"Soy el hijo del entrenador (2)"// Día del padre.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de lo que ocurrió aquella vez en el hotel no habíamos repetido algo por el estilo, sólo nos duchamos una vez, pero sin llegar a nada más.
Por lo que ambos, excusándonos con que es el día del padre decidimos que era hora de volver a lo nuestro.
El día del padre lo terminamos festejando los 3 en unas cabañas que hay frente a un pequeño lago, nos fuimos de fin de semana.
El objetivo era que todos estemos casi todo el día en el agua, bañándonos.
Pero no pensamos que estaría tan fría.
Mi papá decía que ya que habíamos llegado hasta allá teníamos que intentarlo.
Mi mamá se negó, por lo que se quedó en las cabañas, pero yo sí accedí.
-Nos dará hipotermia si vamos con tanta ropa, hay que ir en lo más mínimo posible- propuso él.
-¿Vamos desnudos?- pregunté yo.
-Sí no te molesta.
-Ay, pa, claro que no.
Entonces dejamos la ropa a la orilla del río sobre una roca, al igual que unas toallas y un abrigo.
Eran únicamente dos cabañas, una era una bodega y otra era la nuestra, por lo que, en todo el lugar estaríamos los dos, solos, desnudos, juntos.
Parados, los dos, indecisos y con frío nuestros penes flácidos aún.
Mi papá lleno de pelo púbico y ahora, desde lo primero sucedido, con pelo en el pecho (no mucho, pero algo).
Comenzamos a entrar muy lentamente, y se sentía demasiado extraño.
Comenzamos a alejarnos de la orilla, sin saber dónde podríamos llegar.
La Lagunita tenía forma de C, y el espacio entre los extremos era puro bosque y, nuestra cabaña no podía ver del otro lado de la C.
-Quiero que exploremos por ahí, donde desde aquí no vemos-Propuso mi papá.
El agua estaba justo al raz de mi pene y, por su temperatura papá notó que se había puesto aún más pequeño.
-Já, mira, ahora parecemos niños.
¿Cómo nos vamos a divertir con estas cositas?- Volteé a ver a mi papá que también estaba en las mismas.
Nadamos
Llegamos al lado donde se doblaba la laguna, como en el centrocampista de una C, fue ahí cuando papá atacó.
-Me da mucho gusto que estés conmigo hoy, hijo.
Aventurándose por ahí conmigo de la forma más loca.
-Igual a mí, papá.
Estoy divirtiéndome bastantes.
-Ayer tu mamá me dio un sexo delicioso, hijo.
Casi tan bueno como el tuyo.
-Mamá no sabe, ¿verdad?
-No, claro que no, hijo.
-¿Por qué ahora te dejas el pelo en el pecho?
-Porque ahora quiero parecer más viril.
Ya estábamos en el punto ciego de la C, y era igual a todo el resto.
A excepción de una porción de tierra que veía a lo lejos.
Papá me abrazó, y él tenía una erección.
-Ya no eres niño, papá.
-Ven.
Fuimos a la tierra, y papá me besó.
Yo ya tenía una erección.
Me empezó a mamar el pene de nuevo, muestras me metía un dedo en el culo.
Se sentía de una forma extrañamente bien, y me hacía gemir y temblar de placer.
-Estás en deuda conmigo, ¿recuerdas?- preguntó
Presa del placer asentí.
Me dio media vuelta y, haciendo algo extraño con mis su boca en mis orejas yo por poco me vengo.
Me separé y le dije que no tan rápido, me iba a venir.
Me puso en cuatro en el piso y comenzó a lamerme el culo, metiendo su lengua y sus dedos.
Y yo, retorciéndome de placer no podía imaginar que había algo mejor.
Hasta que metió su pene.
-Te dolerá- Dijo.
Dolió mucho al principio pero no me importaba, tenía que hacerlo.
Y, literalmente, no puedo describir lo que sentí.
No tengo idea de cuánto duró su vaivén, pero sólo sé que mi culo estaba híper sensible.
Mi próstata, súper estimulada y mi pene a reventar.
Volteé la cabeza para ver sobre mi espalda y lo pude ver.
Todos los músculos de mi padre marcados y contraídos, su cara de placer, igual a la mía.
Sus manos en mi cadera.
-Ya entendí- prácticamente grité-.
tus pelos se sienten fantásticos
-¡Te amo, bebé!-Gritó él-.
¡Siente lo que sentí! ¡Siéntelo!- dijo muy emocionado.
Me vine tirando todo mi semen en la tierra y parte en el agua.
Minutos después él también se vino, pero él tirando todo sobre mi espalda.
Yo, exahusto, me dejé caer en el suelo manchándome.
Él se puso sobre mí y comenzó a lamerme toda la espalda recomiendo su néctar.
Descansamos un gran esto hasta que decidimos volver a la cabaña, pues se estaba haciendo tarde.
Ya estábamos como a la mitad cuando le pregunté:
-¿Cómo sabes todo esto? Lo de qué hacer, qué no hacer, cómo hacerlo, etc.
Él sólo me guiñó el ojo y me abrazó.
-Feliz día del padre- Le deseé.
-Gracias campeón
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