Támara 2
Un fin de semana muy largo lleno de deseos morbosos. .
Una noche inquieta, seguramente porque estaba acostumbrado a dormir sólo.
Abrí los ojos y vi el pelo de mi hija, baje la vista hasta sus nalgas desnudas y mi erección dentro del bóxer, entre sus nalgas.
La presión de sus glúteos contra mi pelvis hacía que mis testiculos me dolieran.
No quería moverme, a pesar del dolor y la presión, la sensación de estar con ella abrazándola por atrás era muy agradable. Algo que no sentía hacía mucho tiempo.
No me moví, no quería despertala para que no se diera cuenta de mi erección.
Me sentía incómodo de la situación, no puede ser que tenga estos deseos morbosos con mi hija, además de que es una niña.
Traté de separarme lentamente de ella para no despertarla, dejar que durmiera un poco más mientras me duchaba.
No me había separado ni 5 centímetros cuando ella empujó hacia atrás pegándo nuevamente sus nalgas contra mi.
Ahora mi miembro palpitaba, entre sus piernas, daba gracias de haberme dejado el bóxer.
Sentí que se movía, lenta y sutilmente, empujaba y soltaba, una y otra vez, la presión era demasiada.
– Hola hija – le dije acariciando su pelo para despertarla, tenia que hacerlo.
– Hola papi – dijo volviendo la cara hacia mi pero si dejar de presionar.
– Tengo que ir al baño – le dije suavemente.
– Quédate así un ratito más – dijo empujando su trasero contra mi pelvis. Me di cuenta que estaba despierta y que estaba sintiendo mi dureza.
– No puedo, es urgente – y era urgente, un poco más y me vaciaria entre sus piernas.
– Bueno – dijo sin moverse ni bajar la presión. La sostuve de la cadera y me hice hacia atrás. Tenía todo el bóxer en esa parte mojado. Me puse de espaldas para recobrar el aliento.
– Estás bien papi – me preguntó dándose vuelta y abrazándome.
– Voy y vuelvo – le dije dándole un pequeño beso en los labios y levantándome.
En el baño me saqué la polera y los bóxer mojados y los tiré al cesto de la ropa sucia.
Me metí a la tina y abrí la llave de agua caliente.
– Yo también me quiero duchar – dijo detrás mío mi hija. Me volví y estaba completamente desnuda. Entré a la ducha con el agua templada y le ayudé a entrar tomándola de la mano. Nos abrazamos bajo el agua, mi erección seguía igual pero ahora estaba entre su pelvis y la mía.
– Te amo papi – dijo
– Yo también te amo hija –
– Que rico fue dormir contigo – dijo.
– Si, hacia mucho tiempo que dormía sólo que ya había perdido la costumbre.
– Y que rico ducharme contigo, estuve mucho tiempo recordando las duchas que nos dábamos juntos –
– Si, yo también, pero ahora vamos a tomar desayuno y vamos a salir – tenía que arrancar o hundirme en ella.
– Dónde me vas a llevar? –
– Primero terminemos de ducharnos – le dije separándome y echándole champú en el pelo. Mientras ella se lavaba el pelo la di vuelta y le enjaboné la espalda. Ella inclinada hacia adelante y mi miembro rozando sus nalgas, que suplicio.
– Ahora yo – dijo dándose vuelta. Le di la espalda mientras me lavaba el pelo, sentía sus manos suaves recorrer mi espalda.
– Ahora date vuelta – me dijo. Me di vuelta y comenzó a lavarme el pecho, el estómago y mi miembro. Cuando chica me había tocado de curiosidad, aveces me había enjabonado mi erección y yo tratando de no darle importancia, ella tenía 8 años.
Ahora sus manos con jabón subían y bajaba por mi erección.
– Espera, no sigas – le dije.
– Porqué? – preguntó sin detenerse.
– Porque si sigues me vas hacer eyacular – dije como advertencia.
– Éso quiero – dijo acelerando el movimiento. Ya no había nada que hacer, es mejor así, pensé, para no andar todo el tiempo con una erección insufrible.
Cerré los ojos y puse mis manos sobre sus hombros. No se demoró mucho, mis chorros comenzaron a saltar sobre ella, lo que hizo que acentuara más el movimiento, más lento pero más profundo. Después me soltó y me abrazó. Nos quedamos así un momento, luego pensé en mi semen corriendo por su vulva.
La separé y tomando la regadera con la mano la puse contra su pelvis y con la otra mano la lavé bien.
– Que rico papi bañarme contigo. Te gustó que te enjabonara tu pene ? –
– Si, estuvo muy bien –
– Bueno, entonces lo voy a hacer cada ves que nos duchemos –
Aproveché de echarle agua por todos lados y en la cabeza. Después colgué la regadera y me enjuagué con la ayuda de ella obviamente.
Nos secamos y nos fuimos al dormitorio a vestirnos. Se veía muy linda, mirándola de reojo mientras nos vestiamos.
Después de desayunar la llevé a diferentes lugares, almorzamos y seguimos recomiendo.
Ella estaba feliz caminando a mi lado tomados de la mano. A ratos daba saltitos.
En el mall recorrimo varias tiendas de ropa donde compró algunas cosas.
En la tarde volvimos al departamento y ella se tiró a la cama cansada, yo también estaba cansado y me acosté a su lado, ella puso su cara en mi pecho y me abrazó. Le hice cariño en su pelo pensando en lo larga que iba a ser la noche…
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