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Bisexual, Incestos en Familia, Orgias

TRES PUTAS EN CASA (2)

Mi hermana de 17 años trata de convencerme de que ser puta es lo mejor del mundo. Y lo consigue.

TRES PUTAS EN CASA (2ª parte)

– Carol, ¡déjame pasar! – dijo mi hermana tocando con los nudillos en la puerta de mi habitación.

– ¿Qué quieres? – contesté.

– Sólo quiero hablar contigo. Es sobre lo que has visto antes.

– ¿Te manda mamá? – pregunté.

– No. Ella no quiere hablar de esto contigo por ahora – me explicó – Pero yo tengo que decirte unas cuantas cosas. Abre y deja que te explique.

– Vale – dije abriendo tímidamente la puerta. Mi hermana entró y se sentó en la cama.

– Mamá me ha dicho que nos has visto esta mañana. ¿Es eso cierto?

– Sí – contesté con la cabeza agachada – Os escuché hablar ayer sobre trabajar juntas y hoy te he seguido desde el colegio – expliqué sin levantar la mirada del suelo – ¿A esto le llamas trabajar, Alicia? – pregunté, dejándome llevar por mi rabia contenida.

– Mira – no entraba en nuestros planes que te enterases tan pronto de esto – me dijo en tono calmado – Pero yo creo que es mejor así – añadió mirándome fijamente y aprovechando que levanté los ojos del suelo – Bueno, ¿y cuál es el problema?

– ¿Qué cuál es el problema? – pregunté escandalizada.

– ¿Qué pasa? ¿Es que no te ha gustado lo que has visto? – me dijo.

– Pues … ¡no! – respondí, alzando la voz

– O sea, que no te gustan los chicos, ¿no? – me preguntó.

– ¡Claro que me gustan! – respondí

– ¿Crees que no sé que te enrollaste con David el Verano pasado? ¿Piensas que es un secreto que te has morreado con varios de tu clase?- preguntó.

– ¡Pero es distinto! – exclamé – ¿Me vas a comparar un morreo con esto que haces tú con mamá? Es que es muy fuerte, Alicia.

– ¿Fuerte? ¿Por qué? – me preguntó, tratando de quitarle importancia.

– ¿Cómo puedes estar tan tranquila después de lo que has hecho? – pregunté.

– Porque me encanta – me contestó – Me gusta follar más que ninguna otra cosa en el mundo. Y a ti te encantaría si lo probaras.

– Pero, ¡qué dices! – exclamé horrorizada por la idea.

– Venga, Carol, ¿me vas a decir que nunca has pensado en follar con chicos?

– Claro que sí. Pero no en prostituirme con desconocidos – respondí.

– ¿Y qué hay de malo? – me dijo – Piénsalo bien, Carol. Nos has visto chupar pollas, follar y recibir la leche de estos clientes, ¿verdad? – me preguntó. Asentí – ¿Has visto que mamá o yo sufriéramos? ¿Piensas que lo hemos pasado mal? Y esos hombres … ¿lo han pasado mal?

– Ehh … no – reconocí – Pero está mal.

– ¿Cómo puedes decir que algo es malo si nunca lo has probado? – me preguntó – ¿Crees que mamá dejaría que yo hiciese esto si fuese tan malo como tú crees? – me dijo. Ahí me había pillado. Reconozco que tenía razón – ¿Qué te parece si llamo a unos amigos y pruebas?

– No sé – respondí llena de dudas. Reconozco que la escena matinal me había escandalizado por el hecho de ser mi madre y mi hermana, pero también me había entrado la curiosidad. No podía ser tan malo si ellas lo hacían y disfrutaban tanto con ello.

– ¿Ves como eres una cría? ¿Ves por qué no quería compartirlo contigo estas semanas atrás? Si no te gusta follar es que aún eres una niñata. Cuando seas una mujer, me avisas y te enseño a chupar pollas y a follar como Dios manda – dijo levantándose de la cama y acercándose a la puerta.

– ¡Vale! ¡Voy a probar! – dije – Haz esa llamada.

– ¡No te arrepentirás, hermanita! – dijo sonriendo. Luego salió de la habitación y la oí hablar por teléfono con alguien, mientras yo pensaba en el lío en que me estaba metiendo. Después regresó conmigo – Van a venir unos cuantos del colegio. Ya he follado con ellos. Les he dicho que era para que te estrenaras y les ha encantado la idea. Ya sabes que muchos de mi clase me han preguntado por ti. Les gustas mucho a todos – me explicó.

– ¿Ya has estado con ellos? – pregunté.

– ¡Sí! En el colegio. Desde hace unos seis meses – me respondió – Te contaré toda la historia mientras vienen mis amigos. ¿Quieres, hermanita?

– Vale, Alicia … cuéntame – dije en tono resignado para hacerme la dura, aunque en realidad estaba impaciente por conocer todos los detalles.

Como sabes, siempre les he resultado bastante atractiva a los chicos – comenzó a decirme. Yo asentí con la cabeza – Muchos me han pedido rollo desde que tenía doce o trece años. Me enrollaba con ellos y ahí quedaba la cosa. Ya sabes, unos besos con lengua, meternos mano y poco más. Así hasta hace unos seis meses meses, a principios de curso. Estaba liada con un tío del último curso. Me puse muy cachonda con él y lo hicimos. Le comí la polla y me folló el coño y el culo. Para terminar se corrió en mi boca. Aquello cambió mi vida como cambiará la tuya en cuanto lo pruebes – explicó – Desde ese día no pensaba en otra cosa que en follar. Al principio sólo lo hacía con este tío. Y lo cierto es que me encantaba. El chaval tenía bastante experiencia y aprendí mucho con él. Pero un día, él no pudo quedar conmigo y estaba tan hambrienta de polla que me fui a los servicios de los chicos. Esperé allí, y al primero que entró lo metí en unos de los retretes, cerré la puerta y sin mediar palabra, le bajé los pantalones y le comí la polla con tal ansia y desesperación que en un par de minutos tenía la boca llena de su esperma. Él no sólo me lo agradeció sino que me citó en el mismo sitio y a la misma hora al día siguiente. Acepté pero con la condición de que se trajese a un amigo. Al día siguiente apareció con otro chico y les comí la polla a los dos. Al cabo de unos días esas mamadas se convirtieron en algo más y terminé follando con ellos por todos los agujeros. Cuando el otro tío se enteró, me dejó. Pero a mí no me importaba lo más mínimo mientras tuviese un par de pollas para follarme cada día.

– Espera – la interrumpí – ¿te gusta que te lo echen en la boca? – pregunté ya que a mí eso me daba un poco de asco.

– Eso es lo mejor – contestó – Un buen chorro de lefa caliente en la boca es como beber néctar de los dioses. Bueno, continuando con mi relato te diré que desde entonces he follado todos los días. Sin excepción. He follado en el colegio, en casa, en el centro comercial, en la discoteca, en los servicios de un bar, …

– ¿En un bar? – Interrumpí.

– Sí. Eso estuvo bien – dijo Alicia – Fue un domingo. Había un examen el lunes y ninguno de los chicos del colegio querían quedar conmigo. Es lo que pasa cuando saben que eres un zorrita que no puede vivir sin sus pollas. Desde ese día decidí cobrarles por ser tan cabrones. Ahí fue cuando descubrí que debía ser puta. Pero esa es otra historia – me dijo – Ese domingo estaba muy salida. Me hice varias pajas aquí en casa. Pero no es lo mismo. Necesitaba una buena polla para calmar mis ansias. Una o cuantas más, mejor. Estaba desesperada por trincar una buena polla. Me puse mi ropa más provocativa y me fui al bar que hay en la esquina, de camino al parque. Entré y automáticamente todos los hombres me desnudaron con la mirada. Me encanta eso – me dijo – Entonces, sin contarme un pelo dije en voz alta: «A todo el que quiera follar conmigo, le espero en los servicios».

– ¿En serio? – exclamé escandalizada.

– Ya ves. Follar es un droga y cuando te falta haces lo que sea por conseguirla – me explicó, encogiéndose de hombros.

– ¿Y dio resultado?

– Me follé a diez seguidos. Con los últimos tres o cuatro ya casi ni podía, pero ya entonces había aprendido a no rechazar una buena polla. Quedé exhausta pero feliz – me explicó.

Estar hablando de todo aquello con mi hermana, recostadas las dos en la cama de mi habitación, me tranquilizó un poco después del impacto inicial de la mañana. Hablaba de follar, de chupar pollas, de recibir semen en su boca, de follar con varios chicos a la vez, de follar por el culo, … con tal normalidad que me sentí parte del “secreto” que mi madre y ella llevaban guardando meses. No quería quedarme al margen de aquello, sino participar de alguna manera y que las dos se sintieran orgullosas de mi, viendo que ya no era una cría y que podía afrontar con madurez una vida como adulta.

– ¿Y con mamá? – pregunté.

– Pues la verdad es que lo de mamá ha sido una suerte – me dijo sonriendo – Resulta que un día, hace más o menos dos meses, llego a casa y me la encuentro follando con tres tíos. Un poco como te ha pasado a ti, pero lo mío fue pura casualidad -explicó.

– ¿Y qué hiciste? – pregunté.

– Me uní a ellos – respondió – Al principio mamá se quedó un poco cortada, pero cuando vio que yo sabía lo que me hacía, dio el visto bueno y les pegamos un buen repaso aquellos tres hombres. Después mamá me contó la verdadera historia de su vida y no la que siempre nos ha contado.

– Cuéntamela – dije ansiosa por conocer toda la historia.

– Creo que es mejor que te la cuente ella más adelante – me dijo – Si todo sale como es debido, será un placer para ella contártela.

– ¿Qué quieres decir con «si todo sale como es debido»? – pregunté, marcando el gesto de las comillas con las manos.

– Eso ya lo verás – me dijo.

– No, Alicia … ¡basta ya de intrigas! – exigí.

– Está bien, te lo contaré – dijo – A ver … ¿no creerás que el tío ese que sale en las fotos que nos ha enseñado mamá es nuestro padre?

– ¿También eso es mentira? – pregunté decepcionada.

– Mamá es puta, Carol. Siempre lo ha sido – dijo solemnemente – A mí no lo contó cuando la pillé follando en casa hace un mes, pero siempre sospeché algo raro. Carol, no tenemos abuelos, ni tíos, ni familia de ningún tipo – me dijo intentando abrirme los ojos ante las mentiras de mamá – Nunca nos ha hablado de la familia, ¿por qué? Porque se quedó preñada en su pueblo y no sabía de quién. Se follaba a medo pueblo y se tuvo que venir a Madrid para ocultar su deshonra y ahorrarle la vergüenza a toda la familia, que la dio de lado – me explicó – Además, ¿quién va al gimnasio a las 9 de la noche y vuelve a las tantas de la madrugada?

– Se queda con sus amigas del gym a tomar algo – expliqué.

– Sí, claro … sobre todo los Viernes y los Sábados – dijo con ironía – A ver, que es puta y lo ha sido siempre. Por eso a veces, de repente, tiene que salir deprisa de casa – me explicó – Va con clientes a sus casas y a hoteles. Y de Jueves a Domingo trabaja en un puticlub.

– ¡Joderrr! – exclamé, al tiempo que trataba de recordar todas esa ocasiones en que lo que me explicaba Alicia había sucedido. Tenía sentido, la verdad.

– Me lo confesó todo hace dos meses. Y me contó la verdad sobre quién es nuestro padre – pero eso mejor que te lo cuente ella – concluyó.

En ese momento sonó el timbre y mi hermana bajó a abrir. Mi madre había salido como cada tarde. Al cabo de unos segundos aparecieron tres chicos en mi habitación, acompañados por mi hermana.

– Esta es mi hermana Carolina – dijo Alicia.

– Sí, la hemos visto por el colegio. Se parece a ti pero no sabíamos que era tu hermana – dijo uno.

– Bueno, ¿y qué os parece? – preguntó mi hermana.

– No está mal – dijo otro mirándome de arriba a abajo.

– Es la primera vez que va hacer esto. Así que debéis tener cuidado – advirtió Alicia.

– No hay problema. Sabes que haremos lo que tú digas – dijo otro.

– Bien – dijo mi hermana – Pues, ¡pollas fuera y que empiece la fiesta! ¡Tú tranquila, Carol! Antes de todo, mira cómo lo hago yo, ¿vale? – me aconsejó Alicia.

– Sí, lo que tú digas – dije esperando que ella me ensañara lo que tenía que hacer. Los tíos se habían sacado la polla y se la meneaban frente a nosotras. Yo estaba muy nerviosa. Nunca había visto una polla tan de cerca.

– Primero coges una con la mano y la meneas un ratito – dijo mientras hacía lo que iba diciendo – Después te la metes en la boca. Así. ¡Ahhhhjjjjj! – exclamó mientras la polla desparecía en su boca. Después de unos segundos la sacó y me miró – ¿Has visto? ¡Ahora tú! Procura metértela lo más adentro que puedas.

– Vale – dije cogiendo una de las pollas con la mano. Estaba dura y su tacto me resultó agradable. Había visto alguna película porno, pero aquello era distinto. No era lo mismo verlo que hacerlo. La meneé unos instantes y después la acerqué a mi boca. Cuando la tuve cerca pude apreciar mejor su tamaño. Era grande y pensé que sería imposible metérmela por completo. Sin embargo, había visto cómo mi hermana lo había hecho. Así que abrí bien la boca y me la metí todo lo que pude.

– Ahora, ¡chúpala así! – me dijo mi hermana deslizando su boca a lo largo de la polla de otro de los chicos. Yo hice lo mismo que ella – ¡Muy bien, Carol! ¿Qué tal te la chupa? – le preguntó al tío cuya polla tenía en mi garganta.

– Lo hace muy bien – dijo – Se nota que sois hermanas.

Poco a poco empecé a cogerle el gustillo. El sabor y la textura de la polla eran agradables y la situación era muy excitante. Miré a mi hermana de reojo sin dejar de chupar el rabo. Ella chupaba las dos pollas alternativamente. En ese momento me miró y me dijo:

– ¿Quieres probar con dos a la vez? – me dijo.

– ¡Vale! – respondí. Alicia acercó otra polla a mí y yo la engullí como ella me había dicho, mientras meneaba la otra. Durante al menos diez minutos estuvimos mamando aquellas pollas. Mi idea sobre mi hermana empezó a cambiar. Si el resto era como aquello yo también me convertiría en una adicta a las pollas.

– ¡Ya es hora de follar! – exclamó Alicia – ¿Os apetece follaros a mi hermana, chicos?

– ¡Estamos deseando! – contestaron.

– ¡Carol, haz lo que te vaya diciendo! – dijo mi hermana – ¡Desnúdate por completo! Mientras, observa cómo me meto una polla por el coño – me dijo. Empecé a desnudarme. Ella se tumbó en la cama y separó las piernas ofreciendo su coño – Que uno de vosotros me la meta para que mi hermana vea cómo se hace – ordenó Alicia. Uno de ellos se puso de rodillas frente a ella y acercó su polla a la raja de mi hermana. Un golpe de caderas hizo que aquel nabo entrase sin ninguna dificultad en el conejo de Alicia – ¡Joder! ¡Qué gustó! – exclamó mi hermana – Llevo sólo unas horas sin follar y mi coño ya me estaba pidiendo a gritos una buena polla. Bueno – dijo mirándome – ¡ahora tú!

– Vale – dije. Me tumbé y me abrí de piernas. Uno acercó la polla a mi coño y sentí el primer contactó. Me gustó. Me había hecho pajas metiéndome un par de dedos, pero aquello era mucho mejor. La polla fue entrando poco a poco. Era mi primera vez, pero lo cierto es que no me dolía. Entonces el tipo empezó el mete-saca y fue cuando comencé a disfrutar de verdad.

– ¿Te duele? – me preguntó Alicia.

– ¡No! ¡Me encanta! – exclamé – Creo que tenías razón. ¡Esto es la hostia!

– Ya te lo decía yo – me dijo mi hermana – ¿Quieres una polla en la boca mientras te follan el coño?

– ¡Sí! – exclamé muy excitada ante la idea de imitar lo que había visto esa misma mañana a mi hermana y a mi propia madre. El tipo empezó a aumentar el ritmo de la follada. Sentí mi coño humedecido como nunca antes lo había estado. Mientras, el otro me la metió en la boca. Era una gozada. Estaba en la gloria.

– ¡Aprendes rápido, hermanita! – me dijo Alicia – ¡Vas a ser tan puta como yo!

Seguimos en esa posición durante un rato más. Después, los chicos intercambiaron sus posiciones ya que los tres querían disfrutar a tope de las dos. Follamos durante unos quince minutos en diferentes posiciones. Yo estaba al borde del orgasmo. Mi hermana lo notó y antes de que me corriera propuso algo nuevo para mí.

– Bueno, ¿qué tal si ahora estrenáis su culo? – dijo.

– Eso sí que va a dolerme – apuntillé.

– No si lo hacemos bien – me dijo – Salió de la habitación y volvió casi al momento con un bote de vaselina – Voy a lubricarte bien el ojete para facilitar la entrada. Ponte a cuatro patas – me ordenó. Yo obedecí y ella comenzó a extender la vaselina por mi ano al tiempo que introducía un dedo. Después metió otro más y, por último, introdujo un tercero – Creo que así será suficiente. Lo tienes bastante dilatado. Pero de ahora en adelante deberás ponerte un enema. No se debe vender el culo si antes no está limpitito – dijo riendo – Bueno, pero eso puede esperar. Ya te enseñaré. Ahora, mira cómo lo hago yo – me dijo poniéndose en la misma postura, es decir, a cuatro patas. Después, uno de los chicos apuntó su cipote a su agujero trasero y entró sin más. Con absoluta facilidad. Se podría decir que el culo de mi hermana había absorbido aquella polla – ¿Ves qué fácil? Y una vez dentro, ¡a follar! – dijo indicando al tío que la diese caña. Él comenzó a bombear con fuerza y ella sonreía de placer – Es incluso mejor que follar por el coño – me dijo – ¡Ahora te toca a tí!

– Tengo un poco de miedo – dije.

– Tranquila. Cuando la tengas dentro vas a flipar – me aseguró.

El chico que iba a desvirgarme el culo apoyó su cipote en mi ano y comencé a notar la presión del avance hacia mi interior. Me dolía un poco pero era soportable e, incluso, agradable. Lo cierto es que tenía dudas de que aquello fuese a gustarme, pero no quería quedar como una niñata delante de mi hermana y de sus amigos. Además, todo lo que Alicia me había aconsejado había resultado muy placentero y excitante. En unos segundos el cipote estaba por completo en mi culo y sentí sus huevos peludos tocando mis nalgas. El chico se movió suavemente durante unos instantes para que la polla se acoplase perfectamente a mi ano. Me relajé cuanto pude, no sin cierta sensación de un dolor placentero.

– ¡Está empezando a gustarme, Ali! – exclamé.

– Entonces, ¡fóllala! – ordenó al chico. Él comenzó a darme caña y yo creía que me iba a morir de gusto. Mi hermana tenía razón en todo. Aquello era aún mejor que follar por delante. El corazón se me salía del pecho y me faltaba la respiración. El coño me chorreaba literalmente y varios hilillos de flujo resbalaron por mi entrepierna. Estaba a punto de desvanecerme de placer y de excitación. Mi hermana se dio cuenta – ¡Para que se va desmayar! Es su primera vez y no está acostumbrada a ponerse tan cachonda – dijo. Él obedeció y me la sacó del culo. Pero fue demasiado tarde porque yo ya estaba en pleno orgasmo.

– ¡Me corro! – grité de placer – ¡Me corroooooo!

Ya me había corrido otras veces. Como ya he dicho, me hacía pajas con cierta frecuencia y me había metido un par de dedos en el coño, además de jugar con mi clítoris, pero aquel orgasmo no tenía comparación con nada que hubiese experimentado antes. Ahora comprendía a mi hermana y todo lo que me había contado. Después de correrme me quedé sin fuerzas. Me sentí culpable y sucia por lo que había hecho y me quedé inmóvil con los ojos cerrados mientras oía como mi hermana comentaba algo con sus amigos.

– Se ha corrido. Tendréis que esperar a que se recupere un poco – dijo – Mientras tanto quiero que me folléis como Dios manda. Pero no os corráis. Quiero que mi hermanita pruebe vuestra leche – ordenó.

Seguí un par de minutos con los ojos cerrados, analizando mentalmente lo que estaba viviendo y cómo en apenas unas horas mi vida había cambiado para siempre. Nada volvería a ser igual después de aquello. Las piernas me temblaban y me aferré con fuerza a la almohada de mi cama, al tiempo que sentía cómo el colchón de mecía rítmicamente por la follada de mi hermana y sus amigos a escaso centímetros de mí. Cuando abrí los ojos, mi hermana estaba sentada con una polla dentro del culo. Otra la follaba el coño. El chico restante estaba de pie sobre el suelo con su polla metida en la boca de Alicia. Tenía pollas en sus tres agujeros. El gesto de mi hermana era poesía. Estaba súper excitada y gemía de placer. Entonces advirtió que yo la miraba atónita. Se sacó la polla de la boca y me dijo:

– ¿Ves? Así folla una verdadera puta. Una polla para cada agujero. Sólo así me siento completa. ¿Quieres probar?

– Bueno – respondí pensando que todo lo que mi hermana me propusiese era porque sería realmente placentero. Ya me había entregado a experimentarlo todo y realmente poder juzgar si lo que había contemplado aquella mañana era tan sucio y tan malo como pensaba.

– Pero tendrás que esperar un poco porque estoy a punto de correrme y me gusta hacerlo cuando tengo todos mis agujeros rellenos – me dijo muy excitada. Volvió a meterse la polla en la boca mientras yo contemplaba la escena. Reconozco que esa misma mañana aquello me había producido cierta repulsión pero ahora, después de probarlo en mis propias carnes, me provocaba una profunda admiración hacia mi hermana. Hacía aquello con una soltura y destreza que no eran propias de una chica de su edad. Era increíble cómo su coño y su culo daban cabida a aquellas dos pollas que la follaban sin piedad. Todo ello sin desatender con su boca la otra polla – ¡Me voy a correr, cabrones de mierda! ¡Qué bien me folláis! ¡Qué gusto! ¡Ahhhhhhh! – exclamaba mientras se corría. Los chicos sacaron sus rabos de sus agujeros y se dirigieron hacía mí.

– ¿Cómo me pongo? – pregunté.

– Intenta la misma postura que yo – me dijo exhausta aún por su reciente orgasmo. Me senté sobre una polla, con cierto temor. Me deslicé con cuidado sobre la dura verga del aquel chico relajando mi ano cuanto pude y, cuando noté que estaba totalmente en mi interior, me abrí de piernas para recibir otra en mi coño. Cuando la polla avanzó hacia el interior de mi conejo, la sensación era indescriptible. Por un momento pensé que me iba a partir en dos. Pero no fue así y volví a sentir que me desmayaba. Era delicioso. Estaba ensartada por los dos tíos cuando el tercero me la metió en la boca. Mamé su cipote unos segundos y recordé las palabras de mi hermana: «Sólo así te sentirás completa». Una vez más mi hermana tenía razón. Me sentía completa con mis tres agujeros tapados por pollas. Me sentía sucia y guarra. Me sentía como una puta. Pero era una sensación excitante y maravillosa.

– ¡Alicia! – balbucí como pude con una polla dentro de la boca – ¡Me estoy volviendo loca! ¡Cada cosa que pruebo es mejor que la anterior! ¡Me gusta mucho!

– ¡Ya te lo dije, Carol! – me dijo mi hermana una vez se hubo repuesto del orgasmo – ¡Ahora tienes que controlar el orgasmo! ¡No te corras! Tienes que aguantar para que tu nivel de excitación se mantenga. Cuanto más cachonda estés, más cosas serás capaz de hacer – me aconsejó.

– Vale, pero estoy casi a punto – dije – ¡Estas pollas me están volviendo loca!

– Deja que te ayude con esa polla – me dijo mi hermana en referencia a la que estaba chupando. Se acercó y se la metió en la boca. La chupó unos momentos y después me la metió en la boca a mí. En aquel momento me sentí más unida a mi hermana que nunca antes. Allí estábamos las dos, compartiendo una mamada mientras a mí me follaban el coño y el culo. Me sentí parte de su secreto y me invadieron unas ganas enormes de que mi madre pudiese verme haciendo toda clase de guarradas y que se sintiese tan orgullosa de mí como lo estaba de Alicia.

– ¡Ya casi estoy! – exclamé unos minutos después – Si no me la sacan del chocho y del culo me correré.

– ¡Dejad de follarla! – ordenó mi hermana. Los dos tipos sacaron sus pollas y se pusieron de pié – ¡Ven, Carol! ¡Arrodíllate frente a ellos! – me ordenó. Obedecí. Los tipos se la meneaban sin parar. Estaban sudorosos y sus rabos brillaban por la mezcla de saliva, flujo vaginal y líquido preseminal. Estaba claro que iban a correrse de un momento a otro – Ahora vamos a chupar polla hasta que se corran, ¿vale? El primero que esté a punto, que se corra en mi boca para que mi hermana vea cómo debe hacer para que no se escape nada.

Las dos empezamos a chupar aquellas pollas. Me encantaba mamarlas pero eso de que me lo echaran en la boca me daba un poco de reparo, pero también de curiosidad. Si mi hermana decía que era bueno, es que lo era. Después de todo lo que había experimentado bajo sus consejos, bien valía la pena probar aquello.

– ¡Me corro! – dijo uno de ellos.

– ¡Rápido! ¡En mi boca! – exclamó Alicia. El chico acercó su polla a la boca de mi hermana. En unos segundos, él empezó a correrse y un potente chorro de semen fue a parar a la boca y a la cara de Alicia – ¡Qué rico!- dijo ella relamiéndose. En ese momento otro de ellos nos anunció su orgasmo – ¡Ahora tú, Carol! ¡Procura que no se escape nada! ¡No te la tragues directamente o no la saborearás!

– Como tú digas – dije justo antes de sentir como el líquido caliente de una de las pollas se estrellaba entre mis labios. Abrí la boca y recogí todo lo que pude.

– ¡Mantenla en la boca y saboréala! – me aconsejó. Así lo hice. Estaba caliente y pastoso pero era cierto que tenía un gusto maravilloso – ¡Ahora trágatela! – me ordenó. A medida que aquel líquido llegaba a mi garganta más apetitoso me parecía.

– ¡Está muy bueno! – dije – ¡Me gusta mucho, Alicia!

– Ya te he dicho que no te ibas a arrepentir. ¿Quieres más?

– ¡Sí! – exclamé. El otro chico también estaba a punto de correrse. Apuntó su rabo hacía mí y me lo echó todo en la boca. Hice lo mismo que antes. Lo mantuve en mi boca y luego me lo tragué. Esta vez me gustó más aún. En aquel momento me hubiese bebido un litro de aquel maravilloso líquido.

– Te gusta, ¿eh? Te gusta que se corran en tu boca, ¿verdad? – dijo Alicia.

– ¡Me encanta! Tenías razón. Esto es lo mejor que he probado – reconocí, mientras me relamía y trataba de degustar los últimos restos del pastoso líquido salido de aquellas pollas.

Los chicos se vistieron y se marcharon no sin antes decirnos a mi hermana y a mí lo mucho que habían disfrutado. Me quedé en la cama tumbada intentando asimilar todo lo que había pasado. No había duda de que me había encantado. Pensé que después de aquello me sería muy difícil volver a clase el lunes y reunirme con las chicas del colegio. Chicas que nunca habían experimentado algo igual. Chicas que quizás nunca lo harían. Entonces entendí por qué mi hermana me había tratado como a una niñata desde que ella descubrió el sexo.

Fue entonces cuando volvió mi hermana. Se tumbó en la cama junto a mí y me preguntó:

– ¿Entiendes ahora por qué estaba tan rara contigo?

– Creo que sí – contesté – Oye, explícame ahora eso de que «si todo sale como es debido» que has dicho antes.

– Mamá tiene la ilusión de que algún día sus hijas sigan sus pasos. Cuando descubrí que era puta tuvimos una larga charla que también tendrá contigo. Pero resumiendo, la idea que ella siempre ha tenido es convertir esta casa en un una especie de puticlub o casa de citas. Trabajaríamos las tres. Ella piensa que esa es la mejor manera de que siempre permanezcamos juntas además de pasárnoslo muy bien y de ganar mucho dinero – me explicó – Por eso estaba tan ilusionada estos días conmigo, ya que hoy era mi primer día en este trabajo.

– ¿Y qué pasa conmigo? – pregunté.

– Ese es el problema. Ella no quiere influir en nuestras decisiones. Por eso nunca nos ha dicho a qué se dedica. Para mí ha sido una suerte ya que ya había decidido que quería ser puta. Bueno, de hecho ya lo era porque desde ese día que te he contado antes he cobrado dinero por follar con los chicos del colegio. Cuando mamá vio lo puta que soy, no dudó en contarme su idea. Pero faltabas tú. Ahora ya lo sabes. Lo que tienes que decidir es si el lunes quieres volver al colegio dejando que esto sólo sea una pequeña aventura o si quieres convertirte en una auténtica puta como nosotras.

– La verdad es que no creo que pueda vivir sin pollas y sin lefa después de lo de hoy – contesté.

– Perfecto. Entonces sólo falta decírselo a mamá – me dijo – Pero creo que antes tienes mucho que aprender.

– ¿Qué quieres decir? – pregunté.

– Cuando se lo digamos a mamá, debes tener más soltura y experiencia. Que vea que eres una zorrita en toda regla – me explicó – La semana que viene es su cumpleaños. ¿Qué te parece si ese día le damos un regalito muy especial? – me dijo sonriendo con picardía.

– ¡Vale! – contesté muy ilusionada.

– Hasta entonces te prepararé para que no la decepciones. Te daré algunos consejos que te vendrán muy bien y te enseñaré a follar como una auténtica puta – me dijo.

Continuará …

Twitter: @CarolFdezPuta

E-mail: [email protected]

44 Lecturas/25 octubre, 2025/0 Comentarios/por agosto10
Etiquetas: amigos, colegio, cumpleaños, hermana, hermanita, madre, padre, sexo
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