Tradición Familiar #1: La confesión.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El inicio.
Me llamo Max, actualmente tengo 20 años de edad, pero cuando esto sucedió, la verdad es que yo era bastante joven.
Tenía 10 años.
Desde que tengo memoria, el cuerpo fue un tema muy poco taboo en mi familia.
La desnudes fue algo relativamente habitual.
El aparecerse desnudo por la casa en ocasión no era algo fuera de lo común.
Recuerdo el bañarme con mi madre o mi padre a temprana edad, que ellos estuvieran desnudos para cambiarse.
No éramos exactamente nudistas, pero tampoco muy conservadores para el tema.
En mi opinión, éramos bastante normales.
Sin embargo, jamás note lo sospechoso que era que se realizaran a veces reuniones familiares para “grandes”, o que en la fiesta de navidad, dando la media noche, quienes no eran mayores de 10 años tuvieran que retirarse del lugar a dormir.
Porque… éramos “chicos”.
Hoy en día simplemente digo “maldita sea, es que era muy obvio”, pero en ese entonces yo no sabía lo que era el sexo.
Solo conocía la historia de la cigüeña.
Un día, me encontraba en la biblioteca de la escuela, investigando con las computadoras algo de información para un trabajo en equipo que había que presentar.
En eso escuche que un compañero decía “busca Emma desnuda en el buscador”.
No tuvimos tiempo de realizarlo, la bibliotecaria esta cerca, y aparte la hora de cierre de la biblioteca se aproximaba.
Pero yo ya sabía que sería la primera cosa que haría en cuanto tuviera oportunidad al llegar a casa.
Y así lo hice.
Era una tarde soleada cuando me encerré en el estudio y me adentre en el mundo de la pornografía.
Recuerdo la confusión, el no saber qué era lo que veía, el no poder diferenciar los cuerpos, que era lo que las mujeres tomaban en sus manos, que era esa cosa enorme que ellas acariciaban.
Entre en pánico, cerré el buscado y apague la maquina y me fui a mi cuarto, cerrando la puerta.
La verdad algo asustado.
Me dio miedo, además, tenía siempre esta noción de que era algo prohibido el que viera esas cosas.
Pase mal la noche, teniendo entre sueños y pesadillas lo que había visto.
Soñaba que las personas en las imágenes y videos realizaban esas cosas a mí.
Pase dos días meditándolo y decidí volver a entrar a las paginas.
Fueron en total siete días, una semana de navegar por portales porno.
Hasta que un día, al entrar al estudio para hacer lo mismo que hacía cada tarde desde entonces, fui sorprendido por mi papa.
Estaba sentado enfrente de la PC, la cual esta prendida con las paginas que había visto abiertas.
A lado de él había otra silla, en la que me invito a tomar asiento.
“Siéntate” dijo él en un tono firme, no muy amigable, pero que aun no parecía de regaño.
“Que es esto?” preguntó.
“No sé, papá” dije algo triste, viendo hacia el suelo, la verdad con sensación de vergüenza e incluso de llanto.
Me levanto la cara del mentón.
“Tranquilo hijo, solo quiero saber si tienes preguntas” dijo el algo calmado, esta vez algo más amigable.
Y la verdad era que si tenía muchas dudas de lo que había visto.
Por qué había personas desnudas juntos, por que las mujeres le tocaban las colas a los hombres, y ellos a ellas? Por qué la cola de ellos era grande, y por qué se la introducían a ellas en su cola, o en la cola de atrás? No les duele? El me escucho, y procedió a explicar.
Fue entonces cuando me explico que era el sexo, y aparte, el historial de búsquedas en internet.
Explico que era la manera de reproducirse en casi todos los seres del mundo, y que los humanos también lo hacíamos con el mismo fin, pero que además, uno puede tener simple sexo por placer y a la vez, por amor y afecto que siente por otra persona.
Siguió respondiendo todas mis dudas, y con su liderazgo, comenzamos a navegar por internet, él ayudándose con videos o imágenes para explicarme ciertos detalles.
Todos los tipos de sexos que había, al igual que orientaciones sexuales.
Lo anterior se realizó a lo largo de una semana.
Entonces, una tarde, dijo algo que cambió mi vida para siempre, el motivo por el que yo escribo este relato.
Entre al estudio, pero esta vez la computadora estaba apagada.
Mi padre estaba sentado en el sillón enfrente de la tele, ya no en las dos sillas en las que habitualmente nos poníamos a ver la pornografía en la computadora.
La atmosfera era algo diferente, yo lo noté.
Me senté a lado de él y le pregunte qué había pasado.
Le notaba algo nervioso.
“Hijo, hoy te quiero hablar de algo muy importante, pero también muy secreto.
Es algo que no puedes compartir con nadie, al menos que yo te diga que está bien.
Es por seguridad.
Necesito que me lo prometas.
Estás de acuerdo? Puedes guardar el secreto? Es algo que solo le decimos a los niños grandes.
Tu todavía no tienes edad, pero yo creo que si tienes por dentro la suficiente”.
“Claro que si, papá” dije yo, puesto a que la verdad tenía mi atención.
“Recuerdas como te explique que la gente a veces tiene sexo por qué se quiere mucho?” empezó.
“Si” respondí.
“Pues mira, hay familias… algunas familias alrededor del mundo, algo especiales” continuó él.
“Como que especiales?”
“Si, son especiales.
Porque tienen sexo entre ellos.
Por que se quieren”.
Si no hubiera sido por mi mandíbula, mi quijada habría caído al suelo.
No podía creer lo que me decían.
Comenzó a explicarme como durante la segunda guerra mundial, algunas familias en el mundo, al haber falta de pareja o simple afección debido a que estas habían ido a luchar o habían fallecido en combate, en ocasiones ciertas madres comenzaban a tomar a sus hijos mayores como parejas sexuales y ciertos casos incluso hasta como parejas formales a nivel social.
En otros casos, ciertos padres regresaban de los campos de batalla, descubriendo que sus familias los habían abandonado, pero encontrándose con sus hijas después de algunos años.
Era frecuente que hubiera una atracción sexual, ya que a pesar de estar relacionados, nunca habían desarrollado tanto un papel de padre e hija.
Al parecer en el caso de la familia de mi papá (somos alemanes), esta fue una situación similar.
En cambio, en el caso de mi madre, fue algo más relacionado a que en la era de la revolución del país latinoamericano donde ella proviene (y en donde actualmente vivimos), el incesto era en realidad una práctica algo común, sin embargo sus familiares ya no tenían la ilusión de casarse y formar familia entre ellos.
Simplemente era sexo por morbo (al parecer la evolución de los anticonceptivos habían sido un gran apoyo).
Se volvió una práctica común, mi abuela y su hermano participando en el intercambio incestuoso con mis bisabuelos.
Una práctica que llego hasta mi generación.
Al llegar a este punto, mi papá me contó como el tubo sexo con sus padres desde chico, con mis tías y que actualmente con mis primos mayores también lo tiene.
Que cuando empieza la fiesta de los “grandes” en las reuniones familiares, en realidad son orgías, cosas de esa índole.
El shock emocional en ese momento me tenía por aires.
Pero no solo era impresión, sino también morbo, para ser honestos.
Estuvimos un rato calmados, en lo que yo le preguntaba más dudas que había surgido debido a la confesión anterior.
“Pero papá, si se supone que ustedes deben decirme esto a los 10 años, por qué me lo dices a los 8?” dije yo.
“Porque ya te expusiste al sexo por la pornografía, y la verdad quiero orientarte.
No quiero que creas todo lo que vez en el internet” me contestó el.
Después de esa tarde ya no hubo más reuniones en el estudio.
Simplemente fue vida normal por algún tiempo en lo que yo pensaba las cosas.
No podía ver a mi mamá con los mismos ojos.
Me preguntaba si ella sabía que yo estaba enterado de todo.
Entonces, un día, mi padre llegó a mi cuarto y toco la puerta.
Me invito a hablar en el estudio.
Me pregunto sobre cómo había tomado la información, que si había guardado del secreto.
Me pregunto algo, que hasta la fecha me da morbo recordar.
“Hijo, recuerdas como te dije que a veces, el que un muchacho folle con un hombre mayor que él no necesariamente es porque sea homosexual, sino porque es simple acto de sumisión y respeto, verdad?”
“Si, papá.
”
“Bueno” dijo algo inquieto, quizá hasta nervioso.
“Eh hablado con tu madre.
Ella sabe que tu estas enterado de todo.
Y… pues…” un silencio inundo la habitación.
“Ella está de acuerdo a que empieces a experimentar un poco… en el sexo” dijo él.
Una sensación de emoción y al a vez de nervio inundo mi ser.
“Te gustaría experimentar conmigo?” preguntó.
Quede algo mudo por un segundo.
Sin saber que decir al respecto.
La verdad es que la fantasía de cualquier cosa sexual ya era algo que no podía salir de mi cabeza.
Y sin duda alguna, esta algo caliente.
Claro que en ese momento no sabía que eso era lo que estaba sintiendo.
Respondí con un claro: “Si”.
“Okey” dijo mi padre, quien se levanto y cerró la puerta del estudio con seguro.
Se volvió a sentar en el sofá.
Se desabrocho los pantalones y se los bajo.
Una polla adulta, con testículos afeitados, pelo en el pubis, circuncidada, y un olor entre sudor y perfume apareciéndose ante mí.
Estaba semi erecta, producto de la conversación que habíamos tenido, seguro.
Me tomo de la mano y me invito a pararme.
Camine bajo su guía hasta estar entre sus piernas.
Me dijo que me arrodillara sobre un cojín que había colocado en el suelo, y que me tomara mi tiempo.
La observe por un minuto, algo palpitante.
La toque, causándole risa.
“Bueno, algo más de curiosidad que eso.
Mira, si haces con tu mano así, se siente bien” dice el pajeándose un poco.
Con mis dos manos lo tome y comencé a mover la piel fina arriba y abajo, él tirando su cabeza hacia atrás, dejando salir un pequeño gemido.
Después de un rato, me invito a probarla.
“Venga, como los muchachos que viste en la pagina” dijo él.
Recordando alguno de los videos, comencé a lamer la punta, provocándole aun mas placer.
Al poco tiempo, algo emocionado por saber que hacia las cosas bien, intente meter la cabeza de su polla erecta en mi boca, que a duras penas paso mis labios.
No es grande, hoy en día les puedo decir eso con seguridad, pero en ese entonces, para mí, si lo era.
Así estuve un rato, el quitándose la camisa, disfrutando, poniendo una mano sobre mi cabeza, empujándome un poco más abajo.
“Así, mas rápido” dijo con mas euforia, en lo que comenzaba a pajear su polla a mayor velocidad, su punta aun en mi boca.
Gimió y gimió cada vez más fuerte, hasta que me tomo de la cabeza, y un líquido caliente, amargo, viscoso y a la vez algo seco inundo mi boca.
La verdad fue algo desagradable.
Me despegué de su polla, escupiéndolo al piso.
“Eeeeew.
Sabe horrible” dije yo.
“Tranquilo” dijo él con ligera risa en lo que me pasaba un vaso de agua fresca que no había visto desde que entre a la habitación.
“Es la leche” dijo él.
“Sabe muy mal” le dije yo de todas maneras.
Me acaricio las espalada y el pelo.
Mi corazón latía a mil por hora por lo sucedido, sin duda el suyo también.
“Tranquilo, con el tiempo te gustará.
Es un trago para gente grande”.
No sabía en ese momento lo cierto que sería eso en cierto punto de mi vida en el futuro.
Le pregunté que si ahora el haría lo mismo conmigo, pero me explico que en realidad solo los chicos le hacían eso a los hombres grandes de la familia.
Que quien podía hacerme eso sería mi madre.
Algo que no tardaría en pasar.
En los siguientes días, estar con mi papa fue como nunca.
No podía la verdad esperar el momento en que me recogiera de una practica de futbol en la escuela para irnos por un helado, y meter el carro a un callejón para que le mamara la polla, o que llegar a del trabajo y entrara a mi cuarto, cerrando la puerta y bajándose los pantalones, o que me esperara en las regaderas ya duro por las mañanas.
Por mi parte la verdad, era algo morboso.
Una noche entro a mi cuarto, ya tarde.
Desnudo.
“Hoy pasará algo diferente” dijo él.
“Que cosa, papá?” pregunté con algo de sueño.
Me ofreció su mano.
“Ven.
Vamos a ver a tu mamá”.
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