UN SOBRINO MUY INQUIETO. (13) final.
Compro las propiedades que quería, todo comienza a torcerse y decido irme solo, llevaría un tiempo volver..
La Martillera se mostró bastante dicharachera en el camino a la primera propiedad, me preguntó si aún seguía soltero o había conseguido novia y apretó mi muslo con su mano cuando me dijo que yo debía ser un pillo de aquellos, “tienes dinero, una casa espectacular, un auto lujoso y muy buen porte, debés estar rodeado de mujeres, ¿es así?”, -preguntó mirándome con cara de deseo-. Sólo la miré sonriendo y no pude seguir, ya estaba llegando a la casa prevista, estacioné y pasamos al interior.
Ya dentro de la casa me mostró las dependencias y me sonreí cuando se desabrochó otro botón más de su camisa y pude ver más de la piel de sus tetas porque el sostén sólo le sostenía la mitad de ellas, “es que hace mucho calor”, -alcanzó a decir y tiró sus cabellos hacia atrás-. No me quería apurar y esperaba dar el zarpazo en la última casa. Con la segunda casa arreció un poco más con su coquetería y cuando estaba a punto de “atacar” sonó su celular, atendió un poco molesta, aunque trató de disimular.
“Hola querido, si ya vimos la casa de tal dirección, estoy en la segunda y nos falta la última. No, no me esperes a almorzar, no sé cuándo terminaré, el cliente aún no se decide”. Cortó la comunicación y me sonrió, yo no dije nada, pero me extrañó porque había dado mal las direcciones. No le iba a preguntar, pero la curiosidad me venció. “Es verdad, -contestó- lo que sucede es que la última casa está toda amueblada, hay una cama allí y el tonto se pone celoso de que esté sola con un cliente, se hace unas películas raras, jajaja”.
De camino a la tercera casa le di un “puntita” para avivar su interés, “las casas me están interesando y veo que están en buenos barrios, ¿vos podrías ocuparte de alquilarlas y administrarlas, en el supuesto de que las compre?” … Por supuesto que su respuesta fue afirmativa y me habló incluso de importes a cobrar por alquilar, de garantías hipotecarias y de su comisión, ella solita se estaba cociendo en su propio e interesado jugo. Ya en la tercera propiedad “ataqué” sin que me importaran las consecuencias. Fue en el momento en que mostraba el dormitorio y retrocedió un tanto tocándome con sus nalgas, allí fue cuando la abracé desde atrás, apoyé mi bulto por sobre su cintura y le tomé las tetas con las dos manos, el beso en el cuello decidió todo porque gimió entregada diciendo:
- Me calentaste desde que te vi la primera vez, pero ahora que te siento apoyado me da un poquito de miedito, me veo tan chiquita a tu lado…
- Los miedos nacen para ser vencidos y no hay mejor forma de vencerlos que proceder con los intentos.
Cuando giré su cuerpo para besarla, bueno, besarla es un decir, más bien fue comerle la boca e introducir mi lengua para encontrarme con la suya que no se quedó quieta. La cama estaba a un paso y la levanté de la cintura para llevarla hacia ella, esto pareció servirle de detonante porque me abrazó por el cuello y saltó con sus piernas para tratar de enroscarlas a mis caderas, no se soltó de la boca y gemía de placer poniéndome los pelos de punta.
La verdad es que venía muy bien servido desde todo el día anterior, los culitos de mis chicos y de Cynthia no me dejaban penar por “polvos”, pero bien sabido es que el “cambio de monta” incentiva el morbo y las ganas de distinta manera, además, la dueña de la inmobiliaria no estaba nada mal y pedía a gritos una buena verga.
¿Cómo la querés putita?, -le pregunté mientras pisaba mis pantalones para terminar de sacármelos y apuntaba el glande en su vagina empapada-. No sé ni por dónde andaba su bombachita ni como hizo para sacársela, lo que si sabía es que su cara, aunque más que caliente, anticipaba una penetración dolorosa. “Entrá despacio, por Dios, la siento enorme”, -pidió con un tono de ruego y no la hice esperar-, sufriera o gozara pensaba darle una cogida a la que, evidentemente, no estaba acostumbrada.
El glande comenzó a incursionar en el paso estrecho que se iba abriendo deseoso de recibir todo el tronco que venía por detrás. “Ay, ay, ay, despacio, ay, ay, ay”, -lo decía sintiendo la penetración, pero era más por el miedo a una verga a la que no estaba acostumbrada y la comencé a sacar-. “No, no, no la saques”, -pidió adelantando la pelvis-, ya había entrado media verga y mi intención era precisamente esa, que pidiera más, entonces gritó con ganas. Entré de una y estampé mi pelvis en sus labios, no llegué al final, rocé apenas su útero y Alicia, además de gritar por el dolor de la penetración, pareció enloquecer.
“Dame más de esa verga, pensé que no podría, cogeme con ganas, reventame la conchita, pija, pija, dame pija”, -vociferaba como desaforada y no me molestaba, del mismo modo en que no me molestaba que los vecinos o cualquiera que pasara por la calle pudiera escuchar-. Mi ritmo se incrementó a su pedido, eso parecía un geiser y sus temblores y contracciones me incentivaban, pero yo quería que no se pudiera sentar y la giré como un juguete para ponerla en cuatro.
No le di tiempo a decir nada y volví a penetrarla por su hueco empapado mientras sus gemidos se incrementaban y se aferraba con los diez dedos de sus manos al colchón pelado. ¡por Dios, por Dios, no puedo parar!, ¡qué placer, madre mía, qué placer!, decía en voz alta y trataba de acompasar mi ritmo. Yo, a la par de mis bombeos trabajaba su culito con mis pulgares, el hueco no estaba tan cerrado como podía esperar, el esfínter se relajaba a mi gusto y no daba para esperar más.
Cambié rápido de lugar y el “no, no, no, por ahí no, noooo”, no tardó en aparecer, gritó tratando de desmontarme cuando mi verga entró hasta la mitad en su culito redondito y llamador. Llorisqueaba y tragaba sus mocos cuando el tronco desapareció por completo en su interior y nada de esperar, enseguida le imprimí un buen ritmo entrando y saliendo de ese culito, posiblemente roto. Había sentido en mi glande una pequeña resistencia, seguramente por la tripa no acostumbrada al grosor y la longitud que experimentaba, pero eso no me detuvo y, sí o sí, tuvo que acomodarse.
“Si lo movías antes para llamar mi atención, movelo ahora para darnos placer”, -le pedí acostando sobre su espalda y hablándole al oído… “Si bestia si, igual ya lo terminaste de romper”, -expresó con voz un tanto titubeante, pero comenzó con sus propios movimientos-, yo pretendía arrancarle un par de orgasmos mientras le hacía la cola, pero Alicia me sorprendió, pareció olvidarse del dolor y del tamaño de la verga que tenía en sus entrañas y empezó una seguidilla de orgasmos que me elevaron a las nubes.
“Sí, sí, hijo de puta sí, mi culo es tuyo, decime que no será la última vez”, -gritaba como electrizada y movía sus caderas mientras me apretaba con sus músculos, yo no podía más y en el siguiente apretón que sentí, me descargué en lo profundo de sus tripas. Tuve que tirarme sobre su espalda y vencerla con mi peso para poder taparle la boca y evitar que el grito atrajera, no digo a los bomberos, pero si a algún vecino o vecina deseoso de observar un buen espectáculo de sexo.
La tapaba con mi cuerpo y me moví despacio incentivando un ronroneo de satisfacción, “no salgas, no salgas, esperá que se baje porque si no me arrancás las amígdalas”, -decía, pero ya su tono era más jocoso-
- Ahora que estamos más tranquilos y relajados podemos hablar de negocios, -le dije sin dejar de moverme suavemente en su interior-.
- ¡Qué negocios ni la mar en coche!, si te seguís moviendo así voy a querer que me lo sigas rompiendo y me duelen hasta las muelas, jajaja, fue terrible, pero nunca gocé igual.
- Tu culito resultó bastante querendón, no lo esperaba y me encantó.
- Es mi marido, está obsesionado con mi culito, pero le llevás un par de “cuerpos” de ventaja, jajaja, que ni se le vaya a ocurrir hacer algo al regresar porque no podré disimular el túnel subfluvial, jajaja.
- Vamos a lavarnos y hablamos de las propiedades.
- Andá vos, yo tengo que ordenar las piezas de mi cuerpo y pedirles permiso para moverme, jajaja, tengo una amiga a la que le encanta que la cojan duro, pero me parece que no sabría qué hacer con tu verga y tu aguante, jajaja.
No le di mucha bola con lo de la amiga, lo de ella había sido una especie de excepción, bastante tenía yo con los culitos de casa y en degradé por edad, jajaja, veterana, adulta, adolescente y niño, ni ganas me quedaban para intentar por otro lado. Pensando en eso me fui a lavar y cuando regresé le tocó a ella que pasó por mi lado y tocándome la verga me soltó un: “la próxima la quiero tener en la garganta”. Lo que no sabía es que yo decidiría el cuándo y cómo.
Cuando ya estuvimos listos y más presentables acordamos la compra de las propiedades y el posterior trabajo de ella para ponerlas en alquiler y administrar los pagos mensuales. De regresó comimos una hamburguesa en un Mac Donald -fue un capricho de ella- y nos sentamos luego en su oficina para finiquitar el tema de la papelería, allí conocí al marido al que tomé por un “cuarentón creído”, algo que me causaba un poco de gracia, me reía por dentro sabiendo que los cuernos que portaba eran enormes y que no usaría el culito de su mujer por un par de días.
Regresé a casa como a las cuatro de la tarde y los encontré a todos disfrutando del sol y de la pileta, madre e hija vestían sus acostumbradas tangas y Cristian usaba su zunga. Los tres se apuraron a saludarme y me di cuenta que Cynthia había hablado con ellos dos porque el piquito lo recibió la madre, pero ellos se limitaron a besarme en la mejilla. Y me alegré, verdaderamente me alegré de que las cosas comenzaran a darse como en mi interior yo quería.
Cynthia había generado sentimientos que iban más allá de lo sexual, parecíamos necesitarnos, la relación con los chicos se daba igual, lo pasábamos bien, sus culitos estaban siempre dispuestos y, si bien es cierto que no abundaron las orgías “familiares” tampoco faltaron y en cada una de ellas gozábamos los cuatro a más no poder. Fernanda frecuentaba a la abuela bastante seguido, aunque mi mamá no había querido tener relaciones con Cristian, ganas no le faltaban porque le preguntaba a Cynthia lo que el nene sabía hacer y cómo era que la hacía gozar, pero, quizás por un tema de sangre, no olvidemos que Fernanda no era nieta natural o de pruritos, el caso es que no se lanzaba y yo no le insistía.
No faltaban ocasiones en que Cristian, demostrando tanta calentura como en él era normal, me buscaba cuando me estaba bañando o usando el baño y se mandaba unas mamadas fabulosas, siempre parecía querer practicar algunas nuevas variantes, la última era permanecer el mayor tiempo posible con la pija incrustada en su garganta y mover la lengua sobre el tronco, respiraba por la nariz y más de una vez logró que no me pudiera aguantar, pero él, contento y chocho de la vida al tragarse toda mi acabada sin dejar ninguna gota afuera.
Otras veces el tema pasaba por buscar una penetración a fondo y su culo totalmente ensartado, aun con los ayes de dolor acostumbrados del principio de la penetración, hacía que su culito y sus caderas se movieran como si me bailara un perreo, muchas veces logró que le llenara el culito de leche en los primeros movimientos, pero aprendí a controlarme pues Cynthia también quería su cuota de leche en cualquiera de sus oquedades y a mí me encantaba dársela.
Al mes o mes y medio de comenzar nuevamente las clases, Cristian me vino con la novedad respecto a que tenía un amiguito al que le gustaba que le tocaran el culito y que le había comentado que le gustaría que el profe de gimnasia se lo cogiera. La idea de Cristian era la de invitarlo a la casa para que yo me lo cogiera en la cabaña, me tenté, claro que me tenté, sería algo similar a lo que había pasado con Matías y un culito nuevo no me vendría nada mal.
Un día sábado lo invitó a pasar el día en la casa y apareció Jorgito, lo trajo el padre que lo dejó con Cynthia, yo lo miraba desde el altillo y me pareció que se disgustó un poco con la presencia y el físico de la madre del compañero de Jorgito. El chico era un poco más pequeño de físico que Cristian, pero sus piernas duritas y su culito parado era más que tentador, lo que no me terminaba de cerrar era su pronunciado amaneramiento, se me hizo que ya estaba “usado” y que era promiscuo porque buscaba otras vergas.
La actitud de Cristian era completamente distinta, él no buscaba, estaba consustanciado y completo con lo de la familia y no se le notaba nada exteriormente. En un aparte le dije que jugara, pero que no llegara a más y que le preguntara al amiguito si ya sabía lo que era una pija. Resultó que sí, el nene era cogido regularmente por el padre y el tío, vivían sin la madre y ya había probado con amigos de su padre. Sabiendo esto, yo me abstuve con el chico, además Cynthia y yo le pedimos a Cristian que se alejara un poco de su amiguito y que no aceptara invitaciones a su casa.
De algo sirvió y le sirvió a Cristian para darse cuenta que lo suyo no era para divulgarlo ante otras personas porque jamás lo entenderían o querrían aprovecharse de él. Lo que pasó fue que, unos días después, el nene logró que el Profe de Gimnasia lo ensartara, pero fueron descubiertos y se armó un escándalo tremendo en la escuela, tomaron intervención las Psicopedagogas, las Psicólogas, las Asistentes Sociales y se dio intervención a la policía que detuvo al profesor, al padre, al tío y a un par de amigos de ellos.
El nene no fue más al colegio, fue a parar a un internado de menores y los padres no enteramos de todo eso por una reunión que se hizo al efecto. Por lógica, esto lo hablamos con Cristian y, entre los tres, le metimos cierto miedo por el tema de la separación de los mayores de la familia y nunca más jodió con el tema de los amiguitos, lo que pasara después cuando llegara el tiempo de los enamoramientos se vería, por lo pronto, el nene siguió “comiéndose” y adorando a una única verga, la mía, por supuesto.
A los seis o siete meses de esto, al regreso de uno de mis viajes a la isla caribeña, isla que había comprado por intermedio de Alicia y que visitaba de forma más o menos asidua supervisando la construcción de la casa con las comodidades que yo quería, me encontré con algunas novedades que no me cayeron nada bien. Había estado en la isla unos veinte días y como todavía no tenía modo de comunicarme no me enteré de nada.
Mi padre hacía una semana que estaba viviendo en la casa de mi madre y mi hermano, por intermedio de mi madre trataba de llegar a Cynthia y a los chicos alegando, lógicamente, que Cristian era su hijo biológico y quería tener contacto con él. Mi padre regresó porque estaba bastante enfermo y se le había declarado un cáncer que lo tenía a mal traer, para colmo los médicos le habían dicho a mi madre que el estrés y los tragos amargos que no se superaban ayudaban bastante a la propagación del mal, para mi madre, eso y decirle que ella era la culpable sonó casi parecido y lo trajo para la casa.
Mi hermano, para variar, había fracasado en su trabajo y en la relación que mantenía, por lo que regresó con el caballo cansado a rogarle a mi madre, la cual, con la excusa de que era el hijo y no podía dejarlo tirado, lo acogió nuevamente en la casa. De resultas de todo esto, mi vida tranquila, apacible y hecha a mi gusto fue a parar al carajo porque fue tal la bronca que me agarré que me llamé a silencio con todos.
Cynthia y los chicos se esmeraban por atenderme y agradarme y sólo recibían de mí algunas respuestas aisladas, a decir verdad, tenía cierto temor para hablar porque de mi boca saldrían sólo barbaridades. Me saqué un poco las mierdas de encima cuando vino mi madre hasta la casa para tratar de explicar lo que había pasado. Cynthia la dejó entrar y la miré con cara de odio que sintió como si fuera un cachetazo en pleno rostro.
- Tenés que entenderme Ángel, vos sabés lo que significás para mí, pero es tu padre, mi marido, le quedan de cuatro a seis meses de vida y no podía dejarlo tirado y que muriera solo y como un perro en su departamento. Con tu hermano pasó algo similar, está cansado, destruido física y moralmente, tampoco podía dejarlo a la buena de Dios, con vos hubiera hecho lo mismo y que quiera ver a su hijo biológico es normal y natural.
- Cynthia, decile por favor a esa mujer que no la registro ni la registraré más como mi madre, me engañó, me traicionó, me usó y se cagó en mí como lo hizo toda la vida. Me destruyó antes y lo quiere seguir haciendo ahora usando al imbécil de mi padre y al fracasado inútil de mi hermano, lo peor es que lo hace extensivo a la familia que me costó construir. Decile que conmigo no tendría que hacer lo mismo que con mi hermano porque aprendí a no ser un infradotado dependiente.
- ¡Por favor hijo, por favor!, entendé un poco mi posición.
- Cynthia, decile a esta mujer que se vaya de mi casa, no quiero verla ni en fotos y, por favor, no vuelvas a dejarla pasar.
- Por favor hija, hacelo entender.
- Elena, vos sabés que eso es imposible, además a mí también me jodió mucho la vida la vuelta del padre de Cristian y al apañarlo le estás jodiendo la vida, la tranquilidad y la salud a tu propio nieto. Mejor andá para tu casa, yo veré que puedo hacer con Ángel, pero no me tengo nada de fe, con esto no sólo pierde él, pierde toda la familia.
Esa fue la última vez que la vi, ni siquiera cuatro meses después cuando fue el velatorio y el entierro de mi padre. Para colmo de males, tuve que hacerme estudios porque tuve un desmayo que pensamos que era una recaída por el problema cerebral y debí recurrir a la internación, esto fue porque el padre de Cristian se presentó en el colegio pretendiendo retirarlo, escándalo mediante, esto le fue negado por las autoridades del establecimiento y esto no nos hizo nada bien a ninguno de los cuatro. Lo mío salió todo bien, había sido un pico de estrés, pero mi hermano siguió insistiendo y presentó una demanda para obtener las visitas y las salidas con el hijo, todo esto gracias al Abogado y al dinero de mi madre. No lo quiero contar, pero cualquiera se podrá imaginar lo que era mi casa, silencios, broncas, sollozos, puteadas por lo bajo y a viva voz.
Hubo que recurrir al mejor Estudio de Abogados del país, el idiota no obtuvo lo que quería, las pruebas logradas antaño por el Detective le jugaron en contra, pero Cristian lo pasó muy mal pues tuvo que declarar ante profesionales y ante el propio Juez sobre su vida pasada con el padre y la actual con su madre y su tío, jamás habló de lo nuestro ni de lo que pasaba en nuestra casa y, según parece, mi madre tuvo recatos al respecto y no abrió la boca.
Otra idiotez que hizo mi madre después de la muerte de mi padre fue nombrarlo a mi hermano en la empresa, le dio un puesto figurativo, pero, como suele suceder la soberbia y la inutilidad no se llevan nada bien con el conocimiento, el trato con el personal y la buena marcha de los negocios, ergo: El Encargado de la empresa tuvo encontronazos serios con mi hermano y con mi madre, incluso lo consultó conmigo y le contesté que yo no quería saber nada con ninguno de ellos dos, es más, le aconsejé que buscara compradores asegurándose él un puesto permanente en la empresa si esta se vendía.
La empresa había remontado muchísimo, no le costó hacer saber de la conveniencia de la compra y no faltaron oferentes, hasta que se vendió en un muy buen dinero. El padre de mi amigo no siguió en la empresa, se jubiló con una jugosísima indemnización y me comentó que no necesita volver a hacerse problemas, de todos modos, siempre le agradecí la mano que me dio en su momento.
Al verse en la calle mi hermano le pidió a mi madre, en vida, la parte de su herencia que le correspondería, ella quiso consultarme a mí y fue Cynthia la que le dijo que yo no quería saber nada con todo eso, que ella hiciera lo que creyera conveniente. De resultas de esto, mi hermano recibió un buen dinero, la casa en que vivía antes mi madre y el compromiso escrito a nivel Legal para no solicitar nada más. Ella invirtió gran parte de su dinero en propiedades para alquilar y se recluyó en ese hogar para gente mayor pudiente, casi, casi un apart-hotel, seguramente con arrepentimientos, pero eso ya era su problema.
Concluimos con Cynthia en que, ahora que mi hermano tenía dinero propio podría hacer cualquier cagada con el tema de Cristian, estábamos seguros de ello, esto porque, a pesar de la prohibición de acercamiento que tenía el fallo judicial en su contra Cristian lo había visto varias veces rondando la escuela. Lo que sucedía presuponía un estado de tensión constante en la madre y en mí, esto se agravó cuando el nene dijo que, al salir de la escuela, un señor que no conocía le pidió que subiera al auto y que él lo llevaría con el papá.
El nene de tonto no tenía nada y se acercó a unas madres diciéndoles que se lo querían llevar, el revuelo fue general, el tipo salió a la disparada y Cynthia se pegó un susto de muerte. El resultado fue que los chicos deberían moverse con custodia permanente, la madre no quiso custodia y esto generó una discusión fuerte entre nosotros, algo que hacía tiempo que no sucedía. Yo me encontraba cada vez peor, pensé incluso en hacer desaparecer a mi hermano por medio de mis conocidos, pero no me animé.
De sexo ni hablar, en la casa eran discusiones constantes o caras largas, la armonía y la felicidad estaban totalmente destruidas. Una noche, muy pocos días antes de que terminaran las clases, quise tener relaciones con Cristian y Cynthia, por esto se armó una podrida de aquellas, al nene no le sobraba el ánimo para el sexo y la madre, por primera vez me dijo de todo, lo mínimo fue que era un enfermo por pensar en sexo con todos los problemas que teníamos.
Estuve a punto de irme a las manos con ella y fue el click que me decidió. Tenía que alejarme de ellos para poner en orden mis ideas, necesitaba de ellos, los necesitaba y no sólo era por el sexo, los sentimientos habían florecido, pero ya no tenía buen trato, ni atenciones constantes, ni buena onda, no había proyectos, ni ganas de hacer.
Me levanté temprano a la mañana siguiente, no había podido dormir casi nada porque los pensamientos me gobernaban y me puse a preparar una maleta grande, Cynthia me escuchó, me miró y al darse cuenta de lo que hacía se incorporó enseguida y se me acercó preguntando qué era lo que hacía. Otras veces me había visto preparar una maleta y no decía nada esperando por lo que yo dijera, esa vez fue distinto, no sé si por la discusión, por mis gestos o por mi cara, el caso es que me aferró del brazo y, con lágrimas en los ojos, me pidió que por favor le dijera lo que pensaba hacer.
- Irme Cynthia, irme lejos y no me preguntes dónde, necesito tomar distancia y pensar bien los pasos que quiero seguir, te quiero, descubrí hace un tiempo que te quiero y lo mismo siento por los chicos, pero así no puedo ni debo seguir, no obtengo nada de lo que me daban y tampoco sé dar en la medida de lo que ustedes quieren, es más creo que ninguno de nosotros sabe lo que quiere.
- No es así, nosotros también te queremos y no queremos que te vayas. ¿Adónde pensás ir?, ¿cuándo volverás?…
- No sé, verdaderamente no lo sé, mi madre, mi padre y mi hermano han destruido todo lo bueno que teníamos, nos llevamos mal, discutimos, el sexo ya no existe, vivimos tensionados y creo que lo mejor es que me vaya lejos por un tiempo. Anoche fue la gota que rebalsó mi vaso, casi te pego y no fue producto de un momento sexual, fue por bronca, por desilusión, por no obtener lo que quería, yo me conozco y eso podría ser definitivo. El inútil sigue dando vueltas y jodiéndonos, hasta pensé en mandarlo a matar y te juro que me costaría poco, aunque sé que con eso no solucionaría nada.
- No, no, fue un momento de idiotez mía, si querés los llamo a los chicos y hacemos todo lo que quieras, por favor no nos dejes.
- No lo entendés, no es “vamos a coger con el tío para que no se vaya”, ustedes no se sienten bien, yo no me siento bien, estamos alterados y así no hay relación que fructifique. Los chicos viven con miedo, vos te hacés la valiente y cuando ellos no están estás temerosa de lo que les puede pasar, la libido de todos se ha ido de paseo, no hablamos, discutimos, las risas desaparecieron. Son muchas contras y no estoy en condiciones de afrontar los problemas sin hacer alguna cagada.
- ¿Y nosotros?, ¿qué vamos a hacer nosotros?…
- Seguir la vida como hasta ahora, voy a contratar custodios para que nadie los moleste y para que estés más tranquila. Me gustaría llevármelos al culo del Mundo, empezar de nuevo y que nadie nos moleste, pero no puedo hacerlo por los chicos, una porque no podemos huir como si mi hermano fuera el ogro que nos persigue, otra porque Fernanda tiene que terminar sus estudios y comenzar la Universidad, Cristian otro tanto. Lo mejor es que me vaya yo y piense bien lo que quiero hacer.
- Pero, no sé cómo estarás, si necesitas de mí, no, no puedo dejar que te vayas.
- De salud voy a estar bien, no pienso hacerme problemas ni discutir con nadie, si necesito de vos te mandaré a buscar y veremos la manera de que los chicos estén bien resguardados, pero, por otro lado, no vas a poder evitar que me vaya, ya lo tengo decidido. Dinero no te va a faltar para que sigas viviendo como hasta ahora y, en una de esas, si se mantienen fieles y leales, en algún momento podemos volver a estar juntos alejados de los idiotas y sus problemas. Lo único que puedo prometerte en que trataré de buscar soluciones que nos hagan bien a todos.
Ya, a esas alturas, el llanto de Cynthia se hizo incontenible, apareció Fernanda para avisar que se iba al colegio y quiso saber que pasaba, entonces mandé a que Cristian viniera y les expliqué los motivos a ellos dos, fui sencillo, crudo y concreto y aunque ambos expusieron los mismos argumentos que la madre, no transigí con ninguno, fue Cristian el que dio la nota diciendo: “Si tenés que irte, andá, pero no nos olvides, yo te prometo que te voy a estar esperando y me voy a portar tan bien como siempre”. Al final, madre e hija opinaron igual.
Me ayudaron a armar la maleta entre todos, luego desayunamos, la habilité on-line a Cynthia para que se hiciera cargo de la cuenta donde se depositaban los alquileres de las casas nuevas, se sorprendió al conocer esto, pero no mencionó nada al respecto, después llamé a la inmobiliaria para pasarle los datos de Cynthia nombrándola responsable ante mi ausencia y llamé a la Agencia de Seguridad para que me mandaran a una agente femenina por día, al final arreglamos en que serían cuatro para todo el día y una de acompañante para las salidas con un móvil fijo en la casa al efecto.
Al mediodía le pedí a Cynthia que me acompañara al aeropuerto para que se trajera mi auto. Hubo lágrimas todo el trayecto y un montón de tiempo de arrumacos y promesas en el estacionamiento del aeropuerto, hasta que le dije que era suficiente y que emprendiera el regreso, yo ni sabía dónde iría porque ni pasajes tenía, eso es lo que ella supo, aunque le di a entender que el Tíbet sería un buen lugar, mi destino era la isla caribeña que, para ese tiempo, ya estaría terminada a mi gusto y comodidad.
Esperé que se alejara para entrar en el hall e ir al mostrador de la compañía a retirar mi pasaje. Desde ese día hasta el momento lo estoy pasando de maravillas, pero los extraño, los extraño horrores, necesito de la presencia de mi mujer y “mis” hijos, ni hablar de las sesiones de sexo y del culito, del maravilloso culito de Cristian. La otra parte de la isla que está habitada queda por la playa a unos ocho kilómetros de distancia y fue comprado para venir de vez en cuando, de hecho, conozco el lugar, pero nunca vi a nadie allí, así que lo mío allí es, tomar sol, nadar, pescar, cocinar, navegar por las Redes, en definitiva, hacer huevo
Estoy contento porque la isla está cerca de una importante ciudad turística colombiana y acabó de tener una conversación con el Director de un Colegio bilingüe de excelente nivel. La cuota se me iría al triple, pero conseguí que, tanto Cristian a nivel primario como Fernanda a nivel Secundario tengan cuatro horas de clases virtuales con distintos profesores para Fernanda, según las materias, lo más engorroso sería tener que ir a rendir equivalencias en algunas materias a fines del año lectivo, pero eso se podía solucionar.
En este momento estoy cruzando los dedos porque me ubiqué debajo de una palmera, tomé la tablet con acceso satelital y acabo de mandarle un mensaje a Cynthia para que active la cámara y podamos tener una conversación en línea. Allí es la hora de la cena y doy por descontado que estarán los tres. Cinco o seis minutos después ya me estaba trepando a las paredes o, en este caso a las palmeras porque nadie contestaba.
Me hice enseguida la peor de las películas pensando que ya había encontrado algún reemplazante o peor aún, que mi hermano estaría viviendo en mi casa. Caminé alterado hasta casi el borde del agua y me descargué gritando hacia el mar casi hasta quedar disfónico. El grito no me sirvió de mucho, estaba furioso y se me ocurrió recurrir al teléfono, mal parida y desagradecida, la iba a insultar hasta el día del juicio final. El timbre sonó dos veces y me atendió Cynthia.
- Hola, sí, diga, -recordé enseguida que mi teléfono satelital era nuevo y no podía saber quién llamaba-.
- Cynthia, soy yo, Ángel, te llamé recién por…
- ¡Amor, cielo, mi vida, volviste!, ¡chicos, chicos es el tío!, -gritó con ganas-, ¿dónde estás?, ¿cuándo volvés a casa?, te extrañamos mucho amor, contame, por favor contame, -me ametrallaba con palabras y escuché los gritos y las voces de los chicos saludándome.
- Decía que te llamé recién por la compu y nadie me contestó.
- Estamos cenando cerca de la pileta, la noche está muy calurosa y la compu está adentro, esperá, esperá un segundo, ¡Fernanda, traé la compu!… Mi vida, ¿hace frío por allí?
- No, para nada ya les voy a mostrar dónde estoy y si todavía me quieren tengo una propuesta para hacerles.
- Claro que te queremos y estamos dispuestos a seguirte adónde sea, sin vos no tenemos vida.
Las broncas y las dudas se me pasaron por encanto, activé la tablet para que pidieran autorización con la cámara y los vi a los tres, estaban arremolinados frente a la pantalla y manifestaron su alegría al verme, “eso no es el Tíbet, mamá”, -expresó Fernanda al ver el fondo de palmeras-.
- Tiene razón cielo, eso es el Caribe o similar, te hacíamos en soledad y muerto de frío.
- En soledad estoy, aunque nunca sentí frío, sólo te dije que hasta el Tíbet sería un buen lugar, compré esta isla hace un tiempo y ya hice la casa a mi gusto y con todas las comodidades, pero no me sirve de nada si no están ustedes. Primero les voy a mostrar y luego les diré lo que quiero, ustedes tendrán que decidir.
Me pasé más de dos horas mostrando, playa, mar, vegetación y la casa con todas las comodidades, hasta la lancha rápida les mostré, luego, de ex profeso, me senté frente a la casa y con la luna asomando a mi espalda por sobre el mar, les conté lo que quería hacer, lo del colegio, lo de la Educación on-line y todo lo demás, “podríamos estar acá sin que nadie nos joda ni sepa de nosotros hasta que los chicos “despeguen”, después volveríamos a instalarnos nuevamente en esa casa o en otro lugar que ustedes elijan”. Noté un par de dudas en los chicos mientras Cynthia preguntaba cuándo podría viajar, entonces les aclaré que debían ser todos o seguíamos igual que ahora, pero cada cual haría su vida. “No decidan ahora, hablen entre ustedes, decidan y mañana en la mañana me llaman, no se preocupen por el cambio de horario”.
A la mañana me llamaron para preguntarme cual era el modo de llegar, hubo una sola salvedad, Fernanda pidió que, si no se encontraba bien con tanta soledad, le diera la oportunidad de cursar sus estudios universitarios donde ella eligiera. No hubo mayor problema con ello, todavía faltaba tiempo y quizás para ese entonces ya estaríamos de regreso.
Le di las instrucciones a Cynthia respecto del equipaje, que sería sin cosas muy pesadas, la ropa y calzado no era tampoco para demasiada elección, el Caribe no da para mucha ropa de vestir y salvo cosas esenciales de mujeres, yo tenía de todo como en botica, respecto del viaje, decidí que Cynthia alquilara un avión privado pues el vuelo de línea era engorroso por las escalas y trasbordos, serían una seis o siete horas en vuelo directo a Cartagena de Indias y yo las esperaría en el aeropuerto para irnos a la isla.
El tema era de secreto para los conocidos, la casa permanecería cerrada, el código de alarma quedaría en la Agencia de Seguridad y cuatro agentes se turnarían en la Seguridad del lugar, usarían la cabaña y no ingresarían a la casa. Se trasladarían al aeropuerto con un Uber y los coches permanecerían en la cochera. Cynthia no conocía y me pidió pasar unos días en la ciudad antes de irnos a la isla, así que haríamos turismo por una semana recorriendo toda Cartagena de Indias.
Pasaron dos días de nuestra última conversación virtual, pero Cynthia me llamaba todos los días por teléfono para contarme cómo iban los preparativos. Yo estaba eufórico, mi vida volvería a encaminarse y con las personas y los culitos que yo quería, por el lado de ellos también. El tema es que faltaban unas cuatro horas para que el vuelo que los traía aterrizara y ya estaba saliendo para encontrarme con ellos, aunque, antes de subir a la lancha hice un último llamado que me desconectaría del todo con los incordios de mi pasado.
Uno de mis amigos, aquel de la barra brava del club de fútbol atendió el teléfono, después de saludarme y putearme porque no habían vuelto a saber de mí, les conté rápido parte de mi vida sin decirle de mi destino actual y de que había alguien que no me dejaba tranquilo, “No se hable más, se puede hacer pasar por un robo, 100% profesional, pero hablamos de diez o quince mil”. Le pasé los datos, no hizo preguntas y luego me dio un número de cuenta, la transferencia por quince mil dólares la hice en el acto y no se me movió un pelo por esto. Cerró la llamada con un, “donde quiera que estés, pasala bien y olvidate de este problema”. La lancha encendió y rugió como contenta cuando puse rumbo al puerto de Cartagena.
FIN.
Excelente historia, lastima que llegó a su final. Me hubiera gustado saber como siguió la vida en la isla.
Nooooo, no quería q termine 🙁 disfruté mucho esta historia, me encantó
Genial. Excelente. Me queda gusto a poco. Sé que le podrías haber sacado más jugo.
Excellente hubo erotismo y amor entre todos los personajes pero la mama lo hecho a perder pudiste hacer varios capitulos mas.