Trio Hogareño.
Sorpresas bajo el mismo techo..
Pero mamá esta riquísima, mis sospechas se habían hecho realidad, encontré a mi hija ensartada en la polla de su hermano.
Soy gloria, tengo 38 años y tengo una hija, Mariela de 19 años y Mauro, mi hijo de diecisiete años, soy agente vendedora de propiedades, tengo mi propio negocio, empleo a dos personas que me ayudan con los papeleos de cada transacción.
Ese sábado, yo había salido con un amigo y no esperaba de regresar a casa muy temprano, pero como el cretino de mi amigo se tomó un par de copas y comenzó a comportarse en forma grosera conmigo, pues ahí no más lo dejé plantado, llamé un Uber y me fui a casa.
Me sentía bastante defraudada por el comportamiento de mi amigo, realmente no soy ninguna santa, me encanta follar y que me follen, pero todo tiene su encanto, todo tiene su arte, no pueden ser manotazos por todas partes, eso no tiene nada de atractivo ni es estimulante.
No más entrar en el apartamento, escuché gemidos, chillidos y respiración afanosa … pensé, esta descarada de Mariela se trajo un hombre para follar en casa … ni siquiera yo hago algo similar, como se atreve esta desvergonzada a traerse un novio a casa … silenciosamente me acerqué a su puerta, que ni siquiera estaba cerrada … sí, había un hombre sobre ella … ella con sus largas piernotas bien torneadas, envolvía la espalda de su amante y lo tiraba más adentro de sus entrañas … el macho la follaba rítmicamente … afondaba con fuerza su pene dentro de su chocho, para sacarlo casi por completo lentamente y volver a darle una embestida al coño que arrebujaba su verga.
Mariela gritaba cada vez que las profundidades de su chocho recibían el golpe certero del macho … me quede paralizada al ver a mi hija como follaba y como gozaba a ser follada … ella movía su cabeza de lado a lado … enterraba su uñas en la espalda de su amante.
Tuve que afirmarme a la pared, cuando su amante levantó su cabeza desde el cuello de ella y pude ver los cabellos rubios de mi hijo que cogía con su hermana.
No podía moverme, mis piernas casi no me sostenían, pero no tuve el coraje de interrumpir a estos dos asquerosos e incestuosos hermanitos.
Salí del apartamento y bajé a tomarme unas copas, mi cabeza era un tumulto de preguntas, ¿Qué hice mal? ¿Cuál habrá sido el mal ejemplo? ¿Dónde lo aprendieron? ¿de quién lo aprendieron? ¿desde cuándo que lo hacen? ¿tiene ella o él alguna protección cuando lo hacen?
Mientras sorbeteaba mi segundo Martini, se me acerco un tipo joven y apuesto con la mejor de sus sonrisas, casi lo degüello con mi mirada, así que escapó de volada, no estaba en vena de flirtear con nadie, odiaba a todo el mundo en estos instantes.
Volví al apartamento un poco más serena, los dos Martini y el whisky habían hecho el efecto requerido y me sentía mucho más calma, no me sentía para nada emborrachada ni aturdida, era demasiada la impresión sufrida de ver a mis dos hijos hacerse cariñitos como estrellas del porno.
El apartamento estaba en completo silencio, metí un poco de bulla como si estuviera algo bebida y me fui a mi habitación, creí escuchar un ruido de carreritas y pensé que mi hijo se regresaba a su cuarto después de haber follado el chocho de su hermana.
Me recosté en mi cama, con la viva imagen de la polla larga y gruesa de mi hijo, tirando fuera los pliegues rosados de la carne del pequeño coño de Mariela, los gemidos y chillidos de mi hija, todavía resonaban en mis oídos, me encontré con dos dedos en mi chocho y pellizcando los pezones de mis bondadosas tetas, creo que jamás tuve un orgasmo tan rápido e intenso.
Me alcé temprano en la mañana, como al solito, preparé el desayuno y me senté a comer un poco de fruta seca y cereales con leche, como a la media hora, apareció mi bostezante hijo Mauro, se acercó a mí y me beso en la mejilla … ¡hola! mama, ¿qué tal esta mañana? … todo bien hijo, todo bien … mi sensible nariz, olía su aroma a semen … no se había ni siquiera bañado el muy cochino … como leyendo mis pensamientos, dijo … mamá, me llevo la leche al baño, me voy a duchar … y salió de la cocina.
Mariela, con una polera vieja de su hermano, entró a la cocina con sus cabellos revueltos … esta es otra cochina que ni se bañó ni se arregló, pensé … ¡hola! mamita, ¿cómo estás? … yo bien hija, ¿y tú? … ¡oh ! mamá … para que te digo, dormí pésimo … no sé cuántas veces me desperté … creo que tendré que pedirle a mi doctor alguna píldora para dormir … sin querer ser demasiado sarcástica, le pregunté … ¿no será algo de tu conciencia, hija? … quizás hay algo que te impide descansar apropiadamente, ¿no crees? … no, madre … tengo mi conciencia en orden … no tengo problemas con nadie y no hago mal a nadie.
Mira que descarada, pensé y seguí indagando … ¿y tu novio? ¿no tienes problemas con él? … no mamá, hace meses que terminé con él por ser demasiado celoso y controlador, imagínate que hasta de Mauro tenía celos … ¿lo puedes creer?
Al parecer todo el mundo lo sabía o sospechaba, excepto yo, la madre de estos dos cochinos hijos míos.
Pasaron las semanas y yo no lograba llegar a ninguna conclusión, ni siquiera tenía pruebas, busque en la WEB por un servicio de investigadores privados, quería que vigilaran a mis dos retoños, los fotografiaran y los grabaran.
Llame a uno de los tantos que había en la red, les pedí una visita a mi oficina para conversar sobre la misión a efectuar, primero llego un anciano de sobre setenta años, pasado a tabaco y alcohol, lo salude y lo hice que se fuera casi de inmediato.
El segundo llegó un muchacho con pantalones cortos y zapatillas de gimnasia, dijo que era el atuendo apropiado para no despertar sospechas, también lo hice irse de entradita.
El tercero me encantó, un tipo alto, musculoso, con chaqueta azul y pantalones beige, parecía elegante, su modo de hablar era simple y honesto, dijo que no era un trabajo muy complicado y acordamos un precio razonable, me pidió fotografías de mis hijos, lugares que frecuentaban, donde estudiaban, etcétera, luego me dijo que el pago era cincuenta por ciento adelantado y cincuenta por ciento al terminar, plazo máximo diez días, me mantendría informada y si era necesario nos encontraríamos en mi oficina.
Me parecía haber contratado a mi Magnum P.I. él con sus mostachos enormes y seductores no hacía más que mirar mis caderas, me di cuenta de que no dejaba de mirar mi figura, sobre todo mis senos, lo sé que mis formas curvilíneas son atractivas, me encanta que me miren y me aprecien como mujer, también de vez en cuando un piropo al momento apropiado y con el respeto necesario, es bienvenido, pero él me hacía sentir especial.
En la tarde cuando llegaba a casa, Mauro estaba bajo la ducha o acababa de salir de ella, Mariela siempre con sus cabellos alborotados, estos dos seguían follando mientras yo era al trabajo, no tenía ninguna duda, pero no tenía modo de confrontarlos.
El viernes, mi investigador me pidió cita y se presentó después de almuerzo en mi oficina, me traía un sobre con una quincena de fotografías a color muy nítidas donde se veían mis hijos en actitudes románticas, besándose en los labios en el parque, entrando a un motel, también me entrego una pendrive con grabaciones, pero las situaciones eran más o menos las mismas de las fotografías.
Le insistí en que quería sorprenderlos follando, él me dijo que el único modo seria instalar una cámara escondida en el lugar donde se suponía que ellos transgredían, me pareció tan sutil su forma de decirlo, que le di una mirada de esas que sabemos dar solo las mujeres, entonces, le dije, tendremos que montarlas en la pieza de Mariela.
Acordamos que el sábado en la mañana, él vendría a nuestro apartamento y colocaría los dispositivos necesarios, me dijo que necesitaba solo pocos minutos y que estarían conectados a mi computador portátil.
Al parecer la rutina de mis hijos era que follaban en casa de lunes a viernes, y el sábado lo hacían en un motel, el domingo como usualmente, yo permanecía en casa nos juntábamos en casa los tres y no lo volvían a hacer hasta el lunes siguiente.
Ese viernes llegué a casa a la hora acostumbrada, Mauro con su bata camino a la ducha, Mariela con los ojos brillantes y sus cabellos en completo desorden estaba estirando las sabanas de su cuarto … ya verán, pensé.
Mientras cenábamos, les hice saber que el día siguiente vendría un técnico a revisar mi computador para la instalación de un programa que me permitiría trabajar desde casa, Mauro me dijo que él y Mariela habían sido invitados al club de campo y que estarían por allá toda la mañana.
Contacte a mi detective privado por WhatsApp, haciéndole saber que podría venir a instalar las cámaras a las 10:00 del sábado, él me confirmo que estaría puntualmente a esa hora.
Sábado de mañana, Mauro se levantó temprano y Mariela, esta vez con sus cabellos rubios ordenados, esperaba a su hermano en el salón, los miraba de reojo y pude ver que se hacían señas y trataban de comunicarse sin que yo me diera cuenta … tomaron desayuno sin conversar mucho, luego me saludaron con besos en la mejilla y se fueron.
Mi atlético investigador privado llegó con puntualidad suiza, traía una mochila con todo lo necesario, yo me encontraba vistiendo todavía mi quimono azul, mi neglige rojo con mi tanguita del mismo color, estaba sin sujetador y el balanceo de mis senos, lo desconcentraban, lo perturbaban … mi chochito que no recibía atención desde hace un par de meses comenzó a humedecerse, imaginaba a Claudio, el investigador, follándome.
Claudio, tal como lo había anticipado, se demoró casi quince minutos en montar y conectar mi computador a las tres cámaras que instaló, lo invité a beber un café en la cocina, él no apartaba sus ojos de mis piernas, me acerqué a él y le pregunté … ¿encuentras interesante mis piernas que las miras tanto? … ¿te gustaría investigar a ellas también? – no me contestó, pero se ruborizó, cosa que me sorprendió un poco … me gusta el trabajo que estás haciendo, me gusta tu forma de ser y me gustas tú, le dije acercándome aún más.
Claudio no dijo nada, solo tiró del cordón de mi quimono, el cual se abrió exponiendo mis senos grandes bajo mi neglige traslucido, él me beso los pezones por sobre el género de mi prenda de vestir, me hizo vibrar de pies a cabeza, tomé su cabeza y la aprete contra mis pechos … sentí sus manos en mi cintura, acariciaba mis caderas … estamos solos en casa, vamos a mi habitación, le dije.
Él me tomo en sus fuertes brazos y me dijo … indícame el camino, nena … nunca me habían llamado “nena” … me pareció divertido … le mostré como llegar … entramos en mi cuarto y él me deposito delicadamente sobre la cama … no más sacar sus brazos debajo de mis posaderas, se lanzó entre mis muslos y comenzó a pasar su lengua sobre mi tanga, mi chochito vibraba en sintonía con sus lengüetazos … muy pronto me tenía con mis piernas abiertas y había desplazado el pequeño pedazo de tela que cubría mi intimidad, su maravillosa lengua me estaba haciendo gemir y balbucear palabras inconexas, quería decirle que sí, que me cogiera, quería decirle que se sentía rico lo que me estaba haciendo, pero no salían palabras de mi boca … solo sonidos … algunos gruñidos guturales … algunos chillidos y gritos … me estaba volviendo loca.
Claudio me hizo acabar … me vine con tal fuerza que mis uñas rasgaron una de las sabanas, él me miraba con sus boca brillante de jugo de chocho, comencé a desabrochar los botones de su camisa … se levantó y se sacos sus pantalones … vestía unos bóxer a cuadritos como de otros tiempos … me causó ternura … éste era un hombre de otros tiempos … me llamo la atención el pronunciado relieve de su polla … ¡pero que polla! … casi tan larga como la de mi hijo, pero no tan gruesa.
Me senté al borde de la cama y masajeé su verga con mis senos, Claudio jugaba con mis pezones endurecidos casi tanto como su polla, cuando aparecieron las primeras gotitas perladas de su semen, comencé a bajar con mis pechos hasta sus cojones, para hacer entrar su polla en mi boca, él agarró mi cabeza y comenzó a follar mi labios cerrados en torno a su pene.
Claudio dulcemente me sacó mi quimono, luego se acostó y me subió a horcajadas sobre su vientre, como me gusta follar desnuda, me saqué mi neglige, él me atrajo hacia su boca y comenzó a lamer y mordisquear mis pezones, acomodé mi chocho al alcance de su verga e inicie un movimiento alternado hacia atrás y adelante, mis rubios y rizados pelitos hacían cosquillas a su glande, él me tenía por las caderas … mi chocho se refregaba sobre su polla … lancé un grito agudo cuando su glande penetro mis labios mayores y se adentró en mis carnes empapadas … hizo cuatro o cinco movimientos rapidísimos que me hicieron gemir de placer … quería ser follada … dentro de mi lujuria … apareció la polla enorme de mi hijo follando el pequeño chocho de Mariela … veía la cara caliente y lasciva de mi hija que recibía con gozo la verga de su hermano … me levante con mis ojos cerrados y comencé a mover mis caderas desenfrenadamente … Claudio masajeaba mis redondos senos y jalaba de mis pezones … un golpe como una descarga de megatones me comenzó a hacer vibrar todo mi cuerpo … había perdido el control de mis extremidades … mis pies y mis manos tenían vida propia … solo mis caderas obedecían a mis deseos … con fuerza trataba de engullir la verga de este hombre con mi chocho … que orgasmo más esplendido.
Con respiros cortos, Claudio continuaba a follarme, sus movimientos también eran breves y veloces … mi chocho comenzó a llenarse de su lechita … estaba acabando dentro de mi … mi chocho volvía a tener olor a macho … que cosa más maravillosa … nos quedamos acostados uno al lado del otro, exhaustos …
Me levanté y fui a la cocina a buscar algo refrescante … nos sentamos en la cama desnudos y Claudio termino de adiestrarme al utilizo de las cámaras, luego se fue a la ducha, regresó y se vistió, me agradeció por la hospitalidad, otra de sus sutiles palabras, luego se fue porque tenía otro trabajo en curso.
Claudio me había dejado dos pendrives, para grabar por un par de horas en cada una, de propia iniciativa, pasé a un negocio de computadores y compré dos más, las cámaras tenían sensores de movimiento, así que no grababan cuando no había nadie.
El domingo transcurrió tal como otro domingo cualquiera, Mariela me dio una mano con el almuerzo, mientras Mauro se esforzaba por hacer limpieza en algunos sectores del departamento. En la tarde nos sentamos a cenar, conversamos de los empeños de cada uno para la semana que estaba por iniciar y llegada la noche nos dimos las buenas noches y cada uno de nosotros se fue a su propio cuarto.
Una vez en la soledad de mi cuarto, encendí mi computador y pude ver a Mariela en sus actividades, se desnudó completamente para ir a la cama, no pude dejar de notar lo bella que era mi niña, me recordaba a mi cuando tenía más o menos su edad, sus pechos estaban hechos en modo perfectos, se acarició sus pezones pequeñitos para esos enormes senos, dibujo con sus dedos la redondez de su areolas, sus labios se entreabrieron lascivamente cuando tomó sus pequeños pezones y los tironeo hacia adelante, luego se giró frente al espejo, donde Claudio había mimetizado una de las cámaras, tomo sus glúteos redondos y firmes y los abrió, la vi cuando se dirigió a su mueble y extrajo un consolador rojo de unos 20 centímetros, volvió frente al espejo y comenzó a pasar ese enorme artilugio por en medio de sus nalgas.
No estaba absolutamente preparada para lo que sucedió a continuación, Mariela se encontraba frente al espejo en su habitación con un dildo enorme, y lo deslizaba entremedio de sus glúteos, su boca estaba semiabierta y sus ojos como en un ensueño, apoyó el aparatito en el suelo, al parecer este estaba dotado de una ventosa, porque quedo erecto sobre el piso, ella se bajó contorneando sus caderas e hizo descender su zona pélvica sobre el falo rojo, hice un zoom de la cámara y su fisura anal pequeñita quedo a foco en toda la pantalla de mi Pc, aparecieron sus manos sobre sus glúteos, su hoyito perfectamente alineado con el consolador, éste cimbraba al contacto con el ano de Mariela, ella se arrodilló y comenzó a presionar con su cuerpo el dildo que ahora forzaba el esfínter de Mariela, centímetro a centímetro, esa cosa se adentró en su ano.
Cambié a la cámara que apuntaba sobre su cama y pude ver solo parte de su cabeza, sus ojos estaban cerrados, se estaba mordiendo sus labios.
La cámara que apuntaba a su cama desde otro ángulo, la mostraba arrodillada y meciendo su cuerpo hacia arriba y hacia abajo, su semblante tenía una apariencia diferente, ya no era mi niña, era una mujer caliente que quería follar y se estaba follando su juguete preferido, ¡por el ano!
Me quede a contemplarla por varios minutos, hasta que se subió a su cama con esa cosa ensartada en su recto y se acostó casi en posición fetal, continuo a follarse el culo, abrí el menú de la aplicación y seleccione “VOLUMEN”, con el mouse hice deslizar el indicador, y resonaron en mi habitación los gemidos de mi hija, me asusté porque era demasiado alto, lo puse en “SIN VOZ” y busque los audífonos de mi laptop, pude escuchar sus grititos y gemidos, no tenía una visual perfecta de la penetración en curso, pero los movimientos eran inequívocos.
Ver a mi joven hija tan caliente, otra vez me hizo recordar a mí misma cuando a esa edad, trataba de satisfacerme en solitario, no tenía los medios económicos suficientes, así que me contentaba con velas, zanahorias, pepinos y cualquier cosa que se asemejase a una polla erecta da enchufarme en mi coño caliente.
Pensaba, con que moral puedo yo confrontarla, si yo misma a su edad, hacía las mismas cosas. Jamás follé con mi hermano, pero porque no tenía un hermano, pero los chicos del vecindario me seguían porque sabían que me podían follar si insistían en el modo apropiado. Me encantaba follarme hasta de a dos juntos.
Todas estas remembranzas, tenían a mi chochito empapado, así que extraje de mi velador mi vibrador y lo puse sobre mi clítoris, mientras mi hija follaba su culito recostada en su cama, yo habría mis piernas para que el vibrador excitara la entrada de mi chocho, acabamos casi al mismo tiempo, apagué mi computadora y me dispuse a dormir.
La mañana siguiente, me desperté a las 06:30 con nuevos bríos y de muy buen humor, habrá sido el orgasmo, pensé, como sea, estaba feliz y feliz de tener a dos hijos tan hermosos y sanos, los saludé con sendos besos augurándoles un día lleno de satisfacciones y cosas hermosas, con curiosidad y sonriéndose entre ambos inquisitivamente, se fueron a sus respectivos colegios.
Dejando todo en orden, escondiendo mi laptop, terminé de desayunar y me fui al trabajo, estuve toda la jornada pensando en las cámaras escondidas, ¿las abre dejado en modo de grabación? ¿funcionaran apropiadamente? ¿qué uso daré al material que registre? ¿follaran al retornar del colegio?
Retorné a casa lo más apresuradamente posible, para no despertar sospecha alguna, hice como si nada y me comporté en el modo habitual, Mauro con su bata y sus cabellos mojados, acababa de tomar una ducha, como al solito, Mariela solo con una polera larga hasta sus muslos, lucía como si acababa de luchar con King-Kong, me sonreí para mis adentros, no estaba ni molesta ni preocupada, solo curiosa por el material de las cámaras.
Compartimos un cena fría y cada uno de nosotros se fue a su cuarto respectivo, me desvestí lentamente, miré mis formas al espejo y sí, mi reflejo en el espejo me mostraba como una bella mujer, mis senos eran un poco más grandes que los de mi hija y se mantenían lo suficientemente firmes, mis glúteos al igual, quizás había una incipiente celulitis, pero nada que no se pudiese corregir con alguna crema especial.
Saqué mi computador y comencé a revisar lo que las cámaras habían registrado, como tenía sensores de movimiento, no habían sectores vacíos, prontamente vi a Mariela que apenas regresaba del colegio, procedía a ducharse y a vestirse con una polera de Mauro sin prendas íntimas, estaba desnuda bajo la polera, sus senos se balanceaban sensualmente mientras se desplazaba por su cuarto, no había nada de anormal en esa primera media hora de grabación, luego Mauro entró a su habitación, sin perder un segundo, Mariela se abalanzó sobre él y comenzó a desvestirlo.
Mauro batallaba por mantenerse de pie, mientras su hermana tironeaba sus ropas y las iba tirando por su cuarto, cuando quedo con sus calzoncillos y calcetines, ella se arrodilló ante él, terminó de quitarle su prenda interior y procedió a mamar la polla de su hermano, había tal voracidad en la boca de Mariela, que se intuía que Mauro estaba prácticamente siendo violado por su hermana.
Jamás se me paso por la mente que era Mariela la que dirigiera los encuentros íntimos entre hermanos, siempre tuve la idea de que, en algún modo, Mauro había seducido a Mariela, el macho que persigue a la hembra. Viendo a Mauro avasallado por su hermana mayor, me hizo casi sentir un poco de lastima por mi hijo.
La verga de mi hijo es muy grande y gruesa, me trajo recuerdos de mi marido, se ve que la genética de mi difunto esposo, ha sido traspasada a los genes de este mocoso, a mi aún me parece un niño, pero viéndolo en este momento follando la boca de su hermana, denota que han crecido sin que yo me diera cuenta, sobre todo su verga descomunal.
Mauro con su verga erecta, hizo alzarse a su hermana y como en un rito ya acostumbrado, la beso en los labios mientras sus manos jugaban con los senos turgentes de Mariela, ella lo miró con veneración y tirándolo del pene, se lo llevo a la cama, Mauro se posicionó entre sus muslos y comenzó a lamer el chocho de Mariela.
Era muy peculiar estar en cama, mirando como mis adorados hijos follaban hace unas cuantas horas, mi mano sin querer se había ubicado sobre mi sexo y mis dedos acariciaban mi clítoris, sabía que eran mis hijos, sabía que no estaba bien lo que estaban haciendo, sabía que tenía que impedir que continuaran, pero mis intenciones no eran esas, estaba casi disfrutando el ver follar a mis retoños, no había en mi la voluntad de intervenir esa relación incestuosa, me parecía mucho más importante el protegerlos de la sociedad puritana y castigadora, sabía que serían condenados por esta sociedad hipócrita y mojigata, y por supuesto yo no lo permitiría, soy su madre y los debo amparar de todo y de todos.
En ese momento me puse los audífonos y pude escuchar los gemidos y sonidos eróticos que hacia mi hija mientras su coño venia lengüeteado por su hermano menor, ella le pedía más, ella lo tiraba hacia arriba y le imploraba que se la metiera en su chocho … Mauro, si no me la metes ahora mismo, seguro que moriré, y tu no quieres eso ¿verdad? … Mauro, por favor mételo ya … Mariela estaba desesperada, su chocho necesitaba la verga de su hermano, a Mauro se le veían solo los ojos detrás del pubis de Mariela, esos ojos reflejaban lujuria y deseo por su hermana, él sabía que su hermana estaba a las puertas de un orgasmo y pretendía hacerla acabar, para después follarla sin prisa y sin pausa.
Mariela contorsionándose en forma descontrolada, alzaba su cabeza y la dejaba caer sobre su almohada, Mauro aferrado a sus caderas no le permitía escapar, continuaba comiéndole el coño con destreza, los sonidos y las manifestaciones del orgasmo de mi hija, me hicieron arribar también a mí a la cumbre, sin despegar los ojos de la pantalla, convulsioné en una serie de vibraciones que recorrieron mi cuerpo entero, respiraba afanosamente y acariciaba mis labios vaginales hinchados y temblorosos, mis ojos entreabiertos veían como Mauro acercaba su abultada verga a los inflamados labios del chocho de su hermana, Mariela sintiendo la penetración, arqueó su espalda, haciendo alzar sus hermoso pechos, Mauro tomó en mano uno de sus senos y lo masajeaba, provocando en su hermana temblores junto con gemidos y chillidos.
Estuvieron follando casi dos horas, la vitalidad de Mauro era impresionante, su polla se recuperaba en tiempo récord, y en un par de oportunidades ni siquiera se lo sacó, continuó a follarla después de haber llenado su coño de lechita caliente, Mariela, por otra parte, muchacha insaciable, no se cansaba de ser poseída por su hermano, revolvía con sus manos a su propia cabellera rubia y tiraba de ella como enloquecida, cubría su propio rostro con sus cabellos de oro, como para ocultar su excitación y lujuria.
Cuando terminaron, Mauro recogió sus vestidos y se fue a su cuarto, volvió al cabo de algunos minutos con su bata, Mariela con sus piernas abiertas y con el chocho colmo de la esperma de su hermano, era exhausta, inerte, agotada, Mauro se sentó al borde de la cama y acaricio el coño a su hermanita, Mariela profirió algunos gemidos, ella lo tiró sobre sus senos y lo beso largamente, apasionadamente, con deseos renovados … Mauro como pudo se apartó, diciendo … voy a la ducha porque de un momento a otro llega la mamá y no nos puede encontrar así … levántate y arregla tu cama que está hecha un desastre.
Mariela desnuda hizo lo que le había pedido Mauro, ordenó su cama y después se acicaló un poco, sus cabellos en desorden parecían no haber sido cepillados ni peinados, de repente la vi correr hacia su puerta y cerrarla, me di cuenta de que ese era el preciso momento en que yo regresaba a casa.
Me levanté para lavar un poco mi coño empapado después de mi orgasmo, volviendo a la cama, saqué mi consolador de mi mueble de noche y mirando por una segunda vez la grabación de mis peques, procedí a procurarme otro maravilloso orgasmo, concentrada en la visualización de la polla de mi hijo, de su tamaño y su potencia, hice algunos zoom y me pareció igual a la de su padre, con más fuerza follé mi coño,
Prácticamente toda la semana, estuve asistiendo a las diarias folladas de mis retoños, me calentaba ver la exuberancia de mi hijo y la fecunda lujuria de mi hija, dos bellos cuerpos adolescentes dados al sexo pleno, como mujer puedo entender a ambos, sin justificarlos, pero una hembra como mi hija, voluptuosa y sensual, no puede pretender menos de lo que mi hijo le puede ofrecer en la cama, los vi felices, los vi vigorosos, los vi ardientes, el sexo tórrido de sus encuentros me hacían solo recordar a como había sido yo a esa edad.
Mi última reunión con Claudio fue el jueves sucesivo, había logrado mis objetivos, antes de recibirlo pedí a mi asistente que no me pasara llamadas de ninguna índole, Claudio lucia impecable en su traje, su esencia varonil y su aroma exquisito estimularon mis sentidos de hembra, fui derechamente sobre él, puse mis manos sobre sus hombros y lo atraje hacia mí, lo besé, un beso inmediatamente lascivo, mi lengua encontró su lengua y la sedujo en una danza sensual, Claudio se posesionó de mis caderas y me apretó contra sus pectorales, lo hice sentar en el sillón y puse sus dedos en el de mi falda, prontamente Claudio desabotonó el botón y bajo el cierre, haciendo deslizar mi falda hasta mis tobillos, levante sensualmente mis piernas una a la vez, quedando al descubierto mis bien orneadas extremidades envueltas en medias azules, sujetadas por mi liguero y sobre ello mi tanguita también de color azul, Claudio fascinado no despegaba sus ojos del triángulo que cubría mi chocho afeitado el día anterior.
Mi top voló por los aires, exponiendo mis senos sostenidos por un sujetador azul que hacía juego con el resto de mi ropa interior, él inmediatamente rodeó mi espalda y liberó mis pechos, el frio aire acondicionado de la oficina hizo endurecer mis pezones, la tibia lengua de Claudio, se hizo cargo de devolverles la temperatura, me mamaba los pechos y mordisqueaba mis pezones, mis gemidos enviaban señales cifrados a la polla de Claudio que se endurecía bajo sus pantalones, mi mano sentía sus latidos, luego de hacerlo poner de pie, comencé a tironear de sus pantalones, me parecía a mi Mariela tironeando los pantalones de su hermano.
Desnudé rápidamente a Claudio y tomé su polla en mi boca, acaricié su cojones aterciopelados, sus muslos atléticos me excitaron aún más, masajeé su verga y testículos con mis senos, me levanté, me quité mi tanguita y me senté a horcajadas sobre él, guiando su polla al interno de mi chocho mojado, se deslizo como un pistón en su camisa oleada, suavemente comenzó a follar mi coño de suave pana.
Su golpes ligeros y suaves no me motivaban en la forma en que yo quería ser follada, así que me levanté y me recosté en el sillón, Claudio se acomodó un poco y volvió a penetrarme, esta vez con más fuerzas, sus golpes aumentaron de intensidad, ahora lo sentía llegar profundamente, los músculos de mi vagina trataban de aprisionar su verga e incrustarla en mis carnes lujuriosas, lo deseaba, debía saciar este apetito que mi cuerpo sentía por él, me hacía sentir el calor de su polla y los pliegues rosados de mi coño salían arrebujados alrededor de su pene, que sensación más fabulosa.
Claudio me besaba en la boca, el rostro, mis orejas, mi cuello, mi frente, su legua jugaba con los lóbulos sensitivos de mis orejas, me hacía erizar en fuego, me hacía salvajemente hembra, me estaba portando a esa dimensión exquisita que solo las mujeres conocemos, porque nuestros orgasmos son capaces de transportarnos en el espacio-tiempo, el mundo entero desaparece cuando esas oleadas van y vienen, cuando tiramos de nuestro hombre, cuando lo envolvemos con nuestras piernas vibrantes, cuando se nos escapan gemidos y sollozos, cuando gritamos y chillamos, cuando nuestras uñas se clavan en las carnes del macho, cuando llega el nuestro orgasmo.
Acabamos juntos, su pene pulsaba al ritmo de mis contracciones, mi chuchita exprimía las ultimas gotitas de su manjar, Claudio, al igual que yo, respiraba por la boca tratando de recuperar su aliento, yo no soltaba mi abrazo de sus espaldas y mis piernas lo aferraban con firmeza a mi cuerpo, mi bajo vientre danzaba alrededor de sus cojones.
No teniendo una ducha a disposición, nos limpiamos con toallitas húmedas, nos vestimos, nos besamos y sonreímos, luego nos sentamos a mi escritorio y finiquitamos su trabajo, me agradeció y me dejo su tarjeta de visita por si tuviera que recurrir a sus servicios o recomendarlo a terceros, luego caballerosamente beso mi mejilla y salió de mi oficina.
Ahora en mi soledad, volví a preguntarme ¿Qué hacer con toda esta información?, en realidad no tenía del todo claro que hacer, por supuesto que debía intervenir, pero no sabía cómo hacerlo, era tal la fogosidad de mis adolescentes, era tal el empeño que ponían para satisfacerse mutuamente, había mucho más que sexo, había afecto, pasión, complicidad, ni siquiera me turbaba ya el hecho de verlos desnudos follando como pareja, su cuerpos despojados no solamente de sus vestidos, sino también sus almas y espíritus estaban en consonancia, había tal entendimiento en su accionar, se pertenecían el uno al otro, había una unión fuerte entre ellos.
Mis Hijos eran y son muy bellos, Mauro muy semejante a su padre y Mariela, ella es casi una fotocopia de mi a su edad, los confrontaré y juntos encontraremos modo de solucionar esta situación un poco bochornosa, más mientras más analizaba el todo, menos vergonzoso lo encontraba,
El domingo después de almuerzo, le dije a los chicos de quedarse en casa porque tenía que mostrarles algo, se miraron un poco extrañados y dijeron que no tenían planes para salir.
Los llame al salón donde tenemos una Tv con mega pantalla y con USB, los hice acomodar y procedí a insertar la primera pendrive, aparecía Mariela cambiándose sus vestidos de colegio, Mariela se llevó las manos a la boca e intento levantarse, quédate ahí jovencita y no te muevas, le dije con tono alto y autoritario de mamá, Mauro hundió sus hombros en su cuerpo empequeñeciéndose en el sillón y quedando en silencio, miramos casi una hora de diferentes situaciones acaecidas en el cuarto de Mariela.
Mariela fue la primera en hablar, pero mamá esta riquísima, la verga de mi hermano no tiene iguales, no hay nada que negar, tú nos tienes en tus pendrives y debiste preocuparte un poquito más de nosotros. Mauro y yo nos cuidamos.
Yo con el programa del colegio, estoy tomando la píldora desde hace tres años, así que no corremos riesgo de embarazos ni nada de eso, además, con todas las enfermedades que hay hoy en día, el sexo en casa es lo más seguro que hay, después tanto Mauro como yo, sabemos que esto no es para siempre, en un determinado momento, encontraremos parejas y formaremos nuestras familias.
Era un sólido argumento, no lo puedo negar, pero el hecho en sí no podía concluirse en modo tan simple, yo soy vuestra madre, me he siempre ocupado de no hacerles faltar nada, los he criado con afecto, con respeto, traté de inculcarles solidos principios, pero me doy cuenta de que he fallado, considero que no es justo que me oponga a vuestras relaciones, pero tengo que pedirles encarecidamente que reflexionen y comiencen a concluir con esta relación anormal.
Mariela se levantó y dijo, pero mamá porque no nos dejas y te unes a nosotros, muchacha tu estas loca, dije intempestivamente. Pero mamá, ¿desde hace cuánto tiempo que no tienes un novio? mamá, te pido solo que tu reflexiones sobre lo positivo y negativo de mi propuesta, es más seguro, lo tienes en casa todas las veces que quieras y de verdad es que es riquísimo.
Después de haber visto toda la lujuria grabada en los pendrives, mi chocho inundaba mis bragas, mi cabeza era un torbellino, sentías deseos, mi coñito palpitaba. Mariela, muy lista ella, advirtió mi lucha interior, hizo alzar a su hermano Mauro y lo trajo delante a mí, luego procedió a bajar el cierre de sus pantalones, saco la verga de Mauro, la tomó en sus manos diciéndome, ¿has visto una cosa más perfecta que esta? – mira cómo es bella, aún no está erecta, pero espera un poco.
Así diciendo, bajo los pantalones de Mauro a sus tobillos, se arrodilló de frente a él y cerró sus labios alrededor de la pija semi erecta de su hermano, él cerro sus ojos y se entregó a las caricias de su hermana, pronto Mauro tenía su pene de más de veinticinco centímetros full erecto y brillante con la saliva de Mariela, ella me miró y vio que mi boca estaba entreabierta y mi lengua humedecía mis labios, con una sonrisa franca me dijo, prueba mamá … prueba … no pude resistirme, era de verdad un espectáculo extraordinario, su polla estaba dura, palpitante, se veían las gruesas venas azulinas que recorrían toda la longitud de ese miembro masculino, mi boca se cerró en torno a su pene y mi lengua dibujo círculos en su glande enorme que llenaba toda mi boca.
No tenía dudas, él era fotocopia de mi difunto marido, ahora estaba disfrutando la verga de mi hijo, mientras mi hija me miraba con un sentido de dignidad y admiración, éramos tres y seguiríamos siendo tres, pero nuestra relación sería más próspera y sincera, Mariela se acercó a mí y tomando mi cabeza, me impulsaba a chupar la polla de mi hijo, después comenzó a desvestirme, me preparaba para ser follada por mi hijo, cuando quedé sin sujetador, Mariela puso la verga de Mauro entre mis tetas, estaba tan caliente, que ser dirigida por mi hija, más me calentaba.
Mauro me tomó de la mano y me condujo al dormitorio de Mariela, me recostó sobre la cama y haciéndome alzar los muslos, enterró su cabeza en mi coño, Mariela se metió debajo de él y engulló su pene, yo veía como las mejillas de Mariela se deformaban al ser penetrada repetidamente por la verga de Mauro, ella estaba gozando, Mauro estaba gozando y yo gozaba por la atención de mi hijo a mi chocho, y ver a Mariela chupando frenéticamente el asta de mi hijo.
Mauro se movió hacia arriba y mirándome fijo a los ojos, deslizo lentamente su verga hasta el fondo de mi chochito, esa primera penetración duro una eternidad que me hizo convulsionar en un primer orgasmo, después comenzó a follarme de verdad, tal como hacía su padre, la punta de su polla tocaba mi cérvix, me hacía gritar, me hacía gemir, me hacía apretarlo contra mi pecho, cerré mis ojos y me entregué a su lujuria, que era mi lujuria también.
Acabó dos veces dentro de mí y nunca se detuvo, me hizo gritar con otro orgasmo y me llevo al borde de un tercero, ahora tenía mis pechos en sus manos y se había doblado en tal forma que chupaba mis pezones, sus penetraciones enérgicas me estaban haciendo temblar otra vez, no quería arañar sus espaldas, pero si continuaba así no podría contenerme, gritaba escondiendo mi rostro en su cuello, se alzó por un instante y miró mi desesperación, después cubrió mis labios con los suyos y mi cuerpo se entregó a un estremecimiento gigantesco, su lengua hurgueteaba mi boca, me estaba haciendo suya de verdad, me tenía hasta con el alma aferrada a su pene, mis extremidades se contraían, me estaba revolcando de placer bajo la verga de mi hijo.
Los gemidos de Mariela me trajeron a la realidad, ella se contorcía al lado mío, con su chocho lleno de su juguete rojo, también había logrado desahogarse, Mauro daba sus últimos embates y volvía a regalarme su semen filial, me sentía bien, me sentía feliz, me sentía madre, me sentía amante y amada.
Saca el Pack de Mauro
Hermosa historia
Una exitante historia de incesto, muy bien contado que te lleva a un rica sensación de placer.