Tania con casi 10. Capítulo 6. Historia de Lupita parte 2
continuo la historia de Lupita.
entrego la parte 2.
atte adalberto1979
Hablando de esto, un día la madre de lupita llegó a mi casa muy temprano, su hija estaba en la escuela, me desconcertó, pero la dejé entrar, pensé que me iba a decir reclamar sobre la relación de lupita, pero no fue así.
- Este… bueno, mira Paco, perdón ¿te puedo tutear “pues”?—dijo con respeto.
- Por supuesto.
- Vine a darte las gracias, por todo lo que has hecho por mi´ja pues y más por prestarle dinero a mi esposo para sacar la lancha del empeño, es que la pesca no ha ido bien, pero te prometo que te va a pagar.
- No te preocupes, no les estoy cobrando.
- Gracias, de verdad gracias, no sé cómo agradecerte. Eres buena persona pues.
Toña, así se llamaba la mamá de lupita, era una mulata de torneado cuerpo, tenía el cabello rizado como su hija, sonrisa amplia, de hecho era un clon de lupita, solo que de 30 años, traía un vestido color café claro, al sentarse y cruzar las piernas se le veía la parte posterior del muslo, yo disimuladamente la veía, durante la plática el vestido se subió más mostrando sus torneadas piernas, ella no hacía por acomodarlo, notaba mis miradas.
Estábamos sentados uno frente a otro, la mesa de centro nos separaba, era una mesa de madera sólida, me gustaba que fuera así porque ahí empinaba a mis amigas y me las cogía mientras veía la tele, porno obviamente, toña se levantó, al hacerlo abrió las piernas mostrando su pantaleta color negro, se sentó en la mesa de centro más cerca de mí, con sus piernas juntas, la mesa era más baja y al tener más flexionadas las piernas la falda se subió mostrando medio muslo, ella no le dio importancia y me tomó las manos, sentí que no lo hiso con malicia, más fue como un acto de querer tener mi confianza.
- Paco, ya te agradecí y nunca terminaré de agradecerte, pero ahora por favor dime, ¿qué intenciones tienes con lupita pues?—tenía el mismo timbre y acento de voz que lupita.
- Honestamente, no hay intenciones, somos amigos y ya.
- Pero te metes con ella—me dijo refiriéndose a que me la cogía—y es una niña.
- Sí, pero es consensuado y no condicionado, ella sabe que solo tiene que decir “hasta aquí” y se termina eso, y aclaro que no por eso le dejaré de ayudar, la quiero. Y por el sexo no me preocupo, tengo más amigas para eso.
- ¿Y te metes con todas?—pregunto cómo asombrada.
- Si, esa es la idea—dije tranquilo, ella no soltaba mis manos—disfrutar nuestra sexualidad sin tapujos.
- ¿Lupita lo sabe?
- Si, de hecho lupita si quiere puede tener novio, si no lo tiene es porque ella no quiere.
- ¿de verdad?—dijo sin soltar mis manos–¿no te importa si ella tiene novio?
- Para nada.
- Bueno, me quedó desconcertada pues. Esperaba que me dijeras que te querías casar con ella o algo así, pero ahora resulta que son del tipo moderno.
- Nos queremos a nuestro modo y ten por seguro que siempre nos cuidaremos mutuamente.
- Lo que no me cabe es que te la cojas y no haya compromiso—lo dijo no como un reclamo, más era un punto a aclarar.
- ¿te preocupa que este intimando conmigo siendo ella una niña aún?—le dije intentando soltar sus manos, pero ella las sujetó impidiéndomelo.
- No, la verdad eso no me preocupa, ella es muy madura y siempre ha sido muy despierta pues, la escuincla cabrona sacó mi sangre caliente pues, yo empecé más o menos a su edad, solo que quedé embarazada muy rápido. Nadie me enseño como cuidarme pues.
Lupita ya me había dicho que su papá (el pescador) no era su verdadero papá, su mamá se embarazó adolescente de un turista alemán o algo así, hablaba mal el inglés, por lo que supusieron que no era americano, pero eso no impidió que cogieran como conejos todos los días, la dejó cuando supo que estaba embarazada y toña se juntó con su actual pareja.
- No te preocupes, no se va a embarazar y no le va a pasar nada, yo cuidaré de ella en cualquier panorama que ocurra. Eso te lo prometo.
- Bueno, me quedo más tranquila al escuchar eso. Como dije, eres buena persona pues.
Se levantó y yo también, pero nunca soltó mis manos, quedamos de frente el uno del otro muy cerca tomados de la mano, ella no hacía por apartarse, me miraba desde su estatura de 1.55 metros, contra mí 1.80 metros de estatura, se sentía la diferencia, aun así sentía su olor y respiración, olía a lupita. Ella miraba hacia arriba y yo hacia abajo.
- Lupita me dice tantas cosas de ti—me dijo mirándome con sus ojos café claro.
- ¿Qué cosas?
- Cosas de mujeres, ya sabes pues—dijo como dando a entender que hablan de nuestra sexualidad.
- ¿Y qué opinas?—le dije jalándola hacia mí.
- Pues que por los gritos que da mi´ja cuando te quedas en la casa y te metes con ella, debe ser cierto, pues—su cuerpo ya estaba pegado al mío.
- ¿quieres probar?—dije yo retándola.
No dijo nada, solo subió de puntitas para acercar su rostro al mío, y pues bueno, que más podía hacer, soy hombre, tal vez era una prueba que lupita me ponía al tentarme con su madre y ver si era capaz de engañarla, con ella y pues ni modo, iba a reprobar esa prueba. Su mamá estaba muy buena para decir que no.
Me acerqué y la besé, sentí su emoción cuando le metí la lengua, se colgó de mi liberando mis manos, que fueron a su cintura y de ahí a sus nalgas, eran firmes como mulata que era, me agaché y tomé el borde de su falda, la subí lentamente mientras era besado por ella, gimió cuando palpé sus nalgas por encima de la pantaleta, me ti mis manos por el elástico superior palpado sus firmes carnes, masé mi dedo al canal intragluteo y sentí su esfínter, tenía buena tensión, eso significaba que nunca había cogido por ahí, sonreí malicioso, me la cogería por el culo como a todas las hembras que han estado conmigo.
- Aaahhh—gimió cuando mi dedo palpó la humedad que se formaba en su raja.
Le saqué las manos y las puse en los hombros ella abrió sus ojos como no entendiendo, hasta que adivinó mis intenciones, sonrió y se fue hincando, se quedó mirando como yo desabrochaba mi pantalón y lentamente bajaba el cierre, saqué mi verga y casi pude ver como pasaba su lengua por los labios, se saboreaba mi verga, puse mi mano izquierda n su nuca y con la derecha tomé mu verga y la fui guiando a su boca, ella la abrió cuando sintió el glande tocar sus labios.
Y así empezó todo, media hora después la tenía empinada en mi cama, se la metía por la raja, ella pujaba y gemía toda encharcada de su raja.
- Aaahhh… aaahhh… que rico… aaahhh… que rico me la metes por la panocha… aaahhh—tenía un lenguaje florido.
Estaba toda empinada, yo la sujetaba por las caderas, le daba fuerte, su raja estaba toda encharcada.
- Tengo toda mojada la panocha… aaahhh—decía moviendo sus caderas.
Para mí era imposible no compararla con su hija, lupita definitivamente ganaba, no por edad, las dos estaban firmes, pues la mamá también era joven, pero lupita era más atrevida, la mamá era algo lenta, pero se chorreaba de un orgasmo tras otro, tendría que entrenarla para que fuera buena amante.
Le empecé dar más fuerte con mis caderas, tanto que la fui desplazando hacia a delante y la deje boca abajo, yo sobre ella me la seguí cogiendo, pasé mi mano bajo sus caderas y busque su raja que estaba muy, pero muy peluda, tenía el cabello más rizado que el pelo de su cabeza, como pude me abrí paso por esa selva hasta llegar al clítoris, que machaque rápidamente con mis dedos mientras le metía la verga en su raja.
- Aaahhh… ay cabrón, que rico siento… aaahhh… aaahhh—empezó temblar de emoción, sentí como su raja vibró cuando tuvo un orgasmo.
- ¿te gusta?—le decía al oído sin dejar de moverme.
- Si… aaahhh… mucho, no sé cómo mi hija aguanta tu verga, espero que no le des tan duro… aaahhh… como… a mí… aaahhh—decía toda chorreada.
- A tu hija de doy más duro que a ti—le dije sin dejar de moverme.
- Aaahhh—sentí como se orgasmo al escucharlo.
- más cuando le doy por el culo—para ese entonces ya le daba por el culo a lupita, pero esa será cosa que contaré más adelante.
- Aaahhh
- Cuando le doy por el culo, la hago gritar muy fuerte, a veces libera lágrimas, pero se aguanta.
- Aaahhh… paco… aaahhh—era extraño que se excitara ando le decía cuan salvaje era con su hija.
- A ti también te la voy a meter en el culo.
- Aaahhh… paco… que rico siento… aaahhh…. No dejes de hablar—se excitaba con lo que le decía, al parecer su marido no era tan creativo.
- Te voy amarrar a mi cama y te voy a nalguear, después te la voy a meter por todos tus agujeros hasta hacerte gritar de gusto.
- Aaahhh, paco eres un cabrón, me tiene toda loca… aaahhh
Empecé a darle más fuerte, mi mano en su raja sirvió como palanca para der mar intensas mis penetradas, sentí la necesidad de eyacular, se la saqué y se le metí en la boca, ella abrió sus ojos de asombro, más cuando sintió los lechazos que le daba.
- Aaahhh, que rico siento aventándote la leche en la boca.
Me moví un rato y no la saqué hasta que dejo de salir leche, miré a toña que toda asombrada tragaba mi leche, caí fulminado a en la cama, toña desnuda y toda sudada se acostó a mi lado.
- Eres un cabrón, ¿lo sabías?—dijo recargando su cabeza en mi brazo derecho.
- ¿Por qué lo dices?
- Pues te coges a mi hija y me acabas de coger, ¿se te hace poco?
- Bah, no es nada, cabrón seré cuando me las coja a las dos al mismo tiempo.
- ¿Lo harías?—dijo asombrada por mi respuesta.
- Si, las haría besarse y lamerse las rajas—dije yo sonriendo.
- Sí que eres cabrón, jajaja, lupita es mi hija—ahora reía divertida.
- ¿Y eso qué?
- ¿Cómo que “y qué”? pues eso está raro
- Toña, ya cachonda le vas a chupar la raja a tu hija mientras yo te doy por el culo y lo vas a disfrutar.
- ¿tú crees?—dijo como empezando a ver la posibilidad.
- Claro
- Pues si tú lo dices, oye ¿Y si me vas a dar por el culo pues?
- ¿Vas a volver?—pregunté sin mirarla.
- ¿Quieres que vuelva?—me regresó la pregunta.
Era inteligente al hablar, la voltee a ver, su cuerpo desnudo brillaba por el sudor, pero lucía muy sensual.
- Si, ¿por qué no?
- Pues vendré mañana.
- ¿Le vamos a decir a lupita?—le pregunté.
- No, claro que no, se va enojar si se entera que le ando pedaleando el macho.
- Jajaja, está bien, no le diremos.
- Le diremos cuando nos cojas a las dos al mismo tiempo, jajaja
- Jajaja—reí con ella, lo decía en broma, pero para mí si estaba en mis intenciones hacerlo.
Y así empezó el asunto de la mamá de lupita, muchas mañanas me visitó, le terminé cumpliendo lo que le dije, le di por el culo tan fuerte que hasta lloró, la nalgueé y en una ocasión la até a mi cama para nalguearla y terminármela cogiendo por el culo. Le dolía, eso no cabía duda, pero siempre iba y sabía que le tocaba enculada.
Me gustaba jalarle el abundante vello púbico, ella al principio se quejaba, después fue estimulante sexual para sus orgasmos, podía sentir como se emocionaba sintiendo dolor.
Un día mientras me la cogía en posición de misionero le hice un chupetón en una teta, al terminar ella me preguntó por qué lo había hecho.
- Andabas muy prendido hoy paco, mira como me dejaste la chiche toda chupeteada.
- Es que no quiero que tu marido te coja, no lo harás hasta que desaparezca la marca, así serás solo mía.
Ella sonrió coqueta, le había gustado la idea de que la celara de su esposo, tanto que sentó a horcajadas sobre mí y puso su otra teta en mi boca.
- Márcame esta otra pues, así ni siquiera me quitaré el sostén frente a él.
Se fue de mi casa con las tetas todas marcadas y una sonrisa de felicidad. Me dijo que se enojó con su marido al primer pretexto que encontró y le pidió a lupita dejarla dormir con ella, lupita si vio los chupetones, pero pensó que su papá se los había hecho. Y cumplió lo que le pedí, no cogió con su esposo.
Venía y me visitaba, cuando cogíamos o antes de empezar me ponía la boca en sus tetas para marcárselas, yo lo hacía, así duró dos meses sin sexo con su esposo, que ya le rogaba hincado que lo perdonara, me dijo que le permitió cogérsela, pero con la ropa puesta y parados en la cocina, ella se sostenía de la mesa y él desde atrás se la cogió, después se enojó con él por otra tontería y eso nos dio más tiempo para seguir con nuestros juegos.
Platicábamos de muchas cosas, ella me contaba cosas de su casa, yo de mi trabajo, andaba desnuda por la casa y me preparaba la comida, a veces había vellos púbicos en ella, la miraba y me sonreía como diciendo “ni modo así cómetela”, yo me la comía, igual cuando le chupaba su raja me comía como mil. Ella quiso depilarse, pero no la dejé, me gustaba así, incluso le dije que no se depilara las axilas, le ponía mi verga en su axila peluda y bajaba su brazo para apretar mi verga y me movía como si me la cogiera, ella riendo se dejaba, decía que le hacía muchas coquillas.
En una ocasión bailamos desnudos, era buena bailando, traía el ritmo nato, nos gustó bailar, ella lo hacía para mí, siempre que bailábamos terminábamos cogiendo, una ocasión se la metí por el culo y nos movimos al son de música salsa.
En una ocasión llegó lupita antes de tiempo y apenas si pude sacar a su mamá, de hecho la saqué por la puerta trasera y se fue en dirección contraria por donde venía lupita, no se la quería topar, lupita traía su uniforme escolar, se colgó de mí y me besó, me jaló a la recámara y cuando me sentó notó una mancha de semen en la cama, se le había salido de la raja a su madre.
- ¿A qué puta trajiste?—dijo soltando mi mano molesta. Mi cara se puso seria y casi fúrica.
- No vuelvas a hablarme así, tenemos un acuerdo y tú lo aceptaste, si no te gusta lo terminamos, porque no voy a dejar que me hables en ese tono, ¿oíste?—le hablé fuerte.
Lupita se quedó callada, vi su cara seria, estaba agachada mirando el piso, sabía que no me gustaba que me celara ni que me cuestionara, pero si sentía celos, vi su labio inferior que se movió en un puchero, creo que quería llorar, no me miraba, solo miraba al suelo, la jalé y la senté en mis piernas, ella sin mirarme se dejó hacer por mí.
- Bebé, no te enojes, sabes como soy, sabes que te quiero, pero no puedo con un compromiso.
Ella seguía seria mirando el piso.
- No te enojes bebé, yo te quiero—le dije mientras empezaba a darle besitos tiernos en el cuello y en su cara ella seria se dejaba besar por mí—sabes que te quiero ¿verdad?
Ella encogió los hombros como diciendo “quien sabe”, tomé su cara con mi mano y le giré la cara, me miró a los ojos, su semblante era difícil de leer, podías ser enojo, tristeza o resignación, no sabía, pero no podía dejarla así.
La acerqué a mí y la empecé a besar, la besé suave, ella ponía un poco de resistencia, puse mi mano en su teta más cercana y ella aflojó un poco su boca, aumente mi pasión al besarla y ella terminó cerrando sus ojos y tomando mi cabeza.
Lupita se levantó y se sentó a horcajadas sobre mí, bajó mi bóxer, mi verga seguía húmeda, aun así la masturbó mirándome, la puso dura, la mamó sin dejar de verme, era como demostrar que me aceptaba, se subió en mí y se la metió solita, me cabalgó un rato, yo la quité y la puse en cuatro y desde atrás me la cogí, sentí como fue subiendo su excitación hasta entregarse a mí en cuerpo y alma.
- Aaahhh paco, te amo… aaahhh.
Su cara quedó cerca de la mancha de semen que cayó de la raja de su mamá, puso sus codos sobre la cama y empezó a lamer mi semen en la sábana, hizo su cabello a un lado para que yo la viera.
- ¿Te gusta papi?
- Si
- ¿te gusta que me coma tu leche?
- Sí.
- Dame, dame fuerte, si así papi… aaahhh… más fuerte… aaahhh
Ya estaba loco de excitación, arremetí contra ella, recién me había cogido a su mamá y ahora a ella, eyaculé gritando, cerrando los ojos, mirando hacia arriba.
- Aaahhh.
Caí fulminado en la cama, lupita me mamó un rato la verga, después se acostó a mi lado.
- Perdóname paco—dijo seria, se sentía tristeza en sus palabras—a veces no puedo evitarlo, pero sí sé eso, tu me dijiste que sería así y yo acepté.
- Bebé, es algo que no puedo evitar, así nací, pero te aseguro algo—con mi mano tomé su cara y la guié para que me viera te amo, no sé qué pase en mi futuro, no sé cómo, pero te quiero ahí conmigo, siempre a mi lado.
Ella soltó lágrimas y después me besó, se abrazó a mí, esa noche se quedó a dormir conmigo, hicimos el amor toda la noche, al día siguiente faltó a la escuela.
La mamá me siguió visitando a escondidas de su hija, siempre cogíamos y fantaseábamos con hacer un trío con lupita, toña también cooperaba diciendo como le haríamos y que se lamerían las rajas, pero con el tiempo fue cada vez menos a mi casa.
Un día, después de coger como locos, estaba acostada recargada en mi hombro, cerca de mi pecho, con sus yemas acariciaba mi pezón, lo besaba tiernamente, de repente se quedó en silencio mirando la nada.
- Paco, no sé si pueda seguir viniendo a verte.
- ¿por qué?—dije yo acariciando su cabello.
- Ceo que mi esposo ya sospecha, además cuando me quedé con lupita en su recámara, me confeso que estaba enamorada de ti y que no quería a otro que no fueras tú.
- Si me lo ha dicho.
- Pues creo que si se entera de lo nuestro se va a enojar contigo y conmigo y no quiero que vaya hacer una locura.
- Te entiendo.
Estuve de acuerdo, ese día cogimos, según esto por última vez, y si iba a ser la última vez le haría de todo; la até a la cama de sus brazos y piernas, abierta como una X humana, la cintareé hasta que me cansé, le estimule su raja con mis dedos hasta que soltó gotas de orina, le deje chupetones en todo el cuerpo, me la cogí salvajemente, cuando la tenía en cuatro puse mi mano sobre su peluda raja y le jale los vellos hacia abajo, ella gritó su orgasmo, eso le encantaba, que le jalara los vellos púbicos.
Salió de mí casa con el culo lleno de leche y una sonrisa de oreja a oreja, me había dicho que sería la última vez, pero igual regresó a coger, no tan seguido, pero lo hemos seguido haciendo hasta hoy en día.
*****
Regresando a Lupita el sexo con ella era delicioso, no escatimaba en experimentar, aunque de primera instancia le sacó la vuelta al sexo anal, pues miraba mi verga erecta y me decía que le daba mucho miedo, que me esperara a que se desarrollara un poco más y me entregaría su última virginidad, me prometía que sería para mí, solo que le diera tiempo; yo sonriendo le decía que sí, sabía que tarde o temprano sería ella misma la que me lo entregaría.
Un día estábamos ella sus amigas y yo platicando, yo había comprado nieve en cono para todas, ahí en medio de adolescente platicaba con ella y reíamos de todo, pero una amiga de lupita en especial, llamó mi atención, se llamaba Yaratzel, tenía tetas más desarrolladas que las demás, ese día traía una blusa holgada, sin sostén y sus pezones se marcaban en la blusa, la tetas se bamboleaban de un lado a otro, lupita lo notó, se quedó mirando y me sonrió cuando me sorprendió mirando las tetas de su amiga.
Días después llegó lupita con Yaratzel a mi casa, me desconcertó, pero las dejé pasar, me dijeron que paseaban y que el rumbo las trajo a mi casa, me pidieron de beber, lupita dijo que les diera caribes de durazno a las dos, yo se los di y abrí una cerveza para mí, el ambiente se puso de modo y pusieron música, lupita le dio un trago a su caribe, lo dejó en la mesa y jalo a Yaratzel a bailar.
Bailaban música romántica, no recuerdo bien, pero creo que era “si no te hubieras ido”, las dos se movían sensuales, ambas s sujetaban de los hombros mutuamente, se miraban a los ojos, yo le daba sorbos a mi cerveza y las miraba embobado, vi cómo se fueron acercando mientras sonreían y casi grito cuando las veo darse un beso.
Se besaron con pasión, cuando se despegaron lupita me volteo a ver, me sonrió, caminó hacia mí seguida de su amiga y se sentaron cada una a mi lado.
- ¿Te gustó el baile papi?—preguntó lupita.
- Mucho.
- ¿te gusta mi amiga Yara?
- Sí—dije yo tragando saliva.
- Pues dale las gracias a Yara por el baile.
- Gracias Yara.
- No, así no.
- ¿Entonces cómo?
- Bésala tonto, ella también lo quiere.
Voltee a ver a Yara que sonreía coqueta, era el regalo que lupita me daba, me dejaba cogerme a la amiga que me había gustado. La amiga se sentó a horcajadas sobre mí, traía una minifalda que quedó como cinturón por arriba de sus nalgas.
Yara sobre mí me besaba mientras lupita me mamaba la verga y fue ella misma quien sacó un condón, voltee a ver como con los dientes lo abrió escupiendo el trozo del envoltorio, lo sacó y me lo fue poniendo. Me chupo la verga con el condón puesto, no recordaba que ella lo hubiera hecho antes de eso, después la tomó y la guio a la raja de su amiga.
- Aaahhh—gimió mirándome mientras mi verga le iba entrando.
Se sentó y mis huevos tocaron su culo, no era virgen., alguien ya se había llevado ese premio, me cabalgó con experiencia, obvio no era la primera vez que lo hacía, la cargué y así ensartada me la llevé a la recámara, con lupita atrás de mí.
La tarde fue de locos, me las cogí a las dos, use condón con Yara, pues no sabía si usaba algún método o en qué parte del ciclo estaba.
La tetas de ella se mecieron como campanas cuando me la cogí en cuatro, lupita abrió las piernas para que su amiga la chupara, me miraba sonriendo mientras era lamida por su amiga y yo la penetraba desde atrás, con su mirada me decía, “es tu regalo”; eyaculé dos veces, una en cada una, se fueron ya casi de noche.
Al día siguiente vino lupita sola.
- ¿Te gustó tu regalo?—mi cumpleaños había sido hacia una semana.
- Mucho.
- Para que veas cuanto te quiero, que yo misma te traiga a mi amiga para que te la cojas.
- Te amo bebé—le dije desde lo más profundo de mi corazón, ella me amaba y me entendía, creo que si algún día sentaría cabeza, sería con ella sin duda.
Nos fundimos en un beso, acabamos cogiendo en mi recámara planeando a cual traería la siguiente ocasión para coger con nosotros. Me lo cumplió, trajo a varias de sus amigas a coger conmigo, algunas veces hasta se quedaron toda la noche. Fueron noches de locuras.
*****
Un día llegó a mi casa llorando, traía la blusa desgarrada, su short roto del botón y el cierre, la metí a mi casa y la senté en la sala, ella no dejaba de llorar, me alarmé.
- ¿Qué te paso?—le dije mientras le daba un vaso de agua.
- Un viejo, me… me… snif… snif… me quiso violar.
- ¿Dónde? ¿Quién?—sentí que la sangre me hervía en la cabeza.
- En el puerto cuando veía para acá, estaba borracho, me agarró, no lo vi y me empezó a querer quitar la ropa, grité y nadie vino, le di una patada y me alcancé a zafar, y corrí para acá, snif… snif.
La llevé a mi recámara y le di ropa de la que dejaba para cuando se quedaba, se cambió mientras seguía llorando, una vez cambiada la abrace para consolarla.
- Tranquila bebé, ya estás a salvo, todo va a estar bien—estuvo llorando un rato conmigo hasta que se le pasó.
Cuando se calmó le dije que teníamos que salir, la subí al auto y conduje al puerto, le dije que me señalara quien había sido, me lo señalo, la baje del auto y la deje como a 5 metros donde el tipo estaba acostado durmiendo bajo la sombra de una lancha.
Me acerqué a él y lo levanté de un jalón, el tipo abrió los ojos y me miró entre extrañado y asustado.
- ¿ves esa niña?
- ¿qué?—dijo aún dormido, apestaba a alcohol rancio.
- ¿Qué si ves esa niña?
- Si, esa es una puta—dijo como no pensando lo que iba a pasar.
Fue lo único que alcanzó a decir, le di un golpe en el pómulo que lo tumbó, lo volví a levantar y lo tomé del cabello
- Mírala bien, porque si la vuelves a tocar voy a venir y te voy a matar a golpes ¿oíste?
Le di una paliza, le pegué en todo el rostro, le dejé los ojos cerrados, lo quise hacer así para que cada que se viera al espejo recordara mis “recomendaciones” y las siguiera al pie de la letra, después me enteré que era un alcohólico casi vagabundo que solo trabajaba solo para comprar alcohol, lo apodaban el “negro Sandoval”, nadie conocía su nombre, solo ese apodo.
El rumor se esparció y los tipos dejaron de molestarla, ya ni piropos le decían a lupita que vestía como le daba su gana y caminaba feliz por todo el puerto.
Un día que llegó a mi casa, la noté de mal humor, cuando la abordé ella quiso evadir el tema, le volví a preguntar ya más serio, no tuvo más remedio que decirme.
- Un tipo me molesta a cada rato.
- ¿Quién?
- Uno que le dicen el chato—dijo mal humorada.
- ¿Te ha hecho algo?
- No, pero cada que paso por ahí me ve me invita a pasear con él, me molesta que me diga “si lo haces con el fresa ese, pues hazlo conmigo para que sepas lo que es un hombre”.
- ¿Eso te ha dicho?—picó mi orgullo que se sintiera más hombre que yo.
- Siempre está con sus amigos en la zona pesquera, se burla cada que paso, la verdad no le hago caso, pero me molesta que diga cosas de ti.
- Vamos.
- No, no lo busques, a él no—vi alarma en sus ojos—es un hombre malo.
- No me importa.
- Por favor paco, a él no, es muy alto y fuerte y no quiero que te haga algo—su carita era de angustia—olvidémoslo, yo no le hago caso y ya.
- Te dije que vamos.
Casi la jalé del brazo, la noté con miedo, se subió al auto y viajamos a la zona pesquera, me estacione y le pregunté quién era, aunque por el tamaño supe cuál de ellos era el tipo.
- Es ese, aquel de allá, es el chato—se veía asustada—pero no vayas por favor, ya vámonos… por favor—me suplicaba tomándome del brazo para que no bajara, sus ojitos casi soltaban lágrimas.
- Quédate aquí—le dije serio.
Baje del auto, el chato era un mulato de 1.85 metros de alto, era el típico mesomórfico que sin ir al gimnasio desarrolla músculos, sus manos estaba curtidas por el trabajo, me acerque a ellos y se quedaron callados cuando me vieron, todos me reconocieron.
- ¿Tú eres el chato?—pregunté serio y tranquilo.
- Depende de quién y para qué pregunta—lo dijo burlonamente.
- Pregunto yo y para advertiré que dejes a Lupita en paz o te romperé la cara golpes, esta es la primera advertencia, no abra muchas.
- Esa niña está muy buena y si te la chingas tú, se la puede chingar cualquiera. No es tuya.
- Segunda advertencia—le dije con mi cara de enojo.
- ¿Y si no lo hago?, te aviso que yo no soy el negro Sandoval—lo dijo como diciendo “no ando tomado ni soy un debilucho”.
- Tercera advertencia, y se te acabaron—le dije empuñando las manos señalando que había agotado las opciones de evitar que lo moliera a golpes.
- ¿Tú y cuantos más?—preguntó burlón, sus amigos rieron.
Eso fue todo, me acerqué a él, él también caminó hacia mí, su sonrisa desapareció y apareció un gesto de pelea, abría golpes, él era más alto y fuerte que yo, eso lo sabía él y todo el mundo, lo que no sabía es que esa era mi ventaja, que me subestimaría.
El chato lanzó el primer golpe, tal y como supuse lo hizo con la derecha, solo moví mi cabeza un poco hacia mi izquierda el puño pasó rozando mi oreja derecha, aprovechando su inercia hacia adelante levanté mi puño derecho y lo dirigí a su cara, mi puño chocó en su rostro estallando en la nariz, el chasquido hizo que todos hicieran un gesto de dolor.
- ¡Ay! ¡hijo de tu puta madre!–Gritó el chato de dolor.
Con los ojos lagrimeántes me ubicó de nuevo, bufó como un toro y con los ojos inyectados de furia se abalanzó sobre mí, eso era lo que esperaba, él subió sus manos en un intento de defensa protegiendo su nariz con la intención de caer sobre mí, yo solo me agache un poco y mi puño derecho se impactó en sus costillas, ahora el chasquido lo hicieron estas, seguro le fracture mínimo una.
El chato abrió sus ojos de dolor y no solo eso, además con mi golpe le saqué el aire, su mirada era de desesperación, no podía ver bien por las lágrimas, no respiraba bien por aire perdido y el dolor en su tórax era insoportable.
Bajo su guardia en un intento de tomar aire dando pasos hacia atrás, eso lo aproveché y lo golpee la nariz de nuevo, se la doble más de lo que ya lo había hecho.
- ¡AY!—gritó aún más fuerte y cayó de rodillas.
Lo tomé del cabello y lo jalé al agua, hundí su cabeza en el mar, el tipo no podía zafarse por más que movía las manos intentando quitarme, cuando sentí que se movía poco, lo jalé hacia arriba
- Ay, ya no… ¡ya no por favor!—gritó desesperado.
Abrió su boca y sus ojos como platos de miedo metiendo aire, lo volví a hundir e hice lo mismo lo saqué hasta que casi no se movía, cuando lo saqué creo que había visto pasar toda su mediocre vida por sus ojos en inminente muerte.
Lo deje en la arena tirado boca arriba tosiendo agua y ahí le metí dos golpes más en su rostro, uno con la izquierda y otro con la derecha, sus pómulos se hincharon poniéndose morados al instante, eso quería, que se acordara de mi cada que se viera en un espejo; me levanté y miré al resto de sus “socios” que me miraron asustados, caminé hacia ellos y se apartaron quitándose de mi camino, al salir del montón me di la vuelta y los miré
- La advertencia es para todos, el que moleste a Lupita se las verá conmigo—dije con cara de furia, algunos asintieron asustados, otros solo me miraron con miedo, nadie antes le había dado una paliza al chato.
Lupita dese el auto, pegada a la ventana, con la boca abierta vio todo, su rostro era de asombro.
Esa noche ella en cuatro sobre la cama, afianzándose de las sábanas con sus manitas, con lágrimas en sus ojos que caían y mojaban la sábana y haciendo mil gestos de dolor, me entregó su culo.
En silencio llegamos a mi casa, ella lavo mis manos manchadas de sangre, que se habían abierto un poco por los golpes dados, me curó, las limpiaba con mucho cariño y esmero, no habló, yo tampoco, al terminar las besó, lo hizo tiernamente, la final las pegó a su mejilla, se despegó de ellas y me miró a los ojos, me llevó a mi recámara tomándome de la mano, bajo mi pantalón y bóxer para hincarse a mamarme la verga, lo hizo hasta que la sintió toda dura, escupió mucha saliva, la embarró a todo lo largo y me miró.
- Paco, quiero que sepas que tú eres mi único dueño, soy tuya y solo tuya, no importa lo que me digas, siempre estaré contigo, no quiero estar con nadie más, no me importa si termino de sirvienta en tu casa con tal de estar contigo—veía lágrimas en sus ojitos.
Se levantó y caminó hacía mi buró de dónde sacó el lubricante, se bajó su ropa y se desnudó frente a mí, su cuerpo esbelto, su pubis empezando a poblarse de bello, sus tetas más desarrolladas y su cabello lleno de bucles negros la hacían ver como un poema erótico.
- No tengo mucho que darte, pero te doy todo lo que tengo, mi cuerpo. Es tuyo para que hagas con él lo que quieras cuando quieras.
Ella se puso hincada de espaldas frente a mí, se lubricó cuando logró meter tres dedos giró su torso y tomó mi verga, la empezó a meter, no podía, le faltaba fuerza para vencer la resistencia de su esfínter virgen, volteo a verme con ojos suplicantes para que le ayudara a penetrarla por su culo, la agarré de las caderas y se la metí, sentí como iba desgarrando su esfínter, Lupita se quejaba mucho, pero nunca me pidió que parara.
- Ay… aaahhh… ay
Me detuve cuando entró la mitad, ella respiraba agitada, la saque y la regresé lentamente, Lupita casi bufaba por el esfuerzo, sentí como mis huevos tocaron su raja, ahí me quedé un rato, la deje descansar, pero después volví a la tarea de penetrarla, para cuando acorde ya le entraba y salía toda mi verga, me la cogí, gimió una y otra vez.
- Si papi, soy tuya, tuya… ay… aaahhh
Yo aún traía la adrenalina de la pelea, cuando sentí que entraba más fácil la sujeté con mis manos del cuello y de su cadera, la jalé hacia mí dejándola hincada y me la cogí con fuerza, sus lágrimas caían por su rostro, sus cabellos vibraban por mis empujes con mi verga que la penetraba por el culo como un pistón.
Ella se sostenía con ambas manos de mis propias manos, la izquierda estaba en mi mano que tomaba su cuello y la derecha en la que estaba sobre su cadera, sus nalgas vibraban con cada empuje que le daba, el chasquido que hacía mi pubis con sus nalgas demostraba la fuerza con la que le daba, me apiadé un poco de ella y le estimulé su clítoris poniendo mi mano en su vulva.
Me la cogí en cuantas posiciones me dio la gana, ella se dejó, incluso cuando la puse arriba de mí estaba llorando y haciendo gestos de dolor, pero movió sus caderas de arriba abajo, de adelante a atrás, en círculos, se veía que sufría, las lágrimas no dejaban de fluir de dolor, pero me entregaba su última virginidad.
Aguantaba su dolor para que yo tuviera placer.
Termine con ella boca arriba y desde esa posición le penetré el culo.
- Eres mía—dije moviendo mis caderas con fuerza hacia adelante.
- Si papi, solo tuya—ella jalaba sus piernas de las corvas que facilitar que la penetrara.
- Quiero marcar tu piel con mi boca—dije jalándola del cabello hacia atrás haciendo que su cuello quedara expuesto a mí, la besé en su cuello pellizcándole un pezón al mismo tiempo.
- Hazme lo que quieras, soy tuya, aaahhh
Le besé el cuello, se lo chupé un poco, ella al sentirlo me jaló hacia ella para que le siguiera chupando, yo no deje de chupar y le marqué el cuello, lució su chupetón orgullosa el resto de la semana.
Terminé eyaculando mientras le chupaba el cuello, entre gritos y gemidos de ella, después se la dejé adentro hasta que se aguado y salió sola. Nos besamos como dos enamorados después de cogérmela salvajemente.
- Ya soy toda tuya, de nadie más ¿oíste?
- Si bebé—dije lamiéndole todo su cuerpecito sudado.
- Ya te di todo lo que tengo.
Me volví a excitar y se la metí, ahora por su raja.
- ¿Quieres otra vez tan rápido papi?—dijo sonriendo y abriendo sus piernas al mismo tiempo que me besaba con pasión.
- Sí, y quiero tu culo otra vez
- Hazlo, hazlo cada que quieras, si grito no te detengas, soy tuya, solo tuya, para todo lo que quieras.
Me la estuve cogiendo hasta que tuvo un orgasmo, se la volví meter por su culo usando sus jugos vaginales como lubricante, ella sonrió cuando vio desde abajo que apuntaba a su culo, hasta en la boca se le metí, ella se dejó hacer por mí.
Esa noche se entregó a mí en cuerpo y alma, como una hembra se le entrega al macho que la protege y la posee. Sentía sus orgasmos con mi verga por todos sus agujeros. A partir de ahí pasaron dos cosas, nadie más la molestó y ella fue solo mía, de nadie más.
Esa misma noche mientras nos bañábamos después de coger como conejos se hincó frente a mí, me miró desde arriba, pensé que me la quería chupar, pero no, solo estimuló el frenillo con su lengua, lo hacía muy rápido, de arriba abajo y de un lado a otro, le advertí.
- No creo que se pare, solo haces que me den ganas de orinar.
- Eso quiero papi, quiero tus miados en mí, como la niña de la película.
Me excitó, pero mi pene ni de chiste se levantaba, afloje mis músculos y el chorro amarillo salió, ella lo metió a su boca y tragó cuanto puedo, después me miró sonriéndome orgullosa de que yo la orinara, mi chorro caía en sus tetas en desarrollo.
- Quiero que sepas algo, soy tuya y puedes hacer conmigo lo que quieras, todas las marranadas que se te antojen, pues me va a gustar que tú me las hagas, solo prométeme algo.
- ¿qué?—decía yo guiando mi verga como manguera de bombero mientras la seguía orinando.
- Que no me vas a dejar nunca, ¿me lo prometes?—dijo ella aun hincada frente a mí toda mojada por mi orina.
- Si mi amor, te lo prometo—dije yo orinándole la cara y ella con su mirada de abnegación.
Nos fundimos en un beso, sentí mi propio sabor, pero no me dio asco, eso abrió otra ventana a un mundo por explorar.
Continuará.
leí esta parte y la anterior y muy buen relato, me gusta como Lupita pasa de pícara, pero inocente, a la diosa sexual que es más adelante. Y vaya que sorpresa ver que su madre no se queda atrás y como le encanta el ser castigada.
Lo único que no me gustó, es la personalidad del protagonista masculino, como siempre demasiado ganador en todo.
muy cierto todo lo demás es muy bueno
👌
Impecable, buen macho para su pequeña hembra👍
Bueno leei los dos ,el segundo mejor que el primero para mi gusto . Pero lamento decirte que no es lo que todos estábamos esperando jaja creo por mi parte que estamos ansiosa lo que pasara con Tina y su mamá . Un beso ,no dejes de escribir nunca .
Opino lp mismo que Andre
Te voy a ser honesto, de miles de relatos de incesto, el tuyo es muy bueno y se que te esmerastes, te felicito