Toda una Vida de Incesto
Este es un relato real de lo que pasó con mi hermana y luego con los primos y tíos .
por Xanderverga.
Soy un hombre de 58 años pero era un chiquillo de 11 años y aún no tenía vello púbico ni eyaculaba cuando empecé a masturbarme y a tener orgasmos, a los 12 ya casi habia desarrollado por completo y ya eyaculaba cuando me sedujo una mujer de 18, cosa que no le costó mucho, y así tuve mi primera experiencia sexual.
Luego de eso no volví a penetrar a una mujer hasta los 15 años que mis amigos me llevaron con prostitutas pero no me gustó la idea de pagar por sexo así que seguí masturbandome.
Me masturbaba todos los días y en una ocasión no cerré por completo la ventana de mi cuarto cuando estaba en mi delicioso juego de la masturbación vi que alguien me observaba por una rendija de la ventana, cuando se percató de que yo la vi, se fue inmediatamente, me vestí y salí para ver quien era que me veía, yo creí que era la empleada doméstica que no estaba tan mal y de todas maneras, así como andaba las hormonas, estaba dispuesto a meter mi falo donde sea, pero no era ella, para mi sorpresa era mi hermana de 9 años la que andaba con un vestido verde y amarillo, por un momento me quedé asustado pero después de unos minutos mi morbo aumentó porque era mi propia hermana quien maliciosamente me había visto.
Desde ese día empecé a masturbarme todos los dias a la misma hora y dejaba la ventana aun mas abierta y me cubría la cára con álgo para que ella pudiera ver sin miedo ya que siempre iba a mi ventana a verme, así pasaron algunas semanas cuando un día por la tarde que había regresado cansado, me di un baño y me recosté un rato con solo la toalla envolviendome pensando que sólo descansaria pero me dormí con la puerta de mi cuarto entreabierta cuando desperté estaba mi hermanita tocándome el pene el cual tenía furiosamente erecto, cuando ella se percató de que la vi se fue corriendo de mi cuarto y yo me quedé con las ganas de decirle muchas cosas.
Desde ese día me empecé a bañar a la misma hora y me acostaba en la cama sólo con la toalla sobre mí y dejaba también la puerta entreabierta y haciéndome el dormido pero ella no volvía, de repente una tarde ya para anochecer y yo haciéndome el dormido, sentí que ella entró a mi cuarto, yo incluso hacía como respiración fuerte, la veía porque tenía un ojo casi cerrado pero me permitía ver, entonces vi que se acercó a la orilla de mi cama y vio mi fierro ya erecto bajo la toalla, ella la levantó para descubrir el muñequito parado, lo vio por un rato y después de ver para todos lados se decidió a tocarlo y luego hasta se acercó a olerlo, cuando estaba en eso rápidamente la tomé con fuerza de su brazo, ella intentó huir pero no la dejé, y le pedí que se calmara, le dije que todo estaba bien y que no le diría a nadie de esto, que confiara en mi que yo era su hermano y que la quería mucho, con eso se calmó y empezamos a hablar, le dije que me había gustado mucho que me tocará, que sabía y que me encantaba que ella me mirara por la ventana cuando me masturbaba, le pregunté qué sentía cuando me veía y me dijo que le picaba su conchita y que ella también se frotaba cuando me veía y que eso le dio valor para ir a tocarme entoces le dije que buscáramos la oportunidad para que ella y yo tuviéramos esos juegos y que tendría que ser cuando nadie nos pudiera encontrar en eso porque tendríamos problemas y ella aceptó entonces se fue de mi cuarto y ese día me hice una paja que me dio un orgasmo maravilloso.
Nuestra madre que años atrás y justo después del nacimiento de nuestra hermanita menor, había sido abandonada junto con nosotros por nuestro padre, ella estuvo sufriendo un tiempo pero lo superó y todos los viernes o sábados salía con sus amigas, un día que ella salió por la noche, sólo esperamos a que la doméstica dejara a mis dos hermanas bañadas y acostadas y se fue a dormir, un rato después mi hermana entra a mi cuarto con su camisoncito y yo en mi cama desnudo y con el soldado ya bien parado, se metió en mi cama y empezó a jugar con mi pene con toda libertad,
después de un rato de tocarmelo le pedí que se quitara el camisoncito, cosa que no le pareció al principio pero se lo quitó, su piel era muy blanca y si cabello no era muy abundante pero era muy rubio, su pecho plano, era una niña, pero ya empezaban a brotar los pequeños pezones, mientras jugaba le toque sus piernas su espalda y vi con agrado que se frotaba su conchita, al ver esto le propuse que se quitara su braguita, tampoco le gustó mucho la idea al principio pero después de verme un rato aceptó y se la quitó, es la cosa más bella que vi en mi vida, aquellos labios sin un solo vello, ella acostada de lado con su cabeza en mi pierna, le tomé su rodilla y abrí sus piernas para ver mejor su conchita lampiña, después de vernos a los ojos puse mi mano en su vientre y la bajé hasta poner mi dedo gordo sobre sus labios mayores que ya se veían con algo de líquido, mientras ella jugaba con mi falo que ya estába durísimo, a ella le gustaba olerme así que en una de esas que lo olía y lo acariciaba la tome de sus caderas y acerqué su conchita a mi boca y le dije que le daría un beso por lo que me dijo que era un cochino pero le insistí y acercó si vaginita a mi boca y le di un besito suave y luego otro y después otro involucrando la lengua y sentí como se estremeció, luego sentí como mi pene entraba en su boca chupandolo como una chupaleta entonces empecé a lamer su conchita con más intensidad, era tanto el placer que sentía que dejó de mamar mi fierro, después de unos gemidos callados sentí que su cuerpo temblaba descontroladamente y dejó salir un grito reprimido al mismo tiempo que enterraba sus uñas en mis nalgas, luego de un par de minutos quitó su conchita de mi cara y me dijo que era lo más rico que había sentido jamás, yo le dije que me había encantado chuparle su conchita, yo todavia tenia mi aparato ferozmente excitado y le dije que iba a hacer lo que siempre me había visto hacer pero que le iba a enseñar como hacermelo ella, tomé su mano para que agarrara mi pene y la hice hacer el movimiento y después de tres o cuatro veces saltó mi leche, a ella no le gustó que le cayera en la mano así que la limpié con mi sábana, nos quedamos un momento acostados como estábamos ella con su cabeza en mi pierna y yo abrazando una se sus delgadas piernas con su conchita húmeda pegada a mi pecho.
Hablamos un momento y quedamos que lo haríamos de nuevo la próxima salida de nuestra madre, ya era hora de que mejor se fuera para si cuarto porque podía ser que nuestra madre estuviera a punto de llegar y le expliqué que no podían descubrirnos haciendo estas cosas porque tendríamos muchos problemas, se puso su braguita y su camisoncito, después de un besito en la mejilla se fue a su cuarto a dormir y yo quedé allí en mi cuarto desnudo pensando miles de cosas pero sabiendo que había comenzado algo delicioso con mi propia hermana.
Desde ese día se creo una gran camaradería con mi hermana, y era problemático para mi pues era muy inquieta y traviesa, muchas veces tuve que cubrirle sus desastres y hasta echarme la culpa porque el castigo hubiese sido peor para ella, entraba en mi cuarto y usaba cosas mías sin permiso, entraba a mi cuarto cuando me estaba vistiendo y yo tenía que decirle que se saliera porque podían pensar algo que nos delatara, también entraba al baño cuando estaba haciendo del 2, al principio me daba pena pero después ya no la tuve con ella y así otro montón de situaciones que tenía qué manejar porque ella era una niña muy enérgica, alegre, relajera, chistosa y risueña pero yo aguantaba todo eso por lo que éramos y teníamos.
Se llegó otra vez el día que nuestra madre salió con sus amigas y otra vez apareció mi hermana con su camisoncito pero está vez se desnudó en cuanto llegó y yo pues siempre dormía desnudo así que ya estába listo, jugamos un rato frotandonos el uno al otro con nuestros cuerpos, luego se fue a mi pene para empezar a tocarlo y chuparlo, después de un rato me moví a modo de que su conchita quedará frente a mi y empecé a chuparsela y lamersela,
yo saboreaba con delicia sus poquitos jugos pero ella acariciaba mi cabeza con sus manitas luego empecé a besarle el vientre y así besandola fui subiendo hasta sus pequeños pezones para luego subí a su cuello y luego su cara, luego lamí sus labios mientras reíamos y después chupe sus labios para después ella chupar los míos y así llegamos al primer beso jugando con nuestras lenguas y labios, era una delicia, luego me acosté y empecé a masturbarme, no me tomó mucho eyacular pero esta vez cuidé que mi leche cayera en cima de mi ingle y se hizo un charquito de semen ella lo vio con una expresión como de repudio pero yo le expliqué que eso no era sucio y que además eso dentro de la mujer hacía los bebés, entonces toqué el charquito de semen con mi dedo y lo metí en mi boca, allí me volvió a decir que yo era un cochino pero ya sin expresión de repudio y quedó viendo el charquito de mi leche, después de unos segundos de dudar se atrevió y tocó el charquito con su dedo y lo metió en su boca, hizo cara como cuando uno se toma el jugó de un limón pero después dijo que estaba bien.
Volví a ponerla boca arriba con las piernas abiertas para seguir mamando su conchita deliciosa y al poco rato mi arma estába otra vez lista, pero ella ya estába llegando al orgasmo así que seguí lamiendo y chupando su conchita hasta que terminó con su grito reprimido y después empecé a masturbarme mientras ella veía cuando ya mi semen estaba por salir, mi hermana me hizo eyacular en sus manos, para luego de allí probar mi leche y me dijo que le gustaba más cuando estaba calientita, desde ese día mi hermana se volvió una viciosa de semen, no volví a derramar mi leche en otro lado que no fuera si boca, llegó a gustarle de una manera mórbida y yo ni me masturbaba sólo para tener la mayor cantidad posible de mi leche cuando ella me chupaba o me masturbaba, hacíamos el 69 muchas veces y en otras ocasiones frotaba su vagina con mi pene.
Después empezamos a hacer otras cosas como bañarnos juntos, siempre que se pudiera claro, y en el baño hacíamos algunas deliciosas cochinadas, ella dejaba caer su orina sobre mi pene y al mismo tiempo tiraba mi orina sobre si vagina lo que llamábamos las fuentecitas, también nos besamos ella con su boca llena de mi semen y yo con mi boca llena de sus fluidos y hacíamos una deliciosa cochinada que sólo ella y yo podríamos disfrutar pero en ningún momento hubo penetración, ni siquiera lo intentamos, los dos teníamos miedo de hacerlo, ella porque tenía miedo que le metiera mi fierro que ella miraba muy grande y yo pues siempre fui muy precavido para no meterme en problemas así que disfrutábamos de lo que teniamos.
Creerás mi querido lector que sólo eso hicimos pero un tiempo después llegó el momento en que mi hermana quiso perder su virginidad y hubo penetración pero eso es para otra entrega más adelante, gracias por dejarme compartir esto que sólo una persona como vos lo comprenderá.
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