UN SOBRINO MUY INQUIETO (8).
Compro la propiedad y comienza a acelerarse todo y con la posibilidad de sumar un culito más..
NOTA DEL AUTOR: «Continuo con el maravilloso, morboso, lujurioso, excitante y atrapante relato-historia del sobrino inquieto». No desesperen, esto sólo es irónico y sarcástico, JAMÁS trataría de incidir en el gusto y la valoración del que lee opinando sobre mi propio relato. Yo escribo tratando de dar lo mejor con una narrativa no exenta de detalles, sin faltas de ortografía y aspirando a una cierta calidad de escritura donde se mezclan distintas categorías (incesto, homosexualidad femenina o masculina, hetero, etc.) sin renunciar a modismos o modos de expresión característicos de mi nacionalidad, para lo cual exijo determinado respeto, tal como yo respeto lo de otros autores. A veces salen bien, otras veces no tanto, unos gustan más, otros menos, pero, al momento de escribir y plasmar ideas EL RESPETO PARA CON EL LECTOR es fundamental y tengo claro que las valoraciones, comentarios y opiniones (que son nuestro o mi único incentivo) le corresponden solamente al lector. De paso, agradezco los comentarios que me han hecho llegar. Gracias, aclarado el punto, sigo…
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Mi sobrino vino corriendo diciendo que se quería sentar adelante, lo levanté en el aire, él abrazó mi cuello y mis manos se depositaron en su culo tapado apenas por el shorcito de lycra que le marcaba las nalgas y las hacía más apetecibles aún, giré el cuerpo para que no me vieran desde afuera de la cochera y las apreté diciéndole al oído, “¿todavía te duele el culito?”, me daba vueltas en la cabeza la cogida que le había dado en la mañana.
No tardó en responder y, como siempre, lograba sorprenderme con su desparpajo, “sí tío, me duele un poco, pero si querés cogerme de nuevo yo me aguanto”. Él y yo sabíamos que allí no se podría hacer nada y lo dejé en el asiento trasero, “putito del tío, adelante se sienta la abuela”, -le dije riendo y lo aceptó con una sonrisa pícara.
Las tres mujeres venían juntas, todas tenían remeras ajustadas y de distintos colores en la parte superior, pero las dos mayores llevaban jeans elastizados y la más chica un shorcito de jeans que imaginé con sus nalgas asomando por debajo del mismo. De tetas eran muy parecidas en tamaño, aunque Fernanda las tenía más en punta, no tan redondeadas y en mi mamá las caderas se notaban un poco más anchas, el cabello recién cepillado y por más que estuvieran calzando zapatillas, estaban para parar el tránsito.
Saqué de la cochera el auto de alta gama de mi madre, subieron todas y, luego de transponer el portón de entrada, pulsé el control remoto de la alarma. Hice un rodeo para no cruzar por toda la ciudad capital y me dirigí a la zona que había elegido para vivir. El GPS del auto me fue guiando y a todos nos gustó la ciudad que era cabecera del Partido en que se encontraba la propiedad. Ninguno conocía y mi madre preguntó: “¿Cómo se te ocurrió elegir esta Localidad?”, luego agregó, “está llena de comercios, mucha gente caminando, tiene una plaza bellísima y no queda lejos de la capital”.
Le contesté que era la misma distancia en tiempo que desde la casa de ella al centro, expliqué que una casa estaba al norte y otra al sur, respecto a la propiedad, le dije que la había visto en Internet y que me había interesado por el paredón que me alejaba de curiosos. “Según las fotos, hay árboles, algún bosquecito, mucho parque, pileta, solario y habitaciones grandes, tiene una hectárea en total y ya veremos si es como en las fotos”.
Salimos de la zona céntrica de la Localidad, la casa quedaba a unas quince cuadras y el camino mismo nos llevó a un barrio residencial que no era privado y que, como máximo tenía unas tres casas por cuadra, todos terrenos grandes y casas de buen nivel. El portón estaba abierto, había un coche estacionado frente a la casa que quedaba unos treinta metros más adentro y toqué la bocina para avisar de mi llegada. El lugar era imponente y nos quedamos mirando con la boca abierta. Una mujer bajita, pero muy bien vestida salió de la casa a recibirnos y nos hizo señas para que avanzáramos, estacioné al lado de su auto y nos presentamos mutuamente, luego le presenté a mi familia. “su mujer y los chicos se sentirán de maravillas aquí”, -nos dijo y nos sonreímos todos-. Le aclaré que era soltero, que era el tío y viviría solo.
La mujer resultó ser la dueña de la inmobiliaria y la casa era de pertenencia de la misma, recorrimos las instalaciones y dependencias, pero a mí no me importaba tanto, ya había decidido que la quería y le pregunté cuando se podría habitar porque me urgía hacer varias reformas y anexarle Seguridad electrónica. Me contestó que se podría obviar la espera de treinta días hasta que estuviera lista la Escrituración del bien, pero, para eso había que abonar de contado el precio de la propiedad, más los Honorarios del Escribano y los impuestos de la Escrituración, todo en dólares, si esas condiciones se daban, me eximía del pago del 5% de la comisión inmobiliaria.
- Si usted tiene todo listo, estoy en condiciones de pagarle ya, en dólares y por medio de una tarjeta de un Banco extranjero, pero tendríamos que hablar primero del precio total, -en la tasación on-line figuraba un precio de un millón y medio de dólares-.
- Si el pago total es en el acto, le cierro los números en un millón doscientos mil para la casa y de cien mil para los honorarios del Escribano. Tengo en el auto la Escritura que me habilita como única dueña y se haría un Boleto de Compra Venta en que se deje especificado que la Escritura está pagada y que usted puede habitar la propiedad a partir de este momento, además le dejaría los recibos de pagos de Impuestos y de Servicios, más facilidades no me pida porque hasta aquí llego.
Las caras de sorpresa de los chicos, de mi cuñada y de mi madre al recorrer las distintas dependencias y el parque, además del agrado que sentía interiormente porque ya la sentía mí casa, me decidieron en el acto y le dije que procediera. Cuando saqué la tarjeta con ese color fucsia que me habían dicho que era “especial”, la mujer se levantó de la silla como si tuviera un resorte y fue para el coche a traer un maletín y un aparato de esos que se usan para pasar las tarjetas, junto a otro que parecía tener un teclado con un rodillo. Me pareció que dudó cuando vio que era de un Banco mexicano, pero no le dio mayor importancia.
Primero me pidió que leyera la Escritura que la habilitaba como dueña, era una copia que yo me quedaría y luego tipeó agregando mis datos y los de ella al Boleto de Compra Venta tipo que estaba armado, dejó aclarado lo de la posesión inmediata y lo de los Honorarios del Escribano agregando los datos de la Escribanía y la fecha de entrega de la Escritura a mi nombre. En definitiva, realizó todo con minuciosidad, después puso sobre los rodillos un papel rayado tipo oficio y pulsó una tecla, hizo dos copias del mismo boleto y me lo dio a leer para que lo firmara si estaba conforme.
Firmé y le pasé la tarjeta, maniobró con el aparato electrónico que conectó también a su celular y luego de un par de minutos y de contestar algunas preguntas que le formulaban desde el otro lado, entre ellas el número de cuenta dónde se depositaría el dinero entrante, me pasó el teléfono para que yo introdujera el código que habilitaba el pago, pero, previo a esto tuve que contestar unas preguntas que ya me habían hecho en el Banco y quedaron registradas allí, eran una especie de contraseña. Le devolví el celular después de escuchar que la operación se daba exitosa, ella confirmó lo mismo y firmó el Boleto con una sonrisa amplia en el rostro, para decirme a continuación:
- Jamás pensé que hoy iba a realizar esta venta y de forma tan directa y rápida, -agregó con el rostro resplandeciente-, lástima no haber traído nada para festejar, se lo quedo debiendo para cuando pase por la inmobiliaria, de paso, tengo unas cinco propiedades que le servirían como inversión y no gastaría más que lo que gastó aquí.
- Lo tendré en cuenta, la suerte me favoreció con el primer premio de una Lotería extranjera y trataré de invertir, pero no me quiero apurar, lo que si le aseguro es que estaremos en contacto, -le contesté estrechando su mano tibia-.
No quedaba mucho que hablar, me dio su tarjeta personal junto a la de la inmobiliaria y me hizo entrega de todas las llaves de la casa poniéndose a disposición para cualquier duda que me pudiera surgir. Saludó a todos y se retiró, yo juraría que lo hizo dando saltitos y mi madre agregó…
- Creo que esto que pasó no se lo hubiera esperado nunca, ¿y ahora?, ¿qué vas a hacer ahora?, hay que comenzar a llenar esta casa o contratar a una Decoradora.
- Si no tenés a nadie en vista, Fernanda y yo nos ofrecemos, me enloquece esto de comprar cosas y decorar una casa, además estaría buenísimo para pasar las vacaciones, -dijo Cynthia y enseguida bajó los ojos esperando mi respuesta. No tardé en dársela…
- Es muy buena idea cuñada, le iba a decir a mamá, pero recordé que tiene que estar en la empresa, –Mamá-Elena no esperó para opinar al respecto-.
- Yo solita me metí en ese baile y tendré que bailar, pero no se van a escapar de mí los fines de semana.
- Por lo pronto hay una mesa y cuatro sillas, terminamos esto y no da para quedarse acá, vamos a probar las luces y los invito a cenar, alguna parrilla habrá que nos permita esta vestimenta, jajaja.
Ya estaba cayendo la noche, nosotros anotábamos con mi madre y Cynthia lo que necesitaríamos comprar a la brevedad y los chicos seguían descubriendo recovecos nuevos en la casa. Yo quería amueblar todas las habitaciones y fuimos anotando cosas esenciales dependencias por dependencias. Eran muchas cosas y las dejé a ellas para irme a buscar a Fernanda y a Cristian. A Cristian lo vi por la ventana estaba en el parque acercándose a una glorieta iluminada, todo el parque y las adyacencias estaba iluminado, era hermoso verlo desde las habitaciones del primer piso y en eso apareció Fernanda que estaba en un altillo que tenía una entrada disimulada. Me chistó y me hizo señas para que subiera al lugar y una vez adentro pude observar que desde ese pequeño cuarto y merced a cuatro ventanitas se podía divisar todo el exterior de la propiedad desde allí.
Mucho no pude mirar porque la pendeja calentona comenzó a bajarme los pantalones elastizados de gimnasia que tenía puestos y pronto tuvo mi verga en sus manos. Absorbió el glande y jugó con su lengua sobre él, lo hacía bien, pero yo ya había decidido que les haría saber a todos quien era el que decidía y mandaba entre ellos, por lo tanto, aferré su cabeza con las dos manos y, sin esperar o avisar, me hundí hasta su garganta.
Fueron dos segundos en que se puso roja, abrió los ojos grandes tratando de mirarme y golpeó con sus manos en mis muslos, salí de ella cuando aspiraba una enorme bocanada de aire, le tiré del cabello y le dije: “Es cuando yo quiero, yo decido cuando, ¿lo entendiste?”. Con los ojos llenos de lágrimas asintió moviendo la cabeza y le volví a tirar del cabello para indicarle que se bajara el shorcito y que apoyara las manos en la ventana. El glande recorrió su hendidura mojada y le deslicé en el oído: “Sin gritar Fernanda, sin gritar”.
Me fui metiendo sin pausa en su interior estrecho y no gritó, pero sus nudillos se pusieron blancos aferrando el borde de la ventanita, mi pelvis sirvió de tope y salí para volver a entrar de golpe, así fueron cuatro o cinco veces hasta que colaboró en la cogida y no tardó en tener un orgasmo que logró que se le aflojaran las piernas, temblaba y se contraía apretándome con sus músculos, me controlé justo como si una alarma se me encendiera en la cabeza y la saqué, giré su cuerpo y entendió que debía metérsela en la boca, recibió toda la leche estando de cuclillas y, con media verga en su interior bucal, tragó a medida que los pequeños chorritos le llegaban y luego limpio el glande y el tronco.
“No te enojes tío, tenía muchas ganas”, -me dijo bajando la vista-, no le contesté nada, pero le di un piquito pasándole la lengua por los labios y se le encendió el rostro. “Te vas a tener que ocupar de decorar esta casa con tu madre, ponete de acuerdo con ella”, -expresé y bajé del altillo que, sin dudas, usaría en otras ocasiones-. Estaba bajando las escaleras, entró corriendo Cristian en la casa y al verme gritó: “Tío, atrás de aquellos árboles hay una casita de troncos”.
La mujer de la inmobiliaria no me dijo nada al respecto y desde el altillo no se veía, estaba tapada por varios árboles frondosos y altos que resultaron ser robles. Íbamos a ir a mirar antes de retirarnos para cenar, los chicos se adelantaron y cuando salíamos con Cynthia y mi madre, le sonó el celular a mi cuñada, era mi hermano, nos miró y le dije que atendiera, lo hizo poniendo el altavoz y escuchamos todos… “Dónde carajos están, en la casa de mi padre no hay nadie, no puedo abrir las puertas, no me contesta el teléfono y necesito pedirle dinero” … No hubo necesidad de explicarle como tenía que contestarle. Mi madre sólo dijo: “Decile” … y se mandó.
- Tu padre no vive más allí, yo estoy con tu madre y los chicos en una casa prestada y te aviso que el lunes o el martes vas a recibir la demanda de divorcio, te la voy a mandar a la dirección de casa y a la casa de tu amiguito, creo que no hace falta explicarte porque quiero divorciarme, no me busques, yo trataré de que los chicos no tengan una mala imagen de su padre.
- Todo esto es por culpa de mi hermano, ahora es el “bueno” porque tiene dinero, -gritó sin desmentir lo que la esposa le daba a entender-.
- Sos tan idiota que seguís sin entender, tu hermano nunca fue el “malo”, te regaló un cheque de tres millones de dólares, pero tu madre se lo guardó porque cuando te preguntó qué harías con ese dinero comenzaste a divagar con tus estupideces de siempre y a gastar por anticipado sin pensar en nosotros y sin tenernos en cuenta, eso sin contar con la doble vida que llevás y de la que tengo pruebas, me siento muy humillada y no quiero hablar más con vos.
Cortó la comunicación sin darle tiempo a ninguna respuesta, se puso a llorar y fue consolada por mi madre, pero se recompuso bastante al entrar en la casa que los chicos recorrían. Era una hermosa cabaña de troncos, típica de las películas del Oeste americano, una galería cubierta en la entrada, un estar pequeño, con una cocina y un dormitorio con baño, eso sí, con todas las comodidades de luz, gas y servicios. Eso también habría que decorarlo y mi madre opinó que primero habría que llamar a una empresa de fumigaciones para limpiar la casa y la cabaña de cualquier tipo de bichos.
Estuve de acuerdo con eso, además establecimos que había que llamar a Albañiles para terminar de cerrar el tramo de muro, poner una alambrada de púas y algo similar que disuadiera a cualquiera que se quisiera trepar y llamar a la empresa de Seguridad para dotar a la propiedad de un sistema de vigilancia y de alarma. “Tenés que llamar a un jardinero y a alguien que ponga la piscina en condiciones”, -agregó mi madre-. Había mucho por hacer, pero por el momento, dejamos todo y nos fuimos a cenar, nos “matamos” comiendo carne y achuras en una parrilla de la zona, las novedades nos habían dado hambre y no poca.
Regresamos a casa de mi madre, dije que me quedaría allí a dormir y previendo que iba a tener que iniciar una semana agitada desde la mañana del domingo, preferí no andar repartiendo “polvos” a escondidas y a las apuradas, por eso, no bien dijimos de irnos a dormir pedí que trataran de no molestarme. Si hubo caras de desilusión o resignación no lo noté y eso era importante porque comenzaban a entender “por dónde venían los tiros” y cuál era el modo en que debían actuar conmigo. Ganas no me faltaban para “embocar” algún culo o culito, pero si no actuaba así, me terminarían secando.
Terminaba de desayunar y sobaba las nalgas de mi madre y disfrutaba de sus gemidos ante mi agradecimiento por haberse levantado temprano para prepararme el desayuno y el timbre de la calle nos sacó de la calentura mañanera, era Vicente, el Contador, padre de mi compañero Jorge, lo hice pasar, le presenté a mi madre, dueña de la empresa que había que poner en orden. Mamá-Elena congenió enseguida con Vicente y luego de que éste aceptara un café, pasamos a evaluar lo que pretendíamos.
Luego de una hora y de revisar planillas de balances, de gastos y de sueldos, convino conmigo en que se podría hacer cargo, pero que necesitaba las manos libres para actuar y, además, un buen respaldo legal. Justo en ese momento llegó el profesor de Derecho Laboral, los presenté a todos y rápidamente se puso al tanto de lo conversado. Mi madre y yo prestábamos atención al plan que ellos pergeñaban aportando algunas ideas esporádicas, Cynthia se ocupaba de servirnos algún que otro café o tentempié y todo iba tomando forma.
El Abogado afirmó que los posibles juicios laborales que se podría presentar, que serían los menos porque se indemnizaría bien a la mayoría de los despedidos, se estirarían en el tiempo y dijo tener un buen Detective para buscar pruebas que los podrían incriminar por los gastos “inflados”, el Contador afirmó que varios puestos se cubrirían con los segundos o terceros en la línea sucesoria de empleados y aun pagándoles un buen sueldo, la erogación sería menor porque ya no se abonarían los sueldos altos de los despedidos.
Le dijo a mi madre que ella se siguiera moviendo con el Abogado y el Escribano que actuarían el lunes a primera hora, conocía al Abogado de mi madre y se pondría de acuerdo con él en los que se pudiera proceder. Aproveché a solicitarle los servicios del Detective y le expliqué en privado cual era el motivo que me llevaba a eso, “quédese tranquilo Ángel, ya lo estoy llamando, él está a disposición del Estudio 24×7 y no sería raro que se diera una vuelta hoy mismo para conversar con usted”, -me contestó-. Así fue, lo llamó y quedó en pasar por casa a las 14 horas, ya tenía algo más encaminado.
El Contador se presentaría con mi madre el lunes a primera hora y comenzaría a hacerse cargo de la empresa y el Estudio se preparaba para contestar las posibles demandas. Resultó que conocía a la misma gente que yo en el Gobierno y me pidió que lo dejara encargarse de ello, “de paso me cobro algunos favores”, -expresó muy seguro de lograr lo que quería-. Se fueron antes del mediodía y todo estaba en marcha.
Luego de comer algo liviano dije que me quedaría en la casa para esperar al Detective mientras las mujeres y Cristian se iban a comprar cosas para la casa a una empresa que no cerraba los domingos y que ofrecía todo para la casa y la construcción, se podía adquirir allí desde tornillos, hasta muebles para cada dependencia, artefactos eléctricos, artículos para el hogar, blanco y mantelería y todos los etcéteras que se podrían presentar.
Le di la tarjeta del Banco local a mi madre y le dije que gastara sin fijarse en pelotudeces, “chicas, primero hay que armar la cocina, el comedor y, por lo menos un par de habitaciones, luego todo lo demás, asegúrense de que lleven las cosas hoy mismo y que manden a un par de operarios para que armen las camas o los muebles que hagan falta”. Le di dinero en efectivo para pagar a los operarios o para dar propinas y allí fue cuando comenzó a actuar Cristian.
Se encaprichó y se puso a hacer berrinches diciendo que se quería quedar conmigo, logró lo que quería porque la madre me preguntó si tendría algún problema en quedarme con él, “a nosotras nos va a molestar cuando empiece con las pavadas”. Le contesté que no había problemas, “le voy a romper el culo en cámara lenta” -pensé para mis adentros-, pero a él le dije que si me hacía algún berrinche lo encerraba hasta la noche en el primer baño que encontrara. Quedamos así y se fueron entusiasmadas, Cristian no decía nada, pero yo creía que se relamía con cara de putito presto a recibir carne por el orto. No bien las mujeres se fueron cerré toda la casa y lo encaré a Cristian mirándolo con cara seria, pero él ya estaba metido en su rol y me habló antes de que le dijera nada…
- Tío, ¿me vas a coger?, ¿querés que te traiga la crema?
- Primero me la vas a chupar bien y después te voy a romper el culito usando solamente la saliva, además, no te quiero escuchar gritar.
- Me va a doler mucho tío, todavía lo tengo un poco con dolor de la vez en tu departamento.
- Te jodés, eso te pasa por querer que te coja y armar todo un “teatro” sin preguntarme si quiero.
- Bueno tío, está bien, yo me dejo con saliva y no grito también me gusta, pero, te puedo preguntar una cosa.
- Dale, decí…
- ¿No querés que lo llame a Matías y te lo cogés a él también?
- Que berretín tenés con que me lo coja a Matías, ¿por qué me pedís eso?
- Porque es mi amigo y el hermano le pega para cogérselo, a él no le gusta así y si lo cogés vos le va a gustar más.
- Una, no sé cómo es Matías y si me gustará, dos, parece que le gusta contar que se lo cogen, es muy bocón y eso me puede perjudicar mucho.
- No tío, él sólo me contó a mí porque el hermano lo obliga y porque le da mucho miedo que se enteren los padres, ya me lo dijo, nunca va a contar nada de lo que le hace el hermano y menos que menos si lo hace con vos.
- Además, no sé si vos le contaste lo nuestro y eso me tiene preocupado, tanto que estoy pensando en no tocarte más.
- ¡Nooo, tío por favor, eso no!, a mí me gusta mucho lo que hacemos y jamás le dije nada a Matías, él sólo se puede enterar si nos ve a los dos.
- ¿A vos te gusta Matías?
- Sí tío, lo quiero mucho, mucho y al hermano le voy a partir un palo en la cabeza.
- Bueno, espero no arrepentirme, pero después no lo quiero a cada rato acá y ya sabés lo que pretendo de un culito que pasa a ser mío, del hermano me voy a ocupar yo y vos no vas a decir ni “jota”.
Estaba seguro que me podría meter en “camisa de once varas”, pero el tono de la conversación me había calentado, el culito de mi sobrino era prioritario y como me quería entregar el culito del amigo al que quería tanto pensé que nunca venía mal un culito similar, por otro lado, si el pendejo respondía lo dejaría interactuar con Cristian y los cogería de vez en cuando para dedicarme sólo a las mujeres, tenía que preparar todo bien, aunque me tenía confianza para lograrlo.
Respecto al hermano abusador, se me ocurrió que dos compañeros de la facultad me podrían ayudar. Una vez, cuando cursábamos el primer año, habíamos estado en una escaramuza “de boliche”, me había plantado con ellos porque estaban rodeados por cinco muchachones, el tema, como siempre fueron unas chicas que aceptaron copas hasta que llegó el novio de una de ellas y se “pudrió” todo. Repartimos y cobramos, pero no perdimos, nos habíamos ido “chorreando chocolate” de las narices, aunque los otros quedaron peor. Fui el único que se metió a defenderlos y siempre me dijeron que contara con ellos aun para las peores, luego me enteré que estudiaban, pero a la vez formaban parte de una barra brava de uno de los clubes más grandes del país, el plan era amedrentar al abusador y amenazarlo con destruirlo si se volvía a coger al hermano, se complicó un poco, aunque salió mejor de lo esperado, más adelante lo contaré.
Le dije que lo llamara y tomó el celular para hacerlo, tenía tiempo y cuando dijo: “Hola Matías”, yo le estaba bajando los shorcitos de lycra y lo había acomodado haciéndole apoyar medio cuerpo sobre la mesa de la cocina. El culito quedó a mi disposición y el muy putito lo movía y me miraba ladeando la cara mientras le decía al amiguito que agarrara la bicicleta y se viniera a la casa de la abuela.
Dejé caer abundante saliva en su agujerito y le acerqué el glande para que lo llenara de saliva, lo hizo mientras escuchaba al amiguito y en segundos contuvo el grito cuando comencé a entrar en su culo que parecía palpitar de ganas. “Dale, dale, te espero”, -le dijo y alcanzó a cortar la comunicación cuando tuvo que gemir por el dolor al tener media verga enterrada en su interior-.
No pudo evitar el ¡aggggg! cuando sus tripas recibieron toda mi verga y nada de esperar para que se acostumbrara, ya me había dicho que también le gustaba con rudeza y yo lo estaba comprobando porque movía las caderas y empujaba cuando yo entraba rudo y profundo. El mismo se arqueó y se tocó el pito, tuvo un par de estremecimientos y, tomándome de sus hombros forcé la penetración y aproveché para llenarlo de leche con mi verga instalada en lo más hondo.
Su gemido sonó cargado de placer y yo salí enseguida para dejarle el culo abierto, él se giró bajando de la mesa para agacharse y meterse mi verga en la boca, el “servicio” ya era completo. Sabía bien lo que tenía que hacer y en segundos me quedó la pija brillante. “¿Viste, viste que ahora ya no me duele tanto cuando me la metés?”, -preguntó sonriendo con picardía-. Le pedí que se cambiara porque vendría gente a verme y él se debería quedar en la habitación con Matías. Lo hizo sintiéndose bien cogido y me preguntó cómo haría para cogerme a Matías…
- No sé, decime vos, yo no puedo aparecer en tu habitación, pelar la verga y decirle que lo vengo a coger.
- Yo pensé en un plan, -me lo dijo como si fuera algo intrigante-.
- Bueno, contame, ya veremos si se puede.
- Le puedo decir que me enseñe a chuparla y que nos desnudemos y entonces ahí entrás vos y nos descubrís, ¿qué te parece?
- Puede ser, además le puedo decir que lo filmé y que le contaré a los padres a menos que se deje.
- Sí, sí, dale y vos te lo cogés y yo me la hago chupar, -el putito se había hecho su propia película-.
La idea no estaba mal, pero yo la haría mejor, lo filmaría mientras le estaba rompiendo el culito y lo tendría agarrado de las bolas si se la jugaba a hablar. El timbre nos alertó, era Matías que venía con su bicicleta y Cristian fue rápido a abrirle la puerta. Me saludó bajando los ojos y vi que era morocho de cabellos renegridos, más fornido, pero la altura y el culito era similar al de Cristian. “Váyanse arriba, jueguen con la play que trajiste de tu casa y no me jodan, yo tengo que trabajar”, -le dije a mi sobrino, el cual asintió y salió corriendo con el amigo-.
Unos cinco minutos después apareció el Detective, éste era un hombre de mediana estatura que no decía nada, uno, acostumbrado a las series policiales, jamás podría decir que ese hombre era Detective Privado, eso no me hizo mella, me dijo que venía de parte del Abogado, me presenté con él y lo hice pasar. El hecho de ser recomendado por mi profesor me hizo confiar plenamente en él, le conté el problema y le pedí que me averiguara todo lo que fuera posible y más…
- Necesito pruebas concluyentes para el divorcio, no hay dinero en juego, pero hay honor y humillación de por medio, ¿no sé si me entiende?
- Perfectamente, estoy acostumbrado a estos trabajos y si hay pruebas para mostrar no dude que las conseguiré, además, ya me dijo el Doctor que este es un caso en que ningún “trapito” deberá quedar por lavar adentro.
Estaba todo dicho, le adelanté el dinero que me pidió y él se comunicaría únicamente conmigo, luego se retiró y dijo que comenzaría a trabajar en el caso ese mismo día. Luego de que se fue cerré la puerta sin hacer ruido, preparé el teléfono para grabar en alta definición de audio y video y subí las escaleras deleitándome por anticipado por el culito que me comería. El amiguito de mi inquieto sobrino sabría lo que sucedía cuando una buena verga le enderezaba las tripas.
Entreabrí un poco la puerta y los vi a los dos sobre la cama, estaban desnudos y adoptando la posición del “69”, el sol iluminaba toda la habitación y daba de costado, lo cual no me jodía la filmación. “Mí” putito lo había puesto sobre su cuerpo y el culito del amiguito apuntaba hacia la puerta, mi sobrino miraba hacia dónde estaba yo parado y tenía el pito de Matías en la boca, pero no lo chupaba. Entonces entré despacio y enfoqué su culo y parte de los pelos de Cristian pues trataría de evitar que se viera su cara… “Vos tenés que chuparlo como lo hago yo, así, así, vamos los dos a la vez”, -dijo Matías y le arrancó un gemido a Cristian-.
Me agarré una calentura tremenda viendo a esos dos pendejos mamándose las verguitas, pero no quise intervenir y me senté para seguir filmando hasta que se estremecieron y temblaron, ninguno de los dos eyaculaba aún y me gustó eso. Cuando Matías salió de encima de Cristian giró el cuerpo y me vio sentado con el teléfono en la mano. “¡Tu tío, es tu tío!”, -le dijo a Cristian con tono y cara de espanto-.
“Estábamos jugando tío”, -expresó Cristian poniendo cara de estúpido, el guachito estaba actuando y le gustaba el papel-. Le dije enseguida que no tratara de engañarme, “lo que tengo grabado en mi teléfono es a dos chicos haciendo un “69” y chupándose las verguitas, se le ve la cara a Matías y quiero que me des el número de teléfono porque voy a llamar a los padres para mostrárselo” … Creí que al nene le iba a dar algo porque puso los ojos en blanco y se dejó caer sobre la cama, pero como enseguida se puso a llorar y a rogar no me preocupé tanto.
- Se lo pido por favor señor, no le diga nada, si mi papá se entera me mata a palos, me dijo que si tuviera un hijo puto lo mataba, a mi hermano y a mí nos lo dijo.
- También voy a hablar con los padres de Cristian y no me importa lo que les pueda llegar a pasar a ustedes, a menos que piensen en algo que me puedan dar para que yo mantenga los labios sellados y les aclaro, no piensen en dinero porque tengo mucho y no necesito.
- Espere señor, no se vaya, ¿qué quiere que le demos o hagamos? Pida lo que quiera señor, pero, por favor, no muestre el video.
- Yo me voy a ir unos cinco minutos y cuando regrese quiero que ustedes me digan a mí lo que quieren que yo haga, piensen bien porque después no habrá marcha atrás, -salí dejando la puerta entreabierta y lo escuché a Cristian–
- Me parece que lo único que queda es decirle que nos coja o que nos deje chuparlo, mi tío es bueno, pero si se enoja les va a contar, mi papá también me va a matar.
- Yo me puedo dejar porque mi hermano me coge y ya no me duele tanto, pero a vos te va a doler.
- No creo porque ya me metí el consolador de mi mamá, ¿no te acordás que te conté?
- Bueno, ¿quién le dice?, a mí me da cosa…
- Se lo digo yo, como es mi tío en una de esas no se enoja.
Yo me tocaba la verga y pensaba que la tarde “pintaba” para ser de lo mejor, tenía a dos culitos esperando por mi tronco erguido y esperaba que saliera todo bien, pero no me podía apurar, uno ya lo era y trataría que el otro también fuera dependiente de mi verga.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excitante no me gusta lo de los niños pero cada quien con sus gustos
Excelente! A ver cómo agrega ese nuevo culito tragón
COMO SIGUE