Mi familia es estrambótica
Estoy casado con Vilma desde hace unos quince años, tenemos una hija de catorce, llamada Loredana, yo trabajo en un banco y por lo general estoy de viaje dos o tres días por semana. En cierta ocasión llegué antes de lo pensado a mi casa y….
Cuando tenía 20 años me casé con Vilma, mi actual esposa, cuando ella tenía 17 años y tuvimos una hija, Loredana, ahora tengo 35 y nuestra pequeña, 14 años.
Mi esposa y yo tenemos una vida bastante tranquila, vivimos en un barrio cerca del lugar donde yo trabajo.
Desde el punto de vista íntimo mi esposa es lo que se puede decir una mujer normal, en el sentido que, si bien es apasionada y siempre ha estado dispuesta a tener relaciones sexuales conmigo sin poner ninguna excusa, no pasa ciertos límites.
Es por eso que he tenido y tengo algunas aventuras por allí, siempre he tomado la precaución de hacerlo con mujeres casadas, ya que me aseguraba cierta tranquilidad, en el sentido que ellas no tienen ninguna intención de salir de sus matrimonios, ni yo tampoco, de modo tal que no nos íbamos a pedir cosas que fueron más allá de una buena jornada de sexo caliente.
Vilma nunca me ha dicho nada, por lo que sospecho que nunca ha tenido ninguna duda de mi comportamiento, de mis aventuras fuera de casa, y si la ha tenido o la tiene no me he dicho una palabra al respecto, lo cual me deja tranquilo.
Como he contado mi trabajo me exige salir durante dos o tres días de viaje por todo el país contactando a otros empleados de otras sucursales que se encuentran en el interior del país, ya que pertenezco al plantel de logística de la casa central del banco. Es una tarea que me gusta y es bastante bien rentada. No me puedo quejar.
En cierta oportunidad tuve que viajar hacia la ciudad de Mirasoles, a unos 200 kilómetros de donde trabajo y resido, ya que había surgido un inconveniente bastante grande con una de las sucursales del banco. La cosa se pudo resolver muy pronto y terminé hacia media mañana del viernes.
Llamé por teléfono a mi jefe y le dije que todo estaba resuelto y de la mejor manera, que no había complicaciones, le pregunté si podía tomarme lo que quedaba del día. Y me respondió afirmativamente.
Me subí a mi auto y me propuse llegar temprano a casa para estar un rato con mi esposa, ya que mi hija por la tarde va a la escuela. La verdad es que pensaba en esta ocasión ponerme bastante denso en el tema sexo y tener un momento de lujuria extrema, pensaba sacar a Vilma de su forma de tener relaciones y de llevarla hasta sus límites y si podía forzarla a que los pasara.
Llegue a casa a eso de las 2 de la tarde, dejé el auto estacionado en la calle, entré a casa de una manera sigilosa para sorprender a mi esposa y tomarla para llevar a acabo todo lo que había pensado durante el viaje, subí sin hacer mucho ruido las escaleras para llegar hasta la habitación, pero me encontré con algo que no podía creer, nunca pensé que fuera a ver ese espectáculo. Mi asombró fue total.
La puerta estaba abierta y allí mi esposa y mi hija estaban en bolas en plena sección de sexo lésbico, Loredana le chupaba la concha a su madre con mucho arte, abría la concha de mi esposa y le metía la lengua y luego con dos dedos subía el glande del clítoris y se lo lamia con fruición, mientras la puta de mi mujer gozaba como una perra en celo y gemía fuertemente, luego fue hacia arriba y comenzó a chuparle las tetas, los pezones se le endurecieron mientras seguía gimiendo y la puta chiquita seguía chupando hasta que comenzaron a besarse y entrelazaban sus lenguas, dos verdaderas putas que yo realmente no las conocía de ese modo. Pero la cosa no quedó allí.
Mi esposa la recostó a la nena sobre su espalda y comenzó a chuparle la concha, la pendeja se removía en la cama gozando salvajemente hasta que en un momento determinado se retorció del tal modo que quedó de espalda, allí Vilma le abrió los cantos y comenzó a chuparle el agujero del culo.
Acto seguido, mi esposa fue hasta el placard y abrió un cajón, y sacó un arnés, se lo puso y luego colocó en el agujero del mismo un dildo de unos quince centímetros de largo por cuatro y medio de diámetro, abrió el cajón de la mesa de luz y sacó un lubricante que puso en la punta del juguete y en el culo de mi hija, la putita se puso en cuatro patas y ofreciendo sus agujeros a mi mujer, que sin reparos le metió el dildo hasta el fondo del culo y alternativamente se lo colocaba en la concha, la pendeja gozaba y no podía de dejar de gozar. Era terrible.
Luego se invirtió la cosa, Loredana se pudo el arnés y penetró a mi esposa por ambos agujeros, Vilma jadeaba de placer, yo miraba atónito, sin que ellas se dieran cuenta que estaba ahí, no sabía qué hacer, tenía sentimientos encontrados; por un lado, estaba enojado por lo que estaba viendo; y, por el otro, estaba con la pija muy dura y con ganas de cogerme a las dos putas.
La cuestión fue que irrumpí en la habitación con los dos sentimientos juntos, no los podía separar, mientras me iba sacando la ropa, les grité:
- Putas de mierda, nunca creí que fueran tan putas y tortilleras.
Me había quedado en bolas delante de ella, con la pija erecta, que ambas miraban sin decir nada.
- No te enojes, intentó balbucear Vilma.
- Cállate la boca putona, chupa concha, le grité.
- ¿Y vos?, le dije a Loredana, tan chiquita y tan puta y tortilla.
- Pero papá…… dijo con voz baja.
- Vos también cállate puta de mierda.
Y seguí con el reto hasta que les espeté:
- Bueno, ambas van a chuparme la pija, una de cada lado, así que empiecen ya, vamos muéstrenme que les gusta chupar pija como les gusta chupar conchas, putas asquerosas, les dije con voz firme y casi gritando.
Sin decir nada ambas comenzaron a chuparme la verga, una de cada lado, tanto con los labios como con la lengua, a decir verdad, me hicieron poner la pija más dura y me gustó mucho, ambas estaban arrodilladas delante de mí.
Luego fui hacia la cama y le dije que mi esposa que se sentara en la pija, pero que se la quería meter en el culo ya que nunca me había dado ese orificio que tantas veces le pedí y me negó, y por supuesto así fue. A todo esto, llamé a mi hija y le dije que se parara sobre la cama. Su concha me quedaba justo a la altura de la cara, así que empecé a chuparle la argolla a esa pendeja putita que comenzó a gritar de placer mientras la lengüeteaba toda. Y mi mujer subía y bajaba sobre mi verga con su hermoso culo bien abierto y dilatado.
- Estoy por acabar amor, me dijo, con voz tenue y gimiendo suavemente.
- Mejor que te acabes puta puerca, chupa concha, cuando termines te la metes en la cageta y te acabas de nuevo, le ordené.
- ¿Y vos?, le dije a mi hija, date vuelta que te quiero chupar el agujero del culo cerda puta.
Así fue que se dio vuelta y me dio la espalda, abrió sus cantos con sus manos y me dejó el orificio anal a punto de mi lengua, lo tenía bien dilatado la conchudita, y comencé a meterle la lengua en el agujero, le pendeja estaba que ardía de placer, lujuriosa como ella sola. Una verdadera puta, hecha a la medida de su madre.
Mi mujer, ya con mi verga en la concha se acabó varias veces, le dije que se corriera y que me ayudara a coger a la pequeña, que quería meterle la verga en el culo y en la concha y ella debía participar y mirar de cerca como me la cogía. Asintió con una sonrisa.
Así fue, entonces, Loredana se puso en la cama en cuatro patas, Vilma agarró mi verga dura y la arrimó al agujero del culo de la niña, yo la fui introduciendo lentamente y gozando de ese hueco dilatado pero estrecho al mismo tiempo. E inicié los movimientos de entrar y salir y alternativamente se la metía en la concha también, que estaba muy mojada. La chiquilla gozaba con gemidos de placer y, en algunas ocasiones, a los gritos; una verdadera yegua.
- Estás con la concha empapada puta reventada, le dije a Loredana.
- Si, papi, la tengo muy mojada y me gusta que me metas la verga en la concha y en culo también.
- Sos tan puta como tu madre, tenés a quien salir hija de puta.
Vilma sonreía y de cuando en cuando sacaba la verga dura de los agujeros de nuestra hija y me la chupaba profundamente.
- Te gusta chupar pija puta de mierda, pensar que, si no te descubría hoy, hubieras seguido siendo la esposa recatada de siempre, cuando en realidad sos una reverenda putona, igual que tu hija. Ambas son muy putas, dije casi gritando.
En ese momento le metí la pija en la concha a Loredana y le acabé toda la carga de leche caliente, no podía dejar de acabar, mi esposa estaba muy atenta a lo que pasaba y cuando saqué la pija, aun goteando semen, comenzó a chuparme la chota, lo cual me produjo un gran placer.
- ¿Desde cuándo se dan ustedes dos, putonas de mierda, yeguas mal cogidas?
- Desde hace dos años, me dijo mi esposa.
- Y por qué no me dijiste hija de puta, trola de mierda.
- No sabía cómo lo ibas a tomar.
- ¿Y vos Loredana, te gusta lo que pasa con tu madre y lo que pasó hoy?
- Mucho papi, me dijo con una sonrisa maliciosa.
- Muy bien, dije, desde hoy se acabó la joda acá, no voy a tolerar que hagan cosas a mis espaldas, ¿quedó claro? Quiero que me cuenten todo lo que pasa por la imaginación de ustedes. ¡Todo!
- Nos gusta que seas amplio, somos fantasiosas, me dijo mi esposa.
- Si papi, nos gusta todo esto, respondió mi hija.
- Desde ahora vamos a dar rienda suelta a nuestra imaginación, dije con una sonrisa. A coger se ha dicho.
Unas horas después me puse a pensar si habiendo acabado dentro de la concha de Loredana no cabría la posibilidad de dejar preñada a mi hija. Bueno, el tiempo lo dirá.
Wuaoo! Peculiar familia la tuya!
Todo un encanto te felicito sigue contando!!!