UN SOBRINO MUY INQUIETO. (11).
En casa todos se sueltan, también estaba Elena y comienzan a aparecer “facturas físicas” por el reparto de “polvos”..
NOTA: Mil disculpas… Estoy seguro de haber mandado el capítulo 11 en regla, pero parece que alguien mezcló la historia.
Yo no quería tener personal doméstico en la propiedad, entendía que era suficiente con que vinieran cada tres o cuatro días, para ello nos avisaban de la empresa de limpieza y aparecían cuatro mujeres que se ocupaban de la limpieza en general y de mandar la ropa sucia a la Lavandería, ésta era entregada al día siguiente por la gente de la Lavandería, lo mismo pasaba con los jardineros que venían una vez por semana y no teníamos gente extraña entrando, saliendo o permaneciendo mucho tiempo en la casa.
Por ello, como Cynthia salía de la casa para quedarse conmigo, algo que hacía todos los días por casi cuatro horas y quedaban solos, mis sobrinos no perdieron tiempo para conocerse en la intimidad. Según me contó Fernanda, estaban los dos tomando sol junto a la pileta y vino la madre a avisarles que tendría que salir para ir a la Clínica, le contestaron que se fuera tranquila porque quedaba activada la alarma perimetral de la casa, ellos no saldrían y nadie podría entrar sin que la Seguridad se hiciera presente con urgencias al lugar.
Además, los pillos se habían dado cuenta que, si la alarma era desactivada por alguien que entraba a la propiedad, ésta avisaba con un timbre que se hacía oír en toda la casa, por eso mismo, nadie podía ser sorprendido por nadie. Yo era el único que podía desconectar este timbre y se daba sólo cuando estaba en la casa porque podía regresar a cualquier hora. El caso fue que, apenas la madre se retiró y se conectó la alarma, Fernanda se sacó el corpiño y se tiró en la reposera diciéndole al hermano.
- Me dijo el tío Ángel que te gustan mis tetas, ¿es cierto?, – si pensaba que con esto sorprendería a su hermano estaba frita, Cristian estaba inquieto porque sabía que esa posibilidad se daría apenas quedaran solos-.
- Claro que me gustan y desnudas son más lindas porque se te ve el pezón parado, a mí también se me ponen duritos los pezoncitos cuando se me para el pito, ¿te las puedo tocar?
- Sí, vení a tocarlas y también me las podés chupar, -le contestó apurada y excitada por demás-.
La presunta timidez que esperaba de Cristian se diluyó cuando el nene se prendió a sus tetas y se las chupó sin dejar lugar sin explorar. Fernanda no tardó en tener un orgasmo por las chupadas y lamidas de esa boca y lengua acostumbrada al “ejercicio lingual”. Me lo contaba y yo me excitaba por esto imaginando las sensaciones de la mocosa, claro está que tuvo que terminar de contarme todo después de que quedó agotada con los orgasmos y con el culo rojo y abierto por la tremenda cogida que le di sobre la cama de la Clínica.
A poco que se recuperó de la cogida siguió con su narrativa. Contó que luego de su orgasmo ella se llevó la mano a la vagina y Cristian le dijo que si quería él se la podía chupar, pero sólo si ella le chupaba el pito a él. Entendió enseguida que el hermanito le proponía un “69”, le dijo que sí, pero que era mejor irse a la cama de una de las habitaciones. Se metieron en la primera que encontraron, estando ambos desnudos, se ubicaron y pusieron bocas y lenguas en movimiento…
- Te juro que me daba cosa porque la verguita de Cristian me parecía muy chiquita y comparaba de inmediato con la tuya, pero cuando se prendió a mi conchita sorbiendo mi clítoris de pasada y me metió dos dedos en el culito, me olvidé de todo. Me tragaba toda la verguita que parecía latir y…
- ¿Qué más?, -pregunté ansioso y con la verga a tope nuevamente-.
- Me vinieron los orgasmos uno detrás del otro, eran chiquitos, pero no podía parar, nunca me había pasado así, lo peor o lo mejor fue cuando paró de chupar y me dijo que él también quería sentir los dedos en el culito…
- ¿Y, se los metiste?…
- Claro que se los metí, más cuando le dije que le podía doler y me contestó que le pusiera un poco de saliva, que con eso no le dolería porque vos le metías la verga entera. No lo podía creer, pero le metí hasta tres dedos y se ponía frenético, hasta temblaba con el pito endurecido. ¿Es verdad que tu verga le entra toda en ese culito chiquito?, cuando me lo dijo me tenté a meterle toda la mano, pero no me animé.
- Tu hermano no lo demuestra con “moditos”, pero es muy putito, le encanta mi verga y lo pone loco cuando se la meto bien profundo. ¿No te contó del consolador de tu madre?
- No, no me contó, ¿también se mete un consolador?, salió más puto que mi papá…
- No le digas así, a él no le gusta y a mí tampoco, solamente a mí me lo permite. Respecto a tu padre, prefiero no hablar de él, en este caso Cristian quiso a probar y le di a probar, aunque ahora creo que también le gustan las mujeres, pero hasta que pueda discernir sólo será mi verga y la conchita y el culo de la hermana, él sabe que no le voy a permitir otras “variedades”.
- Sí, me lo imagino, es como conmigo… Tío, me gustaría ver cuando tu verga le entra toda en el culito…
- Eso lo veremos cuando salga de aquí, pero te prometo que vamos a coger los tres juntos.
- ¡Ayyy tío, que caliente me hacés poner!, ¿te vas a casar o a juntar con mi mamá?
- Eso no lo sé, yo soy medio reacio al casamiento o a que me pongan límites estando en pareja, ¿por qué lo preguntás?
- Porque si te juntás con ella como pareja nos vas a estar cogiendo a los tres y me imagino de todo.
- No te imagines tanto, por ahora dedíquense a gozar entre ustedes dos, dejemos que todo se vaya dando por decantación.
Como podrán imaginar, mi sobrina, después de esa conversación y solamente debido a que tenía la conchita y el culo inflamado, se volvió satisfecha para casa y con el estómago lleno de leche. Quedé como para dormir hasta el otro día, desperté cuando me vinieron a traer la comida y la enfermera me dio la medicación, luego seguí durmiendo hasta la mañana siguiente
Al final, según los de la Clínica por precaución, según mi propio entender, por querer cobrar algunos días de más, el alta médica y psicológica no tuvo lugar sino hasta pasadas las dos semanas y media. El día anterior había regresado Mamá-Elena de su viaje de casi treinta días, crucero incluido, por el Caribe. Apareció rozagante después del mediodía y el dorado de su piel la convertían en una mujer más deseable y se lo hice saber. Lo agradeció y me contó que ya había hablado con Cynthia para que no viniera esa tarde, ella lo pasaría conmigo.
Pasado el horario de la medicación y la visita médica, nadie nos interrumpiría y fue cuando comenzó a ponerse mimosa diciendo que me había extrañado. “Que sigas tocándome y acariciándome va a depender de lo que me cuentes respecto de lo que hiciste en estos días”, -le dije con seriedad y comenzó a contarme…
- ¡Ayy nene, no sabés lo que fue!… Spa, playa, masajes, cocteles, cuerpos espectaculares de un lado y del otro, una atención maravillosa, te tentabas continuamente, pero, me porté bastante bien, jajaja, de obra porque de pensamiento tengo que reconocer que te fui infiel. Casi, casi me dejo llevar por una masajista negra, más que masajes eran caricias enloquecedoras y no sé cómo hice para resistir.
- ¿Nada, ni siquiera un orgasmo?…
- No, la corté a tiempo, pensé en ese momento que no te podría mentir y le dije de terminar con el masaje, pero a vos te tengo que reconocer que me quedé muy caliente.
- ¿Descubriste una nueva faceta?
- No sé, llegué a pensar en que era una nueva alternativa para gozar y no me molestó, aun así, no lo llevé a cabo, pensé mucho en lo que me dijiste de meterla a Cynthia en la cama y eso no me desagrada, aunque siempre y cuando estés vos presente. A todo esto, ¿qué va a suceder entre ella y vos cuando vuelvas a tu casa?
- Todavía no lo tengo claro, no es por lo sexual, de alguna manera tendríamos que convertirnos en una pareja y no creo estar preparado para eso.
- No creo que vayas a tener problemas, yo la veo muy dispuesta a aceptar todo lo que vos decidas y, por otro lado, no tienen que darle explicaciones a nadie, los de afuera no nos importan y los de adentro ya no están adentro y perdieron todo derecho a opinar, además, los chicos te adoran.
- Ya veremos, mañana salgo de aquí y me la pienso pasar panza arriba, mientras tanto, no me vendría nada mal que mi mamá se ocupara de este bulto que tengo entre las piernas.
- Pensé que no me lo ibas a pedir nunca, tengo ganas atrasadas.
Ver a mi madre cuando se introducía mi verga en la boca tratando de llegar a su garganta, observar como sus ojos llorosos por los ahogos momentáneos buscaban los míos, sentir como su lengua jugaba en mi glande y notar la calidez de su boca me provocaba un morbo tremendo y una excitación difícil de explicar con palabras. Todo derivó en una explosión que no pude contener y ella no dejó escapar ni una sola gota.
Se aunaron las ganas de los dos y no permitió que mi erección decayera en demasía, siguió con su mamada y pronto me tuvo a tope nuevamente. No preguntó nada y el salto fue felino, su pollera se arremango sobre sus caderas y, con las rodillas a los costados de mis caderas, se sentó abrazando mi miembro acamado con sus labios íntimos empapados. Otra que estaba siempre preparada y sin ropa interior cuando cabía la posibilidad de la cogida, luego fue otro movimiento sutil y el glande se deslizó en su interior seguido del tronco endurecido.
Cerraba los ojos y el rictus de su rostro denunciaba el dolor y el placer que la embargaba, hasta que llegó al límite y comenzó a moverse, subía, bajaba a un ritmo moderaba que ella misma controlaba. Me apretaba con sus músculos y me daba una cogida monumental, yo quería seguir un rato más y a ese paso no podría, parecía querer exprimirme y el orgasmo que no disimuló casi me lleva con ella.
Allí se me cruzó por la mente la Psicóloga y el tal Edipo, imaginé que el personaje de la tragedia griega se desquició, se cegó por sus manos y vivió perseguido por su conciencia porque nunca había experimentado lo que yo, seguramente su madre nunca le dio una mamada como la que yo había recibido hacía unos instantes, ni tampoco se penetraba y se movía sobre su verga provocándole un placer fantástico, de ser así la obra no hubiese tan trágica y habría terminado con la madre y el hijo cogiendo hasta el final de los tiempos.
No hubo caso, pensara lo que pensara no sirvió de mucho, su segundo orgasmo me contagió como por osmosis y me llevó con ella, por sus contracciones y porque mientras apoyaba sus manos en mi pecho y se enterraba la verga hasta chocar con su útero me dijo: “Llename hijo, la cola me la hacés cuando estemos con Cynthia”. ¡A la mierda con Edipo y mi aguante!, mi leche la rebalsó y parte de ella resbaló por mi verga para quedar en mi pubis.
Quedó unos instantes tirada sobre mí, me besó con ganas y pidió que esperara un poco, era lógico, todavía temblaba y tenía unas contracciones esporádicas, “me diste una cogida tremenda”, -agregó, aunque, en realidad, todo lo hizo ella-. Cuando salió se fue rápido al baño y al rato regresó con una toalla húmeda y me limpio todo el pubis y los testículos, el enchastre entre sus jugos y mi acabada había sido enorme, pero no quedó ni rastro.
Luego, ya más tranquilos me contó que mi padre la había llamado varias veces al celular cuando estaba en el Caribe, “no lo atendí, no me importa ni me importará nada de lo que pueda decirme”, -dijo agregando que, posiblemente, intentaría llamarme a mí o a Cynthia por algún pedido de dinero-. Le contesté que ya veríamos lo que se hacía, tampoco era el caso de ponerme a hablar de mi padre después de haber tenido ese hermoso “polvo” con mi madre. Merendamos juntos y luego se marchó moviendo su culo duro, se la veía feliz.
El regreso a mi casa me hizo bien, todos me demostraron su alegría por haberme reintegrado plenamente a sus vidas, además había muebles nuevos y/o una mejor ubicación de varios de ellos convertían el lugar en muy apacible y acogedor, algo similar pasaba con el exterior, yo no era muy amigo de poner macetas con plantas, más que nada por la incomodidad y por el lugar que éstas restaban, pero había canteros chicos en distintas partes, a los costados y en el frente de la casa, lo cual le daba colorido además de elegancia al lugar.
El primer día lo pasé extremadamente tranquilo gozando de las atenciones de todos y en el momento de la cena le dije a Cynthia que mudara sus cosas a mi habitación porque dormiría conmigo, nadie opinó al respecto, sólo noté miradas pícaras entre los dos hermanos y, aun con el rubor evidente, la sonrisa placentera de mí, todavía, cuñada no pudo disimularse. Luego del café me quedé mirando un rato de tele y Cynthia aprovechó a irse al dormitorio a arreglar algunas de sus cosas y ninguno de los hermanos se cortó para demostrar la morbosa excitación que sentían.
“Tío, podemos espiar cuando te la estés cogiendo a mami”, -preguntó Fernanda y la mirada como de ruego de Cristian me hizo saber que estaban los dos de acuerdo y esperando esto-… “No, todavía no es tiempo, aprovechen a jugar entre ustedes, ya veré como los hago gritar cuando les rompa el culito a los dos juntos”, -les contesté-. El estremecimiento de los dos ante esta posibilidad no me dejó dudas de que lo esperaban y lo gozaban por anticipado, pero yo no quería apurar ningún tiempo, además, no quería distraerme, esa noche, Cynthia y los agujeros de su cuerpo eran todos para mí.
Después de la internación y de las conversaciones con la Psicóloga, juro que yo quería tener delicadezas con Cynthia, fuera de lo que era sexo me llevaba bien con ella, lo tenía todo para ser una pareja sensacional, buen físico, tenía buen gusto en el vestir, atenciones permanentes, no jodía con imposiciones, estaba atenta a todos mis requerimientos, mantenía la cosa como un juguete nuevo, no pasaba nada por alto, pero… en la cama era como si le hiciera pagar la infidelidad que había tenido con mi hermano y le hacía sentir el rigor.
Necesitaba que mi verga penetrara su garganta como si fuera un émbolo y que su nariz golpeara en mi pelvis, se la aguantaba bien, pero más de una vez se le caían las lágrimas o se ahogaba con su propia saliva y sus arcadas, en la vagina era otro tanto y, aunque estaba siempre mojada golpear su útero con mi glande se imponía, no me importaba si yo sentía dolor, el tema pasaba por hacer que ella sintiera el choque y expresara con gemidos dolorosos cada uno de esos golpes, algo similar pasaba con el sexo anal, la lubricación no existía salvo un poco de saliva y “adentro mi alma”.
Tenía ganas de golpearla, aunque me contenía con esto porque no quería marcarla, el caso es que más de una vez gritó sin poderse contener y, aunque lograba tener sus orgasmos, yo no podía satisfacerme si no la humillaba llamándola “puta”, “arrastrada” o “infiel”, cuando no que le repetía que mi pija la haría gozar por el culo más que con la verguita del Profesor de natación. Me pasaba que siempre terminaba agotado y con ella pidiendo más, diciendo que “su macho” podía hacer lo que quisiera con ella, que me pertenecía en cuerpo y alma, pues bien, esa noche no fue la excepción.
Había terminado sólo una vez porque sin morbo me costaba acabar y allí no había morbo, había ganas de penetrar, incluso de dañar. Ella gozaba, tenía orgasmos cortos y largos, se brindaba y aquello que me dijo una vez respecto a que me demostraría con hechos y no con palabras, lo cumplía a rajatablas. Una vez que terminé en su culo y salí para dejarme caer a un costado, me pidió que la dejara abrazarme, no le contesté, sólo abrí mis brazos y se acurrucó contra mi pecho apoyando la cabeza en mí. Fue el momento en que me pidió que le permitiera ir en la mañana al Juzgado porque saldría la sentencia del divorcio definitivo, le dije que sí y fui quedándome dormido.
Me levanté temprano con ella y desayunamos juntos, estaba preciosa y rozagante y la felicité por ello. Luego de servirme el desayuno me comentó que, según el Abogado, mi hermano no estaría presente, que ya había vendido la casa y se había mudado al Brasil con su novio, pero ella sí quería estar presente porque sentiría una satisfacción muy personal al recibir la sentencia judicial, dijo que, definitivamente, estaría libre para poder darse por entero a mí y no podía oponerme a ello.
El caso es que, unos cinco minutos después de que se hubiera marchado, bajaron Fernanda y Cristian, mi sobrina sólo tenía puesta una tanga diminuta y Cristian otra igual, convertida en toda una mujercita dispuesta a satisfacer a su tío, “tío, estamos recaliente, anoche nos cogimos con el consolador, pero nos falta tu verga”, -me dijo Fernanda mirándome con cara de puta resalida-. Lo primero que hizo es ponerme las tetas al alcance de la boca y le pasé la lengua en los pezones haciendo que se retorciera presa del placer mientras el hermano miraba y se tocaba el pito duro que sobresalía de la prenda femenina.
Imaginé de inmediato como iba a entrar de forma alternada en cada uno de sus culos y la verga se me puso como un garrote, “está bien, vamos a la habitación de ustedes, pero prepárense porque más que de coger tengo ganas de romper culitos” … A los dos les faltó aplaudir y Cristian se adelantó a la hermana para prenderse a mi boca, el beso no tuvo desperdicio, pero tuve que dejarlo para que la hermana recibiera su ración de labios y lengua. Ya en la habitación volaron las prendas y la mamada que me dieron fue en conjunto compitiendo ambos por ver quien la tragaba más, yo la dejé a Fernanda intentar todas las veces que quiso, pero sin ayuda de mis manos presionando su cabeza no podía, algo que su hermano más chico hacía con deleite y comodidad.
Un par de veces tuve que pedirles que aflojaran para no acabar y vaciarme sin parar, pues además de la mamada que recibía, mis manos no se quedaban quietas y mis dedos incursionaban en el primer culito que tuviera más cerca y en algunos momentos eran mis dos manos a la vez las que se movían incursionando en sus agujeros. Los gemidos de los chicos estaban a la orden del día, resonaban en la habitación y Fernanda no pudo retener un par de orgasmos por lo que experimentaba, hasta que no aguantó más y se encaramó sobre mi verga y la fue perdiendo en su interior.
“Dejame gozarla primero a mí enano, después quiero ver de cerca cómo te entra todo este pedazo en el culito”, -hacía caras con la verga hundida en su interior y hablaba con el hermano-. La dejé que tuviera un orgasmo más fuerte y luego de éste les dije que se habían terminado las contemplaciones, era hora de que los cogiera y puse manos a la obra indicándoles que se pusieran en el borde de la cama con el culo a disposición, “dejame ver tío, dejame ver”, -pidió la viciosa y mientras Cristian se abría los cantos con las dos manos, la dejé ver como el glande comenzaba a hacer diana-.
“¡Por Dios, hijo de mi puta madre, mirá como se la come, no lo puedo creer!”, -decía Fernanda con la cara pegada al culo del hermano y miraba como la verga entraba sin detenerse y sin encontrar resistencia-. El enano se aguantaba la pija como el mejor, le dolía y emitía algunos sonidos, pero no gritaba ni hacía aspavientos, cuando toqué sus nalgas con mi pelvis pareció suspirar y movió el culito retrocediendo. La hermana ya no miraba, tenía los ojos dado vueltas y acababa con un orgasmo enorme mientras el consolador se hundía en su vagina.
Eso me sacó, le imprimí ritmo a las entradas y salidas del culito de mi sobrino e incentivé el orgasmo de su hermana haciéndome dueño del consolador, una mano aferraba las caderas del nene y la otra se movía haciendo que el consolador entrara y saliera con ritmo y velocidad de la conchita de Fernanda que no podía parar de moverse. “Dame más tío, dame más”, -gritó Cristian y ya no pude aguantar, le llené las tripas de leche dejando salir un gemido largo de satisfacción, pero no pude dejar de notar que los gemidos parecieron convertirse en uno solo, fue un hermoso “polvo” y por más que Cristian, luego de un pequeño rato, se giró para limpiar y poner la verga en condiciones, pedí un poco de tregua.
De a poco fui moderando las relaciones con los chicos, si por ellos fuera viviríamos “meta palos y a la bolsa”, aunque con el que no me moderaba tanto era con Cristian, el putito estaba hecho una seda en todo, no aparentaba en sus modos de ser y de hablar ningún síntoma de amaneramiento, pero su culito estaba cada vez más parado y pedía mi verga o, por lo menos, es lo que yo creía al verlo, por eso no faltaba oportunidad de hacerme dar una mamada o penetrarlo en algún “rapidito” en cualquier lugar de la casa en cuanto se daba la oportunidad.
La cabaña fue testigo de esto y nunca decía que no, también usaba ese lugar con la hermana, pero con ésta era más complicado, Fernanda pedía cama y penetraciones varias y no siempre se podía, además estaba Cynthia que me calentaba lo suyo al pasearse desnuda por la habitación, antes de acostarse o después de levantarse y con el “si mi macho” a flor de labios que me impelía a penetrarla por dónde fuera, sin olvidar a mi madre a la que visitaba una o dos veces por semana en la casa.
Mi madre me jodía siempre con el trío con Cynthia, no me lo decía abiertamente, pero cuando tenía sus orgasmos no faltaba oportunidad de mencionarla y, ¿para qué negarlo?, a mí también me ponía la posibilidad. “Tanto fue el cántaro a la fuente…” que una tarde en que me iba a ir a visitar a mi madre le pedí a Cynthia que me acompañara. No preguntó para qué, lo que yo decía o pedía estaba bien para ella, lo único que le dije al entrar era que me siguiera la corriente, tampoco preguntó, pero creo que lo imaginó porque los ojos le brillaron distinto.
Mi, a esas alturas, puta Mamá-Elena me esperaba con un conjunto de lencería negro, medias al muslo, liguero, sandalias de tacos altos y ganas, muchas ganas. Yo entré en la casa con mis llaves y se sorprendió cuando me vio con Cynthia, pero la sorpresa le duró lo que tardé en abrazarla desde atrás diciéndole que le había traído lo que tanto deseaba. Al tomarla de las tetas y apoyarle el bulto en la raya del culo emitió un suspiro que se escuchó en todo el living, hasta ahí llegó con su exclamación, Cynthia se le puso de frente y le comió la boca con deseo y un algo de desesperación.
Mi pareja se desnudó en un santiamén y se sentó en el sofá para correrle el “trapito” que llevaba puesto y lamerle la vagina a su anterior y posterior suegra. Mi madre puso una pierna sobre el asiento del sofá y le dejó el camino libre a la lengua inquieta de la nuera, yo la “ataqué” desde atrás poniéndole la verga inhiesta entre las nalgas, la lubricaba con sus jugos y la saliva de Cynthia que sabía lo que pasaría. Elena gemía alto, tembló y apretó la cabeza de la rubia en su entrepierna, fue el momento que aproveché para buscar el asterisco con mi glande y empujar.
Lubricación sobraba y ese culo ya estaba acostumbrado a mi verga, por lo cual, la resistencia fue efímera y me mandé de una hasta lo profundo. Acostumbrado o no siempre la sentía y esa vez no fue la excepción, el grito le salió desde las entrañas y, como no pensaba darle tregua, comencé con los movimientos de entradas y salidas, estaba incómodo, pero me las arreglaba. Cynthia solucionó todo, se tiró boca arriba en el sofá sin desprender su boca y mi madre la siguió en el movimiento, pronto estuvieron en un “69” incompleto porque la veterana no lograba coordinar sus lamidas, estando mejor posicionado, mis pijazos se hacían sentir en profundidad y la “autora de mis días” gritaba entremezclando el dolor y el placer.
“Me matan, me muero”, alcanzó a decir antes del orgasmo que la dejó desparramada y con temblores sobre el cuerpo de la nuera. Cynthia salió como pudo de debajo de Elena y con mi morbo a mil la tomé de la mano y le dije que fuéramos a la habitación, a mi madre le dije con voz imperativa, “acompañanos que tenés que devolver gentilezas”, tampoco se manifestó en contrario, sólo dijo: “Ya, ya, dejame recuperar el aliento”. No la esperé y, al llegar, Cynthia se trepó a la cama poniéndose en cuatro, pero se sorprendió mucho cuando la volteé, la besé con ganas y la penetré despacio en un misionero clásico.
Los ojos se le llenaron de lágrimas y se prendió a mi cuerpo con brazos y piernas imprimiéndole a sus caderas un movimiento suave que se fue incrementando, Esa cogida me estaba gustando como nunca y los masajes y apretones que le daba a mi verga con sus músculos vaginales desestimaron cualquier amago de aguante, luego de un rato me dejé ir en lo más profundo y Cynthia unificó su orgasmo con el mío, no era la primera vez que lo hacíamos coincidir, pero esa vez fue distinto.
Por primera vez fue como decir “no quiero más, no puedo más” y apenas me salí de ella y me corrí a un costado apareció Elena, se arrodilló entre sus piernas y metió la cabeza para con boca y lengua lamer y limpiar toda mi simiente. Me acerqué a darle un beso a Cynthia y le dije que me encantado y que me había secado, su expresión fue de verdadera felicidad y expresé en voz alta: “disfruten ustedes, yo no puedo más”. enseguida dejé la habitación para irme a servir una copa.
Luego de los gritos de placer y los orgasmos mutuos que se prodigaron se aparecieron las dos en el living para hacerme compañía. Yo me sentía decaído, pero no era por ellas o por lo que hacían, el tema era físico y me puse a pensar que debía ejercitarme y visitar a un nutricionista para comer mejor, los “polvos” reiterados con Cristian, Fernanda, Cynthia y Elena me estaban pasando facturas, claro está que ellas no lo sabían y como no respondí al 100% con sus mamadas y mimos, pensaron que era por culpa de su entrega lésbica.
Me costó convencerlas de lo contrario hasta que concordaron en que Cynthia me acompañara a una visita médica, lógicamente y también hay que decirlo, mis antecedentes no me ayudaban mucho para que estuvieran muy tranquilas, pero yo sabía que no era por ningún problema de las neuronas, sin embargo, que canalizaran sus preocupaciones para ese lado me ayudó a mantenerlas un poco a raya y esto se haría extensivo a los chicos, aunque, sin dudas, al gimnasio y al nutricionista debería ir, sí o sí.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excellente nui excitante y tienne mucho morbo.