Un camping nudista muy familiar. 2ª año.
Seguimos disfrutando de esos lugares tan maravillosos donde las cosas más insospechadas se convierten en las más normales.
Después de la primera visita al camping nudista con mi amiga Lourdes, no podía quitarme de la cabeza todas las imágenes que había visto y las experiencias que había vivido allí, por lo que al comentarlo con un matrimonio amigo, Luis y Anamari, mostraron su interés en que les acompañara a ese lugar en sus próximas vacaciones, aunque yo lógicamente no les había contado todo, solo por encima, en parte porque supuse que no me creerían y por otro lado, por si se escandalizaban demasiado, porque aunque ellos habían ido en muchas ocasiones a playas nudistas, no tenían nada que ver con ese camping tan liberal, así que preferí dejar que se fueran sorprendiendo de lo que fueran viendo, sin que tuvieran una idea premeditada de lo que allí podrían encontrarse.
Como ellos eran de mayor edad que yo, sus hijos eran ya mayores e independientes, así que podíamos ir libremente los tres sin dar muchas explicaciones. Al llegar nos acomodamos en una de las cabañas de madera, sorprendiéndose ellos al principio de la cantidad de crías y chicos jóvenes que andaban por allí, por lo que les dije:
Este es un lugar ideal para que vengan familias con sus hijos, porque aquí los dejan en libertad sin problemas y los papás están más tranquilos.
Durante el rato que estuvimos sentados en la zona exterior de la cabaña, era un continuo desfile de grupitos de chicas y chicos de todas las edades que tenían absorto al marido de mi amiga, que veía como pasaban delante de él jovencitas de largas piernas, con más culo, con menos, con más pecho o con los pezones incipientes, unas con el pubis rasurado, otras con más pelo, con menos, pero todas preciosas, sin que sus ojos dieran a basto a tanto ir y venir, por lo que su mujer le provocó bromeando:
—¡Como te estás poniendo eh!
—Pues tú no te quedas atrás, que ya me he fijado como miras a los chavales.
—Como para no mirarlos, si algunos van hasta con el pito levantado, jajaja.
Yo intervine en la conversación:
—Ya os dije que esto era una especie de paraíso —Y lo que les faltaba por ver, pensé para mí.
—Bueno, yo me voy a ir a dar una ducha a los vestuarios —dijo mi amiga.
—Te acompaño —añadí—, así dejamos a tu marido aquí para que siga disfrutando más tranquilamente.
Al llegar, en una de las cabinas, estaba un chico con tres chicas jovencitas, y una de ellas se la estaba chupando mientras las otras miraban, lo que sorprendió a mi amiga, que sin poder ocultar una nerviosa sonrisa morbosa, me dijo:
—¿Has visto eso?, pero si son unos críos y mira lo que están haciendo.
—Bueno, mujer, déjalos, son sus primeras experiencias. Lo que pasa es que aquí todo se ve, lo hacen sin importarles que puedan verles.
—Ya veo, me parece que me esperan muchas sorpresas aquí.
Al terminar de ducharnos, nos fuimos, sin que Anamari reparara en otras escenas que se estaban dando en las duchas, que aunque a mí ya me resultaban familiares, a ella, en su inocencia, no había acabado de fijarse en como alguna abuela duchaba a su nieto y en cómo les hacían una masturbación en toda regla. Yo sabía que aunque ella fuera de mente abierta, no estaba acostumbrada a ver esas cosas, ni se imaginaba que pudieran pasar, así que no le dije nada y volvimos a la cabaña.
Cuando llegamos, vimos a su marido en la entrada hablando con otro hombre mayor; nosotras entramos dentro, pero yo puse el oído para intentar escuchar su conversación:
—Que delicia de niñas —le decía a ese hombre, Luis, el marido de mi amiga.
—Algunas no son tan niñas ya. Están en la edad perfecta para tener esos cuerpos tan maravillosos. Fíjate en aquella, con esas tetas en punta y esas piernas interminables, parece una diosa con esos ojos tan azules.
—Son un encanto a estas edades y tienen algo especial. A mí la verdad, que últimamente cada vez me atraen más. Cuando las veo por la calle, con esa ropa tan provocativa, no puedo evitar mirarlas, aunque intento disimular para que mi mujer no se dé cuenta, pero creo que algo debe notar ya, porque hay veces que me quedo mirando como tonto y hasta alguna vez hasta se me ha puesto dura.
—Claro, hombre, eso nos pasa a todos, sobre todo al llegar a nuestra edad, estas nenas nos parecen de una belleza irresistible.
—Desde luego, mira, el otro día iba en el autobús sentado al lado de una de estas criaturas, con una minifaldita cortita y las piernas cruzadas. Iba con una camiseta que dejaba ver unos preciosos pechos, y yo no podía dejar de mirarla. No sé cómo pude aguantarme sin acariciarle esos muslos tan hermosos que daban ganas de comérselos a besos.
—¡Uuuffff!, no me extraña, son toda una tentación, pero no tenías que haberte aguantado y podrías haber intentado algo. Yo sé que muchas se ponen al lado de hombres mayores porque las gusta que las acaricien y les provocan, aunque hay otras, que lo hacen esperando sacar algo también, ya me entiendes. Yo mismo, en alguna ocasión, pude tocarlas bien y manoseárselo todo sin que ellas protestaran ni dijeran nada, pero eso fue hace años, antes de que viniera aquí.
—¿Quieres decir que aquí tienes oportunidad de hacer eso?
—Eso y más, hombre. Se nota que eres nuevo. Ya lo irás viendo. Ven a mi cabaña, te invito a tomar algo allí.
Y allí se fueron los dos a la cabaña de ese hombre donde pasó todo esto —según nos enteramos luego.
Se sentaron en la mesa de afuera a beber unos botes de cerveza que sacó su nuevo amigo. A su lado había otra cabaña, ocupada por una familia extranjera, con la que ese hombre tenía bastante amistad. Al verles, una de las hijas se sentó al lado de ellos, y aceptó la invitación de una cerveza que le habían ofrecido, bebiéndola mientras Luis se deleitaba con la desnudez del cuerpo de la niña, sin poder dejar de mirar esas piernas de piel morena y brillante de la chiquilla, que cruzadas una sobre la otra, mostraban su máximo esplendor, a pesar de sus 14 años, según había dicho ella, y le preguntó:
—¿A ti te dejan beber cerveza ya?
—No, pero cuando me invitan las bebo porque me gusta.
El hombre le dijo a Luis al oído:
—(Tú déjala que beba, ya verás que caliente se pone. Dentro de un rato ya puedes ponerte a acariciarle las piernas y meterle mano sin miedo)
Luis, muy sorprendido por lo que le decía su nuevo amigo, dudaba si hacerle caso, pero tras cruzar su mirada con la de ella, un poco perdida por los primeros efectos del alcohol, se atrevió a poner su mano sobre esos muslos que tanto deseaba, pasando su mano por ellos ante la sonrisa pícara de la chica, que se dejaba hacer, mientras él le decía:
—Qué piel más suave tienes y que muslos más firmes.
—Los tiene muy ricos, a mí me encanta sobárselos —le dijo el otro hombre.
Se pusieron uno a cada lado de la chiquilla, y le mandaron abrir las piernas para poder contemplar su preciosa vagina con unos finos pelos circundando la rajita que ya empezaba a abrirse humedecida, la que termino de abrir Luis pasando los dedos por la abertura, hasta que entraba fácilmente en ella uno de los dedos, por lo que el amigo de Luis les dijo:
—¡Anda!, vamos dentro, que estaremos más tranquilos.
—¿No dirán nada sus padres? —le preguntó Luis a ese hombre, un poco temeroso.
—No, por ellos no hay problema, ya hemos estado todos juntos aquí alguna vez.
Cada cosa que decía ese hombre iba asombrando a Luis, que ya solo se dejaba llevar por los acontecimientos, y ya dentro de la cabaña, la excitación de ellos era máxima, y al poner Luis su polla erecta en la boca de la chica, se quedó entusiasmado con la forma de mamar de aquella preciosidad, que parecía querer devorársela con cada lametón.
—¡Oh, Dios!, esto nunca me había pasado, no voy a poder aguantarme sin correrme.
—Aguanta un poco, que luego te la tienes que follar —le dijo el otro.
—¿También podré hacer eso?
—Claro, no la vas a dejar a la cría sin disfrutar, después de lo que te está haciendo.
—De acuerdo, pero primero déjame chuparle ese coño que tiene una pinta exquisita.
—Como lo sabes, es un auténtico manjar.
Luis se embriagó pasando la lengua por los rincones más profundos que podía de esa delicia que se le ofrecía sin que hubiera probado algo igual, y cuando ya no pudo más, llegó el glorioso momento de introducir su polla en esa chorreante vagina que parecía abrazar su miembro según se iba introduciendo poco a poco, como con miedo de que su tamaño pudiera hacer daño a la nena, que ya hacía rato que no paraba de gemir, y que ya había tenido algún orgasmo con los juegos previos.
Viendo como entraba y salía su polla del coño de la nena, no se podía creer lo que estaba haciendo y estaba disfrutando como nunca en su vida, hasta que no pudo más y acabo corriéndose sin pensar en nada más, pero al momento pareció darse cuenta de que podría embarazarla, mirando con preocupación a su amigo, que le dijo:
—No te preocupes, que toman sus medidas para que no haya ningún problema.
—Menos mal, porque no pude aguantarme el correrme dentro, por el placer tan increíble que se siente.
—Pues cuando te folles a su hermana, va a ser lo máximo.
—¡Dios! ¿Pero su hermana también folla?
—Sí, claro, empezó el año pasado y según me dijo ella yo fui el primero, y te puedo asegurar que fue uno de los mejores polvos de mi vida, a pesar de que no aguante casi nada dentro de ella, pero lo volví a repetir y fue maravilloso.
Pues eso será otro día, porque ésta me ha dejado sin nada ya, y mi mujer estará preguntándose donde estoy.
—Está bien. Bueno, amigo, ya nos veremos.
Luis regresó a la cabaña donde estaba su mujer, todavía confundido por lo que acababa de pasar, sin saber muy bien que decirle cuando ella le preguntó al llegar:
—Es que estuve con éste amigo, con el que estaba hablando y luego me invitó a tomar algo y estoy algo mareado —tapándose con una toalla sus genitales para que su mujer no notara nada raro después de la sesión de sexo.
—Ya te veo…. ¿Ya sois amigos? Estás un poco raro.
Por lo que yo, imaginándome lo que había pasado, intenté echarle una mano:
—Déjalo mujer, tiene que irse adaptando a este lugar.
Al día siguiente, después de desayunar, vi pasar a uno de los chicos que había conocido la vez anterior, que me saludo muy efusivamente, lo que entrañó a mi amiga:
—¿Conocías a ese chico?
—Sí, de la vez anterior que estuve aquí.
—¡Ah!, es que como lo vi tan joven, me extrañaba.
—Mira, aquí todo el mundo se relaciona sin importar la edad y sin problemas de ningún tipo.
—Es que era un descarado. Mientras estaba hablando contigo, se estaba tocando la polla mientras me miraba a mí, y se le puso dura ¿te fijaste en eso?
—Jajaja, claro, se estaría acordando de la otra vez y tendrá ganas…..
—¿Qué quieres decir?, ¿tuviste algo con él?
—Sí, te lo voy a confesar, esta es una de las ventajas de este sitio, que puedes liarte con quien quieras sin que nadie te diga nada.
—¿Cómo puede ser eso?, no me lo puedo creer. O sea, que yo también……
—Claro. Si quieres sí, además, no me digas que no tienes ganas, mujer.
—Ganas claro que tengo, pero nunca pude imaginar que pudiera tener la oportunidad.
—Ya verás…., luego vamos a ir tú y yo solas por la playa a dar un paseo, a ver lo que nos encontramos.
Le dijimos a su marido que nos íbamos a dar un paseo por la playa y que luego nos veíamos.
Paseando por la orilla, nuestras miradas se cruzaban con los demás, y a mi amiga le extrañó que los que más nos miraban eran los más jovencitos, lo que llegó a ponerla un poco nerviosa:
—¡Oye! ¿Por qué todos los críos nos miran así?
—Porque están esperando que les digamos algo. Ellos saben que las maduritas como nosotras les buscan para divertirse un rato. Y a ellos les encantamos también.
—No me puedo creer todo lo que me estás contando, pero me estoy excitando muchísimo.
—Fíjate en aquellos chicos que están allí sentados, vamos a hablar con ellos un rato.
Al acercarnos a ellos, ya clavaron su mirada en nosotras y yo empecé a provocarles un poco:
—¿Os gusta lo que veis?
— Sí, mucho, están muy macizas, señoras.
—Pues vosotros no estáis nada mal tampoco.
Mientras tanto, mi amiga, ya estaba toda avergonzada por la conversación y no sabía que decir, pero al sentarnos al lado de ellos, no podía apartar la mirada de sus pollas en erección que mostraban orgullosos ante nosotras, así que yo me decidí a echar mano de la que tenía más cerca iniciando un suave meneo, e indicando a Anamari que hiciera lo mismo con el otro, pero ella seguía sin terminar de decidirse, mirando alrededor por si alguien nos veía, para finalmente agarrar la polla del otro chico que tenía a su lado, poniéndose a acariciársela de arriba abajo, haciendo que aumentara todavía más de tamaño.
Su excitación ya no tenía marcha atrás y se agachó para metérsela en la boca, arrancando los primeros gemidos del chico con sus lametones, centrándose ya completamente en lo que estaba haciendo sin importarle que nos pudiera ver alguien.
Allí estábamos las dos, dos mujeres maduras chupando la polla de aquellos chavales, disfrutando como locas y provocando con nuestras lenguas su primera corrida en nuestra boca, que mi amiga se tragó golosa. Me sorprendí de las ganas que había puesto en ello, y supuse que ya habría conseguido librarse de todos sus tabúes.
Pero esos chicos no se iban a conformar con esa felación, así que nos mandaron poner en posición para follarnos. Mi amiga todavía estaba muy caliente por lo que había hecho y se tumbó sobre la arena con las piernas abiertas esperando la penetración del chico que se había puesto encima, mientras yo preferí sentarme sobre el otro para cabalgarle a mi antojo, mientras él masajeaba mis tetas.
Anamari me miró como avergonzada por lo que estaba haciendo, ya que me imaginé que nunca habría follado de esa forma delante de más gente, pero yo intenté quitarle importancia para que se sintiera cómoda y relajada:
—Tú no te preocupes y disfruta, que ya sé que tenías muchas ganas de esto.
—Creí que nunca iba a poder cumplir esta fantasía secreta, que nunca había confesado a nadie. Es como un sueño.
—Así es, déjate llevar, que ese chaval te va a hacer correrte como nunca.
Al poco rato, los gritos de mi amiga demostraron el intenso orgasmo que estaba teniendo, lo que hizo aumentar todavía más el morbo que estábamos sintiendo todos. Otros dos chicos que se había acercado al vernos, se pusieron a masturbarse sobre nosotras, echándonos su leche encima, a lo que se añadía la descarga de los otros en lo más profundo de nuestros coños.
Al terminar, tuvimos que ir a bañarnos para quitarnos todos los restos de semen y arena, mientras mi amiga me confesaba la preocupación quet enía porque su marido se diera cuenta de lo que había hecho:
—Esto es una locura. Nunca le había puesto lo cuernos a mi marido y tengo miedo de que se me note —me decía, mientras se frotaba la piel con el agua.
—No te preocupes, porque me parece que él también se debe de estar entreteniendo en otras cosas, como para fijarse ahora en ti.
—Tienes razón, igual que lo hicimos nosotras, él también va a tener oportunidad y no le voy a poder decir nada, aunque en realidad me daría morbo estar los dos juntos disfrutando de todo esto.
—Tu deseo se cumplirá. Seguro que al final nos juntamos todos para disfrutar de esto.
Durante nuestra ausencia, su marido había aprovechado para volver a visitar a su amigo, con el que había estado antes:
—Buenos días. Mi mujer se ha ido a la playa y tengo un rato libre.
—Pues que bien, porque esta familia se ha ido al supermercado de compras y han dejado a la pequeña sola a mi cuidado.
—¡Ah!, qué bueno. ¿Está dentro?
—Sí, vamos a entrar.
—Hola, pequeña, ¿no vas a la playa hoy? —le preguntó Luis.
—Sí, cuando vuelvan mis padres de la compra nos vamos todos.
—Bueno, mira, este es mi amigo Luis. El otro día te vio y me dijo que le gustabas mucho —le dijo ese hombre, con picardía.
Le nena se quedó mirando con una sonrisa, orgullosa de lo que le habían dicho, abriendo las piernas para mostrarse ante los dos hombres, como solía hacer.
—¿Te das cuenta de lo puta que es? —le dijo su nuevo amigo, en voz baja a Luis.
Lo que animó al marido de mi amiga para decirle a la cría:
—No te han salido pelitos todavía. Que rica vaginita tienes así.
El otro hombre le hizo un gesto para que se la tocara, haciéndolo ligeramente con los dedos, hasta que después los se pudieron a tocarla confiadamente al ver la receptividad de la cría, abriéndosela y dejando ver su rosado interior, mientras su primeros jugos empezaban a destilar:
—La tienes mojadita ya.
—Es que me están dando gusto con los dedos —dijo ella, inocentemente.
—¿Te gustó lo del otro día, lo que hicimos? —la preguntó su vecino de cabaña.
—Sí que me gustó, fue muy rico.
—Toma, agárrasela a mi amigo, mira que gorda la tiene —guiándole la mano hasta la endurecida y espléndida polla de Luis.
—¿Has tenido ya muchas en la mano como esta? —le preguntó Luis.
—No, sólo cuando vengo al camping, la de los señores que me la dan.
—Madre mía, deben estar todos detrás de ti —le dijo Luis.
A Lo que añadió su amigo:
—Sí que lo están, los padres lo saben y por eso la dejan pocas veces sola.
—Pues vaya, que suerte hemos tenido. Toma, chúpala un poco antes de que vengan tus papás. Mmmm, que rico la chupas, que maravilla. Ponte así, bien abierta, que yo también te lo quiero comer a tí —los dos hombres querían complacer a la niña.
Después de un rato chupándose mutuamente, el vecino aprovechó la ocasión y la posición en la que estaba la niña, para empezar a follarla:
—Ya se la has puesto muy jugosa, mira como le entra mi polla —dijo entusiasmado ese hombre a Luis.
—Qué maravilla, como se la estás clavando y como se le resbala toda dentro tan ajustadita.
El experimentado maduro empezó a follarla, primero despacio y luego aumentando el ritmo hasta que acabó corriéndose mientras los gritos de la niña atestiguaban el gozo que estaba teniendo.
—Son los mejores coños, se siente como si te exprimieran la polla. Tómala, póntela tú ahora encima y verás —le dijo a Luis.
Luis se sentó y puso a la chiquilla encima. Tras colocar su polla en su rajita, empezó a moverla a su antojo sintiendo como entraba y salía su pene de la caliente vagina un buen rato, hasta que acabó corriéndose abundantemente desbordándola con su semen y saliendo al exterior entre sus muslos.
—¡Buffff!, menuda corrida, tenías razón, nunca había disfrutado tanto. Cuando me vaya de aquí no sé cómo voy a hacer para poder repetir esto.
—Ese es el problema, si no tienes a ninguna cerca, tendrás que aguantarte hasta el año que viene, como me pasa a mí. Ahora es mejor que salgamos fuera, que estarán al llegar sus padres —tras darle un beso los dos a esa preciosidad.
Cuando su mujer y yo volvíamos a la cabaña casi coincidimos con su llegada, haciéndome gracia ver a mis amigos tratando de disimular los dos lo que habían hecho, ya que ni siquiera se atrevieron a preguntarse cómo les había ido a cada uno de ellos.
Ya por la tarde, cuando estaba yo a solas con su marido, pudimos charlar de una forma más sincera, y empezó a contarme….:
—Es un sitio increíble y maravilloso este al que nos has traído, nunca creí que existiera algo así.
—Eso lo estás diciendo tú por algo. Ya te has dado cuenta, ¿no?
—Sí, aunque yo creo que tú ya sabías que pasaban estas cosas y no nos dijiste nada.
—Es que no quise deciros algo que no sabía cómo os lo ibais a tomar, y preferí que lo vierais vosotros mismos porque nunca me habíais contado nada de que buscarais este tipo de cosas.
—Es que todo esto son fantasías que no se pueden contar a los demás, pero ya puedes imaginar que nosotros las teníamos, aunque nunca pensamos que podríamos cumplirlas, y ahora creo que hasta nos da vergüenza mirarnos a la cara.
—Te entiendo, Luis, es normal. A mí también me pasaría lo mismo. De hecho me pasó cuando vine la primera vez aquí, pero yo vine sin marido, claro.
—¿Anamari ya ha estado probando contigo….?
—Sí, al igual que tú, y creo que a los dos os ha encantado. Anda, dime lo que has hecho con ese amigo con el que estabas.
—Pues él me llevó con las dos nenas de una familia extranjera que tiene al lado de su cabaña y ha sido increíble como he disfrutado con ellas. Es que verás, una sobre todo, era muy jovencita y nunca me pude imaginar que pudiera follar a una así.
—Serían muy guapas, y seguro que no les faltará experiencia a pesar de ser tan crías. Aquí son todas así. Me alegro de que te haya gustado.
—¡Oye!, dime que cosas ha probado mi mujer. Dime la verdad, que no me importa. Al revés, me daría mucho morbo saberlo.
—Pues verás, hoy en la playa hemos estado con un grupo de chicos jovencitos y ya puedes imaginar cómo nos hemos puesto.
—Vaya, ¿sabes?. Me excita pensar que mi mujer haya gozado con ellos.
—Así fue, y mucho. Se notaba que ella tenía ganas de probar algo así, y al final me lo confesó. Espero que no te parezca mal.
—No, claro que no. Lo entiendo. A mí me pasaba igual cuando íbamos a esas playas nudistas, pero no nos atrevíamos a hablar de estas cosas, claro.
—Mira, ahora creo que lo mejor es que os sinceréis uno con el otro y así podréis disfrutar mucho más. Mañana hay una fiesta que organizan en la carpa principal y suele ir bastante gente del camping para conocerse y pasarlo bien, así que ya te puedes imaginar como suele acabar eso. Será una buena oportunidad para que habléis los dos y que podáis disfrutar de todo esto libremente.
—Sí, claro. Qué bueno, Aquí cada día hay una sorpresa. Ya me he excitado sólo de pensarlo.
Al día siguiente fuimos la fiesta y después de presentarnos con alguna gente, nos quedamos charlando con una familia que tenían dos hijas y un hijo, a los que acompañaba una de sus abuelas. El padre tenía sentada sobre él a la más pequeña de sus hijas, con la espalda recostada sobre su pecho y las piernas abiertas a los lados y mientras hablaba con nosotros, con sus dedos masajeaba la vagina de la niña, y al notar Luis como se le humedecía con los toqueteos de su padre, le dijo:
—¡Oye!, estás poniendo ya cachonda a la niña.
—Sí, ya ves cómo le gusta, pero de momento sólo tenemos estos juegos con ella.
En ese momento, vimos como su hermano, algo mayor que ella, se agachó delante de ella para chupar la vagina de su hermana, levantándose luego con su polla en erección haciendo intención de como intentándosela meter, pero fue frenado por su padre:
—No, ya te dije que todavía no, que es pequeña. Si tienes ganas vete con tu madre o tu hermana mayor.
—Eso decías también con mi hermana mayor y acabaste metiéndosela tú.
—Eso fue porque vi que ya estaba preparada, y además, porque yo soy su padre.
En eso intervino su abuela:
—Anda, deja tranquila a tu hermana y ven aquí —esperándole con las piernas abiertas y poniéndoselo sobre ella para follárselo.
Nosotros mirábamos atónitos la escena, pero la excitación de Luis era ya evidente y aunque no se decidían a tomar la iniciativa, viendo que cada uno tomaba su posición, una mirada cómplice entre él y su mujer les hizo por fin dar rienda suelta a sus impulsos, buscando cada uno lo que más les atraía, dirigiéndose juntos a una señora con un muchacho adolescente muy guapo y con su hermana, menor que él, que parecían asustados sin querer separarse de su madre, a la que saludó Anamari:
—Hola, este es nuestro primer año en venir aquí y todavía no conocemos a mucha gente.
Contestó la madre:
—Pues como nosotros. También es nuestra primera vez. Hace unos meses que me he separado y como me hablaron muy bien de este sitio, me decidí a traer a los niños.
—Es normal que estén un poco asustados, pero aquí pronto te acostumbras a todo esto —le dijo Anmari, como si ella fuera ya una experta.
—Claro, esto no lo habían visto nunca y es nuevo para ellos, pero me venís muy bien, para que se entretengan un poco con vosotros y así me dejan un poco libre para irme con alguno de estos críos que me encantan.
—Claro mujer, no te preocupes, déjalos con nosotros.
—Gracias, se llaman Adrián y Cristina —les dijo luego en confianza, en voz baja— A mi hijo solo le he hecho algunas pajas, pero la cría casi ni le veía la polla a su padre, aunque ahora sí que juega con su hermano.
—Estupendo. Tu hija va a poder disfrutar ahora de una buena polla, como la de mi marido —le dijo Anamari.
Y allí se pusieron mi matrimonio amigo a compartir por primera vez sus secretas fantasías, empezando a acariciar entre los dos a los dos hermanos para que fueran tomando confianza, hablando con el chico:
—No tengas miedo, ya verás que bien lo vas a pasar conmigo. Dame un beso en la boca, que se te va a poner durita enseguida.
Mientras, su marido le decía a la niña:
—Qué guapa eres, Cristina, con lo rica que estás, ¿nadie te ha metido mano todavía?
—No, sólo los niños quieren tocarme el culo a veces y algún señor por la calle me dice que me lo va a comer todo. Y bueno, ahora a veces con mi hermano estamos juntos en la cama.
—Jajaja, que graciosa. No sé si tu hermano te comerá el coño, pero yo sí que te lo voy a comer todo, ya verás que gusto sientes.
Y así empezó a dar besos a la cría, primero en la boca y luego bajando hacia sus pechos, para continuar hasta su vagina, mientras ella estaba tumbada con las piernas abiertas, empezando a gemir más fuerte con las lamidas expertas del hombre que se deleitaba con sus jugos.
También su mujer, a su lado, saboreaba la primera corrida del chico, que no había podido aguantar mucho el tenerla metida hasta su garganta.
Mientras, la madre de ellos, no muy lejos de allí, se estaba dejando montar por un chico de edad parecida a su hijo, por lo que Anamari le dijo:
—Mira tu madre como disfruta del chaval. Anda, hazme a mí lo mismo. No me puedo creer que tu madre no te haya catado todavía.
—Sólo me hizo algunas pajas, pero yo tenía ganas de follarla, y ella no me dejaba.
—¡Ay, que tonta! Pues fóllame a mi pensando que soy tu madre. A mí me da mucho morbo también pensar en eso. Mira, ¿así por detrás te gusta?:
—Sí, que bueno, que coño más caliente tiene, señora.
—Dale fuerte, haz que me corra, cariño.
El chaval Inició un mete-saca a un fuerte ritmo, que sólo podría mantener un chico de su edad, haciendo que los orgasmos de mi amiga se encadenaran, llamando la atención del resto de los presentes con sus gritos.
En tanto, su marido Luis, ya tenía dispuesta a su hermana para su primera penetración, intentando tranquilizarla:
—Te lo voy a hacer muy despacio para que no te duela, ¿vale?.
Así fue introduciendo poco a poco su pene, hasta que el glande quedó dentro de ella y el gusto que estaba sintiendo le hacía apretar con más fuerza, no pudiendo hacer caso de las quejas de ella, que él sabía que pronto se convertirían en gritos de placer, y así fue cuando su lubricación permitió la entrada completa de su polla en ese coño virgen, siendo también su primera experiencia en disfrutar de algo así, de follarse a una niña virgen.
Su madre, después de haber follado con dos que la dejaron bien satisfecha, se acordó de sus hijos y se acercó para comprobar si se lo estaban pasando bien, comprobando como su hija gozaba por primera vez de una vigorosa polla en su coño, sintiéndose feliz por ello y por su hijo, al que a partir de ahora le permitiría follarla, pensando en los muchos momentos de placer que tendría con sus dos hijos a partir de ahora.
Yo también pude gozar como nunca, pero me dio muchísimo morbo ver como este matrimonio amigo iniciaban una nueva etapa en su vida, ya sin secretos y en libertad, esperándoles también grandes momentos juntos, diciéndose entre ellos:
—Cariño, el año que viene tenemos que volver.
—Claro que volveremos, esto es lo mejor que me ha pasado en la vida.
Está visto que mucha gente que desconoce este mundo, una vez que se inicia en él, ya no quiere abandonarlo y tan solo es cuestión de decisión y de dejar muchos prejuicios atrás para disfrutar de él con plenitud, siendo esto lo más cerca que podemos estar de nuestro paraíso perdido.
Muy interesante el relato ,consulta de verdad abra camping asi famliares , que realmente puedas interactuar asi