Sora | Angel y Angela (Oportunidad) parte 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Soraangels.
Prologo
Compartimos todo desde el primer momento, vivimos juntos dentro de nuestra madre por nueve meses y aun así había podido llegar a odiarla a tal punto de dejar ir mi ira contra ella de una manera que pocos entenderían.
Mi deseo de destruirla fue tan fuerte que logre cruzar una línea de tabú tan gruesa que ahora, del otro lado solo estaba allí, tirado en su cama esperando mi castigo, cerré los ojos para recordar aquellos momentos, a lo lejos muy allá del otro lado de ese cuarto estaba ella en la ducha, podía escucharla sollozar rabiosa.
Solo esperaba que entrara y tomara la navaja que descansaba tranquila en el suelo.
La introduciría en mi carne y el daño acabaría con mi extraña culpa.
Quizás esa era la manera correcta, el final de este pensamiento aberrante que se deslizaba por mi mente y me rebosaba.
Quería más de ella.
La ducha termino de crepitar y ella apareció enrollada en una toalla rozada, sin mirarme solo paso hasta su gaveta de toba y la abrió.
De ella salió una falda y una viejo yérsey de su novio, la había visto usarlo antes, como era tan grande solo lo usaba para dormir.
Quizás quería recordar el aroma de su novio.
Cerré los ojos y caí en la oscuridad.
Ella no dijo nada.
No sé exactamente cuánto paso pero cuando me pare fue al escuchar el sonido del auto de mama aparcar en la parte frontal de la casa.
El cuarto de Ángela estaba en un segundo piso justo sobre el garaje así que pude escuchar a mama lanzar un bufido de rabia, era un golpe directo.
Mama me destrozaría.
Eso era seguro así que me quede allí sentado en el borde de la cama mientras escuchaba sus tacones negros golpear la madera de las escaleras.
Era mi momento y no escaparía.
– Ángel Gabriel Richards Kou – grito mi nombre completo.
Sí, tengo un nombrecito así de tonto.
– como te atreviste – después de eso dejo caer su suave mano sobre mi rostro, sentí cada hueso de esa mano encajarse en mi rostro.
Después tomo el cinturón de papa, tenía tanto que no le veía, era un viejo cinturón de cuero de vaca con remaches de bronce.
Una reliquia familiar.
Y dolía tanto como lo recordaba.
– es tu hermana, chiquillo estúpido – después del tercer golpe parecía que desfallecía, no le ponía tanto empeño yo ni me movía apretando los dientes mientras el cuero viejo se encajaba en mis muslos.
– pegarle así a tu hermana, es una niña, acaso no te enseño nada tu padre, no se le pega a las chicas –
Por un momento espere más del regaño pero al verla darse la vuelta para ocultar que estaba llorando pude ver los ojos de Ángela quien esperaba en la puerta.
– mama yo – intente hablar, Ángela me miro furiosa y puso su dedo sobre la boca “cállate” – mama yo lo siento, fue un ataque de furia.
Lo siento – ella me abrazo y luego con la mano hiso una seña para que Ángela se fuera, la puerta se cerró y tras barias horas de hablar al fin me dejo salir.
Pero tenía miedo.
Por qué Ángela no me delato, por solo hablo de sus golpes.
Acaso planeaba algo, la duda me destrozaba, era un arma que usaría en el mejor momento.
Tenía mi destino en sus manos y eso era peor que la muerte.
Parte II
Ángela Marie Richards Kou, era su nombre, de 170 de altura, piel blanca, piernas largas y lindas, como esculpidas de una piedra única y pulcra, ojos canela brillantes con tonos amarillos en los bordes, una larga cabellera castaña que se rizaba entre mas lejos estaba de su cabeza, con ondas que caían sobre su espalda la cual tenía un hermoso surco en su espina, aquel lindo surco llegaba hasta su cadera donde creaba un par de grandes y muy ricas nalgas, pechos moderados y suaves como una almohaditas.
Sus labios era casi siembre de una tonalidad rosada fuerte, sin necesidad de maquillaje, quitando un par de ocasionales imperfecciones propias de sus 16 años siempre lucía un cutis limpio y lindo sin necesidad de pinturas o extras.
Le encantaba salir a correr por las mañanas y esa mañana no fue la excepción, yo solo desde mi cuarto la vi alejarse corriendo como si nada, pero, más allá de la vista de la caza, al girar la vuelta dejo de correr y empezó a caminar despacio.
Salí corriendo tras de ella.
– ¿ángel que pasa? – pregunto mama.
– a Ángela se le quedo el celular, quiero reconciliarme con ella –
– pero no la presiones –
– vale, sabes que ella odia correr sin música –
– vale – salí de casa con esa escusa, mama no se dio cuenta que ella ya llevaba los audífonos puestos.
Tome la bicicleta y la alcance a no muchos metros recostada al muro de uno de los vecinos.
– ¿qué quieres? – dijo cortante.
– es mi culpa, quiero llevarte –
– ahora estas arrepentido –
“la verdad no” – pensé – déjame llevarte – ella me miro con odio y camino un poco, luego empezó a cojear y recordé la pasada noche.
– Ángela –
– no te atrevas a decir mi nombre –
– entonces como te digo, Marie – ella odiaba tanto su segundo nombre como yo.
– no Gabriel dime, cariñito, amor, algo así iría mejor –
– entiendo cariño – ella me partió con una mirada, no paraba de caminar cojeando a veces –
– ¿te lastime? – sí, la verdad no soy el más inteligente del pueblo.
– no mierda maricon, no creas que fue tu pene que me hace cojear, lo tienes chiquito y tengo vibradores mas gruesos, fueron las malditas pantaletas, las jalaste muy duro y… – se quedó mirándome, como si rememorara lo sucedido la pasada noche.
Luego solo continúo caminando rápido.
La bicicleta como han de pensar era de Ángela, yo, tenía asma crónica y me la pasaba tomando medicinas para evitar terminar en el panteón, en la parte trasera estaba un botiquín de primeros auxilios pequeño y liviano.
Para los las competencias largas.
Lo recordé y de dentro saque una pomada anestésica.
– ¿te ayudo? –
– estás loco, ya perdiste la cabeza, quieres tocarme, jamás, mírame, jamás me tocaras de nuevo – me acerque a ella como si no la entendiera, tenía en una mano la pomada analgesia.
– no me toques te he dicho.
Retrocedió y pego contra el muro.
– gritare y la policía vendrá, y… –
– ¿y que, le dirás todo? –
– si – dijo resuelta.
– que me importa –
la agarre por la cintura y ella salto de dolor.
– vez te duele –
– suéltame o te mato – tenía una piedra del muro en la mano, no muy grande pero dolorosa eso sí.
Pase dos dedos sobre una línea roja que giraba sobre sus blancas caderas bajo el pantaloncillo.
Ella dejo caer la piedra sobre mi cabeza, no me inmute.
Solo seguí poniéndole la crema ella me dio otro golpe pero esta vez con el puño sobre la cabeza.
– listo, dije levantándome, un hilo rojo de sangre corrió por mi frente y término en mi boca –
– la sangre sabe raro –
Regrese a la bicicleta y me largue a casa.
Casi me desmallaba por la idea sola de estar sangrando, entre al baño y me repare lo mejor que pude con lo que había en el botiquín, me prepare para la escuela y fue, era otro día normal, en mi vida normal.
– ángel, estas bien – pregunto mama al verme más blancuzco de lo normal.
Ángela estaba del otro lado de la cocina buscando una caja de cereal, pero no alcanzaba, cuando levantaba los brazos podía ver el hilo rojo de su cintura.
Me moví con calma y me pare detrás de ella.
Un escalofrió le subió hasta la punta de la cabeza, quizás miedo.
– ¿te alcanzo las hojuelas? –
– si por favor –
– se ve tu marca – le dije discretamente y me di la vuelta para sonreí.
– creo que ya se llevan bien – agrego mi madre alegre.
Los días pasaron y deje la pomada analgésica en su cuarto.
No la vi cojear más.
Era la segunda noche de la semana y mama llamo para avisar que se quedaría un poco más en el trabajo.
Ella cerró la llamada y se sentó sobre el sillón donde estaban pasando por décima vez en el mes “volver al futuro”
– ¿qué vez? – dije cayendo en el sillón
– ¿qué te pasa? –
– a mí, nada –
– ángel, mírame –
– si –
– deberás no tienes conciencia –
– si la tengo y se siente apenado, pero – tome el control y abrí la guía para ver si había algo más que ver – ya para que llorar sobre algo que paso, además, no es como si no lo disfrutara, la verdad jamás pensé que una chica seria así de rica – ella estaba prendida de furia.
– eres un maldito –
– que quieres que te diga, que eres pésima, que tu cuerpo me da asco o algo así, na te soy sincero – escogí una película de estreno de la lista de compra – eres la chica más hermosa que conozco, la más sexy y mi única experiencia sexual.
– eres un enfermo –
– quizás, pero si no le has dicho a nadie lo que paso significa un par de cosas –
– no significa nada –
– uno – dije ignorándola – te gusto, cosa que dudo, o dos tienes mucha vergüenza de decir que esto – me señale – logo dominarte en cuerpo a cuerpo –
– cállate, me largo a dormir –
Rápidamente agarre su mano y ella la jalo fuertemente, no la solté.
– Ángela –
– ¿Qué? –
– me gustas – ella dejo salir una carcajada.
Pero la detuve jalándola y golpeando su rodilla por atrás, callo sobre mí.
– suéltame, vas a violarme otra vez –
– no claro que no –
– entonces suéltame –
Pase mi mano sobre su abdomen hasta su ombligo mientras mi otra mano sostenía su mano.
– Ángela, eres preciosa –
– das asco – intento pararse.
Empecé a besarle el cuello.
– no, que me dejas tu baba –
– crees – continúe ignorándola – que estés embarazada – toque su abdomen suave como la seda.
– si es así me lo sacare con una cuchara –
– rayos que fuerte – sonreí y le bese la mejilla, ella me dio un cabezazo, dolió pero no sangre
– estoy en un tratamiento anticonceptivo, seguro no estoy embarazada – dijo luego de un momento.
– ¿es por tu novio? –
– si es por él, porque a mí me gusta coger con él, es lindo tierno y sabe hacerlo muy rico –
Me reí un poco.
Metí mi mano por sus pantaletas hasta abajo y acaricie esos labios suaves que cubrían un pequeño y suave montoncito de pelos castaños.
– no ángel, suéltame ya para el relajo – le acariciaba con la mano izquierda, mientras con la derecha la apresaba.
– ángel ya, suéltame, mama vendrá pronto, me acaba de llamar que estaba por llegar.
– creo que le agradara que sus dos bebes estén en el sillón abrazados –
metí mis dedos en su vagina suavemente, estaba mojada
– estas mojadita –
– claro idiota, eso no se puede controlar, si me tocas se moja, es natural –
– entonces es natural que yo este así – ella sintió mi penen tocarle la espalda.
– asqueroso aleja esa cosa de mí, te la cortare –
Me salí de debajo de ella y luego la atrapa de nuevo.
Puse mis manos en sus pechos, le acaricie simplemente mientras besaba el valle entre ellos.
– ángel ya, vasta maldición, niño calenturiento – seguí acariciando su entre pierna con suavidad, cada vez estaba más mojada.
Le baje los pantaloncillos y entonces una andanada de golpes aterrizo en mi cara, hombros y cabeza.
– suéltame – gritaba.
Mi pene entro sin problemas en ella una vez más y continúe dándole así, no sé cuántos golpes me dio pero no importaba, estaba dentro de ella de nuevo y eso era lo mejor.
– eres preciosa linda –
– no, no, no, suéltame.
Para ya –
Entre en lo más profundo de ella, solo dejo salir un pequeño suspiro y me miro enojada.
– vamos nena, ¿no te gusta? – –
– no que crees que soy una degenerada como tú, que asco me das –
Me concentre en disfrutarla, su aroma, su tacto, nada me sacaba de la concentración, ella se sacudía, gimoteaba se retorcía y me lastimaba pero eso nada me importaba, estaba dentro de ella y lo estaba pasando de maravilla.
Sus partes “como era natural” goteaban un líquido trasparente tibio y sedoso que cubría todos su interior.
Dejo de llorar y cerró los ojos, no quería verme quizás pensaba en Lían, su novio un chico alto y fuerte que jugaba al futbol americano.
Luego de un momento de placer sentí algo extraño en ella.
Su cuerpo, se entumecía, estaba más caliente, acaso, acaso ella lo disfrutaba.
No me molesto para nada y aumente el ritmo.
Su piel húmeda chapoteaba, sus piernas temblaban y de pronto todo se quedó en blanco.
Le abrace al terminar.
Metiendo mi rostro en su cuello.
– me gustas Ángela – ella me agarro del cuello y empezó a apretar.
– te recomiendo – tome aire.
– que no lo hagas, será difícil explicar por tengo el cuello rojo a mama –
– hay la puta – grito.
Fue gracioso.
En ese mismo instante la puerta empezó a sonar.
Recordé que mama no había llevado el carro, lo que estaba intentado escuchar hace un rato.
Venía a pie y estaba en la puerta, ella tenía los pantaloncillos hasta los tobillos y yo estaba encima.
Se quito el pantalón y corrió al baño, yo sin pensarlo la seguí.
Recogiendo su ropa.
– sal de aquí –
– no se, no sabia que hacer –
– sal antes que mama entre –
Los zapatos de tacón entraron a la casa.
– hola chicos.
¿Están bien? –
– si mama – respondí desde el baño.
– y tu hermana –
– no digas que estoy arriba o ira a revisar –
– ¿qué le digo? –
– no se –
– fue… fue a… creo que fue afuera a casa de lían –
– ¿a esta hora? – pregunto mama, lían vivía a unas cuadras de casa y se llevaba bien con mama así que no había problema.
– lo llamare –
– ¡no!, es que han estado viéndose a escondidas, seguro sus padres ni saben, ya vendrá –
– sal del baño y ve a buscarla, no es hora para andar caminando afuera – regaño mama y paso frente al baño –
El baño era pequeño y fresco, una mesita de concreto salía del muro donde estaba el lavamanos.
A la altura perfecta.
Agarre a Ángela
– ¿Qué? –
la senté, ella me golpeo, con un “ déjame” en los labios en silencio.
Empecé a besarla y me introduje en ella de nuevo, ella estaba sentada en el lavamanos bajo, a la altura perfecta.
Apretó sus manos contra mi pecho, intentando alejarme
Empecé a empujarla rítmicamente con movimientos circulares.
Era adictiva.
Sus largos cabellos castaños cayeron sobre su hombro y los olía con fuerza, era manzanilla y alguna hierba fresca.
Seguí besándola, ella se negaba pero me daba igual.
– pasa algo ángel – agarre la boca de Ángela y aumente el ritmo.
– estoy masturbándome – respondí con tono burlesco.
– asqueroso, ya sal de allí y ve por tu hermana –
– vale, deja me corro y salgo – así como lo dije, al sentir mi cuerpo irse y mis piernas fallas termine otra vez muy adentro de ella.
Le quite la mano de la boca y ella empezó a respirar con fuerza.
– casi me matas pendejo –
– eres preciosa – dije y le bese la boca.
Cabe decir que tuve que sacarla por la ventana del baño y luego ir a fuera para “buscarla”
Caminábamos bajo las estrellas, pero no era nada romántico.
Solo fuimos hasta la otra esquina, donde había un almacén de víveres.
Ella compro una botella de enjuague bucal.
10 pastillas de menta.
Un chicle.
Y jabón antibacterial.
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