UN SOBRINO MUY INQUIETO. (5)
Fernanda toma un curso acelerado del buen coger y no se salva ningún agujero. Ivana y Cynthia no me dejan descansar..
Eran como las once de la mañana cuando mi sobrina tocó el timbre del portero, le abrí la puerta para que pasara y pronto estuvo frente a la puerta de mi departamento. Vestía el uniforme del colegio porque tuvo que ir a una recuperación en las primeras horas. La pollera escocesa tableada estaba más corta de lo reglamentario y eso era porque se la recogían en la cintura, tenía zapatillas blancas, medias de tres cuartos rojas y camisa blanca que, merced al botón displicentemente desabrochado, mostraba el canalillo de sus tetas, el cabello estaba bien peinado y no hacía falta maquillaje para que esa cara destacara.
Entró con cierto recelo y dejó la mochila sobre una silla, “hola tío, buen día”, -dijo con voz entrecortada y se acercó a saludarme-. Amagó con darme un beso en la mejilla, pero no la dejé, la abracé fuerte haciendo que sus tetas se aplastaran en mi pecho trabajado, le levanté la barbilla y le estampé un beso abarcando sus labios con toda mi boca, la pendeja suspiró con esto y fue aflojando su tensión a la par que movía la lengua batallando silenciosamente con la mía.
Cuando nos separamos sus pezones amagaban con romper la camisa y expreso, “¡guauuu tío, qué beso, así da gusto saludar!”, de seguido agregó: “¿No tenés una cerveza?, en casa no me dejan” … Me la iba a culear hasta por los ojos y no me pareció lógico negarle una cerveza, le señalé la heladera en la cocina y la dejé que fuera a buscarla, de paso observé las nalgas paradas, que las tenía, pero que la pollera parecía resaltar. Volvió con la lata en la mano y me preguntó que hacíamos…
- Vos dirás, ¿no dijiste que yo no iba a pasar del martes?, -le decía esto desabrochando los botones de su camisa y apareció su sostén blanco-.
- Sí, pero, ahora estoy un poco nerviosa, esperá un poquito que me tomo la cerveza.
- Tomá tranquila, yo me voy ocupando de tu ropa, está sobrando y creo que tu cuello tiene ganas de recibir algunos besos.
- ¡Ahhhh, tío, los besos en el cuello me ponen loca!, -no hacía falta la aclaración, no bien besé el cuello me abrazó, gimió, apoyó el rostro sobre mi pecho y me permitió sacarle la camisa-.
Sus tetas estaban durísimas y cuando llevé mis manos atrás para soltarle el sostén aproveché para acariciar su espalda desnuda y su cintura, su única respuesta eran los gemidos, sola sacó los brazos del sostén y yo me prendí a sus nalgas altivas dándome cuenta que la tanga que usaba no pertenecía al uniforme, entonces le pedí que no se sacara la pollera y volví a besarla. Fernanda respondió con ganas y su mano me apretó el miembro erecto, “me da un poco de miedo pensar en esta pija entrando en mi cuevita”, -dijo haciendo pucheros y la levanté desde la cintura para llevarla a la habitación-.
No quería perder tiempo, el tema de las horas se me había encarajinado, deseaba poder dormir algo antes de salir para el aeropuerto y no podía hacerla muy larga con Fernanda, eso sin contar con lo que me podría esperar allá tras doce largas horas de vuelo. Ya en la cama mi sobrina se acomodó de una forma casi tradicional, miraba el techo con las piernas flexionadas y las plantas de los pies apoyadas a los costados de mi cuerpo arrodillado. Le saqué la tanga, no estaba mal para empezar y la sonrisa pícara al esperar por el placer que ya conocía de mi parte, se desdibujó cuando metí mi cara en su entrepierna y directamente absorbí su clítoris.
Le faltó muy poco para gritar, el gemido fue profundo y elevó las caderas lo que me permitió tomar sus nalgas con las manos y acomodarla mejor. Comenzó a moverse de un lado al otro y profería unos “sí, sí, sí, no, no, más tío, más” que me llevaban a incentivar mis lamidas y chupadas a su botoncito, cuando se tensó y acabó mojándome la cara no la dejé recuperarse y la hice girar para ponerla en cuatro, ni siquiera se lo pedí, moví su cuerpo cual si fuera una muñeca y ella hundió la cara en las almohadas. Mi intención era “trabajar” su culito y hacerle conocer las bondades de mi lengua.
Primero la lengua y se “atacó” incentivada con los movimientos desencajados y los gemidos contenidos ahogados por su boca que parecía querer comerse la almohada. Pronto sabría lo que era el sexo anal mientras tanto, el gel y los dedos, primero uno hasta el tope y luego el otro ayudaron mucho a su dilatación y cuando consideré que estaba a punto para recibir mi verga me posicioné acariciándola con mi glande lubricado. ¡Por favor tío, por el culo no!, tengo miedo”, -decía corriendo la cara y demostrando un sufrimiento por anticipado-.
Había algo que la aflojaría un poco más y bajando el glande comencé a penetrar su vagina estrecha, lubricación y dilatación sobraban por allí, pero gritó como si fuera un parto cuando entré sin detenerme y choqué con el tope de su útero. “Carajo, carajo, es enorme, se rompió, algo se rompió, la siento en la garganta”, -vociferaba en voz alta-, pero ya había esperado por unos veinte segundos larguísimos y el bombeo no se hizo esperar. No pudo decir mucho, aplasté su cabeza en las almohadas e inicié la cogida con un ritmo alto al que, enseguida se fue adaptando.
¡Pendeja caliente!, tardó poco en responder, los gritos pidiendo más pija se escapaban como en sordina desde su boca aplastada y me enardecía esa carne joven y dispuesta a la cogida que le daba su tío querido. Los orgasmos no se hicieron esperar, de menor a mayor intensidad y, cuando se recuperaba del segundo, usé un poco más de gel, se confió porque era mi dedo el que entraba en ese agujero y yo no sacaba mi verga de su concha anegada.
Yo esperé tranquilo y seguí moviéndome, dejé que prosperara el tercer orgasmo, -por lo menos de los que pude darme cuenta- y en lo más placentero del mismo, mi glande encaró el recto y no se detuvo. Costó sólo al principio y cuando la cabeza hizo punta no me quise detener, ¡a hacerse la linda y a mover el culo con los pendejos, conmigo no le darían resultados los remilgos!…
Tardó dos o tres segundos para darse cuenta de mi intención, pero cuando quiso reaccionar, fue demasiado tarde y además del grito aparecieron las lágrimas y los puñetazos a la cama junto con algunas puteadas, “la cola nooo, puta madre, me la reventaste, sacala, sacala, no aguanto, no la aguanto, tíoooo, por favor” … Se dejó caer de bruces como para que saliera, pero no hizo más que llevarme con ella y sintió más el pijazo al quedar yo como soldado a sus nalgas.
En esta ocasión la consideré un poco más, no moví mis caderas, besé su nuca, su cuello y parte de su espalda y le dije suavemente acercándome a su oreja: “Fer, creo que te quedó claro, desde ahora tu culito y todo lo demás es del tío Ángel, si estás de acuerdo seguimos, si no, la cortamos acá y está todo bien” … Mi sobrina sorbía sus propios mocos y trataba de mover sutilmente las caderas, sin dudas que lo asumió porque me hizo señas con una mano levantada y la movió como para que avanzara.
Lo parada que las tenía, la dureza de sus nalgas y sus muslos de deportista me encantaban, metí las manos por debajo de su cuerpo para abarcar sus tetas con mis palmas y además de jugar con los dedos en sus pezones que estaban a reventar, le entré a dar “bomba” como enajenado. Luego de un rato de gritos y exigencias se tensó, me apretó fuerte con sus esfínteres y la clavé muy profundo para depositar toda mi leche en sus tripas. Tembló por un rato largo, tenía como escalofríos y esperé a que se me bajara para salir suavemente de su interior.
El “sadismo” agradecido, el “agujero negro”, al latir a medida que trataba de cerrarlo tenía una vista maravillosa. Le dediqué un rato de mimos, de besos, de cosquillas y ella me contaba de lo bien que se había sentido y de sus múltiples orgasmos que no esperaba, yo le recordé lo de la discreción y antes de irnos a bañar le dije que cuando viajara le traería un regalo digno de una reina.
- Me enteré porque escuché hablar a los abuelos y a mis padres de un futuro viaje a México, ¿me vas a traer algo de allí?…
- En realidad, no se me ocurre nada ahora y no creo que te guste tener un sombrero de charro, jajaja.
- Nooo, de eso nada, pero podés traerme algún conjunto sexi de Victoria Secret o algo similar, yo después lo uso cuando venga a verte, jajaja.
- Listo, hecho, aunque no te creas que hablamos de pareja o novios o algo de ese estilo.
- No tío, lo tengo claro, yo te pregunto o vos me avisás, está todo bien y, ya sé, no me digas nada, discreción total, jajaja, pero, tengo unas ganas de refregarle en la cara a unas amigas que hablan como si se cogieran todo y no deben saber ni la cuarta parte del placer que yo experimenté recién.
- Está bien, pero prefiero que no digas nada.
- No voy a abrir la boca, ni siquiera con esa que, cuando te vio un día en casa, me dijo que si te agarraba te partía en cuatro, la estúpida no tiene ni idea… -¡me cago en las pendejas de quince, que aceleradas estaban!-.
- Bueno, vamos a bañarnos y pedimos algo de comer en el restaurant de acá a la vuelta.
- No puedo quedarme tío, mi mamá va a pasar un par de días en casa de una amiga y me pidió que fuera temprano para que me ocupara de Cristian.
- Me imagino la bronca de tu padre por quedarse solo.
- Ni bola le dio, está metido con el tema del nuevo trabajo y se la pasa en la casa del abuelo, en cualquier momento la abuela lo saca a patadas, aunque, en una de esas, como ya terminaron las clases, nosotros dos nos vamos para allá, no tengo que cocinar ni nada y me lo voy a pasar en la pileta.
- ¿No piensan irse de vacaciones?
- Este año no creo, papá habla de que no tiene dinero para viajar, intentó pedirle al abuelo sin decir directamente que era para las vacaciones y a la abuela no le gustó mucho, salvo ir a la casa de los abuelos en la Costa, no quedan otras opciones.
Después de enterarme de algunas novedades pensé que mi hermano se las vería feas, mi madre no transaría en nada con sus pedidos, ya había decidido quien era su “favorito” y tenía claro que mi hermano era un “bueno para nada” …
El baño compartido fue toda una novedad para Fernanda y acusó una cierta timidez que venció rápido, hubo mimos, besos y “manos libres”, no quise seguirla, aunque ella se calentó e insistió con una mamada. Le faltaba mucho para llegar a darme placer y no llegué a terminar, aunque me mordí la lengua para no decirle que el Cristian lo hacía mucho mejor.
Dormí un rato de siesta, me levanté un tanto renovado y esperanzado, guardé todos mis documentos, saqué los tickets que todavía estaban debajo del teclado de la compu -no había querido ni mirarlos-, los guardé directamente en el bolsillo delantero del pantalón, se me había metido en la cabeza que la billetera o la campera o la valija de viaje serían los primeros lugares a buscar si querían robarme. Con todo listo, a las cinco y media me tomé un taxi hasta el aeropuerto, tenía como cuarenta minutos de viaje y llegarían con un tiempo holgado a mi favor.
No ubiqué a Cynthia por ningún lado, aún era demasiado temprano y gestioné los pasajes en el mostrador de la compañía aérea, retiré los dos, me dijeron que podía elegir los asientos a discreción porque la primera clase sólo llevaba a otros dos pasajeros y me fui a la confitería, me senté en una mesa dónde tuviera una buena vista del hall, pedí un cortado acompañándolo de un tostado abundante de jamón y queso y esperé a que llegara mi cuñada.
La ubiqué apenas transpuso las puertas de entrada, miraba buscándome y no podría pasar nunca desapercibida, cabello rubio largo y suelto con un pequeño jopo sobre la frente, zapatos de tacos altos que dominaba a la perfección al caminar, pollera de unos diez centímetros por sobre las rodillas, suéter fino de escote en “v” sin camisa debajo, las nalgas paradas, las tetas firmes, la valija de viaje con una campera por encima y una altura que oscilaba en el metro setenta y cinco conformaban la imagen de una mujer espectacular.
Nunca supe como hizo mi hermano para que le diera bola, aunque siempre creí que el dinero de la familia influyó bastante. Le mandé un mensaje avisándole que estaba en la confitería y me ubicó enseguida al verme sentado a la mesa detrás del vidrio. Se acercó a la mesa, le dije que estaba hermosa, me saludó con un piquito, se sonrió halagada y se sentó, pidió lo mismo que yo porque en el avión no se cenaría hasta casi las diez de la noche y, por lo menos en mi caso, los nervios anteriores al vuelo me daban hambre.
Le conté que ya estaba todo listo, le mostré los pasajes y le dije que tendríamos que esperar a que llamaran para abordar. “¿Vamos a viajar en primera clase?”, -preguntó al mirar los pasajes-. Le contesté como al pasar que lo consideré necesario…
- El viaje es largo y es el único modo de estirarse y descansar bien el cuerpo, además, nadie nos jodería si quiero acariciarte.
- Hummm, nunca viajé en Primera Clase, pero esa perspectiva, la de las caricias, me eleva a las nubes, jajaja.
- ¿Cómo te arreglaste para estar dos días afuera?
- Dije que tenía que ir a visitar a una amiga, a la que tu hermano no tolera, así que es difícil que le pregunte, estoy cubierta, aunque él no me dio mucha bola, está con sus proyectos y se va a ir con los chicos a casa de tus padres, -no daba para decirle que lo sabía y me mostré conforme-.
- Hace un rato me mandó un mensaje la chica que nos va a recibir en el Aeropuerto, nos consiguió una Visa especial de tres días por medio de la Agencia Gubernamental de la Lotería Mexicana y reservó una habitación doble en el Four Seasons pues está a pocos metros de la Agencia a la que tenemos que ir.
- ¡A la pelotita!, ese hotel debe ser carísimo, en todo el Mundo lo son, pero también son lujosísimos, me gustaría recorrerlo, estoy como nena con muñeca nueva, además me quedo tranquila por el tema de las Visas, no sabía que podía pasar con eso.
- Vamos a ver el tiempo que nos queda, no es mucho para hacer turismo, pero te prometo que recorreremos los locales de venta que estén dentro del hotel, ya me llamó tu hija por teléfono y quiere lencería sexi de Victoria Secret de regalo, jajaja, están terribles las pendejas.
- ¡Qué mocosa pedigüeña y atrevida!, ¿cómo se le ocurre pedirte algo así?…
- Debe tener los mismos gustos que la madre, que, a no dudar, también recibirá algunos regalitos y no creo que se enoje por lo que le compre a ella.
- Para nada, ya te lo dije y lo respetaré a rajatabla, vos sos y serás mi hombre y lo que decidas estará bien para mí, hasta ahora sólo te lo estoy diciendo de la boca para afuera, ya vas a comprobarlo con la práctica, estuve pensando mucho y me di cuenta que lo tuyo vas más allá del dinero y del sexo que pueda venir.
- Hasta ahora, mucho que digamos de simpatía no me has demostrado, pero, te voy a dar la derecha, estoy ansioso por recibir.
Me iba a contestar y por los altoparlantes anunciaron que se abría el embarque para nuestro vuelo, entonces se quedó con la palabra en la boca porque llamé a la camarera, pagué y nos dirigimos a despachar el equipaje y luego a la puerta de embarque que nos correspondía, hicimos los trámites de migraciones y encaramos la manga que nos llevaba al avión. Una de las azafatas nos dio la bienvenida y nos acompañó a la Primera Clase, Cynthia abría los ojos grandes cuando vio las comodidades y el lujo que tendríamos para viajar, yo también me sorprendí, pero no dije nada.
Nos sentamos alejados de la otra pareja -un matrimonio mayor- y Cynthia me salió con algo que no esperaba, pero que me agrado sobremanera, por lo menos no se tomaba atribuciones… “Ángel, ¿te puedo besar?”, -me preguntó en voz baja-. No fue necesario contestarle, la tomé del cuello y acerqué su rostro para poder comerle la boca, me encantó, besaba mejor que la hija, pero gemía en un tono parecido, tanto así que me agarré una calentura impresionante, ella la completó porque al soltarse del beso me dijo: “Estoy pasada de calentura, me pondría en cuatro apoyada en el asiento para que me hagas lo que quieras” …
Después de cenar miramos una película degustando una copa y aproveché para meter mi mano entre sus muslos, ella abrió las piernas dejando el paso libre y comprobé que no tenía ropa interior, “nunca querré que pierdas tiempo”, -me dijo en voz baja y me gustó-. Me pasé un buen rato metiendo mis dedos y apretando su clítoris endurecido, tuvo dos orgasmos apretándome los dedos y mordiéndose para no expresar su placer, pero, en el interín, no se quedó quieta, una de sus manos apretaba el miembro duro y bajó el cierre para sacarlo.
Finalmente, se acercó a mi oído y, con su mejor voz sensual me dijo: “Me hiciste acabar como una puta, como tu puta, ¿me dejás chupártela?” … La pareja de gente mayor dormía, las luces estaban apagadas, la azafata no venía si no la llamábamos y contesté abriendo las piernas para que se pudiera ubicar entre mis piernas.
El grosor le costó bastante y hasta tuvo una arcada, pero pronto aplastó su nariz en mi pubis y el placer no se hizo esperar, su lengua parecía moverse independiente en su boca llena de carne y, aunque aguanté un rato bastante largo, logró que me vaciara y se tragó todo sin chistar, me limpió la verga sin pedirlo y se acomodó nuevamente en su asiento, me miró como para decirme algo y le pedí que lo hiciera.
- Puede que no me creas, pero es la tercera verga que chupo y la primera vez que me tomo la leche. Una vez fue un noviecito que duró poco, con tu hermano aprendí porque tenía que insistir para que se produjera su erección y pudiera funcionar, si acababa antes me quedaba con las ganas y ahora con vos. Lo que viste con el profesor de natación fue sólo eso, no hubo este tipo de intimidad, fue como un intercambio de favores, pero después de esto, vos podés dármela cuando quieras, pensé que no me iba a gustar, aunque mucho no la sentí porque pasó directo por mi garganta. ¡Me tenés loca Ángel!, créelo que me tenés loca.
- Si vos lo decís, mientras no tenga que ponerte un chaleco de fuerza está todo bien.
Se quedó callada y me seguía mirando, ella sabía que cualquier cosa que me pudiera decir sería tomada con pinzas y que tendría que demostrar con hechos, aunque la notaba cada vez más dispuesta, pero no por eso me iba a “regalar” y ella lo tenía más que claro. Después de ir al baño a acicalarnos nos dormimos todo, cuando nos despertamos nos faltaba sólo una hora de viaje. Pedimos un desayuno que nos vino de perlas y esperamos el aterrizaje.
Al hacer Migraciones nos derivaron a una oficina dónde firmamos una declaración jurada por la cual nos comprometíamos a abandonar suelo mexicano a los tres días o antes, bajo y… bla, bla, bla. Al salir al hall nos encontramos con Ivana que me abrazó y me dio la bienvenida, lo cual hizo extensivo a Cynthia cuando la presenté como mi cuñada, se extrañó por esto porque no la esperaba, pero no dijo nada.
La chica era hermosa y estaba bien puesta de todos lados, pero, aun con sus tacos altos, no llegaba al metro setenta, era “chaparrita” como decían en México, aunque compensaba todo con una simpatía a prueba de balas y un culito para alquilar balcones. Se disculpó porque había alquilado una sola habitación y le aclaré que Cynthia era una cuñada “especial”, le guiñé el ojo cuando se lo dije y me contestó sin cortarse: “qué pena, me había hecho una idea…”.
Enseguida cortó lo que iba a decir y en un coche de la Agencia para la que trabajaba nos fuimos al hotel, éste, como todos los que se encuentran en muchas ciudades del Mundo, era imponente y muy lujoso. La habitación era una “Premier”, la cama era enorme y su balcón daba al patio interior, en ese momento bellamente iluminado.
Cinco y cuarenta de la mañana e Ivana nos sirvió una copa mientras nos explicaba que la Agencia dispondría de los fondos a partir de las diez horas y desde ese momento podríamos empezar a movernos. Cynthia pasó al baño y la mexicana me dijo sonriendo…
- Haber sabido que venías acompañado y no me hubiera hecho ilusiones…, -la abracé y, agachándome un poco, le planté un beso saboreando sus labios llenos, mis manos se adueñaron de sus nalgas y le dije abiertamente:
- Eso tiene solución, dormimos en el viaje y si te animás…
- Pues ándale, a mí sólo me asustan un poco los muertos… Cynthia salió del baño y nos encontró con un morreo en toda regla. Orale cuñada, no te quedes parada, ayúdame con este cuate, -le dijo sin desprenderse de mí-.
Esperaba por la reacción de Cynthia y no me defraudó, en un santiamén quedó vestida sólo con los zapatos de tacos altos y la ayudó a Ivana a sacarme la ropa, entre las dos y enarbolando risas cómplices me empujaron a la cama y pronto tuve a la petisa sentada sobre mi verga inhiesta, le ganó de mano a mi cuñada sólo por ser más ágil, pero ésta, también sentándose, se ocupó de acercar su hermoso culo a mi cara y me di un festín con el culo y la vagina mojada.
Escuchaba los grititos de la mexicana, sus puteadas por el grueso de mi verga y noté como la estaba penetrando por su canal estrecho, no dejó nada afuera y se puso a saltar como si estuviera electrizada. De pronto no la escuché más, seguía con mi verga enterrada y Cynthia levantó un poco sus caderas permitiéndome acceder con mis dedos a su culo que pedía verga.
Las dos mujeres se estaban besando y, según me dijeron después, fue Ivana la que le comió la boca a la rubia, algo que satisfizo a las dos hasta que casi al unísono explotaron en un orgasmo brutal. Estaba todo bien, pero, yo quería dirigir y le dije a Cynthia que se colocara en cuatro con las caderas al borde de la cama, lo hizo sabiendo lo que venía e Ivana se abrió de piernas frente a ella para no quedar relegada.
Fui al baño a buscar algún lubricante y la crema humectante venía al pelo, al regresar me asombré, para no saber de mujeres, la chupada de concha que la rubia cuñada le propinaba a la mexicana fue de antología. La petisa gritaba y se retorcía encadenando orgasmos, llegaba la hora de la verdad para Cynthia y no quise hacerla esperar. Puse crema en mi verga y apunté a su agujero “natural”, mis pulgares se ocuparían de encremar su culo y me mandé.
Entró, las carnes se fueron abriendo y entró, Ivana trataba de atemperar los gritos de Cynthia y le manoteaba la cabeza intentando incrustar la boca de la rubia en su entrepierna, “¡Sacala por Dios, sacala, no seas cruel!” alcanzaba a gritar ladeando la cara, el remedio fue el chirlo fuerte en una de las nalgas de mi cuñada favorita -la única, por cierto- y mi pregunta en forma de orden, “¿En qué habíamos quedado con vos?”. Santo remedio, se la escuchaba cuando absorbía sus propios mocos, pero no volvió a abrir la boca.
Salvado el primer problema comencé a moverme con un ritmo rápido de entrada y salidas y mis pulgares, además de meter crema en su culito, actuaban dilatando y estirando el esfínter anal. Tardó un par de minutos en colaborar y buscó de acoplarse a mi ritmo, pronto ella y su conchita estaban hechas a la idea y el placer de la cogida se hizo presente incluso se ocupaba de hacer delirar a Ivana con las lamidas que le propinaba. De todos modos, para mí no era suficiente y sin aviso previo, cambié de agujerito.
Trató de aguantar, doy fe que trató de aguantar, pero no pudo contener el “ayyyyyyy” profundo y sostenido que se ahogaba en lo profundo de la vagina de Ivana. “¿Qué te parece ahora?, no es lo mismo que con la del nadador, ¿no?”, -le decía y bombeaba saliendo y entrando profundo en sus tripas-. Yo exponía una cierta bronca por lo acontecido en el video y ella se grababa a fuego quien era su macho. La mexicana no entendía nada, me miraba, no hablaba, pero se dio cuenta que allí se exponía un problema anterior y se dedicó a seguir gozando y acabando con sus orgasmos encadenados por la demostración de lo que había visto y por las lamidas que recibía.
Pensaba hacerle la cola a la “mariachi”, pero el culo de Cynthia era prioritario y me vacié en lo profundo de sus tripas. A medida que mi verga palpitaba expulsando mi simiente, me daba cuenta que no estaría para nada más, mis huevos parecían secarse en cada contracción y no me importó, ya había hecho lo que quería. Ivana se tiró para atrás desfallecida por su sucesión de orgasmos, Cynthia se dejó caer de bruces sobre la cama, la verga se “escapó” haciendo el ruido característico del destape y ni ganas de mirar cómo le había quedado el agujero, me tiré a un costado y los tres nos dormimos casi a la vez.
La prevención siempre era importante, por eso antes de comenzar todo y acorde a lo que había dicho Ivana del horario puse la alarma del celular. Sonó a las nueve y me levanté de un salto para meterme en el baño, la ducha me reanimó completamente y detrás de mí entraron las dos mujeres, las saludé sin hacer comentarios y las dejé solas. Luego me cambié y pedí el desayuno a la habitación, fue rápido y cuando ellas terminaban de cambiarse llegó la camarera con el carrito, comimos con ganas, esperé los últimos retoques de las mujeres, nos pusimos las camperas y salí con ellas a buscar mi futuro cómodo.
Ivana había hecho preparar todo a conciencia, después de recorrer varias oficinas y de ser recibido muy bien en cada una de ellas, en la última de las cuales tuve que ingresar en solitario para hablar con el Contador y el Director del Banco, salí de allí con una tarjeta de crédito “especial” habilitada desde ese momento para operar, una chequera del Banco Nacional de México impresa con mis datos, cien mil dólares en efectivo que guardé como pude en los bolsillos de la campera y el pantalón y una cuenta con disponibilidad inmediata por veinte millones, eso por lo que tenía que repartir y gastar para mí.
Me quedó un saldo disponible de más de ciento setenta millones de dólares y la cabeza recargada por las opciones que me ofrecían y con los intereses que podían abonarme en ese Banco. No estaba seguro de cómo proceder, pero, como era dinero “limpio” firmé el contrato y lo dejé allí por un año, me aseguraba con eso un rédito mensual de cincuenta mil dólares y eso era fortuna en cualquier país del Mundo.
Regresamos al hotel cuando era pasado el mediodía, nos fuimos los tres a comer al restaurant del hotel, Cynthia no podía creer lo que estaba viviendo y le agradecí a Ivana todas las ayudas brindadas, le dije también que con Cynthia aprovecharíamos para tratar de pasear y hacer algunas compras, fui sutil, pero la mexicana se dio cuenta que sobraba en la ecuación y dijo que nos dejaría disfrutar de esa particular “luna de miel”, luego me levanté para ir al baño y en el mostrador de recepción hice un cheque por doscientos mil dólares, pedí un sobre allí y lo guardé poniéndole el nombre de Ivana.
Al regresar a la mesa le di el sobre diciéndole que ese era mi regalo por la dedicación y todo lo que me había ayudado. Se negaba a recibir el sobre y le dije lo que se estila en esos momentos, “es una pavada, acéptalo y me voy a sentir mejor, sino me obligás a comprarte un regalo en alguna tienda y no me sobra el tiempo” …
Dijo que estaba bien y cuando vio el importe palideció, enmudeció, quería decirme algo y no le salían las palabras, tuvo que irse con Cynthia al baño para recuperarse un poco y cuando salió se despidió dejándome todos los datos y diciendo que ni ella ni su madre se olvidaría de nosotros, luego Cynthia me dijo que vivía con la madre y pensaba comprar una casa que no tenían.
Decidimos regresar en el vuelo del jueves a la madrugada, nos quedaba mediodía del miércoles y todo el jueves para hacer compras de regalos, enseguida averigüé a qué hora cerraban los negocios del hotel y aunque teníamos sueño, preferimos comenzar el periplo desde allí. Donde más gasté fue en la joyería, los juegos de aros, collar y pulsera de oro y platino que compré para Cynthia y mi madre me hicieron temblar la pera, pero valió la pena, me tendría que acostumbrar a otra forma de vida.
Los juegos de lencería fueron como diez y entre madre e hija se los repartirían, los vestidos, zapatos, carteras y otras chucherías implicó que compráramos otra valija grande. Yo me tuve que conformar con el último Iphone salido al mercado y con un reloj de esos que marcan las pulsaciones y los pasos y no sé qué más, tendría que aprender a usarlo.
Habíamos merendado en una confitería del patio interior del hotel y no teníamos hambre cuando regresamos a la habitación. El cansancio nos pasó factura y, aunque el deseo rondaba no nos quedó más que dormirnos abrazados, mañana sería otro día. Es más Cynthia me dijo de levantarnos temprano, armar las valijas y si hacíamos tiempo podíamos regresar en el vuelo anterior al programado, ya estaba todo listo y no daba el tiempo para hacer turismo.
GUILLEOS1 – Continuará. Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excitante con morbo y muy interesante la historia.