Tradición familiar
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por KarlaSuarez.
Cada vez que Marco, el hermano de mi marido, venía a mi casa, yo notaba que buscaba cualquier excusa para tocar a mi hija.
Siempre la traía alguna cosa o la daba alguna tontería a cambio de un beso de la niña, y entonces él aprovechaba para abrazarla y manosearla.
Varias veces le había pillado tocándola el culo por encima del pantalón o legins cuando los llevaba o directamente metía la mano bajo su falda cuando iba con ella, así que yo empecé a sentirme un poco incómoda con esa situación, pero tampoco me atrevía a decirle nada, por si lo tomaba a mal, ya que yo sabía que él era muy cariñoso con las niñas, así como toda su familia, además de que mi hija no mostraba rechazo a esas caricias lógicamente, pero de todas formas, en una ocasión se lo comenté a mi marido:
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– Oye, me parece que tu hermano, cada vez que está con nuestra hija la toca demasiado y yo veo que se pasa el tiempo sobándola por todas partes.
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– Bueno, ya sabes que él es muy cariñoso y con su hija hace lo mismo.
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– Sí, ya lo sé que es así.
Si quiere, a su hija que la sobe todo lo que quiera, pero a la mía me molesta que la toqueteé tanto.
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– ¿Pero es que Lorena te ha dicho algo o ves que se queje de esas cosas?
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– No, claro, ella no dice nada porque sabe que su tío siempre la está trayendo algún regalo y ella se deja hacer de todo.
Todas las niñas son así y él sabe cómo convencerla
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– Yo creo que no debes preocuparte tanto, yo también soy cariñoso con su hija y a su madre no la parece mal.
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– Es que su madre ya debe de estar acostumbrada a esas cosas.
Ya ves lo que nos contó una vez sobre lo que la pasaba de pequeña y bueno, si a ella la parecen normales esas cosas, y lo consiente con su hija, allá ella, pero yo no veo bien que tu hermano ande calentando a la mía con tanto sobeteo.
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– Es que en mi familia somos así, ya lo sabes, tocones y muy cariñosos, siempre dando besos.
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– Y tanto.
Es que si sigue así, ya solo le va a faltar meterla el dedo.
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– Jajaja.
Pues si hace eso, será porque la niña se deja también.
Ya ves como mi sobrina también se me pone encima y a veces parece que quiera calentarme a mí también.
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– Sí, tu sobrina es un poco descarada.
No sé qué educación la dan en esa casa, pero se la nota muy espabilada y le da 100 vueltas a la nuestra que es más inocente.
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– Es que ellos son más liberales y no andan con tantos remilgos como tú.
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– Es que tu cuñada le consiente todo a tu hermano y si es así con mi hija, no quiero ni imaginar cómo será con la suya.
Además, ella una vez me dijo que muchas veces dejan dormir a la cría con ellos y a mí eso no me parece nada bien tampoco.
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– Sí, ya sé que a ti no te gusta eso, porque nunca dejas a Lorena dormir con nosotros.
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– Pues claro que no.
No me parece normal que la cría duerma con la polla de su padre pegada a su culo.
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– Qué cosas dices.
Tampoco será para tanto.
Muchas madres las dejan y no pasa nada.
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– Eso de que no pasa nada, lo dirás tú, quien sabe lo que pasará en esas camas.
Seguro que sus padres las ponen la polla en la mano y su madre ni se entera.
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– Así ven lo que es un hombre y no asustan luego de mayores, jaja.
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– Sí, claro, menuda forma de educar.
Mira, cada vez que veo a tu hermano entrar en casa, ya me pongo mala y tienes que hablar con él ya para decirle que deje de manosear tanto a tu hija.
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– Bueno, está bien, no te enfades, algo le diré, a ver como se lo toma.
Al día siguiente mi marido habló con su hermano:
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– Marco, mi mujer está molesta contigo porque dice que siempre estás tocando a nuestra hija.
A ver si tienes más cuidado y no lo haces cuando te pueda ver ella.
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– ¡Bah!, tu mujer es una sosa.
No sé cómo te casaste con ella.
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– Porque esas tetas que tiene me volvían loco.
Además, no te creas que sea tan sosa, porque cuando la pones a tono en la cama, se desmelena y es capaz de hacer de todo.
De novios nos pasábamos el día follando, porque ella nunca había estado con un chico y luego, ya sabes, enseguida se quedó embarazada de la cría y tuvimos que casarnos.
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– Sí, vaya como se puso con el embarazo, con esas tetazas echando leche todo el día, buufff, como te pondrías con ella.
Yo cuando la veía limpiarse las tetas, ya me la ponía dura.
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– Jajaja, como eres.
La verdad es que con el embarazo se puso muy caliente y estábamos en la cama todo el día.
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– Pues ya podría haber seguido así y que me dejara follármela a mí también, como mi mujer hace contigo.
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– Es que tú mujer tiene otra educación y otra forma de ver la vida.
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– La normal.
Todos los padres meten mano a sus hijas y así se vuelven más calientes de mayores.
¿Es que el padre de tu mujer no lo hacía?
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– No, me dijo que su madre la vigilaba mucho para que su padre no se acercara a ella.
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– Por eso tiene tantos traumas y está tan amargada.
Si hubiera tenido una polla en la mano a esa edad, como las demás, no estaría así.
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– Es lo que hay, Marco, tenemos que tener más cuidado.
Intenta venir menos a casa, si eso, ya te llevo yo a la cría a tu casa para que la veas.
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– Bueno, está bien.
Podemos quedar mañana, si quieres.
Mi cuñado dejó de venir tan a menudo a casa y cuando nos veíamos, parecía que se controlaba más con mi hija, al menos delante de mí, pero lo que hacían era reunirse en su casa, con cualquier excusa que me daba mi marido y así ya hacían lo que querían con las niñas sin que yo me enterara, con la complicidad de mi cuñada Karina.
De esta forma, en su casa se juntaban todos y se dedicaban a pervertir a las nenas y a meterlas el vicio en el cuerpo, dejándolas que tocaran y chuparan las pollas de mi marido y mi cuñado y quién sabe si de alguien más, y como se calentaban tanto con ellas empezaron a follárselas.
En esos encuentros, a pesar de todo eso, ellos no estaban del todo satisfechos, porque yo no participaba de sus “fiestas” e ideaban la forma de involucrarme también:
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– Es una pena que tu mujer no quiera acompañarnos.
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– Ya sabes cómo es, ni siquiera pude decirla que nos follábamos a nuestra madre de críos, porque ya se escandalizó cuando la dije que me había tirado a esa prima que teníamos tan puta.
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– Ah, sí, la Carmela, jaja, que era mayor que nosotros.
Ese fue el primer coño que toqué cuando apenas sabía lo que era una mujer, pero ella se divertía viendo cómo se me ponía dura viéndoselo y tocándolo.
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– Cuando mamá nos pilló con la prima, la echó una buena bronca, pero a partir de eso fue cuando ella empezó a meternos en su cama.
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– Yo creo que eso lo hizo, porque nuestro padre se metía en la cama de nuestra hermana y la dejaba sola toda la noche.
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– Supongo, porque la primera vez que vi a mi padre follando a nuestra hermana, yo no entendía por qué hacía eso, todavía era muy crío para saber de esas cosas.
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– Es que tenemos una familia un poco especial; yo menos mal que encontré a mi mujer Karina, que es como nosotros y entiende estas cosas.
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– Cómo es rumana ven todo esto de otra manera.
Ellas están acostumbradas a que las follen en casa unos y otros y ya lo poco que nos contó de su vida ya escandalizó a mi mujer.
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– Pues si supieras todo lo que me contó a mí, ibas a alucinar, es como para escribir una novela porno, jaja.
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– ¿Qué te parece si la decimos a ella que hable con mi mujer, para que la tanteé, a ver si podemos convencerla?
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– Bueno, si quieres yo se lo digo, pero si tú no lo has conseguido ya……
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– Ya, pero hablando con otra mujer, a lo mejor se sincera más y descubre esas fantasías ocultas que tiene.
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– Lo intentaremos, pero yo creo que lo mejor sería emborracharla, jaja, y que se ponga como dices tú, desmelenada.
El caso es que Karina, mi cuñada, vino a hablar conmigo y empezó a hacerme preguntas íntimas que al principio me incomodaron un poco, pero contándome cosas de su país, empecé a entenderla por qué era así y yo también me abrí más con ella:
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– Me ha dicho mi marido que estás un poco molesta con él, porque dices que anda manoseando a tu hija.
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– Claro, es que ya le vi varias veces sobándola el culo y metiéndole la mano entre las piernas.
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– Bueno, mujer, tú marido hace igual con la mía, a ellas las encanta.
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– Sí, claro, para ti será normal que los padres toquen a las crías, pero yo tuve otra educación.
Casi ni veía desnudo a mi padre y la primera polla que vi fue la de un novio que tuve con 17 años, así que imagínate como estaba.
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– Mira, ahora las crías son distintas a nuestra época.
Están mucho más espabiladas.
¿Tú las oyes hablar alguna vez entre ellas?
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– Sí, alguna vez oigo a la mía y la verdad es que a veces dice cada cosa….
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– Claro, ahora todas son así.
No sé lo que la habrás escuchado tú, pero cuando tu hija está en mi casa y se pone a hablar con la mía, dicen de todo, que si se la chu8pado a no sé quién, que si una compañera del cole se ha follado a otro, se cuentan que han estado con dos chicos a la vez, de todo, vamos, que si te lo cuentan no te lo crees.
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– Sí, ya me imagino, pero no sé por qué son así.
La tuya será por la educación que la dais tan liberal, pero la mía creo que está más inocente todavía.
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– No te creas.
Ya te digo que no es sólo la mía, es la tuya también y todas las demás.
Por internet lo ven todo ya y las entra la curiosidad y el gusto por las pollas y los chicos igual, y entre ellos se juntan para experimentarlo.
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– Es que si vosotros, además de todo eso, en casa a la tuya la dejáis tocar polla, pues más gusto la entrará.
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– Eso es inevitable.
Las crías a quien tienen más cerca y con quien tienen más confianza es con su papá y los hombres ya sabes cómo son, ven una rajita y ya se vuelven locos.
Ellos dicen que con tal de que tenga coño ya les vale y se calientan con las crías cuando ellas quieren experimentar.
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– Sí, ya veo.
Así que cuando mi hija va a tu casa, hace de todo ya y yo preocupada porque tu marido no la tocara para que no la empezara a venir el gusto ya tan pequeña.
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– Convéncete de que eso lo buscan ellas en casa o en otros lados, así que yo creo que será mejor en casa ¿no?
Así las tienes más controladas.
¿Qué te crees, que yo no controlo lo que hacen con la mía? Pues sí, miro a ver que no la hagan algo que ella no quiera y mi marido lo sabe, así que no hay ningún problema y yo creo que es lo mejor, pero cada una tendrá su opinión, claro.
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– Sí, desde luego.
Es que estos tiempos me superan.
Es como si fuera otro mundo distinto para el que me educaron y estoy un poco perdida y confusa, y a veces pienso cómo sería mi vida ahora si tuviera la edad de mi hija.
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– Pues como la de ella, estate segura.
Antes ya era así la de muchas, según en qué lugares y en que familias, como me pasó a mí.
¿Ahora, tú, después del tiempo pasado, no tienes la sensación de haberte perdido muchas cosas, de que tenías que haber disfrutado más y no haber pasado tantas ganas? No me digas que no, porque de adolescentes todas estamos muy calientes y nos pasamos el día metiéndonos el dedo, seguro que tú lo hacías también, a pesar de lo que me dices.
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– Sí, me da vergüenza hablar de esto, pero claro que cuando estaba en mi cama me metía el dedo y me frotaba el coño hasta que me corría antes de dormir muchas noches.
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– Ves, entonces.
Y si en esos momentos tu padre te hubiera puesto la polla en la mano seguro que te la hubieras comido toda y hasta te la habrías dejado meter.
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– Qué cosas dices, Karina, sólo de pensarlo me entran unos calores……
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– Y ahora a tu edad ¿qué te apetecería? Todo eso que no te atreves a contar, pero que si un día estuvieras un poco animada, lo harías.
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– Ay, madre, en qué compromisos me pones.
No sé por qué estoy hablando estas cosas contigo, pero bueno, ahora que nos estamos contando estas confidencias, a veces cuando oigo hablar a alguna amiga de sus hijos, me hubiera gustado tener un hijo varoncito a mí también.
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– Claro, mujer, es normal.
Yo tampoco tengo, pero tengo a mi sobrino, que es un encanto, ya lo conoces tú también.
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– Ah, sí, es muy guapo, pero no me digas que has tenido algo con él también.
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– Pues siendo hijo de mi hermana ya te puedes imaginar, las dos hemos estado con él.
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– Qué barbaridad, no me lo puedo creer.
Yo no me atrevería.
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– Dices que no te atreves, pero a qué se te ha pasado por la cabeza por un momento.
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– Bueno, eso sí, claro, a cualquiera que se lo digas le va a entrar curiosidad y morbo.
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– ¿Qué te parece si vienes un día a mi casa y llamo a mi sobrino?
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– No, no me tientes, Karina, que me muero de vergüenza.
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– Mira, vamos a hacer una cosa, mi sobrino tiene que venir este viernes al cumpleaños de mi hija, y como va a venir tu hija también, tú te vienes como un día normal y si surge algo pues genial y si no te decides, pues no pasa nada tampoco.
Para saber de verdad cuánto deseas algo así, se te tiene que presentar la ocasión y así sales de dudas.
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– Uuuufff, qué nervios, no sé si seré capaz y encima con las crías allí también.
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– Tú no te preocupes por eso, que ya buscaremos la ocasión de tener un momento íntimo con él.
Al final, mi cuñada acabó convenciéndome, pero en mi cabeza no paraba de darle vueltas a la locura que iba a cometer, dudando a cada momento si ir o no.
El viernes, mi marido me dijo que tenía que trabajar y no podría llevar a Lorena a casa de su prima, por lo que tendría que llevarla yo, así que no me quedó más remedio que decidirme a ir.
Al llegar ya estaba todo preparado y mi cuñada me presentó nuevamente a su sobrino que me dio dos besos y yo estaba temblando de los nervios, diciéndome mi cuñada:
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– Anda, tómate esta copita conmigo, que estás como un flan.
A ver si te relajas un poco y piensas sólo en disfrutar.
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– No sé si podre, Karina.
Vosotros estáis acostumbrados, pero yo nunca he hecho estas cosas.
Échame un poco más de ese licor de tu tierra, que está muy rico y me estoy poniendo a tono ya.
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– Ya veo que estás un poco mareada, vete a mi habitación y échate un poco en la cama.
Después de estar un rato tumbada en la cama, entró en la habitación mi cuñada con su sobrino:
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– ¿Cómo estás, un poco mejor ya?
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– Sí, mejor.
Es que bebí mucho sin darme cuenta y me dio un mareo.
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– Pues aquí está mi sobrino para cuidarte, jaja.
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– Estás muy guapo, cariño.
Qué suerte tiene tu tía contigo.
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– Anda, déjate de tantos cumplidos y sentaros juntos.
Mi sobrino me da unos besos muy ricos, ¿quieres probarlos tú?
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– Bueno, si él quiere.
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– Claro que quiere, anda, dale un besito a la mamá de Lorena.
De pronto me vi comiéndome la boca con el chaval, sintiendo como se estremecía todo mi cuerpo, metiéndome la mano entre las piernas encontrándose todo mi chocho empapado.
En un momento me dejó medio desnuda, me chupaba las tetas, me tocaba por todas partes y yo me volvía medio loca intentando bajarle el pantalón para disfrutar de esa polla que ya abultaba debajo.
Por fin, descubrí su hermoso pene ligeramente curvado apuntando hacia arriba, con el glande brillando por el líquido seminal que ya salía de él.
En ese momento me pareció el mejor manjar del mundo y cuando pude saborearlo en mi boca creí entrar en éxtasis.
No me podía creer lo que estaba haciendo con ese chico de apenas 14 años, ya que aunque en mis fantasías más calenturientas lo había imaginado alguna vez, nunca creí que podría excitarme tanto esa situación.
No me pude aguantar más y le pedí que me follara con desesperación, mientras mi cuñada animaba a su sobrino:
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– Anda, fóllatela como tú sabes, métesela bien al fondo y hazla disfrutar como me lo haces a mí.
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– Buuufff, menudo pollón tiene tu sobrino, Karina, y que bien lo hace, la siento por todos lados.
Qué maravilla, esto es lo que decías tú que me estaba perdiendo, ¿no?
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– Esto y otras cosas.
Ya verás, tú déjate llevar que vas a disfrutar mucho.
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– Pero ¿cómo sabe tanto a su edad?
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– Porque lleva tocándole el coño a su madre hace años, y ha estado practicando con las dos en mucha ocasiones, así que se los conoce de maravilla, jaja.
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– La verdad es que da gusto ser como vosotros, sin tantos prejuicios y tonterías que nos meten en la cabeza.
Estaba siendo follada por un chico poco mayor que mi hija que estaba sacado dentro de mí toda la zorra que era en realidad y que lo había estado reprimiendo todos estos años.
Mis gritos y gemidos de placer encadenaban un orgasmo tras otro y no sé cuántas veces se corrió dentro de mí el chaval, porque me sentía completamente llena de su semen.
Hasta mi cuñada, excitada por la escena se había desnudado también y se nos había unido ayudando a su sobrino a darme placer y a mí ya me daba igual con quien estaba y lo que hacía.
Cuando terminamos, salimos de la habitación y me encontré a mi marido, que ya había llegado y a su hermano jugando con las crías, a las que ya tenían medio desnudas, dándolas besos y acariciándolas por todas partes y cuando veo que ellas se montan encima para ser folladas, estuve a punto de decirles algo, pero que iba a decir habiendo hecho yo lo que acababa de hacer.
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– Mi hija me miraba un poco recelosa por cómo iba a reaccionar yo al verla así, pero la dije:
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– ¿Te gusta, cariño?
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– Sí, mamá, es muy rico.
El tío me dijo que quiere hacerlo contigo también.
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– ¿Sí?, no me digas, jaja.
Bueno, pues déjame montarme a mí un poco para probar con él.
Me subí encima de mi cuñado mientras él me decía:
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– Qué ganas te tenía, cuñadita.
Por fin voy a poder probar estas tetazas que tienes.
Uuufff, cómo te arde el coño, se nota que el chaval te ha puesto a tono.
La polla de mi cuñado me llenaba toda y yo cabalgaba sobre ella como nunca imaginé que lo haría, como una verdadera puta, mientras mi marido me observaba feliz al verme disfrutando tanto.
En ese momento me di cuenta de que todo lo habían planeado entre ellos para que yo me sumara a sus fiestas y hacerme ver lo equivocada que estaba por mi actitud ante ellos, por lo que lógicamente, a partir de ese momento las cosas cambiaron mucho entre nosotros y dejé de ser la esposa amargada que les parecía a ellos para pasar a ser la más viciosa del grupo disfrutando al ver como todos follábamos con todos sin pensar en otra cosa que no fuera gozar del sexo.
Excelente relato, me preguntó hay familias así? Me hubiera gustado formar parte de una familia así.
Saludos