Un favor a mi prima.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por asdfdsa.
No daré tanta introducción, pero explicaré a detalle el acto.
Hola, me llamo José, soy de Venezuela, tengo 21 años y esto ocurrió hace un año exactamente. Los protagonistas de esta historia somos mi prima Cristina y yo. Nos describiré: Comenzando con ella; mi prima cristina tenía 17 años cuando pasó, es pequeña, de 1.59 de altura, usa el cabello ondulado y de color negro a mitad de la espalda, es de tez blanca (igual que toda mi familia por parte de mi padre), con ojos azules, y una boquita canosa que provoca… Es bastante delicada la verdad. Tiene unas tetas brutales, perfectas para su tamaño, no son ni muy pequeñas, ni muy grandes como para caerse, son firmes y de abdomen plano por sus ejercicios. Tiene un culo redondo, como para morderlo el día entero y es de piernas gruesas pero torneadas. Yo por otro lado, tenía 20, mido 1.71 m de altura, soy de contextura normal, un poco rellenito, no mucho, de piel morena (por pate de mi madre) y mi pene mide unos 17 cm, nada del otro mundo, pero es bastante grueso, más en la cabeza.
Justo acaba mis clases del día y me fui a hacer unas diligencias. Se me hizo realmente tarde y por cuestiones del transporte tuve que dirigirme a casa de abuela pues la ruta de mi casa ya no trabajaba por la hora. Al llegar lo primero que hice, después de saludar a mi abuela quien me explicó que todos habían ido al cine menos mi prima Cristina, fue ir a darme una ducha pues estaba cansado y lo que quería era relajarme lo antes posible, así que decidí saluda a mi prima luego. En fin, al terminar de tomar mi ducha, me dirigí al cuarto de mi prima ya que sabía que no había más nadie en casa. Iba sin imaginarme la sorpresa que me encontrará al llegar al cuarto de Cristina. Al acercarme a la puerta podían oírse gemidos y eso me llamó la atención, no toqué la puerta y me acerqué un poco más para ver que se oía porque el sonido era bajo. Al acercarme, sólo confirmé lo que había oído al principio, si se escuchaban gemidos, en un principio sólo me reí pensando “Eres una pícara Cristina, te dejan sola y ahí te pones a ver porno”, así que decidí entrar y darle un pequeño susto.
Esa puerta tenía la cerradura mala, por lo que no cerraba con llave, pero para abrir tenía juego, así que si no era cuidados tendría tiempo de ocultar todo, por suerte para mi, sabía la maña y logré entrar de forma tal que ella no notó mi presencia hasta que ya estaba justo a su lado, estaba viendo una porno donde dos teens (una rubia y una redhead), muy lindas las dos, eran salvajemente penetradas por un sujeto musculoso y muy bien dotado de verga (típico de las porno). Claro, ya yo sabía que ella estaba viendo porno, mi sorpresa fue que al verla a ella estaba en ropa interior con su mano dentro de la tanga, estaba masturbándose y estaba roja como un tómate. Al verme se asustó muchísimo, sacó sus mano de ahí y de un brinco quedó de pie tratando de taparse.
C: José, ¿Qué haces aquí?
No podía dejar de verla de arriba abajo, lucía un conjunto de color rojo, que sólo eran el corpiño y la tanga, muy bonito por cierto, juvenil y a ella le quedaba de maravilla, me la estaba comiendo con la vista. Intenté disimular.
J: Llegué hace un momento, venía a saludarte, no sabía que hacías esto.
C: ¿Por qué no tocaste?
J: ¿Cuándo lo hemos hecho? En verdad no me imaginé que hicieras este tipo de cosas.
C: No le digas a nadie por favor, nadie debe de saber esto que acabas de ver.
La verdad yo estaba caliente de semejante escena y de tenerla ahí frente a mí.
C: ¿Qué dices? ¿Guardarás mi secreto? Si se enteran de esto me matan, nadie puedo saberlo. Tú sabes como son mis padres. Ni siquiera un novio me han dejado tener, si se enteran de esto me iría mal.
Ahí mi cara cambió y una idea maliciosa vino a mi mente y me límite a decir:
J: No lo sé prima, tú misma lo haz dicho, sabes como son mis tíos, imagina si se enteran de esto y que no dije nada, seguro pensaran mal. Debo decirles para que todo sea mejor
La verdad ninguna intención de decirlo, sólo quería ver hasta dónde podía llegar.
C: No no, por favor primo, sabes que esto es lo más cerca que puedo estar del sexo, si lo dices me castigarán y me quitarán mi laptop y mi teléfono.
Eso hizo que me calentara un poco más pues tenía a mi prima semi desnuda delante de mí, rogando, y además confesándome que quería sexo y no podía tenerlo, para mi eso sólo quería decir que estaba muriendo de ganas por hacerlo.
J: Pero es que me estoy arriesgando demasiado, es un favor muy grande, ¿No crees?
C: Haré cualquier cosa, José, de verdad, te haré el favor que me pidas. Tú sólo dime qué y lo tendrás.
Eso me causaba morbo, oírla decir eso. Ya de verdad que en mi cara no podía ocultarlo más, la veía con cara de deseo y con una sonrisa le dije…
J: No lo sé prima, no se me ocurre nada, dime tú que podríamos hacer para olvidar esto.
Ella captó en el acto y sonrió también, su cara ya no era de miedo, era de puta deseosa y bajando sus brazos dejó a un lado su intento de taparse, y respondió acercándose a mí:
C: Pues termina de cerrar la puerta y vamos a ver a que acuerdo mutuo podemos llegar.
Me besó y mordió mi labio, mientras su mano derecha la llevó hasta mi short apretando mi bulto, yo obviamente ya estaba más que duro y al sentirlo dijo:
C: Pudiste haber empezado por acá y evitarme el susto, ¿No crees?
Estaba sorprendido de lo que pasaba, sólo por el hecho de que yo que tenía toda la vida compartiendo con Cristina, nunca la había visto así, siempre era tan delicada, tan dulce, casi con una inocencia única. Y ahora, ahora era todo lo opuesto a eso.
Le devolví el beso que me dio al principio y mientras la besaba la cargué y la llevé hasta la cama, ahí la acosté y yo a un lado, postre mi mano sobre su vientre y mientras jugaba allí con mi mano, no paraba de besarla.
J: Que rico besas prima, adoro tus labios, ¿Cómo es que besas así si se supone que soy el primer hombre con quien estás?
C: Esa es tu respuesta primito, eres mi primer hombre… – Sonrió dejando lo demás a mi imaginación.
Sólo pude pensar en que era producto de tantas pijamadas con sus amigas. Seguí besándola y subiendo mi mano hasta su pecho, apretaba sus tetas, eran mejores de lo que había imaginado. No podía dejar de hacerlo, pasé mi mano hasta su espalda y solté el broche para poder desprenderla de la prenda intima. Ahora que tenía esas tetas totalmente a mi disposición, comencé a bajar besando primero su cuello hasta llegar a ellas. Mientras apresaba uno de sus pezones con mi boca, parecía que iba a arrancar el otro con la mano…
C: Ummm si, así primo, son todas tuyas!
Alternaba chupando una y luego la otra, las apretaba, chupaba fuerte sus pezones para luego pasarles la lengua en forma circular y ella gemía, me di un festín con ellas y cuando creí que era suficiente, subí una vez más a su boca y nos fundimos en un beso lleno de pasión, nuestras lenguas entrelazadas luchaban por recorrer la boca del otro y yo con mi mano que estaba posada en la parte trasera de cabeza fui bajando mientras acariciaba su cuerpo. Primero su cuello, llegando a su pecho, pasando por el medio de ese par de montañas con picos erectos, luego su suave abdomen, pase por su vientre y finalmente encontré su tanga. Instintivamente abrió las piernas y yo agradecí su ayuda terminando de llegar a su concha. A pesar de seguir besándonos, no té lo mojada que ella estaba, y ahí comencé a “masajear” su vagina… “Que rico José, que rico me tocas, sigue así” y mientras decía eso mordí su labio en venganza y dio un pequeño grito de dolor y placer. Metí mi mano por dentro de la tanga que aún tenía pues y comencé a chupar sus tetas nuevamente, mis dedos jugaba con su clítoris mientras daba pequeños mordiscos a sus pezones y ella enloquecía de placer.
Quería que me la mamara, pero no quise interrumpirla, se veía demasiado excitada, realmente lo estaba disfrutando. Quité la única prenda de ropa que aún poseía e inicié nuevamente el camino tomado por mi mano, pero esta vez con mi lengua, cuando llegué a mi destino pasé la lengua desde la entrada de su raja hasta dónde debía de estar el ausente bello púbico (estaba depilada). Eso hizo que se estremeciera y ya luego me concentré en comerme su virginal coño, trataba de meter mi lengua lo más posible dentro de su vagina y allí la movía lo más rápido que podía, mientras que mi pulgar seguía masajeando el clítoris. Chupaba sus labios vaginales, cuando comencé a hacerlo con el clítoris, encorvó la espalda y apretó mi cabello, vi su cara y tenía los ojos cerrados, moví mi lengua lo más rápido que pude.
C: Si, siiii, siiiiiiiii así, más rápido, más rápido por favor, ohhhhhhhh
Y estalló en un orgasmo que le hizo temblar sus piernas. Mientras seguía con su orgasmo pensé que era el momento de introducir al menos un dedo, así sería más fácil para ella. Empujé y así fue, mi dedo entró y aunque sentí como debí hacer un poco más de fuerza al llegar a su himen, para ella no hubo dolor en ese momento, sino que seguía gozando, después de todo, con lo mojada que estaba y a mitad de su orgasmo no se había dado cuenta. Aun siendo un dedo estaba apretada. Yo seguía haciendo mi mejor esfuerzo en ese oral, pero ahora la penetraba con mi dedo medio. Luego de un rato le pregunté.
J: ¿Estás lista?
C: Si, hazme tuya, penétrame de una vez, quiero saber que se siente, te quiero sentir dentro de mi.
Estaba mucho más colorada de cuando la vi al principio en su silla. Me paré entre sus piernas y acomodé mi cabeza en toda la entrada de su cuevita. Intenté empujar, pero aún sentía dolor, froté mi verga de arriba abajo para seguir calentándola y ella me decía que se la metiera. Así que lo volví a intentar por segunda vez, me acomodé en la entrada y empuje, esta vez logré hacer que entrara gran parte de la cabeza, ella se quejaba un poco, pero me pedía que siguiera, coloqué mis brazos en la cama y me acerqué para besarla y mientras lo hacía volví a empujar otro poco y sentí como terminó de entrar la cabeza y se terminó de romper su himen, ella dio un grito ahogado de dolor, mordió sus labios y volvió a besar, yo estuve inmóvil por un rato para que pasara un poco su dolor y cuando noté que me besaba con pasión nuevamente, comencé a moverme poco a poco. Primero sólo podía meter hasta la mitad, pero ahí seguía, ella ya comenzaba a disfrutar y yo aumentaba el ritmo con el que la penetraba, ya después de un rato la estaba bombeando como yo quería y ella sólo disfrutaba y gemía, yo la besaba, besaba sus tetas.
Me levanté y le dije que se parara, casi no tenía fuerza en las piernas, pero hice que se pusiera en cuatro, la vista de su espalda arqueada con su cabello negro encima y el despampanante culo en popa frente a mi me parecía simplemente hermosa. Acomodé mi pene de nuevo en su entrada y esta vez lo deslicé suavemente hasta que vi que había desaparecido por completo. Comencé a bombear desde allí atrás y una vez alcanzada la velocidad deseada, solté su cintura para pasar mi mano hasta su clítoris y ahí lo masajeaba nuevamente, al poco tiempo de estar en esa posición ella se volvió a venir en un orgasmo, no aguantó y cayó tendida en la cama, estaba exhausta. Acostada boca abajo, tomé una de las almohadas y la acomodé debajo de su vientre, una vez ya estaba lista seguí en lo mío con ella ahí acostada con las piernas cerradas, sólo la veía apretar y morder las sabanas. Sentía que estaba a punto de estallar y obviamente no lo haría dentro de ella, así que aceleré y cuando sentí que no podía más lo saqué y acabé sobre sus nalgas blancas y su espalda, caí tendido a su lado y ella se levantó un poco para darme un último beso. Le pedí que me limpiara el pene y así lo hizo, me dijo que imitaba a las porno que veía y yo sólo me decía a mi mismo que mi prima veía las mejores porno jajajajaja la dejó limpiecita y dio un beso a la punta, se acostó a mi lado y nos quedamos así por un rato antes de acomodar todo para esperar a que llegaran los demás.
Desde ese día ya tenemos un año y tres meses de nuestros encuentros a escondidas. Espero que les haya gustado, disculpen lo largo, pero quería detallar la maravillosa experiencia que fue desvirgar a mi prima Cristina.
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