Una chiquilla curiosa (Mas que sexo oral)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Ver a mi nieta con mi tranca en la boca ya era una costumbre a fuerza de las muchas veces que pequeña diablilla me hacia una mamada.
Ella misma se las ingeniaba para quedarnos solos y ya sea en el cuarto u otro lugar de casa se engolosinaba dándome ese placer que únicamente produce el saber que se esta haciendo algo prohibido con alguien de la misma familia.
La verdad era experta en el arte de mamar pollas, quien pensaría que se trataba de una chiquilla que apenas y tenia 12 añitos.
Esta vez estábamos en el baño, me había sorprendido mientras me duchaba y ahí estaba sentada en la taza del sanitario pegada como becerro engullendo parte de mi pene en su boquita, yo desnudo totalmente ella únicamente se habia quitado ese calzoncito color rosa de figuras que yacía sobre el lavado como cruel testigo de lo que hacia un abuelo con su nieta.
Su respiración agitada me decía que lo disfrutaba tanto o mas que yo, los ojos cerrados quizás con el afán de concentrarse, sus traviesas manos una colocada sobre mi culo y la otra férreamente sosteniéndose del tronco de mi verga, las piernas semiabiertas, sus pies balanceándose rítmicamente al mismo tiempo que se tragaba 10 o 12 cm de carne que en mas de una ocasión casi le provoco náuseas al hacer contacto en su campanilla bucal.
Yo estaba a punto de acabar, eran mas de 15 o quizás 20 deliciosos minutos de sexo oral que me daba ese angelito llamado Estefany, esa curiosa niña con la que semanas atrás habíamos iniciado esa relación incestuosa cuando me descubrió mientras cogía a mi esposa, su abuela y que además me había confesado que igual había hecho cosas con su tío Andrés mi hijastro.
Sabiendo que estábamos solos y teníamos la casa para nosotros, me dispuse esta vez llegar mas allá de donde normalmente llegábamos, que era solamente que ella me mamara el pito.
Sutilmente le quite mi verga de sus manos, la cargue en mis brazos hasta ponerla de pie sobre la misma taza del sanitario donde había estado sentada.
Sus ojos quedaron a la altura de los míos, me miraba.
Sus labios entreabiertos parecían ofrecerse para que los besara.
Así lo hice y pude sentir el sabor de boca por primera vez, húmeda, caliente.
Su pequeña lengua se encontró con la mía y jugueteamos con ellas.
Le saque su vestido por encima de su cabeza y ahí quedo totalmente desnuda ante mi.
Le bese el cuello y poco a poco me fui bajando hasta llegar a sus dos nacientes pechos, el ronroneo de su garganta fue música para mis oídos.
La sentí estremecer y fue cuando sus manos rodearon mi cuello como si buscara con ello apoyarse o simplemente necesitaba sentirse más cercana del hombre que le estaba dando placer.
Continúe bajando hasta llegar a su ombligo haciendo que su piel se erizara, pude percibir un ligero temblor de cuerpo acompañado de un prolongado gemido.
Sentí como sus manos apretaron mi cabeza, separo mas sus piernas como invitándome a apresurar mi llegada a su infantil chochito lampiño aún.
Le pase la lengua por toda la rajita sintiendo ese rico aroma de panocha deseosa de sexo.
A estas alturas Estefany no era otra que alguien a quien estaba decidido a darle placer sin importar que fuera mi nieta.
Ella seguía parada sobre la tapa del sanitario, yo prácticamente en cuclillas dándole lengua.
Ajenos a lo que pasara afuera, creo que hasta habíamos olvidado el hecho de que mi mujer pudiera llegar en cualquier momento y nos encontrara en esta situación imperdonable.
Estefany quizá era a la que menos le importaba, parecía ida y entregada a lo que hacíamos.
De hecho siempre era ella la que buscaba la oportunidad de que hiciéramos nuestras cosas.
Es que se conmigo sentía mas rico que con Andres me decía.
Hoy al parecer no era la excepción, pues la forma como me apretaba de la cabeza que mas que apretarme era agarrarse de mi cabello, sus piernitas abiertas a lo que daba para que yo pudiera meterme entre ellas y chuparle de punta a punta, mordisquearle esa pepita que se salía de entre sus labios vaginales así como su clítoris.
Toda su vulva era una delicia.
Supe que estaba incómoda en esa posición y la ayude a sentarse sobre el lavado quedando ella de espaldas a la pared, piernas abiertas flexionadas.
La posición perfecta para seguir chupándole el chocho o porque no penetrarla de una vez por todas.
Instintivamente me mire la verga, quizás ya era hora de que mi nieta se comiera mis 18 cm.
La neta estaba a full de parada, la venas saltonas, un hilo de baba se le escapaba del glande.
En la posición que estaba fue mas fácil mamarle el chocho, me permitía ayudarme de los dedos así abrir sus labios vaginales y prácticamente cogerla con la lengua.
Sendos gemidos se escapaban de su boca, sus ojos cerrados, su cuerpo entero retorciéndose, sus manos fuertemente afianzadas del borde de lavado.
Sus piernas lo más abiertas que podía como si con ello estuviera pidiendo que entrara mas allá de lo que mi lengua podía.
Fue entonces que me paré hasta quedar con la cabeza de mi polla a escasos centímetros de la entrada de su cueva, se veía enorme.
Estefany había abierto los ojos y me miraba como tratando de adivinar que seguía.
¿Quieres que te la meta? – pregunte -.
Asintió con su cabeza.
Aunque creí adivinar que sentía miedo.
No sabia porque, pero algo me decía que quizás pensaba que podía lastimarla.
Siempre me había manifestado el hecho de que mi polla era muy pero muy grande – decía -.
Te la voy meter despacito bebe – dije – como si como ello quisiera darme valor a mi mismo, porque también pensaba que ese chocho no estaba preparado para recibir mi anaconda como la llamaba mi mujer.
Me coloqué entre sus piernas halándola a ella para que su entrada quedara al mismo borde del lavado, con la mano derecha tome mi verga hasta ponerla rosando sus labios vaginales.
Empuje un poco aunque mas con la intención de que sintiera que ya estaba con la polla en la entrada, la sentí como se acomodaba recostándose a la pared.
De nuevo hice presión con mi polla pero esta vez busque apretar su clítoris, después hice movimientos circulares.
Le rosaba el glande por toda la raya, entre sus labios vaginales.
Estefany gemía y otra vez había cerrado los ojos.
El jugueteo de mi pene en su chocho podría decirse que era más una masturbación de ambos, porque no la penetraba, simplemente le rosaba entre los labios.
Igual usaba mis dedos, le frotaba el clítoris haciendo que su cuerpo brincara como si recibiera descargas eléctricas.
La combinación de dedos, lengua y pene funcionó, el chochito de Estafany empezó a contraerse.
Sus jadeos eras ininterrumpidos, su respiración acelerada, no paraba de decir lo rico que sentía.
Que su Abue (así me dice) era muy rico.
Que no parara.
Cuando tocaba el turno de que le ponía la verga en su entrada ella misma se apretaba contra el glande hasta hacer que le entrara nomas la cabeza.
Luego ella misma se retiraba como si presintiera que no la iba aguantar toda.
Para mi era suficiente, también había tenido su efecto el estar rosando mi pene en ese caliente chocho de mi nieta.
Cuando sentí a Estefany llegar a su orgasmo como buen abuelo la ayude friccionando mas fuerte con el glande, fue en ese momento en que sin el animo de aprovecharme empuje mas de debido y le metí media verga.
Fue todo lo que cupo, 10 cm no más y fue ahí donde descargue grandes chorros de semen.
Fueron varias veces las que mi verga vomito hasta quedar seco.
Quedamos exhaustos, sudorosos a pesar de estar en un baño, yo respiraba como si hubiese corrido un maratón.
Estefany sin embargo no dejaba de ver que aun tenía mi pedazo de carne adentro.
-Te gusto bebe – dije sin sacársela todavía
Asintió con la cabeza.
-Te la voy a sacar despacito amor.
Pa que no te duela.
Vale.
-Abue – dijo – La de Andres porque es tan chica?
-Porque el todavía es niño
-Pero la de Thomas también es bien chiquita – dijo -con esa forma de hablar que me recordó que tan solo era una chiquilla.
Y pensar que me la acaba de coger, quizá no se la había metido toda, pero coger es coger.
No me dio tiempo a responder.
Ella misma hizo que cayera en cuenta que lo que hacia era prohibido y que la abuela (Podía llegar en cualquier momento).
La dejé que se duchara, yo me puse un short y subí a la segunda planta desde donde podía ver hacia la calle por si llegaba alguien a la casa.
Estaba satisfecho, descremado por mi nieta.
Algo no me cuadraba, esa chiquilla sabia algunos secretos de mis hijastros, con Andres incluso, había tenido sexo.
Porque diría que Thomas también tiene el pene chico.
Me giré.
Creí haber pensado en voz alta y a mi espalda esta el cuarto de Catalina, la hija adoptiva de mi mujer.
Un bombón de 16 años que en alguna ocasión le había dicho a su mamá la suerte de encontrarse a un hombre guapo.
Seguire contando….
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!