Tania con casi 10 capitulo 1
una visita al tio.
Nota del autor: empiezo este tema, lo quise incluir en relatos cortos, pero creo que tiene tema para varios capítulos. Una vez leí un tema como este, hace como unos 10 u 11 años, jamás volví a encontrarlo, así que basado en esa idea escribo uno propio, obvio que son esenas muy diferentes, espero disfruten leerlo, tanto como yo escribirlo.
saludos besos y abrazos
atte adalberto1979
Tania con casi 10
Fue poco antes de las vacaciones de verano que mi hermano me visitó, yo vivía solo cerca de la playa, mi sueldo y mi soltería me permitía vivir así, y lo mejor de todo es que yo era socio de una empresa de servicio outsourcing en informática, por lo que no tenía horario y no necesitaba salir de casa, mi trabajo era a través de internet.
El hecho de vivir en una zona turística entusiasmo mucho a la familia de mi hermano para que me visitaran, estaba casado con una flamante mujer de 32 años y tenía dos hijos, una niña de 8 años llamada Tania y un varón de 5 años llamado Carlos, como su padre.
- Hola hermano—fue el afectuoso saludo que él me dio seguido de un fuerte abrazo
- Hola paco—dijo mi cuñada me extendió la mano en saludo respetuoso
- ¿Qué es eso?—dije yo señalando su mano—no, a la familia no se le saluda así, a la familia se le recibe así
La jalé hacia mí y le día un muy fuerte abrazo que casi la cargué, ella dio un grito sonriendo y mirando a mi hermano que también sonreía, me conocía muy bien y sabía que miraba a mi cuñada como a un miembro de la familia.
- Ya ves—dijo mi hermano una vez que solté a mi cuñada que riendo se arreglaba su vestido—te dije que le iba a dar mucho gusto vernos de nuevo
- ¿Pero qué es esto?—dije yo señalando a sus hijos—no, estos no son los mismos que deje, están enormes
- Hola tío—saludo Tania
La cargué sosteniéndola por sus axilas, era muy liviana así que era para mí como levantar un pajarito
- ¿Quién es eta niña tan hermosa?
- Tío, jijiji—Tania sonrió apenada
- ¿Y este galán de cine?—dije señalando a Carlitos que sonreía a mis elogios.
Sostuve a Tania en un brazo y con el otro lo levanté, ahora tenía a los dos en mis brazos y los miraba con el amor que un tío mira a sus sobrinos
- Definitivamente me los cambiaron, estos niños están muy hermosos.
Mi hermano abrazó a Esmeralda, su esposa, y sonriendo me miró como cargaba y admiraba a sus hijos.
- Y bueno—voltee a ver a los dos– ¿Cuánto tiempo piensan quedarse?
- No te preocupes, no nos quedaremos mucho—dijo Esmeralda algo apenada.
- No para nada que es molestia, al contrario, no saben cuántas ganas tenía de verlos, yo feliz que se queden todo el verano conmigo. Sólo quiero saber sus planes.
- Pues nos quedaremos dos semanas y nos regresamos a la capital, tengo pendientes en mi trabajo y a diferencia de ti, yo si tengo que ir a trabajar—dijo mi hermano dando un tierno golpe en el brazo.
- Jajaja– Sonreí divertido—pues ya te dije desde hace mucho que te vengan a trabajar conmigo, pero te gusta la mala vida.
- Disculpa Paco—esmeralda interrumpió nuestra conversación– ¿dónde nos quedaremos? Es que quiero instalar a los niños y bañarlos el viaje fue algo pesado.
- Ah claro, si, mira—dije yo volteando a todos lados—ven sígueme.
Subimos a la planta alta, mi casa era de dos plantas y tres habitaciones, dos recámaras medianas y una alcoba.
- Esta es mi alcoba, pero es mucho espacio para mí solo, esta será para ti y para Carlos, esta otra es la habitación que tengo para huéspedes, tiene una cama matrimonial, aquí se pueden quedar Tania y Carlitos; yo me quedo en la que nunca se usa, inflaré un colchón neumático y ahí dormiré.
- Hay no como crees– dijo Esmeralda abriendo sus hermosos ojos verdes—no, será mejor que Carlos y yo nos quedamos en la del colchón de aire y tú aquí en la tuya, no venimos a incomodar.
- No es molestia, para mí es un placer recibirlos y quiero que esté cómodos y no hay discusión en la distribución de las habitaciones; recuerda, mi casa, mis reglas.
- Qué pena, de verdad—dijo ella algo apenada sonrojándose sus hermosas mejillas.
- No hay ninguna pena ni discusión, mejor prepara las habitaciones para que se instalen, Carlos y yo subiremos las maletas.
Carlos y yo subimos las maletas tal y como le dije, Carlos llevo las maletas suyas a su habitación y yo lleve las de los niños a la habitación de huéspedes, escuche el alboroto que hacen los niños en la ducha y escuché a Esmeralda que me llamó.
- ¡Paco! No hay shampoo en este baño.
Era verdad, había olvidado colocarlo, yo usaba shampoo exclusivo para hombres, cuando supe que venían compre uno para niños y otro para esmeralda, pero olvidé colocarlos en el baño.
- Perdón Esme, olvidé colocarlo—dije gritando desde la habitación—ahora te lo llevo.
Entré el baño con son el shampoo en la mano, los dos niños estaban en la bañera, gritaban y reían aventándose agua, Esmeralda estaba toda mojada y luchaba por enjabonarlos, sus hermosos senos se marcaban bajo al blusa mojada y los dos niños estaban totalmente desnudos.
- Hola Esme, aquí está el jabón—le dije tendiéndoselo.
Había total confianza que no fue problema que los pequeños estuvieran desnudos frente a mí, pero algo pasó en ese momento, algo que noté diferente, cuando entré y los vi, Tanía se sentó en el agua y se cubrió su vaginita, era como si el pudor la hubiera invadido, algo no muy común en los niños, esmeralda no lo notó, pero yo sí.
- Hay paco ayúdame con este par.
Dijo ella mientras luchaba por abrir la botella de shampoo, estaba toda mojada, sus senos de mujer adulta se transparentaban por lo mojado, sí que se veían hermosos, se balanceaban sensualmente mientras controlaba a la “bala” de su hijo menor.
- Claro, yo te ayudo—mi mirada se clavó en la rajita de Tanía, ella lo notó y se sonrojó.
- A ver Carlitos ya deja de moverte—dijo ella al escurridizo de su hijo– por favor Paco, ponle tú a Tania.
- Sí, yo le “pongo”—mi mente divagó y pensó poner otra cosa.
Tomé el shampoo y le apliqué en su cabeza, ella cerró sus ojitos dejándose enjabonar por mí, la madre comenzó a enjuagar a Carlitos y una vez terminado lo sacó envolviéndolo en una toalla.
- Termina de lavarle el cabello y la enjuagas, las secas con esa toalla y me alcanzas en la recámara ¿sí?
- Por su puesto.
Ya solos comencé a lavarle el cuerpo, le tallaba suavemente la espalda y con mis pulgares acaricié sus tetitas, ella me miró cuando lo hice y me sonrió.
- Sí que has crecido Tania—dije yo mientras la acariciaba.
- ¿Si tío?— mientras me preguntaba miro hacia donde la acariciaba.
- Si, ya tienes tetitas grandes—dije comiéndomela con la mirada—ponte de pie para lavarte bien.
Tania se puso de pie y lentamente fue descubriendo sus rajita, era como si quisiera presumírmela, lo hizo lento, como disfrutando el momento de enseñarme su parte más íntima.
- Vaya, tienes ya pelitos — Dije viendo que ya había crecimiento en su pubis—sí que has crecido—dije mientras con mi pulgar acariciaba la zona donde el vello púbico amenazaba con ser abundante dentro de poco tiempo.
- Tío—dijo ella apenada, pero no lucía molesta porque la tocaba, ni siquiera intentó quitar mi mano.
Pasé mis manos por sus nalgas y por su rajita, cuando lo hice mi dedo se deslizó sobre su rajita, sintiendo su mucosa y el himen intacto, Tania abrió su boca, sintió mi dedo tocarla, pero no dijo nada, solo me miró y después miró la puerta abierta del baño, entendí lo que me decía, que alguien podía ver que le lavaba su rajita.
- ¿Alguien te ha tocado aquí antes?
- No nunca—negó moviendo su cabecita
- ¿te gusta cómo se siente mi dedo?
- Si tío—contestó con un hilo de voz abriendo un poquito sus piernas.
Quería continuar dedeándola, al parecer ella disfrutaba eso, era obvio que sabía que era prohibido, que nadie que no fuera su papá o mamá podía tocarla ahí, pero se dejaba hacer por mí.
- A ver, te voy a echar agua para quitarte el jabón
- Si tío
El agua cayó vertida desde el bote que estaba en la bañera y el jabón fue desapareciendo hasta quedar totalmente libre de él, tomé la toalla y la sequé, primero sequé su cabello y después su cuerpecito.
Mientras la secaba le coloqué la toalla en la espalda, ella la tomó para que no se cayera, la giré de tal forma que quedó de espaldas a la puerta y la toalla tapara su espalda, por si alguien entraba solo miraría que la secaba, puse mi mano nuevamente en su entrepierna mientras con la otra le secaba la espalda, la miré y le guiñe un ojo, ella sonrió y abrió su boca y sus piernitas cuando mi dedo se deslizó nuevamente en su rajita, miré como sus pupilas se dilataron cuando mi dedo aumentó la velocidad, incluso sentí su flujo vaginal.
- ¡Paco!—Gritó Esmeralda desde la habitación– ¿ya casi acabas con Tanía?
- Si, ya casi “acabo”—dije mirando a Tania que también me miraba y sonrió, sintiendo como doblaba mi dedo para rascarle el himen e intensificaba el movimiento.
Tania era inteligente, había entendido el doble sentido que yo le decía a su madre, moví mi dedo un rato más sintiendo esa deliciosa mucosa infantil y después lo saqué cuando consideré que ya debía sacarla, mi dedo estaba todo mojado por la vagina de la niña, Tania me miró y abrió sus ojos cuando lo chupe, se asombró de ver que lo hacía.
- ¡Tío, no!—dijo viendo cómo chupaba y saboreaba mi dedo– está sucio.
- No bebé, está limpio, y contiene el líquido más delicioso del mundo.
- Jijiji—sonrió ella tapándose la boca apenada.
La cargué y la lleve así hasta la recámara, Esme ya vestía a Carlitos, la deje en la cama y le dije que los esperaba abajo. Llegué a la planta baja y mi hermano ya husmeaba en el refrigerador.
- Creo que lo que buscas no está en esa nevera—dije sorprendiéndolo adivinando sus intenciones.
- ¿dónde está?
- En la otra la pequeña—dije yo señalando un refrigerador al fondo de la cocina.
Carlos fue y la abrió, estaba llena de cerveza de diferentes marcas, yo no tomaba mucho, pero me gustaba estar siempre bien surtido de alcohol por si tenía visitas, porque estás generalmente eran mujeres y las necesitaba ebrias y flojitas para poder jodérmelas a gusto, la receta nunca falló.
Carlos sacó dos, las abrió y me ofreció una, chocamos botellas brindando.
- Salud y gracias por recibirnos—dijo él.
- Salud por la familia—dije yo sonriendo cálidamente.
- Si, salud por la familia—afirmo él y los dos dimos un trago largo, casi terminamos la mitad de la botella, en eso escuchamos a Esmeralda.
- Ya los cambié—dijo Esmeralda bajando con ellos.
Carlitos tría un short y una playera de súper héroes, Batman o superman, no lo recuerdo bien, pero si recuerdo a mi sobrina, Tania traía un vestido amarillo de una pieza a medio muslo y una coleta simple con un moño de flor del mismo color que su vestido, desde esa distancia pude sentir la fragancia infantil de Tania, mi pene brincó emocionado.
Lucía sensualmente hermosa, tan niña, tan bella, tan limpia, caminaba mirando las escaleras y a mí, era como si quisiera presumirme como lucía hermosa con su vestido nuevo, especialmente comprado para este viaje.
- Son hermosos tus hijos—le dije a mi hermano.
- Lo sé.
- Bien, ¿qué plan traen? ¿Quieren salir a pasear? O ¿quieren que compremos cena y rentemos películas?
- Creo que lo último, los niños están cansados—dijo esmeralda.
- Iré a comprar algo—dije yo buscando mis llaves.
- Amor acompaña a Paco—dijo Esmeralda viendo que su esposo no hacía nada por moverse.
- Quiero bañarme, me siento sucio, ¿te molesta ir solo?—mi hermano volteo a verme preguntando.
- Claro que no.
- Como crees que lo vas a dejar ir solo—dijo ella poniendo las manos en la cintura.
- Bueno acompáñalo tú o que lo acompañe Tania, así yo me baño y él no va solo.
Los dos se me quedaron mirando, yo me encogí de hombros.
- No hay problema hermano, voy con Tania y tu báñate que si apestas.
- Jajaja OK, vayan con cuidado—dijo esmeralda.
Subimos al auto, el sol se empezaba a ocultar, me giré hacia ella y le puse el cinturón, lo hice lento, acariciando su muslo, incluso mi mano se metió un poco bajo su vestido, sentí el borde de la pantaleta.
- ¿Si puedes ponerme el cinturón?—dijo divertida viendo como yo “batallaba” para ponerlo porque estaba muy ocupado manoseándola.
- Si, bebé, claro que puedo.
Arranque el auto y mientras manejaba de reojo la miraba, ella también de reojo miraba como yo a veces volteaba a verle las piernas.
- Tienes unas piernas muy bonitas—dije mirándolas– ¿haces ejercicio?
- No, bueno si—dijo pensándolo– en la escuela no ponen a hacer ejercicio en educación física dos veces a la semana, pero papá me dice que saqué las piernas de mi mamá, que las tenemos igualitas.
- Están muy firmes—dije yo mientras las tocaba– ¿tienes un lunar ahí?—dije señalando la parte superior del muslo.
- Si tío, tengo muchos, tengo uno más arriba ¿lo quieres ver?—dijo con una sonrisa de travesura.
- A ver muéstramelo.
Tania sonrió y lentamente subió su vestido, lo hizo al mismo tiempo con ambas manos, sus muslos infantiles fueron quedando al descubierto ante mis ojos, mi pene brincó cuando su pantaleta emergió ocultando su vulva infantil, era de tiernos ositos, demasiado erótico para mí, aun así resistí solo mirándola.
- Mira es este—dijo mientras baja la parte superior de su pantaleta unos centímetros.
- Vaya que es más bonito que el otro, ¿puedo tocarlo?– dije mirándola a los ojos
- Jijiji ¿quieres?
- Si-
- Bueno, tócalo.
Levantó un poco más el vestido y bajo un poco más su pantaleta, el lunar estaba a unos pocos centímetros de su ingle, lo palpé con mi mano derecha, esa era mi oportunidad.
- No lo palpo bien, deja te bajo más tu calzoncito ¿Si?
Ella asintió soltando su pantaleta, levantó un poca más el vestido y se me quedó mirando en espera de mi reacción, la cual fue que, como bobo, solo la miré. Sacudí mi cabeza para despejarla y usando mis dos manos la baje hasta medio muslo, ella levantó un poco su caderita para permitir que la sacara.
Sus labios mayores eran un poema, invitaban a besar, mi mano temblorosa se acercó nuevamente a ella y palpé su lunar, obviamente que puse toda mi mano en su piel, mi palma quedó por encima de su vulvita.
- Aaahhh— gimió cuando oprimí con mi palma su vagina.
- ¿Tienes más lunares?—pregunte con voz ronca.
- No sé—contestó ella en un susurro cuando mi dedo intentaba acariciarla entre los labios mayores.
- Apuesto a que tienes uno en una nalga.
- No creo—dijo ella sonriendo de forma pícara.
- Eso lo tenemos que ver—ya estaba demasiado excitado, orille el carro en un lugar discreto, mi carro tenía vidrios polarizados, nadie podía ver lo que en el interior se hacía.
- Jijiji, tío.
Dijo riendo cuando le quite el cinturón y más sonrió cuando la cargué y la puse en cuatro viendo a la ventana, su vestido había caído cubriendo sus nalgas, ella giró su cabeza hacía atrás para ver que hacía yo, sonrió cuando vio que tomé el borde y lo enrollé en su cintura.
- Que hermoso par de nalgas tienes bebé.
- ¿Tengo lunares?—preguntó divertida.
- Si, uno muy bonito aquí—dije acariciando su nalga derecha.
- ¿Ha no me crees? Pues te lo voy a morder.
- Jijiji ¡tío!
Grito riendo divertida cuando sintió mis dientes clavarse en su nalga.
- Pero que tenemos aquí—dije oliendo su culito que olía a jabón de baño.
- No tío, ahí no—dijo casi preocupada—está sucio.
- No está sucio—dije oliéndolo—pero si lo está déjame limpiarlo.
Suspiró cuando sintió la punta de mi lengua en su esfínter, creo que ella no imaginaba lo que iba a hacer, para ella era solo un juego, a diferencia de mí que estaba en las nubes de excitación.
- Aaahhh
Volvió a gemir cuando mi dedo se posicionó en su rajita, no la penetré solo la estimule por fuera, sentía su humedad, pero aun así lo mojé con mi boca y le frote el clítoris, sentí como ella titiritó y tembló en sus caderitas cuando lo hice.
- Tío, aaahhh
Estuve un rato así hasta que pensé que ya tenía suficiente estimulación, me retiré de su culito que estaba todo mojado de mi saliva y le ayudé a que se colocara bien su pantaleta.
- ¿Te gustó?—le pregunté reanudando la marcha.
- Sí, pero era mi cola, ¿no te dio asco?—preguntó angustiada.
- No bebé, no huele mal, huele rico. ¿me dejarás probarla de nuevo?
- Bueno, si te gustó, dejaré que pruebes mi cola cada que quieras.
Ella me miró extrañada, no creo que pensara que eso era rico, tal vez para ella era solo en agujero por el que salía su mierda, no imaginaba que en mi mente ya la penetraba por su culo, sin embargo terminó accediendo a que en una nueva oportunidad le probaría la cola con su aprobación.
- Bebé, no podemos contarle a nadie lo que hicimos,
- ¿Por qué?—noté su pregunta con más curiosidad que otra cosa.
Creo que ella ya imaginaba que lo que hacíamos era prohibido y no debía decirlo, aunque no le hubiera dicho yo, ella no hubiera dicho una sola palabra de lo que le había hecho.
- Porque me puedo meter en problemas, y tu mamá y papá se enojarían contigo y conmigo ¿Entendiste?
- Si tío
- Podemos jugar todo lo que tú quieras, yo te quiero mucho y nunca te haría daño, pero no debemos contarlo a nadie.
- Si, tío, a nadie le diré.
- ¿te pregunto algo?—ella asintió– ¿te gustó que te probara la cola?
- Si—contestó bajito como si la respuesta le diera vergüenza. Yo sonreí y seguí manejando hacia el lugar de las pizzas.
Llegamos al lugar de pizzas y pedimos dos, esperamos a que nos las entregaran, mientras esperábamos ella me abrazaba tiernamente, yo estaba sentado en una mesa y ella parada a mi lado, me miraba directo a los ojos, yo tenía que desviar la mirada para no levantar sospechas.
- Pequeña, ¿te puedo preguntar algo?—le pregunté hablándole cerca de su oído.
- Sí.
- ¿Alguna vez habías jugado con alguien así como conmigo?
- ¿Si sabes lo que es?
- Si—contestó bajito.
- ¿Y qué es?
- A lo que juegan los adultos.
- ¿Lo has visto antes?
- Si, vi a mamá y a papá en su cuarto, estaban desnudos y papá se movía arriaba de mamá, ella como que le dolía, o eso pensé hasta que ella le dijo que le diera más fuerte.
- ¿qué le diera qué?—pregunte yo con fingida inocencia, Tania encogió los hombros como diciendo “no sé”, pero me contestó lo que ella pensaba.
- Creo que su pilín, pero no estoy segura.
- Jajaja ¿y tú quieres hacerlo como ellos?—le pregunté, ella se me quedó mirando y solo levantó nuevamente los hombros en señal de “no sé”—bueno si te da curiosidad podemos intentarlo para que veas que es, recuerda que soy tu tío y jamás te lastimaría ¿te gustaría intentarlo?
- Si—contestó bajito abrazándome mas fuerte.
- ¿Alguna vez has besado a alguien?
- Si a mamá.
- No, pero como tu mamá besa a tu papá.
- No—negó moviendo su cabeza.
En eso nos entregaron las pizzas, con una mano sostenía las pizzas y con la otra la tomé de su mano, sentí como ella me apretó, creo que se sentía bien a mi lado.
Le abrí la puerta para que entrara y ella se sonrojó, sabía que eso hacían los caballeros con las damas, al girarse para sentarse abrió sus piernas y vi un destello de su pantaleta, no sé si lo hizo apropósito, pero me excitó mucho eso.
Cuando entré al auto, puse las pizzas en el asiento de atrás, me giré hacia ella, tomé su cabeza con mi mano izquierda y la giré hacia mí, me acerqué lentamente y la besé en sus labios, ya era completamente de noche y no se veía absolutamente nada de afuera hacia adentro.
Al principio sentí como ella se asustó cuando sintió mis labios, pero poco a poco se fue soltando, fue ella misma quien sacó su lengua y acaricio mi boca, su manita se posicionó en mi cara para acariciarme como yo hacía con la suya, no cabía duda que sería una gran besadora.
Mi mano izquierda se posó en su pechito en desarrollo, ella dio un brinquito, abrió sus ojitos y después los cerró y se relajó dejándose manosear por mí.
- ¿Sabes que es la leche de un hombre?—dije yo con mi voz entrecortada, estaba demasiado excitado y mi verga muy dura, ya no pensaba.
- No—dijo ella mirándome a los ojos.
- Te voy a enseñar.
Traía un short holgado, no fue problema subir una manga un poco en mi muslo y saque mi verga por la parte inferior del mismo, Tania se me quedó mirando, miraba mi verga erecta.
- Esto es el pene de un hombre, pero cuando esta así es porque una mujer o una niña en tu caso excitan al hombre y cuando está así de dura debes llamarla verga ¿entendiste?—ella asintió– Y lo debes tocar, eso nos gusta mucho—ella asintió– ¿quieres tocarlo?—ella volvió a asentir—debes pedírmelo.
- ¿Me dejas tocar?
- ¿Cómo debes llamarla?—ella se me quedó mirando—debes pedirla llamándola por su nombre, acuérdate.
- ¿Me dejas tocar tú… verga?—arrugó sus entrecejo y elevó un poco una parte de su boquita en señal de si estaba haciendo bien la pregunta.
Yo casi estallo solo de escuchar su tierna voz llamándola verga.
- Si bebé, ahora pídelo de nuevo.
- ¿Tío, me dejas tocar tu verga?
- Si, tócame la verga.
Su manita se dirigió a mi verga y la tocó con un dedo, yo le tomé la mano y la hice que me sujetara con toda la mano.
- Si quieres leche de verga debes moverla de arriba abajo—se la moví hasta que ella agarró el ritmo.
Estuvo así unos minutos, yo estaba en la gloria, su movimiento no era muy preciso, pero le ponía empeño, mordía sus labios y arrugaba el entrecejo totalmente concentrada en hacer lo que yo le decía.
- Aaahhh—se me escapó un inevitable gemido.
Ella lo notó y puso más entusiasmo en su tarea de masturbar, no sé si ella entendía lo que estaba haciendo, yo lo único que sabía es que estaba en el cielo.
- Si bebé, así—decía yo sintiendo como mis huevos querían explotar—dale… dale ya viene.
Me volteo a ver y regresó su mirada a la verga, sabía que algo iba a pasar.
- Aaarrrggg
Gruñí al sentir como mi leche iba saliendo, los chorros se elevaron para caer sobre su manita, ella asombrada veía como la leche salía a borbotones y manchaba su mano, eyaculé mucho, ella seguía masturbando a pesar de que ya no salía leche.
- Ya mi amor—dije deteniendo su manita con mi mano—ya no saldrá más leche, ahora debes dejarla descansar.
Ella soltó mi verga y miró su manita repleta de leche, giraba mirando el dorso y luego la palma, no sé qué pasaba por su mente, tal vez la quería probar, alenté esa idea.
- Anda, pruébala, te va a gustar.
Sus hermosos ojos verdes se me quedaron mirando, dudaba hacerlo, creo que en su interior una vocecita le decía que lo hiciera y la otra que no.
- Anda bebé, debes probar la leche de un hombre.
Ella miró nuevamente la mano y la acercó a su boca, mi pene blando y baboso brincó por reflejo cundo ella sacó su lengüita y la punta hizo contacto con una espesa cuerda de semen, la retiró rápidamente y frunció el entrecejo detectando el sabor, me miró y sonrió.
- ¿Te gustó?—ella sonriendo asintió—anda cómela toda, no desperdicies nada, te hará crecer sana y fuerte.
Siguió comiendo con su lengua toda la leche de su mano, parecía una gata mimosa, mientras lo hacía miraba su mano a ratos y luego a mí, su mano quedó limpia.
- ¿Te gusto bebé?
- Si tío—dijo ella ya chupando su dedo índice—al principio sabía raro, pero después me gustó.
- A que te supo.
- No sé. Sabía cómo cuando papá me dio una almeja sin limón.
Me reí para mis adentros, no pude más que abrazarla, era tan inocente, tan pura, eso solo me excitaba más.
- Bueno cuando quieras te puedo dar más, pero recuerda es un secreto entre nosotros.
- Si tío—dijo poniendo cara de cómplice.
Yo estaba seguro que no diría nada, al parecer le gustaban los secretos, compartía uno conmigo y no rompería su promesa.
Regresamos a mi casa, mi cuñada preparaba la mesa, en el medio de esta había una jarra de limón, seguramente ella encontró mi provisión de limones y los uso, se había bañado y cambiado de ropa, traía una blusa ligera y transparente que hacía ver su sostén de color oscuro y una falda corta y holgada, envidié a mi hermano en ese momento.
- Hola, tardaron mucho—dijo ella sonriendo al vernos.
- Es que había fila—dije yo guiñándole el ojo a Tania con cómplice sonrió.
- Perdón por usar tur limones, pero quise adelantarme con la bebida de la cena.
- Esme, están en tu casa, dispón de ella como mejor te parezca, es más hazme una lista de las cosas que necesitas y mañana mismo las compro.
- Gracias, eres muy amable—dijo sonriendo apenada, toda roja de la cara y recogiéndose el cabello con una mano atrás de la oreja.
La cena fue muy amena, compartimos anécdotas de cuando éramos jóvenes, todos reíamos, mi hermano me golpeó varias veces en el hombro, entre risas, cuando conté sus aventuras con sus novias pasadas.
- Entonces ahí estábamos los tres con nuestras guitarras—dije yo contando una de tantas anécdotas– tratando de convencer a Paola de regresar con mi hermano con una buena serenata, algo que nos llamó la atención fue que quien escuchó toda la serenata fue Gaby su hermana menor y no Pao, después de 15 minutos de canciones, se acerca este—dije dándole un zape a mi hermano– y le pregunta a Gaby que dónde estaba Pao.
Voltee a ver a todos que estaban atentos, mi hermano sonreía negando con la cabeza.
- ¿Y saben lo que dijo Gaby?
- No—contestaron todos
- Le dijo: “oye que pena, pero Pao ya se casó hace 2 semanas, ahorita está en su luna de miel” “¿Pero por qué no nos dijiste antes?”—le preguntó mi hermano–“Hay es que cantaban tan bonito que nos los quise interrumpir”
- Jajaja
Todos estallamos en risa, esmeralda hasta unas lágrimas se le salieron de tanto que reía.
- Así que le estuvimos dando la serenata a la hermana, porque la otra ya se había casado. Jajaja y nosotros ni en cuenta.
- Si, síguete burlando—me golpeo mi hermano tiernamente en el hombro—pero bien que aprovechaste para empezar a salir con Gaby Jajaja.
- Bueno pues había que aprovechar la serenata Jajaja
Terminamos la cena y Esmeralda fue a acomodar a los niños a su recámara, mientras los llevaba Tania volteo y me lanzó una sonrisa yo le correspondí y admiré nuevamente a Esmeralda que sensualmente caminaba, mi hermano no perdía detalle de mi mirada al culo de su esposa.
- Vaya que eres afortunado—dije dando un sorbo a mi cerveza.
- Lo sé—dijo el sonriendo—aún no sé cómo me ligue a ese mujerón.
- Es la genética carnal, nosotros por alguna razón siempre acabamos con mujeres mucho más bonitas de lo que nos merecemos jajaja.
En eso bajó esmeralda y se sentó a nuestro lado, mi hermano le ofreció su cerveza y ella lo miró.
- ¿Cómo? No, yo quiero una nueva—dijo poniendo cara de fuchi a la cerveza a medio beber.
El sonriendo se levantó y fue por una.
- ¿Así que saliste con Gaby?—preguntó mi cuñada mirándome, mientras sonreía.
- ¿Qué?—pregunté yo no entendiendo lo que me decía.
- Si, con Gaby la hermana de Pao, la ex de Carlos, la de la serenata.
- Ah sí, si salimos un tiempo—dije yo riendo al recordarlo.
- Bueno, Carlos ya me había contado esa anécdota, no de forma tan graciosa como tú, pero me dijo que ella tenía 13 años y tú 21.
- Pues que mentiroso, no tenía 13 años, tenía 12, jajaja—dije mirando como esmeralda abría sus ojos asombrada– pero mental y físicamente tenía más de 18 jajaja.
- Eres un pícaro—dijo ella sonriendo y negando con la cabeza.
Mi hermano regresó le ofreció la cerveza nueva, brindamos los tres y platicamos un rato.
- ¿Y traen algún plan? ¿O están a mi completa merced?
- Honestamente no traemos plan—dijo Esmeralda—Carlos me dijo que aquí tu nos podías llevar a los lugares que tú ya conoces.
- Excelente toma de decisión, déjenmelo a mí, mañana en la mañana iremos a playa virgen y…
- ¿Si es virgen?— esmeralda me interrumpió preguntando inocentemente, yo sonreí y puse mi cara de broma.
- No, ya la pisé muchas veces jajaja
Los tres reímos
- Con este debes estar muy atenta de lo que dices o preguntas—dijo mi hermano advirtiéndole que todo conmigo era broma
- Podemos comer al medio día mariscos en una fonda que guisa el mejor caldo de iguana de la región—dije a los dos—por la tarde descansamos, una siesta tal vez y por la noche los voy a llevar a un lugar a bailar y tomarnos algunos tragos.
- Suena bien dijo mi
- Bueno creo que es hora de dormir—dije yo bebiendo de un trago el resto de mí cerveza—así que niños, pórtense bien y si se portan mal, hay de dos: o son silenciosos o me invitan jajaja– sonreía con cara de diablo.
- Eres un coqueto—dijo Esmeralda ante la risa de su esposo.
Durante la noche ellos se portaron mal y no cumplieron ninguna de mis peticiones, ni fueron silenciosos ni invitaron, me calenté y empecé a masturbarme, ya excitado, escuchándolos no pude evitar levantarme y entrar a la habitación de los niños, ahí estaba Tania.
La niña dormía tan plácida, sus sueños tal vez eran de ponis o algo así, eso solo me excitó más, me acerqué a ella y le puse mi verga dura como roca en su boquita, ella al sentirla abrió sus ojos sorprendida, se asustó volteando a todos lados, yo le hice una seña de silencio con mi dedo, ella asintió, se escuchaban los gemidos de su madre.
- Tus papis están jugando, podemos jugar nosotros también, ¿quieres lechita?
- Si tío– contestó bajito para no despertar a Carlitos
Tomé mi verga y me masturbe en su cara, cerca de su boca, cuando sentía que ya estaba más excitado le dije
- Abre tu boquita bebé—ella lo hizo y metí el glande—prueba la punta con tu lengüita.
Ella lo hizo, sentí la lengua estimulando el meato urinario, un calambre llegó hasta mis huevos, aceleré mi mano la leche brotó directo a la boquita de la niña.
- Aaahhh—gemí mordiendo mi mano izquierda empuñada con fuerza, sentía las descargas como choques eléctricos en mi próstata, luche para no gritar.
Mire a Tania que tenía sus mejillas hundidas, estaba chupando como un pequeño becerro, una gota escapó de su comisura, solté la mano que mordía y con mi dedo junte la leche y se le di, ella lo chupó saboreándolo.
- Descansa mi amor—dije separándome de ella y guardando mi verga.
- Gracias por la leche tío—la nena me agradecía por haberle eyaculado en la boca, me enternecí.
- No bebé, gracias a ti por sacármela leche, recuerda… secreto—dije poniendo mi dedo en mis labios en señal de silencio.
- Si tío, secreto—dijo haciendo el mismo ademán de silencio.
Salí de la recámara, mi hermano y su esposa ya no hacían ruido posiblemente se habían dormido, fui a la cocina a tomar agua y cuando entré vi a Esmeralda que bebía jugo de naranja, tal vez le había dado sed como a mí, traía una bata a medio muslo, era para dormir, pero ella la hacía ver tan sensual.
- Hola—dije al entrar, ella brincó asustada.
- Paco—sus hermosos ojos verdes se abrieron asustada– ¿Qué haces? Me asustaste.
- Perdón me dio sed, pensé que dormían después de tanto ejercicio.
- Ay, perdón.
- No te preocupes, están en su casa, pueden hacer lo que quieran, siéntanse libres.
- Perdón, normalmente no somos tan ruidosos.
- ¿Y cómo son?—contesté yo encerrándola en su propia indiscreción, reí divertido.
- Pues… pues más recatados—dijo ella agachando la mirada—pero no sé qué nos pasó hoy
- Pues es el efecto del clima, la cerveza y la sensación de libertad, ¿dime si no se siente en el ambiente? Por eso amo este lugar.
- Si eso debe ser—dijo ella agachando la mirada.
- Bueno no te sientas mal– dije yo quitándole el vaso y tomándole ante la mirada de ella—esta es su temporada de liberación—le devolví el vaso.
- Por nada.
Me acerqué más a ella y sonreí, traía una hilo de semen en su mejilla derecha, no lo había visto, lo tomé con mi dedo y ella se pegó a la barra de la cocina, se asustó cuando le quité el hilo de semen de su mejilla, su cara roja como tomate y sus ojos abiertos denotaban lo apenada que estaba, yo sonreí y aproveché ese momento de susceptibilidad y le metí el dedo a la boca y se lo deje dentro, sentí como ella con su lengua recogió lo que le daba, aunque lo hizo tímidamente.
- Cuando se hace esto, se debe hacer bien—le dije sacando el dedo limpio—la leche va dentro de la boca.
Me acerqué y le di un beso en la boca de despedida. No fue un beso apasionado, solo fue un tierno piquito en los labios, ella abrió más los ojos.
- Descansa cuñada, te veo en la mañana.
La deje ahí toda confundida, hasta la bata se le había abierto mostrando casi la totalidad de sus hermosos senos, no dijo nada, ni siquiera me miró, solo miró al frente en todo momento, yo salí y me metí a mi cuarto y dormí.
Continuará
Muy bueno, ya me imagino un trío de los dos hermanos con Esmeralda y que después unan a la niña.
muy interesante, espero segunda parte
Muy bueno, espero la segunda parte con ansias
10/10
Espero más así, muy rico todo.
Muy buen relato, el morbo se reparte entre imaginar a la nenita siendo cogida por su tío o a la cuñada deseando ser cogida, espero la cintinuacion
muy bueno, espero el segundo capitulo
que buen relato muy caliente
Muy buen relato y entretenido….si tuve que pajerame durante el relato si hay escenas muy calientes
Que caliente. Más excelente.
Waooo estoy muy cachondo. MAS