UNA FAMILIA a – TÍPICA – Parte 3 – El Regalo más bonito.
Las cosas fueron mejorando, y ahora fue mi turno de enseñarles a los niños los regalos más perversos de la Navidad..
Nota al margen, les pido una disculpa, mis estimados lectores, sobre el tiempo que he pasado sin escribir nada. Debo asegurarle que han pasado muchísimas cosas que iré contando con el tiempo. Por ahora, entre el nacimiento de mi nueva hija y mis vacaciones de perversión en familia, he perdido la costumbre de actualizar mis historias en este canal. Iré retomando de nuevo el hilo para contarles todo lo que nis ha pasado a esta atípica familia. Por ahora, bienvenidos a la parte 3 de mi relato.
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Esa mañana de Nochebuena desperté completamente alucinado, pensando en lo increíble que pasó ayer: Forniqué y euaculé dentro de mi madre, mi hermana se vino en mi boca, vi a mi padre comerte el ojete a mi hermana y supe lo delicioso del secreto incestuoso que tiene mi familia. Ví de reojo el reloj, el qué marcaba las 6:39 am.
Vi a mi esposa, aún dormida, con un camisón que dejaba entrever sus regordetes y blancos labios vaginales. Me levanté de la cama y me sucedió una erección casi instantánea al momento de pararme.
Me metí al baño. Por un momento, bajo el chorro de agua caliente, me sentí sucio, me sentí incapaz de seguir con esto, con ganas de contárselo todo a mi esposa y esperar la sentencia de divorcio… Pero al mismo tiempo, me sentí excitado por saber lo que había hecho, por recordar el cálido interior de la vagina de Doña Leticia, de sentir como descargué todo mi jugo de macho dentro de ella.
Me terminé de bañar justo para contemplar como Mary, mi esposa, se estaba recién levantando:
– ¿Qué haces despierto, papi?
– No mucho, me vine a bañar. No quise despertarte, amor. – Exclamé, mientras me comenzá a vestir.
– Me toca hacer el desayuno, bajaré antes. Tú puedes seguir durmiendo. – Le dije, mientras me ponía unos pantalones cortos.
Salí del cuarto y miré la cabaña tranquila, silenciosa. Noté que alguien se bañaba en el cuarto de mis padres.
– A Don Manuel no se le ha quitado la costumbre de levantarse temprano. – Pensé, mientras que asombrado vi que mi madre iba saliendo del cuarto hacia la cocina.
La recibí con un beso en la mejilla, pero más que en la mejilla, mi madre volteó levemente la cara, por lo que terminé dándole el beso en la comisura de la boca.
– ¿Cómo estás, mi amor?
– Depende. Extrañado, excitado, confundido, feliz, todo al mismo tiempo.
– Durará muy poco, ya lo verás. Me encantó lo que me hiciste ayer. Eres un semental. Sentí tu semen hasta dentro…
No pudo terminar la frase cuando oyó que alguien estraba al salón principal de la cabaña. Era Adrián, quien extrañado, nos miró con algo de suspicacia, son atreverse a decir nada más que los buenos días.
Ese día era Víspera de Navidad. Desayunamos, platicamos y jugamos en el exterior de la cabaña. A las 11 de la mañana, mi hermana Leti nos reunió a los adultos en el salón. Los niños se quedaron fuera.
– A ver, entiendo que Andrea, Javier y Jaime no creen en Santa, pero se quedarán en casa. July, llévate a Adrián, a Nicole y a Mary a comprar las cosas que necesitaremos para preparar la cena de Navidad. Yo iré con mis padres para comprar los regalos. Manu, tú quédate cuidando a los niños, quién sabe qué tontera oueden hacer mientras no estamos. – Dijo, mientras en sus ojos oude ver exactamente a lo que se refería. – Nos vemos a las 5 pm en el pueblo para venir juntos, entendido? – Dijo, con la autoridad y el temple qué siempre la caracterizó.
– Sale pues. – Alcancé a decir antes de poner manos a la obra.
Salieron sin más a la ciudad. Por mi parte, me puse a dormir un rato en mi recámara.
Desperté a las 12 del mediodía por el calor que hacía en la recámara. En silencio, salí de la habitación. Noté la casa extrañamente silenciosa, como en la mañana, por lo que sospechando lo peor, me acerqué en silencio a la habitación de las niñas.
– Ahora te toca chupar a Andrea.
– Ese es Javier. – Pensé. – ¿A qué se referirá?
– Escuché unas leves risitas y un leve gemido.
– Sabe rara. -Exclamó Jaime. Mi sangre se congeló en ese momento, y abrí la puerta de un solo golpe.
Vi a mi hija, desnuda (de nuevo), sentada de cuclillas en el borde de la cama, acomodando la cara de su primo de 13 años entre sus piernas. A Jaime, lo vi desnudo, lamiendo el clítoris de mi hija, mientras se jalaba su verguita de no más de 12 centímetros.
A mi hijo lo ví sentado en el suelo jalándose su verga bastante prominente, mientras colocaba inutilmente su mano izquierda en la pequeña vagina de Mirell, quien movía hacia arriba sus grandes ojos verdes por la excitación. Pude ver esos pezones hermosos y rosados de Mirell, y ese pelito rojizo apenas incipiente en su Monte de Venus.
– Papá! Pensé que estabas dormido! – Me dijo mi preciosa Andrea.
– Lo estaba. Alguien me puede explicar qué están haciendo?
– Sumamente apenado, Jaime intentó salir del cuarto corriendo, pero lo detuve con mi brazo en la puerta.
– Es que empezamos a jugar a la botella, y pues se salió de control.
– No quieres jugar? – Me dijo Andrea, mientras su hermano la veía incrédulo.
– El miércoles te quedaste con ganas, verdad? Aprovéchanos, papi, vamos a jugar.
En cualquier otro momento me hubiese retirado de ahí y hubiese prohibido volvernos a juntar como familia, pero en ese momento, aproveché el cinismo de mi hija y lo calientes qué estaban todos los jóvenes y me les uní. Vi la cara de los otros, estaban apenados, incrédulos, con la boca abierta.
– No diré nada si ustedes no dicen nada, es mi promesa. Vamos a mantener este secreto. Me lo juran?
– Sí, pero par a empezar a jugar te tienes que encuerar, papá.
– Tomé mi pantalón y mi camisa y me deshice de ellos. Me bajé el bóxer y me quité la remera blanca que uso debajo de mis camisas.
Se pusieron todos en el centro de la habitación, sobre el perímetro de una alfombra circular. Me senté ya desnudo, con mi verga un tanto despierta, entre mi hijo y mi hija, e hicieron girar una botella del vino que usaríamos para acompañar la cena esa misma tarde. La botella dio varios giros, antes de detenerse apuntándome a mi y con el canto hacia Jaime.
– No, es hombre, así no juego. – Dijo Jaime.
– Quedamos que sí se valía. Ni modo, te aguantas y se la chupas. -Me quedé asombrado con esas palabras que dijo mi Javi a su primo.
– El primo más gordito de la camada se acercó y tomó sin miedo mi pito entre sus manos. Acercó su boca mientras que, con sus rosadas manos, jalaba mi prepucio para descubrir el glande. De pronto, sentí como se lo metió a la boca y lo saboreó. Dió tres o cuatro mamadas, y se lo sacó.
– Es pito de grande. – Dijo, mientras se limpiaba la boca.
– Gracias, papi. – Exclamó mi hija.
– Por qué?
– Por unírtenos en el juego.
Hasta ese momento me di cuenta de que todo lo que conocía de mi vida y mi familia había dado un giro de 180 grados. Mi mente empezó a maquinar mil cosas, hasta que escuché la voz de mi hijo.
– Me toca mamártela. – Vi cuando se acercó al pequeño tolete de su primo, mientras que él lo detuvo.
– Ya es la tercera vez. Toca que te la meta, en eso quedamos en las reglas.
– ¿QUÉ? – Pensé.
– Mi sobrino se sentó en la cama con su verga apuntando al aire, y mi hijo fue y se la acomodó en el culo. Dió un buen sentón que lo dejó completamente ensartado. Mi verga dio un salto al ver esto. Me excitó ver como se cogieron a mi hijo en frente de mi.
– Van a tardar. Dijo mi hija. Hay que seguir «jugando». – Tomó la botella con su mano y la giró, aunque rodó brevemente para detenerse con el fondo hacia mi y apuntando a la bella Mirell.
– Papi, te toca mamársela a Mirell.
– Me levanté, estirándole la mano a Mirell para ayudarla a levantarse. Me siguió hacia la otra cama, la cual no estaba ocupada por un par de primos cogiendo, y la puse de perrito. Vi su ano rosado y su pequeño chochito blanquito y rosado cerrado, y asomé mi cara a su sexo. Empecé con un lenguetazo firme qué la hizo retorcerme cuando pasó por su clítoris. Me detuve al final de su vagina, pero mi instinto carnal me obligó a seguir hasta su ano.
Mirell gimió y se arqueó. A sus 10 años, era la primera vez que experimentada algo así.
– Te gusta, mi amor? – Le dije, excitado como caballo brioso.
– Sí, tío. Se siente raro pero sí.
Seguí lamiéndole el culo varias veces más, mientras me detenía para observar a mi hija comenzar a masturbarse, y a mi hijo siendo perforado por la verga de su primo.
Bajé mi dedo para posicionarlo en el clítoris de mi sobrina y comencé a jugar con él. No es necesario comentar que se retorcía ante el movimiento de mi mano y mi lengua. Tardamos alrededor de 5 minutos así antes de que la niña me dijera:
– Tío, me dan ganas de hacer pipí.
– No te preocupes, mi amor. Tú sigue y déjalo salir.
– Pero tío, te voy a hacer pipí en la cara.
– Tú hazlo, princesa. – Por supuesto, sabía que no era pipí lo que estaba por hacer. Se movió frenéticamente mientras que ensarté lo que pude de mi lengua en su ano. Sentí las primeras contracciones en su ano a través de mi lengua.
Me separé de ella, quien quedó recostada en la cama. Voltée y vi a mi hija mamándole el tolete a su hermano, quien seguía ensartado en la verguita de su primo. Mi verga estaba tan o más erecra que ayer. Le pregunté a mi hija:
– ¿Quieres que te coja?
– Sí, papi.
– Me senté en la cama y mi hija se sentó hacia mi, clavándose poco a poco mi verga en su interior.
– Me duele, papi. Tienes verga de grande, como dice Jaime.
Bajé el ritmo, fui ensartándoselo poco a poco, hasta que su cuna cedió paso a mi verga. Empecé con un vaivén delicado, entendía que su hermano no tenía mucho de haberla desvirgado, por lo que el canal seguramente aún era muy estrecho. Tuve razón. Dió un pequeño y ahogado grito mientras vi como mi prepucio se manchaba con una pequeña gota de sangre.
Empecé de nuevo con el bombeo cuando dejó de quejarse. A decir verdad, no duré mucho tiempo dándole a mi hija en su vagina cuando empecé a sentir que el orgasmo se acercaba.
– Puta madre, vino un auto. – Exclamé justo antes de venirme, y retiré de golpe mi verga del interior de mi hija, quien chilló del dolor que esto le causó
– Sí, es el de la tía Puchi, dijo Javi.
Me paré en ese momento para ver por la ventana al auto llegando a la hacienda, aunque no pude ver quién lo conducía. Con trabajo tomé mi ropa, ya era muy tarde para ir a mi habitación antes de que el recién llegado se diera cuenta que un adulto con la verga erecta salía del cuarto de los jóvenes de 14, 13 y 10 años. Me vestí como pude, sin fijarme, y salí para recibirlo justo en la puerta del cuarto.
Era el idiota de Adrián con la pequeña Nicole, dormida, cargada en brazos, quien me vio nervioso y cerrando de golpe la puerta del cuarto.
– La niña se quedó dormida. Tus hermanas se quedaron para comprar ya sabes qué. Yo me traje la comida y está en el auto.
Confiado, le di paso al cuarto en donde pensaba no había nada incriminatorio para ir al auto en busca de la comida.
Voltée para ver una sonrisa dibujada en su cara.
– ¿Qué estaban haciendo, señor?
– Nada, por? – Dije, mientras qué me acerqué de nuevo a la habitación para contemplar a Mirell desnuda, dormida boca abajo, con sus nalgas blancas apuntando al techo y con marcas rosadas en las rodillas por la faena que le di. Andrea terminando de colocarse su falda y a Jaime ajustándose el pantalón, aunque ahora dándonos cuenta que ese inequívoco olor a sexo anal aún estaba en el aire.
Nicole hizo un pequeño gesto que decía que estaba por despertarse, mientras veía en Adrián una sonrisa que reconocí en ese mismo instante… Fue la sonrisa que puse el primer día al ver a mis hijos cogiendo.
– Ya decía yo que escuché algo raro hoy en la mañana con su mamá…
Fin de la tercera parte…
Si quieren seguir viendo más historias, voten, comenten y hagan lo mismo con lo que he escrito. Saludos, bandita, nos leemos en el siguiente relato.
woww, iba a leer solo el primer capítulo y terminé leyendo los tres al hilo. No veo la hora de seguir leyendo como sigue. Por otra parte, me encantaría algo así con mi familia, mi esposa y mis dos hijos preadolescentes. Por m parte fui iniciado por 4 chicos mayores cuando tenía 13 años, la edad de mi hijo mayor ahora. Por otro lado, mi esposa se dejó tocar las tetas sobre la bikini en el rio este verano por el menor y se dejó dar picos por el. Y por otro lado, sospecho que mi esposa me ha estado poneindo los cuernos desde el noviazgo, por un tío de ella y ahora por otros. Pero nunca pasó algo como lo de estos relatos y no se si pasaría, aunque me encantaría que si.
Qué rico lo de tu mujer con su hijo. Hablale y dile que tal, a ver si siguen y ella avanza a chuparle la pinga y luego hasta se te ponen a coger.