Tamara.
La Tamy, mi hija única de un matrimonio feliz que se fue deteriorando hasta romperse .
Conocí a mi esposa en el colegio, al principio eramos amigos. Elle estaba dos cursos más abajo. Después fuimos buenos amigos y finalmente novios.
Salí del colegio y entré a la universidad, dos años después ella terminó la secundaria, pero no entró a la universidad porque quedó embarazada. No se si fue fortuito o intencional, ella tomaba anticonceptivos de los 16, hacia dos años.
Ella estaba celosa porque pasaba más tiempo en la universidad que en la casa, y cuando estaba en la casa sólo tenía tiempo para estudiar.
En fin que nos casamos cuando ella tenía 4 meses, aunque no se le notaba, debe haber sido por la faja, porque después del matrimonio le apareció el abdomen.
Al principio me fui a vivir a su casa, cosa que no le gustó al papá.
Entonces nos fuimos a vivir a mi casa, cosa que no le gustó a mi mamá. Ellas no se llevaban bien, por lo que mu esposa se fue a vivir a su casa.
Cuando mi hija tenía 3 años comencé a trabajar mientras terminaba mi carrera.
Arrendamos un departamento interior el cual tenía un dormitorio, una especie de cocina comedor y un baño. Por lo menos estábamos independientes. El único problema era que mi hija dormía con nosotros, por lo que el sexo era escaso. Aunque ella no entendía nada, sólo que el papá y la mamá estaban jugando.
Cuando tenía 5 años decidimos arrendar un departamento con dos dormitorios. A esa edad ella nos veía ducharnos, vestirnos y hacer el amor.
En el departamento todo fue mucho mejor, además de que mi sueldo se había duplicado, nos permitía alguna privacidad, aunque ella estaba acostumbrada a vernos desnudos.
A los 6 años entró al colegio y como mi esposa se aburría en el departamento, decidió estudiar una carrera técnica vespertino.
Así las cosas cuando yo llegaba ella salía. Me quedaba con la niña y la hacía dormir. Aveces despertaba con la niña durmiendo conmigo o me despertaba mi esposa a media noche cuando llegaba.
Aveces tenía fiestas con los compañeros y llegaba de madrugada, por lo que mi hija se acostumbró a dormir conmigo.
Aveces despertaba con mi hija de 8 años durmiendo cucharita. Como con mi esposa el sexo era escaso, tenía ereciones contra sus nalgas. Sin contar con que aveces se duchaba conmigo.
La relación con mi hija se puso complicada porque ella dependía cada vez más de mi.
Una noche que llegó mi esposa me encontró abrazando a mi hija por detrás y con una erección total. Tiró la ropa hacia atrás y me pegó una palmada. Eso me hizo empujar más a mi hija y después saqué mi miembro mojado de entré sus piernas.
– No la penetré, si eso crees – le dije que todo era culpa de ella, casi no nos veíamos y de sexo nada, que era natural que tuviera erecciones espontáneas. Me dijo que me masturbara, le dije que eso hacía, mi hija me había sorprendido varias veces haciéndolo.
Al final terminé durmiendo en la cama de mi hija y mi hija con mi esposa.
Tampoco sirvió de mucho porque mi hija igual se iba a acostar conmigo.
La empresa en que trabajaba se ganó un contrato en la capital, a 500 kilómetros de la ciudad donde vivíamos. Le expliqué a mi hija que era por trabajo y que después volvería.
Tenía 9 años cuando nos separamos.
El trabajo duró casi dos años y después tuvo un aumento de obra. Mientras tanto estábamos participando en otras licitaciones.
El único contacto con mi hija era por teléfono.
Un día me dijo que quería verme, le dije que podía venir por el fin de semana.
Tomó el vuelo a las 18 horas y a las 20 había aterrizado. Estaba nervioso no se me fuera a pasar, hacía 5 años que no la veía. De pronto la vi, estaba muy cambiada pero para mí era inconfundible.
A sus 14 años era alta alrededor de 1.65 m. Estaba muy bonita. Corrió hacia mi y no quedamos abrazados un buen rato.
Llegamos al edificio, estacioné el auto en el subterráneo y tomamos el ascensor hasta el piso 25. Era un departamento de un ambiente, para qué quería más si vivía sólo, tenía una sala de estar una terraza, la cocina el baño y el dormitorio.
Le mostré todo el departamento, la terraza le fascinó, podía ver gran parte de la ciudad desde la altura con todas sus luces encendidas.
– Puedes dormir en el sofá, o si prefieres duermes en la cama y yo en el sofá –
– Porqué tienes un departamento tan chico? –
– Este edificio lo construyó la empresa donde trabajo y como me debían unos bonos, me entregaron este departamento que para mi está bien –
– Quieres comer o tomar algo? –
– Quiero tomar una ducha –
Se desvistió en el dormitorio quedando en sostenes y calzones, se dirigió al baño a ducharse.
No me había dado cuenta de lo hermosa que estaba, lindas piernas, hermoso trasero y lindos pechos.
– Papi! Préstame una toalla ! – gritó del baño.
Le llevé la toalla, estaba parada dentro de la tina y mojada completamente desnuda se veía más hermosa.
– Pásame la toalla – dijo estirando la mano y sacándome de mi embobamiento.
Se secó el pelo y el cuerpo, no podía dejar de mirarla.
– Papi? Hace cuanto que no ves una mujer desnuda? –
– Yo, yo, no sé, perdí la cuenta –
– Ah, por éso. Préstame una camisa o una remera? –
Salí del baño y fui al clóset a buscar una remera, tenía una camiseta polo que se la pasé y ella me entregó la toalla.
– Bueno, vamos a comer algo – dije.
Después de comer nos fuimos a la cama a ver televisión.
– Pero acuéstate papi – dijo ella metiéndose a la cama, me quedé con una camiseta y bóxer y me acosté al lado de ella.
– Que rico papi, dormir juntos después de tantos años – dijo abrazándome y poniendo su cara en mi pecho.
Va a ser una noche larga pensé, en cuanto se duerma voy a ir a masturbarme al baño…
Cómo me enverga que la dejen a medias