UNA FAMILIA a-TÍPICA – Parte 1 – Prólogo
Una familia típica y una sorpresa que me hizo replantear lo típico de mi familia..
Hola! Me llamo Manu y empezaré mi historial en este foro relatando lo que por algo de tiempo no ha dejado mi cabeza: La historia completa de mi familia y el cómo nos volvimos en los cómplices más degenerados, eróticos y anormales de los que he tenido relación.
Empezaré explicando sobre mi familia. Como les comenté, mi nombre es Manuel (alias Manu), tengo 35 años. Por el trabajo, la vida me ha pasado factura y estoy un poco sobrado de peso, que compenso para que otros no lo noten tanto por mi gran altura (cerca de 2 metros); hago ejercicio periódicamente así que no estoy bofo, pero tampoco atlético… No estoy muy dotado, pero mis 17 cm jamás han faltado a mi esposa, con quien hasta ahora he tenido una vida sexual deliciosa, por decir lo menos. Soy de tez clara, con una melena castaña poblada aunque con algo de canas, cortesía de mi madre que porta orgullosa un cabello plateado por lo añejo. Gracias a mi ejercicio periódico, tengo dos brazos bastante fuertes para levantar a mi esposa y sostenerla en las posturas más extravagantes con las que hemos experimentado.
Mi hermosa esposa se llama María (alias Mary), tiene 32 años y es una morocha mexicana ejemplar: chaparrita, nalgona y orgullosa, dorada a la luz del sol y con un cabello negro azabache. Sus senos, aunque pequeños, presumen dos pezones negros que se dejan notar altaneros con los vestidos que acostumbra ponerse sin sostén, quesque ni le es necesario apretarlos ni le es necesario levantarlos. Hace tiempo solía cubrírselos para resguardar aquellos otrora vez turgentes e incontrolables por la lactancia, pero a 12 años de su último sacrificio en pos de la crianza, le encanta sutilmente presumirlos a quien se atreva mirarlos sin desdén estando o no junto a ella. Su pequeña cintura acompaña muy bien a su hermoso culo moreno, redondo y bastante firme.
Mi hija, la mayor, se llama Andrea: Una hermosa niña de 14 años. Blanca como la sal, su piel contrasta con un cabello largo, brillante y sedoso del negro más llamativo que pudiesen imaginar. De cuerpo, ¿qué decirles?, es una niña de 14 años: está ligeramente suave por sus hormonas cambiantes y sus senos son pequeños como limones, que al contrario de su madre, los atesora y esconde con sus pequeños brassieres que me hace comprar pues ella le intenta convencer de no usar. Presume dos ojos color de avellana y unas pestañas largas y gruesas del mismo negro que su pelo, lo que hace que mil muchachos se vuelvan locos en la escuela. Su trasero es firme, algo vistoso para una adolescente de 14 años pero nada exagerado. Con ese porte, los muchachos se vuelven locos si la ven en los pants deportivos que usa poco antes de entrar a sus clases de Ballet, única ocasión en la que tienen oportunidad de verla así pues la clase es muy estricta con los mirones.
Mi hijo, Javier, es el menor. A la fecha tiene 13 años y le encanta hacer deporte, entrena 4 veces a la semana lo que más le gusta, el fútbol americano. A sus 13 años ya muestra un portento físico admirable. Es delgado, pero tiene los brazos y el abdómen marcado. «Está nalgón», me han dicho sus tías, «Es el vivo retrato se su madre, pero con esa barbilla prominente como su padre», rumoran. Es de un moreno dorado por el sol de los entrenamientos. Alguna vez le he visto su verga, sobretodo el par de veces que le he interrumpido masturbándose en su cuarto con su celular en la mano, viendo videos de «Hijastro se corre dentro de su madrastra» y «Madre real se folla a su hijo casero» en una de las páginas que le he enseñado cuando tuvimos «esa plática». He platicado con él y le he dicho que ese tipo de fantasías son normales para alguien que reconoce la belleza de su madre, pero que debe limitarlas para él solo y en un entorno seguro y cerrado. Para ser honesto, yo alguna vez tuve dichas fantasías con la mía, pero eso es algo que él no debía saber, cuando menos no en ese momento. Su verga es bastante buena para su edad, unos 15 cm, por lo que estoy seguro que, de grande, será un completo semental.
Pues ya habiendo conocido a mi familia central, les comentaré como fue nuestra primera experiencia que, más que alejarnos, nos uniría como la familia hermosa que somos y tenemos ahora.
Corría diciembre 2021 y decidimos, como ya estaba mucho menos frecuente la enfermedad pandémica, reunirnos en familia como solíamos hacerlo en años anteriores, con los abuelos, los tíos y los sobrinos. Decidimos como familia rentar una hacienda a las afueras de Monterrey, en donde vivimos, para reunir a todos.
Llegamos el 22 de diciembre y el plan era recibir a todos el día 23 en dicha hacienda con 7 recámaras a donde estaría llegando mi familia: Mis 2 padres, «Don Manuel» y «Doña Leticia», mi hermana mayor «Leti» de 37 y sus dos hijos Jaime, de 13, y Mirell, de 10; mi hermana menor Julieta, de 22 años, con su hija Nicole, de 7 años y fruto de un noviazgo fugaz cuando tenía 15 y quedó embarazada. Nos acompañó también Adrián, un muchacho de 19 años que andaba en pos de mi hermana y quien usaría la cena de navidad para pedirle matrimonio.
El 22 de diciembre no hubo mucho qué agregar, el viaje fue largo y la visita al supermercado más cercano, a 1 hora de la cabaña, lo fue mucho más. Compramos unos buenos cortes de carne y un buen pavo, así como todos los ingredientes y aditamentos necesarios. Compramos mucho vino, demasiado a considerar, pero esto fue para hacer más amena la visita para los grandes. Al llegar a la hacienda, lo primero que hicieron mis muchachos fue tomar la mejor habitación, pues se quedarían: Javier con Jaime, Mirell con Nicole, Andrea sola en una habitación, Mary y yo en otra, Leti sola y Julieta con su novio Adrián en otra, dejando la habitación más grande para los abuelos.
En la noche, y aprovechando que durante una sola noche estaría vacía la enorme hacienda, decidimos divertirnos Mary y yo. Comenzamos cerciorándonos de que nuestros hijos estuvieran en sus cuartos haciendo lo que gustasen, normalmente Andrea viendo videos de Ballet y Javi jugando con su celular mientras pone en la tv cualquier caricatura. Llegamos a nuestro cuarto y antes de escuchar cualquier cosa tomé a Mary por la cintura y le di un cálido beso en el cuello y desde atrás, mientras mi mano izquierda acariciaba sus preciosas mamas. Sentí en mi pelvis cómo alzó ese culo para provocarme, por lo que ni doquier dudé en meter mi mano derecha en sus juans y por debajo de sus panties.
– «Está sucia». Me reprehendió cariñosamente mientras intentaba jalar mi mano. «Vamos a bañarnos y me haces lo que quieras».
– Por Dios, mi reina, te has abierto el culo para que pueda meter mi lengua más al fondo mientras te masturbo. Qué más da si está sudada, quiero saborear a mi hembra y quedarme con ese olor qué más me gusta. – Le respondí.
Con mi dedo medio alcancé la comisura de su vulva y automáticamente respingó ese culo hermoso para sentir mi verga, la cual ya había empezado con la palpitación inicial de la erección.
Bajé mi mano para sentir su clítoris, mientras que ella esbozaba una sonrisa ligera y quitaba las manos de su intento por detener mi objetivo y, en lugar de eso, desabotonar sus vaqueros, permitiéndome alcanzar mucho más abajo.
Con mis dedos índice y anular sentí sus labios mayores, carnosos pero pequeños, que exudaban una mezcla de sudor, lubricante y todo aquello qué se acumulará desde la mañana. Bajé mi dedo medio mientras los demás se centraban en masajear sus íngles. Sentí en canal de su vagina, y sus labios menores delgados y bien formados.
– Qué vagina tan preciosa. – Pensé mientras hacía dichos movimientos. Para ser honesto, desde que éramos universitarios me había enamorado de esa vagina bien formada y buen cuidada.
Nos envolvimos en un beso apasionado, fuerte, pesado, de adolescentes que descubren lo que es el amor.
Seguí con mis movimientos con la yema de mi dedo medio alrededor de su clítoris cuando empecé a notar que poco a poco sus rodillas se movían y se debilitaban. Posterior al beso, mi verga estaba ya bastante erecta y su respiración cada vez más entrecortada.
La coloqué cuidadosamente en la cama y le quité los jeans lentamente. Levantó su cadera para que ese culo permitirse el paso de los pantalones ajustados y pude ver su ropa interior, unos panties azul claro estilo bikini con encaje blanco que se había comprado en su última visita al centro comercial. Por la parte de abajo alcancé a ver que se metía sutilmente en su trasero, haciendo de dichos panties unas prendas «Cacheteras» de la mejor calidad.
– «Los compré para ver tu cara cuando me los vieras». – Dijo, mientras se apoyaba para quitarse la blusa y dejar que viera sus senos.
Se sentó en la orilla de la cama para quitarme la ropa, y me despojó por igual de camisa y pantalón. A la hora de bajar mis calzoncillos mi verga respingó erecta, lo suficientemente fragante para que ella esnifara y me dijera en tono sarcástico:
– «Ya noté qué no soy la única a la que le falta un baño».
– Ya lo tomaremos, pero por mientras, es mi turno. – Alcancé a decir ya desnudo, mientras la tumbaba en la cama y apoyaba mis rodillas en el suave tapete que, para mi fortuna, había en el frente de la cama. Le quité delicadamente sus panties y las tiré en un cesto que estratégicamente el dueño de la hacienda colocó justo junto a la cama para que sus huéspedes no tardasen en desvestirse si la ocasión lo ameritaba.
– Revisaste si está bien cerrada la puerta?
– Sí lo está. – Mentí cariñosamente, a decir verdad ni siquiera revisé si la había cerrado al entrar, pero sí le eché un vistazo al reloj sobre el tocador: 10:30 pm.
Abrí sus piernas y pude ver su vulva completamente servida para mi disfrute, sus labios delgados y morenos haciendo resaltar lo rosado de su interior. Dí la primera lamida a la parte inferior de su clítoris, mientras ella levantaba sus piernas para mostrarme cortésmente su ano. Empecé a comerle su sexo, embriagado por el aroma qué desprendía, mientras ella me tomaba la cabeza y la presionaba contra su vagina.
Empecé a chupar sus labios menores, haciendo un poco de succión con mi boca especialmente al clítoris, por lo que su primer orgasmo no se hizo esperar: Me llenó la lengua con su lubricante mientras sentía los espasmos de su canal vaginal. Aproveché ese momento para manipular su clítoris con los dedos y fui bajando un poco más, hasta el borde de su ano palpitante y moreno. Le di un lengüetazo inicial mientras se retorcía de gusto, y alcanzó a sollozar:
– Eres un puerco. Me estas lamiendo el culo.
– Si no te gusta, ahí le paro.
– Tú sigue, voy por mi segundo.
Seguí pasando mi lengua alrededor de su orificio anal, mientras me agarraba mi verga para masturbarme.
– Quieres que te la mame?
– Quiero más penetrarte.
Detuvimos la acción oral anal para que ella se pusiera de perrito. Me preguntó si se me apetecía clavarle el sable en su agujero anal… Había ocasiones, como ésta, que ella prefería ser cogida por el culo mientras se masturbaba. Apoyé mi glande, ya rojo e hinchado por la manipulación, en la entrada de su ano, y le puse la mano en la boca para que echara un poco de saliva, lo cual hizo de manera sumisa. Pasé mis dedos húmedos de saliva por su ano y por la cabeza de mi falo, el cual ensarté mientras hacía un quejido sordo. Empecé a bombear poco después, iniciando despacio como a ella le gustaba, pero poco a poco incrementando el ritmo. Con cada embestida ella gemía tapándose la boca, o bien cerrándola y aprovechando para masturbarse. Después de algún momento mis testículos ya me daban el aviso de que no demorarían en vaciarse, por lo que le pregunté si quería venirse conmigo.
(Es importante mencionar que, después de tantos años de complicidad sexual, ambos sabemos cuanto tardamos y cómo hacer que nuestros orgasmos sean simultáneos, por lo que aceleramos el paso para que ella se viniera más rápido.)
– Me vengo, mi rey, vacíame toda tu leche dentro. – Exclamó poco antes de llegar al orgasmo.
Sentí su culo empezar a contraerse justo cuando llegué al orgasmo, vaciando toda la munición de mi rifle en su ano. Dejé de bombear únicamente cuando mi verga había regresado a su tamaño habitual. Ella se echó para delante, totalmente complacida. Nos recostamos y descansamos. Miré el reloj, 11:30 pm.
– No mames, pasó una hora. – Le dije.
– Ya es tarde, los niños ya deben estar dormidos. Vamos a bañarnos. – Me comentó mientras agarraba de nuevo mi verga para revisar que no estuviera sucia pues podría manchar la cama.
Nos levantamos y nos bañamos, un baño cálido para ese clima frío qué había, un baño en el que nos abrazamos y nos besamos, recordando juntos lo que hacía minutos había ocurrido.
Terminamos de bañarnos y me vestí con mi pijama recién regalada. – Solo me pondré la parte de abajo, y sin ropa interior. – Le dije, mientras que arriba me puse únicamente una camiseta de tirantes.
– Iré por agua. – Le comenté
– Tráeme un poco, y si hay, un analgésico del botiquín.
Sin creer siquiera que hubiera botiquín, salí del cuarto para caminar ese enorme pasillo entre las habitaciones y el resto de la casa. A decir también que toda la hacienda es únicamente de un piso, por lo que estando en el cuarto principal o el segundo en tamaño tenías que recorrer las entradas de los demás para llegar al salón principal y a la cocina.
Pasé por el cuarto de Andrea, apagado ya y con la puerta bien cerrada. -Seguramente mi hermosa hija ya se acostó a dormir. – Dije a mis adentros.
Poco más adelante llegué al cuarto de Javi, pero en esta ocasión, y a pesar de tener su luz principal apagada, noté un fulgor blanquecino por debajo de su puerta: – Ha de estar jugando videojuegos. Lo voy a regañar por la hora.
Abrí ligeramente su puerta, pero poco antes de entrar me di cuenta de la verdadera situación: Javier estaba desnudo de la cintura hacia abajo, sentado en la orilla de la cama, con una mano en su verga erecta, masturbándose, y la otra sosteniendo la base de un plug anal que tenía ensartado. No fue menor mi asombro al ver, junto a la cama, a Andrea desnuda totalmente y grabando con el celular de su hermano todo lo que hacía.
En ese momento pensé entrar, gritar, irnos de ahí y enviar a Javi a un reformatorio, sin embargo la curiosidad me ganó al ver que Andrea dejaba el celular grabando en la mesa de cama para llegar y darle un beso en el que insertó su lengua en la boca de su hermano de 13 años, en el que bajó su mano para sostenerle el falo y manipularlo para sentarse sobre él.
Ví cuando con 14 años mi hija se metió la verga de su hermano en su vagina y comenzó a moverse sentada sobre él, y también ví cuando, después de algunas penetradas, Andrea volteó disimuladamente y me vio de reojo, cuando se asustó y se bajó de la verga de su hermano. Por fin, terminé de entrar a la habitación.
– Papá! -Dijo apenada.
Le hice una seña para guardar silencio a ambos.
– Es demasiado tarde y todos estanos cansados. Llegando a casa tendremos una plática muy seria, pero tu madre no tiene por qué saber de su degeneración. Andrea, tan solo dime dónde aprendiste esto y por qué lo haces?
– Los he visto seguido a mamá y a ti, y hoy no fue la excepción. He practicado con Javi, quien ya sabe de tanta porno que ve.
– Han cogido antes?.
– …
– Respóndeme, niña, o le digo a tu madre lo que les pillé haciendo.
– Varias veces, papá, pero nunca me he venido en ella, no se puede embarazar. – Comentó Javi.
– Pues se han salvado, idiotas. Se puede embarazar sin tener un orgasmo. Vístanse y duérmanse. Esto lo dejaremos entre nosotros por ahora.
Creo que notaron el bulto qué se me había hecho en el pantalón, pero no dijeron absolutamente nada. No estaban en posición de querer chantajearme, mucho menos me iba a dejar chantajear por mozuelos de 14 y 13 años descubriendo su sexualidad.
Los obligué a vestirse y les dije que borraran ese video, que hablaríamos del mismo en cuanto llegáramos a casa. Hasta ese momento, le dije a Javi que se sacara eso del culo y que lo tirara en la basura.
Salí de ahí acompañado de Andrea, a quien le había abrazado sutilmente y le acompañé al cuarto. A la hora de entrar le agarré suavemente las nalgas y le dije al oído:
– Si quisiste empezar con eso me lo hubieras pedido a mi.
Le guiñé el ojo y salí de su habitación, yendo directo a la nuestra. De reojo vi cuando ella se quedó completamente muda y extrañada por la situación.
Entré a nuestra habitación, mi mujer ya dormía. Apagué la luz y terminó ese día de descubrimientos, sustos y sorpresas.
Tuve en ese momento el presentimiento de que todo mejoraría a partir de ahí. Al día siguiente recibiríamos a mis familiares, así que debíamos estar preparados para todo.
Oye amigo lo mejor de lo mejor que he leído por aquí!!!
No tardes para el 2do relato por favor 😏😈
Me gusta mucho como empezó, especialmente por Javi que se ve muy cogible