Un Nuevo Mundo: Parte 4
Boquita
Habían pasado treinta minutos aproximadamente, mi verga semi erecta descansaba entre sus nalguitas mientras terminaba la parte final del último cuento
—Y colorín colorado, este cuento se ha acabado
Me inclino y le doy un besito en el cuello tomándome unos segundos para deleitarme con su aroma de bebé.
La tomo por debajo de los brazos y la levanto despacio, mientras veo su cuerpito elevándose escucho el sonidito de algo despegándose y veo como su leggin tira de la tela de mi short, como si su culito no quisiera separarse de mi verga.
Al dejarla de pie puedo ver una manchita blanca algo transparente en medio de sus nalguitas y el resto se perdía entre sus muslitos. La sola imagen de mi leche impregnada en esa tela rosa pastel que llegaba a tocar sus nalguitas color café, hizo que se me vuelva a poner como una roca, mi verga se comenzaba a endurecer en el mismo instante que vi ese culito de cuatro años.
Necesitaba hacer más cosas con esa criatura, y debía pensar en algo rápido. La tomo de las caderas y la giro hacia mí.
— ¿Te gustaron los cuentos?—pregunté acariciando sus caderitas y la punta de mis dedos llegando ligeramente a sus nalguitas
— ¡Shiii! ¡muu-cho!—responde mostrando felicidad completa
Me inclino para besar su boquita mientras acaricio sus muslitos y caderitas, cada vez que la tocaba era como acariciar una muñequita, una muñequita que me ponía la verga como ninguna otra lo había hecho antes. Sentía que podía hacer cualquier cosa con esa niña inocente, pero también sabía que debía ser cuidadoso, necesitaba que esta bebita se quedara conmigo por mucho tiempo.
Ya no quería que nuestros besos fuesen simples piquitos, sus labios pequeños pero carnositos entre los míos, los presionaba ligeramente y acariciaba con la punta de mi lengua.
Contemplaba sus ojitos mientras seguía disfrutando el sabor de sus labios, ella solo dejaba su boca quietita y sus labios separados por apenas unos milímetros, cuando repentinamente ella comenzó a cerrar sus ojitos poco a poco mientras expresaban placer.
— “¡Joder! A esta niña le está comenzando a gustar”—pensé
Los minutos pasaban, mi calentura solo aumentaba y mi verga la sentía a explotar por lo dura que me la ponía esta nena
— ¿Te gusta?—pregunto susurrando
Ella abre sus ojitos, me mira y asiente lentamente. Podía ver algo diferente en esos ojitos, era como si estuviera adormecida, pero yo sabía que a esta bebé de cuatro añitos le estaba empezando a gustar los besos, y no eran los simples besos que le daba su mamá de forma afectuosa.
—Saca tu lengua—le ordeno con voz baja pero dominante
Al instante Elizabeth obedece y vuelve a cerrar sus ojitos
Quedé admirado con esa imagen. Sus ojitos cerrados y lengua rosadita estirada, como una mascota esperando recibir su premio, podía ver sus dientecitos de leche, toda su boquita era un deleite para mis ojos, un deleite que no solo mis ojos disfrutarían, todo esto con tan solo unos segundos contemplándola.
Inmediatamente deslizo mi lengua sobre la suya, cada vez que tocaba y sentía una parte inexplorada de su cuerpito era un placer indescriptible, y ese placer solo aumentaba con cada parte de su cuerpito que tocaba o saboreaba por primera vez, sentía que esta niña se estaba convirtiendo en una droga para mí.
Le daba leves lengüetazos, cada uno produciendo una corriente de calor y placer que llegaba hasta mi cuello y pecho, posteriormente deslizo mi lengua alrededor de la suya y al instante siento como ella comienza a mover la suya, torpemente, pero lo hacía con muchos deseos de juguetear y aprender, lentos movimientos nos entrelazaban en una danza de suavidad y calidez combinándose.
Contemplando su carita y sobre todo su dócil boquita, comienzo a deslizar mis manos que sostenían sus caderas hasta llegar a sus nalguitas, dos cachetitos apetitosos perfectamente redonditos y apretaditos. Elizabeth ya no decía absolutamente nada al sentir mis manos explorando su cuerpecito, para ella todo era simples masajes.
Era mi primera vez tocando dos nalguitas tan pequeñas, carnositas, redonditas y perfectas, pero esa era la parte que me tenía hipnotizado.
Lentamente la voy acariciando, pequeños y lentos movimientos circulares de mis manos sosteniendo cada uno de los cachetitos de su culito, frotando la punta de mis dedos de abajo hacia arriba, levantando cada una de sus nalguitas para luego apretarlas delicadamente pero haciéndole sentir mi pasión. Debido a su edad, sus nalguitas aun no llegaban a llenar las palmas de mis manos, pero eso no me molestaba para nada, de hecho me encantaba, las nalguitas de mi nenita de cuatro añitos y eran solo mías. Tan pequeñita mi sobrina Elizabeth; y ya estaba aprendiendo a ser manoseada.
Mientras pasaban los minutos, nuestras lamidas se iban convirtiendo en besos apasionados, aunque ella aún era torpe en eso. Disfrutaba del sabor de cada uno de sus labios carnosos y lengua diminuta, los chupaba y lamia y mi antojo, ella abría y cerraba su boquita ligeramente mientras movía su lengüita tratando de seguirme el ritmo, poco a poco Elizabeth respira algo agitada, pequeños suspiros de calidez que acariciaban mi boca.
Necesitaba hacer algo, esta niña me tenía la verga como fierro y las bolas a punto de explotar, no me iba a quedar con las ganas de sacarle el mayor provecho a ese momento. No pasó ni un minuto y ya había pensado en algo, me separo de ella y le digo:
—Espérame aquí—le doy un besito en la frente y me levanto
Camino hasta la cocina con la verga súper dura apuntando hacia delante, mientras busco lo que necesito, veo el reloj, eran las 4:47 pm, sabía que aún tenía algo de tiempo, aunque por las dudas fui hasta la sala y puse el seguro de la puerta delantera.
De regreso al jardín trasero la veo sentadita en una de las sillas, sus piececitos moviéndose adelante y atrás mientras su mirada se pierde en el cielo.
—Te tengo una sorpresa—digo mientras camino hacia ella con una mano detrás de la espalda
— ¡¿Sopesa?!—responde con la espaldita bien recta y levantando su cabecita
Lo primero que llamó mi atención fue como sobresalía su culito redondito mientras estaba en esa posición de vigía
—Levántate bonita
—Shi tio—dice bajando de un brinco
Le doy un par de palmaditas en la cabeza y tomo asiento
—Tienes que cerras tus ojitos
— ¡Ya!—dice enérgica
—Ahora abre tu boquita
—Aaaah—dice abriéndola
Meto el dedo índice en el vaso que sostenía, sumerjo solo la punta en el vaso y lo dirijo a su boquita, meto mi dedo despacito hasta tocar su lengüita, lo muevo unos milímetros adelante y atrás esparciendo el líquido. Al sentir el sabor, su carita mostró una expresión de felicidad combinada con sorpresa e inmediatamente apretó los labios para comenzar a chupar el dulce almíbar que cubría la punta de mi dedo.
La fuerza de cada una de sus succiones me volvió a poner como antes, bien cachondo y duro. Fueron cinco succiones que me llevaron a otro mundo.
— ¡Ummmh!… ¡Me guta!
—Te voy a dar más, pero tienes que tener los ojitos cerrados
— ¡Shi!—exclama para luego cerrar sus ojitos y abrir la boquita como antes
Repito el proceso unas tres veces más, ella seguía encantada y feliz, incluso más que antes.
— ¿Te gusta este juego?
— ¡Shi mucho!—responde asintiendo y dando pequeños saltos de alegría
—Qué bueno amor, a mí también—dándole dos besitos en los labios—Vamos a seguir jugando pero primero voy a traer algo para que sea más divertido
— ¡Yaa!—dando una afirmación con la cabecita
Voy hasta mi habitación y regreso con una camiseta negra muy delgada en la mano
Me percato que ella seguía con los ojitos cerrados, sonrío mientras la veo por lo ingenua que es y tomo asiento.
—Esto es para que no se cansen tus ojitos—le explico mientras doblo la camiseta hasta obtener una tira delgada
—Me guta mucho etá cotigo tio—dice con una sonrisita en los labios
—A mí también amor, te quiero mucho—dándole un besito en la mejilla
Coloco la tela sobre sus ojitos y los cubro, me inclino un poco para ajustar la parte de atrás con delicadeza para no lastimarla, al volver hacia atrás la veo y era una preciosura, verla vendada me daba la sensación de algo oscuro y misterioso, pero también lujurioso. Teniendo quince años, aun no tenía ordenada mis ideas con respecto a fetiches, aún no lo sabía, pero era algo que descubriría muy pronto.
Vuelo a hacer lo mismo que antes, mojo la punta de mi dedo con almíbar para luego dirigirlo a su boquita.
—Saca más tu lengua—le ordeno
Pequeños movimientos metiendo la punta de mi dedo en su boquita mientras el resto descansaba y frotaba su lengüita, apenas entraban unos pocos centímetros y eso ya parecía mucho para su diminuta boquita.
Para la siguiente degustación muevo mi dedo alrededor de su lengua, una y otra vez muy lentamente, disfrutando de su suave pequeñez, mientras el almíbar me hacía gozar de su viscosidad.
—Ahora tienes que chuparlo, para que sientas más rico
“Para que sientas más rico” Esas son las palabras mágica para poder controlarla a mi antojo.
Sin hacer decir nada, Elizabeth cierra sus labios y comienza a chupar mi dedo con almíbar, su lengüita presionada la parte inferior y sus dientecitos me hincaban suavecito por la parte superior. Mientras la pequeña aprendía a usar su boquita, con la mano que tenía libre tomo y deslizo mi short, mi verga da un salto al ser liberada de la presión, trece centímetros de largo y cuatro de ancho, cabeza colorada sintiéndola a punto de reventar, el cuerpo de piel blanca con tono bronceado; un par de milímetros más ancho y un poco más hasta llegar la base.
Tomo mi verga y me comienzo a hacer una paja, muy lentamente.
—Ahora mueve tu cabeza un poquito, adelante y atrás; y sigue chupando—le ordeno mientras deslizo un segundo dedo
Dejé mi mano quieta y la niña comienza a hacerlo, podía meter hasta casi la mitad de mis dedos en esa boquita, su cabecita se movía adelante y atrás mientras chupaba y chupaba mientras respiraba por la nariz. Tuvieron que pasar varios minutos para que la nena se acostumbrara, pero poco a poco comenzaba a hacerlo con mayor soltura y ritmo, aunque de rato en rato la hacía probar esa jalea para que no pierda el gusto de lo que estaba aprendiendo.
Luego de algunos minutos, la pequeña Elizabeth iba ganando experiencia mientras chupaba y lamia mis dedos, con mi verga durísima entre mis dedos, sabía que su boquita ya estaba lista para lo siguiente.
—Ahora saca tu lengua y no te muevas
Me pongo de pie y embarro un poco del jarabe en la punta de mi verga, flexiono mis rodillas ligeramente para llegar a la altura que necesito mientras levemente empujo mis caderas.
Al primer contacto con su lengüita aprieto mis labios aguantando las ganar de venirme en su boquita, respiro profundo y comienzo a empujar delicadamente, frotando mi cabeza sobre su lengua.
Lentamente con cada empuje mi verga va avanzando, hasta llegar a tocar sus pequeños labios.
—Abre bien la boca—le ordeno—Vas a sentir más rico
Empujo lentamente hasta llegar a meter casi toda la cabeza dentro de su boca, ahí me quedé observándola por alguno segundos, por primera vez contemplando a una niña con una verga en la boca, y esa niña era mi sobrina de cuatro añitos.
Salgo del encanto de su imagen y comienzo a menear mis caderas; adelante y atrás, sus labios me presionaban alrededor de todo el glande, lengua y paladar me estrujaban como una prensa, toda su boquita me apretaba tan rico con cada penetrada. Solo era la cabeza la que ingresaba, pero era suficiente para casi llenarla.
Colocando una mano en la parte trasera de su cabeza y comienzo a moverme un poco más rápido. El calor invadía cada centímetro de mi cuerpo mientras abusaba de mi sobrinita de cuatro años. Prácticamente me la estaba follando por la boca.
Saco mi verga para colocarle más almíbar, esta vez un par de centímetros más allá del glande.
—Ahora tienes que chupar y mover tu cabecita como te enseñé—le ordeno mientras el almíbar corre lentamente sobre mi verga, llegando a caer un par de gotas en el césped
— ¡Ah-jam!—responde asintiendo y manteniendo su boquita abierta con la lengua afuera
Acerco mi verga a su boquita y al sentirme rápidamente la nena aprieta los labios y me sujeta, o lo intenta, ya que el grosor de mi verga ocupaba prácticamente todo el contorno de sus labios. Pero ella continua obediente y comienza a chupar, aunque no con tanta facilidad como lo hacía con mis dedos, moviendo su cabecita adelante y atrás, sus dientecitos me hincaban la verga por arriba y por abajo, pero no me importaba, esos hincones eran soportables, incluso tal vez eran parte del placer en ese momento, ya que era mi primera vez recibiendo la mamada de una boquita tan joven.
—Hay más dulce si metes más en tu boca
Al escucharme ella solita comienza a empujar su cabecita y a chupar con más ganas. Yo estaba que no podía mas, jamás pensé que podría sentir tal placer en el mundo.
— ¡Sssss…!—inhalando aire mientras apretaba los dientes
Poco a poco me tranquilicé, bueno en realidad tenía un método que muchas veces me ha ayudado a no venirme antes de tiempo, era hacer multiplicaciones en mi mente.
—Glup, glup, glup—hacia su boquita mientras me la mamaba
Yo ahí quieto, mientras mi sobrinita me daba la mamada de una diosa miniatura, la cabeza colorada de mi verga siendo estrujada por su paladar y lengüita, sus dientecitos eran agujas que se clavaban en mi carne como si probaran su ternura. La pequeña se esforzaba por meterse más verga a la boca, apenas podía con la cabeza, pero ella empujaba y chupaba como una beba hambrienta. Elizabeth podrá ser muy ignorante debido a su corta edad, pero no era nada tonta; ya que media la fuerza de sus empujes, sabiendo cuánto podía meterse a la boca.
Simplemente la dejé ser ella misma.
— ¡MMH!-¡Aaah!— reproduce la pequeña sacando mi verga de su boca
— ¿Qué pasó?
—No pueo e-espia-a—respirando lentamente
—Respira por la nariz
—¡Ah Shii!—dice sonriendo mostrando sus dientecitos y labios brillosos
— ¿Ya no quieres chupar?—pregunto, aunque ya sabía la respuesta
— ¡Shi quello!—exclama un poco agitada
—Bonita, tienes que aprender a chupar para que sientas más rico—digo mientras palmeo ligeramente su cabecita y voy acercando mi verga a sus labios
Al sentirla abre su boquita como por instinto y comienza a chupar, la bebita usaba mi glande como si se tratara de una golosina; lo movía de lado a lado y en círculos, una y otra vez, todo sin salir de sus labios. La hacía chupar y lamer cada ángulo de mi cabeza, como queriendo agrandar su boquita para que le entre más.
Hace un buen rato que había dejado de echarme jalea, la nenita ahora solo sentía el sabor puro de mi verga.
—Saca la lengua
Deslizo todo el cuerpo de mi verga por su lengüita, empujando mis caderas para hacerla lamer desde la punta hasta casi llegar a la base, luego por sus mejillas; las dejaba bien mojaditas y brillosas. Su carita, su respiración agitada, sus ojitos vendados, todo casi parecía una escena pornográfica.
Pasaban los minutos y yo no paraba de hacerla mamar, lamer y frotaba mi verga por su carita, en ese momento para mi ella era como una esclava.
—Ahora, abre bien la boca y mete todo para que entre más dulce—le ordeno observándola con lujuria
Obediente, la pequeña Elizabeth lo hace, bueno, en realidad lo intenta, ya que era imposible que pudiera meterse más verga en esa boca diminuta. La pequeña ambiciosa comienza empujar su cabecita haciendo el mayor esfuerzo para que la punta le llegue hasta el fondo de su boquita.
—Ghh, Gghha,ghh, Ghha, Ghhha…—sonaba su boquita mientras se llenaba con toda la cabeza de mi verga
Por pequeños instantes sus labios rozaban la parte del cuello
—Mmmmh… Mmmah…—gemía, casi exhalando— Lo haces muy bien amor… Sigue
La pequeña casi ni la chupaba como antes, todo era solo empujes y apretadas dentro de su boquita. Su saliva combinada con mi liquido preseminal mojaban sus pequeños labios, el líquido se rebalsaba de su boquita, desde sus labios hasta su diminuto mentón. Por ratos tomaba mi verga y se la pasaba por la carita, sobre todo alrededor de la boca, mientras lo hacía, ella abría la boca mostrando una sonrisa en la comisura de sus labios y tratando de atraparla. Para Elizabeth todo era un juego inocente.
Cuando la dejaba atrapar mi verga; ella soltaba una risita, como si hubiera ganado algún tipo de premio.
—Lo haces bien rico amor—le digo alabándola y frotando su mejilla con el dorso de mis dedos—Sigue chupando fuerte
La pequeña me escucha y vuelve a su labor súper entusiasmada, metiéndose el glande entero de un solo bocado; casi clavándome sus dientecitos con esa mordidita. Al instante comienza a mover su cabecita succionando con sus pequeños y carnosos labios, mientras sorbía los líquidos que cubrían mi verga ella se la iba metiendo poquito a poco más adentro. Cuando la nena sentía que ya no le entraba más, comenzaba con mover su cabecita, de lado a lado y empujando adelante, incluso lo hacía más rápido que antes, la pequeña estaba aprendiendo a llevar el ritmo de sus mamadas y el movimiento de su cabeza.
Pasaban los minutos y parecía que sus labios ya no podían más, su boquita completamente abierta y sus labios canositos bien estirados encajaban perfectamente alrededor de mi verga.
—Ggmmf! Ghh! Gmmmff!—hacia la pequeña tratando de respirar por la nariz
Su boquita de bebe seguía comprimiéndome, la cabeza de mi verga la penetraba hasta donde ella lo permitía, ya que deseaba que ella misma le cogiera el gusto a esto.
Suspiro acariciando su cabecita como si fuera mi mascota
— ¿Te gusta amor?
— ¡Mmmaah….!—hace soltando mi verga— ¡SHHii…!—exclama respirando agitada— ¡Me guta mucho, she shente bien llico!
—Sigue mamacita—jalo su cabecita ligeramente—Sigue y te voy a dar un premio en la boquita
— ¡Ya!—dice entusiasma la pequeña
El tiempo avanzaba y yo ya no podía mas, el cuerpo súper caliente, la mente a punto de explotar, la verga me dolía por lo dura que la tenía
—Ahora vas a chupar y mover su cabecita con todas tus fuerzas
— ¡Ya!-exclama enérgica y sonriente
Mete mi verga en su boquita e inmediatamente comienza a hacer la mejor mamada del mundo, sus labios carnositos me apretaban como si no quisieran dejarme nunca, la fuerza de boquita me succionaba como si quisiera meterla entera hasta la garganta, sus dientecitos me raspaban y me causaban algo de dolor, pero no me importaba, podía soportarlo mientras siguiera dándome esa mamada de niña golosa.
—Mmm-mmmh-mmf—reproducia por la nariz mientras succionaba mi verga como si pudiera tragársela entera
Al escucharla hacer esos soniditos sabía que estaba a su merced, estaba rendido ante su boquita, esa boquita que algún día se volvería una experta en dar las mejores mamadas del mundo.
—Mmmmm! MMmmmf! Mmmgh!—mientras succionaba y apretaba mi verga
—Sigue chupando amor… Si sigues chupando va a salir juguito bien rico
Al escuchar eso la pequeña toma todas sus energías y me la comienza a mamar como si fuera una cachorrita hambrienta de leche, era increíble como esa bebita de cuatro años se estaba convirtiendo en una putita, aunque ella no lo sabía aun.
—Ya sale el juguito, abre la boca y saca la lengua, vas a tomar juguito de tu tío
Tomo y levanto su mentoncito; girando su cabecita ligeramente hacia arriba
Elizabeth deja de moverse y se queda quietecita con la boca abierta y sacando la lengua como una perrita obediente, lista para recibir su primera probada de semen.
Coloco la cabeza de mi verga sobre su lengüita y la froto lentamente, dándole la última follada a su boquita antes de venirme.
Unos cuantos segundos después…
—GGGHHHH!!! Aaaaahh!—Exclamo casi gruñendo, apretando los dientes y sintiendo esa corriente combinada con espasmos mientras comienzo a descargar toda mi leche en la boquita de mi sobrinita de cuatro añitos.
Con cada disparo su boquita se iba llegando más y más
—Todavía no te la tomes—le ordeno rápidamente
Caen las ultimas gotas, tomo mi verga y paso la punta por sus labios,
Me quedo observándola por varios segundos mientras recupero el aliento. Sus labios empapados y su boquita llena con lechita casi a rebalsar.
—Ya puedes tomarla
—Glup… glup,glup—hacia su gargantita mientras tragaba toda la leche
—Todavía queda juguito—digo colocando mi verga aun dura entre sus labios
La nena abre su boquita y me da las últimas mamadas, por el momento.
Luego de dejarme la verga reluciente, vuelvo a ponerme el short y tomo asiento casi exhausto.
Le quito la venda e inmediatamente ella entrecierra sus ojitos, acostumbrándose a volver a ver la luz del día. Al verme de nuevo, la inocente me regala una linda sonrisa, aunque su rostro mostraba algo de cansancio.
— ¿Te gustó el juguito de tu tío?
— ¡Shiii…! ¡Juguito ico! ¡Me gutó mucho!—exclama la nena abriendo sus ojitos y sonriendo de oreja a oreja
—Si te portas bien, te voy a dar juguito todos los días—le digo dándole un besito en sus labios mojaditos
— ¡Shi tio! Shiempe me vo potá bien—responde con carita inocente
Para ella todo fue un simple juego, pero algún día esos juegos se volverán su mayor adicción.
Continuará…
Q buen relato y ademas esa edad es la mas deliciosa p darles verga