UN JUEGO DE CARTAS EROTICO CON MAMA
Pero para ponerle un poco de emoción le propuse que jugáramos con dinero y ella trajo sus ahorros y yo los míos. Y desde un comienzo la suerte estaba del lado de ella y yo ya había perdido mas de la mitad de mis ahorros, ella sonreí muy entusiasmada .
Nuestra familia estaba conformada por mi padre, mi madre y otros dos hermanos, debo reconocer que yo siempre fui el consentido de mi madre, pero en realidad yo era muy especial con ella, particularmente cuando me padre la trataba fuerte injustamente. Así fue que, en un fin de semana, viajaríamos de paseo fuera de la ciudad, pero en la noche del viernes mis padres tuvieron una fuerte discusión y mi madre al día siguiente dijo que no iba. Al final se fueron mi padre y mis dos hermanos y yo decidí quedarme acompañando a mama.
La mañana estaba tormentosa, todo el día lluvioso, por eso me dedique a hacer los trabajos de mi estudio y en la noche estaba libre pero no tenia ningún programa con amigos.
Como mi mama había pasado el día muy triste se me ocurrió buscar la forma de animarla y le propuse varias cosas entre ellas, ver una película escuchar música y finalmente le propuse jugar cartas y esto le llamo la atención.
Para animar la noche sin consultarle previamente serví dos tequilas y le dije esto es para calentarnos un poco porque el día ha estado fatal. Ella no puso objeción y se lo bebió. Luego traje la baraja de naipes y le dije que jugáramos póker, ella dijo que no sabía. Entonces le explique, le dije que era muy sencillo y comenzamos a jugar.
Pero para ponerle un poco de emoción le propuse que jugáramos con dinero y ella trajo sus ahorros y yo los míos. Y desde un comienzo la suerte estaba del lado de ella y yo ya había perdido mas de la mitad de mis ahorros, ella sonreí muy entusiasmada y hasta se levanto a servir otras dos copas de licor y siguió el juego. Definitivamente no era mi noche no paraba de perder, pero de pronto mi suerte cambio y poco a poco me fui recuperando. Ahora el animado era yo por eso mientras ella barajaba traje un nuevo par de copas. Las bebimos y continuamos la partida.
Y así pasamos varias veces que ella ganaba unas y otras yo, y el dinero iba y venia hasta que nos dio la media noche y en medio del juego ya nos habíamos tomados varias copas de manera que los dos estábamos muy alegres, hacíamos como nunca comentarios picantes y nos burlábamos del que estuviera en mala racha perdiendo, pero cuando llegaba la revancha venia el desquite. A media noche la verdad estábamos bastante alicorados y vino para mi una suerte loca al punto que termine ganándole todo el dinero a mama. La verdad yo pensaba que al terminar se lo devolvería era solo la emoción del juego y nada más.
Como ella quería desquitarse y no tenia con que apostar le propuse que apostáramos prendas, ella le ponía el precio y como yo tenía dinero le pagaba, o ella se quitaba la prenda que conveniamos. Pero definitivamente la suerte estaba conmigo y terminamos jugando solo prendas, el licor ayudaba a que lo hiciéramos.
Mi madre al perder, se quitaba los zapatos, las medias, las pulseras y cosas no representativas pero llego el momento en que yo perdí mi camiseta, quede con el torso desnudo, luego fue ella y yo le pedí que fuera su blusa, mas tarde yo perdí mi pantalón y ella llego el momento que debió perder su falda, al quitársela pude ver su hermoso cuerpo solo cubierto por su sujetador y su panty que por demás era muy sensual.
En ese momento en que los dos solo teníamos encima la ropa interior ella propuso que termináramos el juego, entonces yo le hice bromas que no era valiente en el juego y demás, y le propuse, jugar todo lo que le había ganado a cambio de su ropa interior.
Ella se quedo pensándolo y mientras tanto traje otras dos copas y al regresar me dijo… Creo que ya pasaron las doce y ahora si voy a ganar. Bebimos nuestras copas le pedí que ella barajara las cartas y comenzamos poniéndole mucho suspenso a cada carta que se jugaba. La verdad que en esos minutos ver a mi madre semidesnuda me estaba produciendo una erección tremenda que trataba de disimular.
Por los efectos del alcohol la veía guapa, como una mujer muy atractiva. La verdad es que sus pechos y sus piernas dejaban volar la imaginación, aunque fuese mi madre.
No espere que ella aceptase mi propuesta, pero con sólo intentarlo nada perdía. Y supongo que el estado de semiembriaguez le hizo dudar inicialmente para posteriormente aceptar.
Teníamos cada uno las cartas en la mano. Mamá, que había seguido bebiendo compulsivamente aceptó. Le tendí la mano en señal de acuerdo y nos dimos un apretón.
Mis cartas en la primera mano eran regulares. Tenía jotas, damas y rey del mismo palo, pero ni tan siquiera una pareja. Me arriesgué y pedí dos cartas. Mamá hizo lo mismo, y dado que su forma de jugar era tremendamente simple, imaginé que tendría un trío. Sólo un milagro podría hacer que ganase esa mano.
Al recibir las dos cartas el milagro que esperaba se produjo. Mi madre sonrió, por lo que supuse que su juego también sería bueno, seguramente un póker, pero si todo pasaba como había previsto, yo habría ganado la última y definitiva partida.
Tengo un póker de nueves. – Dijo mamá con aire triunfal.
Es una buena mano, – Respondí en tono serio, haciendo que mamá pensase que había ganado. – Pero siempre, una escalera de color, supera a un póker.
Mi madre quedó dudando. Meditaba si había perdido. Hasta llegó a sacar su móvil para comprobar el valor de cada una de las jugadas en el póker. Al final se dio por vencida y entendió que había perdido.
¿Lo dejamos aquí? – Preguntó de forma inocente.
No. He ganado. De momento tienes que desnudarte.
Pero soy tu madre. – Respondió.
También lo eras cuando has decidido que jugásemos esta última apuesta.
Bebió compulsivamente la copa que tenía a mano, que estaba completamente llena. Después respiró hondo y se quedó mirándome fijamente.
Se giró para desabrochar el sujetador y sacarlo por detrás. Después se levantó ligeramente y se quitó las bragas. Lo hizo de manera muy natural, sin protestar y sin cubrirse.
Sé que tengo que pasar la prueba, pero no te pases, eh. Soy tu madre.
En esos momentos no pensaba en mi madre, si no en una mujer de diez, madura pero perfectamente proporcionada, con unas tetas impresionantes, y un culo que deseaba ver y explorar.
Mamá. Gírate y date un poco la vuelta. Quiero ver tu culito. Es precioso. No entiendo como papá pudo dejarte. Estás buenísima. Quiero que te pongas a cuatro patas en el sofá.
Al darme la espalda y notar mis miradas de deseo, quiso taparlo, pero le dije que no podía, que era la prueba que tenía que pasar. De nuevo obedeció. No conocía a mi madre. Pensé que en cuanto hubiera tenido que desnudarse, habría roto el compromiso, pero no sólo no era así, si no que estaba obedeciendo en todo lo que le decía.
Voy a sacarte una foto, mamá.
Qué dices¡¡¡ Estás loco?
Tápate la cara, nadie sabrá que eres tú. Nadie va a pensar que he hecho una foto a mi madre.
Tuve la sensación que empezaba a estar excitada. El alcohol no sería suficiente, ya que no estaba completamente borracha, si no tan sólo un poco bebida. El caso, es que una vez más me sorprendió. Se cubrió la cara y dejó que fotografiarse su hermoso trasero.
Después de la foto le pedí que se quedara así. Agarré sus muslos y los separé ligeramente, quedando con las rodillas semiabiertas encima del sofá de cuero en el que estábamos. Seguía completamente alucinado que mi madre siguiese aceptando todo lo que le iba proponiendo.
Voy a tocarte. – Advertí con ciertas dudas sobre sus reticencias.
No respondió nada, tan sólo apoyó sus codos sobre el respaldo del sillón, como claro signo de aprobación y resignación. Al pasar mis dedos sobre su vagina noté que estaba completamente empapada. En ese momento supe que podría consumar totalmente lo que habíamos empezado como un juego.
Agarré a mamá por encima de las rodillas y llevé mi lengua a su sexo. Notaba su excitación que mojaba mi lengua, desplazándose totalmente lubricada. Ella, con vergüenza, se tapaba la cara con su mano.
Empecé a tocar sus piernas, rodillas, muslos, hasta llegar a sus pechos. Los pellizqué y ella gimió, haciéndome entender que estaba tan excitada como mostraba su sexo.
Comencé a rozar su clítoris con un dedo y luego introduje un par en su vagina. Comencé a meterlos y sacarlos con delicadeza, mientras gemía como poseída. No le miraba la cara y olvidaba que era la mujer que me había parido, tan sólo notaba y sentía que tenía enfrente de mi a una hembra preciosa.
Mi calentón era enorme. Tan sólo imaginaba en penetrarla, en hacerla mía. Fue cuando ella lo dijo.
Pablo, cariño. No resisto más hazme tuya. Fóllame como quieras.
Pero como yo deseaba disfrutar sin afán aquel momento único, le separé las piernas y me zambullí en su sexo y mi lengua comenzó a recorrer todos los rincones de su vértice. Ella gemía como una endemoniada y de pronto me dijo… No más, quiero tenerte dentro de mí.
Estaba deseando oírlo. Si no hubiera sido ella quien estaba allí, llevaría follándola ya una hora. Ahora era mi turno. Tomé mi polla y la rocé por todas sus zonas erógenas. La oí gemir y respirar agitadamente.
Ella me miraba mientras acerque mi pene hasta su vagina.
Así hijo, así. Métela así. Vuélveme loca.
Sin duda lo estaba haciendo, estaba desatada. Hacía lo que me pedía. La llevaba a su ritmo. Me pedía más fuerte, más adentro mientras mi excitación iba aumentando a la vez que la suya.
Ella me decía todo con voz fuerte. En todos los años, jamás la oí hablar así, aunque en muchas noches supe que estaban manteniendo relaciones, pero se comportaba como toda una dama, ahora parecía una jovencita salida de control.
Mi madre se recostó contra el espaldar del sofá. Se tapo la cara, tal vez avergonzada de sus gemidos, que a ella misma le debían sorprender. Por mi parte seguía tan empalmado que no podía dejar de meter y sacar mi verga de su concha tremendamente lubricada, lo que provocó que se retorciera sin ningún pudor.
De un golpe me apartó y se levantó para acostarse en la alfombra, mirando hacia arriba, estilo misionero. Abrió sus piernas y pude ver en todo su esplendor su coño totalmente depilado y dispuesto para mí.
Empezó a masturbarse, exponiéndose con sus piernas abiertas. Miraba sus preciosa tetas, que a pesar de sus años seguían manteniéndose firmes.
No pude evitar que mi boca nuevamente fuese a buscar su sexo. Ella se ayudaba tocándose y abriéndolo para mí. Sus piernas estaban totalmente separadas.
No aguanté demasiado sin volver a llevar mi lengua hacia su abertura, y tampoco en volver a ponerme en guardia y penetrarla nuevamente.
Al sentir mi pene dentro de ella comenzó a gemir. Ahora me parecía muy sexy. Sus hermosos pechos se mostraban desafiantes, con sus pezones como flechas. Su cuerpo erguido y tenso y sus piernas abiertas para facilitar mi acción.
Me gustaba tocar sus tetas y agarrar su cintura, mientras sus pechos cada vez me excitaban más. Por eso no pude evitarlo y me dirigí hacia ellos. Los succioné, algo que originó una reacción en mi madre, muestra de su excitación y placer.
No sabes cuanta falta me hacía esto¡¡¡
No quise contestar. No quería pensar demasiado, y sobre todo sólo quería seguir follando a la mujer tan estupenda que tenía bajo mi cuerpo.
Por su parte, creo que estaba más excitada que yo. Agarró con fuerza mi cara y metió su lengua dentro de mi boca. Me pidió que no parase, que la hiciera llegar a la locura, y a mí no me hacía falta que me animase demasiado.
Seguí penetrándola. A veces me parecía una mujer enamorada, por como sonreía, me acariciaba o me miraba, y otras una hembra en celo que se volvía loca ante mis embestidas.
Sigue, sigue, no te pares. – Decía acercando su boca a la mía.
Me vuelves loco, estás buenísima y eres una mujer impresionante.
Recogió sus piernas hacia sus hombros, quedando su vagina a mi total disposición para una penetración más profunda. Sus manos se aferraban a mi cabeza y me besaba con total pasión.
La posición que había adoptado me permitía ver como la penetraba, y a ella también como era follada por su hijo. De repente oí como sus gritos se intensificaron y su boca no se cerraba. Sabía que estaba a punto de tener un orgasmo. Yo también estaba muy caliente, pero aún me quedaban un par de minutos de placer intenso antes de llenar su concha de semen.
Noté como se relajó y empezó a mirarme con cara seria. Yo aún estaba excitado y no quería pensar en nada más, pero viéndola sabía que estaba completamente arrepentida de lo que había pasado.
Aun así, mantuvo sus piernas abiertas y yo seguí agarrando sus pechos. No sabía si quería que dijera algo, estaba muy caliente y lo último que quería en ese momento era que me dijese que parase, pero no lo hizo.
Córrete dentro. No voy a quedar embarazada.
Tranquila mamá. – Dije, arrepintiéndome justo en el momento que hablé, por haberla llamado así.
Acaba ya, por favor¡¡¡ – Respondió mientras giraba hacia un lado la cabeza, como no queriendo ver lo que sucedía.
La mire. Estaba seria y apenada. Yo también me sentí mal. Creí que era mejor que me fuese a mi habitación y no hablarle más.
Ella se puso su ropa interior y se fue a su habitación. Fue una locura lo que sucedió, pero en el fondo yo no estaba arrepentido de nada. Todo lo que aconteció me gusto, y creo que a ella también, aunque ahora se sintiera apesadumbrada.
Me tome una última copa y, me fui a mi habitación y cuando estaba por entrar, escuche que mi madre que me llamo, me acerque y su habitación estaba a oscuras y la escuche decir… Fue una locura, pero me gusto mucho. Feliz noche hijo.
El domingo en la mañana me desperté temprano y bajé a tomar un vaso de agua y en la cocina me encontré a mi madre que estaba preparando el desayuno. Tenia puesta una bata transparente y no fue difícil adivinar que debajo no tenia nada. Me acerque a su espalda y pegando mi cuerpo al de ella la salude. Le di un beso en el cuello y le dije que estaba muy hermosa. Ella me dijo… Ojalá tu padre fuera siempre así de tierno como tú.
Ella sirvió la comida, y sentados en la mesa del comedor que tiene mesa de vidrio pude observar sus hermosas piernas, porque la bata de seda se fue deslizando hacia los lados y ella no hizo nada por volverla a su lugar. Llego el momento que su concha depilada termino apareciendo y mi erección no se hizo esperar.
No nos decíamos nada, solo nos mirábamos con cierta picardía como sabiendo los dos que vendría. Al terminar el desayuno me levente a recoger los platos y descaradamente deje que ella viera mi erección y al regresar puse mis manos sobre sus hombros y la invite a que nos bañáramos. Ella no puso objeción y a continuación disfrutamos de un baño erótico, ella me enjabonaba y yo a ella, y en medio de todo esto termine follándomela por el culo y acariciando su clítoris logre que ella disfrutara de un órgano matinal. Al terminar ella me dijo, ya regresará la familia todo debe volver a la normalidad. Hasta cuando seguirá la normalidad, no lo sé, cada día que la veo me nace el deseo de poseerla.
Muy buen relato, como detallas la situación se vuelve adictiva la lectura y muy amena. saludos
Uff que bueno que está, muy buena la historia y muy bien narrado. Es súper erótico!