UN SOBRINO MUY INQUIETO. (2).
Descubro varias cosas de mi “perfecta” familia y me convierto en casi, casi un depredador..
Cuando se acercó nuevamente a mí le dije: “El tema es así Cristian, no es cuestión de meter el pito, hacerte gritar por el dolor, acabar y punto. Si querés saber lo que es una verga en el culito hay que tratar de que la disfrutes, para eso hay que hacer un montón de preliminares, luego vendrá eso de meter y sacar, coger que le dicen” … Se quedó mirando y era evidente que no entendía del tema, pero sus ansias por investigar y saber, encaprichado e inquieto por conocer una verga iba a derivar en un sobrino putito, aunque él todavía no lo supiera.
“Vamos a besarnos, no, no digas nada, yo voy a tratar de enseñarte todo, pero vos tenés que participar, tocándome, tocándote y dejando que te toque”. No lo dejé pensar demasiado y tomándolo de la nuca acerqué mi boca a la suya, como era lógico, no sabía besar, entonces comencé con un piquito diciéndole que abriera la boca y jugara con la lengua como lo hacía yo. No hablaba, sólo asentía moviendo la cabeza y me aproveché de sus labios, le comía la boca tratando de no desesperarme, le metía la lengua lo más que podía y me encantaba eso, tenía unos labios encantadores.
Quizás por las novelas o las películas, no lo sé, pero empezó a participar y devolvía los besos con ganas, no era la perfección, aunque calentaba lo suyo. Yo estaba sentado en la cama y él parado frente a mí, colocado entre mis piernas musculadas y totalmente depiladas como todo el resto de mi cuerpo, por eso tocó con su pito endurecido a mi verga y como yo en ese momento apretaba sus nalgas con ambas manos, emitió un gemido y con sus dos manitas apretó el miembro, una arriba y otra más abajo cerca de mis huevos, pero las dejó quietas y con una mano se las moví para indicarle lo que tenía que hacer.
Enseguida las movió subiendo y bajando en una paja medio rara, pero era tremendamente excitante. Sus caderas se movían solas cuando con la yema del dedo medio incursioné en la puerta de su asterisco y gemía como gozando de mis caricias. Era desquiciante y tuve que decirle que parara con la paja que me estaba haciendo, “me vas a hacer acabar como un caballo y todavía no quiero”, -expresé y eso pareció gustarle-.
- ¿A vos te sale leche?, yo tengo cosquillas cuando me toco, pero no me sale nada, -lo escuché decir eso cuando me estiraba para tomar el pote de gel dilatador que guardaba en el cajón de la mesa del velador-.
- Sí, me sale y lo primero que vas a hacer es tomártela sin dejar que nada se pierda, mientras tanto yo voy a jugar con mis dedos en tu culito.
- Bueno tío, pero no es pis, ¿no?, no creo que me guste.
- No, no es pis, quedate tranquilo, el pis sale por ahí, pero la leche también, aunque por otro conducto, no se mezclan. -Le dije esto y me senté en la cama, lo hice colocar entre mis piernas y lo ubiqué un poco de costado para tener acceso a sus nalgas-. Bueno, ahora besalo, lamelo y tratá de meterlo en la boca jugando con la lengua en la cabeza, tené cuidado con los dientes porque raspan y duele mucho.
Se dedicó a mi verga, le dio besos al glande, lo lamió y se lo metió en la boca haciendo ruido como si destapara un corcho al sacarlo, jugaba con mi pija contento de tenerla a disposición y me miraba como esperando mi aprobación. Yo traté de aislarme de los resultados de su mamada porque de ser así acabaría sin poder contenerme, por eso me dediqué a su culito. Si era por calentura, “salía de Guatemala y me metía en Guatepeor”, su culito era la tentación personificada.
No podía llegar a meter la mitad en su boca y me asaltaban las ganas de empujarle la cabeza, pero tenía que hacer las cosas bien. Con el dedo totalmente embadurnado de gel comencé a rondar su agujerito y probaba de meter la yema, aunque cuando parecía que ya entraba y él estaba relajado, sacaba el dedo y le ponía un poco más de lubricante. Se movía y trataba de tragar más cuando el dedo amagaba con entrar, gemía y levantaba sus nalgas en actitud pedigüeña. Noté que se había calentado por demás y se tocaba el pitito con una mano, entonces apuré el ingreso del dedo.
Se tensó cuando medio dedo estuve dentro de su recto y emitió un sonido como de estar aguantando el dolor, pero no dijo nada. Esperé su reacción y no pudo ser mejor, levantó las caderas pidiendo más sin hablar. Pronto toqué sus nalgas con la palma de la mano y perdí el dedo en su interior, el gemido fue más fuerte y me habló dejando de mamar…
- Eso me gusta tío y no me dolió nada, seguí con la verga, dale metela. -El chirlo dado con la otra mano sonó fuerte y le dolió-.
- No te quiero escuchar, vos seguí mamando y tragá toda la leche cuando salga, de tu culito me ocupo yo y la verga te la voy a meter cuando considere que se puede, -tras cartón comencé a entrar y salir con ganas y el gemido de placer se le mezcló con el de dolor, pero no dijo nada y trató de tragar más verga-.
Entraba, salía, lo movía para los costados y casi sin que se diera cuenta, le metí otro dedo y entré lo más que podía, podía haber intentado con la verga, pero muy pronto nos llamarían a la merienda y yo quería disfrutar su culito sin apuros. Mi sobrino se acopló a los movimientos de los dedos, de la cogida que le estaba dando con los dedos y movía las caderas como si fuera un experimentado cogedor.
Yo no podía más y cuando se tensó porque, seguramente, le habían dado las “cosquillas”, le puse la mano en la cabeza y no me importó si se ahogaba o no, le llené la boca de leche. Se sorprendió con el primer chorro y algo le salió por la nariz, pero enseguida tragó todos los demás.
Yo quedé para el arrastre, pero mi mano no se quedaba quieta, sacaba los dedos y los volvía a hundir hasta lo profundo sin darle bolas a sus gemidos, imaginé que serían de placer porque Cristian seguía moviendo sus caderas. En ese momento le dije que tenía que limpiar mi pija con su lengua y, de verdad, la dejó reluciente quedando más que complacido con su labor, yo ni les cuento, estaba en el aire y pensando en cuando lo penetrara y lo cogiera a gusto.
- Me la tragué toda tío, no es fea, tiene un gusto raro, como dulce y amargo, me gustó, cuando quieras dame más.
- Me alegro que te haya gustado, pero no puedo darte leche a cada rato, tengo que recuperarme un poco y no podés pedir a cada rato, además pronto nos van a llamar, andá a enjuagarte la boca y lavate los dientes, a la noche seguimos.
- ¿Me vas a meter el pito a la noche?, Matías me dijo que le dolió y le duele, pero yo voy a aguantar y no voy a gritar.
- Cristian, yo voy a cogerte todas las veces que quiera, vas a ser mío solamente y quiero que la primera vez te duela lo menos posible, después de eso, ojo con mirar a otro tipo o de contar nada, ni a Matías, este secreto será de los dos, ¿lo entendiste?…
- Sí tío, lo entendí, pero, si me gusta mucho, ¿no le puedo decir a Matías para que vos le metas tu pito y no le duela?
- Por ahora a nadie, no hagas que me enoje.
Como no podía ser de otra manera, aceptó todo lo que le decía y, recogiendo la zunga se fue para el baño, yo me quedé pensando en los pendejitos, en sus ganas de experimentar o de saber, quizás inspirado por la televisión, las películas o el Internet que destila sexo a mansalva o la propaganda de los Géneros que dicen a los cuatro vientos que no estaba mal ser gay o lesbiana y no sólo lo dicen, lo demuestran abiertamente como algo natural para todo el mundo.
No digo que está mal, cada cual con su culo un pito, pero yo estoy convencido de que los chicos y chicas de corta edad no están preparados para asumir esto con total libertad, cometen errores tempranos sin saber bien de que se trata, además están (estamos) los que se aprovechan de eso. ¿Será que para defender determinadas posturas hay que “fabricar” gay y lesbianas desde muy chicos? No sé, se me ocurre, existir siempre existieron, pero ahora la relación o el porcentual se fue al carajo.
Parejas de padres-padres o madres-madres e hijos en el medio, si se crían en ese ambiente, ¿cómo hacen luego para manifestar heterosexualidad si es que la tienen?… No entré antes ni entraré en ningún debate por esto, lo único que me interesaba en ese momento era el culito de Cristian y pensaba que no pasaría de esa noche, a lo sumo, de mañana después del mediodía en que estaríamos solos. Bajó primero él y al rato lo hice yo, la calentura del fin de semana se incrementaba y las mujeres tampoco ayudaban para esto, seguían con sus atuendos y ya me costaba hacerme el boludo.
Mi sobrina se acercó sonriendo y me dijo por lo bajo: “Lo dicho, estás mejor desnudo que vestido”, no tardé en contestarle, me daba por las pelotas “quedar pagando” cuando me “apuraba” alguna mujer… “Me parece que, sobrina o no, estás buscando lecciones aceleradas de un tipo experimentado, si fuera así, habría que buscar el momento”. Se quedó cortada si saber que contestar, pero la dejé con sus elucubraciones porque me fui para el lado del comedor a conversar con los adultos.
Lo de conversar es un decir, mi madre chismeaba con mi cuñada sobre banalidades y “trapos”, mi hermano “le hacía la pelota” a mi padre en una actitud de “chupaculismo” que daba grima, siempre tratando de sacarle el cheque mensual con un par de ceros más porque, a no engañarnos, la familia de mi hermano y mi soltería y yo, vivíamos de la mensualidad generosa de mi “viejo”, en realidad, el único centrado allí parecía ser mi padre apoyado por mi madre que, hoy estoy seguro, era la que “manejaba” todo.
En el comedor, en el momento de la merienda fue mi madre la que se ocupó de servir las tazas de café con leche, esto era una especie de ceremonia, tal como lo era la “hora del té” para los ingleses, pero al “uso nostro” y al acercarse a mí, apoyó muy sutilmente una de sus tetas en la unión de mi brazo y mi hombro y me preguntó: “¿Cómo anda mi bebé adorado?, ¿terminaste bien el año de estudios?, ¿cuántas novias andan dando vueltas por allí?” …
Iba a contestarle cualquier boludez, pero preferí ser sincero, posiblemente demasiado sincero… “Ando fenomenal, metí todas las materias, en cuanto a novias solamente practico y no digo más porque -aquí miré a sus tetas- si digo lo que pienso vamos todos presos, jajaja” … Mi mamá se sorprendió con esto como si se viera descubierta en algo, pero se sintió halagada, se sonrió y me golpeó en el hombro diciendo: “Cada día estás más loco”, luego se apartó para atender a los nietos.
En esa mesa existía un mundo muy particular, mi “viejo” simulaba escuchar a mi hermano, éste hablaba de su futuro trabajo, mi cuñada ni me miraba ignorándome olímpicamente, mi “vieja” se ordenaba el cabello y me miraba mientras revolvía su taza con la cucharita, mi sobrina tenía los ojos brillantes, pero bajaba la vista cuando la miraba pretendiendo enfrascarse en su celular y mi sobrino vivía en su mundo moviéndose en su silla y encaprichándose con la hermana para obtener tal o cual masa fina, de las varias que había para degustar. Toda mi familia en su mejor expresión…
Mi celular sonó avisándome de la entrada de un mensaje y el pitido hizo que todos me miraran, cierta vez me había molestado cuando se usaba el teléfono estando en la mesa, no me dieron mucha bola, pero, por regla, me había propuesto no atender llamados o leer mensajes cuando estaba en una mesa con otras personas, así que lo ignoré apagando el celular. “Debe ser alguna de sus mujeres”, -dijo mi cuñada por lo bajo como “buscándome la lengua”-… “No lo creo, tienen prohibido molestarme cuando es la hora de la merienda”, -le contesté mirándola fijamente y no dijo más nada-.
Luego de comer se fueron para la zona del parque y expresé que me iría a dormir porque andaba con el sueño atrasado, algo de eso era cierto, además la mamada de mi sobrino con todo el entorno de la enseñanza y la “máquina” que me daba con eso me habían cansado más de lo debido. Mi sobrino levantó la vista como para que le dijera que me acompañara y le dije en voz alta: “No vengas a mi habitación, voy a contestar unos mensajes y quiero dormir hasta la cena”. Di media vuelta y escuché a mi “viejo” que le decía: “nene, no jodas a tu tío, ponete a jugar en cualquier cosa” y cuando mi padre pedía, era como palabra santa.
No hubo mucho que pensar, me tiré en la cama y me quedé frito, dormí hasta la hora en que me llamaron para la cena. En el momento en que cenábamos se suscitó una discusión por las clases de natación de Cristian, según parecía el profesor lo quería hacer participar en competencias juveniles y mi sobrino no quería saber nada con eso, es más, se negaba enfáticamente a seguir con las clases aun a pesar de la insistencia de la madre. “Que no vaya más, es un gasto menos que tenemos en casa”, -dijo mi hermano pretendiendo dar por zanjada la discusión-.
La madre le contaba a mi mamá sobre las ventajas de la natación y decía que ayudaba físicamente a Cristian -de eso podía dar fe, sus músculos eran elásticos y, a la vez, firmes y sus nalgas aún más-. Para demostrar su calidad de “macho Alfa” de su familia, mi hermano no tuve mejor idea que decirle a su esposa: “No se habla más del tema, cuando vos generes algún ingreso o tengas algún Título para hacerlo podrás mandar a tu hijo a dónde quieras”. Tremenda pelotudez se mandó, mi cuñada se puso a llorar haciéndose la víctima, mi madre saltó a su favor y se pudrió un poco la cena.
En realidad, mi hermano tenía sus razones para decir eso y cualquiera de nosotros lo sabíamos, pero… no era para decirlo tan abiertamente. Mi cuñada era una “figurita decorativa” o era lo que aparentaba, acostumbrada al buen vivir de mi familia, si no estuviera mi hermano de por medio, es decir, mi padre con su sustento mensual, ni estudios secundarios completos tenía y salvo que pusiera a trabajar su culo, se cagaría de hambre. Mi sobrina se agarraba la cabeza como si ese tipo de discusiones fuera moneda corriente y mi sobrino tenía una sonrisa complacida, yo sobraba en todo eso.
Las cosas no pasaron a mayores y decidieron irse a dormir temprano para salir en la madrugada, mi sobrina dijo de quedarse a ver una película y chatear con sus amigas y mi sobrino comenzó a romper las pelotas porque no quería dormir solo y abogaba por irse a dormir a la habitación del tío. No tuvo que insistir demasiado, mi mamá “decidió” que durmiera conmigo y no objeté nada, puse cara de circunstancia, pero yo sabía cualquier sería mi premio.
En principio, mis dos sobrinos y yo, nos quedamos viendo una película en el televisor del living, luego de un rato mi sobrina que me miraba y no se animaba a más, se fue para su habitación, el nene se quedó dormido a mi lado y yo recordé el tema de su celular, lo fui a buscar a mi habitación y me puse a ver el video que había provocado el bloqueo. Comenzó con lo que parecía ser un trastero o algo similar, la lente buscaba de enfocar y se dirigió a una pareja que, indudablemente, estaba cogiendo de forma rápida y casi desaforada.
No calentaba mucho porque se veían un tanto alejados, ella estaba apoyada sobre un escritorio y el tipo estaba penetrándola parado detrás, hasta que se escuchó la voz de la mujer pidiendo, casi con un grito, que le rompiera el culo con ganas, allí fue cuando actuó el zoom y enfocó la cara de la mujer que había girado la cara para hablar. El rostro casi en primer plano de mi cuñada me hizo parar los pelos de la nuca.
Retrocedí el video para verlo bien y cuando le iba a dar play nuevamente apareció “la señora” bajando desde las escaleras, preguntó de forma despectiva, tal como lo hacía siempre que hablaba conmigo, si ya lo iba a llevar al nene a dormir, éste estaba totalmente dormido en un costado del sofá y le contesté que enseguida lo llevaba. “No estarás viendo pornografía con mi hijo a tu lado, ¿no?”, -preguntó con cara de asco-… “Tranquila cuñada todos no somos santos como vos, pero no, sólo estaba contestando mensajes, andá a descansar tranquila con tu maridito adorado, yo ya lo subo al nene” …
No me contestó nada, dio media vuelta y se fue para la habitación, yo volví a dar play al video y no tuve ninguna duda de que era ella la que estaba sufriendo la rotura de culo, aunque, cierto es que no sufría demasiado porque en un momento dado dijo, como humillándolo al tipo: “Vos mucha natación, pero no llenás a nadie, seguí empujando y recordá lo de Cristian”. Comencé a sumar un dos más dos bastante precario y me di cuenta del porqué de la negativa del nene a seguir yendo a natación. El profesor se cogía a la madre para que él figurara en las competencias y el hijo la había grabado en el acto de cuernos a su padre.
La tenía agarrada de las tetas y colgada de los pezones, me cobraría todas las caras de culo de la mal parida, le rompería el culo dándole unas cogidas como la gente y no sólo Cristian caería en la volteada, el culo de Fernanda, mi sobrina, tampoco estaba para despreciar. Ese fin de semana había descubierto montones de cosas y me convertiría en un depredador. No lo pensé más y subí con mi primera víctima en brazos, dejé a mi sobrino sobre la cama, mandé el video a mi computadora, le hice unas mejoras de audio y de imagen y subí el video resultante a mi celular, luego borré todo lo que tenía el nene grabado en su teléfono.
Me desnudé, trabé la puerta de mi habitación y desperté al nene diciéndole que se sacara la ropa, seguía medio entredormido y, aunque tenía ganas de ponerla, decidí esperar a la mañana cuando estuviéramos solos, me pasaba por la cabeza que lo haría gritar a gusto y no quería a nadie que me pudiera joder cuando le estuviera rompiendo el culito a mi sobrino inquieto.
Ni los escuché cuando se fueron los “viejos” y mi hermano, me desperté cuando me llamó a los gritos mi sobrina pidiendo que bajara a desayunar. Mi sobrino seguía durmiendo y no lo quise despertar, me duché, me puse una toalla grande desde la cintura y bajé las escaleras mirando el mensaje olvidado de mi celular. Ni le contesté el saludo ni la miré, estaba enfrascado en lo que leía en el mensaje, había resultado ser uno de los dos ganadores de la Lotería extranjera, tendría que pasarlo por el traductor, pero la cifra de más de doscientos millones de dólares me daba vueltas en la cabeza.
Me senté en una silla junto a la mesa y no atinaba a contestarle a mi sobrina que me preguntaba si me sentía mal, “estás pálido tío, ¿te sentís bien?”, -decía con un tono preocupado-. Su pregunta me vino bien, fue como un sopapo que me hizo reaccionar y en ese momento decidí no decirle nada a nadie.
Me levanté de la silla respondiendo que era una mala noticia, que había fallecido la madre de un conocido, fue lo primero que se me ocurrió y entré rápido a un baño de la planta baja, me lavé la cara pensando que tendría que verificar toda esa noticia y recordé los tickets que estaban en mi departamento, aunque todo eso debería esperar al martes, con el feriado largo de por medio era imposible hacer nada.
Regresé al comedor y la vi a mi sobrina que estaba expectante, le dije que me sentía mejor y noté que la pendeja sólo tenía puesto un “tapa-pezón” como sostén, todo lo demás eran tetas al aire y se me hizo que estaba buscando “guerra” y, aunque no se notaban, me afloraron los colmillos…
- Tío, en un rato me voy a ir a la casa de mi amiga, ¿no me necesitás para nada?
- Mirando tus tetas al aire, no sé si te voy a dejar ir, prefiero que te quedes en casa y disfrutarlas yo.
- Tonto, no son gran cosa, pero, me estás jodiendo, ¿de verdad te gustan las tetas de tu sobrina?, mirá que me lo creo, -dijo moviendo el torso y poniendo las manos debajo de sus redondeces-.
- Son hermosas y me pone un poco celoso que haya alguno que te las pueda mirar o… tocar, vení acercate, -lo hizo dudando, pero lo hizo y se me antojó que ya sabía bastante bien lo de que se las tocaran-.
Con todo lo que venía experimentando y conociendo en ese fin de semana, ya me importaba tres carajos lo que me podían decir. No bien la tuve al alcance de mis brazos llevé una mano que abarcó toda su teta y la otra rodeó su nuca para acercar su cabeza y proceder a comerle la boca. Salió mucho mejor de lo que esperaba, la pendeja respondió a mi beso abandonándose en mis brazos, gimió profundo y manoteó mi verga erecta sin ningún tipo de tapujos dándole un par de apretones.
Mi toalla cayó, separamos nuestras bocas y como tenía puesta su tanga, la hice girar para apoyarle todo el “pedazo” en la zanja de sus nalgas, calzaba casi justo porque sus sandalias de plataforma alta le permitían estar a la altura. Se dio todo por decantación, con la verga metida entre sus nalgas me puse a besarle el cuello y acaricié sus tetas haciendo que sus pezones dieran “saltitos” al apretarlos con mis dedos. Fernanda gemía como desesperada y se movía tratando de “soldar” su culo a mi pelvis…
- ¡Qué pija que tenés tío!, me encanta, cogeme, cogeme, pero tené cuidado, no soy virgen y ya me di cuenta que sólo probé un “maní”. Voy a ver las estrellas…
- No te voy a coger ahora, pero el tío te va a dar un anticipo del placer que podés experimentar, luego te vas a casa de tu amiga y el martes después del mediodía vas a ir a mi departamento.
- Sí, tío, sí, -decía casi exclamando cuando la levanté y la llevé a una habitación de la planta baja-.
La apoyé sobre la cama, le levanté las piernas, mis manos se dirigieron a sus tetas y le pedí que no gritara, no alcanzó a contestarme, salvo por el gemido largo que profirió cuando metí mi boca en sus labios vaginales. Los recorrí de punta a punta, parecía que se me acalambraba la lengua, la penetré lo más que podía mientras ella se movía, se contraía, temblaba y gemía tapándose la cara con la almohada.
No sé cuántos orgasmos tuvo, lo que sí sé es que cuando aspiré su diminuto y erecto clítoris anexando a esto un dedo metido en lo profundo de su culo, explotó, me mojó la cara y llorisqueaba mientras tenía contracciones que parecían no tener fin. No salí enseguida de allí, me tomé todos sus jugos y cuando levanté la cara me encontré con una sobrina completamente desmadejada. Me miraba con los ojos como platos y no le salían las palabras, “andá tranquila, yo me voy a mi habitación y acordate del martes, después de la una de la tarde estoy en el departamento”, -le dije y la dejé sola-, algo dijo, pero no le entendí, había dado otro paso en mi papel de depredador y no se sentía para nada mal.
Regresé a mi habitación llevando la toalla en la mano, lo miré a mi sobrino que dormía con el culito parado y enfundado en un slip chiquito y me metí en el baño para sacarme de la cara los olores de la hermana. Cuando salí del baño escuché el grito de mi sobrina avisando que se iba y vi por la ventana que se marchaba con el taxi que había pedido. Mi sobrino se había despertado, me miró la verga amorcillada y me llamó a su lado.
El muy putito quería verga desde la mañana y me puse a punto apenas la tomó en sus manos y no tardó en llevarla a su boca, la chupó tratando de meterla lo más profundo que podía y nuevamente comenzaron a actuar mis dedos con el gel dilatador. Gimió y se quejó un poco cuando entró el primer dedo, pero le dije que hoy tendría que aguantar si quería gozar, “sí tío, yo me aguanto”, -expresó convencido-. Yo no estaba por aguantar mucho, mi sobrina me había dejado muy caliente y la perspectiva del culito de mi sobrino me tenía a mil.
Le eché más gel, metí dos dedos que revolví y cuando comenzó a gemir con el tono distinto que anunciaba placer, lo hice poner boca abajo, le puse dos almohadas debajo de su cuerpo y le pedí que no gritara, que al principio algo le iba a doler, “sí, dale, ya me lo dijo Matías, dale, metela”. Es evidente que una cosa es hablar sin saber y otra muy distinta es sentir que te abren el culo en cuatro cuando el ariete penetra en tus tripas, tarde se dio cuenta Cristian de esto.
No obstante, no me apuré, llegué a meter tres dedos que ya se movía cómodos en su interior y el nene pedía que se la metiera, entonces intenté. El primer “ayyyyy” sostenido surgió cuando tuvo todo el glande en su interior, “es muy grande tío, por favor, sacala, no la aguanto”, -decía como rogando y se movía tratando de salirse, pero, con el glande adentro, ni en pedo me sacaban de ahí-. “¡Qué te dije!”, -le grité y le di un chirlo fuerte en la nalga-. Resultó, se calló y la mitad entró después del chirlo, gritó más fuerte allí y tampoco le di bola, comencé a moverme entrando y saliendo despacio, tenía ganas de penetrarlo a fondo, ese culito parado parecía llamarme, pero me aguanté, trataría de que lo gozara antes de darle la estocada final.
El poco de gel que agregaba al tronco cada vez que salía ayudó a que se deslizara sin problemas y cuando Cristian empujó sus nalgas gozando de la cogida pegué mi pelvis a sus nalgas. Me asombraba que ese culito se hubiera “comido” todo mi “pedazo”, pero no estaba allí para asombrarme, estaba allí para romperle el culo a mi sobrinito y a eso me dediqué.
Llegó un momento en que salía todo y volvía a entrar profundo sin que se quejara de dolor y sí que gimiera de placer, hasta que me pidió que le diera más pija, así lo dijo: “dame más pija tío, me gusta, me gusta y las cosquillas me dan a cada rato”. Yo había sentido en todo mi tronco cuando las paredes de su recto apretaban, aunque se amoldaban y se abrían al paso del ariete, casi había acabado con esto, pero me contuve y ahora podía seguir por un rato largo, todo hasta que me gritó que se hacía caca.
No lo dudé, sin sacarla de su culo lo levanté y lo llevé al baño, gritó cuando se la saqué de golpe y lo senté en el inodoro, se vació de golpe con cara de satisfacción y yo me lavé la verga en el lavatorio, luego me giré y se la puse en la boca, ya no aguantaba las ganas de acabar, entré hasta la mitad y le llené la boca de leche, se me ocurrió que tragaba como cuando uno toma algo de una bota vasca y me entusiasmé para meterle un poco más de pija en la boca, se ahogó un poco con esto y le dieron arcadas, pero no me dejó sacarla del todo, también se ocupó de limpiarla. El putito estaba casi completo.
- ¡Cómo me cogiste tío!, al principio me dolió mucho, pero después me gustó, ¿te gustó meter toda tu pija en mi culito y que me tomara tu leche?…
- Sí bebé, me encantó y te la pienso seguir metiendo todas las veces que pueda, pero, ya sabés, ni una palabra a nadie y hay que ser discretos, además, ojo que tu culito es sólo mío.
- Te lo juro tío, mi culito es sólo para vos y no le voy a decir a nadie, pero…
- Pero… ¿qué?…
- Es que me da pena que a Matías se lo coja de prepo el hermano asqueroso que tiene y él no lo disfruta, ¿cómo podemos hacer?
- Vos lo que querés es que me coja a tu amiguito, bueno, pero, habrá que esperar, por lo menos, una semana, voy a estar ocupado y necesitamos estar tranquilos los tres, eso sí, no le digas nada, ya veremos cómo podemos hacer.
- Dale tío, me voy a bañar y vamos a comer algo, me muero de hambre.
Nunca fui un tipo “calentón”, de esos que ven un culo y lo quieren meter a como dé lugar, si tenía que responder, respondía, pero sin desesperarme. Cristian entraba dentro de la misma temática, me encantaba ver a mi sobrino desnudito y paseando su culito sin problemas por la casa y sabía que podría cogerlo cuando se me antojara, pero tampoco por eso andaría con el pito en la mano persiguiéndolo por cada lugar en que me lo encontrara, para mí, aunque fuera un “rapidito”, coger era como degustar un buen vino, había que sentir el placer del sabor y el gusto.
Comimos algo de lo que nos habían dejado preparado y nos fuimos para el lado de la pileta, Cristian se comportaba normal y como un nene que era gozaba porque yo le permitía meterse en la pileta después de comer, en verdad, habíamos comido muy liviano y no le haría mal, además, como todavía no sabía nadar muy bien no iba a lo profundo y me fui quedando dormido en la reposera, hasta que sentí que mi verga estaba endurecida y una boca chiquita trataba de ocuparse de ella.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
como sigue
Muy excitante y el morbo que le das a la historia es buenísima, la trama es fenomenal tendrá su harén de toda su familia.
Gracias Chein13, esa es la idea. Contar una historia con cierto contenido, detalles y cierto morbo buscando algo de calidad en el relato para que el lector lo disfrute. A veces lo logro.
Mas que maravilloso, la pendeja esta buena, pero el putito lleva los laureles de este relato, continua👍