Un error no tan desafortunado. Parte II (FINAL)
Seguimos disfrutando del camping nudista, ahora explorando nuevas sensaciones..
Un error no tan desafortunado. Parte II
Tomamos nuestro desayuno en la terraza de madera sombreada del bungalow.
Cuando las nenitas holandesas salieron por turno, toalla en mano, seguidas de su papi con la polla fofa, nos saludaron alegres.
– Parece que tienen semen en la punta de la nariz…, rió Sara.
– ¡Tuvieron que mamar sela su papi para desayunar! Julia supuso.
– Probablemente por eso no tiene erecion matutina, como yo…, confirmé.
– Se puede arreglar, papá, se rió entre dientes mi hija, que se metió debajo de la mesa, en cuanto nuestros vecinos se fueron a la playa a darse un baño de mar matutino.
Mientras Sara se ocupaba de mi polla, Julia agarró uno de los croisants que compré en la tienda del camping mientras las pequeñas aún dormían. Se lo pasó por encima de su jugoso coño y me entregó la mitad, mientras tragaba su mano.
– ¿Quieres un croissant, Sara, o te conformas con la polla del tío para desayunar?
– ¡Dame un croissant, tengo mucha hambre! respondió mi hija, quien tomó mi polla babeante en su pequeña mano mientras mordía el pastel.
– ¡Puaj, hay uno de tus pelos en la media luna, Julia, eso es repugnante! ella se quejó
– ¿Estas seguro que no es un poco de tu padre?
– Pues no, el pelo es castaño, mientras que los de papá son todos negros!!
Una vez satisfecha, Sara reanudó su sexo oral. Eyaculé sin previo aviso en su boca. No se inmutó y se tragó todo el jugo, que escupió con una mirada traviesa sobre el jugoso medio melocotón que Julia acababa de poner en su plato. La zorra tragó con avidez la fruta cremosa.
– En la escuela, teníamos lecciones de nutrición: ¡la maestra dijo que teníamos que comer muchas proteínas para el desayuno! Por lo tanto, las vacaciones naturistas iban bien. Por la noche, me divertia con los coñitos aterciopelados de las niñas, que devoraban mi polla como agradecimiento.
Durante el día, se entretenían dando vueltas sobre los chicos desnudos en la playa, en particular los dos jóvenes que conocieron el primer día, cuyas colitas se empinaron de inmediato en presencia de mi hija y mi sobrina. La tercera tarde de nuestra presencia en el campamento, noté que los dos chicos de nombre Julio y Rachid, un poco más lejos en la playa, acariciaban los senos de Sara y Julia respectivamente, quienes reían de satisfacción.
Fui a la tienda a comprar urgentemente algunos condones extra pequeños, así como una caja de Super King Size para mí, en caso de que se presentara una oportunidad, aunque mis reservas de semen estaban dañadas, no las estaba persiguiendo particularmente. aventuras
Los primeros los dejé en la mesa del salón del bungalow, de donde desaparecieron esa misma tarde… sin comentario alguno , una vez en la cama, traté de deslizar la punta de mi dedo índice entre los labios de sus vulvas esponjosas, para asegurarme de que las chicas pudieran meterse la polla de sus pretendientes sin demasiado problema. Julia me confirmó que ya había sido manoseada copiosamente por mi cuñado. En cuanto a Sara, sus amigas lesbianas hacía tiempo que suavizaban su himen. Tranquilizada por la elasticidad de sus jóvenes coños, las hice correrse chupando sus clítoris, antes de que me hicieran correrme chupándome con dos bocas a mi .
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No vi a las niñas durante la mayor parte del día siguiente, todas ocupadas como estaban en sus romances con los galanes. A última hora de la tarde, Julia vino a reunirse conmigo en la playa, latas de Coca-Cola en la mano:
– Vamos, tío…, me dijo con cara de cómplice. ¡Tengo una linda sorpresa para ti! Seguí a la conspiradora con el trasero desnudo detrás de las rocas que aislaban la playa principal de una pequeña cala, donde los otros tres se dedicaban a follar sin freno. ¡Julio se follabaa mi amorcito al estilo perrito, mientras ella chupaba la polla circuncidada de Rachid!
Julia me dejó en la estacada con mi polla dolorosamente empinada, y se unió a su prima y sus amigos a quienes distribuyó las latas, que aceptaron con gratitud, ya que sus actividades lascivas bajo el sol abrasador obviamente les habían dado sed.
Tan pronto como la polla de Rachid fue abandonada por Sara, su prima se puso a cuatro patas a su lado para ser follada también enérgicamente. Escondido detrás de la roca, me mastubraba, emocionado de ver el coño de mi ángel de doce años y medio penetrada por una polla convenientemente rematada con un condón que, por pequeño que fuera, no era menos seguro.
Mi hija disfrutaba visiblemente del polvazo que le estaban echando, se retorcía por detrás y chillaba como un ratoncito que se corre.
Julia no fue la excepción y no menos ruidosa que su prima. Sin duda se podía escuchar a los amantes de la playa principal, a lo que nadie se opuso, sin embargo, ya que la pequeña cala es conocida por albergar las travesuras de los niños naturistas del camping. Los chicos gimieron a su vez, vaciando sus testículos en diminutas vaginas afortunadamente protegidas por una fina capa de látex.
Eyaculé también, mordiéndome los labios para no revelar mi presencia a los dos pequeños, mientras mi semen se elevaba hacia el cielo azul.
Los desvirgados volvían por la tarde a tomar algo en la terraza del bungalow, el aire de la nada. Con un guiño de complicidad a Juju, dupliqué su dosis habitual de alcohol, considerando que ahora eran niñas adultas.
Sara no hizo ningún comentario y se bebió como si nada le hubiera pasado a su whisky doble.
Descansando casualmente el muslo derecho en el brazo de su silla de plástico blanco, me dio una vista sin obstrucciones de su vulva esponjosa, cuyos labios obviamente estaban menos cerrados que la misma mañana.
Julia imitó a su prima, exponiendo su coñito entreabierto a su vez.
– Sabes papá, Julia ya no es virgen… dijo mi hija con la voz un poco pastosa por el alcohol.
¡Deberías aprovechar la oportunidad para acostarte con ella! Sin preocuparse por el vecindario, incluido el holandés de manos errantes que abusaba de sus propios binoculares, mal colocados para darnos una lección, mi sobrina acariciaba descuidadamente su coño, cuyos labios relucientes de humedad se abrían.
– ¡Mi polla es mucho más grande que la de tu Rashid! Le advertí al adolescente.
– ¡No hay problema! ¡Estoy tan mojada por dentro que se va a meter sola! ella me tranquilizó.
Planeado nuestro coito incestuoso, les di dinero a las chicas para que fueran a comprar pizzas al restaurante del camping, no pudiendo salir decentemente con mi polla espectacularmente erecta.
– Yo ya no soy virgen tampoco…, me susurró Sara al oído mientras se iba, acariciándome la cola en el camino.
– Me doy cuenta, cariño…, respondí, deslizando mi dedo índice entre sus muslos, cuya primera falange deslicé en su coño desflorado, no menos húmedo que el de su prima. Mi polla no se deshincho en todo el tiempo que esperaron a que el pizzero preparara el pedido. Con mucho gusto me hubiera follado a mi joven sobrina tan pronto como regresó, pero nuestros estómagos estaban gritando, la razón prevaleció y pospuse hasta un poco más tarde el alivio de mi dolorida polla.
– ¡Es genial tener sexo contigo, tío! la joven se regodeó de antemano, con la boca llena de su pizza margarta. ¡No puedo esperar para decirle a mamá y papá!
– ¡Yo también, quiero que el tío Hervé me folle, en cuanto volvamos a París!
¿Estarás bien papá? preguntó Sara.
– ¡Claro, mi ángel!
– ¡Se puede follar a mami durante este tiempo! sugirió Julia eufóricamente, empujando hacia fuera la inocencia y buscando los límites de mis deseos incestuosos. Tragadas nuestras pizzas, volvimos al bungalow. Mientras luchaba por abrir la caja de condones King Size con un plástico recalcitrante, mi sobrina se sentó en el sofá a cuatro patas, con los muslos separados y la espalda arqueada. Sara lamió su entrepierna por un momento antes de dejarme el lugar una vez que el condón estaba en su lugar.
– ¡¡Maldita sea, Julia, qué apretada estás!! exclamé, mi polla deliciosamente apretada por la diminuta vagina. Mientras penetraba a la radiante adolescente sin debilidad, Sara arrodillada junto a su prima comenzó a sonreir tontamente, meneándose desde atrás:
– Yo también, lo quiero, papá… ¡Por favor, metemela! En el punto donde estaba… ¡Hace mucho tiempo que mi polla se había apoderado de mi cerebro! Me deslicé en el chochito de mi hija, que no tendría ni trece años, incluso más estrecho que el de mi sobrina, si eso fuera posible… Me alternaba en las vaginas de las dos niñas, encantada con el giro inesperado de sus vacaciones familiares. Cuando se hubieron saciado, me quité el condón para rociarles la cara. Tomo mi celular para inmortalizar a las chicas saciadas de placer y pegajosas de semen.
– Tío, mándale la foto al movil de papá, le va a dar dolor de cabeza ver como amamos nuestras vacaciones en camping!! sugirió Julia.
Le envié la escabrosa instantánea a mi campesino sureño. Se lo debía: después de todo, fueron él y mi hermana quienes primero rompieron el tabú incestuoso al involucrar a Juju en su acto amoroso.
¡No puedo esperar a verlo follar a su propia hija, mientras que yo me follaré a la mía y a mi hermana!
– Papá, todavía quiero…, gimió Sara, después de haber lamido mi esperma que manchó sus labios.
– Pfff… Realmente no hay descanso en las vacaciones con vosotras chicas…, fingí arrepentirme muy hipócritamente, mientras toqueteaba los voluptuosos culos de las dos nenas.
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