Trío de intenso amor y deseo: Mi nueva esposa, mi hija y yo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por lovelittlegirls.
Era un viernes lluvioso, me había citado Lucy en el mismo café donde le pedí matrimonio tres meses atrás.
Mientras la esperaba mi mente recordaba lo que había ocurrido luego que Lucy aceptara mi propuesta y que ahora no sabía si cambiaría de opinión.
Me llamo Víctor, tengo 40 años.
A los 28 años me casé con Rosa, mi primera esposa, tuvimos una hija y vivíamos una vida que aún considero era perfecta.
De la noche a la mañana todo cambio cuando Rosa muere en un accidente automovilístico y con apenas 36 años quedo viudo; Caí en una profunda depresión que no habría logrado superar de no ser por mi hija Carol, que con apenas 7 años fue mi soporte, nos refugiamos en el amor que sentimos uno por el otro y fue tan intenso que luego de un par de años todo terminó en una relación de incesto.
Cuando Lucy apareció en mi vida ya había tenido varios intentos de relaciones, todas fracasaron por el mismo motivo: Carol.
Con Lucy fue distinto, supo ganarse el cariño de mi hija quien al igual que las anteriores, sus celos la llevaban a hacerles la vida imposible.
Lucy comenzó a quedarse en casa con mayor frecuencia y por precaución evitamos hacer cualquier cosa que pudiera delatarnos, pero fue inevitable que mi futura esposa se enterara que padre e hija éramos amantes.
Días atrás íbamos en mi auto y Lucy me pide usar mi teléfono ya que se había quedado sin batería, justo cuando lo toma llega un mensaje y lo lee sin querer.
Notablemente molesta me dice: ¿Por qué tienes un número registrado sólo la letra “C”? Me lanza el teléfono gritando que detenga el auto y al bajarse sale corriendo.
El mensaje era de Carol: “Acabo de sentir rico tocándome y recordando lo que me hiciste en el cine”.
Luego de mucho insistir, Lucy aceptó vernos para explicarle aquel mensaje.
Mojada por la lluvia, mi futura esposa llega la cita, sin mirarme y con un frío saludo se sienta; luego de un breve pero tenso silencio y con un tono mucho más frío que su saludo me dice: Sin rodeos, ve al grano.
Al escuchar eso, desecho el discurso que había practicado, busco mi teléfono, marco un número y alcanzándoselo le digo: habla con “C”.
Impaciente espera y la dureza de su rostro cambia a asombro cuando escucha la voz de Carol y cuelga la llamada.
Mirándola calmado le digo: ¿Quieres una explicación? Si decides levantarte de la mesa y sacarme de tu vida, lo entenderé.
Lucy pide un ron doble y mientras lo espera sólo me mira en silencio, enciende un cigarrillo cuando es servida, de un trago se toma el ron y arrugando la cara balbucea: ¿Me estás diciendo que aquel mensaje, tu hija, Carol, se masturbó recordando lo que “le hiciste” en el cine? Pide otro ron doble y cruza los brazos en la mesa, un gesto que hace cuando quiere entender algo que considera mentira.
Yo pido una cerveza y decido contarle.
– Tus ojos me miran como si fuera un monstruo y lo entiendo; lo que escucharás te lo diré con el corazón en la mano y lo más sincero que pueda.
Sí, lo que leíste es cierto, y se debe a que Carol y yo tenemos una relación secreta, te pido que no te predispongas a señalarme de aberrado o pederasta; esto va mucho más allá de un hombre que tiene sexo con una niña, aunque sea complicado entenderlo.
Al quedar viudo y ella sin madre, nos refugiamos uno en el otro tratando de superar lo ocurrido, sin darme cuenta el amor hacia Carol lo usé como cura y terminó desarrollándole lo que se conoce como complejo electra.
Ella tenía 7 años cuando ocurrió el accidente y a los 9 ya teníamos un intenso y bonito romance.
Por mucho tiempo sólo fue amor hasta que ocurrieron dos cosas que nos llevaron al plano sexual.
Desde el día que llegamos del cementerio hasta hoy, Carol duerme en mi cama, lo que al principio era buscando consuelo se transformó en rutina; cada mañana la despertaba con un beso en la mejilla y un día despertó justo antes y al girar hacia mí el beso terminó en sus labios.
Por semanas luché contra confusos pensamientos producidos por lo que sentí con aquel beso; estaba confundido al no saber claramente si aquel noviazgo había dado paso a sentirme sexualmente atraído por mi hija, hasta que todo se definió una noche cuando fui a buscarla a su cuarto y la encuentro totalmente desnuda mirándose en el espejo.
Sin que ella notara mi presencia, tuve el tiempo suficiente para contemplarla de pies a cabeza, era lo más hermoso que había visto en mi vida; me alejé antes que mi hermosa hija notara que la saboreaba con mis ojos y al sentarme en el sofá para calmarme viendo tv, me di cuenta que tenía una erección.
Esa misma noche no pude resistir y me masturbé mirando a mi hija durmiendo a mi lado.
La escena se repitió diariamente hasta que una tarde en el automóvil cuando volvíamos de sus clases de gimnasia, ella de copiloto y de reojo miraba cómo su traje de gimnasia marcaba su abultada vaginita, mi hija cierra las piernas y sin titubear me dice: ¿puedes dejar de mirarme ahí?
No cruzamos palabra alguna hasta llegar a casa, cenamos y vimos tv en total silencio, ella se va a la cama y, como todas las noches, espero para masturbarme mirándola dormida.
A la mañana siguiente despierto y Carol sentada a mi lado miraba fijamente mi entrepierna, tenía una erección involuntaria.
Con total serenidad mi hija me dice: quiero ver lo que haces en las noches cuando duermo y antes de que yo respondiera, firme y decidida aclara que no lo niegue porque me ha visto.
No era la primera vez que teníamos discusiones cual marido y mujer, como pude logro dominar la situación y ella al verse sin posibilidades, se sonroja y con mirada tierna susurra: si me muestras, yo te muestro algo que no sabes, acto seguido toma una almohada y colocándola entre sus piernas comprendo que mi amada Carol me ofrecía masturbarnos uno frente al otro.
No sé en qué momento lo hice, pero cuando caigo en cuenta tenía mi pene en la mano, palpitando cual tren de vapor descontrolado.
Mirándome fijamente y saltando por momentos a ver mi pene, con gesto de esperar una respuesta; acepto su propuesta agregando que nos desnudemos, mi hija se quita todo y en segundos ya estaba de nuevo en posición sobre la almohada.
Comencé a masturbarme viendo a mi pequeña hija, mi amada, moviendo las caderas y con gesto de placer miraba mi mano subir y bajar; estábamos conectados, y créeme Lucy que era la más intensa conexión de amor y sexo que había sentido en mi vida, tan perfecta que Carol no opuso resistencia cuando al acercarme a ella la beso y levantándola sobre mí, su húmeda vaginita se posa contra mi pene.
Apoyando los codos en mis hombros retoma el movimiento de caderas, mis manos aferradas a sus pequeñas nalgas, mirándonos muy cerca buscamos tener nuestro primer prolongado e intenso beso, que no se detuvo hasta que temblando toda, Carol se estremece en un rico orgasmo y sus gemidos del clímax me hacen perder el control y eyaculo sobre mi vientre.
Era la primera vez que rememoraba ese día tan especial acompañado de mi voz, por un instante mi mente se pierde en esa escena y Lucy aprovecha mi pausa para hablar.
– Me has dejado sin palabras-
– Puedes preguntarme lo que quieras, me harías más fácil el momento-
– Ummmm, primero dime si lo que sientes por mí es verdadero-
– Totalmente, te amo tanto que Carol me hizo ver lo afortunado que sería al ser tu esposo-
– Si te pregunto la fecha de cuando se besaron “por accidente” podrías responder?-
– Recuerdo perfectamente eso y el día que justo antes de quedarme dormido me di cuenta que estaba enamorado de ella-
Menos alterada de lo que imaginé me dice: Quiero hablar a solas con tu hija-
Continuará…
Cuando sale la segunda parte ?
Y como se llamará
Lo busque para saber como seguia la cogida del papi con la chiquita y la nueva pareja pero no vi mas partes, que mal 🙁