Un recuerdo imborrable.
Nunca voy a poder olvidar lo que ocurrió aquel fin de semana cuando tenía 13 años.
Yo soy hijo único y tengo una tía, hermana de mi madre, que en ocasiones me invita a pasar el fin de semana a su casa. Ella es soltera.
En una oportunidad vino a casa un día miércoles y al final cuando estaba por irse a su casa, me dijo que si quería venir a la pasar el fin de semana siguiente a su casa. Por supuesto que le dije que sí. Yo acaba de cumplir trece años, la primavera recién había comenzado, el tiempo era soleado y por lo general la temperatura es cálida.
Llegó el viernes y me fui para la casa de mi tía, llegué al mediodía. Me estaba esperando con una bata de satén color amarilla, se notaba que no tenía puesto el corpiño, sus tetas se movían de un lado para otro y se le mercaban los pezones. Mis ojos se clavaron en ellos, y sentí un leve cosquilleo entre el culo y mis bolas, típico cuando me agarran ganas de masturbarme.
Almorzamos, y luego de charlar un rato sobre lo que me había ocurrido en la escuela nos fuimos a dormir una siesta. Por la tarde, fuimos a hacer unas compras y luego volvimos a casa. Era la hora de la ducha. Mi tía me preparó el baño y me dijo que ya estaba lista la bañadera. Fui al cuarto de baño, me desvestí y me introduje en el agua. Me agarraron unas ganas tremendas de hacerme una paja. La pija ya la tenía parada. No faltaba otra cosa que empezar a mover la mano y a cerrar los ojos para pensar en mi vecina que toma sol en la terraza con un bikini muy pequeño.
En ese momento entra mi tía al baño sin golpear la puerta lo cual me toma de sorpresa y con la verga dura, traté de poner de costado para tapar la erección, mi tía me dijo:
-Date vuelta, quiero verte. No sean tímido.
-No tía, no me gusta que me veas desnudo.
-Date vuelta, insistió.
Lo hice, estaba con la pija dura.
– ¿Te estabas masturbando, verdad? Me pregunto con una sonrisa en la cara.
Sí, le dije poniéndome todo colorado.
-Bueno, seguí haciéndolo, queiro verte.
En ese momento ella abrió su bata, no tenía nada debajo, sus hermosas tetas y bellos pezones quedaron a mi vista, y la concha peluda también, lo cual no sabía que mirar primero. Se sentó en el inodoro y comenzó a mear,
-Seguí haciéndote la paja, quiero ver cómo te sale la leche.
-Sí tía.
El sonido del chorro de pis que salía de su concha y golpeaba en el agua del inodoro me estaba calentando aún más. Y en ese momento comenzó a salir la leche de mi pija, no podía dejar de gemir, ya no tenía vergüenza de mi ella, estaba totalmente en otra cosa.
– ¡Cuánta leche!, dijo mi tía otra vez sonriendo.
-Mucha, le dije.
Se levantó tomó papel higiénico y se secó la concha, pude ver la raja de su agujero, tenía una vulva hermosa, sus labios eran prominentes, gruesos y rugosos. Se cerró la abata y me dijo:
-Te espero en la cocina.
Mi tía me dijo que me cambiara que iríamos al cine y luego a comer algo algún restaurante cercano. Así fue como pasamos la velada. Luego vinimos para casa y con las consabidas ordenes, lavarse los dientes, las manos, etc. que se le dan a uno joven de trece años, nos fuimos cada uno a su cuarto.
Me acosté en la cama solamente con el slip, la noche estaba templada y me dormí pensando en el cuerpo desnudo de mi tía y en que me había hecho una paja delante de ella. Tenía una cierta intriga de cómo seguiría la cosa el sábado, ya que el domingo por la tarde me volvería asa de mis padres.
El sábado pasó normalmente. Nos levantamos, desayunamos, fuimos a hacer las compras, almorzamos, hicimos la siesta y fuimos hasta el parque que se encuentra a unas pocas cuadras de la casa de mi tía. Volvimos y nos dimos una ducha. Cenamos y nos fuimos a la cama.
Estaba recostado, encendí la luz de velador y vi que eran las 12 menos cuarto de la noche. Apagué el velador y me di vuelta dispuesto a iniciar mi sueño. En ese momento escuché que se abría la puerta de mi cuarto, me di vuelta, entre la penumbra vía que entraba mi tía, dada las circunstancias me pareció que estaba totalmente desnuda. Se arrimó a mi cama, se sentó a mi lado, allí pude comprobar que estaba en bolas, sin decirme nada, corrió las sabanas, me sacó el slip y comenzó a acariciarme la pija y las bolas. De hecho, mi verga se puso dura al instante.
-¡Epa! Dijo, con una sonrisa y en voz baja, ya está listo para darle a tu tía lo que quiere.
– ¿Qué querés tía, le pregunté?
-Que me cojas como a una puta.
Y en ese momento comenzó a chuparme la verga, tenía una delicadeza y una habilidad para la cosa que quede realmente asombrado y más caliente que al principio. Comencé a tocarle las tetas, ella, se irguió y luego se volcó hacia mí y me dijo que le chupara la tetas. Tenía los pezones duros y erguidos.
-Tengo la concha moja, me dijo, en un rato, cuando termines con mis tetas me vas a pasar la lengua por la concha, necesito que me la chupes un rato largo.
-Si tía, le dije, pero quiero chuparte estas tetas que me resultan deliciosas.
Una vez que hube terminado de chupar las tetas, ella se recostó en la cama y me abrió las piernas dejando a la luz de la luna su hermosa concha peluda, la toqué, estaba muy mojada, y comencé a meter la lengua dentro de su agujero, mientras ella me decía que de cuando en cuando fuera hacia arriba de su vulva para que lamiera el clítoris. De hecho, eso fue lo que hice durante un rato largo. Mi verga estaba reparada. Estaba intrigado en lo que iba a seguir. Este era mi debut sexual, no quería perderme nada de lo que ocurriera para retenerlo en mi mente durante toda mi vida.
En verdad mi tía me calentaba mucho, era una mujer con experiencia y me la tiró toda encima, yo estaba enloquecido. En un momento determinado me hizo salir de dentro de ella y me dijo que me colocara detrás mientras ella se ponía en cuatro patas. Tomó de la mesa de luz una botellita con aceite y se pudo un poco en el agujero del culo y luego tomó la cabeza de mi verga y la untó también, me dijo que se la metiera por el culo. Hice tal cual me lo había pedido, era la primera vez que estaba dentro de una mujer por su parte trasera, verdaderamente era estrecho ese orificio, lo cual me daba una sensación que no puedo explicar con palabras. Cada vez tenía más cosquillas en la cabeza de mi pija hasta que no pude controlarme y le llené el culo de esperma. Fue una sensación que nunca voy la voy a olvidar
– ¿Te gustó, me preguntó mi tía?
-Por supuesto, le dije.
-Si mantenés esto entre vos y yo podemos seguir todo el tiempo que quieras haciéndolo.
-Claro, le dije, si quiero tía.
Y así fue durante 10 años. Ella tenía 47 años cuando lo hicimos por primera vez, cuando yo me puse de novio con una chica y a ella le pareció relativamente serio. Me dijo que se acaba en ese momento. Y así fue. Pero es un recuerdo que nunca voy a poder borrar de mi memoria.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!