Un camping nudista muy familiar
El descubrimiento de un nuevo lugar en el que hay otras normas y otras formas de relacionarse. Lugares que nos acercan a ese paraíso perdido..
Después de 26 años de matrimonio, y dos hijos, mi marido me dijo que quería separarse para irse a vivir con una jovencita de 23 años. El mundo se me cayó encima y con mis 49 años, no veía cómo podía iniciar una nueva vida para ser feliz, tras haberme entregado a un matrimonio lleno de rutina y desengaños.
Pasé unos meses muy malos hasta que una amiga que ya llevaba varios años separada, me invitó a irme de vacaciones con ella. Ella solía frecuentar zonas donde se practicaba el nudismo por lo que ya tenía su experiencia tras haber ido varias veces a playas y campings nudistas. A mí nunca se me hubiera ocurrido ir a un sitio así, pero estaba tan baja de ánimo que me dije que tenía que romper con todo y probar cosas nuevas.
Mi amiga, que se llama Lourdes, me llevó a un camping de la costa francesa, a donde ella ya había ido más veces, en una zona preciosa de playas donde se practicaba el nudismo con total libertad. Al llegar alquilamos una de las cabañas de madera que había en el camping, sorprendiéndome a primera vista el ambiente tan relajante que se respiraba allí, todo lleno de familias con sus hijos y algunos hasta con los abuelos al completo, aparte de parejas jóvenes, maduras y todo tipo de gente, por supuesto todos desnudos deambulando por allí.
A pesar de que Lourdes ya había estado más veces, y conocía perfectamente lo que pasaba allí, no quería contarme gran cosa ni darme detalles, sólo me decía que me lo iba a pasar muy bien, que me iba a olvidar de todos mis males de desengaños amorosos y que me iba a encantar.
Al anochecer, cuando estábamos sentadas en la entrada de nuestra cabaña, pasó un grupo de jovencitos delante de nosotras, que nos saludaron amablemente, aunque noté como se fijaban en nuestros cuerpos desnudos sin ningún tipo de disimulo. Lourdes, como sabe francés, charló un poco con ellos, pero yo no entendía nada y lo que más me sorprendió es que alguno tenía una total erección mientras hablaban con nosotras, sin que trataran de ocultarla, mientras otros se la tocaban impúdicamente allí delante, a nuestra vista, como invitándonos a que se las tocáramos nosotras, pero por supuesto yo no me atreví, aunque no podía evitar mirarlas, mientras mi amiga seguía hablando y bromeando con ellos, como si nada.
Cuando se fueron, ella me preguntó directamente:
—¿Que te han parecido los chicos?
—Parecían muy simpáticos, aunque un poco descarados, pero son unos críos todavía… —intentando disimular que me había excitado por primera vez en los últimos meses, de lo que yo misma me sorprendí.
Lourdes sonrió como adivinando mis pensamientos:
—¡Anda!, no me digas que no se te ha apetecido alguno. Sí, ya sé que me vas a venir ahora con todas tus reticencias morales y esas cosas, que podrían ser tus hijos, que tal y tal…., pero recuerda lo que te dije al venir aquí. Todo eso no cuenta, bórralo de tu cabeza y déjate llevar…..
—¡Qué cosas dices! Yo no estoy tan acostumbrada a este ambiente como tú.
—Enseguida te acostumbrarás, hazme caso.
Como era tarde ya y estábamos cansadas del viaje, nos fuimos a dormir, pero en mi cabeza seguía dándole vueltas a lo que había pasado con esos chicos.
A la mañana siguiente, dando un paseo por allí, seguí fijándome en más cosas que me llamaron la atención, como la forma en que se comportaba la gente con total desenfado sin importarles que les miraran. En los grupos familiares vi a alguna niña sentada encima de su papá todo empalmado mientras ella jugueteaba con su pene, sin que su madre le diera mayor importancia, parejas teniendo sexo dentro de las tiendas, e incluso en una zona más apartada me sorprendió ver a una cría chupándosela a otro chico poco mayor que ella, por lo que no pude evitar excitarme otra vez viendo esas escenas, así que le pregunté a mi amiga:
—¿Todo lo que estamos viendo es normal aquí?
—Claro, ya te dije que te sorprenderías, y todavía te falta mucho por ver. No se a ti, pero a mí me parece tremendamente excitante.
—Sí, desde luego. Desde que hemos llegado, no he parado de tener como una picazón en el coño, no sé si porque lo tenía dormido o qué…..
—Jaja…. Eso es la sangre que te va fluyendo ahí, pero aquí se te van a quitar todas esas telarañas que tienes dentro, ya verás…..
—Qué bruta eres. Menos mal que aquí no me conoce nadie y se me quita la vergüenza.
Ya por la noche, nos dirigimos a las duchas, antes de acostarnos. Estaban bastante concurridas, con las madres, padres y algunos abuelos ayudando a lavarse a sus hijos, como una señora mayor que estaba ayudando a ducharse a su nieto de unos 13 o 14 años, a la que me quedé mirando cómo le enjabonaba el pene al crío, echándole la piel hacia atrás tirando de ella, mientras otra señora que estaba con ella le decía:
—Eso se lo hacía yo a mi nieto también.
—Es que esto es bueno para ellos, porque así se les desarrolla más el miembro. Mira ya como tiene éste la polla —dijo la abuela, mientras se la enseñaba orgullosa a la otra mujer, que le contestó:
—La tiene hermosa, desde luego. Se nota que llevas tiempo haciéndoselo. El mío tiene ahora 16 años y la tiene preciosa. Precisamente pasado mañana le van a traer sus padres para que esté unos días aquí conmigo. Mis amigas le están esperando con ganas, porque la última vez, ya estuvo durmiendo con alguna de ellas y se lo pasaron de maravilla ¿Tú le haces acabar al tuyo?
—Sí, ahora sí, porque a estas edades empiezan a tener mucho semen y se quedan muy tranquilos echándolo. Y luego duermen mejor también. Este está a punto ya —le decía, mientras continuaba pajeando a su nieto con el jabón.
—Qué maravilla. La tiene durísima, ¿me dejas hacérselo a mí un poco?
—Claro mujer, mira que delicia.
La otra mujer continuó haciéndole la paja al chaval, mientras su abuela continuaba hablándole:
—En estas edades se desarrollan muy rápido de repente, y haciéndoles esto, se les pone la polla como la de un adulto, tan desproporcionada para su cuerpo, que se te pone cara de tonta mirándoselas.
—Desde luego, a mí me encantan los críos de estas edades. Es que al verlos aquí, así todos desnudos, no puedes evitar la tentación… Ya te digo que yo disfruto mucho con mi nieto también.
En otra de las duchas estaban un grupo de niñas de varias edades jugando entre ellas mientras se duchaban, a las que llamó la atención lo que hacían estas señoras mayores con el chaval y se quedaron mirando cómo le estaban pajeando, allí delante de todos, hasta que él echó un buen chorro de semen, haciendo exclamar a las niñas:
—¡Buuufff!, cuanto saca…..
El chico se quedó mirándolas todo orgulloso, manteniendo la erección,por lo que su abuela les dijo:
—¿Queréis probar vosotras también?
La más decidida de ellas dijo que sí y se la empezó a tocar al chico, iniciando una masturbación en la que mostró su destreza, y al verla, la amiga de la abuela del chaval, comentó.
—¡Oye!, esta niña ya sabe bien como se hace.
Haciendo que la cría se justificara ante ellas:
—Es que esto se lo hago muchas veces a mi padre.
A continuación dijo otra de las chicas:
—Y yo a mi hermano y a otros chicos.
—Claro, ya me lo imagino, –comentó la abuela–. Ya sabéis mucho vosotras….
La más pequeña del grupo se había quedado detrás de ellas mirando con mucha atención como lo hacían, por lo que le preguntaron las señoras:
—¿Tú quieres también, verdad?
Antes de que contestara, se dirigió a las mayores, para decirles:
—Chicas, dejar un poco de sitio a la pequeña para que aprenda.
La niña agarró el pene con una mano, pero por su inexperiencia se lo empezó a mover muy rápido y sus amigas le dijeron:
—¡Así no!, más despacio, jajaja….
Así que se pusieron a ayudarla para enseñarle entre las tres, lo que acabó provocando que el chiquillo se corriera de nuevo, llenándolas de semen las manos y salpicándoles sus cuerpos, por lo que gritaron alborozadas:
—¡Buuaaahhhh!, mira como le sale todo disparado…..—sorprendiendole a ellas la fuerza con la que salía el semen, haciendo reir a las señoras, que tampoco se lo esperaban.
—¡Ay!, divina juventud… —exclamaron.
Esas crías se había divertido mucho haciéndole la paja al chaval, algo que se tomarían como una fase más en su aprendizaje como mujeres, por lo que una vez que hubieron terminado, la abuela se marchó con su nieto despidiéndose de la otra señora y de las niñas que volvieron otra vez a ducharse para limpiarse bien, mientras seguían hablando entre risas lo que acababan de hacer.
Yo casi ni me podía creer lo que había visto, pero me había puesto nerviosísima y con un calentón de los buenos, así que le confesé a mi amiga como me había puesto de cachonda la escena que habíamos visto, y le pregunté si ella había hecho algo así con alguno.
—Sí, claro, tonta. Anda, ven, a ver si vemos a algún otro por aquí.
Al fondo del pasillo de las duchas estaba uno de los chicos, con los que habíamos hablado el día anterior y nos fuimos hacia él. Lourdes empezó a hablarle otra vez en francés, mientras nos metíamos en el interior de una de las duchas.
Allí ella empezó a acariciarle el pene invitándome a mí a hacer lo mismo y así nos pusimos las dos a masturbar al chico que nos miraba sonriente. Yo estaba excitadísima e instintivamente me metí en la boca toda su polla bien dura, la que me comí con mucho deleite al hacer tanto tiempo que no hacía algo así, y siendo además con un crio de esa edad me estaba poniendo fuera de mí, soltando un grito de satisfacción cuando le hice correrse en mi boca mientras él me sujetaba la cabeza para que no la sacara.
Yo, obviamente, me había quedado con ganas de seguir, pero mi amiga me paró y volvió a hablar con él, tras lo que el chaval se marchó.
Yo me quedé un poco contrariada por eso, al dejarme con las ganas de continuar, pero ella me tranquilizó:
—No te preocupes, que le vas a tener más tarde para ti sola, y a sus amigos si quieres también. Le he dicho que por la noche vengan a nuestra cabaña él y los demás chicos.
Así que me quedé expectante, esperando en la cabaña, hasta que poco después aparecieron por allí el chico de la ducha y otros tres amigos, de los que el más mayor tenía 17 años, según nos dijeron.
Lourdes les dio a beber un poco de vino para calentar el ambiente, pero yo no quería perder el tiempo, y al poco rato ya estábamos acariciándonos con ellos, sintiendo como sus manos recorrían mi cuerpo deteniéndose en mis zonas íntimas, mientras tenía un pene en cada mano masturbándolos y metiéndomelos alternativamente en la boca, igual que hacía mi amiga con los otros dos chicos.
Hacía mucho tiempo que una polla no entraba en mi cuerpo y ya estaba ansiosa por recibir alguna, y más después de lo que habíamos visto y hecho en las duchas, así que me tumbé en una de las camas y pedí a uno de los chicos que se pusiera encima de mí y me follara. El chico se puso entre mis piernas abiertas y al sentir la penetración, lancé un gemido de satisfacción que debió de oírse desde fuera empezando a disfrutar de las impetuosas embestidas del chiquillo que tenía encima de mí, hasta que sentí como se corría dentro, saliéndose luego para que entrara y me jodiera el otro más jovencito, que parecía más inexperto, pero me dio mucho morbo enseñarle a moverse dentro de mí, aguantando el pobre poco tiempo sin correrse, mientras me decía para justificarse, con gran descaro para su edad:
—¡Buufff, qué coño más bueno tiene usted, señora!
Por lo que mí amiga le preguntó:
—¿Es que has probado tú muchos ya?
—No, he empezado este año aquí en el camping, pero el suyo es el mejor.
—Jaja, pues gracias chaval, tu polla es divina también —le dije yo.
Mí amiga comentó mientras se reía:
—Que simpático es. Me parece a mí que a este en su vida no le van a faltar coños donde meterla, con el desparpajo que tiene.
Mientras, ella estaba al lado cabalgando sobre el mayor de los chicos, que tenía una polla de gran tamaño para su edad, haciéndo disfrutar como una loca a mi amiga Lourdes, a la que provocó dos orgasmo sin que él se corriera, por lo que yo de lo excitada que estaba ya, puse al chico con el que estaba, debajo de mí, para empezar a cabalgarlo igualmente, dispuesta a disfrutar como nunca había imaginado que pudiera hacerlo.
Creo que mi apasionamiento excito tanto al chico que no tardó en correrse abundantemente, mientras Lourdes me decía entre risas, que iba a acabar con todos, de las ganas con las que lo había cogido, lo que hizo gracia a los chicos, que se prestaron voluntariamente a que yo les vaciara del todo con ese coño que tanto les había gustado, mientras yo pensaba en todo el tiempo que mi marido lo había despreciado, pero estaba claro que todavía estaba a tiempo de deslechar muchas pollas y de que otros pudieran disfrutarlo como es debido.
Después de esa noche tan intensa que habíamos tenido en nuestra cabaña, al día siguiente, ya más relajadas, nos esperaban nuevas experiencias. Por la mañana fuimos a la playa a dar un paseo, en el que pudimos ver detrás de las dunas como alguna pareja estaba teniendo sexo, o grupitos de chavales disfrutando a lo grande entre ellos, o como una señora ya mayor, estaba rodeada de varios hombres de todas las edades, a los que masturbaba, y chupaba haciéndoles correrse en su cuerpo, en una especie de gambang, hasta acabar ensartada por dos machos que cubrían sus agujeros
Más adelante, vimos a dos chicos de unos 20 años que se la estaban tocando uno al otro, lo que me llamó la atención porque me dio un morbo especial verlos, y sin darme mucho tiempo a recrearme con esa escena, mi amiga me dijo que fuéramos a hablar con ellos, pero a mí me daba mucha vergüenza interrumpirles en ese momento, así que le dije:
—¿Pero es que aquí tú te pones ya a hablar con cualquiera que te guste para tener sexo con él?
—Claro, mujer, si aquí todos están para eso, ya te acostumbrarás. Y no te extrañes cuando algún chaval te vea y te pregunte si quieres follar con él.
—Qué barbaridad, nunca me hubiera imaginado esto, con la educación que tuve yo de jovencita para aguantarme las calenturas cuando se me acercaba algún hombre y ahora a mi edad, el poder estar en un lugar así no me lo hubiera creído nunca.
Mientras nosotras discutíamos sobre si ir o no con ellos, debieron de darse cuenta de nuestra indecisión y nos llamaron para que nos pusiéramos a su lado para decirnos:
—No se piensen que somos gays, aunque lo pareciera por estar sobándonos la polla, pero nos gusta hacerlo mientras estamos esperando que se nos acerque alguna chica para disfrutar todos juntos.
—¿Y nosotras os valemos?
—Por supuesto que nos valéis, además, a mí me ponen más las maduritas como vosotras —dijo uno de ellos, el más guapo.
Y así, poco a poco, mientras hablábamos, empezamos a acariciarnos, llevando mi mano a sus pollas erectas, como si me sintiera atraída a tener, una y otra vez, una polla en la mano desde que había llegado a ese lugar, empezando así otra sesión de sexo, en la que se incluyó hasta el sexo anal, al que yo siempre había sido un poco reacia, sin que supiera tampoco por qué razón, supongo que por convencionalismos morales, pero esta vez, quizás por el lugar donde estábamos, me dejé convencer, ya que estaba dispuesta a probarlo todo, pudiendo disfrutarlo como nunca hubiera pensado, preguntándome el por qué no lo había hecho hasta ahora.
Durante el folleteo con estos dos chicos, pude disfrutar de dos pollas adultas dentro de mí, por primera vez en mi vida, en una doble penetración anal y vaginal, e incluso llegué a experimentar con mi amiga, besándonos y tocándonos mutuamente también, en un añadido más de la lujuria que me estaba invadiendo en esas vacaciones.
A la vuelta hacia nuestra cabaña, Lourdes me enseñó a una señora mayor que estaba en la puerta de su cabaña. Tendría unos 60 años, un poco gruesa, con unas tetas muy grandes y buenos muslos y culo, de la que mi amiga empezó a corillearme:
—Es la Sra. Belansson. Viene todos los años y es bastante conocida aquí porque le encantan los críos y siempre tiene a alguno merodeando por su cabaña, de los que quieren iniciarse o simplemente por el vicio de joder con una señora mayor, pero ella les acaba sacando la leche a todos y ya ví como alguna madre le reprochaba haber metido en la cabaña a alguno de sus hijos más pequeños.
—‹Vaya!, que curioso…. ¿Y qué les contesta ella?
—Pues que ella no obliga a nadie, que son ellos los que van a buscarla.
—Claro, ya me imagino. Pero ella les incitará un poco también, ¿no?
—Ya ves. Ella siempre está sentada en la entrada y cuando ve pasar a algún crío, abre las piernas y les hace mirar.
—Jaja, ¡que bruja! Menuda es la Sra. Belensson.
En los días siguientes seguimos teniendo más experiencias, a cada cual, más sorprendente, por lo que antes de marcharnos de allí, le comenté a Lourdes lo increíble que era este lugar al que me había traído, que nunca hubiera imaginado que existiera, a lo que ella me dijo que todavía no había visto lo mejor, por lo que me quede más intrigada todavía y ansiosa de poder experimentarlo todo.
Por el momento, había comprobado todo lo que podía pasar en una playa de esas, donde los cuerpos se exhiben libremente y lo que conlleva que muchos actos se expresen de forma libre igualmente, sin pensar en quien te está mirando o lo que pueda pensar sobre ello.
Una de las cosas que más me había llamado la atención y lo que más morbo me había dado también, era ver a las familias comportarse como si estuvieran en sus casas, con la privacidad que da el hogar, aunque me costaba pensar que esas cosas se hicieran así en muchas de ellas, ya que al menos en la mía, yo nunca les había tocado la polla a mis hijos, prácticamente desde que ellos ya podían lavarse solos, pero estaba visto que entre muchas de esas familias que había allí, era algo más normal de lo que pudiera parecer.
Lo que yo si pensaba, es que muchos padres eran más proclives a tocar a sus nenas y si lo hacían en la intimidad, allí eso podía verse a la vista de todos, incluso a las crías jugando con las pollas del padre, sin que eso pareciera importarles, aunque era evidente que eso excitaba terriblemente a todos los que podían verlo.
En una tarde que estábamos tomando el sol en una zona donde había varias familias juntas, en la orilla estaban unos padres con dos chicos adolescentes y una niña más pequeña, que al estar sentada encima de su padre, me pareció ver que su pene estaba dentro de ella y que la niña se movía sobre él, por lo que le dije a mi amiga:
—Mira, creo que ese se está follando a la niña, ¿cómo es posible?
—Aquí todo es posible. Seguro que no es la primera vez, fíjate que relajada está ella, disfrutando de la polla del padre, supongo que será, o del amigo, no sé. Vamos a quedarnos un poco a mirar con disimulo.
La madre, que estaba cerca de nosotras, se dio cuenta de que estábamos mirando como su hija cabalgaba sobre la polla de su padre, metiéndosela entera y nos dijo:
—¿Es morboso, eh? Como se la ve tan pequeña, mucha gente se queda mirándoles, sobre todo los hombres, jajajaja, porque algunos se ponen hasta a pajearse viéndolos, preguntando si pueden participar.
—Se nota que lo disfruta mucho, además sabe cómo moverse; debe llevar tiempo haciéndolo, ¿no? —le pregunté yo.
—Sí, fue bastante precoz, como veía a sus primas que eran mayores que ella, enseguida quiso ella también. Y los chicos, ya los veis, también están acostumbrados a todo sin ningún problema.
En medio de la conversación con esta mujer, Lourdes nos confesó:
—Yo ya he estado también con alguna familia, pero mi amiga es la primera vez que viene y que ve todo esto.
—Pues si queréis, os invitamos esta tarde a nuestra cabaña y lo pasaremos muy bien.
—Estupendo, allí estaremos, hasta la tarde —contestó Lourdes, muy decidida.
Como a mí no me había dejado opinar sobre ello, adivinó mi desconcierto, y me dijo:
—¡Anda!, no te quejes, que ya te vi echar el ojo a los chicos. Además, siempre suele juntarse más gente y se acaban montando unas orgías de lo más morboso.
—Después de la cena, fuimos a la cabaña que nos habían indicado, y efectivamente, al poco rato de estar nosotras allí charlando con ellos, llegó un señor con una niña de edad parecida a la que habíamos visto, que le dijo al padre.
—Mira, te traigo a mi hija Úrsula, como habíamos hablado. Ella ha estado con más gente también y la encanta probar cosas nuevas.
Lourdes me explico que seguramente ya habrían quedado para intercambiarse a las hijas, lo que era muy común allí, para disfrutar de ellas, lo que me dejó con la boca abierta, porque estaba visto que mi capacidad de sorpresa no tenía fin en aquel lugar.
Mientras tanto, el señor que había traído a su hija, ya se había sentado con la hija del anfitrión, poniéndose a juguetear con ella, mientras le decía:
—Seguro que tú también eres muy caliente, como mi hija, mira cómo se te abre el coñito nada más tocártelo. Ponte encima de mí, cariño, a ver cómo te entra mi polla.
En la otra silla estaba el padre de esa niña con Úrsula, prácticamente haciendo lo mismo con ella, poniéndole la polla entre las piernas a ver si podía metérsela, lo que finalmente ambos consiguieron, haciendo saltar a las nenas sobre sus pollas, ajenos a los demás que estábamos allí observándolos, como era mi caso, intercambiándose de esta forma a sus hijas de la forma más morbosa que yo había visto hasta ese momento, mientras otras madres que también habían ido a la cabaña, se entretenían con alguno de los chicos, mientras nos decía una de ellas:
—¡Anda!, animaros. ¿Cuál os gusta?
Yo le señalé a su hijo menor, que me ponía especialmente por su aspecto aniñado, aunque bien dotado, y ella misma me lo trajo ya empalmado, por lo que empecé a acariciarle por todos los lados, y después de besarle profundamente, me puse a chupársela, saboreando cada lamida en su exquisito pene.
Después de tanto succionarle, enseguida me echó su leche, y le pregunté:
—Qué rico está….¿Puedes seguir, cariño?
—Sí, claro, me sale más —me contestó él, orgulloso de poder satisfacerme.
A lo que añadió su madre:
—Tú sigue dándole hasta que se canse. Es una maravilla tener a estos chicos siempre dispuestos para hacernos gozar.
Yo no estaba muy segura de si ese crío podría follarme, pero abrí las piernas para recibirle entre ellas en una profunda penetración, mayor de lo que yo esperaba, porque le sentía muy adentro, mientras otro de los chicos me había puesto su polla en la boca, poniéndose la madre del chico que me estaba follando a chuparme las tetas, mientras le decía a su hijo:
—¡Anda, cariño!, métesela bien dentro a la señora, como tú sabes.
El morbo que estaba sintiendo en esa situación, me estaba haciendo echar una cantidad de flujo que ni recordaba tener ya, después de tantos años con el coño reseco. Así que entre todos me hicieron llegar al orgasmo más fuerte de mi vida, a lo que influyó también todas las escenas que tenía a mi alrededor de lo más turbadoras y morbosas, viendo a las niñas como seguían cabalgando sobre la polla del padre de la otra y a mi amiga dejándose dar por detrás por el otro chico, formándose una orgía sólo imaginada en las mentes más perversas.
Después de probar el sexo de todas clases con casi todos los presentes, salimos de allí agotadas pero muy satisfechas, con la impresión de que había descubierto lo que era el sexo de verdad, algo que yo no había tenido hasta ahora en mi vida, con la seguridad de que mi vida había cambiado para siempre y que había encontrado en ese lugar un Paraíso al que deseaba volver en cuanto pudiera.
Buenos dias !! Exclente relato encanto!!!
Hola. Me encantó el relato!!!! Habrá más partes?
Excelente historia me encantó, me gustaría estar en un lugar así, espero las siguientes historias de familias
Saludos