Sorpresas (2da parte)
Lo que empezo por accidente, termino definiendo nuestras vidas como familia….
Pasaron un par de días después del episodio con nuestra hija. mi mujer y yo cambiamos un poco los juegos en la cama, si bien nunca me gusto ese tema del incesto, a ella la prendia demasiado y eso a mi me gustaba. con nuestra hija, la cosa era diferente, a veces nos mirábamos a los ojos, como queriendo hablar de algo, pero ninguno se atrevía a hablar, yo trataba de no tener mucho contacto físico con ella, cosa que era un poco difícil ya que por lo general siempre habiamos tenido una relación muy de piel, desde que era un bebe.
una noche, despues de tener sexo, mi esposa se levanto de la cama y fue a la cocina a buscar algo para beber. al llegar, cerró la puerta y me dijo:
– me gustaría hacer algo… pero no se si te va a gustar…
en ese momento el recuerdo de lo que había pasado hace un par de noches con la niña me volvió a la cabeza
– si no me dices, no puedo saber si me gusta o no
Hubo un silencio pequeño y los ojos de mi mujer brillaron con malicia por un instante… sabía lo que venía…
– lo que paso el otro dia… con la niña…
– ok… y qué pasa con eso?
– es que… mira… todos estos días, me he acordado de lo que escuche… no sabes cuanto me excita..
aún seguía de pie, bebiendo del vaso, casi por instinto, sin darse cuenta, se apretó un pecho cuando me dijo eso…
me quedé en silencio, sabía que íbamos a hablar de eso tarde o temprano, pero pensé que demoraría más. No puedo negar que la idea me excitaba y que si bien me acordé de lo que pasó, traté de reprimir el recuerdo… pero mi mujer al parecer, estaba haciendo todo lo contrario…
se acostó a mi lado, acerco su boca a mi oreja y comenzó a susurrar:
– quiero que estemos los tres…
trate de separarme un poco, para mirarla, ella me rodeo con sus brazos y me sujeto
– no, no te alejes, escúchame – dijo con la voz un poco temblorosa
– … ok…
– te acuerdas de cuando yo estaba embarazada?
siguió susurrandome al oido
– si, estabas incontrolable… la pase muy bien – dije, esbozando una sonrisa
– te acuerdas de cuando nació la niña? de que me fascinaba que me culearas cuando le estaba dando pecho?
– si, si me acuerdo… me hacía sentir un poco incómodo…
me quedé en silencio, mientras escuchaba su respiración, tenía una duda, una duda que no había querido dejar salir, pero que tomando en cuenta las circunstancias, este era el mejor momento para aclararla. me di vuelta, nuestras miradas se cruzaron, la acerque a mi, para que mi boca quedara cerca de su cabeza ahora y poder susurrar
– alguna vez… ¿Alguna vez has tocado a la niña? – le pregunté nervioso – se que la respuesta es sí, es obvio, pero la has tocado «de esa manera»?…
su cabeza se inclinó un poco y dijo muy despacio…
– … si…
lo sabía… esto no era «porque sí». una ola de ira me recorrió el cuerpo, mientras se me escapaba un suspiro de desahogo… lo sabía, pero quería que ella me lo dijera
– por qué? – le pregunté de manera seca y cortante
– por favor no te enojes – su voz se quebraba, estaba a punto de ponerse a llorar
– pero dime, ¿por qué lo hiciste?
se separó de mí, se tapó la cara y comenzó a llorar, entre sollozos dijo
– no se, no se…
no sacaba nada con enojarme a esta altura, hace un par de noches casi cogí a mi hija… y ese casi me gusto mucho… no tenía cara para culparla de nada
– ya cálmate, así no podemos conversar
ella seguía llorando despacio, con la cara tapada, así que me levanté de la cama y fui a la cocina a buscar un poco de agua con azúcar… eso siempre la calmaba. En el camino a la cocina, pase por la habitación de mi hija, la puerta no estaba completamente cerrada por lo que la moví un poco y mire hacia dentro. ahí estaba, durmiendo plácidamente… siempre ha tenido su carita tan bonita… si supiera lo que estamos conversando con su mama…
Cuando llegue de vuelta a la habitación, mi esposa estaba sentada en la cama, mirando fijamente hacia el suelo, en el umbral de la puerta respire profundo, quería estar tranquilo, este tema es demasiado delicado… me acerqué y le pase el vaso, ella se lo tomó casi todo de un sorbo, aún tenía lágrimas en su cara… su miradas estaba perdida… cuando volvió en si, se limpio las lágrimas y mientras lo hacia, comenzó a hablar…
Mi papá… con él fue… no me acuerdo desde cuándo, quizás fue desde siempre… lo amaba, lo odiaba… pero siempre me quedé callada, y cuando te conocí a ti, me dió vergüenza contarte, pensé que me rechazarías por esto… debí haberte dicho…
Me quedé en silencio… eso explica muchas cosas… no sabía qué hacer o decir, porque en realidad, yo como padre, ahora, no soy muy diferente al padre de ella. Lo único que hice fue tomarle la mano, ella me miró y solo pude sonreír levemente.
Y tú crees que ahora te voy a rechazar?…
La abracé y entre sollozos ella me dijo «gracias»…
Estuvimos así un rato, me separe un poco y volví a hacer mi pregunta.
Cariño… cuándo y cómo empezaste a tocar a la niña?…
Ella se sorprendió por el cambio de tema repentino, respiró profundo, me miró directo a los ojos y dijo.
Al principio no quería, me daba miedo, pero pasábamos tanto tiempo juntas y solas, que me fui atreviendo de a poco, al principio, cuando le cambiaba los pañales, le tocaba su conchita… a veces me excitaba tanto, que me pajeaba mientras lo hacía… después me fui atreviendo a más… le daba besitos en su vaginita, le metía despacio los dedos, le chupaba sus pezoncitos… a veces, pasaba días enteros jugando así con ella y me masturbaba todo el día…
Por alguna razón que no entiendo, lo que me decía no me espantó… esperaba escuchar algo así… la casa no se pagó sola y yo tenía un ritmo de trabajo agotador… si, ella pasaba sola con la niña días enteros, y yo llegaba tan cansado, que solo tenía fuerzas para comer algo e ir a la cama.
¿Qué más hacías cariño?
La pregunta no era necesaria, era solo morbo…
A veces, usaba sus manitos y sus piecitos para fregarme la concha… a veces me los metía un poco en la vagina y me pajeaba con ellos… Una vez, le abrí las piernas y roce mi concha con la de ella… no podía parar de hacerlo y tampoco paraba de tener orgasmos… era incontrolable… mi amor, perdóname por favor, perdóname.
Ella estaba a punto de llorar de nuevo… pero yo, mientras la escuchaba, me estaba dando un calentón que me tenía perplejo, estaba con la verga dura escuchándola… cada perversión que salía de su boca, era un bombeo de sangre más en mi verga, que crecía de manera automática… me calentaba imaginarla haciendo esas cosas… y ella se dió cuenta…
Te excitaste?
Si, mucho…
Sus ojitos brillaron casi con fuego… Si bien, ella era recatada en muchas cosas, pero en la cama, si tenía que tomar la iniciativa, lo hacía sin ningún problema. Se acercó a mi oreja y susurro.
¿Qué te calentó?
Imagínarte a ti haciendo eso.
Su mano rápidamente fue hacia mi verga, y dejo descubierta la cabeza, con su pulgar, acariciaba los bordes de esta, jugaba con su dedito en la punta, abría el agujerito del pene, lo acariciaba…
Así que te calienta? – continuó susurrando.
Si – le dije con los ojos cerrados, disfrutando de sus caricias
Ya era tarde en la noche, la puerta de la habitación estaba abierta, la luz encendida y ambos estábamos desnudos y sentados al borde de la cama… ella susurrándome al oído, yo con las piernas abiertas y la verga parada y su mano tocándome rico… muy rico…
¿Sabes qué más hacía?… Como ella era chiquita, le metía la lengua en la conchita, me gustaba meter y sacar la lengua, sentir sus carnecitas suaves, mojadas… mientras me metía los dedos, por la concha, por el culo…
Su mano me estaba haciendo una paja tan rica, sus dedos me apretaban, pero solo frotaban los bordes de la cabeza… me salía leche caliente de vez en cuando, que ella usaba para lubricar su mano y seguir pajeandome… apretando fuerte, pero moviendo despacito… ya no susurraba, hablaba con el volumen normal de su voz…
No sabes cuánto me calienta… no me podía controlar, me metía uno o dos dedos, pero no era suficiente… una vez le estaba chupando un pezoncito, y metí mis cuatro dedos en mi zorra, me dolió, pero aún así me hice una paja tan rica, con las tetitas de mi niña en la boca… llegué tan fuerte, lo moje todo, ya ni siquiera sabía si estaba meando o llegando…
Yo estaba extasiado, ella tenía el control… de mi mente…
Por eso me calenté tanto al verte con ella, siempre quize que hiciéramos el amor los tres… y ahora… podemos…
Si mi amor… si…
¿Te gusta saber que me culeaba a tu bebé? ¿Te gusta? Te gusta saber que metía sus manitos en mi concha, y acababa en ellas… y que le tomaba su carita y hacía que me chupara la zorra?…
Su mano me estaba pajeando rápido… sentía el calor que provocaba el frote de sus dedos en mi verga… más rápido, más caliente, más húmedo…
Le abría sus piernecitas, y apretaba mi concha con la de ella y todos mis juguitos le caían en su conchita cuando llegaba y después yo misma le lamía la zorra y el culo para limpiarla…
Yo ya estaba gimiendo… mis caderas se movían mientras su mano me pajeaba rápido, con rabia…
¿Así te gusta? – dijo casi gritando, con voz de autoridad – te la vas a culear, ¿me escuchaste? Te la vas a culear para que yo me haga una paja mirándolos, tu mismo le vas a abrir el culo con tu verga, aunque llore, y si llora mejor, yo la sujeto, para que te cojas a tu hija, hasta que le revientes el culo
Su mano ya me quemaba, se movía rápido y mis piernas ya estaban tiritando, a punto de llegar. Me pajeaba tan fuerte que casi me golpeaba las bolas mientras me masturbaba. Yo respiraba rápido, ya no escondía mis gemidos… ella era la dueña… solo ella…
¡Llega mierda! ¡Llega en mi mano! – me gritó mientras me miraba a los ojos – culeatela como mi papá me culeaba a mi, llenale de moco la zorra y el culo.
Sentia que iba a explotar, su mano estaba mojada y blanca por mi leche…
Más rápido te dije! más rápido! mueve ese pico rico que tienes, lléname de moco mi amor, dale
Levanté la cabeza y me deje llevar… me hizo tiritar entero, sentía como me tiritaba la verga mientras salía semen a chorros, y su mano me seguía pajeando sin parar… la mire con los ojos lánguidos de calentura, como queriendo decirle que se detuviera…
¡Sigue! ¡Sigue! – decía mientras me seguía pajeando – ustedes son míos… míos…
Su mano no se detenía, yo seguía duro, manchado con mi propio semen… quería que se detuviera, pero lo disfrutaba…
Me tire de espalda a la cama, respire profundo y sentí como su mano se detenía y acercaba su boca, a lamerme el semen de mi pene, mis bolas, mis piernas… sentía como pasaba su lengua despacio, limpiandome, saboreando mi leche…
Cuando terminó, me volví a sentar… y en la puerta estaba ella… nuestra hija estaba en el umbral de la puerta, con pijama, una de sus manos estaba en su concha, por debajo del pantalón de pijama… miré sorprendido, no pude decir nada, su madre notó mi cambio y también miró hacía la puerta… Ella nos quedó mirando a los dos, sus mejillas se pusieron coloradas y se fué…
Trate de ponerme de pie, pero ella me detuvo
Déjala, déjala
Pero…
Deja que duerma, que procese lo que vio y escuchó, no sacas nada con ir a golpear su puerta. Deja que duerma, mañana conversaremos los tres, tranquilos, de acuerdo?
Yo me quedé pensando y le dije que sí, moviendo la cabeza… todo cambio… todo… Mañana tendremos que hablar de esto… ya sin ningún tapujo…
Exelente el relato, espero con ansias la continuación.
Me súper calenté tengo la verga durísima y con ganas de descargar, me imagine las escenas desde el primer relato, esa siempre ha sido mi fantasía.
Yo tuve incesto con mi hermana y ahora nada, me gustaría con mi hija…