Un buen padre (parte 1, 2 y 3)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por destructordeconchitas.
Hey familia ya estoy de vuelta (pero nadie responde)
Me dirijo al refri, lo abro y saco una lata de las cuatro que aun me sobran, la destapo y me siento en medio del sillón grande con los brazos extendidos sobre todo el respaldo, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.
No sé cuánto tiempo pasa hasta que siento que alguien me quita la cerveza de la mano, el sonido de que la deja sobre la mesa de centro, y se acurruca la cabeza sobre mis piernas llevándose uno de mis brazos sobre el pecho, abro los ojos y miro sobre mi regazo, mi hija de lado, recostando la cabeza sobre en medio de mis piernas.
Bajo la otra mano y le empiezo hacer cariñitos sobre cabello
-Nena yo pensé que no había nadie en casa ¿y tu mamá? ¿Ya comieron?
Pero no hay respuesta solo el sonido de sus gimoteos y una pequeña lagrima rodando por sobre el rabillo de su ojo.
-¿Qué tienes hija? ¿te pasa algo? ¿Por qué lloras?
Y es que desde hace ocho años que mi nena empezó con eso de la menstruación, cada 23 días es el mismo cuento, si no está de malas es porque se pone de un sentimental y viceversa, rara la vez que anda tan alegre y tan normal como es su carácter.
-Venga hija sabes que a Papá le puedes contar lo que sea, anda dime o es que ¿ya no me tienes confianza?
-Es que ¿porque todos los hombres son iguales?
-¿Por qué dices eso hija?
-Es que Laura mi amiga me acaba de enviar una foto de David besándose a una put…
-Hija de mi vida, sin groserías por favor.
-Ay papá es que ¿Por qué?, mira míralo por ti mismo.
Incorporándose sobre el sillón y desenvolviendo el celular de la mano, la foto era la siguiente: David besando y apretando las tremendas nalgas de una chica que estaba de espaldas a la cámara pero que si tenía el frente tan bueno como el trasero, la verdad es que daba para envidar al maldito escuincle.
-Ay hija y ya viste que si él, aparte de que la foto esta medio movida yo no le encuentro mucho parecido a David con el muchacho de la foto.
-Ves lo que te digo, todos los hombres son iguales incluso hasta tu lo estas tratando de tapar.
-No nena a ver, yo solo digo que antes de acusar a alguien de algo, hay que estar seguros para que después de que vaya y le rompa toda la cara al geta ese al final no resulte que el ofendido es él y no nosotros.
-Papa ¿de verdad tú harias algo así? ¿tú estarías dispuesto de llegar hasta los golpes con alguien solo por mí?
-Hija (limpiándole con el pulgar la lagrima que escurría por su mejilla) eso no tienes ni que dudarlo, yo por ti estaría dispuesto a dar hasta mi propia vida.
Ella comienza a mover su mejilla sobre mi mano como agradeciéndome
– Nena nunca dudes, ni siquiera por un segundo de mi cariño por ti, porque yo te quiero y te adoro con todo mi alma.
Ella se detiene secándose las últimas lágrimas y flexionando las rodillas en el piso, junta las manos, la barbilla sobre de ellas y con una enorme sonrisa, nuevamente su cara sobre mi regazo
-¿Me quieres mucho Papi?
-Mucho nena, mucho (apresurándome a decir)
-¿De verdad? ¿Y no quieres a nadie más, más que a mí?
– A nadie mi amor a nadie
-¿y qué hay de mama? (Arqueando un poco la ceja derecha)
Entonces inclinándome hacia ella y al oído
-Nunca se lo digas a mama esto, pero el cariño que siento por ella no le llega ni de lejos a este inmenso amor que siento por ti.
Apunto estoy de incorporarme cuando se me ocurre por ultimo sellar mis palabras sobre la mejilla de mi hija y en eso estoy cuando ella, de improviso, gira la cabeza y me planta un beso sobre los labios, de momento quiero creer que ha sido un simple accidente trato de alejarme rápido pero ella no me lo permite, con los brazos me jala nuevamente y vuelve a besarme en los labios esta vez metiendo la punta de su lengua dentro de boca.
Como puedo, me rehago aventándome hacia el respaldo del sofá, ella no pierde el tiempo y de un salto queda con las rodillas clavadas al sillón, dejándome a mí en medio de sus piernas abiertas, en esa posición queda un poco más alta que yo así que puedo ver de frente el escote de sus senos.
-¿te gusta lo que ves Papi?
-Oye pará ¿qué estás loca?
-No te enojes papi yo solo quiero que tu sepas lo mucho que yo también te quiero.
-Si hija pero yo soy tu padre como crees que… ahaaa
Se me escapa de la boca y es que antes de terminar lo que iba diciendo su falda empieza hacer fricción y a rozar insistentemente sobre el cierre de mi bragueta, que no tarda en hinchárseme
-Dime que no te gusta esto papi, dime y dejo de hacerlo ( tomándome con sus dos manos parte de la mandíbula y la nuca)
Por supuesto que iba a decírselo pero cada vez que me decidía hacerlo algo dentro de mi me paraba.
-Verdad que se siente rico, anda papá di que te encanta (castigándome más el palo) dilo y te prometo que lo que viene va estar mucho más bueno
El sonido de las llaves entrando por la cerradura me hace recobrar la conciencia, a mi hija la tomo por la cintura aventándola hacia un lado y casi al tiempo cruzo las piernas para disimular el bulto.
-¡Ay cariño! Discúlpame por llegar tan tarde y no tenerte la cena aún pero lo que pasa es que como me faltaban algunos ingredientes fui de rápido al súper, y como aquí la niña anda deprimida y no quiso ir.
Pero no te preocupes en menos de 20 minutitos ya la tengo lista.
-¿Te ayudo mami?
Gire de inmediato la cabeza hacia donde la había aventado y ella estaba sentada justo lado mío
-¡Aaa! ya se te bajo lo triste, bueno está bien, empieza a picar tu esto mientras yo voy guisando lo damas
-Oíste Papá, Picaarrrr(diciéndomelo en voz baja y a lado del oído) te espero ya mas noche en el pasillo, pa-pii.
Sin aun reponerme de lo ocurrido le doy un trago hondo a mi cerveza, que aun que y está un poco tibia por lo menos sigue más fría que yo, me levanto y me voy directo al baño a echarme agua sobre la cara.
Toda la comida mi esposa se la pasó hablando sobre esto y aquello mientras yo apoyaba los codos sobre la mesa fingiendo escucharla con la cabeza gacha, mi hija comía tan tranquilamente de su plato mientras que por debajo de la mesa no dejaba de pasar la punta del pie por sobre mi entrepierna.
Ya mas noche, cuando todos nos habíamos ido a acostar, me encontraba mirando el techo desde mi cama mientras mi esposa dormía plácidamente a mí lado.
Tenía la boca seca y desde hacía rato que quería ir a la cocina por un vaso con agua pero no lo hacía por miedo a que en el pasillo estuviera mi hija.
Deje pasar más de media madrugada para salir, con mucho cuidado gire la perilla de mi puerta y cerré de igual forma, mire hacia el fondo del pasillo y no logre ver a nadie, más tranquilo me eche andar hacia la cocina pero justo iba por el tercer paso cuando la puerta del cuarto de ella se abrió, salió y mirando hacia donde yo estaba, comenzó a caminar.
De inmediato la idea de entrar de nuevo al cuarto con mi espesa me cruzo por la cabeza pero decidí no hacerlo y zanjar este asunto de una vez y para siempre con mi hija.
Ella seguía viniendo a mí, descalza, llevaba la misma falda y la misma blusa de hace rato.
Al estar por llegar conmigo extendió su brazo abriendo los dedos y la palma de su mano.
-Pobre tan qué bien se sentía hace rato, que lastima, pero no te preocupes que yo misma me encargo de ponértela igual o más dura que antes.
(Mientras me tentaba las bolas bajo el pantalón de la pijama)
-Aayla, ¿por qué haces esto? Tú sabes bien que no es correcto, yo soy tu…
-¿Padre? Venga ya, dejemos ese chiste para después, se perfectamente que no soy tu hija, mi mama me conto todo después de que cumpliera los quince, también sé que ni siquiera naci en este país que si aparezco como Mexicana es porque cuando mi mama te conoció y le hiciste el favor de recogernos a las dos, pagaste para que me quitaran el otro apellido y me pusieran el tuyo y sabes me alegro mucho de que lo hicieras aunque me hubiera alegrado mas si también me hubieras quitado el de esa Puta.
-¡Aayla! No digas eso (moderando mas mi tono de voz) yo solo sé que cuando la conocí me enamore de la mujer que vi y de la preciosa nena que cargaba sobre sus brazos, de su pasado o lo que haya hecho, antes de conocerla, para sobrevivir me importa una pura y dos con sal.
Y después del silencio, un tanto largo…
-Entiendo que después de lo de hoy y de saber, pues, todo lo que sabes, me retires el titulo como tu padre pero sábete que yo no voy a dejar de quererte igual o más que si hubieras nacido de mi.
Me doy la vuelta y a punto de tomar la puerta.
-El problema aquí no es solo que te vea o no como mi padre sino que también te deseo como hombre, y yo sé muy bien, que aparte de quererme ver solo como una hija me deseas también como mujer.
(abrazándome por la espalda y tomándome nuevamente del trozo)
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Cap 2.
hija por favor…
-no Papá, por favor tu, (exaltando un poco la voz y dejándome inmóvil por un momento) tiempo después de asimilar todo lo que mi mamá me contó, empecé a cuestionarme sobre el papel que tu ocupabas en mi vida, así que empecé a observarte, desde los 15 hasta los 17 siempre te vi preocuparte por mi incluso más que propia madre, durante ese tiempo me dejaste muy claro que tus intenciones conmigo eran solo las del mejor padre hacia una hija y, cuando por fin entendí eso, me hiciste sentir única, especial, me hiciste sentir la niña mas amada de este planeta, así que decidí que si yo tenía el mejor padre del mundo, sin serlo, yo te daría a la hija perfecta que tu siempre quisiste tener.
Ella hablaba mientras me seguí jalándome el pene, desde hace rato que yo me recargaba en la pared con los codos y la frente puestas en esta, estirándome los cabellos de la cabeza con las manos mientras ella no dejaba el juego de muñeca dentro de mi pantalón, de hablarme al oído sintiendo sus palabras entrecortarse cada vez que yo me reprimía por no esbozar mi placer.
-Termine la prepa con honores por ti, entre la universidad por ti, hiciera las cosas bien o mal, me esforzara o no, tu siempre me decías estar orgulloso de mi y quererme igual o más que el día anterior ¿y sabes que era lo que más me molestaba de eso? Que me seguías tratando como a una niña, aun cuando yo misma me veía las tetas crecerme mes con mes, lo peor no fue eso, lo peor vino cuando a los 19, descubrí, que ya no me iban a crecer más, explícame esto ¿Cómo a penas un copa “b” le iba hacer frente a una inmejorable copa “C” 38 que es la de mi mamá.
Sin embargo, pensé, yo tenía la completa ventaja de ser nueva, no como ella, que ya estaba más usada que un baño público, decidí ,entonces, inclinarme mas por la opción ponerme en forma, por hacer de un cuerpo y de unas nalgas que ningún hombre dudara en voltear a ver, ni siquiera tu.
Me monte en la bicicleta y aproximadamente 6 meses fue lo que tardo el dueño del lugar en proponerme un trato “membrecía gratis por el resto del año mas toda la bebida rehidratante que yo quisiera con tal de que fuera por lo menos tres veces a la semana y portando el uniforme oficial del lugar” ¿te acuerdas cuando te enseñe el shortsito de licra que iba a usar? Se te saltaron los ojos de las cuencas y por instante creí que ibas a babear, créeme no te juzgue, al contrario, te di razón, y es que cada vez que lo usaba me quedaba tan apretado que tenía miedo de que la tela no aguantara, sobre todo cuando me agachaba, sentía que me volvía a redefinir el espacio entre mis nalgas y los labios del pubis.
Yo con todo y lo excitado que me encontraba por su mano, me daba el tiempo, y no sé cómo, de seguir las cosas conforme las iba contando.
Por supuesto que me acordaba del dichoso uniforme, por ese tiempo pocas eran las veces que se veía en casa y cuando estaba se la pasaba metida en el baño y del baño a su cuarto, tenia meses de no hablar con ella cuando de pronto un día, mientras leía el periódico en la sala, escuche su dulce voz llamarme “Papá” en seguida baje el periódico esperando, gustoso, su abrazo siempre bienvenido, cuando de la nada y enfrente, un hermoso culito se me presentaba moviéndose de un lado a otro yo lo empecé a seguir con la vista casi como por inercia, y es que los limites del shorts habían sido adredemente jalados hacia arriba, de forma que aquello parecía más una tanga que otra cosa, dejando al descubierto casi las dos nalgas completas seguidas de dos largas piernas estilizadas, torneadas y bien definidas, lo mejor de todo no era eso, entre las piernas, donde se supones su vagina, se encontraba totalmente mojada como si acabara de haber hecho ejercicio, eso fue lo que más me calentó e hizo que se me empezara a parar, el momento se corto cuando nuevamente su linda voz resonó preguntándome mi opinión, compuse la vista mirándola a la cara y luchando contra mí mismo para no bajarla de nuevo, al llegar a sus ojos pude darme cuenta que ella había notado toda mi reacción, seme subieron los colores al rostro y volví a subir el periódico para impedirme que ella me mirara a la cara, atinando solo a decirle que se veía muy linda.
-Esa noche, Papá, no podía dormir, me tenias súper extasiada, la expresión de tu cara, el bultito en tu pantalón que se había formado por mí, con tan solo mirarme, me empecé a masturbar, a meterme los dedos de la mano dentro de mi vagina depositando, en la punta cada uno, tu mirada, tu reacción, inventadme que esa noche entrarías a mi cuarto y sin decir nada, te echarías sobre mi penetrándome, hasta el fondo, primero dócil, discreto, pues te recordaría que esa era mi primera vez y tu, como el buen hombre que siempre has sido, me tomarías todas la consideraciones del mundo, después de que mi vagina ya se hubiera acostumbrado bien a la presencia de tu pene dentro de ella, no aria falta que yo te lo dijera con palabras, mis pequeños chillidos aun como niña, se irían sofocando de poco en poco para darle lugar a mis primeros gemidos como mujer, tu irías aumentando el ritmo y te detendrías por momentos cuidando de no hacerme gritar de mas, pero sería inevitable, una cosa es tener tu miembro solo descansado dentro de mi vagina y otra muy distinta cuando la empezaras a mover.
Entonces, procurándome todavía, tu tratarías de desviar mi atención, que yo tenía sobre mi vagina, acariciándome los pezones, pasándome tu mano abierta por sobre mi torso, mi obligo, mi vientre y volviendo nuevamente sobre mis senos, mis hermosos y perfectos senos, porque así me lo harías ver, empezarías a besarme la espalda, mis hombros, el cuello mientras tus bolas seguían rosando por entre las piernas y entonces ahora sí, y de espaldas a ti, te tomaría por el costado y con las puras yemas de mis dedos te incitaría a entrar cada vez más y más dentro de mi (ella paro de hablar por un momento y después prosiguió) Papá, fue ahí cuando por primera vez pude sentirme mujer, al principio estaba tan ocupada imaginándote en mí, me tiendo me los dedos, que no me daba cuanta pero de poco en poco el temblor en mi cuerpo empezó hacerse más impulsivo, mas fuerte y las sensaciones en mi se iban multiplicando por mil acaparándome palmo a palmo, por sobre piernas, mis manos, el pecho, los hombros, el cuello, en mi cara, era como un torrente que se movía salvaje dentro de mi buscando por donde salir ¿y que crees? Al final lo encontró.
Yo no podía mas, tenía todo el peso del cuerpo puesto sobre la cabeza que seguía rodándola por sobres la pared, ella no había parado ni por un instante con la mano de estarme bombeando las pelotas que las tenia explotar, por eso y por todo lo que me contaba, ¡ya no podía más! Ya no.
Con un chillido a medio hogar deje soltar las piernas dejando salir aprensión todo el semen acumulado, saliendo esté para pegarse en la pared y cayendo parte al piso.
Ella sin decirme más exprimió de mi cosa hasta las últimas gotas que un guardaba, haciendo que me volviera a tragar el gemido, se aparto de mi espalda y en un instante se coloco en cuclillas debajo de mí, yo la veía desde arriba borrosa, por lo exhausto que me encontraba, cuando de pronto vi pasar su dedos por sobre la superficie de la pared donde escurría mi leche y de ahí querérsela llevar a la boca, la tuve, como pude, le detuve la mano agarrándola de la muñeca, haciendo que un poco de lo que lleva le cayera sobre una pierna, a orillas de tocar la tela de su falda.
-No lo hagas (agitado y con el ultimo hilo de voz que me pudo salía)
Ella deslizo su mano de entre mis dedos y, haciendo caso omiso a mis palabras, se lo acabo metiendo, partiendo por en medio sus labios y quedando un poco de blanco sobre de ellos, esa acción me hizo todavía latiguear por instante el palo que ya empezaba a poner a media asta, volví a mirarla y me sonrió colgándoseme del brazo e inclinado su cabeza sobre mi hombro, me dijo…
-Te amo papi.
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Cap 3.
En general nada en la casa había cambiado tanto como para que mi esposa se diera cuenta de que no era así, yo me trataba de contener lo más que podía al ver Aayla y es que con solo darle los buenos días y mirarla a la cara, recordaba, de aquella noche, el momento justo en que ella despegaba la lefa de la pared, para llevársela a la boca, era cuestión de recordar y en menos que lo que cantaba un gallo ya la tenía hasta arriba otra vez.
Frecuentemente me tenía que estar agachando o salir de escena para hacer que Inés, mi mujer, ni si quiera lo advirtiera, Aayla, en cambio, se daba cuenta de todo y se reía de mi cada vez que tenía que salir corriendo a ocultarme en el pasillo o cambiar de posición las piernas para disimular un poco.
Inés, solo nos observa desde lejos, muchísimo más lejos de lo que ella misma creía, y con una sonrisa en la boca nos preguntaba el nombre del chiste para reírse ella también.
No, en general nada en la casa había cambiado, eran, tan solo, los pequeños detalles que Aayla y yo podíamos ver.
Habían paso ya más de 7 días desde la última vez en que había llamado a Aayla por el mote de hija, sinceramente cada vez que por costumbre se me salía decirle así, prefería morderme la lengua antes de hacerlo.
Sucedió entonces que una noche, al llegar de trabajar, igual como la noche anterior.
Me la encontré acostada a todo lo largo sobre el mismo sillón, traía un suéter ancho, tejido y unos calzoncitos a rayas, blanco con rosa, que apenas y le cubrían bien las nalgas, pensé en pasar de largo sin voltear a ver la más, pero la escena era la misma que cuando años atrás, me la encontraba rendida sobre el sillón, dormidita por esperarme a verme llegar, al escuchar el sonido de la puerta cerrar, se paraba de inmediato, tallándose los ojos y, todavía adormilada, corría hacia a mí lo más rápido que podía, aventándoseme a los pies para que yo la cargara, le diera un beso y después de muchos mimos en el cuello llevarla a la cama para arroparla y decirle “dulces sueños”.
Me senté a un costado de ella, sin tan siquiera pensarlo bien, y empecé, en forma de caricias, a crearle surcos sobre su cabello, su pelo era tan liso y sedoso que fácilmente se partía al contacto de mis dedos, el movimiento de su cabellos entre mis manos hizo emanar de ellos un adorable aroma a lavanda que inmediatamente empezó a impregnar el espacio, reconocía el olor, era el mismo que respiraba aquella noche después de haber hecho lo que hicimos, me embriaga la emoción de solo pensarlo pero tampoco podía dejar de lado el sentimiento de ternura que me había producido hacia menos de dos minutos.
Quite la mano de ella sin dudarlo y quise retirarme lentamente del sofá, sin crear ruido alguno y con mucho cuidado para no hacerla despertar, pero fue muy tarde, al estar por despegarme completo del asiento, me sujeto de la mano.
-Hacía mucho que no me acariciabas así la cabeza.
-Aayla, suéltame por favor.
-¿Por qué Papá, a que le tienes miedo? (en forma recriminatoria)
-A ti.
-No Papá, te tienes miedo a ti mismo, le tienes miedo a quererme como me quieres, a verme como me ves, a sentirme (deslizando su dedos sobre en medio de mi espalda) como la última vez.
Ese pequeño desliz sobre mi espalda hizo sacudirme las ideas, me hizo temblar el cerebro y todo el cuerpo.
-Me dices que ya no sigas, pero mira como te pones.
(pasando el mismo dedo solo que esta vez por encima del pantalón) apuesto que lo quieres incluso más que yo
-¿Por qué yo Aayla?, es decir, habiendo tantos hombres, el mismo David por ejemplo
-Por eso mismo porque con ninguno de ellos sería lo mismo, ya te lo dije, yo te amo.
De un impulso irresponsable, a vente el portafolios hacia un lugar que no supe cual y me abalance sobre mi hija, besando sus labios imprudentemente.
Ella, desde su posición y sobreponiéndose a mi ritmo me correspondió de la misma forma, tratándose de acomodar mejor a mí.
Era tanto el acaloramiento entre nosotros que en un pequeño parpadeo su cara pasaba de un tono a otro, sus mejillas se realzaron, sus ojos se engrandecieron y su corazón, su cuerpo, latían y se inquietaban, estremeciendo al mío por igual.
-¿Estás segura?
-Por favor no dudes mas, yo no lo hago.
Volví a sus labios, simplemente ya no tenía porque seguir retardándolo más, de un memento a otro mis manos se empezaban a mover por si solas, ya no eran mías y sin embargo invadían gusto propio por debajo sus muslos, de sus piernas sintiendo la textura algodonosa de su prenda interior, la tome de entre las piernas con la mano y mientras los otros cuatro dedos se daban vuelo con su trasero, hincaba el pulgar sobre la tela de sus bragas haciendo que se le notar los labios de la vagina sobre esta, después de un rato, ella no pudo aguantar más, se desprendió de mi boca y comenzó a jadear incontrolablemente haciendo su estomago inflarse y desinflase cual bolsa de papel con un asmático, me encantaba la estampa que tenia, los ojos los había cerrado apretándolos fuertemente, la cara total mente roja, sus labios rosados hinchaditos y el cuello denotando algunos huecos sobre los hombros y la base de este producto del esfuerzo de contenerse para no estallar en gritos.
-¿estamos solo? Es decir ¿Inés …
-Esta ahaaa, está en su cuarto.
-¿Qué? (apartándome de encima)
– Descuida está durmiendo.
-Y eso que, está en la casa y eso es lo que importa.
-No, lo que importa es que por fin fuiste sincero con tus deseos, lo demás me da igual.
-Aayla es tu madre, mi esposa y tu mi hija lo que estamos…
-Shhh, pará con eso, que los dos sabemos muy bien como termino la última vez.
Acababa de decir eso cuando oímos la puerta del cuarto abrir, como pude me tire al suelo bajándome del sillón y lo único que se me ocurrió hacer, en esa posición, fue simular arréglame el pantalón de los tobillos.
-¡A! ya estás aquí (sonando la voz de Inés a mi espalda)
-Este, si acabo de llegar apenas.
– y tu niña que haces ahí en el sillón y con esas fachas
De inmediato voltee hacia donde Aayla temiéndome lo peor, nada simplemente se había dado la vuelta sobre el sillón quedando de cara al respaldo haciéndose la dormida.
-¿Qué? (fingiendo apenas haberse despertado)
-Que por que estas en esas fachas en sala, no ves que ya llego tu papá, además por qué aun no te has parado a darle de comer.
Aayla y yo nos volteemos a ver y con una sonrisa cínica pero más que cínica perversa, y dijo:
-Claro mami, en eso estaba.
-“En eso estaba” mejor vete a dormir a tu cuarto que aquí no es lugar para hacerlo, y usted señor (volteándome a ver a mi) a lavarse las manos que ya va cenar.
Se escuchaba un poco molesta, pero no sabía en realidad porque, al volver del pasillo Aayla ya se había ido y solo Inés se encontraba parada enfrente de la estufa calentando la comida, me acerque por detrás de ella dándole un pequeño beso en la mejilla.
-¿Solo un beso en la mejilla?
-¿Estuvo mal?
-Bueno no, tanto como mal no, pero no era el inicio que esperaba.
(acercándose hacia mi)
-¿El inicio, de qué?
Ahí mismo en la cocina, volteándose hacia mí, me zafo el cinturón, el botón y por último el cierre del pantalón, desnudándome por la cintura y sosteniendo sobre su mano el pedazo de carne que me colgaba de las piernas
-¿Qué haces Inés?
-Nada, solo que como hace rato te la vi paradita, pensé que era mi deber como tu mujer aliviártela un poco.
-¿Cómo que hace rato, de que hablas?
-Si, si, hace rato cuando supuestamente acababas de llegar y la niña estaba en sillón dormida.
Me quede frio, incluso Inés lo noto en la repentina reducción de tamaño de lo que tenía entre las manos.
-Inés, discúlpame de verdad yo no…
-Hombres, si lo sabré yo, (empezando a sacudir la muñeca para dejármela nuevamente en forma) ya sé que no te gusta que hablemos de estas cosas, pero solo digamos que sé de buena fuente cómo se comportan ustedes, machos, cuando están calientes y en especial tu mi amor, a si que no te disculpes te comprendo, llegaste, abriste la puerta y viste a la niña con el trasero a medio vestir y al aire, antes de darte cuenta ya la tenias parada, lo comprendo créeme, además por si fuera poco el cuerpo de Aayla no es el mismo que el de hace tres años, yo misma lo he notado, no estoy siega, lo único que te pido, cuando te pase eso, es que recuerdes, que es tu hija y que ella te adora y te respeta como tal.
Yo desde hace rato que la había dejado de escuchar lo único que podía sentir eran manos frotando sobre mi verga y es que en cuestiones de pajas ella era la mejor, sabía que me volvía loco que lo hiciera, incluso había ocasiones en que podía jurar que se aprovechaba de eso para conseguir de mi lo que se le antojaba.
-Me escuchaste
-Si, si (entrecortando la palabras)
-Bueno por ser tan bien portado, mamá va dejar que papá le ponga un poco de su pánquecito en la boca.
Y entonces hizo lo que nunca, se inclino y sosteniéndola a lo largo de la palma de su mano, se la metió completa a la boca de una sola arcada.
No podía explicarlo, en mi cerebro fue como si dos cables que siempre estuvieron sueltos se encontraran por primera vez y esa misma energía generada me estuviera estallando alrededor del cuerpo y de pies a cabeza.
Mientras ella la contenía en su boca, podía sentir como la punta rosaba el hondo de su lengua, su paladar y aun no conforme con eso ella seguía esforzándose por que le entrara más adentro, cada vez que su boca iba por más, las piernas se me hacían dos tiras de papel que contrabajos me sostenían.
-Aaa… ¿te gusto?, recuerda mi amor que aun tengo muchas habilidades que tú no has visto (levantándose y volteándose hacia la estufa)
-Inés que haces, sigue, sigue por favor.
-Si pero la comida, se va a quemar (quitando el sartén de la flama)
– ¿ y a quién diablos le importa comer ahorita? (tomándola por el cuello y bajándola directo al lugar de donde había despegado hacia apenas unos momentos)
– Oye, basta, no seas tan brusco.
-Chúpala Inés, por favor chúpala (metiéndosela casi por la fuerza en la boca)
Y es que si en algo tenía razón mi mujer era en lo irracional que me ponía cada vez que teníamos sexo, apenas el primer indicio de eso y yo me convertía en un bruto, en un animal, un verdadero troglodita obsesionado por poseerla, mis demás parejas, antes de casarme, siempre se quejaban de eso pero con Inés fue diferente, ella nunca se molesto al contrario los dos siempre compartíamos un libido mas allá de lo normal, unas ganas por tenernos que hasta en estos tiempos hubiera parecido insano, sin embargo habían cosas que no me atrevía a experimentar con ella, una de ellas, por ejemplo las mamadas, siempre tuve la curiosidad de saber que se sentiría que mi esposa me diera una, pero me detenía el pensar que ella se molestaría sintiendo que yo estaba haciendo algún tipo de a lución a su pasado.
-Sigue Inés, a si mi vida, a si (con las manos puestas sobre su cabeza y haciéndola mover)
No sé cuánto tiempo estuvimos así solo sé que cuando por fin mi mujer pudo despegarse de mi me dejo la pija escurriendo de baba y ella sin poder respirar, inflando el pecho y las enormes tetas que tenia.
-Ven (tendiéndole la mano para levantarla)
-Tonto por poco y me muero, desde hace rato que no podía pasar aire y tu no dejabas de ahhaaa (esparciéndose el grito en toda la casa)
Y es que, después de que la levantara, la lleve hasta la mesa, que no estaba lejos, la abrí de piernas y de espaldas ella se la clave por el orificio de la vagina de una sola estocada hasta lo más hondo.
Para ese entonces mi verga ya estaba bien lubricad por ella misma y su conchita se sentía tan calientita y tan mojadita, que por dentro de Inés yo resbalaba de lo lindo, sus nalgas empezaron a sonar en mi haciendo el clásico Clac, clac, clac… yo estaba como poseído simplemente no podía dejarla ni respirar.
Esa noche mi mujer vestía una de sus batas para dormir, de esas que parecen vestidos, que se sostienen de dos tirantes, sin mangas y que le llegaban de largo poco arriba de la mitad de las piernas, con una mano le saque por el escote la derecha de sus tetas mientras se las masajeaba y ponía entre mis dedos su delicioso pezón.
-Vamos para el cuarto, aquí Aayla nos puede ver.
Qué curioso, pensé, a la madre le importa mucho que la hija nos encuentre, mientras que la hija hace un rato le importaba un rábano que la madre lo hiciera.
No la deje, cuando esta por jalarme a la recamara, la tome de la cintura y la subí sobre la mesa, dejándola de frente a mí.
Esta vez con más delicadeza que la vez anterior se la fui metiendo por el mismo lugar aumentado la velocidad de 1 a 2 y de 2 a 3 y así sucesivamente, fue la primera vez que la vi en toda la noche preocuparse solo por gozar en lugar de pensar en otras cosas, cada vez que se la hundía, ella, se movía hacia mi reculando las nalgas sobre la mesa y haciendo rechinar está como madera vieja, poco a poco yo mismo me fui acercando hasta quedar sin más que recorrer, no tardo mucho en colgárseme al cuello y amarrarme sus piernas alrededor de la cintura lo cual hizo que la cargara mientras la penetraba.
Eso ya era otra cosa, por supuesto que me costaba cargarla y alzarla, sin embargo la recompensa bien valía la pena, al momento de dejarla caer he ir midiéndola con las manos también hacia que se fuera encajando poco a poco en mi tronco, la sensación era doble cuando llegaba al punto en donde la deja de sostener con las manos para dejarle el peso a mi pelvis, en eso momento ella tenía que apretar mejor con las piernas para no caerse de mí, eso hacía que yo, por dentro, sintiera todo más estrecho y ajustado, no obstante y gracias a la gloriosa fuerza de gravedad ella tenía que seguir resbalando hasta quedar bien ensartada a mí, no tenía modo de poderme mirar la pija en esos instantes, pero podía sentir como sus paredes vaginales se pegaban a mi pellejo jalándomelo a hacia abajo y desenfundándomela por completo, dejándome la punta del cabezón mas roja y caliente que braza de lumbre.
-Dale Inés no pares, sigue así.
-Me vengo cariño, me vengo, ya no aguanto, no dejes que lo haga aquí por favor llévame al baño, rápido, al baño (mientras me terminaba de encajar sus uñas en la espalda)
No sé si a ustedes les ha pasado, pero ya de por si es difícil el hecho de tener que correr a contra reloj mientras cargas a una persona por enfrente, de más 70 kilos, ahora a eso auméntenle que tienen la verga dentro de ella y que cada movimiento grande o pequeño, minúsculo o exagerado te va estar estimulando el camino.
Lo inevitable sucedió.
Apenas alcance llegar a la puerta se me doblaron las piernas haciendo que los dos nos calleáramos dentro del piso del baño, no bruscamente pero tampoco tan suave como para que Inés no amaneciera con un ligero dolor de espalda, haciendo que en el transcurso se me saliera el pedazo y me vinera encima de Inés, ella en contra de los pronósticos, fue la que aguanto más y solo se vino cuando estábamos los dos acostados en el piso, aquel mega orgasmo que salió de ella pero que los dos vivimos por igual, fue hermoso, de por si durante el trayecto ya venía temblando pero una vez estando dentro del baño ya no supo controlarse más, se abrazo nuevamente a mi cuello y escondiendo la cara sobre mi hombro alcanzo a opacar, solo un poco, el sonido de sus gemidos y como una fuente empezó a chorrear de la vagina sin control alguno.
Al día siguiente no podía ni levantarme, no obstante lo hice, pero no antes de que dieran las doce y media y cuando lo hice no fue sino para enterarme que Aayla se había salido de la casa y estaría afuera por lo menos durante el fin y toda la semana venidera.
-¿Te dijo a donde iba? (preguntándole a Inés)
-Si ya me había comentado que David le había invitado a pasarse unos días con él y sus papás en una casa que iban a rentar cerca del campo.
-Pero 7 días es mucho no crees, ¿que nadie tiene que ir trabajar y la universidad?
-Hey, está bien de vez en cuando, además ya no es una niña.
-¿Crees que nos habrá escuchado ayer?
Con una sonrisa de oreja a oreja, se volteo a mí y me dijo.
-Ayer, (dando se una pausa) ayer seguramente hasta los vecinos nos escucharon.
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