Todas mis primeras veces (Cap 1 / parte 2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Ignition.
Ivana la escuchó sin dejar de mirar mi verga a escasos centímetro. Con otro suspiro, reaccionó y se incorporó. Tal vez fuera por la calentura, o porque los adolescentes no suelen quedarse en los detalles, pero contó su primer beso muy rápidamente.
“Mi historia sexual es muy breve, aunque intensa. Mi primer beso fue hace unos 4 años. Fue en el colegio, en segundo año. Cuando era chica era muy callada, por eso mis compañeros y profesores me trataban como a una freak. Y terminé creyéndomelo. Así que buscaba destacarme haciendo cosas que los demás no hacían, como teñirme un mechón de naranja furioso.”
Ivana se rió fuertemente y nosotros la seguimos. No sé si nos había parecido tan gracioso, pero Vero y yo estábamos muy calientes con ella. Era brutalmente hermosa. Tanto que, mientras hacíamos el desayuno, Vero me confesó que el cuerpo de Ivana la calentaba tanto como la angustiaba.
“Fui la primera de mi curso en fumar y, para que empezaran a respetarme, hacía cosas como fumar en el baño durante los recreos. Un día, fumando en un cubículo cuando sonó el timbre, me quedé unos segundos más para terminar el cigarrillo. Se ve que tardé demasiado, porque cuando salí todos habían entrado a las aulas y en el medio del baño estaba la preceptora de mi curso con los brazos cruzados esperando que saliera. Mis compañeros solían burlarse de ella porque, teniendo unos 20 años, se hacía la adulta con nosotros. Pobre, ¿qué podía hacer con un grupo de salvajes como nosotros?
Entonces, me dijo que estaba loca por fumar en el colegio, que si se enteraba algún profesor me iban a echar. Le dije que no había fumado. Entonces me obligo a entrar con ella en el cubículo. Apenas entrabamos las dos, una frente a la otra. Señaló la colilla que flotaba en el inodoro, pero negué que fuera mía. Me miró con sorna y me dijo que le tire mi aliento. No lo podía creer: me parecía una asquerosidad lo que me pedía y ya empezaba a dudar si lo que estaba haciendo ella no era más grave que lo que había hecho yo. Pero algo en su forma de mirarme me dio tranquilidad. De todas formas, no dejé de mostrarme desafiante; y con un gesto medio punk acerqué mi boca a la suya y le tiré mi aliento.
Para mi sorpresa, ella cerró los ojos y aspiró profundamente. Su actitud me descolocó y ya no sabía qué pensar. Cuando abrió los ojos sólo un poco, aún así pude ver como brillaban. Yo había cerrado la boca, pero no me había alejado de la suya. Todavía hoy no sé por qué lo hice, pero me acerqué un poco más y la besé. Ella se dejó besar al principio, pero luego abrió la boca y me besó de una manera que no voy a olvidar jamás. Me agarró el culo por sobre el jumper y apretó mi pelvis contra la suya y yo ya no tuve fuerzas para nada, me deje hacer. Estaba lista para lo que sea, pero ella se detuvo y me preguntó si entendía que estábamos a mano. Le dije que sí con la cara encendida y el cuerpo temblando. Me dijo que me lave la cara y que vuelva al aula.
Ese año me quedé en el baño un par de veces para ver si volvía a parecer. Quería repetirlo!. Pero no sucedió, y ese fue el último año que ella trabajó en mi colegio.”
Vero tenía el dedo mayor metido en su rajita hasta el fondo y con el pulgar le daba vueltas al clítoris. Yo estaba como una moto masajeándome muy lento. Ivana salió como de un trance y recién en ese momento se dio cuenta de cómo nos había puesto. Pegó un chillido agudísimo y con una sonrisa enorme dijo:
“Síííí!!!!, fiesta!”, y se tiró de cabeza entre las piernas de Vero.
Vero, que no podía más de calentura, se tiró para atrás dejándole el campo libre a nuestra invitada. Ivana, en cuatro, se comía a Vero mientras yo me acomodaba detrás suyo y comenzaba a humedecer, aún más, mi verga en su entrada completamente rasurada. Pensaba quedarme unos segundos más así, pero ella empujó hacia atrás y se ensartó ella solita haciendo que los dos soltáramos un gemido intenso.
Vero abrió los ojos y me dijo: “Por mí, me muero ahora”, estaba vibrando como una hoja. Ivana, escuchando eso, aceleró su trabajo hasta que Vero gritó:
“Dale putita, matame de una vez!”.
Eso me puso a mil, y como estaba cansado de la noche anterior, no lo estiré más. Acabé dentro de Ivana agarrándola fuerte de la cintura, tratando de llegar lo más profundo que pudiese. Ivana pegó un grito y, literalmente, hundió su nariz dentro de Vero mientras acababa dejándole toda la cara mojada. Había sido corto, pero estábamos los tres agotados de la noche anterior y no nos importó.
Los relatos nos habían calentado durante un rato largo y alcanzó para arrancarnos un cortito mañanero. Vero y yo nos tiramos sobre Ivana y comenzamos a lamerle la cara absorbiendo los jugos de mi chica. Ivana se hacía la dormida, o al menos había cerrado los ojos y se quedaba muy quieta dejándonos hacer. Luego nos acostamos uno a cada lado de ella, apoyando nuestras cabezas sobre sendos hombros de Ivana que, sin abrir los ojos, dijo:
“¿Y ahora qué sigue?”
“La primer paja”, dije yo.
"Sí!”, dijo Vero y llevó su mano sobre el montecito de Ivana pero se encontró con mi mano que ya estaba descansando ahí.
Cerramos los ojos los tres y nos quedamos en silencio unos minutos reponiéndonos.
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