Una chiquilla curiosa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Todo fue tan rápido, la puerta abriéndose y la niña que aparece de pronto.
Su cara de asombro lo dice todo, creo que intenta saber que pasa.
Mi mujer y yo hacemos lo propio, como rayo tratamos de esconder nuestros cuerpos desnudos.
Se perfectamente que me vio de pies a cabeza, que al momento de entrar las piernas de su abuela las tenia al hombro y que mi pito prácticamente salió vomitando semen porque nos encontró en el ultimo momento de aquel polvo de media tarde.
Afuera se escuchan las voces de los demás, mis hijastros y la mamá de la pequeña que acaba de sorprendernos.
Su nombre es Estefany, 12 añitos de edad, curiosa como ninguna, muy apegada a su abuela a quien acaba de encontrar con un pito adentro.
Abuela -se escucha fuera ya que había cerrado la puerta tras de si.
¿Puedo entrar?.
Si hija – le respondió mi mujer.
Ya estábamos cubiertos entre las sábanas.
Creo que todos tratábamos de esconder nuestras emociones, yo por dentro estaba que me moría de vergüenza.
Mi mujer quizá para matar tensiones le dijo que iban hacer algo, que la esperara fuera.
Salió la niña dejándome sólo con mil pensamientos girando en ni cabeza.
Cuando regreso mi vieja (así le digo) me dijo que no pasaba nada, que no había mucho -sonrió -.
Pasaron los dias y todo pareció olvidado hasta esa tarde en que estando sólo en mi cuarto entro la pequeña saludándome como abuelo como siempre hace.
¿Qué ves? – dijo sentándose junto a mi- Futbol respondí.
Quizá conforme con la respuesta continuo quieta a mi lado para luego preguntar: – Abue (Asi me dice) ¿Por qué tienes el pene tan grande?.
La verdad no esperaba una pregunta asi y menos otra ¿Por qué a mi abuela no le duele cuando se la metes?
– ¿Por qué dices eso? – dije a secas –
– Porque la abuela no llora.
La verdad no sabia que decir.
Ella seguía inocente junto a mi como si el fútbol también le interesara.
Abue – continuo – El pene de Andrés (Es su tío y mi hijastro de 14) no es tan grande como el tuyo.
– ¿Y tu como sabes eso?
– Porque yo se lo he visto.
– ¿Cómo? -Pregunte intrigado y casi adivinado que algo estaba por descubrir-
– Abue – dijo como si fuera a revelarme algo muy secreto – Es que Andrés me lo enseña.
– ¿Cómo te lo enseña?
– Cuando estamos solos – dijo – Me dice que es mío.
Quizás tratando de estar seguro que nadie nos escuchaba y sabiendo lo delicado de lo que me contaba la pequeña tuve a bien acercarme a la puerta y cerciorarme que nadie mas pudiera escucharnos.
Cuando me senté otra vez a su lado me di cuenta que su secreto había hecho efecto en mi pene, me estaba empalmado.
– ¿Pero sólo eso hace? – pregunte queriendo escuchar que había algo mas –
– Abue – dijo – Si te cuento no le dirás nada a la abuela.
– No
– Me dice que se lo mame – dijo bajando la voz – También me chupa mis chichis.
Me da besitos acá abajo – dijo abriendo sus piernitas –
La confesión de Estefany me había tomado por sorpresa y mas aún cuando la escuche decir:
– Abue ¿puedo ver tu pene?
No respondí.
Me quede quieto, congelado sin saber que hacer.
Fue ella misma la que busco sobre mi short deportivo y tocó mi paquete que ya estaba haciendo mas bulto de lo normal.
Está parado – la escuche decir –
Como dije al principio Estafany tiene 12, alta para su edad, rellenita, muy guapa, pero sobre todo muy lista de pensar.
Quizás por mi pasado incestuoso me deje llevar, porque cuando vine a reaccionar ya estaba con mi verga entre sus manitas.
Parecía como si quisiera adivinar cuanto medía.
Me pareció eterno el tiempo que estuvo así viendo mi pene y fue entonces que caí en cuenta que había cruzado una barrera que no debí haber cruzado, una lengua hizo que otra vez cediera.
Estafany me la estaba chupando, rico, algo nerviosa.
Su pequeña boquita caliente se metió parte de la cabeza, una mano le servía para sostener mi pene y con el otro se acomodaba su larga cabellera negra.
Supe que algo de experiencia había adquirido con mi hijastro.
Pude verla y vi en su rostro que lo disfrutaba, sus ojos cerrados, un hilo fino de saliva se le escapaba entre la comisura de sus labios.
Mi verga se veía enorme en esa estampa que veían mis ojos.
Con el corazón a mil, primero porque no sabía a ciencia cierta a donde había salido mi mujer y demás que vivían en la casa, pudiendo aparecer en cualquier momento y segundo por la mamada que no era de novata de Estefany, ahí estaba yo con el short a las rodillas.
Mi verga estaba como palo, duro.
Mi nieta parecía haberle hallado el gusto, respiraba agitada.
Creo que intencionalmente había abierto sus piernas dejándome ver ese calzón infantil de donde percibí un olor a hembra.
Estefany estaba mojada.
Me di cuenta al correrle su prenda interior hacia un lado, su vulva media abierta, labios gruesos de donde se asomaba una pepita en forma de ala de tiburón.
Ver su chocho fue el acabose y la ultima defensa, si antes estaba a punto de hacerme acabar me venció, yo mismo le ayude.
Tome su cabecita y simulando cogérmela por la boquita fue cuestión de tiempo y ahí estaba yo echándole mi leche.
Niña perversa, se trago hasta la última gota.
Casi de la misma manera de cuando me sorprendió con su abuela, así me sentía hoy.
Mil pensamientos se cruzaban en mi mente, también estaba avergonzado conmigo mismo por ceder.
Fue la voz Estefany quien me hizo entender que quizás nada pasaría.
– Abue.
No le vayamos a contar a nadie nuestro secreto – su voz era de la niña que yo conocía de antes -.
Sino – continuó – ya no lo vamos a seguir haciendo verdad abuelo.
Me pareció justo.
No me dio tiempo a responder porque poniéndose de pie abrió la puerta y me dijo que se iba bañar.
La escuché correr rumbo al patio a donde normalmente se bañaba en su tina.
Me quede pensando que tanto habían hecho Estafany y Andrés.
Porque era seguro que ya la habían penetrado.
Seguiré contando….
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