UN SOBRINO MUY INQUIETO. (12).
Preparo todo para que ya no haya problemas de “ocultamientos”, pero siento que eso puede sobrepasarme..
Verdaderamente la visita al Médico Nutricionista me vino de maravillas, comía bien y con una dieta equilibrada, además de eso comencé a ir regularmente al gimnasio y, como el físico lo tenía bien armado desde antes, no me costó ponerme a tono y comencé a notar una notoria mejoría, pero… aprovechándome de mi anterior accidente cerebral, limité el tema del sexo a una o dos veces por semana con Cynthia y seguía visitando a mi madre una vez por semana.
Con los chicos no me hacía tantos problemas, ellos dos se mantenían “activos” entre ellos, hasta le había comprado un hermoso strapón a Fernanda y ella se ocupaba bastante seguido del culito del hermano, claro está que, ego mediante, no tenía mis medidas, lo que me permitía hacerle sentir mi “pedazo” cuando me daba por “embocarlos”. En casa me atendían a cuerpo de rey y Cynthia con su desnudez cuando estábamos solos, Fernanda con sus insinuaciones y Cristian paseándose con ese culito parado me mantenían en un estado de semi excitación constante.
El verano estaba a pleno y como no me dejaban mover un dedo, me la pasaba todo el día haciendo nada y disfrutando de alguna buena lectura bajo la sombra de algunos árboles o tomando sol, en realidad, los cuatro estábamos bronceados como si hubiéramos disfrutado de un sol caribeño. Se sentía bien estar así, pero, cuando estar “al pedo” se convierte en un exceso no es bueno. Una mañana me despertaron los movimientos de Cynthia, se estaba vistiendo tratando de no hacer ruido, le pregunté qué pasaba y me contestó que era sábado.
Al no tener personal doméstico en la casa y como ella era un tanto maniática con el tema de las compras de comestibles, se solía juntar con mi madre y Fernanda para ir a hacer las compras y aprovechar también para darse el gusto con las compras de algunos “trapos” y de “cosas de mujeres” y así me lo hizo saber…
- Hoy es sábado mi cielo, ya hablé con tu madre y nos vamos al Súper, luego iremos a comprar algunos “trapitos” de los que a vos te gustan. Cristian está dormido y les dejo la comida preparada, volveremos después del mediodía.
- No vaya a ser cosa que se estén juntado las tres para coger a escondidas, eso me disgustaría mucho.
- No mi vida, ya te lo dijimos con Elena, si vos no estás, no hay forma de que pase nada.
- Lo digo porque observé que Fernanda está bastante lanzada y mi madre tiene determinada obsesión por “enseñar”.
- No vida, te aseguro que nada que ver, pero si tengo que decirte algo de Fernanda, creo que tenés razón con eso de estar “lanzada” y Cristian no se queda afuera de eso.
- ¿Por qué lo decís?…
- Ayer por la tarde, cuando vos dormías la siesta y nosotros estábamos tomando sol, le pidió al hermano que le pusiera bronceador y creo que éste logró que tuviera un orgasmo cuando le ponía bronceador en las nalgas, ya sabés que la tanga no tapa mucho y me pareció notar que los dedos de Cristian se perdieron en su entrepierna y su culito. Yo me hacía la dormida y creo que se mordió para que no me diera cuenta de su placer.
- ¿Tan alevoso fue?, -estaba obligado a disimular “sorprendiéndome”-.
- Eso no es nada, yo seguí como si estuviera completamente dormida y luego de acabar le dijo que ahora le tocaba a él. Se puso a pasarle bronceador, pero fue directamente a sus nalgas pues éste se había puesto el slip como si fuera una tanga. El nene no pudo disimular su placer cuando ella, estoy segura, le metía los dedos en el culito, lo peor es que, por favor no te enojes, en lugar de enojarme me calenté mal.
- Estás muy puta vida, lo único que falta es que tus hijos cojan entre ellos y vos te calientes con eso.
- Es que con vos vivo caliente y haría lo que quieras por satisfacerte, además, notar eso me puso a mil.
- Ahora me hiciste calentar a mí, chupámela y te voy a decir lo que tenés que hacer porque si andan calientes no quiero que se busquen a alguien de afuera.
Mientras Cynthia se prendía como desesperada a mi verga y se la tragaba dejando traslucir una excitante cara de puta dispuesta a lo que su macho propusiera, le expliqué cuál era mi modo de pensar al respecto y que era lo que debería hacer… Era mi oportunidad para coger “a pija revoleada” en la casa, con quien quisiera y cuando quisiera sin andar ocultándome de miradas indiscretas, de hecho, hacía dos días casi nos descubrió Cynthia cuando le estaba dando por el culo al nene en uno de los baños y quería evitar eso.
- Llévenla a Fernanda a casa de mi madre, usen la excusa de probarse la ropa que compren, sedúzcanla, si transa la van a tener que coger entre las dos, incluso mi madre tiene “juguetes”, tienen que agotarla y después me contás, por otro lado, si Cristian es un putito antes de que se lo coja algún maestro o un amiguito mayor de otro grado, va a tener que probar mi verga.
- Es muy chiquito, no podrá aguantar tu verga, me da no sé qué, podrías lastimarlo mucho. Mejor eso no lo hagas.
- ¡¿Qué carajo es lo que no entendés?!, vos fuiste la que viniste con la inquietud, no te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando, mi madre y vos se tendrán que coger a Fernanda, si le gusta y colabora después le tocará a Cristian, vos, Fernanda y yo gozaremos con él. Ya me hiciste enojar puta infiel…
Le saqué la verga de la boca y tirándole de los pelos la puse en cuatro, Cynthia no gritaba y se aguantaba el dolor, pero las lágrimas le brotaban cuando castigué sus nalgas con varias palmadas fuertes que me hicieron doler las manos. “¿Entendiste o no entendiste?”, -le pregunté cuando escupí su asterisco y me mandé de una al fondo de su recto-.
El grito no pudo ser evitado, aunque yo sabía que esa penetración no era castigo para ella pues segundos después movía el culo para llegar a un orgasmo que parecía estar esperando. Me aguanté como pude, mi leche estaba destinada al culito del nene. “Desde ahora, acá en casa o cogemos entre todos o no coge nadie, es mejor que lo vayas entendiendo”. Esto se lo dije mientras le tiraba fuerte de los cabellos y sacaba sin miramientos mi verga de su culo.
“Seguí, mi macho, seguí”, -pidió sollozando, pero le dije que hasta que no tuviera una respuesta a su regreso no tendría leche. Se dio cuenta que no debería insistir y se levantó, se arregló la ropa y se retiró luego de saludarme con un beso. Mi plan urdido sobre la marcha estaba encaminado, sabía que daría resultado, lo que no sabía es que me resultaría más difícil de manejar.
No bien se fueron y se cerró el portón de entrada, fui al baño y desde allí, directo a la habitación de mi sobrino, en el camino le mandé un mensaje a mi sobrina, “enseguida te llamo, no digas que soy yo, hablá como si fuera una amiga”, lo desperté al nene golpeándolo con mi verga en la cara y haciendo un poco de presión en sus labios con mi glande. Abrió los ojos y no tardó en llevarse mi pija a la boca, mientras tanto la llamé a Fernanda, “hola Tamara, estoy yendo de compras con mi mamá y mi abuela, dale, decime, te escucho”, -respondió rápido-.
Le dije que si la madre o la abuela le preguntaban si tenía relaciones con el hermano, aunque un tanto reticente, les contestara que sí, que practicaban entre ellos y que ella le metía el consolador de la madre que habían encontrado y uno que ella había comprado con los números de la tarjeta del tío, pero que no tenían mucha experiencia, además que ella había dejado de ser virgen el año anterior con un amigo, le recalqué que se mostrara inexperta, pero que gozara con lo que se presentara. “¿Por qué es eso Tamara?, -preguntó-… “No preguntes y hace lo que te digo, eso sí, de mí no hables”, -contesté levantando la voz-. Aceptó diciendo que luego nos hablábamos.
Pensé en que la abuela y la madre se llevarían una sorpresa con la nena y me sorprendió una arcada de Cristian, lo miré como interrogándolo y me contestó: “estás muy grande tío, tenés el pito durísimo”. La verdad es que tenía razón nunca me había sentido tan excitado y le cogí la boca haciendo que golpeara un par de veces la nariz en mi pelvis, luego le pedí que se diera la vuelta. Quedó con el culito parado que destacaba por el color más blanco por la zunga que usaba para tomar sol, se abrió las nalgas con las manos y esperó por la cogida urgiéndome a que lo penetrara.
Elevar el culito le resultaba ya un movimiento natural y el asterisco fruncido y amarronado parecía abrirse esperando por el salivazo y el ariete incisivo. Esas nalgas paradas me ponían a mil y ver cuando el glande se perdía en su recto trasponiendo su esfínter era algo que no se puede contar con palabras, así y todo, aun con la calentura que tenía, el placer de ese momento estaba dado por la penetración lenta, él sentiría el paso del tronco inhiesto y yo me deleitaría con el calor del interior de ese culo inquieto.
Tardé unos segundos en llegar con mi pelvis a sus nalgas y la sintió y gozo como nunca uniendo el dolor de la penetración con el placer de sentir la pija hurgando en su interior, “ayyy tío, la tenés enorme, se me hincha la panza cuando me lo metés toda, me duele mucho adentro del culito, lo siento como la primera vez que me cogiste” … “Salí y entrá de nuevo así, es hermoso siento como que me empujás las tripas y mi pito está por reventarse” … “Dame más tío, dame más”, -hablaba sin que yo lo interrumpiera y me calentaba más, pero, como me pasaba siempre que me cogía a mi sobrino, no pude evitar acelerar mis entradas y salidas y él nunca podía, aunque lo intentaba, acoplarse a mi ritmo.
Me había aferrado con mis manos a sus hombros y le daba “bomba” con ganas hasta que su grito unido a su pedido me hizo reaccionar, “me duele, me duele tío, me duele y me hago pis y caca”, -dijo sollozando y aflojé el ritmo para llevarlo al baño sin sacarle el trozo de sus entrañas. Me quedó la verga llena de mierda cuando se la saqué rápido y apenas si llegó a sentarse en el inodoro para desalojar sus tripas.
Era algo lógico, lo desperté a los pijazos sin que primero pudiera ir al baño y sólo me quedó lavarme en lavatorio, algo que hice rápido para dársela a mamar y la chupada que derivó en mi acabada fue monumental. Tragó todo mirándome con cara de deleite y se sentó en el bidet para lavarse bien. Me preguntó si estábamos solos y le conté como venía la historia…
- Si todo sale bien, hoy te voy a coger delante de tu madre, quiero que te atores con mi verga y que disimules arcadas, lo mismo vas a hacer cuando te la meta, tenés que demostrar que estás dolorido y que es la primera vez con mi verga.
- Creo que me va a gustar estar con mi mamá y con vos, pero, ¿cómo vas a hacer para cogerme delante de mami?
- Tu hermana le va a contar que ella usa el consolador con vos y tenés que decir que te gusta que te cojan, pero que también te gustan las mujeres, el tema es hacer que tu madre no sospeche que yo te desvirgué y desde hoy podremos estar cuando tengamos ganas sin andar escondiéndonos.
- ¿Podremos coger a cada rato?
- No, a cada rato no, no se puede andar revoleando pitos y conchas por toda la casa, cuando se dé trataremos de pasarlo bien, pero esto no es como respirar, si tu madre o yo decimos “No”, es “No”, ¿se entiende?…
- Sí tío, como vos digas, ¿querés echarme lechita adentro del culito?
Le dije que no, que iríamos a comer algo y pasaríamos el día tranquilo esperando a la madre y a la hermana, “luego veremos que hacemos”. No puso ningún “pero” y nos fuimos a desayunar. Por mi cabeza pasaban miles de películas que yo mismo producía y dirigía, pero trataba de controlarme, Cristian, por su parte, desayunó, jugó con sus juegos de la computadora, antes del mediodía nadó un rato en la pileta y anduvo en bicicleta por el parque, para cualquiera que lo viera era un niño de lo más normal, nadie sabía que tenía un “monstruo comeverga” oculto entre dos nalgas erguidas y hermosas.
Almorzamos la comida fría que había dejado preparada Cynthia y lo hicimos debajo de unos árboles relativamente cercanos a la pileta, se estaba bien allí, el aire era distinto y el contacto con la naturaleza le daba otro sabor, otro color a las cosas. Cristian se acercó a la mesa y antes de sentarse me abrazó, me dio un beso en la mejilla y me dijo algo que me dejó pensando… “Te quiero mucho tío”, fue espontáneo, sincero y alejado de toda connotación sexual, sólo pude sonreír, allí el tema no pasaba por el dinero o por los regalos, ni siquiera por el sexo, era pura demostración de sentimientos de un sobrino hacia su tío.
Mis pensamientos pasaban por creer, entender o saber si lo que estaba haciendo con los hijos y la ex mujer de mi hermano, incluso con mi madre, era lo correcto o, de alguna manera, me aproveché y me aprovechaba de ellos para saldar algún tipo de venganza por lo que mi propia familia me había demostrado desde siempre. Yo no estaba acostumbrado a esa “sinceridad sentimental”, acercarme o mostrarme afín a alguien pasaba siempre por una manera o un modo de conseguir mi conveniencia.
Mi padre con su actitud de soberbia nunca me había demostrado mucho cariño que digamos, mi madre metida siempre en sus cosas y actuando tal como lo quería mi padre, tampoco había sido muy cariñosa con sus hijos y con mi hermano, bueno, lo de él hacia mí siempre había sido una competencia incentivada por mi padre y apañada por mi madre. Esto ni siquiera lo había hablado con la Psicóloga y reconozco que, con estos profesionales, uno siempre trata de contar lo que cree más conveniente, tampoco fue, en el caso de esta mujer, que se preocupó mucho por ahondar en lo mío, yo pagaba y estaba bien.
Cogerme a mi madre y hacerla dependiente de mi verga tenía mucho que ver con desnudar su hipocresía y su falta de cariño, además era un “palo” enorme al machismo estúpido y soberbio de mi padre pues no sólo lo convertía en cornudo, sino que le demostraba su incapacidad e inutilidad en el tema empresarial. Con lo de mi hermano fue más profundo, los cuernos fueron enormes sumiendo a su ex en una necesidad y sumisión de las que me aprovechaba, sumando a eso la dependencia sexual de sus propios hijos y todo eso antes de descubrirlo como un transexual y homosexual reprimido que generó el rechazo y la aversión de todos sus allegados.
Decididamente yo no estaba bien, me asaltaban momentos de disconformidad y eso se notaba en mis instantes de silencios, esto también lo notó Cristian que estaba siempre atento a todo, aunque no lo demostrara, agravado para él porque, por dentro, aún se sentía culpable por el enojo que derivó en mi internación. “¿Qué te pasa tío, estás triste?, ¿no te gustó meterla en mi culito?, ¿estás enojado conmigo, querés que te haga sentir bien?”. Su preocupación era evidente y se levantó para abrazarme y apoyar la palma de su mano en mi verga.
Bastó ese movimiento y esa preocupación para que moviera una de mis manos y apretara fuerte sus nalgas, mi morbo y mi libido respondían siempre ante el incentivo de sus nalgas, pero en este caso me contuve y le dije que no era nada, que sólo estaba pensando en cosas que tenía que hacer y que no tenían nada que ver con él. De hecho, luego de comer me puse a navegar un rato por las Redes Sociales y abrí mi correo electrónico, no había mensajes personales y sí varias propagandas ofreciendo posibilidades de negocios y de inversiones.
Seguramente habría algún tipo de conexión entre los oferentes de negocios y los bancos porque no creía que a todos les llegaran las publicidades para comprar determinados campos o propiedades lujosas y/o incluso parcelas en islas privadas. Esto me llamó la atención, las fotos me mostraban un lugar caribeño que parecía ser de ensueño, con playas de arenas blancas, mar tranquilo y apacible de color celeste o verdoso acorde a la profundidad de su fondo, palmeras y abundante vegetación. No era una inversión que, en lo inmediato me interesara, pero, con dinero para gastar y estando “al pedo”, no costaba nada averiguar.
Contesté ese mensaje pidiendo referencias y planes, tenía presente que la Economía del país era un tembladeral e invertir en bienes inmuebles era lo más conveniente pues mis depósitos locales también estaban en dólares y se decía que el Gobierno podría disponer de esos dólares y pasarlos a pesos, lo cual implicaba una desvalorización a corto plazo, por ello, no estaba mal eso de invertir en inmuebles.
Recordé a la dueña de la inmobiliaria que me había vendido la casa y la llamé para pedirle datos sobre propiedades que dijo tener a la venta, me atendió de forma muy deferente y me ofreció de inmediato un combo de tres propiedades tipo chalets con bastante terreno y ubicadas en Localidades cercanas, quedé con ella en visitar las propiedades, luego pensé para mí que si me gustaban cerraría el trato sin problemas pues entre las tres no llegaba a gastar un millón de dólares.
Había traído de México unos veinte millones para gastos “locales” y, por desconocimiento de lo que significaba tamaña cantidad de dinero, todavía quedaban unos diez millones que corrían el riesgo de licuarse, sobre eso también hizo referencia la Martillera y aproveché para pedirle que me averiguara bien el tema de la parcela en la isla caribeña.
Se entusiasmó enseguida con la idea y me contestó que me mantendría al tanto, recordándome, con cierto tono de jocosidad, que me debía la copa de champagne por la venta de la casa principal. Le comenté que no faltaría oportunidad y pensé de inmediato que tetas y culo le sobraban como para hacerme pasar una hermosa tarde o noche.
Luego de esto e imaginando la cogida que Cynthia y mi madre le estarían dando a Fernanda o viceversa porque la pendeja no era nada manca para estos mandados, me entró a agarrar una modorra que finalmente me venció y me acomodé en la reposera para que el sueño se manifestara. Me dormí una siesta de aquellas y me despertó Cristian cuando trataba con su mano de acomodar mi glande en la entrada de su culito, para esto hacía una especie de equilibrio con los pies apoyados en el piso, pero no lo dejé seguir.
- ¿Qué estás tratando de hacer?, -pregunté serio viendo que se las había ingeniado para bajarme el short-.
- Porfi tío, estaba pensando en que me ibas a coger junto con mami y me dieron muchas ganas de tenerte adentro, ya me puse cremita y mi pitito está durísimo, -me miraba poniendo una cara de inocencia y candidez entremezclada con la de deseo evidente y lo dejé.
Se fue sentado despacio sobre el tronco haciéndome ver con sus gestos que, si bien lo aguantaba, el dolor era evidente. No sé si fue por la posición incómoda o de puro “masoca” que era, pero los últimos cuatro centímetros los desapareció en su culito dejándose caer de golpe, el “¡agggg!” no se hizo esperar, se mordió los labios y los ojos se le llenaron de lágrimas, pero no tardó en moverse pegando y despegando las nalgas de mi pelvis. Su interior estaba apretado y lo sentí más cuando se puso a temblar por sus famosas “cosquillas”.
Me aguanté las ganas de eyacular cuando lo vi moviéndose y gimiendo por la cogida que se había propinado con mi miembro, pero ahora me tocaba a mí y salí de él para decirle que se apoyara en la reposera, ni problemas que se hizo y se acomodó esperando y sabiendo que ahora sería más duro. No llegué a meter la verga, mi celular vibró y lo atendí, era Cynthia avisando que ya estaban llegando y, para seguir con mi plan, le urgí a Cristian que nos metiéramos a la pileta, nos pusimos la ropa y nos fuimos al agua, ésta nos ayudó para lavarnos y para reducir dilataciones en barra y oquedades.
- Hola cielo, ¿todo bien?, -pregunté por preguntar porque el pulgar levantado semi oculto de Fernanda me lo decía todo-.
- Sí amor, todo bien, tu madre no quiso venir, prefirió quedarse a descansar, danos unos segundos que nos cambiamos, -me expresó al saludarme-.
- No es necesario, si está todo bien, sáquense la ropa y métanse al agua, me cuentan aquí adentro, -le dije a Cynthia alcanzándole mi short empapado-.
La cara se les iluminó a ambas mujeres y no tardaron en sacarse los jeans y las remeras para meterse enseguida al agua, según parecía era una constante que las mujeres de mi casa renunciaran a usar ropa interior. “Estos dos, estos dos cogen…”, -me dijo Cynthia refiriéndose a los hijos y se acurrucó entre mis brazos, entonces la hice girar y calcé el miembro en la zanja de sus nalgas, con una mano apretaba sus tetas endurecidas y con la otra la acercaba a Fernanda para comerle la boca. Las palabras sobraban, la madre gemía pidiendo que se la pusiera y Fernanda lo llamaba al hermano que se apuraba para sacarse el slip de baño. Flexionando las piernas y de a poquito la fui metiendo en el culito de Cynthia.
- Entró muy rápido aquí, ni te quejaste, ¿quién estuvo usando mi culito?
- Fue tu mamá mi cielo, usó un strapón, pero tu verga es más grande y me llena todas las tripas, me gusta que me la metas en la pileta, -me lo decía mirando cómo se besaban los chicos y gemía gozando la penetración-
- ¿Qué le hicieron a mi mamá?
- Estaba enloquecida, sacó el strapón y nos penetró, primero a mí y luego a Fernanda, después me dio un juguete de esos a mí y le hicimos doble penetración a la nena, gritaba como loca, pero era por el goce, esa es más puta que la madre y la abuela.
- ¿Y?…
- Después le tocó el turno a Fernanda de usar el strapón y tu madre casi se muere por los orgasmos que tuvo, tuvimos que parar porque puso los ojos en blanco y quedó cómo desmayada. Nos asustamos, pero al rato estaba riendo y pidiendo más y bueno, le dimos más… Ahhh, estás enorme, en esta posición no me puedo mover para que goces más.
- Seguí contando, ahora le vamos a dar participación al nene.
- Por eso no vino, se quedó dormida y la nena y yo seguimos un rato más hasta que decidimos volver, ¿estás seguro de hacerle la cola al nene?, Fernanda me dijo que le mete un consolador, pero no es como tu pija, tengo miedo de que lo abras todo.
- Que aprenda, si lo abro le ponemos una pomada, los culos de esta familia serán todos míos.
- Vos sos nuestro dueño, pero tené cuidado, miralos como se besan y se meten mano, me calientan esos pendejos, ahhh, no me aguanto.
Los orgasmos de Cynthia no tenían desperdicio y tomándola de la cintura la saqué del agua, la escalera amplia de la piscina me permitió caminar por ella sin sacarle la verga del culo, luego me acerqué a una reposera amplia y me senté, ella se acomodó y gimió un tanto dolorida cuando lo hizo y la verga entró más profundo. La atraje pegando su espalda a mi pecho y lo llamé a Cristian, “vamos a ver que sabés hacer con la conchita de tu madre”, -le dije, a sabiendas que haría delirar a “la mamita”-.
Ella no podía ver bien por la posición, pero el orgasmo la convulsionó toda cuando el nene, su nene, metió la cabeza entre sus piernas y se adueñó de sus labios y su clítoris. Sabía que lo haría bien, ya me lo había demostrado con Fernanda, el pendejo tenía pleno control de su lengua y ésta no se cansaba, la que no lo sabía era la madre y me imaginé lo que Cristian hacía cuando tuve que aferrarla fuerte porque ella no podía dejar de tener contracciones y temblores.
Claro está que todos esos movimientos actuaban sobre mi verga, para más el muy pillo también jugaba con el culo penetrado de su madre y acariciaba parte de mi tronco y mis testículos, a todo esto Fernanda, como para no quedar afuera, se ensañó con las tetas y los pezones de Cynthia, se los chupaba como si quisiera arrancarlos y cuando no pude aguantar más le llené las tripas, al sentir el calor de mi líquido en su interior, mi ex cuñada, ahora mujer-pareja, estalló en un orgasmo descomunal, gritaba, sollozaba, decía incoherencias y de pronto quedó laxa, las emociones habían podido con ella y se desmayó.
Les dije a los chicos que no se hicieran problemas que sólo era un desmayo, la acomodé en la misma reposera y la primera que reaccionó fue Fernanda, la muy putita se arrodilló y se tragó mi verga semi dormida. Yo no me había movido mucho ni me había cansado con la madre, así que tardé poco en reaccionar, pronto la tuvo que sacar de su boca porque no la aguantaba y se puso sola en posición de cuatro esperando por lo suyo. Entré casi de una en su culo y gritó con ganas al sentirme en sus entrañas, pero no la dejé recuperarse ni adaptarse, dos bombeadas profundas y cambié de lugar.
Otro grito entremezclado con gemidos y comenzó a moverse recibiendo mis estocadas intercambiadas, sus orgasmos chiquitos y continuados se potenciaron cuando el hermano se metió por debajo de sus brazos y se prendió a sus tetas chupando y mordiendo sus pezones. Venía cogida por su madre y por su abuela, pero tenía la ventaja de la juventud y aguantó a pie firme regalándome algunos orgasmos más, de todos modos, como no hay cuerpo que aguante, llegó un momento en que ya no pudo aguantar y se desplomó sobre el cuerpo del hermano, no se desmayó, aunque se notaba que no estaba para dar más de sí.
Cristian salió como pudo de debajo del cuerpo de la hermana y me puso el culo a disposición, “tío, ahora dame a mí”, -pidió abriendo sus nalgas con las manos-. El resto de energía que me quedaba, que no era mucha, pero tampoco era poca, lo dediqué para tratar de clavarlo profundo en ese culo que me elevaba el morbo. Sin embargo, no me quise apurar, noté que la madre, ya un tanto recuperada, nos miraba expectante y comencé a entrar despacio diciéndole al oído, “tu mamá nos mira”.
No fue necesario decirle más, se quejaba, gritaba, pedía que fuera suavecito, rogaba porque se la metiera más profundo, comparaba mi verga con el consolador y la completó cuando dijo: “Me duele, tío, me duele, pero me gusta, despacito, despacito, ayyy mamita que grande que es”, por lógica, la madre no aguantó, se acercó preocupada y me pidió casi rogando:
- Por favor Ángel, hacelo despacio, no te la va a aguantar toda, lo vas a romper, es un bebé…
- Si le gusta la verga que se la aguante, es preferible que sea yo y no otro… -se tuvo que callar cuando vio que no quedaba nada afuera y que Cristian decía:
- Empujá más tío, hacela entrar toda, metela hasta el fondo, -y acompañaba su pedido con el retroceso de sus nalgas-.
El pendejo manejaba la situación ante su madre haciéndole creer que su culito “virgen” estaba siendo sometido a su primera penetración con carne real. Fernanda giraba la cabeza para no denunciar su sonrisa sarcástica y Cynthia, totalmente sorprendida, optó por acercarse a su hijo y pedirle que aguantara y tratara de gozar, “ya está mi cielo, ya está toda, movete despacio, yo te ayudo con tu pitito”, -fue lo único que le quedó por decir y se arrodilló para mamar el pitito de Cristian que se desesperó y gritó que le venían “las cosquillas”-.
Yo estaba excitadísimo, dado vuelta y con el morbo por las nubes, no quedaba nada más por hacer y empujando en el culito “baqueteado” de mi sobrino inquieto, le inundé de leche las tripas, la poca o mucha que me quedaba, quedé baldado, con las piernas temblando y sin ganas de que nadie me tocara. La saqué dejándole el culito abierto y fue Fernanda la que trató de ocuparse del hermano, pero Cynthia no la dejó, le levantó las piernas al nene, lo acarició y le lamió el pito, los huevitos y todo el culito como si fuera una perra atendiendo a su cachorro.
Estaba transpirado, acalorado y cansado, pero el chapuzón me reanimó y me siguió Fernanda quien me abrazó para darme un beso y me dijo: “Salió todo genial, pero ahora me vas a tener que dejar ir más seguido a lo de la abuela, me encantó estar con ella”. Sólo le dije “bueno” y di unas brazadas para irme a la parte más profunda, no sabía si pensar que era yo quien les había podrido la cabeza a mi familia o mi familia esperó su momento para sacar a flote su perversión latente, como fuera, ahora había que sobrellevarlo y no iba a ser fácil.
Quedamos todos como si nos diera comezón en la piel con sólo mirarnos y ni hablar de hacer de comer para cenar. De eso se ocupó el delívery de la parrilla y cenamos en el parque, desnudos, pero en silencio, con todos esperando que yo me dignara a hablar. Lo que les dije era lo mismo de siempre, algo que ya todos conocían, pero me dirigí a los chicos, haciendo notar que eran los “nuevos” en este tipo de cosas, lo que sí recalqué que lo que había pasado no implicaba andar “haciendo uso” en cualquier momento o lugar de la casa.
Esa noche se impuso el cansancio y nos dormimos todo. Me levanté relativamente temprano porque quería pasar por la inmobiliaria, había quedado con la dueña para ir a visitar las casas que me ofrecía y no quería perder tiempo con eso. Le había dicho a Cynthia que tenía que salir a las diez de la mañana y se levantó más temprano para prepararme el desayuno, estaba vestida de shorcito y remera, me gustó eso y se lo hice saber: “Me parece bien que estés vestida, no dejés que los chicos anden desnudos, hay que hacer una vida normal y no convertir la casa en un desmadre”.
Estuvo de acuerdo y me recordó que los chicos acatarían todo lo que yo decidiera. Le di un beso largo cuando me despedí para salir y me gustó sentir que la relación para con ella se normalizaba y ya no necesitaba de tantas imposiciones. Llegué a la inmobiliaria y la dueña me recibió muy sonriente, estaba bien peinada, con poco maquillaje y vestía una pollera acampanada por sobre las rodillas que remarcaba sus nalgas paradas y era acompañada con una camisa en que se notaban los dos primeros botones desabrochados, invitando con ello a mirar los pechos que eran enormes comparándolos con lo exiguo de su torso.
Aun con sandalias de tacos altos, me llegaba a la altura del pecho y me hizo pasar a una oficina privada dónde me ofreció un café o un té antes de mostrarme las fotos de las propiedades que me ofrecía. Desistí de tomar algo caliente y acoté sonriendo…
- Tendría que haber venido más tarde a tomar el champagne.
- Te lo ofrecería con gusto, pero creo que no es hora de champagne, -contestó exhibiendo cierta coquetería y empleando el tuteo-.
- Para hacerlo mejor tendríamos que celebrar las posibles ventas tomando el champagne acompañando una cena en algún lugar elegante.
- Jajaja, si por mí fuera te aceptaría de mil amores, pero… mi marido no me dejaría, -contestó señalándome el anillo en su dedo-.
- Es una pena, me privaré de pasar un rato agradable en tu compañía, hasta había pensado en el postre.
- Ayyy Ángel, no me tientes, adoro algunos postres, pero, con la cena deberé quedarme con las ganas, -me dio pie dejando una puerta abierta y pensé que, si se daba, la petisa volvería a su casa caminando torcida-.
Luego de mirar las fotos de las propiedades no me cupieron dudas respecto a que la petisa estaba recaliente, un par de veces había rozado mis manos y en otra oportunidad, en lugar de dar vuelta la foto que estaba sobre el escritorio, fue ella la que salió de su lugar y se acercó para mostrarme y rozarme con su cadera. Yo no estaba para las tonterías de quinceañero y le dije que era mejor si nos dirigíamos a ver las propiedades.
Me contestó haciendo un mohín que estaba esperando a que el marido le alcanzara el auto pues había salido a ver una propiedad y no daba para pedirle al cliente que la llevara. “Alicia, te diré que podemos hacer, vamos en mi auto y luego te regreso, es que, a menos que me interese mucho la propuesta, no tengo deseos de perder el tiempo”, -le contesté y la petisa no dudó-. “Te agradezco mucho Ángel y acepto la posibilidad que me brindas, trataré de que te guste y te interese todo”, -se apresuró a responder-, luego le dijo a la empleada que le avisara al marido que ella se iba con el cliente, se la notaba contrariada con el tema del auto y algún partido iba a sacar yo de esto.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Sigue contando, está muy buena la historia.
Parece que falta la parte 11, ya que no aparece publicada.
Hola!! Alguna razón en particular para que hayas pasado del cap 10 al 12 omitiendo el # 11, o es simple error de tipo? Muy buena la serie👏👏👏
Excelente muy excitante y tiene mucho morbo, la familia ahora se compenetrara más, espero la continuación pronto.
Tu morbo familiar, trae muchos recuerdos de mi niñez, continua, maravilloso👍