SUCEDIÓ EN VERACRUZ…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Impulsos Sexuales
PARTE 1
Soy hijo único, y después del divorcio de mis padres, a mis 14 años, pasaba medio año viviendo con cada uno, hasta que, a los 17, me instalé definitivamente con mi padre, que es Marino en la Fuerza Naval Mexicana. Como la Ingeniería naval es lo que quiero estudiar, vivir en el puerto de Veracruz me va muy bien. Mi padre solía ausentarse por largas temporadas, así que tenía una casa grande, y con alberca, para mí solo.
Me encontraba en segundo año de preparatoria y atravesaba una etapa digamos “rebelde”; estaba obteniendo calificaciones que ponían en peligro mi entrada a la academia naval, pero eso no lograba preocuparme lo suficiente; prefería pasarme el tiempo entrenando en deportes de todo tipo, lo cual me estaba dando buenos resultados, no solo en mi constitución física, además me estaba consiguiendo muy buenos ligues en los gimnasios; el sexo había cobrado una nueva dimensión en mi vida; era lo primero en mi cabeza al despertar, y un pensamiento constante día y noche; y ya sabes, a los 17 eres prácticamente una máquina eyaculatoria…
Recordaba lo retraído que era en la secundaria, cuando mi vida sexual se reducía a la masturbación compulsiva; pero ahora, los encuentros homoeróticos que sostenía con mis amigos, conocidos y desconocidos me mantenían en un estado casi permanente de alerta sexual; claro que siempre tomaba todas las precauciones, ya saben, sexo seguro y todo ello… Tenía un estilo de vida bastante liberal, o libertino, como sea, y nunca imaginé que ahora, viviendo de fijo con mi padre, fuera a cambiar de manera tan radical…
Papá tenía 36 años y había estado en la Marina desde los 18, y ahora, aunque deseaba seguir ascendiendo, decidió tomar un puesto administrativo para quedarse en tierra y supervisar personalmente mi formación.
Si nos vieras, tal vez creerías que somos hermanos. Papá es 19 años mayor que yo, sin embargo, su tiempo en la Marina lo mantiene en excelente condición; por mi parte, yo estaba bastante bien desarrollado para mi edad, y fácilmente podía pasar por veinteañero.
Mi padre tomó algunas decisiones drásticas en nuestra nueva etapa juntos. Lo primero que hizo fue vender la casa –“No necesitamos una casa tan grande, sólo somos tú y yo” –me dijo. Y pese a mis protestas, nos mudamos a un departamento, bastante decente, si bien apartado de la zona conurbada. No tenía alberca, por supuesto, pero estaba relativamente cerca de la playa. Pasamos todo un fin de semana trabajando con la mudanza e instalándonos; al final, papá se sentó conmigo en la sala y dándome una cerveza fría, me comentó:
“Esteban, hijo, estoy muy satisfecho, es más, orgulloso, de por tu trabajo y empeño; yo voy a apoyarte en todo lo que pueda, y espero que pongas igual empeño en tu educación. ¿De acuerdo?
“Sí, papá.” –Me sentía cómodo hablando de hombre a hombre con mi padre.
“De veras Esteban? Eso espero. Ahora voy a ser bastante estricto, y vamos a poner ciertas reglas y obligaciones que espero cumplas. ¿Entendido?
“Bueno… Sí, papá.”
“¡Qué Bien! Ahora, otra cosa. Ya que solo seremos tú y yo viviendo aquí, quiero que nos tratemos como buenos amigos. Vamos a compartir las obligaciones de la casa por igual y a tratar de pasarla lo mejor posible. ¿Estamos?
“¡Seguro, papá!”. Me sentía como un hombre pleno ahora, con mi papá tan en buen plan. Él me sonrió, y me dio un fuerte abrazo.
“Mira, hijo. Sé que vamos a estar bien juntos. Y será para mí bueno también, contar con un buen amigo… Bueno, creo que ya hora de acostarse…”
“Pero papá, son apenas las 11…”
“Sí, pero mañana es tu primer día de escuela y yo también entro temprano… Así entonces, ¿qué cuarto te apetece, el de la derecha o el de la izquierda del baño?
Ambas habitaciones tenían camas matrimoniales, así que contesté sin pensarlo mucho, y dije… “Oh, pues el de la derecha.”
PARTE 2…
Me fui a la habitación y empecé a desvestirme, luego me di un regaderazo, y luego me fui a la cama con bóxers limpios, como de costumbre. Escuche que papá se bañaba, y luego salió del baño y se metió en mi cuarto, desnudo. No pude evitar notar su portentosa musculatura, esperando algún día llegar a tener un cuerpo como el suyo. Para mi sorpresa, y sin decir siquiera ‘buenas noches’, se fue a acostar a mi cama, junto a mí. Al hacerlo, mirándome, dijo:
“Hijo, deshazte de esos bóxers. Verás, te sentirás mucho más cómodo al no tener los huevos atrapados en tus calurosos calzones ceñidos. Los hombres de a de veras duermen desnudos.”
“Este… Papá… Creí que tú tomarías la otra habitación…”
“Hijo… Yo te pregunté qué cuarto preferías, y dijiste que este mismo, ¿no es así? A mí me da igual, así que te dejé elegir.”
“¿Así que vamos a compartir este cuarto entonces?”
“Claro, hijo, ¿porqué no? Sólo estamos tú y yo, esta cama está bastante bien; he decidido que la otra habitación puede servirnos como estudio… Este cuarto es más grande, y podemos quedar bien instalados así… No hay nada de malo en compartir el cuarto con tu papá, ¿no?”
No podía pensar en una buena respuesta… Quería decir algo así como: ‘¿Pero cómo me voy a poder masturbar a mis anchas contigo por aquí?’ y ‘Pero yo siempre he tenido mi propia habitación…’ Pero una sonaba demasiado sexual, y la otra sonaba demasiado quejumbrosa. Así que no dije nada, y me quede así como estaba.
Me encontraba bastante desconcertado. No es que me diera pena estar desnudo frente a mi padre; pero estar desnudo es una cosa y masturbarse (hacerse una paja, jalarse el pellejo, ahorcar al ganso…) es otra cosa. Por supuesto que tus padres saben que lo haces, pero “saberlo” y que te sorprendan con los mocos en la mano no es exactamente lo mismo…
“Vamos, Esteban –deshazte de esos boxers! Ya te lo dije, los verdaderos hombres dormimos desnudos, en total comodidad, y ya habíamos acordado que nos trataremos como buenos amigos… Y un par de amigos bien pueden dormir en la misma cama, ¿o no?
Yo no sabía que contestar a eso. Nunca había tenido un amigo tan íntimo, como los que papá había tenido en la Marina, así que supuse que él bien debía saber de lo que estaba hablando. Nada más mascullé un “Pues… Está bien, papá”, y me quité los bóxers y los eché al suelo… Tuve cuidado de hacerlo bajo las sábanas, pues no quería que mi padre me viera desnudo, ya que, como de costumbre, yo tenía una firme erección, que me exigía desahogo.
Me quedé acostado de mi lado de la cama, casi al borde, para no tocar a mi padre; pero entonces él se volteó, y se fue arrimando hacia mí, tanto, que con mi espalda y trasero podía sentir su calor corporal. Entonces, él posó uno de sus brazos sobre mí. Ahora podía sentir los vellos de su pecho contra mi espalda.
“¿Estás bien durmiendo de ese lado, Esteban?”
De hecho, lo estaba. Siempre duermo sobre mi costado derecho, y así estaba cuando mi padre arrimó su cuerpo al mío. Así que mascullé algo sobre estar bien así.
“Bien. Ahora, veamos… eres un poco más bajo que yo, así que…” Papá pasó su brazo derecho bajo mi cabeza, mientras me abrazaba con el otro.
“Apoya tu cabeza en mi brazo, hijo, no en la almohada. Es en verdad importante mantenerse cómodo con tu compañero de cama, así ambos nos vamos acostumbrando a los movimientos del otro, y estamos mucho más cómodos en su compañía.”
Hice lo que me pedía, y apoyé mi cabeza sobre su musculoso brazo. A pesar de que había salido de la ducha tan sólo hace algunos minutos, podía notar aquel olor tan natural, tan animal, tan masculino de su cuerpo junto al mío…
Entonces, sentí sus piernas colocándose entrelazadas con las mías, y ahora, al estar en tan íntimo contacto, podía sentir con mis nalgas su abundante mata de vello púbico presionándose contra mi piel… Y su verga descansando justo sobre mis nalgas.
“¿OK, hijo?”
“Sí, papá…”
“Mira, hijo, no suenas muy seguro… ¿No estás cómodo así?”
“Bueno, papá… es que…”
“¿Qué, Esteban?”
“…Es que… No sé…. Es sólo que… No me parece correcto, de algún modo…”
“¿Qué no es correcto?”
“Bueno… Tú y yo, padre e hijo, acotados desnudos, así….”
“Mira, Esteban, no hay nada de malo en que estemos así, tan cercanos, y además en nuestro caso, quedamos que nos trataríamos como buenos amigos. Yo he estado así, como estamos tú y yo, con la mayoría de mis amigos cuando compartimos un cuarto… Así que, ¿Cuál es el problema?”
No podía pensar en algo acertado que decir, y, a decir verdad, realmente me sentía bien estando tan cerca de papá así, su calor era bastante relajante después de un día agotador. Así que respondí “Buenas noches, papá”, él me contestó lo mismo y así me quedé, dispuesto a dormir al calor de su abrazo.
Pero no conseguía dormirme.
No sabía bien el porqué… Bueno, supongo que era porque siempre había dormido solo, y me movía a mis anchas por la cama –cuando no estás acostumbrado a dormir siempre junto a alguien más, te preocupa el hecho de que con tus movimientos molestes a quien duerme a tu lado…
Después de un rato, la mano paterna que reposaba en mi costado bajó, y la sentí aproximarse a mi entrepierna. Yo estaba aterrado, ya que con la tensión acumulada, tenía una intensa erección, ya que no me había masturbado, como acostumbraba hacerlo antes de dormir…
Podía sentir su mano moverse lenta pero ininterrumpidamente hacia abajo, para luego acariciar mi vello púbico, ¡y luego acariciar, sí, descaradamente, sobar mi tiesa verga!
Lentamente, sus dedos se aferraban alrededor de mi miembro, y por si fuera poco, por la impresión, ¡mi erección fue mucho más notoria! Casi mi dolía, de tan firme que estaba…
“Vaya, como me lo imaginaba. Por esto es que no puedes dormir, ¿no es así, hijo? –Escuché a papá decir, murmurando en mi oreja.
“Bueno… eso creo, papá…”
“Bueno, será mejor que hagamos algo al respecto…”
Entonces su mano empezó a acariciarme la verga, y luego, a masturbarme descaradamente. Yo ahogué un grito –No sabía bien si fue por la intensa e inesperada sorpresa, o por efecto del puro placer… Sus manos se sentían tan, pero tan calientes mientras me manipulaba….
Se detuvo por un momento, y usó el pulgar y el índice para retraer por completo mi prepucio, y entonces tuve un estremecimiento, cuando empezó a frotar la yema de su pulgar sobre el ojito de mi verga, ahora completamente expuesto y sentí como se empezaba a humedecer con mi preseminal…
“Ahhhhh…”
“OK, Esteban, ¡Tómalo con calma! ¿Te está gustando?”
Mi padre ahora continuaba moviéndome la verga arriba y abajo, pero sujetándola firmemente… Se sentía tan bien…
“Oh, Sí… Ahhhhh…”
No pude evitarlo. Después de unas cuantas meneadas, pude sentir cómo empezaba a disparar mi semen.
“Oh, Sí… ¡¡¡Agghhh…!!!”
Papá debió haber sentido que empezaba a venirme, y colocó la palma de su mano justo frente a la punta de mi pulsante verga. Así, recolectó mi descarga, y como no paraba de masturbarme, disparé una carga realmente enorme –o al menos, así lo sentí.
Como la mayoría de los hombres que no tenemos la circuncisión, la cabeza de mi verga es muy sensible, y queda extremadamente sensible después de eyacular; cuando me masturbo, siempre me detengo en el momento en que empiezo a venirme, pero mi papá no lo hizo… él siguió meneándomela…
“Ahhhhhhh”…. Ahora me quejaba en una mezcla de dolor y placer. Quería zafarme de la mano de mi padre, pero estaba atrapado entre su brazo y su musculoso cuerpo. Todo lo que podía hacer era arquear la espalda, presionándome con fuerza contra él.
“¡¡¡Agghhh…!!!” Gemía de nuevo, mientras la mano de papá seguía acariciándome rudamente.
Luego se detuvo, y quedamos los dos yaciendo, en íntimo contacto, con nuestras respiraciones agitadas.
“Date vuelta, Esteban, y mírame”, dijo papá.
Así lo hice, mientras mi erección empezaba a ceder… Pero la de mi padre estaba en su punto máximo; sentía la punta de su verga frotándose contra mis muslos.
Papá entonces jaló la palma de su mano hacia su boca. Entonces, se puso a lamer con delicia el semen que acababa de eyacular. Luego, dio un suspiro hondo y entonces, sujetándome de la muñeca, guió mi mano hacia abajo, hasta que hizo contacto con su maciza verga.
“OK, hijo, ahora es tiempo de regresar el favor…”, -me dijo.
Miré el rostro de mi padre, y vi que sus ojos estaban casi cerrados; mientras empezaba a acariciar su miembro, noté leves sonrisas y gestos de placer… Luego, papá empezó a inhalar con más fuerza, al ritmo de mis movimientos. Continué, con algo más de fuerza, masturbando la jugosa verga de mi padre, con lo que conseguí que empezara a gemir más intensamente, para a continuación, sentir cómo su pene y todo su cuerpo vibraba al momento de una fuerte eyaculación.
A pesar de (aparentemente) estar concentrado en su éxtasis, papá acercó su mano y capturó su descarga. Entonces abrió los ojos, y llevó su mano hacia mi boca… Nunca había probado el semen, ni siquiera el mío propio, pero me dejé llevar por el momento y ni siquiera titubeé. Me dediqué a lamer su semen; estaba tan tibio y espeso… lo sentí embarrarse en mi boca y mis dientes, y luego, resbalando por mi garganta.
Papá estaba encantado. Me dio un efusivo abrazo. Su masivo pecho velludo y el mío -con el corazón a mil por hora- estaban tan presionados, que podíamos sentir los latidos del otro. Él entrelazó sus piernas a las mías, y yo me sentía muy, muy bien, reconfortado en la seguridad y el calor que ambos estábamos compartiendo.
“Buen chico, Esteban. Ahora, estamos de veras empezando a ser buenos amigos.”
Él acercó su cara a la mía, y pude sentir su aliento sobre mí. Entonces, presionó sus labios a los míos, para a continuación, meter su jugosa y caliente lengua en mi boca. Entonces, aplicó más fuerza a su abrazo, y mientras nuestras lenguas se entrelazaban, nuestras vergas también parecían jugar entre ellas…
Estuvimos entrelazados así, besando, abrazando, y revolcándonos en la cama mientras nuestros cuerpos se frotaban intensamente uno contra el otro, dándolos oleadas de placer, por bastante tiempo; luego como que nos fuimos calmando, y quedamos ahí yaciendo, y respirando furiosamente, como animales.
“¿’Lo disfrutase, Esteban?”
“¡Sí, papá!”
“Tu primera lección, hijo. Esto es compartir tu cama con un amigo –compartir puro placer. Y hay bastante más que hacer, ya sabes… ¡Esta ha sido tu primera lección!
“Sí, lo sé, papá… Pero… me preocupa…”
“¿Qué, Esteban?”
“Este… Tu ya has hecho esto antes, ¿verdad?”
“Seguro, Esteban. Y estoy seguro que tú también. Es perfectamente natural, normal, sano… Dos hombres dispuestos, saludables, en buena condición, juntos en la cama… ¿Qué esperas que hagan?…”
“…Verás, cuando disfruto la compañía de un amigo íntimo, y se presenta la oportunidad, ¿Qué hay de malo en que pasemos un bien tiempo juntos? He tenido varios de estos amigos durante los años que estuve en la Marina, y después de haber compartido la intimidad, nos hizo mucho más unidos, y trabajamos mejor juntos…”
“…No hay absolutamente nada malo ni antinatural en que dos hombres se disfruten entre ellos… Piensa en esto: ¿Por qué crees que el cuerpo humano está diseñado para que dos hombres puedan darse este placer? Ya verás que no te miento; una verga puede tener el tamaño y la forma perfecta para hacer vibrar a un culo dispuesto…
(Y yo lo sabía, ¡Maldición, claro que lo sabía! pues me había tirado a varios de mis compañeros, pero no me había nunca involucrado emocionalmente, así que con papá, el placer era aumentado un millón de veces.)
“…En cualquier caso…‘Trata a los demás como quieras ser tratado…’ Está bien para mí. -¿Acaso no es precisamente lo que acabamos de hacer? Y te lo prometo, hijo, que nos haremos más cosas el uno al otro mientras sigamos conviviendo así… Ahora, a dormir. Hay mucho trabajo para mañana… ¡A dormir!”
De hecho, dormí bien. Bastante bien. Después de eyacular, siempre tienes ese relajamiento, ya sabes, y si a eso le añades un cuerpo caliente y erotizado presionado al tuyo… ¿Qué más se puede pedir?
PARTE 3…
Mi padre y yo empezamos a establecer una agradable rutina; temprano me iba a la escuela y él a su trabajo; por las tardes yo me dedicaba a entrenar y cuando llegábamos a casa para la cena estábamos realmente ansiosos de la compañía del otro; cenábamos, veíamos una película y luego dormíamos acariciándonos.
Para los fines de semana, teníamos preparado todo un ritual; nos quedábamos en cama toda la mañana, retozado y explorando nuestros cuerpos y las sensaciones de placer que podíamos obtener del otro.
Papá usaba estas sesiones de fin de semana como una rutina de entrenamiento: Me iba introduciendo lentamente a una nueva manera de disfrute y goce sexual, técnicas de estimulación que ni siquiera imaginaba, con el objetivo de convertirme en un amante tan experto como lo era él.
Aquella mañana de sábado era bastante típica; me había levantado a orinar, mientras papá preparaba café, y fuimos a recostarnos, acariciándonos. Mientras continuábamos haciéndolo, pensé que lo que seguiría sería una rica masturbación mutua, pero en vez de ello, mi padre tiró las sábanas un lado, violentamente, y se fue hacia abajo…
Sentí sus fuertes manos sujetándome de las caderas, ¡y luego su lengua lamiendo mi verga! –Por supuesto que ya estaba bien erecto, y con las caricias que con su lengua papá aplicaba a mi miembro, estaba hinchado a más no poder. Era fantástico; aunque varios tipos ya me habían mamado la verga, ninguno lo había hecho como papá; lo hacía rítmicamente, combinando chupadas con lamidas, fuerte succión e incluso pequeños mordiscos… luego, frotaba la punta de mi verga con las yemas de los dedos, haciéndome retorcerme de placer…
Encontré la fricción continua de la cabeza de mi pene casi insoportable; no me lastimaba -papá nunca me haría daño- pero enviaba agonizantes oleadas de placer y dolor a través de mí. No pude evitar gruñir y gemir en éxtasis mientras papá me lo hacía…
MI verga respondió empezando a gotear preseminal, el cual mi papá se apresuraba a recolectar con su lengua, e inmediatamente me besaba, así que tenía no sólo el sabor de la saliva de mi padre, sino también un ligero toque salado/dulzón de mi líquido preseminal…
Era bastante más de lo que podía soportar… Quería que aquello siguiera y siguiera más y más, pero cuando estás sometido tal estimulación, tu cuerpo toma el control y actúa por cuenta propia… Así que de repente, me vine en la boca húmeda y caliente de mi padre. Mientras eyaculaba, mi padre me daba muy fuertes chupadas, magnificando el orgasmo a proporciones inimaginables.
Luego nos quedamos por unos breves momentos así, lado a lado, respirando entrecortadamente por el ejercicio intenso y el placer pulsante, ambos cubiertos de sudor…
“Gracias, papá… -¡Eso fue fantástico!”
Creí que debería ser mi turno ahora, así que empecé a moverme hacia su entrepierna, para tener mi boca alrededor de su verga…
“No, espera, Esteban…..”
“Carajo… Vamos, papá… Quiero corresponderte… Te lo mereces”
“No… Aguanta… Hay unas cositas más que quiero enseñarte primero.”
Así que papá empezó a mamarme la verga de nuevo, pero esta vez añadió algo más: Alternaba las chupadas de mi miembro con chupadas a mis testículos; me chupaba primero un huevo, luego el otro, luego se metía ambos a la boca y su lengua los jugueteaba. Nuevas ondas de placer empezaban a recorrerme, y de nuevo me encontraba retorciéndome en la cama, incapaz de autocontrolarme. Sentí su lengua caliente lamiéndome también el área bajo el escroto, recorriendo hasta la punta de mi verga… Esas lamidas me estaban volviendo loco de placer.
Papá se interrumpió por un momento y se incorporó para besarme; mientras lo hacía, me mordía los labios… Entonces, mientras empezaba a descender hacia mi entrepierna, primero lamió, y luego dio pequeños, pero agudos mordiscos a mis pezones. –Creí que iba a gritar- No por el dolor, o por el placer, ni sé bien qué era; sólo sentí que me iba a desquiciar por las ganas de gritar, de reír, y de dejarme llevar por completo.
“Nueva lección, Esteban…” -dijo papá con una risita- “…La verga de un hombre no es el único centro de placer en su cuerpo… Ahora, toma nota…”
Entonces, papá volvió a su tarea de menear, chupar, lamer y morder mi verga y huevos. Creí que iba a reventar de puro placer, sabia que me encontraba cerca del punto de no retorno, y me preguntaba cuánto tiempo más aguantaría, para poder prolongar este pacer más y más…
Pero papá tenía más trucos preparados. Esta vez, me separó las piernas y se arrodilló entre ellas. Luego, sentí sus musculosos brazos sujetarme de la baja espalda y levantarme, hasta que mi entrepierna quedó a la altura de su pecho. Mi verga descansaba sobre mi vientre, y la vi gotas de preseminal brotando de ella…
Entonces, sentí el cálido aliento de papá justo entre mis nalgas, y luego, algo que no podía creer –La caliente humedad que estaba presionando por entrar en mi culo- Esto me inundó al momento de nuevas sensaciones… Nada podía detenerme ahora y entonces, me vine –exploté en un gemido intenso, y mi descarga cayó en mi pecho cubierto de perlas de sudor.
Me alegré de que nuestro departamento estuviera bien aislado, ya que durante los últimos minutos había estado gimiendo –e incluso gritando- tanto por el inmenso placer y alegría que papá me estaba dando, que de haber vecinos cerca, ¡no les habría sido difícil imaginar lo que estábamos haciendo!
Mientras yacíamos uno al lado del otro, todo lo que pude hacer fue mirarlo a los ojos y decirle: “Gracias, papá. Eres el mejor… El que cualquiera querría tener”
“Está bien, Esteban. Es bueno que seamos tan íntimos… Pero ahora, hijo, creo que me debes como media hora de placer, así que ven aquí, y ¡Y trágate mi verga ya!”
Encontré nuevas fuentes de placer en el cuerpo de papá –la mágica sensación de sentir su verga musculosa, rígida y tan tersa al tacto, en mi boca, y el enervante olor que despedía el sudor en su entrepierna. Me encantaba chupar con fuerza la cabeza de su verga, mientras le apretaba –gentilmente, por supuesto- los huevos.
Así estaba, cuando me dijo: “Nueva lección, Esteban” Ahora, vas a mamarme la verga como lo hacemos los hombres rudos; no sólo me la vas a lamer y chupar, sino que me vas a complacer con tu garganta profunda…”
“…Escucha bien: Vas a empezar lento, pero firme, a tragarte la verga de papá; cuando sientas que te llega al fondo de la garganta, la vas a relajar, para que pueda llegar aún más al fondo… Es normal, un reflejo, sentir que vas a volver el estómago o incluso que te ahogas…”
“…Pero cuando eso te suceda, contrólate y piensa que te amo, y que nunca te haría daño; relájate y controla tu respiración; así no sufrirás por la falta de aire… Ahora, hijo, vamos, que ya estoy a punto…”
Entonces, empecé por sujetarle fuerte por los huevos, pero él me dijo: “Yo lo sujeto y lo mantengo firme, hijo; tú enfócate en tragar y hacer feliz a papá. ¿De acuerdo? Así que él sujetó con fuerza su miembro por su base, y yo apoyé mis manos en sus musculosos glúteos… Entonces, lenta, muy lentamente, empecé a tragarme su deliciosa carne… No me distraje chupando o lamiendo… sólo quería complacerlo, agradecido. Así que lo que hice fue salivar mucho, para que me fuera resbalando mejor…
Entonces, sentí que su punta topaba con mi campanilla, pero haciendo un gran esfuerzo, inhalé profundamente y relajé mi garganta…
Los siguientes segundos fueron una mezcla de confusión y placer extremos. No podría decir cuánto tiempo aguanté: Sólo podía pensar en la verga de papá incrustada en mi garganta; la sentía crecer a proporciones imposibles en mi interior, cuando de repente, sentí sus fuertes pulsaciones, señal inequívoca de que se estaba viniendo… Ahí fue cuando me asusté un poco, porque con su hinchado miembro en mi garganta, y ahora con su enorme descarga de semen, no podía jalar aire; pero justo entonces, sentí como empezaba a sacármela muy, lentamente, apenas lo suficiente para que pudiera jalar un poco de aire…
Agradecido por ello, me tragué de inmediato toda su deliciosa descarga, y el sentir cómo se estremecía de placer, me volvió un demente. Tomé sus pezones y empecé a retorcerlos… Primero un poco, y luego, rudamente… Sus gemidos de placer se intensificaron, y sólo conseguían excitarme más. De repente, me di cuenta que me empezaba a venir copiosamente. En ese preciso momento, papá volvió a disparar dentro de mi boca, y lo que hice a continuación fue atrapar mi descarga, juntarla en mi boca con la suya y luego besarlo, mezclando nuestro semen y nuestras salivas, lamiendo su lengua, metiéndole la mía, nos besábamos, nos escupíamos, nos mordíamos ferozmente los labios… Unas gotas de sangre se agregaron a la rica mezcla de nuestros jugos y, como animales, terminamos lamiendo todos ellos.
Sólo una de las lecciones de aquella noche no pude poner en práctica: El robusto y musculoso cuerpo de papá resultaba muy difícil de levantar de la misma manera que él lo había hecho con el mío, así que, por el momento, tuve que conformarme en imaginar lo que se sentiría experimentar así la más íntima parte de un hombre.
PARTE 4…
Ahora, mi vida había cambiado por completo; estaba mejorando notablemente en mis calificaciones, y la magia mi experto amante y padre saciaba mis impulsos; me encantaba despertar en medio de la noche y sentir el aliento de papá en mi cuello, y reposar sintiendo los latidos de su corazón y el calor –y olor- de su cuerpo.
Como cualquier hombre, papá tenía erecciones mientras dormía, y me encantaba sentir su pulsante verga en mi baja espalda, justo sobre mis nalgas, se sentía fantástica. Entonces, muy lentamente me daba la vuelta y se la acariciaba, tan gentilmente como el deseo me lo permitía. Me encantaba arrancarle pequeños gemidos y suspiros de placer… Si continuaba estimulándolo, podía retraer su prepucio y verme recompensado con unas preciosas gotas de líquido preseminal; me deleitaba la sensación resbalosa del caliente miembro de papá mientras lo masturbaba…
Era inigualable. Y sabía bien lo excepcionalmente afortunado que era al contar con un papá así –alguien que realmente me amara, y que se preocupara por enseñarme lo que era el sexo en realidad.
Después de haber recibido mis lecciones –bastante interactivas- acerca de todo lo que él sabía acerca del sexo oral, papá y yo ya no nos mamábamos el uno a otro cada noche, así que la mayoría de las noches sólo los masturbábamos mutuamente, ya que, como es bien sabido, es la forma más fácil de aliviar la tensión sexual…
Solíamos guardar la exploración y el disfrute pleno del cuerpo del otro para los fines de semana, cuando podíamos quedarnos en cama mucho más de la cuenta, sin trabajo y sin escuela, aprovechábamos para repasar las lecciones aprendidas… El ‘69’ fue algo que tuvimos que practicarlo bastante, porque yo era un alumno bastante mañoso, pero con un maestro así… aprendí a manejar mi energía sexual y a disfrutar del cuerpo de mi amante a plenitud, y corresponderle.
Y es que sólo de pensar que la rica verga que me ponía a mamar como un becerro (el semen era ahora mi mejor complemento alimenticio) era la misma que me había engendrado, me inspiraba para ser un ‘compañero de cama’dedicado de lleno a la tarea de dar y recibir todo el placer posible.
PARTE 5…
Tras varias semanas después de habernos mudado, estábamos una noche de sábado, yaciendo uno junto al otro, jadeando y cubiertos de sudor, después de una intensa sesión masturbatoria y plenamente satisfactoria…
“Esteban –esos amigos de tu edad que solías tirarte… ¿Extrañas cogértelos?”
“¡NO, papá! Prefiero estar aquí contigo que con todos ellos juntos. He descubierto tanto placer e incluso diversión contigo en una sola noche… Es muy cierto lo que me dijiste: Sólo un verdadero hombre puede realmente comprender lo que se necesita para hacer sentir a otro hombre completamente satisfecho. Esto lo estoy disfrutando mucho, ¡muchísimo!”
“Bueno, Esteban, yo también. Es bueno que nos estemos acoplando tan bien. Estoy realmente orgulloso de la forma en que has aprendido a responder a tu propio cuerpo, a saber lo que te gusta, y como darme placer y satisfacción a cambio… Pero no siempre va a se así, ¿sabes? No te engañes con que el sexo con otros hombres va a ser tan intenso como éste.”
“¿A qué te refieres?”
“Mira, hijo, déjame explicarte. Es completamente natural para mí amarte, porque eres mi hijo, y no importa lo que hagas, siempre te querré. Pero no será así en tus relaciones con otros hombres…”
“…Aparte de que disfrutamos el sexo porque nos amamos, cuando te vayas a la cama con tus otros amigos o conocidos, puede que te puedas sentir un poco decepcionado… Verás, algunos de los hombres con los que te relaciones sólo se involucrarán contigo superficialmente, cuando se conozcan en la universidad, en una reunión o en un bar; esos tipos sólo se interesarán en el sexo por el sexo, por deporte, distracción o escape…
“…Tú eres genial en la cama, y te aseguro que lo disfrutarás si ellos son la mitad de buenos que tú… Pero no será tan intenso ni tan perdurable como lo que tenemos entre nosotros. Esa es la diferencia entre un simple acostón y una relación tan profunda como la nuestra… Mira, sólo quiero que no te vayas a sentir frustrado, o decepcionado, si las cosas no resultan como habías deseado.”
“Vaya, creo que te comprendo… Hasta antes de ser tan unidos, mis relaciones… bueno, creo que no merecen ni el nombre de relaciones… tan sólo cogía, como tú dices, por deporte, por distracción, pero todo acababa tan rápido y luego me sentía… ya sabes, un poco triste o confundido…”
“Verás, hijo. En mis tiempos, se esperaba que un hombre se casara y permaneciera así –pero actualmente, no tienes esa presión sobre ti. Está perfecto si decides no casarte, y ahora que tienes bien definida tu preferencia sexual, te aseguro que nacerá en ti el deseo de estar con un hombre por el resto de tu vida…”
“…Pero si empiezas entonces a convivir con otro hombre en plan serio, te advierto que no puedes esperar que sea un compromiso a perpetuidad –el hombre no es monógamo por naturaleza, y en mi experiencia te puedo decir que no importa lo intensas que hayan sido mis relaciones con otros hombres, ni lo mucho que hayamos disfrutado de nuestra compañía y nuestros cuerpos, ¡siempre terminan buscando a otro tipo con el cual revolcarse! Lo que no quiero es que resultes herido; tienes que estar preparado para encontrar a un tipo, y coger como si no hubiera mañana por el tiempo que quieran, pero no sientas que la cagaste si él te bota antes que tú a él. No es común en las relaciones entre hombres el compromiso de por vida, así que tenlo siempre en mente; uno o cuando más dos años de relación monógama es todo lo que tendrás.”
Me preguntaba a qué iría mi padre con ese discurso aleccionador… Pero ciertamente, lo único en lo que me concentraba era en disfrutar con mi cuerpo al máximo; supongo que era una cuestión hormonal, normal a mis 17, y el sexo me resultaba tan adictivo e incluso enajenante… Claro que amaba a papá, pero creía que podría lograr ser perfectamente feliz teniendo gran sexo, no necesariamente amor, con otro hombre que me complaciera.
“Bueno, hijo, recuerda esta conversación en los años por venir, especialmente cuando te sientas destruido porque sientes que el amor de tu vida se ha escapado con otro sujeto.”
“Oh, claro, papá”
“Quedas advertido, Esteban. No te involucres demasiado emocionalmente. El hombre es un cazador y depredador nato, y el compromiso impuesto puede joder las relaciones. Así que juega en el campo, pero con tus propias reglas. Relaciónate con otros sujetos, disfruta del sexo con ellos, vive con ellos, si así lo deciden, pero has de estar siempre preparado para seguir adelante… ¿De acuerdo?
“Sí, papá.”
“Bueno… Me parece que dices porque sí… Ya veremos…”
“…Quizá debiéramos hacer algo realmente grande, algo especial de veras, para recordarte esta conversación en los años por venir…”
“¿C-Como qué…?”
“Bueno, como ya hemos probado varias cosas, creo que ya es hora de que te coja por primera vez… Siempre recordarás tu primera vez, y así, también tendrás presentes mis consejos…”
Sentí un estremecimiento en todo mi ser. Cada vez que papá me acariciaba o lamía el culo, sentía algo… no sé… raro, no del todo desagradable, más bien excitante, y me hacía preguntarme cómo sería realmente ser penetrado a fondo.
Por supuesto que ya tenía una idea del numerito; pero con aquéllos estúpidos tipos no había todo este rico cachondeo previo, simplemente todo se reducía al sometimiento y penetración apresurada, mecánica; 2.5 segundos de placer y luego… nada. Mis "ligues" eran simples objetos, cuando mucho, trofeos. A veces ni siquiera alcanzaba el orgasmo, lo que me ponía irritable e incluso agresivo…
Y yo siempre, siempre era Activo; ¡No dejaba que se metieran con mi culo absolutamente para nada! Pero con papá, bueno… era diferente; yo lo veía como un hombre superior a mí, y de pedírmelo, nunca me habría negado. Al mismo tiempo, cada vez que acariciaba el culo de papá, no podía evitar sentir curiosidad y un fuerte deseo por empujarle la verga… Pero seguía esperando a que mi padre tomase la iniciativa –algo inédito en mi comportamiento- Así, que por fin iba a suceder… ¡Pronto sabría cómo sería el sexo hombre-a-hombre a plenitud!
De repente, mi padre empezó a actuar bien rudo. Abandonando toda gentileza, y sin caricias ni besos de por medio, empezó a masturbarme ferozmente. Tomó mi verga como un simple instrumento y lo activó. Yo había eyaculado unos minutos antes, así que tuvo que esmerarse un poco parta hacerme disparar de nuevo, y entonces lo consiguió; una sola descarga, aunque no tan abundante como la anterior, que cayó en mi vientre.
Papá parecía complacido, creo, mientras se acercaba con una sonrisa un tanto misteriosa. Viéndome directo a los ojos, fue a acomodarse justo entre mis piernas, arrodillándose ahí. Alcanzando con su mano mi vientre, procedió a untarse algo de mi semen en dos de sus dedos de la mano izquierda, y luego me los puso en el culo. Sentí un dedo masajeando, y experimenté esa extraña sensación…
Pero mi amante no se detuvo ahí, jugueteando en la superficie. Sentí la punta de su dedo empujando insistentemente por entrar. Como que di un respingo, y ya su dedo estaba dentro de mi culo. Lo empujó un poco más, y luego lo sacó para volverlo a untar de semen, y me lo volvió a meter. Esta vez se sentía bien rico, y no me dolió para nada.
Mi padre no dejaba de mirarme fijamente mientras me dedeaba el culo, y así, con nuestras miradas fijas, fue cuando sentí un segundo dedo insertándome. Esto dolió –un poquito- y mientras papá iniciaba un lento, pero constante mete-y-saca también sentí movimientos circulares; sentí a mi tierno culo dar un tirón con el esfínter, como que ya no sentía tanto placer… Incluso gruñí un poco.
“Aguanta ahí, Esteban…, -dijo papá- …Necesito relajarte un poco antes de penetrarte propiamente… ¡Vamos, cabrón! Agradece que no estás siendo violado en una celda, un dormitorio o algo así –con un joven buen tipo como tú, no se tomarían la molestia de lubricarte o relajarte primero, como lo estoy haciendo yo; tan sólo tendrías una puta verga gorda bien encajada en el culo. Yo no pretendo lastimarte demasiado, ni dañar algún tejido permanentemente… Te amo, cabrón ¡No lo olvides! Y hasta que te hayas acostumbrado, voy a hacer esto tan calmada y pacientemente como pueda…”
“Está bien, papá, Tú… eres el experto”
Mi padre siguió masajeándome el culo por un par de minutos más, para, a continuación, tomar lo que quedaba de mi semen, adicionarle un escupitajo, y embadurnar su magnífica verga en total erección.
Él estaba aún arrodillado entre mis piernas, así que podía deleitarme con la hermosa visión de su musculoso pecho y abdomen, tan velludo y cubierto de sudor… Entonces, papá me alzó la pierna izquierda, y me ordenó sujetarla a la altura del tobillo. Luego hizo lo mismo con la segunda, y me mandó a sujetar firmes mis muñecas, justo bajo mis rodillas. Luego, me colocó una almohada debajo de la espalda, con lo que consiguió que mi culo quedara totalmente expuesto.
“Vamos a estar así por un buen rato, Esteban, y quiero que estés cómodo”, -me dijo.
Me acomodé lo mejor que pude, y le dije que así estaba bien.
“Mira, la primera vez es casi siempre más fácil si se hace de a perrito, tu sabes bien cómo es, uno se arrodilla y levanta el culo, mientras el otro le da por atrás; es una postura muy buena para una cogida intensa y rápida. Pero ahora, te tengo en el equivalente a la posición del misionero –es un poco menos cómoda para el receptivo siendo su primera vez, pero tenemos un par de ventajas…”
“…Primera, nos podemos ver el uno al otro: Así puedo juzgar, por tus expresiones, si estás experimentando un dolor intenso o un placer agónico, y a la vez, tú puedes mirarme. Creo que un hombre necesita de veras ver la cara del tipo que toma su virginidad…”
“…Segunda, una vez que te encaje la verga, puedo penetrarte más a fondo en esta posición, ya que el propio peso de mi cuerpo ejerce una presión sobre ti. Así, puedo penetrarte a tope, y podrás sentir mi vello púbico en tus nalgas, y también el golpeteo de mis huevos mientras te poseo… Quiero que experimentes esto al máximo, que te llenes de mí… Ahora, ¿estás seguro de que estás listo?”
“Sí, papá…”
“Va a dolerte un poco al principio, pero es parte de ello, especialmente las primeras veces. Al principio quizá no puedas distinguir entre el dolor y el placer. Así que siéntete en libertad de gemir, llorar, hasta gritar, lo que quieras. –A mí no me molestará, y nadie más va a oírte.- Muchos tipos se desquician un poco y sueltan fuertes alaridos, llevados por la pasión y el delirio de la primera vez, pero no es nada por lo cual haya que avergonzarse…”
“…Soy un tipo fornido y bastante bien dotado, y voy a cogerte duro y fuerte –es muy intenso para tu primera vez como receptivo, pero no me voy a detener. Necesitas experimentarlo a tope. Y de todas formas, una vez que haya empezado, ¡no creo poder detenerme! Así que grita, llora, gime… Pero concéntrate y deléitate con lo que te está ocurriendo. Ser cogido es una de las mejores sensaciones que puedas experimentar… Concéntrate en disfrutarlo, en todos los pequeños detalles… No vayas a intentar detenerme, créeme que yo no pretendo herirte, sino, por el contrario, darte todo el placer del que sea capaz, y así espero lo mismo de ti…”
“…Ahora, escúchame bien: Voy a empezar. Y una vez que haya empezado, no voy a hablarte. Un hombre necesita enfocar toda su atención en el placer que recibe para poder, a su vez, proporcionarlo, así que no quiero hacer algún comentario inoportuno, ¿de acuerdo?”
“¡Sí, señor!”
A continuación, papá empezó a reclinarse sobre mí. Entonces, sentí algo presionando contra mi culo –no como sus dedos, sino un núcleo sólido, e increíblemente caliente. La mirada de mi padre estaba clavada en la mía, y así, empezó a presionar cada vez un poco con más fuerza, y empezaba a doler. Sentí un repentino impulso de gritarle que se detuviera, pero recordé lo que me había dicho, así que sólo me mordí los labios y aguanté ahí. No podía evitar el reflejo de mi esfínter apretando, y supongo que no le gustó a papá, porque lo oí gruñir:
“Deja de luchar, Esteban. Aflójate, respira hondo y relájate, cabrón…”
Hice lo que me ordenaba, y de repente, sentí un agudo dolor que me arrancó un grito… Pero entonces, la más indescriptible ola de placer me barrió por completo. Casi se me nubló la vista, pero pude ver que mi padre sonreía, triunfante…
Él continuó empujando, y pude sentir como su verga me iba llenando el culo; luego de que la cabeza de su verga se me encajó, la fricción de su tronco con las paredes de mi ano me mandaba impulsos de placer cada vez más fuertes. La penetración, lenta y progresiva, caliente y dura, y suave era tan… Oh, bueno, ya saben cómo es.
Papá se detuvo, y pude ver que seguía sonriendo. Yo había estado moviendo la cabeza de lado a lado mientras me bombardeaba el placer, pero ahora me había detenido y lo miraba fijamente. Él empezó a moverse de nuevo, ahora retrocediendo… y otra ola de placer puro me inundó. A continuación, empezó un suave movimiento hacia delante y hacia atrás, y todo el tiempo me encontraba en éxtasis. No pude evitar lanzar tantos gemidos y alaridos, tan intensas eran las sensaciones que estaba recibiendo.
“Relájate, Esteban… -suspiró mi padre- …Afloja las piernas, y déjalas descansar sobre mis hombros.”
Así lo hice, y también relajé mis brazos a los costados, y mientras mi padre me iba encajando, toda mi conciencia estaba enfocada en la deliciosa experiencia de sentirlo en mi interior. El tiempo dejó de importar… No sé por cuánto papá continuaba metiendo y sacando su verga tan deliciosa de mi palpitante culo… Me escuchaba a mí mismo gimiendo, casi riendo, casi gritando… Nunca me había encontrado tan fuera de control, ¡y eso era maravilloso!
Él se detuvo por un ratito, y yo sólo me quedé quieto; mi respiración se había reducido a rápidos espasmos entrecortados… Entonces grité con todas mis fuerzas.
Tras tomar impulso, papá me encajó toda la longitud de su verga de un solo golpe, estrellando su pubis en mi trasero.
Ahora era como si él fuera un demente; ya no más suaves y gentiles movimientos. Mi padre me sacaba la verga casi por completo, y luego, con un grave y profundo gemido, me la encajaba al tope. Mientras su cuerpo colisionaba una y otra y otra vez contra la parte más tierna de mi culo, realmente empezó a doler, y mucho… Pero gradualmente, como que me fui acostumbrando al dolor, tras esos agónicos momentos, un placer emergente empezaba a invadirme… Y mientras nuevas ondas de placer empezaban a envolverme, supe que mi padre estaba en total control. Cada vez que me ensartaba a tope, sentía sus cojones rozándome las nalgas… Estaba poseyéndome por completo.
La verdad es que yo estaba sorprendido de que mi padre pudiera aguantar tanto, porque llevaba una agónica eternidad metiendo su verga dentro de mí y no parecía que tuviera prisa por acabar. Y yo tampoco. Estaba disfrutando tanto que no quería que la sacase todavía. Cada vez que arremetía contra mí sentía su miembro hacerse paso en mis entrañas y la sensación era muy placentera. Estaba loco y no sabía cómo demonios me podía caber semejante trozo de carne dentro. Sentía cómo me entraba rozándome las paredes de mi recto y sentía el golpe final de sus cojones contra mis nalgas y me sentía desfallecer por momentos. No había nada que pudiera hacer para detenerlo, y nada que me impulsara a hacerlo. Entonces, como si actuaran por cuenta propia, mis manos volaron para sujetar los pezones de papá. Los pellizcaba y retorcía con toda mi fuerza… Quería darle la misma mezcla de dolor y placer que él me estaba dando.
Papá empezó a gemir, muy fuerte; me asusté por un momento, pero nada podía detenernos ahora. Empezó a penetrarme con empellones aún más fuertes y violentos; su verga no sólo se me incrustaba a más no poder, sino que ahora combinaba el mete-y-saca con movimientos circulares… Ahora, mientras notaba el choque contínuo de muestras carnes, escuché sus roncos gemidos:
“Ohhh, Así… Así… Vamos, cabrón… Toma… ¡Toma vergaaaa! ¡Cómetela! -y escuché mi propia voz en respuesta…. “Sí, Sí, Cógeme… ¡Jódeme el culo!
Entonces se detuvo.
En un momento estaba empujándome la verga con todas sus fuerzas, y al siguiente se quedó quieto, y dando un prolongado y grave gemido, se derrumbó encima de mí, mientras el peso de su cuerpo musculoso me sumía en el colchón. Como un reflejo, mis piernas rodearon su cintura y mis brazos su tórax, mientras que con mi súper adolorido esfínter trataba de exprimir su verga lo más posible.
Nuestros cuerpos calientes estaban cubiertos de sudor; podía notarlo con toda la superficie de mi piel en contacto con la suya. Entonces, empezó a besarme, y así su lengua repetía en mi boca lo que su verga acababa de hacer en mi culo.
Nos quedamos así, en un íntimo abrazo, que apenas nos permitía respirar. No quería que este momento acabara. Deseaba quedarme así, subyugado por su cuerpo y su calor. Pero eventualmente, libreó su lengua de mi boca, y empezó a retraer su verga de mi culo muy, muy lentamente. Mirándome fijamente; estaba sonriendo, y yo también.
“Así que… ¿Qué te pareció?”
“Vaya, hombre… Apenas puedo hablar… Ni sé que decir…”
“Estoy muy orgulloso de ti, hijo. No hay muchos tipos que me hayan aguantado tanto en su primera vez. Estoy muy bien dotado, como sabes, y algunos de los novatos en las barracas solían chillar como maniacos ¡incluso antes de que los penetrara propiamente! …Pero como que valió la pena, ¿o no?
“Oh, papá… papá…”
“Está bien, Esteban… Sólo relájate. Voy a sacarla por completo, ya vez que lo estoy haciendo muy, muy lentamente… Quédate quieto… Ya está”
Cuando la verga de mi padre salió por completo de mi gastado ano, di otro respingo de placer; pude sentir el enorme hueco en mi trasero y como escurría el semen de mi padre entre mis piernas… Pero casi lloré… Sí lloraba. Deseaba con el alma tenerlo dentro de mí por siempre, y ahora había acabado. Entonces papá me tomó entre sus fuertes brazos y me besó con gran ternura.
“¿Estas bien?”
“Oh, sí, papá… Es que…. Fue tan… No… No tengo las palabras para describirlo…”
“No importa, hijo. Sé que lo disfrutamos ambos. Fue fantástico”
“Papá… Este… ¿Puedo ahora cogerte yo?”
PARTE 6…
Papá pareció un poco sorprendido cuando le dije lo que deseaba hacer, pero entonces una sonrisa afloró a sus labios, y me dijo, divertido:
“Sabes, Esteban, que se requiere de todo un hombre para conquistar mi culo. Soy bastante grande y fuerte, así que sólo llegas ahí por invitación; y la mayoría de los tipos, viéndome, naturalmente asumen que yo voy a cogerlos, y yo no les doy chance de culearme… Pero te dije que íbamos a vivir juntos como buenos amigos, y entre amigos íntimos, todo es mutuo –a veces damos, a veces recibimos…”
Mientras terminaba de hablar, papá se rodó boca abajo, cruzando los brazos bajo su cabeza, y dando un suave suspiro, alzó su musculoso trasero para mí. El verlo así me derritió por completo; un hombre en toda la extensión de la palabra, como él, experto amante, y en buenísima forma. Era la imagen clásica de los modelos de TOM of Finland… ¡y era para mí!
Soy un rápido aprendiz, y tenía bien presentes mis lecciones. Así que me incorporé, y a continuación le di… una fortísima nalgada, mi palma golpeó su nalga con todas mis fuerzas, hasta me ardió, y le dije, con voz fuerte:
“¡Voltéate boca arriba, y levanta las piernas, cabrón!… Esto no es ‘noche de aficionados’, ¿sabes?”
Estaba consciente de que papá sabía que era medio en broma, porque lentamente, se dio vuelta, y fijó su mirada en la mía.
“Hombre… tú fuiste quien me recomendó esta postura… ya sabes, para una penetración más efectiva… y como me gustó tanto, creo que lo haremos así otra vez… Además, quiero llegar hasta el tope, tu sabes que me gusta experimentar al extremo…”
Esto último lo dije algo dubitativo, pero al ver la sonrisa de mi padre vi que había entendido que ahora yo iba a estar a cargo, así que volví a utilizar un tono fuerte y rudo:
“Bueno, maestro… levanta las piernas, sujétalas de los tobillos y sepáralas, ¡y déjame ver ese culo tuyo!”
Papá hizo lo que le pedía, y entones me incliné sobre él y empecé a acariciarle las nalgas, y luego puse más atención en la entrada de su culo, que había acariciado tantas veces, pero que ahora era mío para coger.
Entonces, le lancé un escupitajo justo en el culo, y con un dedo primero, empecé a meterle mi saliva en el ano. Él dio un rico suspiro, mientras sentía su cuerpo estremecerse. Me sorprendió la humedad y calidez de su culo, mientras lo dedeaba… Trataba de encontrar y estimular su próstata, como había leído en algunas historias porno en Internet, pero no pude encontrar nada, y las reacciones de papá no cambiaron mucho –sólo sus gemidos entrecortados. Así que lo dejé para futuras exploraciones; no quería arruinar el momento en ese instante.
Así, después de insertarle un dedo, le siguió un segundo, y luego un tercero. Me mantenía observando, ansioso por ver sus reacciones, mientras me asombraba de lo flexible que era su carne ahí abajo; su ano estaba bien relajado, mientras mis dedos entraban y salían, y mi padre obviamente estaba experimentando una sensación placentera, ya que se retorcía y gemía mientras lo dedeaba…
Pero sabía que no podría esperar demasiado; mi verga estaba tan tiesa que me dolía, y sabía y sentía que en cualquier momento iba a disparar mi descarga, así que impulsivamente, simplemente me puse en posición y, con un fuerte empellón, dirigí mi verga, con todas mis fuerzas, hacia su culo expuesto y deseoso…
Así, me inserté en su ano, y empujé, y empujé. Logré casi una penetración total al primer impulso, y entonces empecé un movimiento de mete-y-saca rudo y desesperado… Sus gemidos empezaron a aumentar de nivel, y eso, aunado a las intensas descargas de placer que mi cerebro estaba recibiendo, el sentir el calor y humedad de su culo ¡y sin un condón de por medio! De pronto, tuve ese espasmo, y esa sensación inequívoca cuando empiezas a eyacular, y me vine de repente; tuve que detenerme, por la hipersensibilidad en mi verga, sintiendo cómo bombeaba lo que me quedaba de semen dentro de papá, sorprendido, y, he de confesar, algo decepcionado –de mí mismo.
Luego me colapsé sobre el musculoso pecho de mi padre, y él me envolvió con sus brazos y sus piernas, abrazándome muy fuerte.
“Papá… Lo lamento…”
“Pero, ¿por qué, Esteban? No me lastimaste, ¿sabes? Es que cuando mis centros de placer –y especialmente los del culo- son activados me da tanto… placer… tan puro…”
“Pero papá… Lo que lamento es haberme venido tan rápido. Lo que deseaba era cogerte por horas y seguir y seguir, para darte una cogida que recordaras por siempre… Quería que fuera algo tan especial como lo había sido para mí… Pero todo terminó tan rápido, no pude cogerte a plenitud, con más intensidad…”
“No te preocupes por eso, Esteban. Primero: esto ha sido especial e inolvidable, tan sólo porque eres tú, mi hijo, quien me ha dado este placer; y segundo: es normal en los jóvenes de tu edad que se vengan tan rápido; no es que tengas eyaculación prematura, nada que ver; sólo necesitas de más y mejor entrenamiento… ¡Y puedes contar conmigo para ello!”. -Papá dijo riendo esto último, y supe entonces que él estaba orgulloso de mí, de mi virilidad.
Pero yo seguía… cómo decirlo… hambriento.
Hambriento de placer, y especialmente, de esa sensación de poder que había experimentado mientras de daba por culo a mi padre.
Me encantaba el estar en control, además de enterrarme en su cuerpo y dejarle mi semen dentro. Me había hecho adicto a estar al mando, completamente…
Deseaba tener ese poder de nuevo, para ordenarle que se tumbara como se me antojara, y entonces tenerlo ahí, yaciendo para mí, esperando por mí para penetrarlo y llenarlo con mi cuerpo.
Estuvimos recostados, uno al lado del otro, acariciándonos, sin hablar. Me encantaba acariciar su masivo pecho peludo, y oler el aroma que emanaba de sus axilas… Él tocaba mi abdomen, y luego, bajaba… Nos deleitábamos acariciando los genitales del otro, ya no para “ordeñarnos”, simplemente por la rica sensación de tener una verga caliente y suave entre tus manos.
Me sentía tan unido a papá, como nunca, y supe que esta era la mejor forma en que dos iguales podían estar.
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