Soy una mamona
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me gusta mucho mamar penes.
Me da mucho morbo, o mucha excitación psicológica.
El caso es que considero a un buen pene como una de las cosas más bonitas y más atrayentes.
Se podría decir que he tenido más penes en mi boca que en mi vagina.
Han entrado más litros de semen por mi esófago que por mi vagina.
Con eso lo digo todo, jajaja.
Pero si pongo mi historia aquí en los incestos sería porque mi hermano Carlos tuvo uno de los penes más adorables que he visto y se podría decir que con él empezó todo.
Empiezo:
Fue hace unos 10 años.
Éramos jóvenes todavía, mi hermano es dos años mayor que yo, y yo tenía 15 años.
No es que fuese una niña salida o viciosa, pero ya en internet buscaba fotos de hombres desnudos porque me atraían sexual y morbosamente.
Con internet es fácil encontrar fotos.
Pero, fuera de internet, no había visto nada de verdad, pero… Me dio por espiar a mi hermano, más por curiosidad y sin planteármelo a propósito.
Aprovechando la ocasión que venía de jugar un partido, se me ocurrió esa idea de espiarle cuando se cambiara la ropa, y conseguí verle desnudo unos segundos por una rendijilla.
El caso es que tuve éxito, jeje, y vi su cuerpazo y su pene colgante y flácido, pero suficientemente ancho y gordo como para que mi osadía tuviera éxito.
No lo intenté más veces porque no siempre la oportunidad se presentaba.
Y varios meses después paso algo mucho mejor.
Llegué a casa una tarde pensando que no había nadie.
Como pensaba que no había nadie, a nadie saludé y entré sin hacer ruido…, pero oía murmullos de fondo.
Pensé que no estaba sola, y fui al fondo del pasillo a la habitación de mi hermano quienes estaban (estaría mi hermano…, pero alguien más).
Otra vez la puerta sin cerrar sino solo entornada, y por una rendija lo que vi me dejó estupefacta.
Sí: ambos dos, mi hermano Carlos y un amigo suyo, Luis (pongo sus nombres porque son normales y no revelan nada.
Luis era de la misma edad que mi hermano, o sea, con 17 años).
Y ambos dos estaban con la polla que les salía por la bragueta y estaba erecta, tiesa y bien prominente.
Se estaban tocando mientras veían nosequé en el ordenador (me lo puedo imaginar.
Serían fotos porno).
Me quedé fuera de la habitación, sin hacer ruido ni para respirar, mirándoles.
Pero…, Luis (el amigo) sí me pilló a mi.
Es normal, pues Luis vería algo a través de la rendija de la puerta y eso me delataba.
Le dio un codazo a mi hermano e intentaron guardarse ese pollón gordo, que a duras penas lo taparon con su pantalón.
Se quedaron quietos…, y Luis decía que creía que había alguien, pero que era falsa alarma (estaba mintiendo, pues hasta había adivinado que era yo y no otra persona).
Se sacaron de nuevo las pollas y yo pensaba que podría seguir mirando a escondidas.
Pero, a los 10 segundos, saltó Luis hacia fuera de la habitación y me descubrió.
¡¡¡Te pillé!!!.
Y me puse colorada, jejeje.
Luis: Qué hacías espiando?.
¿No habías pensado que tapabas la luz que venía por detrás del pasillo?
Yo balbuceaba, con media sonrisa, sin saber qué decir…
Yo: ¿Y qué hacéis aquí? Pensaba que no había nadie…
Mi hermano intentaba taparse su polla, más ancha y grande que la de Luis, pero Luis seguía con su polla al descubierto, enhiesta, tan cerca de mi.
La miraba de reojo.
Luis (dirigiéndose a Carlos): ¿Qué hacemos con esta espía?
Carlos: Déjala Luis.
No ha pasado nada.
Perdona Mar [mi nombre], no te habíamos oído.
Luis (dirigiéndose a mi): ¿Nos mirabas?.
¿Y te gustaba?
Y yo, sin pensarlo ni un momento, asentí con la cabeza.
Me había dado mucho morbo ver dos pollas erectas, de verdad, no en fotos, por primera vez.
Luis: ¿te gusta mi polla?
Y se agarraba su polla y la sacudía, tiesa como estaba.
Luis: Ven, pasa pa dentro.
¿Nunca habías visto algo así?
Yo: No
Luis: ¿Nunca has visto a tu hermano pajeándose?
Carlos: Luis, jajaja, no digas eso.
Yo: No….
Bueno, una vez le vi desnudo, pero nada más (yo no quería mentir, porque mi hermano diría que nunca me había visto pajeándome…, pero mi hermano no sabía que le había espiado solo unos meses antes)
Luis: Jeje, te gusta espiar.
Jejeje.
Si te gusta mi polla, puedes agarrarla.
Y yo, ni corta ni perezosa, me lo pensé durante un par de segundos y llevé mi mano a la polla de Luis.
Se la agarré.
Todavía recuerdo la sensación: un cacho de carne caliente y rígido.
Mi excitación estaba a tope.
No solo había visto un par de pollas tiesas, sino que estaba agarrando una.
Luis me siguió preguntado:
Luis: ya que nos has espiado, en castigo me tienes que hacer una paja.
¿Sabes?
Carlos: Luis, no creo que….
Y yo no dejé terminar a mi hermano que hablara.
Yo: No sé, pero si me dices cómo.
Me imagino que agarrando y haciendo así.
Y mientras yo intentaba dar el masaje normal que se puede dar a un cilindro como es un pene tieso, o sea, agarrar y subir y bajar mi mano, la mano de Luis acompañaba a la mía para dar el ritmo a la paja.
Luis: y también a Carlos.
Yo: Vale
Y Carlos liberó a su enorme polla de la cárcel de su pantalón.
No se lo pensó mucho, jeje.
Me puse entre los dos, pajeaba un rato a uno, y luego al otro.
No pensaba en nada chungo ni incesto ni cosa parecida.
Estaba descubriendo unas pollas, sus olores, sus tactos.
Lo de menos era que una fuera de mi hermano (y la otra de su amigo).
Tras un rato pajeando, y viendo que mi hermano y su amigo no esperaban nada más que hiciera que pajearlos (estaban recostados en las sillas poniendo cara de vicio con la boca entreabierta…, pero yo no quitaba ojo a sus pollas), sin que me dijeran nada, acerqué mi cara a sus pollas, mmmmmmm, me encanta el olor a polla, no a pis ni a orines: a polla.
Es un olor especial que se me queda dentro del cerebro, me excita y me pone cachonda.
Saqué la lengua y di un lametazo a la polla de Luis.
Él contestó que “si, si”, que lamiera o que le chupara.
Tras lamer su polla a lo largo, me la metí en la boca y chupé como había visto en muchas fotos porno de internet.
Luego, a mi hermano le hice lo mismo.
Estaban sus pollas a tope, y tras haberlas encharcado con mi saliva y chupado y chupado (la polla de mi hermano era ancha con una gran cabeza.
¡Qué bonita es!), llegó la hora de la leche.
Luis me avisó tarde y manchó de semen mi ropa, pero chupé el semen que tenía en mi mano.
MMM, no está mal.
Soso…, pero lo de menos es el sabor sino el morbo que me dio lamer ese semen.
Ahora le toca el turno a mi hermano.
Le dije que se corriera en mi boca, que no quería que me manchase más la ropa como había hecho Luis, y así hizo Carlos.
Jadeó, me avisó que se corría y con su glande dentro de mi boca me iba tragando según escupía semen.
Lo dicho, no es que esté rico el semen, pero me sentía muy excitada.
Tras la corrida de los dos chicos, me felicitaron y yo, discretamente, salí de la habitación.
Estaba calentísima.
Esa misma noche, varias horas después, con toda la familia en casa y ya se había ido Luis, se me acercó Carlos, un poco cabizbajo, y me dijo:
Carlos: había ocurrido todo tan de improviso que…, no sé… ¿no te habrás agobiado con lo de esta tarde?
Yo: no, no.
No te preocupes.
Carlos: es que me siento un poco culpable.
Estábamos calientes y como decías que sí, que te gustaba vernos nuestras.
, pues eso, nuestras.
pollas…
Yo: No te preocupes.
Y además, la tuya es mucho más bonita que la de Luis, más gorda, más grande, mucho mejor.
Carlos (un poco ruborizado): Gracias.
……….
(unos segundos sin hablar)….
, parece que te ha gustado.
Yo: pues sí, jeje
Carlos: ……….
¿y te gustaría verla en otro momento?
Yo: …… (ahora era yo la que estaba unos segundos sin hablar)……….
, jeje, vale.
Sí.
Si a ti te ha gustado lo que te hice, a mí me ha gustado hacerlo.
Carlos parecía que se había quitado un peso de encima.
Ya no se sentía un poco culpable porque yo le había quitado toda culpa.
Ahora estaba pensando si esa misma noche podría hacer yo otra vez lo mismo.
Carlos: ¿Esta noche podrías venir a mi habitación cuando se acuesten todos [o sea, cuando se acuesten mis padres]?.
Bueno…, quizá parezco que tengo mucha prisa, jajaja.
Yo: Vale (me encantó la idea de hacer algo como clandestino)
Y, a las 12 de la noche, cuando mis padres se acostaron, cada uno se fue a su habitación, y mi hermano me dijo: “Te espero en un rato, ¿vale?”.
“Vale”, contesté.
Y….
, cuando la casa estaba a oscuras, y ya no se oían ruidos, despacito y de puntillas, me encaminé al pasillo y a la habitación del fondo, la de mi hermano.
Entré, y cerré la puerta.
Carlos: Jeje, no podemos hacer ningún ruido porque se acaban de acostar.
Todo en silencio.
¿Empiezo?, ¿me bajo el pantalón [del pijama]?
Yo: Si
Y apareció su polla morcillona, pero con culo, huevos y piernas.
Hace horas, en la tarde, solo había visto las pollas de Carlos y Luis, pero saliendo de la bragueta del pantalón.
No había visto sus huevos.
Ahora Carlos estaba desnudo de cintura para abajo.
Qué bueno!!, eso me excitó todavía más.
Unas piernas peludas, y vello púbico, unos huevos colgando.
Un montón de nuevas cosas que ver que no había visto en el sucedido de la tarde anterior.
Pues, ese pollón ya ancho y grande, pero todavía no tieso, lo agarré, bajé el prepucio (el pellejo que cubre el glande), empezó a ensancharse el pene todavía más, empezó a aparecer el glande y a brillar como un globo que se hincha y yo emocionadísima.
Lo de menos es que fuera mi hermano.
No pensaba follar con él y nunca follaría con él.
Pero su pene me subyugaba, me hipnotizaba.
Un buen pajazo le estaba haciendo hasta que su polla estaba en tamaño XXL, con sus grandes venas remarcadas y con una dureza del acero.
Es entonces, cuando el glande como una gran fruta hinchada para explotar, abrí mi boca y me lo metí en ella.
Chupé como una campeona, dentro fuera, dentro fuera, y de vez en cuando sacaba la polla de mi boca y la pajeaba, para descansar un poco de tanta polla ocupando mi boca (estaba la polla chorreando de mi saliva).
Y, al rato, como le dije a Carlos esa tarde, éste me avisaba que ya se iba a correr: la polla estaba hinchadísima y llena de sangre, el glande a reventar, y explotó de leche en mi boca.
No podía acumular el semen en mi boca porque me daría una arcada o se me saldría por las comisuras de los labios.
Como en la tarde: según salían los chorros de leche, me los tragaba.
Mi hermano estaba exhausto, todo había ocurrido en 10 minutos o un cuarto de hora.
En silencio.
Ordeñado por mis manos y mi boca.
Le dejé y me volví a mi habitación.
Apagué la luz de mi cuarto y me metí la mano en la entrepierna.
Estaba ardiendo.
Ahora me tocaba satisfacerme a mí misma.
Ese amigo de Carlos, o sea, Luis, viendo que me gustaban las pollas, hacía lo posible para venir a casa por cualquier motivo.
Bueno… Si me pillaba en casa y no había nadie más que Carlos y Luis, yo me arrodillaba y me ponía a mamar.
Me encanta antes de mamar y de pajear frotar sus pollas por mi cara, por mi nariz, por mis labios.
Me encanta ver cómo se van empalmando mientras froto ese rabo por mi cara, oliendo a polla.
No solo lo hacia en esta ocasión.
Lo hacía siempre que le mamaba a mi hermano…, y lo he hecho siempre que salgo con algún tío (muchas veces, mis únicas relaciones con un hombre es el sexo oral que yo le hago).
Frotarme una polla por la cara me pone a cien.
Y, una vez el pene tieso, a pajear y a metérmelo en la boca.
Luis era un carota y quería venir cada dos por tres…, pero me decía mi hermano que tenía que pararlo y no venía tantas veces como quisiera.
Pero la polla de mi hermano siempre estaba disponible (era mi hermano, claro, y vivíamos en la misma casa).
Pongo algunos ejemplos: una vez estábamos viendo un reality en la tele con no sé qué tonterías…, pero hablaban de guarrerías y Carlos se empezó a empalmar (eso me dijo al oído).
Cierto: me señaló con el dedo un bulto pulsante, como si tuviera el corazón en la entrepierna.
Latía, jaja.
Y me dijo también al oído que si le podría pajear en el patio de atrás.
Es que, en casa estaban en ese momento mi padre y mi madre, y tampoco queríamos que se notara mucho lo que hacíamos: fuimos a un patio interior, que, aunque podrían vernos desde las ventanas que daban a ese patio (podrían vernos todo el vecindario), no nos verían porque era de noche y estaba todo a oscuras.
Nos escurrimos del salón, y fuimos al patio.
Fue rápido: Carlos se sacó la polla que estaba semitiesa, y yo ya la puse a tope frotándome con ella.
Se la chupé con vicio y me tragué toda la leche en cuestión de unos minutos.
Rapidito y nutritivo, jaja.
No todas las noches, pero sí muchas, iba yo a su habitación, o iba él a la mía.
El “menú” siempre era el mismo: leche caliente de hombre.
Carlos jamás me tocó ni una teta, y yo ya di a entender que solo sería una mamoncilla.
Nada más.
Así cada uno de los dos nos quitábamos el peso de estar cometiendo una especie de “incesto menor”, o ni siquiera incesto.
Solo “juegos” de adolescentes.
A mi me gustaba el olor y el sabor de su polla, él me daba leche, y ambos estábamos muy a gusto.
Otro ejemplo: No solo en casa era una mamoncilla.
Mi hermano se ponía cachondo en múltiples circunstancias.
Una vez fuimos al cine, y había una escena de sexo en la peli.
Pues, mi hermano se puso cachondo, me cogió mi mano y se la puso en la entrepierna para que yo notara como temblaba ante las pulsiones de su pene poniéndose duro.
¡¡Y hasta se lo sacó!!, en pleno cine.
Se lo agarré, di dos sacudidas, pero, a guardarlo corriendo, que con el reflejo de la pantalla del cine se veía demasiado (cierto que el cine estaba con poca gente…, pero, cualquiera que pasara por el pasillo podía vislumbrarlo).
A la salida del cine, en un parque cercano, se sacó la polla y me puse a mamar.
Me dio su ración de leche de hombre, mmm.
Otro ejemplo: Excursión al chalet de mis tíos en la sierra.
Ya habíamos estado miles de veces en ese chalet y habíamos hecho excursiones al monte cercano.
Esa vez lo haríamos de nuevo…, pero los dos solos porque los mayores no tenían ganas de moverse.
En principio no había planeado ni paja ni mamada, sino solo pasar el rato haciendo senderismo (mucho mejor que estar en el chalet sin hacer nada).
A media altura de subir el monte me dijo Carlos:
Carlos: Mira qué lejos está la urba de los tíos.
Esta peña es un buen sitio para tomar el sol y, si no te molesta, para hacerme una chupadita.
Yo (mirando el paisaje desde la peña): Ok.
Se quitó la ropa, ¡toda la ropa!.
No se sacó la polla solo, sino que se quedó completamente desnudo (era veranito) y se puso a tomar el sol sobre la peña.
Yo ahí disfrutaba de la vista desde la peña…, y de la vista del cuerpazo de mi hermano, con su enorme pollón, todavía en estado flácido.
Él, con los ojos cerrados tomaba el sol.
Me acerco y empiezo a agarrarle el rabo.
El pene reacciona empezando a hincharse de sangre.
Bajo el prepucio, aparece el glande, y empieza a convertirse ese pene flácido en el increíble Hulk.
Y, como tantas veces, pero ahora en medio del campo.
Tumbado mi hermano en la peña, yo le empiezo a pajear, arriba, abajo, huevos bailando, venas marcadas, glande brillante.
Y me lo meto en la boca y empiezo a mamar.
Cuando llega al final, Carlos me avisa y empiezo a succionar la leche del rabo.
Me sacio del jugo de sus huevos.
Estamos un rato tomando el sol (yo vestida, él sigue desnudo), y seguimos caminando por el monte.
Otro ejemplo, y ya no pongo más porque si no este post va a ser larguísimo: Este también en verano.
Los ejemplos veraniegos son un poco distintos a los de invierno, que suelen ser, mayormente, una mamada en la habitación.
En verano cambiamos de ambiente.
Si el anterior ejemplo era en casa de mis tíos (en el monte, más concretamente), este sucedido es en vacaciones en la playa.
Ya sabéis, en la playa hay topless, bikinis y cuerpos casi sin ropa (y sin ropa, totalmente desnudos, si andas un poco más donde no llega el público masivo) que excitan a los tíos (también hay algunos tíos con cuerpazos que excitan a las mujeres, jeje).
El caso es que, mi hermano se calentó y le empezó a subir la polla en el bañador.
Se le notaba demasiado (siempre es gracioso ver a algún bañista con la polla erecta, y cómo se nota en el bañador.
Pobres tíos que no pueden dominar su polla, jajaja.
Me encanta pillar a esos).
Pues uno de esos fue esta vez mi hermano.
Me lo hizo saber, y vaya si se sabía.
Se colocó de lado la polla para que se notara menos, pero palpitaba como otras veces me lo había enseñado.
Bueno: eso significaba que sus huevos estaban deseando que yo los vaciara, así que andamos un poco por la playa, y si nos encontrábamos un grupito un poco más numeroso de gente, nos metíamos en el mar para escaquearnos.
Y, no sé si porque el mar estaba caliente, pero no se le bajaba la polla a mi hermano.
Y se la agarré el pene dentro del mar.
Le di unas sacudidas (estábamos con el agua al nivel de los hombros, para que no se viera a lo lejos), una pajilla marítima bastante morbosa.
Pero no era suficiente para que se corriese, ¡y yo quería mi ración de leche de hombre!.
Así que, saliendo fuera del agua, seguimos andando hasta que ya casi no había gente (y empezaba a verse algún tío solitario tomando el sol en bolas, o las típicas dos jovencitas que también tomaban el sol en pelotas).
Había llegado el momento.
Pero, no iba yo a chupar la polla de mi hermano en presencia de nadie, por muy tío solitario nudista o chicas en pelotas.
Tras una pequeña loma, mi hermano se tumbó y se bajó el bañador.
Ahí no nos vería nadie.
Y empecé a pajear esa polla, y luego a lamerla y metérmela en la boca.
Una polla que sabía a mar, y no a ese delicioso olor a polla.
Es que, la mini paja que le hice en el mar hizo que esa polla tuviera sabor a Mediterráneo, jajaja.
Bueno, fue igual de morboso, y tras un rato mamando, la explosión de semen en mi boca.
Han pasado ya muchos años, y, he mamado muchas más pollas.
Pero, siempre tendré en un pedestal la polla de mi hermano, que fue la que más me enseñó y la que más me gratificó.
Grande, ancha, hermosa y poderosa.
Nunca la olvidaré.
Ahora mi hermano ya no vive en casa, y otra mujer le chupará la polla.
Lástima.
Seguiré buscando una polla lechosa que me sacie con sus olores y sus sabores.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!