Susurros en la oscuridad
Conversaciones en cuarentena.
11:42 p.m.
—¡Por favor…!
—¡No, te digo que no, saca la mano!
—Pero si es solo un ratito… déjame.
—¡Shhh!, tu mamá te va a escuchar.
—Está durmiendo.
—Te digo que no, eso no está bien.
—Pero el otro día…
—Estoy arrepentido, eso no debió pasar.
—Pero pasó…
—Lo sé, por eso estoy arrepentido.
—Lo disfrutaste, ¿no?
—Sí… quiero decir, ¡no, no es así!
—¿No lo disfrutaste?
—Bueno, sí, pero no se debe repetir.
—Pero por qué, si a ti te gusta y a mí me gusta, ¿qué tiene de malo?
—Los papás no hacen esas cosas con sus hijos.
—¿Cómo sabes?
—¿Qué?… pues, porque lo sé.
—Sólo quiero darle un besito, anda.
—No, cómo se te ocurre, te digo que no.
—Mira, ya la tienes dura, ¿ves?
—¡Tu mamá nos podría escuchar!
—Tú sabes que no, está enferma, por eso estás durmiendo conmigo.
—Aghhh, suéltala, ¡saca tu mano!
—¿Puedo levantar la sábana?
—(silencio)
—La tienes súper dura.
—(silencio)
—Mmmm, qué caliente está, déjame chuparla.
—(traga saliva)
—Te voy a limpiar los juguitos de la cabecita.
—(inspira aire por entre los dientes)
—Mmm, ¡qué rica está!, ¡qué suavecita!
—(silencio)
— Ya me la puedo meter toda en la boca, ¿ves?
—(respiración agitada)
— Avísame cuándo estés por venirte.
—Por favor… Dieguito.
—Disfrútalo, sabes que te gusta.
—¡Ay, dios!
—¿Te gusta que te la chupe así?
—¡Ay, mi niño!, ¡qué bien te la comes! Dale, cómetela toda, hijo, toda.
—Qué grandes tienes las bolas, papá.
—Acarícialas también hijo, chúpalas. ¡Oh!, así, sí.
—Quiero tu leche, papá. Dámela en la boca.
—Dale, sigue chupando. Sácamela tú mismo.
—(chup, chup)
—Ahh, qué rico lo haces, ¿te cabe toda?
—(chup, chup)
—Falta poco, ¿te la vas a tragar?
—(chup, ch…) dámela.
—Méteme un dedo en el hoyo.
—Levanta un poco las piernas.
—Aghh, qué rico, hijo, ahí va.
—Dale, córrete en mi boca.
—¡Agh!, trágala toda, sigue chupando, ¡agh!, ¡qué riicooo!
—Mmm
—Ya, deja sacarla, ya no hay más.
—Un ratito nada más, todavía está dura.
—No. Duérmete, ya conseguiste lo que querías.
—¿Puedo dormir abrazado a ti?
—Ven.
2:17 a.m.
—(Chup, chup)
—(durmiendo)
—(Chup, chup)
—(durmiendo)
—Papá…
—(durmiendo)
—¡Papá!
—¡¿Eh?!, Diego, ¡qué haces!
—La tienes dura
—¡Pero…!
—Me la estabas clavando dormido y…
—¡Pero, Diego…!
—¿No me la quieres meter?
—Ufff, ¡tengo que trabajar en…! ¿qué hora es?
—No sé, pero aprovechemos que está dura.
—Pero… ¿tú no te cansas?
—(chup, chup)
—¡Oh!
—Levanta las piernas, papi.
—¿Eh?
—Dale, así, levántalas.
—¿Qué vas a haaagh…
—¿Te gusta que te coma el hoyito?
—Sí, pero es tarde y…
—Dale, si es un ratito no más.
—¡Quiero dormir!
—Una sola cachita y te dejo dormir, ¿sí?
—(silencio)
—¿Ves cómo te gusta que te meta la lengua en el culo?
—(silencio)
—¿me detengo?
—Ay, sí, ¡no!, dale, dale, sigue.
—Mmm, me vuelve loco tu culo, papá. ¡Es tan peludo!
—¡Ah!
—¿Te gusta que te pajee mientras te como el culo?
—Sí, sí, ¡oh, dios!
—¿Quieres metérmela?
—Pero… tu mamá.
—Dale, sí alcanzamos, ella está enferma y durmiendo.
—No sé, hijo.
—Dale, siente cómo tengo el culo. Me eché crema, me entra todo el dedo.
—Ay, hijo. No sé a quién saliste tan obsesivo.
—No es obsesión, papá, estoy caliente por ti. Tú me tienes así.
—Pero hijo, yo…
—Tú fuiste el que se metió a mi pieza, ¿te acuerdas?, me hiciste tragar el moco.
—Dieguito, no hables así, por favor. Yo estaba ebrio.
—Pero a mí me gustó, papi. Me recalentó tu verga.
—Pero fue un error del que me arrepiento.
—No te arrepientas, a mí me gustó y quiero que lo hagas muchas veces más.
—Tu madre nos puede descubrir.
—Esa noche no te preocupó.
—Ya te dije, estaba ebrio.
—Y caliente. Me gustó que te corrieras en mi boca.
—Dieguito, yo…
—Mira cómo la tienes, estás a punto, métemela, será solo un ratito.
—Está bien, ponte de rodillas y levanta el culo.
—No, quiero que sea de frente, ¡por favor!
—Ok, deja poner esta almohada debajo de tu culo.
—¿Así?
—Sí, pero sujeta tus piernas así, con las dos manos. Levanta el culito.
—Ponla toda de una vez, quiero sentir cómo se clava hasta los pelos.
—Oh, Dieguito, qué caliente tienes el hoyo, hijo.
—Dale papá, métela toda, la siento muy rico, ¿te gusta?
—Sí, me encanta, hijo, tienes un hoyo delicioso y me la apretas que es un gusto.
—Espera, deja que me acostumbre un ratito. ¡Ay!
—Avísame.
—Ya, ahora empuja despacito.
—Si te duele mucho, dime.
—Ufff, qué rico se siente como me entra. Sigue, sigue.
—Se siente rico como te entra la pichula, Dieguito. ¿Lo habías hecho antes?
—Con pepinos no más.
—Ahh, qué perverso eres.
—Tú también, papi, pero me gustas así.
—Aguanta que te meto el resto, aguanta.
—¡Oh!, siento muy rico como entra toda, papá, hasta tus huevos los siento cuando chocan en mis nalgas.
—Dieguito, tienes el culo tan rico. Voy a tener que culearte todos los días.
—No me quejaría que fuera todos los días, papá. La siento tan caliente.
—Ahh, qué rico, hijo, no voy a durar mucho, mi amor, me tienes muy caliente.
—Dale, échala toda no más, quiero sentir el calor de tu leche en mi interior.
—Ahh, me encanta culearte, te culearía día y noche.
—Puedes hacerlo si quieres.
—Ahh, ¡qué gusto!, ¿la sientes toda?
—Toda. Me clava cuando se mete bien adentro.
—Me encanta como se desliza la verga por todo el interior de tu cuevita. ¿No te duele?
—No, al principio sí, pero los pepinos me lo han abierto.
—Oh, eres un degenerado, hijo.
—Los dos somos degenerados, papá. Tú te estás culeando a tu hijo.
—Es verdad. Me gusta culearte, hijo. Eso, aprieta el hoyito, me gusta cuando haces eso.
—Tienes la verga bien gruesa, papi. Me gustaría comértela siempre.
—Toda tuya, mi amor. Cuando quieras.
—¿Me la darás cuando quiera?
—Sí, siempre y cuando tu mamá no se entere.
—Por mí no lo sabrá.
—Ahhh, no aguanto más.
—Dámela toda, papi, dame, dame.
—Ahí va, toma, ¡Agghh!
—¡Oooh!, se siente cómo sueltas la leche, papá.
—Shhh, no levantes la voz.
—¡Es que es tan rico!
—¿Te gustó mucho entonces?
—¡Me encantó!
—Bien, entonces te daré pico muy seguido.
—Eso espero, papi.
—¿Podemos dormir ahora?
—¿Me la meterás de nuevo por la mañana?
—(silencio)
—Sí, ¿verdad?
—Buenas noches, hijo.
—Buenas noches, papito.
6:08 a.m.
—¿Papá?
Torux
Excelent !! muy cachondo y lleno d lujuria!!
Gracias, malxubgo.
Me gusto tu relato y tremenda paja me hize sigue contando ok.. 🙂 😉 🙂 😉
Me alegro que te haya gustado, gracias.
Excelente relato como todo lo que he leído, y he notado que el nombre de Diego aparece en varios relatos…
No te sabría decir cual es mi relato favorito, cada relato tiene algo que lo distingue del otro aun y cuando sea una trama similar y deseando leer toda tu obra, en verdad te felicito y sigue adelante deleitándonos con todo tu talento. un abrazo
Muchas gracias, Regio67, se agradece que te hayas dedicado parte de tu tiempo para comentar. Es cierto que el nombre de Diego ha aparecido en varios relatos. ¿Qué significará? 🙂
*que hayas dedicado