Tuve sexo con el esposo de mi prima
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Lamento si la lectura resulta ser tediosa, pero al redactar siento que me explayé demasiado y escribí algo muy largo, no era mi intención, pero agradezco a quien lo haya leído y comentado. Este es un medio de desahogo y quería contárselo a alguien sin que me juzgue.
Saludos a todos, yo me llamo Lorena, soy de Ecuador, tengo 15 años y quiero contar una pequeña aventura que viví hace poco. Todo comenzó un día que un primo llegó de Estados Unidos, vino de visita al país y nos invitó a mis padres y a mí a su tierra natal, una pequeña villa que se encuentra localizada en la cordillera de los Andes, en el cantón Bucay para ser más específicos. Mis padres aceptaron y por ende yo también, pero nunca me imaginé lo que llegaría a pasar en ese lugar.
Este viaje duraría 2 semanas.
El lugar era tranquilo y alejado de la ciudad. Cuando llegamos a dicho lugar pude conocer a otra prima, y también a su esposo, de 30 años cada uno, a penas lo vi quedé impresionada de lo atractivo que era, pero como estaba con mi prima desistí la idea de estar con él.
Sólo lo observaba de vez en cuando y seguía conversando con mis otros primos (ellos sí son de mi edad), él se portaba muy amable con todos nosotros los más jóvenes, por eso comencé a pensar que nos veía como niños, nos pasó una televisión a nuestra habitación y nos dejaba usar la laptop con internet, aunado a esto, éramos extremadamente gritones y bulliciosos, por este hecho mi cabeza comenzaba a cavilar que sólo éramos unos adolescente y con esto descarté la idea de acercármele.
Comencé a ignorarlo y si se acercaba a nuestro grupo me ponía a jugar con un primo (en este punto admito que mi comportamiento era demasiado infantil), así que él sólo nos llevaba un refrigerio, y luego se marchaba, así los días seguían pasando y la situación era la misma, a penas dirigía unas cuantas palabras hacia nosotros y se marchaba sin decir nada más. La atracción seguía latente y cada vez me gustaba más, pero debía controlarme ya que pensaba que no le interesaba y no me iba a arriesgar a un acercamiento más prominente del escaso que teníamos en esos instantes.
Una semana pasó, un día me levanté muy temprano, y moría de hambre. Salí de mi habitación sin hacer ruido para no despertar a mis primos y me dirigí hacia la cocina esperando encontrar algo que satisfaga mi necesidad de adquirir alimento; grande fue mi sorpresa que al entrar a la cocina estaba Marcos (el esposo de mi prima) desayunando, lo saludé por cordialidad y me encaminé a los estantes para buscar algún pan o cosa para picar; él estaba sentado en una silla con dirección al mesón principal y yo a espaldas suyas buscando, tanto era mi nerviosísimo que comencé a fingir que buscaba algo, era la primera vez que estaba a solas con él y estaba ansiosa.
Abrí el cajón de la parte superior y pude divisar unas galletas, se me volvió a abrir el apetito entonces apoyé mi mano en la mesa y me estiré tratando de alcanzar, lamentablemente no pude e iba a darme por vencida cuando de pronto siento un pecho apoyado a mi espalda y observo una mano agarrando las galletas y también alcanzó a sentir una mano agarrando mi cadera, mis ojos se abrieron enormemente y la ansiedad aumentaba en mí.
—Aquí tienes —sentí como Marcos susurró suavemente en mi oído y colocó el dulce en la mesa.
—Gr-Gracias —titubeé, me sentía tan estúpida y la cara comenzó a arderme, estaba segura que él a mi espalda podía notar cada reacción en mí. Y se divertía.
Agarré las galletas y salí corriendo de ese lugar a tratar de calmar el latido de mi corazón, comencé a sentirme patética en demasía, todo esto me parecía absurdo, era simplemente atracción, ¿cómo era posible que mi cuerpo reaccionase de esa manera?
Pasaron 3 días después de dicho acontecimiento y procuré lo más que podía no encontrármelo y alejarme de él, luego de eso lo que menos quería era verlo a los ojos o cruzar palabra alguna con él.
Un día en la noche alcancé a ver a un gato (cabe recalcar mi gran amor por estos animales), entonces sin dudarlo caminé lentamente hacia él para poder acariciarlo, pero el gato salió corriendo y yo, como chica persistente que soy respecto a este tema comencé a perseguirlo hasta que se desapareció de mi vista, cuando pude reaccionar no sabía dónde estaba exactamente, me había alejado de la casa, regresé por lo poco que mi raciocinio pudo ayudarme en estos momentos. Al llegar noté que no había nadie –o al menos eso yo creí- a los poco minutos recibí una llamada, era mi mamá, quien me decía que habían salido a la ciudad y como no me habían encontrado se fueron sin mí, ellos pensaron que yo me había ido a dar un paseo, eso hacía mientras me encontraba en ese lugar. “Malditos, no me esperaron” era lo único que mi mente pensaba.
Ingresé a la sala de estar para ver un poco de televisión y pude notar a Marcos ocupándola, creí que todos se habían ido.
—Al fin regresas —dijo desviando sus ojos del aparato a mí persona.
—¿Eh? ¡Ah! Sí —musité tranquilamente, o eso quería aparentar.
Él se levantó del sillón y se acercó hacia mí, retrocedí unos pasos hasta chocar contra la pared y él se posicionó delante de mí.
—Te estaba esperando —susurró cada vez más cerca de mí. Levantó su mano y empezó a acariciar mi mejilla, automáticamente cerré mis ojos y dejé que la cálida sensación invadiera todo mi cuerpo. Siguió acariciando mi rostro y comenzó a rozar mis labios con sus dedos, afiancé mis manos a la pared porque sentía que me iba a caer; él con su otra mano me tomó de la cintura y se acercó más a mí—. Tan linda.
Al momento de haber dicho eso comenzó a besarme, al principio fue solamente un toque de labios, supongo que él estaba esperando que saliera de mi estado de estupor. Al recuperarme de aquel shock inicié moviendo lentamente mis labios y él me siguió. Alcé mis brazos y los coloqué detrás de su nuca, no era mi primer beso, pero sí lo era con alguien tan mayor a mí. Su mano bajó hasta mi espalda y luego la posó en mi trasero, jadeé levemente por eso, aún así él no se apartó de mí.
La mano de la que me tenía agarrada de la cintura fue lentamente subiendo mi buzo llevándose consigo mi blusa, levanté los brazos por instintos y me di cuenta que estaba sin la parte superior cuando un viento helado me recorrió por completo. Mis mejillas ardían y él se alejó un poco de mí, se quitó su camiseta y me hizo un ademán de que me quitase el pantalón, sin rechistar hice caso. Él tenía tal poder en mí que hacía caso a todo lo que me decía, y en esos momentos no sabía por qué no podía controlarme. Se quitó su pantalón y también el bóxer; mis mejillas ardieron aun más al ver a su miembro completamente erecto e hinchado.
Me agarró de la mano y me hizo agachar, ya sabía lo que quería que hiciera, pero era mi primera vez experimentando todo esto. Agarré su miembro con mi mano y comencé a masajearlo, moría de la vergüenza, luego de estar un par de minutos realizando esta acción, con todo el valor que puse juntar en ese tiempo me lo metí a la boca, era muy grande aún así di lo mejor de mí para no atragantarme. Usaba labios, lengua, incluso en algunos momentos comencé a rozar mis dientes, él simplemente jadeaba y gemía tan delicioso que estaba segura que lo estaba disfrutando. Unos minutos más tarde, que para mí fue mucho tiempo, se vino en mi boca, me molestó que ni siquiera me haya avisado, pero no me enojé, sólo me frustré. Un mohín se formó en mis labios. El semen sabía muy. Dios qué perra me había vuelto.
Mientras yo seguía cavilando en mi mente Marcos se agachó y me agarró del rostro y comenzó a besarme, su boca sabía tan bien, la calidez que salía de su interior me recorría todo el cuerpo y no quería que esto se detuviese. Me levantó colocando mis piernas a los lados de su cadera y me llevó hasta el sillón tumbándome en su superficie, me quito el sujetador y mi interior acariciándome el cuerpo en el trayecto, dirigió su boca a mis senos y tomó entre sus labios uno de mis pezones, jadeé de la excitación, al poco tiempo de estar entretenido con mis botones sentí cómo sus manos se abrían paso entre mis piernas; no me dio tiempo a reaccionar cuando ya había metido dos dedos en mi interior, el dolor aun no estaba presente pero la sensación era placentera.
Soltó mis pezones y se dirigió a mi boca, besándome de manera apremiante e inmediatamente ingresó un tercer dedo en mi interior, me separé de manera brusca, aquello si me había dolido.
—Sólo relájate —farfulló quedamente.
Asentí con la cabeza y sacó los dedos de mi interior, me abrió las piernas y comenzó a acariciarme los muslos, comenzó a dirigir su miembro a mi entrada, sólo podía mantenerme expectante. Apenas la punta entró en mi cuerpo, este se tensó, fue ingresando poco a poco hasta que pude notar que ya estaba todo dentro de mí, sus testículos chocaban con mis nalgas. El dolor que sentía en esos momentos era incesante, pero sabía que debía aguantar, si llegué hasta aquí no podía darme por vencida ahora.
Comenzó a moverse lentamente en mi interior, al principio era tan suave que pensé que siempre sería así, el vértigo comenzó a aparecer y estaba mareada, aquella sensación me embriagaba por completo y el dolor comenzaba a cesar. Una vez que éste paró fui yo la que comenzó a moverse al ritmo de Marcos, supongo que él entendió mi ansiedad porque aumentó la velocidad en la forma de penetrarme. Cada vez era más rápido y esto se sentía demasiado bien.
Sentí que se detuvo e iba a protestar pero grande fue mi sorpresa cuando se sentó en el sofá, me agarró de la cintura y me levantó con él, inició moviendo sus caderas para arriba penetrándome más fuerte en el proceso, traté de acomodarme sentándome a horcajadas de él, me agarré fuertemente de su cuello y realicé movimientos de penetración en su miembro. Me movía rápido y fuerte, su entrepierna tocaba algo dentro de mí que sentía que iba a explotar y me hacía ver estrellas. Estaba complacida.
Minutos pasaron y cambiamos de posición, sacó su miembro de mi interior y me colocó en una posición de “4”. Mis músculos estaban contraídos y aquello me resultaba vergonzoso, me parecía demasiado el hecho de haberme desnuda, pero estar expuesta de esta forma sólo provocaba querer enterrarme en un hoyo, aún así no huí. Se acomodó detrás de mí y en ese instante creí que volvería a penetrarme, pero no lo hizo, al contrario, dirigió sus dedos a mi entrada anal e ingresó los primeros dos. Mi grito fue tal que tuve que morder el reposabrazos del sofá para acallar mis jadeos y gritos.
—Tranquila, esto te dolerá un poco —murmuró por lo bajo, pero suficientemente claro para que llegase a mis oídos aquel sonido. Mi cuerpo se tensó y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo entero con sólo esas palabras; a pesar de todo lo que estábamos haciendo, era la primera vez para mí, no era tan santa, sabía lo que venía y había escuchado acerca de esto. Pero el experimentarlo ya es muy diferente. Pero quería seguir.
Siguió jugando con sus dedos en mi ano y de a poco sentía cómo me iba expandiendo, él también lo habrá sentido porque los retiró y sin musitar palabra alguna, arremetió con su miembro en mi interior. Grité, chillé, lloré, berreé. El dolor era insoportable.
Nos mantuvimos en esa posición unos minutos, mientras él acariciaba mi espalda suavemente, dicho contacto logró tranquilizarme levemente y centrarme en sus caricias y no en el dolor en mi trasero. Una vez más relajada movía mis caderas y Marcos en seguida sacó un poco de su miembro y volvió a enterrármelo, admito que volvió a doler pero ya no era tanto, ya podía soportarlo, luego de unos pares de embestidas el dolor finalizó por completo dando paso a la excitación y que la lujuria invadiera la habitación llevándonos a nosotros también al abismo de la pasión. ¿Quién diría que el sexo anal era mejor que el vaginal?
Seguíamos moviéndonos en un ritmo único que habíamos formados, él también habría ingresado sus dedos al interior de mi vagina la cuál sentía toda mojada y sus dedos resbalaban fácilmente por ahí. Yo ya estaba al tope de la excitación y sentía que ya no sería capaz de aguantar por más tiempo, mi cuerpo comenzó a contraerse y sentí cómo mis músculos anales se contrajeron apretando su miembro.
Él se corrió en mi interior y yo en sus dedos.
Caí rendida sobre el frío suelo de la sala y el cayó encima de mí. Estuvimos unos segundos así hasta que Marcos salió de mi interior empezando a vestirse; yo no podía moverme, pero él me ayudó poniéndome la ropa. Me cargó en sus brazos y me besó de una manera deliciosa, nuestras lenguas unidas tenían una lucha constante por saber cuál ganaría.
Me llevó a mi habitación, me recostó en la cama y se quedó conmigo hasta que me quedé dormida. Cuando desperté ya era otro día y mis padres con mis primos estaban durmiendo. Pasé echada en la cama todo el día, le dije a mi mamá que tenía un resfriado pero la verdad era que el dolor en el trasera era insoportable.
Al día siguiente regresamos a casa, y hasta ahí quedó mi relación con él.
Ni siquiera hablamos de lo sucedido pero debo admitir que no me arrepiento de haberle dado mi primera vez, lástima que lo volveré a ver cuando mi primo regrese nuevamente de Estados Unidos.
Si llegaron hasta aquí lo agradezco, y quien se retiró a medio escrito supongo que no leerá mis agradecimientos. Esta historia pasó de verdad, es 100% real, pero me inspiré tanto en contarla que quedó demasiado larga. Lo siento por las molestias causadas.
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