Una extraña propuesta.
Este cuento está relatado en tercera persona porque me lo han contado. Los nombres de los protagonistas no fueron cambiados y al conocerlos podría dar cierta fe que ocurrieron tal como están descritos. .
Daniel es un personaje de 65 años, hace veinte que se encuentra en pareja con Mónica, que tiene 63 años, diez estuvieron cada uno en su casa y desde los últimos diez viven juntos.
Daniel es un hombre que no es de una sola mujer, la ha engañado a Mónica con toda aquella mujer que haya accedido a sus peticiones de tener relaciones carnales. Por otro lado, en alguna ocasión, luego de un cumpleaños de una de las hijas de Mónica, Malvina, que había tenido con su primer marido, le dijo que estaba muy linda y que le gustaría cogérsela, Mónica le dijo que con la familia no se metiera, que ella no se la iba a entregar y que no aceptaba ese tipo de relaciones y que bastante tenía con todas las veces que lo había personado por andar de juergas.
Daniel es un hombre al que la gusta mucho la pornografía, suele consumir mucha por internet y lo hace junto a Mónica, una de sus locuras es ver esas películas y masturbarse junto a su esposa, en solo tres ocasiones llego a derramar el semen, una de ellas sobre el escritorio en la que se encuentra la computadora y las otras dos, por pedido de Mónica, le acabó en la cara y en la boca. Es necesario tener en presente que Mónica también gusta de ver este tipo de películas y cortos y que ha reconocido que le hierve la sangre al verlas.
En una oportunidad Daniel le trajo a Mónica un regalo de un sex shop, le dijo que lo abriera y que se lo pusiera, era un arnés con un dildo, le confesó que le gustaría que le dé por el culo, verla mitad hombre y mitad mujer lo excitaba mucho, se la ponía más dura y desde allí Mónica cada vez que tuvieron relaciones íntimas le hacía el culo a su marido. Ella encontró un modo de placer en todo eso, Mónica le pidió a Daniel que le dijera que deseaba que se la metiera en el culo y que ella (él) era su puta.
Con el paso del tiempo Daniel le dijo que tenía muchas ganas de estar con una chica trans, Mónica le dijo que aceptaba esa infidelidad mientras ella estuviera presente en el momento en que se daban él y la trans, que quería observar. Eso ocurrió en dos ocasiones con chicas distintas. Mónica salió muy excitada de esa reunión y luego cuando llegaron a casa hicieron el amor con una fuerza inusitada. Mónica estaba realmente muy caliente, le confesó que nunca había sentido tanta electricidad por su cuerpo como cuando vio las escenas entre Daniel y las transexuales. Daniel preguntó qué momentos le habían gustado más y ella respondió que todos, pero especialmente cuando él le chupaba la verga a la chica y cuando le penetraban hasta el fondo la verga en su culo.
Mónica nunca fue una mujer vengativa, jamás le hizo una escena de celos muy larga ni tampoco fue con otro hombre como para devolver todas las infidelidades de Daniel. Es más, en el fondo, casi que le gustaba que su marido tuviera aventuras. Consideraba que si siempre volvía era porque ella era la principal y que las otras eran solo un divertimento. Tal como se lo había expresado Daniel un tiempo atrás, pero ella había desconfiado de esas palabras creyendo que eran solamente una justificación para que no se enojara más de la cuenta. Al final y ante lo duradero de la relación había terminado pro considerar las cosas de ese modo.
Mónica había estado casado desde muy joven con un tal Juan, con quien había tenido seis hijos, cinco nenas y un varón. Se había separado de este hombre y se había enredado con uno más joven que ella, con el cual no tuvo una buena experiencia, ya que José era un muchacho un poco distraído y bastante juguetón con otras mujeres. Por aquella época Mónica no era tan tolerante como los es en los tiempos actuales con Daniel.
Todas sus hijas están casadas, salvo Malvina, pro la que había estado y aún estaba interesado Daniel, que estaba separada, todas tenían hijos. Sabrina tenía dos hijas, una de las cuales se encontraba embarazada de casi ocho meses, pero su noviecito con el que estuvo alrededor de dos años de novia, se había esfumado cuando la nena le dijo que iba a ser padre. De modo tal que, Julia, se encontraba sola desde los tres meses de embarazo y vivía en la casa de su madre.
Una tarde de primavera estaba en su habitación con la puerta entre abierta y escucho la siguiente conversación entre su madre y su abuela, mientras Sabrina planchaba unas camisas de su esposo:
-Mami, dijo Sabrina, cuánto hace que estás con Dani.
-Si respondió Mónica, hace ya veinte años.
-Te habías enojado un par de veces con él. Dijo Sabrina.
-Sí, lo hice, es terrible, dijo Mónica.
– ¿En qué sentido? Preguntó Sabrina.
-En todos los sentidos, dijo su madre.
– ¿Pero algo de bueno debe tener? Insistió Sabrina.
-Y … si, debo estar enamorada. Dijo Mónica con cierto desgano.
– ¿Y qué tal en la cama el falco? Inquirió Sabrina.
-Hija, dijo Mónica, qué preguntas son esas. E inmediatamente dijo, muy bueno.
– ¿Viste? Algo más debía haber, intuición femenina mamá. Continuó. Me lo imaginaba.
Esta conversación fue escuchada por Julia, a quien llamaban Lita, por las últimas cuatro letras del diminutivo de su nombre. Y el contenido de la misma le interesó mucho y pensaba utilizarlo muy pronto.
Una tarde de domingo, de reunión familia en casa de Malvina, estaban todos los hijos de Mónica y sus nietos. La reunión arrancó a eso de las 11 de la mañana y continuaba hasta la noche, en cierto momento Daniel se encontraba en el patio tomando una gaseosa, Mónica estaba en la cocina charlando con dos de sus hijas, momento en que se acerca Julia a Daniel y le dice:
– ¿Cómo estás?
-Bien y vos, responde Daniel.
-Bien, dijo Julia, con esta panza enorme.
-Me gusta, dijo Daniel, estas muy linda embarazada.
– ¿Te gusto?
-Estás linda te dije, las mujeres embarazadas son lindas en general.
-No sabía que te fijabas en eso.
-En todo me fijo yo bebé, dijo Daniel con una sonrisa. A lo que agregó: ¿Patea la pequeña?
-Sí, claro, se paró delante de Daniel y se levantó la remera dejando su gran vientre al desnudo y le dijo: tocá, andá buscando porque se mueve mucho, hay que buscar un poco.
-Bueno, dijo Daniel y comenzó a pasar la palma de su mano por el vientre de Julia en forma lenta, llevó su mano hacia la teta izquierda de Julia y la tanteo por debajo de la misma para luego ir bajando de a poco y llegar hasta el bajo vientre en donde crecen loas vellos pubianos. Julia sonrió con picardía. Daniel dijo.
-Parece que está durmiendo, no patea.
Cambiando de tema en forma brusca Julia le dijo que había escuchado hace unas dos semanas atrás una conversación entre su madre y su abuela que traba de él. La abuela afirmó ante su madre que él era muy bueno en la cama. Daniel quedó un poco descolocado.
– ¿A qué viene todo esto?, dijo con cierta inquietud.
-A nada, simplemente quiero que me hagas un favor.
Bueno, si puedo, dijo Daniel.
-Claro que podés, si dudas que podés.
-Bueno decime que de qué se trata, nena. Dijo Daniel con cierta curiosidad.
-Bueno, dijo julia, tengo que contarte algunas cosas, lo charlamos mientras no venga nadie a molestar.
-Dale, empezá a contarme.
Julia comenzó su relatado diciendo que era una mujer bisexual y que se encontraba muy sola y con muchas ganas de coger permanentemente, que se masturbaba unas tres veces al día desde que se había ido su novio.
– ¿Y cómo sabés que sos bisexual? Preguntó Daniel.
-Porque ya lo he experimentado.
– ¿Con quién? Inquirió con cierta curiosidad.
-Con Pamela y su madre. Ambas son bisexuales, aunque cuando le faltan los hombres se dan entre ellas. Y yo estuve con ambas. Pero la que más me gusta es la madre, me gustan las mujeres mayores.
-¿Y yo cómo te puedo ayudar? Dijo Daniel sorprendido.
-Quiero estar con mi abuela.
-Estás loca, dijo Daniel, nunca tu abuela consentiría eso y, además, no le gustan las mujeres.
-Eso me lo imaginaba, la cuestión es violarla.
-¡¡¡Ah, pero estás totalmente loca, nena!!!
No, si vos me ayudas a hacer algo con ella de modo tal que no se dé cuenta, que no tenga la oportunidad de decir que se niega. Podemos emborracharla.
-No tarada, dijo Daniel, retándola. Emborracharla no sería un buen camino, tendría que tomar demasiado y se daría cuenta mientras está tomando. No habría un motivo convincente como para decirle porqué está tomando tanto.
-Proponé algo entonces, dijo Julia con cierto enojo.
-Dejalo por mi cuenta, le voy a dar un somnífero. Pregunta, dijo Daniel: ¿qué gano yo con todo esto?
-Vamos a estar los tres mientras violamos a mi abuela y luego vos vas a hacer lo que quieras conmigo. ¿Qué te parece?
-Perfecto, dijo Daniel.
Daniel tuvo que ir a buscar a un médico amigo para que le recetara un somnífero, inventó unos problemas que le quitaban el sueño en el trabajo para fundamentar el pedido.
El médico le recomendó que tomara durante unos pocos días hasta que pudiera solucionar sus inconvenientes laborales el Zolpidem de acción prolongada. Pero que tuviera cuidado porque era un medicamento fuerte y puede causar dependencia. Le advirtió. Daniel fue a la farmacia y adquirió el producto.
Daniel llamó por celular a Julia y le dijo que esa misma noche se pusiera ropa interior para seducir y calentar, porque ya tenía la pastilla para darla a su mujer y comenzar la fiestita sin consentimiento que habían preparado ambos.
Ya caía la tarde y eran alrededor de las 20 horas, el tiempo se presentaba templado, Daniel le dijo a Mónica que, si le gustaba tomar un café, ella respondió afirmativamente. El café era una infusión que Mónica tomaba habitualmente, en el mismo disolvió dos pastillas y le puso un poco de azúcar para que no se notara tanto el sabor amargo de las mismas.
Mónica tomó el café casi de golpe, estaba trabajando en una lista de productos para llevar a un negocio. A eso de las 9 de la noche Mónica le dijo a Daniel que tenía algo de sueño, que estaba cansada, Daniel le dijo que fuera a la cama y que se recostara. Inmediatamente llamó a Julia para que venga. A los quince minutos la nena ya estaba en la casa.
Mónica a todo esto ya se encontraba en la cama profundamente dormida. Daniel se llegó hasta a la habitación, observó el panorama y le dijo a Julia que viniera para comenzar la fiesta. Entre ambos comenzaron a sacar la ropa de Mónica muy lentamente para no alterar su sueño, la dejaron totalmente desnuda, quedaron a la vista sus hermosos pechos, algo caídos, con pezones enormes y muy puntudos y su frondoso vello pubiano, Daniel abrió las piernas de Mónica para dejar al descubierto la vulva, cosa que produjo un gemido profundo de Julia que ya estaba casi desnuda, solo le faltaba sacarse una tanga pequeña que apenas le cubrían los pelos de la concha.
Daniel abrió con su dedo pulgar y el índice los labios de la concha de Mónica y Julia se puso en cuatro patas para comenzar a lamer esa concha peluda, Julia dijo que tenía cierto aroma a pis y a flujo, cosa que la calentaba aún más. La jovencita seguía chupándole a su abuela, mientras Daniel ya desnudo y con la verga erecta se subió a la cama y le metió la pija por el culo, le dijo:
-Nena, como te entra en el culo, lo tenés reabierto.
-Desde los doce años que me hacen el ojete, y cada vez que me la ponen me acabo, y ahora estoy acabando por segunda vez. Seguí así, viejo puto
-Callate puta de mierda y seguí chupando esa concha.
Si, lo soy, dijo Julia, gimiendo como una yegua que necesitaba más pija y más concha.
A todo esto, Daniel le propuso dar vuelta a Mónica para que chupara el agujero del culo, a lo que la pequeña putita accedió rápidamente, pero le dijo:
-Quiero ver como se la metes a mi abuela, dale verga a esa vieja puta.
– ¿Te gusta ver trolita? Sos un re puta, no te tenía tan puta Julita.
-Dale, quiero ver como se la metes.
Daniel entonces introdujo su pija en la concha de su mujer y comenzó un vaivén desde adentro hacia afuera, mientras Julias, se acariciaba la concha y miraba con lascivia y ojos libidinosos.
-Ahora, coloquémosla boca abajo que quiero chuparle el orto.
A esa faena se dedicaron entre ambos de un modo muy delicado, a todo esto, Mónica seguía durmiendo profundamente.
-Mirá el agujero de tu abuela, dijo Daniel, la cojo por el orto todas las veces que tenemos relaciones, por eso tiene el agujero salido hacia afuera, dale metele lengua pendeja putona.
A eso se dedicó la pendejita, que a medida que pasaba el tiempo y hacían más cosas y se hablan guarangadas el uno a la otra, y viceversa, se ponía más al rojo vivo todo. Julia estaba ardiendo por dentro y por fuera, otra vez fue penetrada por Daniel mientras chupaba el culo de su abuela, en este caso su abuelastro se la metió en la concha, Julia no dejaba de acabar, tenía orgasmos unos detrás del otro, chupaba y gemía como una loba en celo.
-Daniel le preguntó, ¿cuántas veces te acabaste?
-No sé, dijo Julia, perdí la cuenta, pero más de quince.
– No podés ser tan puta, la concha de tu madre, dijo Daniel, y siguió cogiéndola a fondo y haciendo golpear los huevos contra el cuerpo de la chiquilla que se movía como una víbora.
Una vez que dejó a su abuela ya satisfecha, aparentemente, Daniel abrió los glúteos de su esposa y le dijo a Julia que le metiera dos dedos en el culo a Mónica, eso hizo y, por cierto, entraron cómodamente, Daniel le dijo, ahora metele otro, lo tiene totalmente dilatado, Julia le metió otro dedo que entró fácilmente. Daniel le introdujo un dedo en la concha y lo sacó mojado y le dijo a Julia:
-Que esté dormida no quiere decir que la puta de tu abuela no se acabe. Su cuerpo sigue funcionando, tenés a quien salir putita del orto.
Daniel se puso en pose sobre su mujer y le metió la verga en el culo, otra vez el vaivén de adentro hacia afuera, con una facilidad entraba y salía la pija como si fuera una concha.
-Bueno, dijo Daniel, ahora quiero acabarte, vení para acá.
Julia se acercó y Daniel le preguntó adónde quería que derramara su leche caliente. Ella le dijo que, en la cara, Daniel la puso de pie al borde de la cama, la inclinó hacia adentro de la misma y comenzó a cogerla por la concha, en un momento determinado le dijo que se diera vuelta y se arrodillara delante de él que estaba al borde de acabar. Ella le hizo caso y recibió todo el esperma en su cara, la muy puta comenzó a meter la leche dentro de la boca y a saborearla.
Quedaron extenuados los dos, no dijeron palabra, al cabo de unos cinco minutos ella dijo voy al baño.
– ¿A qué?, preguntó Daniel.
-A mear, contestó Julia.
-Vamos juntos y meame en la boca que quiero probar tu pis.
-Dale, dijo Julia, con una sonrisa picarona y babosa.
Daniel se arrodillo delante de ella, Julia dobló un poco las piernas, abrió con sus dedos medios de cada una de sus manos separando los labios de su argolla y empezó a orinar en la boca de Daniel, parte entró en la boca y parte se derramó por todo su cuerpo, ese fluido amarillo y caliente se desparramó por todos lados. Al terminar la lluvia dorada, Daniel le dijo:
-Si no hubieras estado embarazada y te acaba en la concha toda la leche que te di en la cara te hubiera dejado yo preñada putita.
-Una vez que tenga a esta nena, dentro de un mes y unos días, podemos coger y me podés dejar embarazada de nuevo. Pero ahora de vos.
-Estas totalmente loca, querés que tu abuela me corte las pelotas.
-Nosotros tenemos a partir de hoy un secreto. Podemos tener otro. Yo sé callarme la boca. ¿Y vos?
-Si, por supuesto, dijo Daniel, pero es un poco peligroso, agregó con cierta preocupación. Pero déjame pensarlo, tengo algo más de un mes hasta que nazca tu hija, yo te aviso.
– Me imagino, dijo Julia, que esta no será la primera y última vez que tenemos sexo vos y yo.
Daniel no dijo nada. Julia se visitó y se retiró de la casa en el más puro silencio.
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