UN SOBRINO MUY INQUIETO. (1).
Un aislamiento con comodidades y la narración de una historia que lo motivó..
Hola a todos, mi nombre es Ángel, aunque, a esta altura, de ángel poco y nada. Tengo 26 años, mi cuerpo está trabajado en gimnasio y hay varias “tablas” que se notan, mis ojos son de color azul o celeste, depende el tiempo, mido un poco más de un metro con ochenta centímetros y, según me han dicho más de una vez, tengo el tipo de alemán bien puesto, aunque de eso mucho no entiendo ni me preocupé nunca por averiguar cuál es la mezcla de razas de mis ancestros, mis cabellos son rubios bien definidos y ahora con el sol y la piel tostada, se notan mucho más claro.
Estoy tomando sol tirado en una reposera a orillas de un mar de olas serenas y de un atrapante color verde azulado transparente. Vivo en una cabaña que me compré en una isla del Caribe Colombiano. Surgió la oportunidad de varias subdivisiones, era buen precio y hoy tengo una hermosa casa de tres habitaciones, adornada de flores de distintos colores, plantas, palmeras y vegetación tupida por doquier en las dos hectáreas que adquirí. En el embarcadero, protegida de oleajes y vientos, descansa una hermosa lancha rápida que, muy pocas veces utilizo para ir a la ciudad que queda a una hora u hora y media de mi casa.
Compré un generador eléctrico que abastece sobradamente mis necesidades y carga las baterías que luego utilizo para la electricidad, es grande el generador, casi tan grande como la habitación trasera que está alejada de la casa y por eso no me molesta el ruido, hice colocar un tanque subterráneo para el combustible que lleno cada dos o tres meses, no me faltan las comodidades de una casa de la ciudad y la antena parabólica me comunica, vía Internet, con todo el mundo, dándome incluso señales de T.V. por cable. Salió mis buenos dólares, pero, los tenía y no me costó mucho conseguirlos.
Soy argentino, tengo un excelente pasar y dinero que me permite vivir sin trabajar, los intereses mensuales que generan mis dólares depositados en un banco extranjero alcanzan y sobran como para que cuatro familias vivan muy bien durante tres o cuatro meses, así que, ya se pueden imaginar que de comer no me falta. Se preguntarán, ¿por qué recluido en una isla del Caribe?, bueno, es para tomarme el tiempo de explicarlo, pero, el caso es que escapé por un tiempo de una situación que me estaba superando. Sí, es verdad, tengo familia, pero todos ellos creen que estoy viviendo en el Himalaya, como un asceta loco y cagado de frío.
Hoy se me ocurrió contar la historia de lo vivido y el porqué de este “aislamiento”. Provengo de una familia de clase media acomodada, mis padres tenían una empresa metalúrgica que fabricaba llantas para todo tipo de vehículos, en realidad, ahora es mi madre la que se quedó con todo pues al morir mi padre de un cáncer “galopante” vendió la empresa, sacó mucho dinero con ello e invirtió en varias propiedades que alquila a buen precio. En estos momentos vive de rentas en un albergue para gente anciana pudiente, aun a pesar de que todavía está muy bien y no cumplió los sesenta años, fue su decisión y ninguno de los hermanos se opuso a ello.
Tengo un hermano que me lleva cinco años, estuvo casado unos diez años, mi cuñada tiene cinco años más que él, lo conoció siendo una madre soltera y cuando se casaron aportó una hija al matrimonio. La “nena” tiene ahora unos diecisiete años. Luego tuvieron un varón al que llamaron Cristian y que fue (ahora no tanto) “la luz” y el mimado de toda la familia. Actualmente están divorciados y a él lo perdí de vista.
Flaco favor que le hicieron a la criatura porque a medida que crecía se convirtió en un niño preguntón, inquieto, “metomentodo”, creído y extremadamente caprichoso, al final, el único que lo aguantaba era yo, eso porque conmigo no jodía, un par de gritos bien dados y agachaba la cabeza como el mejor, no hacían falta castigos físicos que, por otro lado, en casa nunca los experimentamos, mi “viejo” era de mirarte y te temblaba el culo, por lo menos a mí me pasaba así.
Regresando a mi hermano, fue el único que llegó a tener un Título profesional, se recibió de Ingeniero, pero eso no le sirvió de mucho, trataba de trabajar de forma independiente porque no aguantaba o no lo aguantaban en ningún trabajo, además, siempre, por una cosa o por otra, las cosas le salían mal. Era el típico “perdedor” o, para hacerlo más liviano, un “negado”, aunque reconozco que intentar, intentaba. Debe ser cierto aquello que se dice: “Algunos nacen con estrella y otros estrellados”. A mí me tocó nacer con “estrella”.
Estudié hasta completar el tercer año en Derecho y, debido a mi suerte, decidí dejar la carrera, con lo que me sucedió en ese momento el Título era secundario, no me serviría para una mierda y figurar por medio de un Título universitario no era lo mío. Antes hablé de “estrella” y de buen pasar familiar, bueno, enseguida explicó lo que sucedió…
Mi “viejo” nos pasaba una mensualidad para estudiar y vivir, amén de darnos un departamento a cada uno para no trasladarnos todos los días a la Localidad en que vivíamos, él decía que lo que perdíamos de tiempo (casi hora y media de ida y otro tanto de regreso) en viajar lo podríamos utilizar para estudiar. Tenía facilidad para el estudio y no me costaba, entonces utilizaba el tiempo en algunas jodas con mujeres y en darme algunos gustos, pero nunca fui de abusar.
Un buen día, cuando ya terminaba el último semestre y tenía los exámenes todos aprobados me encontraba navegando en Internet y me llamó la atención un aviso de una Lotería extranjera, entré en la página para obtener más información y allí te explicaban sobre la posibilidad de elegir seis números y participar de un sorteo extraordinario de Loto no sé cuánto, el premio era de varios centenares de millones de dólares.
Estaba mirando cómo era el tema del sorteo y se abrió una ventana en la página instándome a participar, se presentaba una tal Ivana, decía ser mexicana, aparentaba tener unos treinta años y ofrecía las ventajas que te otorgaba la participación en esa Lotería, me parecía todo un “verso” bien orquestado, pero, como estaba “al pedo” y sin nada que hacer, acepté conversar con ella por medio del Skype. No pensaba comprar nada, pero, con escuchar y ver no perdía nada.
El caso es que se abrió la ventana del Skype y apareció una morocha infartante con una remera de mangas cortas que parecía un suéter de hilo, tenía un escote en “V” que dejaba ver el canal de sus tetas altivas y, sin dudas, siliconadas. El asunto derivó en que me hice el galán pretendiendo una seducción a la distancia y terminé comprando dos boletos para participar en el sorteo de marras. La tal Ivana me envió los comprobantes con los números elegidos en respuesta al pago efectuado con mi tarjeta de crédito, había gastado casi cien dólares en eso y cuando corté la comunicación me puse a putear porque había caído como un chorlito.
No era por los cien dólares, en ese momento, la Economía del país y la mía propia permitía este tipo de gastos, era por haber cedido a los encantos y a la labia de una mujer que seguramente no volvería a ver en mi vida. Me sentí un pelotudo importante y tras imprimir los tickets los dejé debajo del teclado de la computadora, estaba seguro que allí morirían, aun a pesar de que ella me había asegurado que me avisarían en cuarenta y ocho horas si resultaba favorecido.
Esto se sumaba a un casi rechazo que había experimentado con una compañera de curso. La rubia estaba muy buena, me daba todo el calce, pero estaba siempre con un “ni” a flor de labios, no era un “sí” ni era un “no”, aunque le había arrancado un par de besos que respondió, según ella, no quería joderlo al novio y yo, era lo que precisamente quería, joderlo al novio. Era una boludez, pero el tipo jugaba al fútbol en un equipo de primera, rival acérrimo del equipo de mi preferencia y cogerme a la novia era una forma de “llenarle el arco de goles” y, hasta el momento, el juego no pasaba de la mitad de la cancha.
Bien, como decía, entre la rubia “botinera” y la morocha mexicana, me habían cagado el día, lo peor es que comprendía que la culpa era sólo mía. Lo único que se me ocurrió es dejar pasar todo y esperar el día y medio que faltaba para el fin de semana e ir a reunirme en casa con toda la familia. La “vieja” insistía en hacer esas comidas “familieras” cada dos o tres semanas y, en salvaguarda de la mensualidad, había que concurrir y aguantar…
Entre los “planes de trabajo” que contaba mi hermano, lo insulsa y creída de mi cuñada que, dicho sea de paso, estaba muy bien, aunque era insufrible con su esnobismo y sus actitudes de “cabeza hueca”, la nena adolescente que no le daba bola a nadie, vivía sólo para sus pelotudeces y se la pasaba pegada al celular incluso en el momento de la comida y el inquieto de mi sobrino que recién había cumplido los ocho años, se me antojaba como un día de mierda que había que tratar de que se hiciera llevadero.
Ese sábado a la noche no había salida para nadie, cenábamos en familia, dormíamos en la casa grande y pasábamos luego todo el domingo en la casa, sólo nos retirábamos después de cenar. Mi habitación era la misma de siempre, estaba alejado de todos y me habían acondicionado el altillo para que “el nene” estuviera cómodo, más que una habitación era un departamento y si yo quería, ni siquiera tenía que bajar a compartir lugares con nadie, era una “isla” dentro de aquella mansión de seis habitaciones con baño privado, parque, árboles, pileta de natación, solario, quincho cubierto para la parrilla y otras dependencias.
El sábado me fui para la casa de mis padres, el fin de semana iba a estar espectacular y quería aprovechar a tomar algo de sol. Rogaba para que no viniera nadie temprano porque me había vuelto a fallar una minita que tenía y andaba enojado y caliente por no haberla puesto la noche anterior, además de tener un poco de resaca porque me había tomado “hasta el agua de los floreros”, prácticamente me fui de la confitería a la casa de mis padres y dormí algo en la mañana.
Me estaba cambiando para ir a la pileta y apareció mi hermano con toda su familia, tuvieron la misma idea que yo y también iban a usar la pileta y a tomar sol. Mi “viejo” preparaba el asado y el lugar se convirtió en un desbarajuste de risotadas, conversaciones de mujeres a vivía voz, los gritos de mi sobrino que le pedía al abuelo que le sacara la bicicleta, mi “vieja” llamándolo para que la saludara con besos y abrazos y a mí se me había ido la tranquilidad a la mierda.
Cuando yo tenía unos trece o catorce años, época de “pajas” furiosas, había colocado en las ventanas del altillo un empapelado especial que semejaba un espejo, podía ver hacia afuera y nadie podía ver hacia adentro. Cumplía dos funciones, no permitía que entrara el sol a raudales al altillo y me permitía ver a las tres amigas de mi madre cuando se juntaban a parlotear y a tomar sol en la zona de la piscina. Las llamábamos “tías”, para mí eran unas hembras de antología y cuando aparecían en trajes de baño, se me caían las “pajas” imaginando esos culos y tetas desnudos.
Ese papel todavía seguía allí y al mirar hacia la pileta me descubrí excitado mirando los trajes de baño de las tres mujeres de la casa, mi madre incluida. Nunca me había pasado, no sabía si era por el alcohol ingerido en la noche o porque no le había visto “la cara a Dios”, el asunto fue que pronto tuve un “palo” de aquellos. Me acaricié fijando la vista en toda la piel que quedaba a la vista, que no era poca, mi madre tenía puesto un biquini calado que cubría bien sus partes, pero le costaba mantener sus tetas aprisionadas en el sostén, además, se notaba que estaba toda depilada.
Mi cuñada y la hija, de físicos similares, delgadas, estilizadas, pero con buenas tetas y culos vestían, ¿vestían? unas escuetas tangas que dejaban gran parte de sus tetas al descubierto y sus nalgas completamente al aire, estaban mortales las dos, bueno, en realidad, las tres porque mi “vieja” se cuidaba mucho y los “pilates” no faltaban nunca en su rutina. El idiota de mi hermano se reía con mi “viejo” y tanto él como mi sobrino tenían puesta una zunga que les marcaba bien el culo y el bulto. En mi sobrino no, porque no tenía mucho bulto para destacar, pero el culito parado era para tener en cuenta.
Me sorprendí imaginando que mi cuñada y mi sobrina estaban para ponerlas culito arriba y perforarlas hasta que pidieran por quien fuera, lo mismo pensé para mi madre, pero estuve un poco más reticente con ella. También pensé que el culito de mi sobrino estaba para gastarle el agujerito a lengüetazos, era alto para su edad, pero estaba bien formado, aunque su culo, como en toda la familia, destacaba. Jamás me había pasado de tener estos pensamientos y presté atención a lo que hablaban a los gritos.
Según parece, mi hermano había estado en Brasil por un tema de trabajo, había ido con la esposa que no se perdía ningún viaje y contaban que en las playas que habían visitado, esos trajes eran muy usados, “allí no son hipócritas con sus cuerpos”, -decía mi cuñada a viva voz-. Mi tronco parecía latir en mis manos, ni en pedo me pondría esa zunga, mi “paquete” no permitiría esa exhibición y no es por subirme al carro, pero huevos grandes, quince centímetros dormida y casi veinte y de un grosor respetable cuando estaba “activa” no daban para tan pequeña prenda.
No quería que mis caricias terminaran en una “paja” completa, tampoco podría bajar ahora porque esas vistas no eran recomendables para mi momento de “abstinencia forzada” y decidí tirarme a dormir cuando escuché que mi madre decía: “Ángel debe estar durmiendo a pata suelta, vino directamente del boliche” y mi hermano agregó: “Dejalo que duerma, para variar, se debe haber tomado todo, cuando esté todo listo lo llamamos”. Mejor que mejor y, desnudo como estaba, me tiré a dormir acunado por el aire acondicionado.
Debía haber pasado una hora, entredormido escuché que se abría la puerta y como el lugar estaba en penumbras pude ver a mi sobrino que entraba en mi cuarto, era el único en la casa que entraba sin golpear y yo lo dejaba porque solía usar mi computadora para sus juegos. Había logrado que fuera una especie de “compinche” conmigo, lo dejaba que me preguntara lo que quisiera, le daba dinero para comprarse helados, lo ayudaba en ocasiones con los deberes del “cole” y lo dejaba usar la compu sin ponerle “peros”, aunque, eso sí, lo tenía amenazado, si se ponía en caprichoso o contaba algo de lo que hablábamos le rompía los dientes y lo molía a palos.
Cierta vez, el año anterior, me había visto en acción con un vago de otro barrio y sabía que conmigo no se jodía. Pasó que la hermana lo estaba llevando a una maestra particular en un barrio aledaño. Un par de muchachones que los vieron solos le habían sacado los celulares y no contentos con eso quisieron abusar de la hermana. Justo se dio que yo iba para la casa y los vi desde el colectivo, me bajé del transporte dándole un grito al conductor y los encaré a los dos.
Uno de ellos me cortó en el brazo con una navaja y el otro salió corriendo, al de la navaja tuvieron que sacármelo porque literalmente le destrocé la cara a golpes, hasta me lastimé las manos de los golpes que le di. Me detuvieron por esto, pero no tuve mayor problema, la declaración de mis sobrinos junto a la de dos personas que viajaban en el colectivo y que fueron los que me separaron, la herida en el brazo, más los dos Abogados “de peso” que puso mi “viejo” ayudó a que todo quedara en la nada, pero mi sobrino nunca se olvidó de lo que podía hacer su tío cuando se enojaba.
Miraba con los ojos entrecerrados lo que hacía y como se movía con su culito encerrado en ese pequeño slip ajustado y aunque me di cuenta que yo estaba desnudo, no me quise ni mover. Tomó una revista de autos que tenía sobre una repisa y se acercó a la cama mirando fijamente a mi verga entredormida. Se me metió en la cabeza que la miraba con deseos y mi libido comenzó a incentivarse, el morbo de la situación hizo que, dando pequeños saltitos, mi verga fuera tomando rigidez. Casi me voy “en seco” cuando me habló y tocándome la pierna quiso saber si estaba despierto, “tío, tío, ¿estás despierto?”, -preguntó como con miedo-.
No le contesté e hice un pequeño sonido como si estuviera en el mejor de los sueños, él esperó un rato y se lo notaba expectante hasta que no se aguantó y llevó la mano para abrazar el tronco. No sé cómo hice para aguantar el escalofrío que me dio cuando su manito se cerró tratando de abarcar el tronco de mi verga. No movía la mano, sólo apretaba y soltaba, era desesperante y parecía tener el corazón en la pija por la forma en que latía. Con la otra mano se tocó su pitito que imaginé endurecido y luego la llevó a sus nalgas, seguramente se estaba tocando el agujerito porque cerró los ojos como si sintiera mucho placer.
El sumun fue cuando levantó con la yema del dedo todo el líquido pre-eyaculatorio y se lo llevó a la boca. ¡Le gustó, al putito le gustó!, se le notó en la cara cuando lo degustó y repitió la misma maniobra, aunque ahora apretó con una mano mi verga, levantó el líquido con la otra y vuelta a llevársela a la boca. Estaba a punto de acabar como un bendito y me moví como si fuera a despertar. Me apuré como un boludo, mi sobrino salió corriendo a la disparada, pero ya lo tenía y, como nunca antes, su culito se me fijó entre ceja y ceja.
Me levanté, fui al baño y tuve que descargar “a mano”, luego me bañé, me lavé los dientes, me puse la bermuda y bajé a saludar. Las mujeres se habían puesto pareos, pero… no tapaban mucho que digamos, de todos modos, con mi descarga anterior, no daba para perderme en calenturas. Alabé el físico y la prestancia de las tres, aunque sólo lo agradecieron mi sobrina y mi madre, mi cuñada me ponía siempre una cara de orto como si le estuviera tocando el culo, aunque ya no me afectaba y no le pasaba bola.
Mi hermano me hizo un par de bromas sarcásticas relacionadas con la presunta bebida que había tomado la noche anterior y no le llevé el apunte, cuando insistió para darse algún tipo de corte ante mis padres, le contesté que había estado en mi departamento con tres estudiantes de Ingeniería, “no sé si sabrán armar puentes, pero si saben cómo agotarte y no precisamente haciendo cálculos, ¿vos no conociste a ninguna cuando estudiabas?”, -le contesté-. Mi madre alzó la voz para decirme que estaban los chicos y mi padre atemperó la cosa poniéndose a hablar de otro tema.
El almuerzo fue un poco tenso y cansador con mi hermano hablando de las posibilidades del contrato con la firma brasilera, aunque, como siempre, nada en concreto, para él todo estaba siempre por verse. En realidad, se hablaba por llenar espacios y a mí nadie me preguntaba nada ni de mis estudios ni de mi vida. Mi madre le hizo una broma a mi padre respecto a que la habían piropeado en la empresa y la miré con otros ojos, verdaderamente estaba muy buena mamá, era una MILF con todas las letras y las tetas parecían a punto de escaparse de su sostén, además, tenía una cara de… mujer caliente…
Me parecía todo irreal, estaba calentándome con las tetas de mi mamá y busqué con la mirada a mi sobrino que se estaba haciendo el boludo en una esquina de la mesa, no me miraba o bajaba rápidamente la vista, yo sabía porque lo hacía y él también lo sabía, aunque creyera que yo estaba dormido en ese momento…
- ¿Qué te pasa a vos que estás tan callado?, ¿te fue mal en el colegio?, -le pregunté-.
- Hasta recién estaba jodiendo con que quiere que le compre una nueva play porque pasó de grado, -expresó mi hermano-.
- Si pasaste de grado te lo merecés, ¿no te parece Cristian?, el tío está de acuerdo con vos.
- No lo incentives, ahora no puedo distraer esos gastos, regalásela vos, ¿acaso él no dice que sos el mejor tío del mundo?, -dijo mi hermano-.
- Vení enano, sentate con el tío y explicale cómo es eso de la play.
No tardó nada en venir a sentarse en uno de mis muslos y apoyó las caderas sobre el “bulto” semi dormido, me pasó un brazo por el cuello y comenzó a contarme sobre el número de la última play y los juegos que se podrían jugar con ella. A mí nunca me gustaron esos juegos, no sabía nada de ellos y entendía también que esa máquina no era barata, “vamos a tener que verla y creo que no es nada barata esa play”, -le dije apoyando una mano sobre la parte que sobresalía de sus nalgas-.
Se dio perfecta cuenta de esto y acomodó el culito para que lo pudiera tocar mejor, ¡bendita la costumbre de mi madre de poner manteles largos en las mesas!, nadie podía ver el movimiento sutil de mi mano, además el pendejo acercó más las caderas a la verga un tanto inhiesta. Se movía inquieto y mis dedos se aventuraban cada vez más, no tardé en encajar el dedo medio en el nacimiento de la zanja de sus nalgas y lo metí por dentro de su zunga, no avancé para tocar su asterisco, pero lo movía subiendo y bajando por la hendidura y él seguía con sus meneos.
No podía creer que mi sobrinito fuera tan putito, pero, a esa altura, pensaba aprovechar eso. Mi verga estaba a reventar y mi sobrina me sacó de mis pensamientos, “tío, si le vas a comprar esa máquina, recordá que yo también me eximí en todas las materias”, -me dijo haciendo un mohín-. La muy hija de su madre, me daba más bola porque existía la posibilidad de recibir un regalo y, de inmediato, su culito parado también se me metió en la cabeza… “Vamos a hacer una cosa, si me alcanza le compro el regalo a Cristian y gasto lo mismo para un regalo tuyo”.
“Te tomo la palabra”, -contestó y mi sobrino se acercó para darme un beso en la mejilla, pero para hacerlo tuvo que elevarse un poco, apoyó una mano en mi verga endurecida, el apretón, sin ser muy fuerte, se hizo sentir y casi acabo en el acto. Mis sobrinos decidieron irse a la pileta y mi hermano opinó nuevamente: “No les des tanta bola, también te va a pedir que le compres un nuevo celular, parece que el de él se trabó y no hay forma de destrabarlo” … Todos se rieron y les pedí que me lo trajeran, había tenido uno igual y ya me había ocurrido un problema similar, el cual sabía solucionar.
Al quedar solos, los adultos tocaron otro tema. Mi padre insistía en comprar unos campos que quedaban a unos 400 kilómetros de la ciudad y le pedía a mi hermano que lo acompañara, mi cuñada insistió con que las mujeres también podrían ir, pero el caso era que querían irse el domingo a la madrugada, pasar el domingo en el lugar, ver las posibilidades, dormir en la ciudad aledaña a esos campos y regresar el lunes por la noche, algo que podía darse porque había un feriado largo de por medio.
A mí ni me preguntaron y cuando se lo dijeron a los chicos surgieron berrinches y problemas… “Yo me había comprometido en pasar el lunes todo el día en casa de mi amiga, te iba a pedir de irme el domingo a la tarde, me hacen quedar mal porque se les ocurrió otra cosa, mejor es que se quede el tío Ángel con nosotros y vayan ustedes solos”, -expresó la mocosa y me metió en el medio del baile-. Mi cuñada se puso firme y le ordenó a la hija que los acompañara, el problema surgió cuando se encaprichó Cristian y comenzó a patalear, a gritar y a hacer berrinches porque quería quedarse conmigo.
Mi madre fue la “Salomónica”, “es mejor que se queden acá con Ángel, nosotros vamos tranquilos, miramos lo que tenemos que ver, el domingo cenamos en un buen restaurant y el lunes vamos a pasar el día a alguna estancia dedicada al turismo”. Normalmente hubiera pataleado por esa decisión inconsulta, pero, como en un flash, se me cruzó el culito desnudo de mi sobrino y sólo atiné a decir: “Veo que han tomado en cuenta mi “disposición” para tal responsabilidad” …
Parecieron ponerse de acuerdo los cuatro para joderme y hacerme chanzas por lo que había dicho y mi madre me abrazó desde un costado, apoyó sus tetas sobre mis hombros y me dio un beso en la mejilla diciendo, “otro día te lo compenso”. Me caminaron mil ratones por la cabeza y no pude evitar volver a la erección. Por la cara de sorprendida que puso creo que mi madre se dio cuenta de la situación, aunque lo disimuló diciendo que yo era un amor de hijo y se volvió a conversar con mi cuñada.
Los dejé que decidieran los pasos a seguir y disimulando me fui para el lado de la pileta, nadé un rato y enseguida se acercaron mis sobrinos, Cristian se aferraba a mí con brazos y piernas dejando que sus nalgas, como de sentado, se apoyaran en el bulto, pero yo no podía mover las manos, su hermana pronto estuvo al lado de él e hizo algo similar abrazándome desde un costado. Noté enseguida que sus tetas de quinceañera eran duras y no necesitaban ningún tipo de sostén para mantenerse erguidas.
- Tío, mañana me vas a tener que dejar ir antes del mediodía, en casa de mi amiga nos juntamos varios y almorzamos ahí, ¿podrá ser?…
- Hecho, pero no digas nada, luego vamos a ver qué pasa cuando me toque pedir algo a mí, me gustaría ver cómo responden.
- Siempre responderé bien, vos sos mi tío favorito y tenés un lomo que vuelve locas a todas mis compañeras, si no fueras mi tío te pediría de ser mi novio.
- Vas muerta conmigo mi cielo, ¿cuándo me viste a mí tener novia?…
- Bueno tío, es un decir, también se le puede decir “tiroteos amistosos”, jajaja.
- ¿Me parece a mí o ya estás un tanto adelantada para tener la edad que tenés?
- ¡Tío, ¿qué preguntas son esas para con tu sobrina?!, jajaja, no te voy a contestar nada.
Se soltó y se puso a nadar en otra dirección, pero a mí no me quedaron dudas de que ya estaba aprendiendo lo que tenía que aprender. No bien nos dejó solos aproveché para aferrar las nalgas de mi sobrino con las dos manos…
- Cada día tenés el culito más lindo, me encanta tocártelo.
- ¿En serio te gusta mi cola?, a mí me gusta que me toques, pero te tengo que preguntar algo sin que te enojes.
- Bueno, está bien, ya te dije que podés preguntar lo que quieras, pero primero me tenés que contestar porqué me tocaste la verga cuando creías que estabas dormido. ¿Te gustan las vergas?…
- ¡Ahh, te diste cuenta!, creí que estabas muy dormido, no sé si me gustan, nunca había visto ninguna, es muy grande, ¿a vos te parece que tu pito podrá entrar en mi cola?, -preguntó sin tapujos y con toda inocencia, yo casi me caigo de culo en la pileta-.
- ¡Nene!, ¿qué me estás preguntando?, ¿cómo es que se te ocurrió eso?, ¿alguien te hizo algo?
- No te enojes tío, es por lo que pasó con Matías -el amigo de la escuela-, después te cuento bien.
Me dejó con todas las dudas y caliente como un chivo porque se separó de mí ya que venían sus padres y los míos a la pileta. Estuve nadando un rato más para que se “aflojara” todo el bulto y luego salí diciendo que me iba a dormir un rato la siesta. Tenía miles de interrogantes en la cabeza y el morbo me jugaba malas pasadas o buenas, ¡qué sé yo!, hasta pensé que mi mamá me miraba a la cara y descendía la mirada fijando la vista en mi entrepierna y otro tanto hacía mi cuñada, aun a pesar de su cara de orto.
Ya en mi habitación me saqué la bermuda y me tiré desnudo en la cama, pensaba en todo lo que había pasado y ¡mierda que iba a aparecer el sueño!… Recordé el teléfono de mi sobrino, miré por la ventana para ver que todos estuvieran en la pileta y bajé desnudo y apurado para buscar el celular bloqueado que estaba sobre el mueble del comedor. Me sorprendió mi sobrina cuando volvía para el altillo, “estás mejor desnudo que vestido, jajaja, cuando les cuente a mis amigas se van a enloquecer”, -expresó sin cortarse para mirar-… “Deciles que las atiendo a todas, hasta tres por vez me banco”, -le contesté y di la vuelta para subir-.
El fin de semana se presentaba raro, distinto a los de siempre, pero no me disgustaba, le estaba tomando el gustito a todas las situaciones que se presentaban, parecía flotar en el aire un entremezclado de feromonas femeninas alteradas, algunas un tanto inconsistentes como las de mi sobrino y las únicas que podían cruzarse con ellas, sin dudas que eran las mías, ni hablar del morbo que todos esos entrecruzamientos generaban.
Lo del teléfono era una boludez, por lo menos para mí porque, si bien es cierto que los jueguitos de las máquinas no me gustaban, entendía bastante de Electrónica y de esos celulares en particular, el bloqueo se daba cuando se estaba usando un video y se pulsaba el “send” para atender una llamada entrante. Me llevó un rato desbloquearlo y, efectivamente, había allí un video largo y una llamada perdida no atendida. Justo en que me ponía a ver el video, entró mi sobrino a la habitación.
- ¡Tío, no arregles mi teléfono!, dámelo, dámelo, hay que cambiarlo, ya no sirve más.
- Epa, ¿qué te pasa?, ¿por qué te altera tanto el celular bloqueado?
- No, no, por nada, ¿lo arreglaste?
- No se puede, habrá que comprar otro.
Me intrigó su casi temor y ni en pedo se lo daba ya arreglado, primero tenía que cotejar lo que había guardado en el celular-. Lo primero que pensé es que alguno de sus amiguitos le había pasado algún video porno y no sería raro, los pendejos estaban muy avispados. El nene pareció respirar más tranquilo, pero no le di el teléfono, es más, puse cara de enojado y le ordené:
- Sentate allí y empezá a contar lo de Matías y de tus “ganas” y te aconsejo que no me mientas porque ya sabés que no me gustan nada las mentiras.
- Yo te cuento, pero no te enojes, si no querés meter tu pito en mi cola, le pregunto al profe de natación, es sólo que yo quería saber, -no hubo malicia en la respuesta, fue muy inocente, pero se sintió como si me dieran una patada en las bolas-.
- ¡Qué profe de natación ni las pelotas!, si me entero de algo así te reviento a vos y a tu profesor. Contame a mí de dónde vienen esas ganas. -Tenía la vista fija en mi verga, los ojos se le llenaron de lágrimas y comenzó a balbucear-.
- Matías me contó que el hermano de catorce años le mete el pito en la cola, me dijo que primero le dolió bastante, pero que después le gustó y cada vez que lo hace le gusta más y bueno, yo quería saber cómo era. Él me preguntó si quería que le avisara al hermano, pero es un gordo sucio y con la cara llena de granos, me da “cosa”, no quiero con él.
- ¿Alguna vez el profe te tocó o alguien te hizo algo?
- No, nadie, te lo juro, yo pensé en vos y como parecías enojado, pensé en el profe porque… bueno, este… porque sí…
- ¿Sabés cómo se llama eso?
- Sí, se llama “coger”, yo vi videos de grandes y parecía que les gustaba mucho, así que pensé que también me gustaría, pero si vos no querés y te enojás, no le digo nada a nadie. Matías me dijo que es un secreto muy grande.
- Claro que es un secreto muy grande y vos te estás mostrando como un bocón al contarme lo de tu amigo, esas cosas no se dicen, habría que cortarte la lengua.
- Pero, pero, tío, yo quería preguntarte.
- Está bien, pero nunca más abras la boca para decir nada de todo esto y ahora contame que te pasó hoy cuando me tocaste la verga.
- La vi tan grande que me gustó y cuando la toqué y se hizo más grande y latía, me dieron ganas de seguir tocándola, mi pitito se puso duro y también le chupé un líquido dulce que salía. ¡Ves, ves, se puso como ahora!…
- Es porque yo también tengo ganas de meterla en tu cola, pero hay que hacer varias cosas primero, así como así, no te la puedo meter te lastimaría mucho, hay que ir aflojando el agujerito para que entre la verga sin problemas y vos tenés que aprender a chuparla y dejar que yo juegue con tu culito sin quejarte.
- Está bien tío, ¿qué querés que haga?…
Conté hasta diez para no apurarme y hacer alguna cagada grande, lo tenía parado frente a mí con la vista fija en mi entrepierna, el cabello rubio le caía sobre la frente y enseguida pensé en la mamada que me haría propinar, pero antes le dije que trabara la puerta y se sacara la zunga. Primero se sacó la zunga que dejó tirada a un costado, después se giró para ir a trabar la puerta y cuando le vi el culito parado y firme entré a transpirar como un beduino.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Ni siquiera pude léerlo completo antes de correrme a chorros..!!
Cuenta cómo le rompiste el culo a tú sobrino y que hiciste con tu sobrina me gustan los relatos largo me pajeo cómo loca y con los cortos no me gustan se acaban muy rápido me tienes chorreada, parezco las cataratas del Iguazú
Muy excitante y tiene morbo, espero no solo se concentre en el sobrino.
Impecable como todas tus historias, esa combinación de morbo y calentura, junto con la picardía de los mas chicos calienta a full, continua, altas pajas se vienen👍
Esta ya me intrigó 1000% la leere toda