Un encuentro entre familias
nuevo encuentre entre familias liberales que disfrutan de su sexualidad sin límites ni tabús, viviendo el sexo de esa forma natural en la que empezó desde nuestro origen como especie..
El amigo Rafvallone ha publicado el relato, “Una profesión que me da muchas alegrías”, en el que cuenta una historia que me es familiar, nunca mejor dicho, y que está relacionada con lo que os voy a contar ahora.
Él habla de un pequeño pueblo de Andalucía en el que sucedía todo eso que nos relataba, pero en mi caso, el origen de todo ello se situaría en la Galicia profunda de esa época en la que las comunicaciones no eran como las de ahora y había zonas en las que se vivía en un aislamiento total, con sus propias reglas, costumbres y tradiciones.
La familia de mi marido procede de una de ellas, que vistas desde la distancia podrían considerarse una especie de esos paraísos perdidos que después de los años se añoran eternamente.
Una de sus primas había emigrado a Cataluña, siendo muy joven, lo que era muy habitual entre los habitantes de esos lugares, pertenecientes a familias numerosas que tenían como destino marcharse de allí para buscar un futuro mejor, o simplemente, por supervivencia, ya que los medios de vida no daban para todos.
Carmen, la prima de mi marido, se había casado muy bien y vivía en una Masía, con su marido y todos sus hijos, que no sabíamos ya cuántos tenía, porque no teníamos mucho contacto, hasta que por una circunstancia casual, mi marido retomó el contacto con ella y nos invitaron a pasar unos días en su casa.
El lugar era precioso, con una casa en medio del campo, rodeada de viñedos y otros cultivos, que era de lo que vivía toda la familia, ya que producían unos vinos y cavas de fama nacional.
Nosotros conocíamos a su marido Charly, porque habíamos coincidido en una boda, pero desde entonces no nos habíamos vuelto a ver, por lo que no conocían a nuestra hija ni nosotros a sus cuatro hijos, que al llegar nos fueron presentados:
—Tomás y Jorge son los mayores y Estela y Joana, las pequeñas.
A nosotros nos sorprendió ver al pequeño y a las crías desnudas al llegar. A Jorge apenas pudimos verlo, pero si nos dimos cuenta de que estaba empalmado antes de que se fuera a la habitación, mientras Estela, que era más mayorcita, acabó poniéndose una camiseta larga por pudor ante nuestra presencia, pero Joana siguió por allí jugando desnuda, ajena a quien pudiera verla.
Cuando empezamos a hablar, la conversación fue cogiendo un tono que a mí me sorprendió, pero mi marido sabía como era su hermana y se imaginaba como estaba educando a sus hijos. Me fijé en como él miraba a la niña disimuladamente, porque estaba muy linda, aunque trataba de que los demás no se dieran cuenta, pero su prima, que le conocía bien, aunque pudiera sonar raro después de tanto tiempo sin verse, le dijo directamente, para su sonrojo:
—¿Te gusta la cría?
Mi marido un poco turbado, no sabía que responder:
—Es que como anda desnuda por aquí, como si nada, me hace gracia.
—Jaja, no te preocupes, es normal, no pasa nada. A esta edad está muy rica para cualquiera que la vea desnuda, pero ella no tiene ninguna vergüenza por mostrarse. Además, es muy lista y sabe que la estás mirando y por eso se enseña más.
Su padre la llamó y se la puso encima de él, para decirnos:
—Esta es mi nena, no se la dejo a nadie, ¿a qué no, cariño? —mientras se dirigía a la cría con complicidad.
Su mujer añadió:
—Desde que nació, la tuvimos con nosotros en la cama. Como tenía que darle el pecho, era más cómodo para mí, y luego, cuando fue creciendo, no quisimos ponerla con su hermana, porque muchas noches sus hermanos se metían con ella en la cama.
—Ya, claro, queríais protegerla —les dijo mi marido.
Carmen le contestó:
—Un poco sí, pero este —señalando a su marido—, lo que quería era seguir teniéndola en su cama para hacerle todo lo que le harían sus hermanos si la pillaran.
—¿Pero ya la está jodiendo? —le preguntó morbosamente mi marido.
—No, todavía no, juega con ella y se calientan, pero es pronto para eso —le aclaró su prima.
Aunque su marido intentó justificarse:
—Ella fue la primera que metió a los críos mayores en la cama y disfrutó con ellos todo lo que quiso, pero menos mal que luego vinieron las nenas para resarcirme, jeje.
Viendo el tono de la conversación que estábamos teniendo, Carmen temió que yo pudiera escandalizarme de todo eso y me comentó:
—Supongo que tu marido te habrá contado como vivíamos cuando éramos pequeños, por lo que todo esto es normal para nosotros. Y como mi marido era bastante liberal también, pues continuamos así.
—Claro, no te preocupes. Cuando veníamos, ya me estuvo contando como os escondíais de los demás para follar juntos.
—Sí, jaja, éramos unos críos, pero solo hacíamos lo que veíamos a los demás.
Mientras hablábamos, Joana se había recostado sobre su padre, que tenía la mano entre las piernas de la niña, y a mí me pareció que la estaba masturbando, por la forma de moverse ella, con los ojos cerrados y gimiendo levemente, lo que le recriminó su mujer.
—¿Ya estás….? Podías dejar de hacer eso un poco, que estamos con la familia.
Pero mí marido les dijo:
—Por nosotros no os preocupéis. Es muy rico verla así, disfrutando.
—El que disfruta también es él. Mirar como tiene la polla ya —agarrándole la polla a su marido, ya fuera del pantalón, para que la viéramos.
Toda esa situación estaba resultando muy excitante para nosotros, provocada por la naturalidad de la familia de mi marido, que aunque no fuera algo nuevo para él, si resultaba morbosa por cómo se estaba produciendo, lo cual aumentó más cuando el padre de Joana le ofreció su hija a mi marido:
—¿Quieres tenerla un poco tú?
Mo marido se sorprendió por ese ofrecimiento porque antes nos había dicho que no se la dejaba a nadie, pero podía entenderse como una señal de hospitalidad y por ser el primo de su esposa, así que aceptó encantado.
La niña ya tenía la vagina toda mojada y algo enrojecida por los toqueteos de su padre, pero mantuvo sus piernas abiertas cuando mi marido se la puso encima, que empezó a pasarle los dedos por su rajita a la vista de todos, mientras él la besaba para saborear su tierna boca, mientras nosotros lo observábamos todo con expectación, al ver como mi marido disfrutaba de la cría, a la que estuvo sobando hasta que Joana expulsó un líquido como si se hubiera meado, pero era la muestra de su orgasmo.
Supongo que a mi marido le hubiera gustado seguir más tiempo con ella, pero el estado previo de excitación al que le había llevado su padre, hizo que la cría se corriera muy pronto, y su madre se la llevó en brazos para que descansara:
—Cuando se corre se queda muy relajada, así que voy a llevarla a la cama para que duerma tranquila toda la noche.
Pero le dijo a su primo:
—Si te has quedado con ganas, puedes llevarte a Estela por la noche y nos dejáis a Lorena con nosotros, que a mi marido le encantará probarla, —aunque ella quiso asegurarse—. Bueno, supongo que compartiréis a la nena.
Nosotros vacilamos un poco antes de contestar, porque en realidad, Lorena solo había estado con un amigo nuestro, pero la ansiedad de mi marido por poder disfrutar de Estela, después de haber estado con su hermana pequeña, le hizo responder:
—Sí, claro, no hay problema.
También su prima se dirigió a mí:
—Y tú puedes llevarte a uno de los críos, o los dos, jaja, que también te lo mereces.
Por mucho que me hubiera contado mi marido, yo seguía sorprendida por todo lo que estaba pasando, pero acepté encantada su proposición, porque nunca había tenido la oportunidad de estar con unos críos de esas edades, lo que me avergonzaba un poco confesar dentro de este estado de morbosidad que nos envolvía, en el que cada vez que hablaba la prima de mi marido, subía de intensidad, por lo que él, viendo mi estupefacción, me dijo:
—Carmen es tremenda. Ya te lo dije, jaja.
—Es que aquí somos así. Tampoco quiero saturarte, pero ya te presentaré a otras familias amigas nuestras —nos dijo Carmen para justificarse conmigo.
Una vez más, ese nuevo comentario de ella, me hizo imaginarme de todo, pero preferí irme a la habitación con sus hijos, mientras a mi marido le traían a Estela para pasar la noche.
Esa noche fue como un sueño, porque aunque nosotros ya estábamos acostumbrados a tener a nuestra hija Lorena con nosotros, esto era muy diferente. Íbamos a tener a los sobrinos de mi marido toda la noche para disfrutar juntos, cada uno en su cama.
Primero observé como mi marido desnudaba a Estela, algo más pequeña que nuestra hija y de baja estatura, lo que le hacía tener un cuerpo lleno de curvas con unos pechos hermosos adornados por una gran aureola rosa y pezones desafiantes, que destacaban más por su estrecha cintura con un culito prominente y una vagina libre de pelos, que le había depilado su madre, según nos dijo.
Una auténtica delicia para mi marido que acariciaba su cuerpo embelesado y besaba esas duras tetas que ella ponía de forma provocadora en su cara, mientras mi marido la abrazaba abriendo su culo con los dedos para llegar por la parte trasera hacia su abertura vaginal, donde los metió, haciendo estremecerse a la cría, que buscó la boca de mi marido para ofrecerle su caliente y jugosa lengua.
Los chicos y yo mirábamos la excitante escena, y les dije:
—Qué guapa es vuestra hermana. Menudo cuerpo tiene ya. Vuestra madre me dijo que disfrutáis mucho con ella.
—Sí, jeje, la follamos todos los días. Le gusta mucho la polla —dijo el mayor, que ya se le había puesto dura y se masturbaba viendo a su hermana.
También me fijé en su hermano pequeño, como la miraba con más timidez, y le dije:
—¡Vaya!, a ti también te gusta mirarla ¿eh? Anda, ven aquí, que te ayudo un poco —le dije yo.
Aunque ya le había visto la pollita fugazmente cuando nos presentaron, ahora pude recrearme en ella, acariciándosela y continuando con su masturbación hasta que no pude resistirme a metérmela en la boca y saborear aquella delicia, pero el mayor también quería dármela y tuve que alternar entre las dos.
Mientras tanto, mi marido ya había empezado a follar con Estela, mientras la ponía en varias posiciones, a veces él dándola y en otras era ella la que llevaba el mando de la follada, pero todo a un ritmo que supuse que mi marido no podría aguantar mucho tiempo así, porque la estaba follando con verdaderas ganas, como si no se hubiera visto en otra así.
Los críos también me follaron sin descanso a mí, hasta quedar todos agotados en una noche en la que tardamos en dormirnos, pero lo mejor estaba por llegar todavía.
Al día siguiente, nos dijeron que iban a venir los padres de Charly para conocernos y pasar el día allí. No nos habían hablado mucho de ellos, pero al conocerlos, ya nos dimos cuenta del carisma especial que tenían por su forma de ser y por todas las experiencias que había tenido en su vida.
Nos contaron que de jóvenes había vivido en una Comuna hippy, que allí había nacido su hijo Charly y vivido durante unos años, hasta que eso se acabó, pero el tiempo que duró habían sido los mejores años de su vida.
Nada más llegar, Roger, el padre de Charly, preguntó:
—¿Dónde está Joana?
—¡Ay, qué hombre! Qué obsesión tiene con la niña —dijo su mujer Regina, un poco molesta.
—Es que está muy rica y es tan cariñosa —intentó justificarse él.
Joana fue a saludar a su abuelo, que la dejó sentada encima de él, para meter su mano entre sus braguitas de la niña y empezar a masturbarla, mientras la cría le daba cariñosos besos buscando la boca del hombre maduro, que le preguntó a sus padres:
—¿Ya la habéis vendido?
—Sí, nos ha contactado por chat un hombre, que nos ofreció muchos dinero, pero estamos esperando el mejor momento para que venga a casa —le contestó su hijo.
Ante esa pregunta y respuesta, nosotros nos quedamos un poco perplejos sobre a lo qué se refería Roger con eso, lo que nos aclaró Carmen:
—Hombre, dicho así, parece que se la vamos a dar a alguien y no la vamos a ver más….., pero no, se trata de un hombre muy importante que nos ha pedido discreción para venir un rato a disfrutar con la cría.
—¿Y la va a follar?
—No sé, ya veremos. Él tampoco nos ha pedido su virginidad, pero puede pasar cualquier cosa. Se la hemos enseñado por Cam y está encantado, deseando venir ya.
—Pero eso es prostituirla, ¿no? —le dije yo, ingenuamente.
—Bueno, según se mire. Yo misma me he prostituido muchas veces y nuestra hija mayor también, eso no es un problema para nosotros. Simplemente es un intercambio entre alguien que quiere algo y alguien que lo tiene y el precio es lo de menos. Hay cosas que se cotizan más y otras, menos —nos dijo Carmen,
Lo que fue confirmado por su marido:
—Nosotros pensamos así y mis padres lo ven bien también.
—Cierto. Cuando Charly era pequeño, era muy guapo y a las mujeres mayores les volvía locas, por lo que cuando las dejábamos estar con él, nos compensaban de alguna forma, y no solo con dinero, ¡eh!
—Ya veo, si todos estáis de acuerdo y la cría lo hace con gusto, pues estupendo.
Mientras hablábamos de esto, entró Estela, que le dijo a su madre:
—Mamá, estoy embarazada. Me he hecho la prueba.
Nuevamente, mi marido y yo nos quedamos perplejos ante ese anuncio, y más todavía al ver la reacción de toda la familia:
—¡Felicidades, cariño! Pero no sabemos quién será el papá, jaja.
Al ver su entusiasmo, yo les dije:
—Pero si es una niña todavía. ¿No ponía medidas?
—No, queríamos preñarla, así vamos a disfrutar más de ella y de lo que venga —dijo su padre.
Y ante esa situación, a mí marido solo se le ocurrió decir:
—O sea, que ayer cuando la follé ya estaba embarazada. Por eso tenía el coño tan rico y jugoso. Cuando empiece a tener la barriguita, va a estar preciosa y con unas tetas enormes.
—Mmmm, estoy deseando comérmela —dijo su abuelo.
Curiosa familia la de mi marido. A él no le sorprendía tanto, porque en realidad, habían sido educados así, pero nos dimos cuenta de que Carmen había encontrado a la pareja perfecta para ella.
Mientras tanto, Roger seguía con Joana, toqueteándola por todos los lados y la verdad es que tenía ya a la niña chorreando, echando por su vagina, pequeños chorritos a causa de sus orgasmos, lo que tenía a su abuelo totalmente excitado, llegando a decir:
—Esta niña está ya para que le metan la polla.
Pero su nuera le dijo:
—La está deseando, pero tú la tienes muy gorda, Roger, jaja. Será mejor que pruebe con alguno de sus hermanos primero.
—¿Estáis pensando en desvirgarla ya? Va a ser un espectáculo, no me lo quiero perder —dijo Roger, que había dicho eso sin mucha esperanza de que le dejaran follarla el primero.
—Sí, ahora que estamos todos juntos, puede ser un buen momento, porque la cría es verdad que tiene muchas ganas ya —dijo su madre, resignada y convencida de lo que iban a hacer.
La pusieron frente a nosotros, con las piernas abiertas. Su abuelo le metió un dedo en el coño para probar como entraba, y nos dijo:
—El dedo le entra perfectamente. Que venga Jorge a metérsela.
Carmen llamó a su hijo pequeño y le colocó frente a Joana para que se la metiera:
—Despacio, Jorge. Si le duele, la sacas.
Jorge puso su dura pollita en la rajita de su hermana y empezó a apretar con suavidad hasta que se la metió del todo con cierta facilidad por lo lubricada que estaba, y así empezó a follarla mientras su abuelo sujetaba a su hermana.
Nosotros mirábamos ensimismados la escena, con los hombres muy excitados, masturbándose mientras miraban, hasta que Jorge acabó corriéndose en el estrenado coño de Joana, que empezó a rebosar por el exterior ante los ahogados gemidos de su hermana pequeña.
—Ahora yo —dijo Tomás.
También permitieron que su hijo mayor follara a su hermana, con una polla de mayor tamaño que igualmente se adaptó a la estrecha vagina de Joana, que volvió a descargar su semen en ella, después de estar follándola durante un rato, llevando a nuevos goces a su hermana pequeña, como había hecho su hermano antes.
Los hombres adultos estaban deseando hacérselo también, pero Carmen les paró:
—Todo a su debido tiempo. Dejemos a la nena descansar, que por hoy ya ha tenido bastante.
Su padre Charly se mostró de acuerdo también, para decepción de los demás:
—¡Ooohh! La teníamos a punto ya, pero entiendo que el padre tenga sus privilegios —ironizó Roger.
—Como le guste joder tanto como a su hermana, la vais a tener todo el día cabalgando, así que un poco de paciencia —añadió su abuela.
Mi marido no quiso meterse en los protocolos de la familia y se conformó con esperar su turno a que le dieran permiso para follarse a la niña, que se había convertido en el centro de atención de toda la familia.
La madre de Charly, Regina, a pesar de su edad, era un mujer espectacular, con una larga melena rubia, piel bronceada por el sol, unos grandes pechos que le gustaba mostrar, acompañados de un buen culo y gruesos muslos que al abrirlos dejaban ver un coño grande, de labios desarrollados y el vello recortado y cuidado que lo resaltaba todavía más, formando con todo ello un auténtico cuerpo de milf, del que todos los chavales desearían gozar con él, como sus nietos, que eran su debilidad, y al ver como el resto de la familia estaba muy entretenida con su nieta pequeña, les dijo:
—Bueno, yo os dejo. Me voy a la cama con los críos a pasar la noche.
A Carmen no le hacía mucha gracia que su suegra se pasara toda la noche con sus hijos, porque a la mañana siguiente estaban totalmente agotados, ya que lo que hacía era deslecharlos sin parar hasta que no les quedara una gota, aunque a su edad solían recuperarse pronto, por lo que al marcharse ella, me dijo:
—Que vicio tiene mi suegra con los críos. Se pasa la noche pajeándolos y follándolos hasta que acaban rendidos.
—Bueno, mujer, si ellos lo disfrutan….. La mujer es mayor y a esas edades no se cortan y hacen lo que más les gusta. ¿No ves a los hombres con las crías, que hacen lo mismo?
—Sí, es verdad, pero ellos a su edad, tienen un aguante y suelen ser las crías las que les agotan a ellos, jaja —nos decía Cármen, divertida.
—Yo lo que siento es que esta noche no voy a poder tenerles, pero bueno, ya habrá otra oportunidad —me quejé yo.
Pero pronto iba a poder resarcirme ya que como toda familia liberal, la familia de mi marido, también tenía amigos liberales o familias con mente abierta que pensaban de igual forma y entre ellos solían reunirse para disfrutar de esa forma de vida.
Y curiosamente, alrededor de este tipo de familias, suele haber hombres o mujeres que por circunstancias están solos, solteros o divorciados, o que simplemente no tienen familia, pero que también quieren disfrutar de lo que ofrece este tipo de relaciones y que su única opción es a través de una íntima amistad con alguna familia de este tipo.
Era el caso de unos amigos de Charly y Carmen, una familia con una historia detrás, como todas, de cómo se iniciaron en este estilo de vida, que al conocernos nos fueron explicando.
Esos comienzos, como suele ser normal, se van teniendo dentro de la propia familia, involucrando a los hijos en esa faceta tan íntima como es el sexo entre los dos progenitores, que tiende a ser algo cerrado, o como mucho con la incorporación de otras personas adultas, sin llegar a traspasar esa línea tabú del incesto, que es lo que hace tan diferente este tipo de relaciones.
Hablando sobre ello, Ernesto y Magda, nos explicaron su incursión en el mundo swinger, que en su caso fue derivando hacia una relación cerrada con otra familia con la que intimaron y fueron abriéndose a estas prácticas más transgresoras a las que se llega a través de una máxima confianza.
Ellos habían venido con sus hijos también, en este caso, el hijo mayor, de 15 años, su hermana de 12 y el más pequeño, que iba a cumplir 11.
Al presentarnos empezamos a hablar, y yo congenié rápidamente con Magda, por su morbosidad y naturalidad al hablar de estas cosas, lo que a mí me encantaba y me daba confianza para preguntarle por las cosas más íntimas:
—Me da curiosidad como empezaste con el mayor y a qué edad.
—Pues verás, no podría decirte una edad concreta. Era nuestro primer hijo y mi marido me decía que lo tenía muy mimado, pero para una madre tener un niño siempre es algo muy especial. Me hacía gracia como siendo todavía muy pequeño, llevaba sus manos a mis pechos para sobármelos mientras su pollita se ponía toda dura palpitando y dando cabezadas, jaja.
—Qué bueno, Debe ser una delicia disfrutar esos momentos tan ricos.
—Sí, mucho. En una ocasión, cuando ya tenía 7 años y se ponía como loco cuando le enseñaba las tetas, le dije que se sentará en mi regazo para que me las chupara como cuando era un bebé. Él estaba desnudo, recién bañado y sus lamidas en mis pezones ya me hicieron estremecer de gusto, por lo que yo le agarré la pollita y empecé a masturbarlo a causa de mi excitación. El crío empezó a soltar un líquido acuoso que me dejó la mano toda pegajosa, pero al llevármelo a la boca era algo delicioso. Esa fue la primera paja que le hice a mi hijo y lo repetimos más veces, pero yo intentaba ocultarme de mi marido porque no sabía cómo se lo tomaría. No nos habían educado para actuar así.
—Ya entiendo, claro. Debió ser algo muy fuerte para ti esas primeras experiencias.
—Imagínate, pajeando a mi hijo con esa edad. Cualquiera pensaría que era una degenerada.
—Está claro, pero lo rico que os lo pasabais los dos, no os lo quitaba nadie.
—Desde luego, pero mi hijo se convirtió en un “niño pajero”, que me perseguía por toda la casa muy excitado para que lo hiciéramos otra vez, así que alguna vez le dejaba darme alguna chupadita a las tetas sin que nos viera su padre.
—Vaya con el crío, no era tonto, jaja.
—Ya ves. Cuando estaba en la ducha o en mi habitación cambiándome de ropa, allí estaba él, mirándome y haciéndose la paja viendo mi cuerpo desnudo. Yo también empecé a comérsela a él en esos años y el líquido que soltaba era lo más rico que probé en mi vida.
—¡Uuufff! Eso tendría que ser muy morboso para tí…..
—Pues sí, pero él todavía no me había visto la raja del coño bien abierta, así que un día que ya no pude más de excitación al verle allí, me senté en la cama con las piernas abiertas para que viera bien eso que tanto deseaba. Al verme así, se le pusieron los ojos como platos, temblando todo su cuerpo, por lo que le acerqué a mí y le abracé. Luego llevé su mano a mi coño para que me lo tocara y metiera los dedos, para que disfrutara de él y bueno, me hiciera disfrutar a mi también, jeje..
—¡Wooww!, me estás poniendo cachonda, Magda, jaja.
—En ese momento yo ya estaba toda empapada de la excitación y le pregunté si quería comerme el coño.
—Estaría deseándolo.
—Él se sorprendió, porque no sabía muy bien como se hacía eso, pero en seguida me dijo que sí y se amorró a mi coño, llevándome al séptimo cielo con su lengua entrando y saliendo de mi vagina, hasta el punto de que me hizo correrme como una loca. A partir de eso, nuestras sesiones de sexo se hicieron más intensas, pero sin que todavía hubiésemos llegado a follar, hasta que un día mi marido me dijo que tenía que ir a un viaje y no dormiría en casa. Cuando ya estaba en la cama, el crío entró en la habitación porque quería dormir conmigo.
—¿Le dejaste?
—Con 11 años, yo ya no le veía como un niño, después de las veces que nos habíamos corrido juntos, aunque para cualquier madre, con esa edad siguen siendo “sus niños”, pero le dije que sí, que se metiera en la cama, sin saber lo que iba a pasar, pero me lo temía, jaja.
—Ya supongo. La calentura sería máxima.
—Total. Yo sentía su pollita dura en mis nalgas, pero necesitaba gozarla más, así que me bajé las bragas y también a él, el pantalón del pijama, por lo que ahora el contacto era pleno y cuando ya no pude aguantarme más, me di la vuelta y le puse encima de mí. Estaba como enloquecida y le dije que me follara y me la metiera bien dentro. El pobre, como era la primera vez que me la metía, se corrió muy pronto y aunque le pedí que no me lo echara dentro, que la sacara y me lo echara en la boca, no se pudo aguantar y se corrió dentro de mí como un angelito, y me dijo que lo sentía.
—Jaja, que gracioso.
—Pues verás. Le dije que si me preñaba, su padre tendría otro hijo y él, un hermanito, pero le pregunté si prefería niña o niño, y él, con mucha sinceridad, me dijo que prefería que fuera una niña porque así podría jugar con ella como conmigo y yo le contesté que eso no podía ser, que nos íbamos a condenar, pero él me desarmó totalmente al decirme que si nosotros éramos felices, no podía ser algo malo lo que hacíamos.
—Que niño más rico tienes, que perversidad más tierna.
—Pues sí, tenía toda la razón. Yo creo que el sexo le ha hecho muy maduro para su edad.
—Pero tu marido al final acabó enterándose de todo eso que hacíais.
—Más que enterarse fue a raíz de una conversación que tuvimos sobre una experiencia swinger que habíamos tenido. Hablamos sobre las relaciones familiares que tenían otras parejas con las que estábamos, que también incluían a sus hijos en sus relaciones y él me preguntó si me parecía bien que iniciara a la niña. Yo me quedé sin saber que decirle, pero tuve que acabar reconociéndole que yo ya había iniciado a nuestro hijo mayor y que si a él le atraía hacerlo con la cría, yo no podría oponerme.
—¿Se esperaba tu marido que reaccionaras así?
—No, se quedó muy sorprendido, pero no se atrevió a reprocharme nada, porque él estaba deseando tener vía libre para disfrutar de nuestra hija también.
—Bueno, como todos, jaja. Pocos se resisten a la tentación.
Después de esta nueva conversación de confesiones y confidencias, empezó nuevamente la diversión. Las opciones eran múltiples y para todos los gustos, así que yo pude probar al hijo de Magda, mi marido a su hermana y los demás alternándose con todos, disfrutando nuevamente de una noche inolvidable en la casa de los familiares de mi marido.
Otra obra maestra. soy afortunados de poder disfrutar estás novelas cortas, lo malo es que te deja con ganas de tener mujer e hijas, ni que decir con unas ganas locas de leer más.
Saludos!
Magistral historia. Eres la mejor…, sobre todo en «temas familiares», aunque en los demás, también. Tu forma de contarlo… y tu magnífica ortografía aumentan las ganas de esperar el relato próximo, vamos… que creas adicción… y lo sabes, querida. Eso si…, te resistes a mencionar las edades de las criaturas …, aunque eso es algo que se te puede «perdonar»; el fin justifica los medios, se podría convenir. Tampoco te explayas en las relaciones gays y poco en las bisex…, pero serías perfecta, si eso se diese. No obstante, la esperanza es lo último que se pierde. Aplaudo que continues aumentando los diálogos…, eso es morbo añadido. Seguiré disfrutando de tus maravillosas creaciones, GRACIAS, VERONICCA. Un abrazo.
Excelente historia es excitante saber que la familia tiene relaciones entre si y después se comparten con otros familiares, me encanta la manera de contar estas historias espero leer más de tu autoría y de otros relatos de familias que me pongan cachondo
Saludos