semanas que a mamá le tocaba el turno de día nos cuidaba una señora que contrataron pues papá estaba en su trabajo y regresaba tarde.
– Papito, ¿hoy me va a hacer? Le preguntaba cuando quería sentir eso tan bueno.
– Si mi amor, voy a traer la toalla para ponerla debajo de tu culito para que no mojes el colchón, me contestaba u otras veces me decía que no porque estaba muy cansado.
Así transcurrieron varios meses pero las caricias se volvieron más atrevidas, casi me enloquezco la primer vez que me masajeo el clítoris o cuando me chupo la vagina metiéndome la lengua toda tiesa por la rajita, pero la sensación más deliciosa la sentí la noche que me metió un dedo próxima a cumplir los 7 años, ese fue mi primer orgasmo:…….
Ese día llego temprano, se ducho y nos fuimos a llevar a mi mamá a la clínica, de regreso nos compro helados, mi preferido de vainilla con pasas, el de Felipe de chocolate, al llegar a casa me puse a jugar un rato con Felipe, yo tenía ya mis deseos tan arraigados que aprovechaba para mostrarle mis braguitas a papá porque me gustaba que mirara entre mis piernas y porque sabía que después de mirarme me llevaría a la cama para hacerme las caricias que tanto me gustaban.
Felipe se durmió y papá lo llevo a su alcoba, me quite toda la ropa, me acosté en su cama esperando que llegara, él me vio y acercándose empezó a besarme con lengua, luego todas las caricias que el me sabía hacer, yo sentí mi vagina húmeda a punto de orinarme, se mojo el dedo del corazón con saliva y me lo empezó a meter, ese dedo gordo de mecánico me fue entrando, sentí ardor cuando se iba más hondo, en murmullos me decía palabritas de amor en mis oídos, me gustaba mi vaginita adormecida con ese dedo entrando y saliendo en recorridos cortos, después un temblor entre mis piernas me hizo gemir casi en un grito al sentir que se abría mi fuente y como en estertores expulse un flujo transparente claro, en muy poca cantidad para la delicia que sentí, mi padre se bebió la ambrosía de mi primer néctar apresuradamente y chupando para no dejarme nada adentro.
Luego se encerró en el baño como hacía siempre que me acariciaba.
Después la dicha se volvió casi de todas las noches en que a mi mamá le tocaba trabajar, yo cada día adoraba más a mi papá, cuando llegaba del trabajo me iba corriendo a saludarlo entonces el me alzaba y yo lo abrazaba con mis piernas tratando de restregar mi vagina contra su estomago, creo que ahí fue que mi mamá empezó a notar algo raro porque nos miraba con curiosidad.
Por ese tiempo yo estudiaba en la escuela con 7 años y medio, y recuerdo con toda claridad la noche que por primera vez le conocí el pene a mi papá.
Él siempre se metía al baño después de acariciarme, pero una noche se le olvido cerrar la puerta y como yo estaba tan empapada de mis fluidos porque el me había dediado muy rico la vaginita, entre para limpiarme y lo vi sentado en el sanitario con los ojos cerrados y la boca abierta, respirando agitadamente, sobándose lo que sabía que era el pene porque se lo había visto a mi hermanito, de pronto soltó un gemido y le salieron unos chorros de leche blanca y espesa.
Cuando me vio trato de cubrirse pero yo le pregunte:
– ¿Que estas haciendo papá?
Titubeando trato de explicarme.
– Hija te voy a decir la verdad, es que así como a ti te llega el orgasmo cuando te meto el dedo a mi me llega la eyaculación cuando me sobo pensando en ti.
– ¿Y esa leche?
– Es mi semen, parecido a tus fluidos cuando te emocionas.
Noto mi curiosidad y dejo que se lo viera pero ya se le estaba poniendo blandito y le colgaba sobre los testículos peludos.
– Ya mi amor vamos a acostarnos que mañana tienes que ir a la escuela y yo a trabajar.
– Papito pero me enseñas más cosas ¿si?
– Si, mañana por la noche te enseño, me dio un beso en la boca y me llevo cargada a mi cama.
A la siguiente noche cuando estábamos en nuestras caricias se lo toque por primera vez sobre la tela de su pijama, estaba duro y brinco al contacto de mi mano.
– Enséñeme pues papito.
Dudo un momento, luego se quito el pijama y le quedo el pene parado apuntando directamente a mis ojos asombrados, por instinto, sin que el me dijera nada lo agarre con mis dos manitas para mirarlo por todas partes, lo sentí caliente y palpitaba con vida propia.
– Hija tienes que acariciarlo de arriba abajo para que salga el semen y si le das besitos sale más rápido.
Así empecé a hacerle mientras el me mamaba la rajita y me metía el dedo, no tardo ni 5 minutos en soltar unos chorros de semen caliente que me cogió desprevenida, parte cayó en mi boca y parte en la cara, trate de escupir pero él me dijo:
– Si te lo comes te pondrás más linda y fuerte.
La verdad no me disgusto el sabor, y me metí su pene en la boca para acabar de escurrirlo, eso provoco que se le volviera a parar, me acostó de medio lado y se coloco detrás levantándome una pierna y empezó a rozarlo con desesperación por entre mi rajita, hubo un momento en que la chispa del placer se avivó en mi, sentía su respiración en mi nuca y sus labios apretando el lóbulo de mi oreja, de pronto la cabeza de su pene se detuvo en mi huequito húmedo, con un leve empujón lo encajó entre mis labios vaginales, empezó a hacerme un mete y saca cortito con delicadeza, yo solo gemía sumida en el éxtasis y por primera vez sentí su semen caliente abriendo camino en mi interior como preámbulo a goces futuros.
Los meses siguientes me enseñó diferentes posiciones, mi preferida era el 69 y me volví adicta a mamárselo para que me soltara el semen y mi papá a mis fluidos, notaba que mi vagina crecía engordando prematuramente tanto que ya me entraba la cabeza de su pene con facilidad, siempre me decía: “un día de estos te lo voy a meter del todo” despertando en mi una curiosidad que me excitaba, el clítoris aunque pequeño se quería salir del capuchón y se volvió más sensible, los pezoncitos de mi pecho se endurecían con sus mamadas.
Claro que no lo hacíamos todas las noches, la semana que no podía hacer nada con papá porque mamá estaba en casa pasaba como en las nubes anhelando el lunes tanto que mi maestra me dijo:
– Isabela, ¿que te pasa? Te noto como distraída, no prestas atención en clase ni a los juegos con tus compañeritas
– Nada profe, estoy bien.
Le conteste pero yo si sabía que era por lo que hacía con mi papá.
– Esfuérzate más porque tus notas están bajando.
Mi mamá también debió haber notado algo raro porque un sábado me pregunto:
– Isa, ¿tu te estas orinando en la cama?
– No mamá ¿Por qué?
– Porque muchas veces cuando llego del trabajo recojo ropa sucia y tus braguitas están mojadas o huelen a orines.
– Pues será cuando estoy dormida.
– ¡Dormida! Eso no te lo crees ni tú, dijo mirándome inquisidora.
Sin embargo las cosas con mi papá siguieron normales, una noche de lunes ¡jamás se me olvidara! me faltaba un mes para cumplir 8 años, me acosté en la cama de papá relajada a ver tele, yo estaba con una blusita de tirantes y una braguita blanca de boleros, cuando el llegó vi un brillo especial en sus ojos, se recostó a mi lado, me dio un beso en la boca con lengua y metió una mano suavemente por entre mis braguitas, abrí las piernas como tantas veces aceptando sus caricias, esa noche estaba más frenético.
Nos desnudamos, puso su miembro en mi boca para que le diera una mamada, mientras tanto me metió el dedo en mi hoyito vaginal haciéndolo girar como para dilatarlo, no se corrió en mi boca, luego de darme unas chupadas en el clítoris que me hicieron gemir se untó aceite en el pene, por instinto supe que había llegado la hora en que “me lo iba a meter del todo”, como me decía.
Con las piernas abiertas sentí su miembro metiéndose más profundo que las otras veces, perdida en la nada al sentir que se abría mi rajita, que se dilataba como un surco abierto por su pene ardoroso, dando empujones suaves contra mi carne blanda, encajándose, entrándome más, la delicada telita de mis labios vaginales envuelven su miembro arrastrando a su paso el botoncito de mi clítoris, al sacarlo el botoncito roza sobre el lomo de su verga sumiéndome hasta el gemido y la telita ya enrojecida también se brota aferrada a su pene haciéndome olvidar el dolor, acelerando los estertores de mi pecho plano, resecando mi boca, mis uñas que quieren enterrarse en sus brazos así como su cañón se había enterrado hasta mi útero y luego de una agonía interminable la gloria, mi gloria con sus espasmos vibrantes en los profundos abismos de mi vagina y casi al unísono conmigo su gemido gutural al descargar en mi matriz su semen.
– ¡Que recuerdo tan hermoso! Descansamos un rato y vuelta a empezar, otros 2 maravillosos polvos me echo mi papá esa noche de fantasía a los cuales correspondí con tres orgasmos, quede agotada chorreando fluidos por entre mis piernitas, al otro día no fui a la escuela simulando un malestar.
Continuando con el relato os diré que desde aquella primera cogida follábamos un promedio de 3 veces en la semana que consideraba a mi papá mío, porque la otra semana junto con los sábados y domingos papá complacía a mi mamá, me sentía feliz haciéndome la paja al escucharlos haciendo el amor y muchas veces papá en los estertores de su llegada murmuraba mi nombre.
Un día regrese de la escuela especialmente excitada porque el profesor de deportes me había mirado insistentemente entre las piernas, el uniforme de educación física consta de una blusa blanca, una falda corta y debajo un short pero ese día se me había olvidado el short y solo tenia mis braguitas, así empecé a hacer los ejercicios, por eso el profe me miraba tanto.
El es un hombre alto de cuerpo atlético, rubio de ojos azules y todas mis compañeras de 3º A y aún las de cursos superiores vivían locas por él, cuando me llamo para calificar mis ejercicios me miraba los pechitos que sobresalían en mi camiseta mojada por el sudor.
– Isabela, se te ensucio la blusa, me dijo y paso el dorso de su mano por encima varias veces como tratando de limpiarme pero me di cuenta que era por tocarme, sentí un escalofrío por mi cuerpo.
– Hágame más profe.
– No princesita, aquí no, me contesto.
He de decir que yo era la única de mis compañeras que tenía areolas hinchadas quizá por las mamadas que me hacia mi papá cuando follábamos.
Al llegar a casa salude a mamá y entre en mi habitación para cambiarme el uniforme, me acorde del profe y empecé a masturbarme recostada en la cama, pensé en lo rico que se siente cuando mi papá me lo mete y me imaginaba al profesor encima de mi follándome, o yo mamándole el pene y tomándome su leche, en eso entra mi mamá y me pillo en plena acción, se sentó a mi lado:
– Isabela, ¿es que no le basta con la verga de su papá para que además se tenga que masturbar?
– Pe…pe.
pero… mamita, trataba de balbucear mientras pensaba una disculpa.
– Nada de peros hija, yo estoy enterada de todo, solo te pido que no vayas por ahí contando cosas.
– Es que yo no he contado nada.
– Lo se mi amor, pero no abuses, me contesto.
Hay una cosa de la cual ni mi mamá ni mi papá se enteraron:
En el colegio se hacían preparativos para la semana del niño, y el profesor me escogió con otras compañeras para un grupo de ballet, la primera clases transcurrió normal pero el profe se mostraba más interesado en mí, a la segunda yo estaba vestida con el tutú de tirantas y boleritos muy cortos, unas panty medias, las baletas y una balaca con florcitas para sostenerme el cabello, todo completamente blanco, me pidió el favor para que lo acompañara al salón de vestuario por unas cosas, allí aprovechó para manosearme y mamarme las teticas, su mano por entre mis braguitas buscaba desesperadamente el botoncito del clítoris y luego me clavó un dedo, al principio con delicadeza y luego duro como buscando hasta donde llegaba la profundidad de mi cuevita, yo me deje hacer sin protestar y muy mojada, de pronto se detuvo me acomodo la ropa y el se acomodo el miembro para que no se notara lo parado que lo tenía.
– Isabela, ¿puedes venir mañana por la tarde aunque no hay clase de danza?
– Si profe, pero con una condición.
– ¿Cuál?
– Que me suba las notas.
– Pilluela, claro que te las subiré es más te doy un regalito.
Bueno diré en casa que si hay clase para que me dejen salir.
Esa tarde aprovechando que mamá estaba dormida porque estaba en turnos de noche me duche bien especialmente la vagina que con sus labios gordos dejaban notar una mancha más obscura alrededor de la entrada a causa de los golpes que me daba mi papá cuando me lo metía desde hacia un año, me vestí con esmero y me coloque un sujetador de seda de esos para niña pues aunque mi pecho era plano mis pezones y las areolas hinchadas formaban unas protuberancias muy llamativas, unas braguitas con encajes, minifalda y blusa ombliguera y además de los calcetines mis mejores zapatillas de deportes.
Me mire al espejo para ver si iba bien, mi cabello largo bien peinado, mi cuerpo delgado con unas caderas muy poco desarrolladas y culo redondo, mis piernas largas con muslos carnosos, en fin me sentí a gusto y le recomendé a mi hermanito Felipe para que le dijera a mamá que me había ido para la clase de ballet.
El colegio queda a unas 6 cuadras de mi casa, llevaba una excitación desmedida entre mis piernas, sabía a lo que iba, y el comprender que era algo prohibido por ser al escondido de mis padres me excitaba más.
El camino se me hacía más largo, sumida en el pensamiento de que diría el profe porque no era virgen no note al hombre que esperaba en la esquina subido en una moto.
– Isabela.
Era el profesor al que no había reconocido por el casco de motero.
– He cambiado de opinión, en la escuela hay mucha gente, mejor ponte este casco y vamos a otro sitio, nos fuimos y en las afueras del pueblo entramos a un motel, el profe estaba muy nervioso, lo espere en la moto sin quitarme el casco el empleado me miro, puso reparos al no verme la cara pero el profe le calló la boca con un billete.
Ya en la habitación me hizo quitar el casco.
Se quedo mirándome con admiración.
– ¡Que hermosa eres! Dijo con voz temblorosa, al tiempo que se acercaba para besarme.
Me sentí rara al ser otra boca diferente a la de mi papá la que con desesperación se apretaba a mis labios abriéndolos con su lengua.
Me levanto con sus fuertes brazos y me llevo a la cama en la cual se sentó acomodándome en sus rodillas, metió su mano entre mi falda y me acaricio la vagina, me eche hacia atrás sintiéndome de pronto sin fuerzas para moverme, como si no tuviese voluntad ni músculos, débil y abandonada entre sus brazos solo gimiendo y temblando.
Comenzó a desnudarme, primero la falda, luego la blusa, me acostó en la cama, vi cuando el se desnudo quedando solo en pantaloncillos que cubrían tremendo bulto, pasaba su mano por encima de la seda de mi sujetador haciendo que se endurecieran mis tetinas, no me aguante más le mande la mano a su pene y se lo saque, realmente era hermoso, mas largo y grueso que el de mi papá y con una pequeña curvatura, el me quito las braguitas y corrió el sujetador hacia mi cuello destapando mis tetinas para mamarlas con deleite, cuando se canso se quito los calzoncillos y se recostó en la cama yo aproveche para disfrutar de su pene mamándoselo hasta hacerle salir liquido preseminal, luego me hizo la mine al mismo tiempo que me dedió y me llego un orgasmo.
Se acomodo entre mis piernas y pasaba su pene por entre mi rajita dándome golpecitos en el clítoris, me estaba enloqueciendo de placer, lo colocó en la entradita y empezó a penetrarme haciéndome gemir.
– Ay….
Ay….
Ay…….
Profe….
Ay….
Ay….
Profe, era todo lo que yo atinaba a decir sintiendo ese tolete llegando casi hasta mi estomago.
Me hizo el mete y saca por unos 10 minutos interminables, yo entregada totalmente gozando de otro delicioso orgasmo, se arrodillo en la cama, metió sus brazos por debajo de mis muslos y me tomo de la cintura levantando mi vagina a la altura de su pene, duro y con desesperación me penetro varias veces hasta donde nunca había llegado mi papá, sentí su semen caliente que en borbotones quemaba mis entrañas, yo también me corrí en una sinfonía de gemidos que creo los escucho hasta el portero.
Descansamos un rato mientras el profe se tomaba una cerveza y yo un refresco.
– Isabelita mi amor ¿tu cuántos años tienes?
– Usted sabe que tengo 9 ¿por qué?
– Porque para tener tan pocos años sabes follar muy bien ¿quién te enseño?
– Ese es mi secreto.
– ¿Y desde cuando lo haces?
– Desde que tenia casi 8 años y usted es el segundo hombre al que se lo he dado.
– Isabelita, desde que te vi supe que no eras virgen, dijo mientras me acariciaba de nuevo.
– ¿Por qué profe?
– Por tu forma de mirar que ya no es tan inocente, por tu caminar, por tu coquetería, por tus tetinas mas grandes que las de tus compañeritas y lo confirme el día que te lleve al salón de vestuario y te dejaste meter el dedo sin quejarte.
– Profe ¿Y yo soy la única alumna con la que ha hecho cosas?
– No, también lo hago con una niña de 4º que la desvirgo un hermano y con una de 5º que la desvirgo el papá cuando tenía 7 años.
Para que no me fuera a preguntar más cosas acordándome de mi papá le cogí el miembro con las dos manos empecé a pajearlo y a mamarle el glande, cuando lo tuvo bien parado me le monte de frente y me lo clave hasta que sus huevos chocaron con mi culo, me quite el sujetador, lo cabalgue desaforadamente mientras el se sujetaba a mis areolas hinchadas y duras, cuando descanse de mi orgasmo note que el no se había corrido aun, entonces me le baje y empecé a mamárselo para degustar su semen cuando se corriera en mi boca ¡Que delicia!
Esa tarde gocé tantos orgasmos que no me acuerdo cuantos, solo se que fueron muchos y en diferentes posiciones, descansamos un rato antes de ducharnos y vestirnos para regresar a casa.
– Isabela, me dijo el profe, no te voy a dar regalo porque de pronto sospechan en tu casa mejor toma este dinero y lo guardas bien, me dio un fajo de billetes que para mi edad se me hizo impresionante, no comprendí que al recibirlos me convertía en prostituta de pago, pero si me gusto saber que con mi vagina podía conseguir lo que quisiera de los hombres al mismo tiempo que lo disfrutaba.
Al llegar a casa como a las siete de la noche mi papá me estaba esperando.
– ¿Por qué te demoraste tanto en las clases?
– Papito es que me fui a casa de una amiga, le mentí, y también fue la primera vez que me negué a follar con él aduciendo que estaba muy cansada por los ejercicios, pero a la siguiente noche dimos rienda suelta a nuestros instintos incestuosos, el deseo en mí estaba acrecentado por el recuerdo de lo que había hecho con el profesor.
CONTINUARA.
Agradezco vuestros comentarios y tratare de responder.
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