Un paseo por el río
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por capicapicapicapi.
El pasado 16 de Septiembre, como no salí a dar el grito de Independencia, me levanté temprano para salir a las afueras de Parral, Chihuahua.
Subí al perro a la troca y me dirigí a el Río.
El río ha estado un poco crecido al igual que el matorral debido a las lluvias que han pasado.
Como estaba en una zona poco turística me saqué la verga del short y me quité la playera con la intención de masturbarme en la naturaleza, mientras fumaba un cigarro y el perro corría de lado a lado sin correa encendí un cigarrillo.
Saqué mi teléfono y me puse a ver unos videos de esos ricos donde el papá se coge a su pequeña.
Estaba demasiado caliente, el clima un poco fresco y cuando estaba casi a punto de vaciarme le silbé al perro para que me diera unas lamidas en los huevos mientras yo eyaculaba, eso fue muy placentero.
Después de eso me quité los tenis y metí los pies un rato en el río cuando de pronto escuché que el perro no dejaba de ladrar, le llamé pero no venía y seguía insistiendo en ladrar, fui por los tenis y me acerqué.
Supuse que podría ser una serpiente o algún otro animal y entre los matorrales salió un señor que en una mano llevaba un six de cervezas y en la otra a un pequeño niño, eran Goyo y Joshua.
A Goyo se le notaba el estado de ebriedad, un señor de 52 años de edad, estatura baja como de 165 cm, moreno, de bigote, muy delgado; llevaba una camiseta blanca de tirantes y su camiseta cuadrada en el hombro, sombrero y botas, estaba más preocupado por sus cervezas que por su sobrino.
Joshua era un pequeño de 7 años, blanco, cabello castaño y de igual manera llevaba botas, pantalón vaquero y camisa cuadrada, sin sombrero.
El pequeño estaba llorando por lo que hice callar al perro y se calmó.
Yo: Ya no llores morrito, el perrito no muerde.
Es amigable sólo que ladró porque se asustó un poco.
Goyo: Este chamaco es muy maricón.
Le dije que se callara pero no dejó de llorar.
Joshua: Es que me da miedo estar entre los matorrales, le dije a mi tío que ahí no lo hiciéramos.
Goyo: Yo soy Goyo y este es mi sobrino Joshua, lo traje a pasear un rato al bosque pero parece que nos alejamos mucho, ya ni gente se ve.
Yo: Bueno a mí pueden decirme Capi ¿Pero qué andaban haciendo?
Goyo: No pos’ nada verdad mijo.
Solo andábamos paseando para que este mariconcito se haga hombre, no quiere salir de la casa y ya está grande.
Yo: pero ya no le diga maricón que se le puede quedar…
Goyo no soltaba de la mano al pequeño mientras que Joshua sólo se secaba sus lagrimas y seguía asustado.
Goyo seguía tomando.
Yo: Oye pequeño por qué sigues llorando
Goyo: Usted no se meta compa, ya le dije que el niño salió muy mariconcillo
Yo: ¿Quieres una paleta Joshua?
Joshua: Sí, sí quiero una paleta.
De pronto el peque dejó de llorar, yo siempre llevo dulces en la camioneta y algunas otras cosas, nunca sabemos que puede uno necesitar.
Goyo: está bien.
Que agarre su paleta pero ya nos vamos que llevamos prisa, antes de que oscurezca.
Y así se fue distanciando un poco Goyo y el pequeño hasta que se metieron a los matorrales de nuevo.
Era poca gente la que pasaba, de vez en cuando algún arriero pero autos definitivamente no.
Me quedé con la duda ¿Antes de que oscurezca? Pero si apenas era la mañana.
Entonces até al perro en la camioneta y me fui rumbo a la vereda por donde Goyo se había metido, camine bastantes metros sigilosamente hasta que los escuché la voz de Goyo; cuando al fin los vi Goyo tenía hincado al pequeño Joshua mamándole la verga.
El pequeño estaba totalmente vestido mientras que Goyo tenía los pantalones debajo de las rodillas y se había quitado la camisa de tirantes, a pesar de sus 52 años tenía un vientre plano y muy definido, no tenía nada de vellos en el pecho ni en el abdomen sin embargo en el pubis y en los huevos tenía demasiados, tomaba de la cabeza al pequeño y lo hacía que se metiera completa su pequeña verga, Goyo no era vergón.
El pequeño con sus manos en la cintura de Goyo mamaba la verga con tremenda armonía y ambos estaban disfrutando tanto que ni se enteraban que los podía ver a pesar de el matorral.
Mi verga se puso super dura en ese momento al ver como el pequeño se le pegaba a la verga de Goyo como becerro, saqué un cigarrillo y lo encendí.
No quise espantarlos pero con el humo y el olor se darían cuenta de que estaba yo ahí, tan pronto Goyo percibió el olor del cigarro soltó la cabeza del pequeño y se agachó a juntarse los pantalones mientras trataba de encontrar de dónde venía ese olor, y fue cuando con su vista, estando agachado, me encontró, rápidamente se puso de pie, al igual que el pequeño quien tenía unos ojos de susto tremendo.
– ¿Qué chingados haces aquí? – me dijo Goyo casi cayéndose de lo ebrio y enojado
– Yo nomas vine a orinar–
Me saqué la verga dura y comencé a mear, el pequeño asombrado observaba mi enorme verga y como la sacudía al terminar de mear
–No los interrumpí en algo ¿o sí?– le cuestioné a Goyo
–No, para nada.
Yo también estaba meando–
–Que bueno que se vinieron a mear para acá, allá en el río está pasando bastante gente y sería peligroso los cacharan meando de esa manera–
Yo no dejaba de sacudirme la verga que la traía ya babeando de la rica escena que acaba de ver.
Goyo, aún molesto, se acomodaba su pequeña verga dura y se fajaba la camiseta de tirantes, mientras que el pequeño no sabía que hacer.
–Pues ya nos vamos Don– me dijo Goyo
–Pero ¿A dónde van? ¿No estaban divirtiéndose de lo más rico?–
–Ya no se puede divertir uno a gusto cuando hay tanta gente metiche–
–Yo ya tenía rato viendo pero no me metí, ahora que si me invitan yo podría quedarme callado sin decirle nada a nadie.
–
–¿Me está amenazando compa?–
–No, para nada “Goyito”.
Yo sólo digo que.
–
–¿Apoco también le gustan estas chingaderas?–
–¿Qué no se nota?– Le dije a Goyo mientras me sobaba mi vergota
–Entonces si a los dos nos gusta lo mismo ¿no hay pedo o sí compa? ¿Le seguimos?–
–Pues si me invita le seguimos–
–Véngase p’a acá Güero ¿Cómo me dijo que se llama?–
–Dígame Capi, con eso basta–
Me acerqué y el pequeño no dejaba de verme la verga ya dura y babeante, de vez en cuando miraba a los ojos a su tío y cuando ya me tenía en frente Goyo le dijo
–Vas a portarte bien y a obedecer a tu tío ¿verdad?–
El pequeño sin pronunciar palabra alguna afirmó moviendo la cabeza
–Anda, no seas tímido, mámale la verga al señor y abre bien la boca no se la vayas a raspar con los dientes– Le dijo Goyo al pequeño Joshua–
El niño volteando a los ojos de su tío se acercó a mí hasta que sintió mi verga chocando en su oreja, la observó por todos lados y luego me vio a los ojos, la tomó con sus dos manos y abrió la boca para llevársela a dentro, no podía mamarla bien debido a lo grueso pero hacía su mayor esfuerzo.
Luego me la mamó un par de minutos cuando Goyo dijo
–Ya me toca a mí ¿no cree? Todos los días le doy su lechita a mijo desde que sus papás se fueron al Norte, desde el 10 no hemos podido hacerlo bien porque llegaron unos hermanos de visita y ya sabe usted compa que uno se acostumbra a lo bueno, ya mi verga está bien engrida y necesita ese culito para que me saque la leche–
–Ya me imagino todo Don Goyo, ese culito se debe sentir más rico que el de su mujer–
–No tengo mujer compa, nunca me case.
Yo desde chico supe que lo mío eran estos pequeños y ya me he surtido a varios de la familia, ahora le toca al Joshua–
–Pero yo creo mejor nos vamos a otro lado Don Goyo, aquí pasa poca gente pero no deja de pasar–
–¿Pero a dónde? Ya hemos caminado mucho y el sol está saliendo más fuerte, con lo pedo que ando está cabrón–
–Yo traigo camioneta y conozco un lugar más privado, si gusta vamos–
Cuando aceptó nos subimos a la camioneta los tres y los llevé a una parte del río más lejana, manejé por casi una hora mientras Goyo no dejaba de preguntar, pero era la mejor opción para que nadie nos interrumpiera.
Cuando al fin llegamos caminamos un poco más por el río hasta llegar debajo de un árbol grande, yo lleva a una cobija y la tendí, al igual dulces y una hielera con cervezas.
Tan pronto llegamos Goyo se bajó el pantalón y se sacó su verga para poner al pequeño Joshua a mamar.
Yo le dije que si podíamos desnudar al pequeño y no hubo problema, se quitó la ropa.
Vaya mi sorpresa al ver que el nene tenía tremendo culo, redondito y la verguita parada, se la toqué mientras el mamaba a su tío.
Me quité la ropa y le dije que ya me tocaba a mí, me acosté en la cobija y lo acomodé en forma de 69, le di unas mamadas de culo y el pequeño se retorcía de placer, escupí en mi dedo y se lo fui metiendo poco a poco.
Vaya que le gustaba, su verga estaba más durita y le di una pequeña mamadita.
Luego Goyo dijo que ya seguía él.
Lo puso de perrito, se puso detrás de él, escupió en su mano y le untó la saliva en el culito de Joshua, luego volvió a escupir pero ahora en su verga y se la metió un poco, el nene no dejaba de pujar, Goyo tomaba cerveza y se ponía más acelerado…
–Pero como se la vas a dejar caer así nomas– le dije a Goyo
–¿Hay otra manera? Yo no le mamo el culo pero sí le echo bastante saliva y así se le mete ¿verdad mijo?–
El pequeño decía que sí moviendo la cabeza
–Mira aquí tengo lubricante– Le dije a Goyo y se lo di en la mano
–¿Y esta chingadera para qué sirve?–
–Es como la saliva, pero funciona mejor, ponte un poco en la verga y ponle mucha al pequeño en su culito por dentro–
Así lo hizo Goyo y se la fue dejando caer
–Ahhh no mame compa, esta chingadera es cosa del diablo, mire ni batallé para metérsela–
Me puse hincado frente al pequeño y lo puse a mamarme la verga, Goyo no dejaba de darle duro al pequeño, de pronto gritó que ya se iba a venir y le sacó la verga, luego me empujó y se puso frente a Joshua para que él se comiera su leche.
Joshua abría su boca grande y cerraba los ojos, ya sabía que la leche le iba a caer ahí, se tragó la que pudo.
Yo mientras veía me ponía lubricante en la verga, que no ocupaba mucho porque ya andaba bien babeado.
Goyo se acostó y quedó dormido.
Agarré el pequeño cuerpo de Joshua, le abrí su culito y le puse demasiado lubricante, luego rocé mi verga y se la fui metiendo, el pequeño empezó a llorar y decir que le dolía, yo pensé que estaba acostumbrado a que se la metieran pero me imagino que nada más su tío y como no la tiene grande ni gruesa por eso le dolía, lo sujeté de la cintura y se la empujé más, pude sentir toda mi cabeza dentro de su culito pero el nene ahora lloraba más fuerte por lo que se la saqué.
–¿Te dolió mucho bebé?–
Le pregunté a Joshua mientras él no dejaba de llorar y Goyo seguía roncando.
El pequeño no podía ni hablar, lo abracé y el pegó su cabeza en mi pecho, sentía como caían sus lagrimitas en mí.
–¿Ya no quieres hacerlo?–
–No quiero que me duela señor–
–Esa no fue mi pregunta– le dije mientras lo separaba de mi pecho y lo hacía que me viera a los ojos
–Sí–
–¿Sí qué?–
–Sí quiero que me la metas pero la tienes bien grande y me duele–
–Te prometo que te la meteré más lento y no te dolerá, pero debes prometerme que te aguantarás tal como lo haces con tu tío–
–Pero con mi tío no me duele–
–Entonces no podremos seguir haciéndolo, si te va a doler y vas a llorar eso no es bueno, no quiero lastimarte, me gustas mucho pero quiero que lo disfrutes tanto como yo–
Entonces el pequeño se abrazó a mí y me besó el pecho, lo dejé porque sentía muy rico, luego fue metiendo su mano a mi axila por lo que levanté el brazo
–Tienes los pelos güeros, no como los de mi tío–
–Es que tu tío y yo tenemos diferente el cabello–
–¿Cuándo yo crezca como los tendré?–
–Pues yo creo que cafesitos, como tu cabellos–
–Me gustan los tuyos–
–¿Y éstos no te gustan bebé? Le dije mientras le ponía su pequeña mano en mi verga
–Se ven bonitos–
De pronto me soltó un beso en la boca, no me lo esperaba pero le respondí, nos acostamos en la cobija y supe que esa era la manera que lo podía calentar más y hacer que su culito se dilatara
–Si me das otra paleta te prometo que ya no lloraré–
–Te doy dos–
–¿En serio señor?–
–Toda la bolsa si te portas bien conmigo–
Agarré una paleta y se la di, el la chupaba, lueho yo le sacaba la paleta y lo ponía a mamarme el dedo mientras yo chupaba esa paleta, luego el me besaba, así acostados lo abracé y lo becé un buen rato, luego lo pude de 69 para que el me mamara la verga mientras yo le mamaba su culito, él chupaba paleta y mi verga se llevaba una cosa a la otra por tiempos a su boca.
Agarré otra paleta y la chupé, luego recordé una escena donde en una película porno que vi en pornhub el papá le metía una paleta en la vagina a su hija adolescente por lo que hice lo mismo.
Ensalibé demasiado la paleta y se la fui metiendo poco a poquito en su culito a Joshua mientras el gemía, la saqué y me la llevé a la boca, estaba muy limpia, era sólo morbo de saber que era lo que se sentía.
Después agarré una paleta más grande y se la metí, con esa le estimulé su culito, lo pude de perrito, le mamé muy rico el culito, le puse lubricante y le metí un dedo.
El pequeño gemía más rico, le metí dos y se quejó un poquito, le seguí mamando más el culito hasta que me puse detrás de él y al oído le dije que ya era hora de metérsela.
–¿Me vas a dar la bolsa de paletas y tu leche en mi boca?–
–Sí, te daré todo lo que quieras, pero no debes contarle a nadie nada–
Agarré abundante lubricante y le puse en su culito, luego en mi verga y se la fui metiendo, el pequeño gemía muy rico
–¿Te duele bebé?–
–Sí, poquito pero me voy a aguantar–
Con eso fue suficiente para ir dejándosela caer más, muy lento pero avanzando.
Se sentía tan rico mi cabeza dentro de su culito y después no me pude contener, le metí la mitad, gritó un poco y se la saqué, luego se la volvía a meter y ahora si lo bombie muy rico, le di algo duro pero sin meter más de la mitad, yo sabía que ese era el límite que el disfrutaba y así le dí varios minutos hasta que me iba a vaciar, saqué mi verga, nada sucia, totalmente limpia y se la metí en su boca, luego le solté varios chorros de leche que él no pudo tragar y los escupió y al final lo puse a limpiarme mi verga con su boquita.
Goyo había despertado un poco antes de terminar, nos vestimos, le di la bolsa de paletas a Joshua y a Goyo más cervezas.
Los encaminé a la entrada del rancho en donde vivían y regresé a casa con mi perro.
Los dos muy felices, bueno creo que los 4.
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