Todo queda en familia
Le comí el culo a mi cuñadito.
Cabe recalcar que soy heterosexual, pero esta fue una de las experiencias que más he disfrutado en la vida. Todo empezó cuándo era novio de una chica que llevábamos ya cinco años de relación. Su familia ya me trataba como parte de la suya. Ella tenía un hermanito que conocí a los nueve años el cual me caía mal porque era muy caprichoso y acusón. Habían pasado los años desde que lo conocí y se volvió un puberto que su existencia me daba igual. Casi no convivía con él, cuando empezó a crecer. Hasta que un día mi suegro tenía un trabajo en otra ciudad. Él era contratista y necesitaba supervisar dos obras. Pidió mi ayuda para que lo ayudase unos días y me pagaría por ello. Mi novia quería que quedará bien con su papá y además iba a ganar una feria, acepte. Gabriel el hermano de mi novia, de ya catorce años, también se colo en el viaje. Eramos, él, mi suegro y yo, nada más. Viajamos hasta llegar a nuestro destino. Casi doce horas de viaje, nos estaba matando. Por ahorrar, mi suegro nos llevo a un hotel barato, en el cual rento una habitación para los tres. Para ahorrar aun más, solo pidió una cama Queen Size, ahí dormiríamos los tres juntos durante nuestra estadía. Yo ya había dormido con primos y tíos de mi novia, durante fiestas u otras vacaciones. Nunca nos dejaban dormir juntos porque eran algo conservadores. Pero desde los primeros meses de nuestra relación, cogíamos cada que podíamos. Eso no nos lo impedía. Apenas llegamos, dejamos las cosas y enseguida fuimos a las respectivas obras, ni tiempo de bañarnos nos dio. Yo me encargaría de los trabajadores de un lado, mientras mi suegro del otro. Nos presentamos, hicimos nuestra labor y más tarde al hotel. Llegue cansadisimo, me bañe y en seguida me tire a la cama. Gabriel fue el segundo en bañarse. Durante el baño de mi cuñadito, mi suegro habló conmigo para agradecerme el ir y platícarme que formó parte de la familia. Afirmando que conmigo hay confianza como un miembro más. Agradecí sus palabras y fue reciproco con las mías. Me hizo un último comentario, Gabriel había empezado a dormir desnudo, solo con una playera encima, que si no era molestia para mí, compartir la cama con él así. Me agarro desprevenido, no esperaba eso, pero como hablamos de confianza en la familia. Dije que no importaba, él era para mi como un hermanito y estaba bien. Además somos hombres y yo andaba en calzoncillos delante de ellos dos. Lo tomo de buena manera, y nos pusimos a ver tele un rato, hasta que Gabriel sale del baño y tal como me dijo mi suegro. Vestía una camiseta sin mangas, y sin nada, pero nada debajo. Sus miembros y su pene estaban a la vista de nosotros. Apenas tenía unos vellos que afirmaban su adolescencia, pero al voltearse vi lo que me dejaría hipnotizado. Mi cuñadito tenía un culote enorme, precioso. No sé cuando fue que se le formó tal cosa, pero era espectacular. Jamás me había sentido atraído por alguien de mi mismo sexo, pero esos glúteos tan bien formados eran un deleite para la vista. Tenía mejor trasero que su hermana. No podía quitar mi vista de ese culo. Disimulaba para no tener problemas con mi suegro. Gabriel entro a la cama, en medio de nosotros dos, como si nada le pidió el control a mi suegro y se puso a ver tele sin taparse. Se acostó boca arriba ocultando ese maravilloso trasero. Me daba igual verle su pene, que no era tan grande. Yo quería ver más esas nalgotas que se cargaba. Mi suegro por fin entro a bañarse y nos dejo a los dos en la cama. Empecé a hacerle platica después de tantos años ingnorando a mi cuñado. Me contó sobre su equipo de ciclismo, ahí fue donde sacó ese culo y esas piernas bien formadas. Yo quería ver más. Pero no podía quedar como un pervertido delante de mi suegro, y mucho menos con su hijo. Eran tan religiosos que me castrarían si supiera lo que pensé en ese momento. Mi suegro salió del baño, vimos unos minutos más la tele, hasta que él la apagó y dijo que era hora de dormir. Siempre ha sido alguien de carácter dominante. Por eso igual lo obedecía. Con una misma sabana, nos cubrimos los tres. El pensar que bajo esa sabana estaban libres las nalgas de Gabriel comenzó a excitarme. Me resultaba increíble que yo estuviese pensando ese tipo de cosas, cuando era un mujeriego. La lujuria pudo más que mi sueño. Ellos se durmieron casi enseguida y yo no podía dormir de pensar de más. Cuándo Gabo se puso de lado hacía su papá, aproveche para levantar la sabana y ver de nuevo esas jugozas nalgas. Acerque un poco mi mano hacía a ellas y las acaricie sutilmente para no despertarlo. Me sentía tan asqueroso de haber hecho eso, pero me ganó el morbo. Hasta que me dormí.
Al día siguiente que fuimos a trabajar. Planee ganarme la confianza de mi cuñado. Me acerqué más a él y hablamos de cosas que tenemos en común. Por suerte nos gustaban los mismos juegos y algunas series. Aun vestido lo imaginaba como anoche y me entraron ganas de tener ese culo para mí. Debió ser que fue la primera vez en mi vida que tenía a la vista y tan cerca unas nalgas tan bien formadas. Su hermana tenía lo suyo, pero no un culo como el de él. Las de Gabriel eran el triple que las de ella. Llegó la noche y de nuevo el pequeño Gabo se acuesta sin calzoncillos. Trate de pensar en otras cosas y me mantuve así durante creo tres o cuatro días, solo observando e imaginando que haría con esas nalgas en mi poder. Hasta que llegó un fin de semana, y mi suegro fue invitado a beber en la noche con otros ingenieros. Se alistó y nos dejo a los dos solos. Antes de irse, me dejo a mi el mando de Gabriel, que checará que se bañará y durmiera temprano, de no obedecerme podría castigarle. Me dejo un cinturón para eso, pero yo no lo necesitaba, para mí era un placer darle unas nalgadas con mis propias manos. Al irse por fin mi suegro, puse seguro a la puerta. Me dije a mi mismo que no debía desaprovechar la oportunidad. Tal vez sea la única que tenga. No me quise ver desesperado, y espere unos minutos para mandarlo a bañar. No quería, pero le dije que si no me hacía caso le iba a pegar. Se burló de mí pensando que no sería capaz, tome el cinturón y me puse serio. Le advertí que iba a contar hasta diez y si no lo hacía, iba a ver. Me obedeció con algo de miedo y se metió a bañar. Pensé que exagere solo para complacer mi morbo. Pero al verlo salir nuevamente del baño con esas nalgas expuestas, me valió. Algo molesto por que lo obligue a bañarse me contesto pesado, pero se lo deje pasar. Se acostó en la cama boca abajo para ver televisión, se abrió un poco las piernas y me dio uno de los mejores espectáculos que he visto en la vida. Lo juro, que culazo más bello. Mi pene iba a explotar dentro de mi calzoncillo. Me aguante las ganas, pero no quería dejar pasar el momento. Empecé a platicar con él para que ignorara un poco la televisión. Hable primero de la escuela, amigos, deportes, hasta que llegamos al tema de las mujeres. Había dado en el clavo. Me contó de una noviecilla que tenía. Le pregunte si habían cogido, dijo que sí, pero era obvio que era mentira, era un inexperto en el sexo. Apenas y se la jalaba. La confianza subía junto con el tema y el descaradamente me preguntó si había cogido con su hermana. Me reí nervioso, pero me dijo que no me hiciera tonto, él ya sabía. Nos había escuchado. Fue ahí donde me agarre para empezar con mi plan. Le pedí que me preguntará que quería saber del sexo y apago la tele para escuchar mejor. El Gabrielito era todo un pervertido, su penecito estaba poniéndose duro con la conversación. Sutilmente se lo empezaba a tocar mientras me preguntaba más sobre mi experiencia con otras mujeres. Le tuve que confesar que estuve con otra más para agarrar más confianza. Ya no resistía y llegue al punto que quería. Diciéndole que a las mujeres les gusta mucho que les chupen el culo y que también los hombres lo disfrutamos. Puso una cara de confusión. Dijo que había escuchado a sus amigos hablar de dar por el culo, pero no sabía que era verdad. Hable más del tema para atraparlo y le dije las palabras mágicas que si le mostraba para que él supiera como hacérselo a su novia. Él no me había entendido y pensó que solo le iba a explicar de palabra, pero le dije que no, que se lo haría a él para que vea que se siente y como lograrlo. Al principio me dijo que no, pero insistí sin parecer molesto, hasta que lo convencí. Mi momento había llegado. Como él ya estaba boca abajo, solo me agache de la cama, abrí un poco más sus piernas y comencé a besarle esas nalgas mientras le explicaba como empezar. Después se las abrí y le pase mi lengua por esa rayita que tanto deseaba comerme. Olía a jabón de hotel barato, bien rico. Me recordaba las primeras veces que su hermana y yo cogíamos en moteles. Al pasarle mi lengua se estremeció y soltó un ligero gemido. Se cerró un poco de nalgas, diciendo que sintió raro que lo babeara, y dijo que hasta ahí estaba bien. Le dije que venía lo mejor. Además le había gustado, quiso negarlo, pero acepto y me permitió continuar. Le apreté esas nalgas con ambas manos y se las acariciaba, ver como se movía aun me prende de recordarlo. Le dije que a las mujeres le gustan los nalgones y él tenía suerte de tener ese maravilloso culo.
Continúo en la siguiente parte…
como sigue