UNA FAMILIA ATIPICA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por MONTANA16.
Nunca fui muy apegado a obedecer, al contrario, imponía muchas veces mi voluntad en casa, fui rebelde, peleonero en la escuela, muy poco ayudaba en las labores del hogar y más que mi padre por cuestiones de trabajo se la pasaba mucho tiempo fuera y cuando estaba, me daba consejos sobre cómo ser el hombre de la casa y el hombre entre las mujeres de la familia.
Y aunque aprendí a valerme por mi mismo en todos los aspectos, siempre impuse mi voluntad para que todas me atendieran, mi madre que me mimaba y alcahueteaba, sobre mi hermana mayor Betty y mis dos hermanas menores, Sandy y Mónica.
En casa mi madre era muy callada y dedicada a las labores hogareñas, mi hermana mayor le ayudaba, así como mis hermanitas.
Y aun a pesar de todo me consentían.
Pero me enfocare en una sola persona.
Teníamos casa propia y que recuerde nunca anduvimos rentando.
Desde pequeño mi padre nos dio la libertad de que conforme se pudiera cada quien tuviera su propia recamara.
Mi padre y mi madre se casaron muy jóvenes.
Nada más de repente un día, mi padre nos dijo que nos mudaríamos a casa de su madre, ósea mi abuela, ya que tenía poco de haber enviudado y estaba sola, ya que mis tías, dos para ser exactos hermanas de mi padre, Vivian en el extranjero.
Recuerdo que era periodo de vacaciones cuando llegamos a casa de la abuela.
Ella salió a recibirnos muy contenta, saludando y llenando de besos a mis hermanas, luego a mí y a mi madre la abrazo y le dio un gran beso, pero no la soltó, permaneció abrazada a ella y extrañamente le dio las gracias.
Entramos a la casa, ya en la sala, mi padre llamó a Andrea ¿Andrea? ¿Quién es Andrea? Me pregunte.
Salió de la cocina una chica muy parecida a mi hermana Betty, solo que un poco mayor, de cabello largo, ondulado y de color negro.
Ojos negros, blanca, delgada, pero muy bella como mis hermanas.
Se paró frente a todos, callada, seria, pero con la mirada desafiante.
-Les presento a Andrea, su hermana mayor.
Ella es hija mía, pero de una mujer con la que viví antes que con su mamá.
Ella vive aquí con su abuela, desde hace ya seis años.
La deben respetar y querer.
– Dijo mi padre.
Mis hermanas se quedaron serias, mi abuela seguía sonriendo como si nada.
Mi madre, que al parecer ya sabía, se le acerco y ambas se abrazaron, dándose un beso en las mejillas.
Yo me quede sin decir nada, no sabía de la existencia de esa otra “hermana”.
La casa era grande, constaba de una planta baja donde tenía sala, comedor, cocina, dos recamaras y un baño completo.
El primer piso tenía tres recamaras y el segundo otras dos, más una terraza.
Tenía un patio extenso y el cuarto de lavado estaba a un costado de la cocina.
Una cochera para dos carros con un cuarto arriba.
Mi abuela tenía su recámara en la planta baja, en la otra recamara se “instalaron” mis padres, mis hermanas menores en una recamara porque así lo quisieron ella, ya que tenían 12 Sandy y 11 años Mónica.
Betty se instaló en otra, mientras Andrea tenía su recamara en el segundo piso.
Yo me instale en el cuarto arriba de la cochera, ya que era el más amplio y aparte estaba desocupado.
Desde que se conocieron, no hubo buena química entre mis hermanas Mónica, Sandy y Betty con Andrea.
Por la diferencia de edades, las dos primeras eran más unidas, Betty era mayor por cuatro años y yo por tres, por lo que había más comunicación entre nosotros, pero no con Andrea, quien incluso nos miraba con cierto recelo y no se diga entre Betty y ella jajajaja, parecían rivales.
Aunque todos permanecíamos callados.
Mi madre era la que llevo luego la organización de la casa, la comida y el cuidado de mi abuela.
Mientras mis hermanas cada una por su lado apoyándola, mientras que Andrea, si ayudaba, mas era más independiente y atendía mas personalmente a mi padre.
Mi padre llegaba ya noche del trabajo, mi madre normalmente no lo esperaba, ya que se ocupaba de mi abuela, quien lo esperaba era Andrea, cenaban y se subían, decía él, que le acompañaba a que se acostara.
Ya habían transcurrido cuatro meses desde que llegáramos ahí, habíamos iniciado el ciclo escolar.
Mis hermanas menores en la primaria, yo en tercer año de la secundaria y Betty en la prepa.
Andrea estudiaba la licenciatura de administración, por lo que su horario era variable.
Todos íbamos a la escuela en la mañana.
Era muy común que por las tardes, Betty fuera a mi cuarto, a hacerme platica, como refugiándose conmigo, ya que se notaba el celo y coraje contra Andrea.
Para mí era indiferente, aunque si me intrigaba, por su relación.
Mientras vida escolar y personal era de experiencia en experiencia.
Era el mes de noviembre cuando una tarde en que yo estaba en mi cuarto llegó Betty quien vestía aun su uniforme de la prepa, falda azul marino un poco amplia, arriba de las rodillas y blusa blanca, tipo camisa.
Llegó y comenzó platicando cosas de su escuela y grupo como desahogándose y buscando un confidente, primero se sentó en mi cama mientras yo iba colocando unos posters de chicas en diminutas prendas.
-¿Para qué pones fotos de esas viejas?- Me dice Betty, desaprobando lo que hacía.
-Porque me gustan, aparte para adornar mejor las paredes.
– Le conteste.
-Son puras viejas encueradas.
– Replico ella.
La mire y ella trato de distraer la mirada en una de varias revistas que tenía en la cama.
Se recostó sobre su abdomen en la cama, dejándome admirar sus bien formadas nalgas.
Doblo sus rodillas y levanto sus pies, sus piernas estaban un poco separadas, me agache un poco para husmear y pude apreciar parte de su pantaleta blanca.
Luego me incorpore.
-Tienes muy bonita cola Betty.
– Le dije sin pensar y directo.
Ella no me contesto nada, entonces me recosté sobre la cama a su lado izquierdo viéndola a la cara mientras mi mano derecha la posaba sobre su nalga izquierda.
-Tienes bonitas nalga Betty, me gustan.
– Entonces le volví a decir.
-Órale, estate quieto.
– Me contesto mientras agitaba sus caderas un poco.
No quite la mano, al contrario, acaricie sus nalgas por completo.
-Estate quieto.
– Me repite, solo que esta vez se gira y se levanta de la cama, pero en ese movimiento le levanto la falda para poder ver bien su pantaleta y sus nalgas.
Betty no me dice nada y se sale de mi cuarto.
A partir de ahí, comencé a acosarla.
Cada vez que tenía la oportunidad, sin que nadie viera, le acariciaba sus nalgas y le decía al oído que tenía bonitas nalgas, ella solo reía y repetía que me estuviera quieto, mas nunca decía que me acusaría.
A pesar de que acosaba a Betty, ella no dejaba de ir a mi cuarto, ya sea después de comer y vestida aun con su uniforme o ya después de bañarse y vestir su bata de dormir o pijama de short y camiseta.
En una ocasión en que fue en la tarde vestida con su uniforme, llegó y se tumbó sobre mi cama, sin preocuparse si se le subía la falda, lo cual si sucedió.
-Que bonitas nalgas tienes Betty.
– Le dije mientras le iba acariciando los muslos hasta llegar a sus nalgas firmes y paraditas cubiertas por su pantaleta amarilla.
-Estate quieto.
– Me dijo sin oponer más resistencia.
Tal vez uno, dos minutos cuando oímos la voz de mamá llamar a Betty, entonces ella se paró y antes de bajar de mi habitación, le dije que regresara en la noche.
Ella simplemente dijo que haber.
Como de costumbre, después de bañarnos, cenamos todos, mi madre, mi abuela, mis hermanas y yo.
Al terminar, ya cuando me iba a mi cuarto, le dije a Betty que si me podía alcanzar un vaso de agua con hielo, a lo que contesto que sí.
Una media hora después llegó ella con su pijama, un short y blusa de tirantes en color blanco, la cual hacia lucir su bien y deseable cuerpo.
Dejándome ver que era blanca su pantaleta.
Betty, es de cabello ondulado y corto, color negro así como sus ojos, que tienen cierto brillo seductor, de boca pequeña y labios delgados.
De piel blanca, busto mediano, cintura estrecha, caderas un poco anchas, nalgas firmes y paradas, unas piernas musculosas y torneadas.
Ella es un poco más baja de estatura que yo.
-Ten tu agua.
– Me dice, a lo que agradecí con una sonrisa mientras ella se tumbaba sobre mi cama.
-¿Te cae bien Andrea?- Me pregunta con una mirada fija en mi rostro.
-Me es indiferente.
Aunque no me molesta.
– Le contesto.
Vi que no le agrado mi respuesta, por lo que se gira boca abajo y apoyándose sobre sus brazos para levantarse.
-Bueno, ahí te dejo tu agua.
– Me dice seria.
-No te vayas.
– Le digo mientras me abalanzo sobre ella y la abrazo por la espalda, haciendo que se acueste de nuevo sobre la cama.
-No, ya me voy.
Ahí, que te traiga agua tu hermanita Andrea.
– Me contesta seria.
-No te vayas Betty.
Le digo mientras casi la monto.
Se voltea de espaldas a mí, por lo que la abrazo y atraigo contra mí, haciendo que mi ya duro miembro se pegue contra sus nalgas.
Estaba celosa y era evidente.
-Que bonitas nalgas tienes Betty.
Me gustan.
– Le dije mientras le acariciaba su muslo derecho y le repegaba mas mi miembro entre sus nalgas.
Ella solo se dejaba, no decía nada, aunque se notaba nerviosa.
Y así estuvimos por unos minutos, sin decir nada, mientras seguía empujando mi miembro entre sus nalgas y le acariciaba desde su cintura a sus piernas.
-Ya me voy, tengo que levantarme temprano mañana.
– Me dice mientras me toma el brazo y lo quita de su pierna.
-¡Ok! ¿Pero vienes mañana?- Le digo mientras se levanta.
Sin mirarme me dice que sí y se baja.
Al día siguiente después de regresar de la escuela y comer en “familia”, me retiro a mi cuarto, no le dije nada a Betty, casi una hora después llega ella con su aun uniforme de la prepa, trae una revista de chicas.
Agarra una almohada de mi cama y la pone en el piso, al pie de esta y se pone de rodillas sobre ella y la revista sobre la cama.
Se ve maravillosa con sus caderas levantadas y sus piernas un poco separadas.
Comienza a platicarme sobre la escuela, sobre sus compañeras y un chico que al parecer le gusta, por lo que me da celos ese comentario, pero yo no quito la mirada de su cola.
Le respondo una que otra pregunta y hago algún comentario que para mí no tienen importancia.
Verla en esa posición me excita y me provoca tremenda erección que apenas se contiene debajo de mi short escolar.
Pero decido ir más allá sin importar nada, de todas maneras ella ya me ha ido dando pase.
Me paro detrás de ella mirando sus hermosas caderas y el resto de su cuerpo.
Me agacho para ver su ropa interior y veo que trae una pantaleta blanca.
-¡Que linda cola tienes Betty!- Le digo mientras con la mano izquierda le acaricio las nalgas.
-¿Qué tanto traes con mi cola?- Replica ella.
-Me gusta mucho.
Esta preciosa.
– Le digo sin dejar de acariciársela, ya que ella no me quita la mano de ahí, ni hace algún intento.
Entonces, doblo un poco las rodillas, le subo la falda y me repego contra su dura y bien formada cola, mi verga debajo del short se acomoda entre sus nalgas mientras la tomo de las caderas con fuerza y la jalo como si la estuviera penetrando.
-¿Qué haces loco?- Me protesta ella pero sin quitarse o hacer el intento.
-¡Esta cola y esta concha son mías!- Le contesto.
-¿Ha si? ¿Por qué?- Pregunta ella.
-¡Porque todas las colas y conchas vírgenes de esta casa van a ser mías!- Le contesto con firmeza.
-¿Todas?- Pregunta ella.
-¡Si! Todas- Le contesto sin dejar de tallarle mi dura verga entre sus nalgas.
Betty recarga el pecho y la cabeza sobre la cama.
-¿Hasta las de Sandy y Mónica?- Pregunta ella.
-Todas- Le dije mientras sentía como se humedecía su concha y mi verga de tanta excitación a punto de explotar.
-¿Y cómo sabes que soy virgen?- Pregunta ella.
-Lo sé, porque te gusta lo que te hago.
– Le contesto y antes de que volviera a preguntar me adelanto.
–Y porque me quieres mucho también me las vas a dar.
–
Betty ya no me contesto, ni pregunto o protesto, solo se dejó hacer.
Baje la mano derecha y le acaricie su nalga y pierna derecha, metiendo un poco la mano entre su pantaleta.
Comenzó despacio a empujar ella sus caderas contra las mías hasta que se quedó quieta y unos segundos después me vine abundantemente dentro de mi trusa, mi short se humedeció bastante, mezclándose con la humedad de Betty quien de inmediato se levantó salió deprisa de mi cuarto, jalándose la falda hacia abajo.
En los siguientes días, no fue a mi cuarto, nos veíamos en el resto de la casa entre mis padres, abuela y hermanas, y cuando había la oportunidad me le repegaba por detrás, haciéndola sentir mi erecta y dura verga, ella no reclamaba, ni se quitaba, pero no decía nada.
Una semana después de ese contacto más directo, era lunes para ser más exactos.
Durante la cena, nuestros padres nos dijeron que mamá iba a acompañar a la abuela a unos estudios a la capital del país, por lo que estaríamos solos desde la noche del miércoles en que ellas se irían hasta el día sábado que regresarían, dando un sinfín de recomendaciones para todos.
El miércoles por la noche en que saldrían, mi padre las acompañó a la terminal.
Como ya era tarde cuando salieron de la casa, mis hermanas se vieron ocupadas por recomendaciones hechas, por lo que Betty no fue a mi cuarto ese día miércoles.
Al día siguiente cuando regrese de la escuela, Sandy y Mónica ya estaban en casa, Andrea no estaba, pero ya había dejado hecha la comida, luego llegó Betty y comimos.
Hicieron sus quehaceres mientras yo me iba a mi cuarto, ya como a las seis salí un rato a la calle con los cuates, regrese como a las 9 de la noche.
Cene con Andrea, Sandy y Mónica, Betty se estaba bañando, termine de cenar y me fui a mi cuarto a bañarme, era el único privilegiado con baño en el cuarto.
Como no había platicado a solas con Betty desde el martes y por todos sus quehaceres, no creí que fuera a ir ese día a mí cuarto y más que ya pasaban de las diez de la noche.
Me metí a bañar tranquilamente y como tengo la costumbre ya que duermo solo y aparte de la casa y de mis hermanas, salí solo en toalla cuando me encuentro a Betty acostada boca abajo sobre mi cama.
Me sorprendió un poco, pero no quise dejar pasar la oportunidad.
Vestía una bata de algodón rosa pastel, sin figuras, la cual apenas le cubrían sus bellas nalgas, sus piernas ligeramente separadas con las rodillas dobladas y los pies levantados me permitieron ver sin mucho esfuerzo su pantaleta blanca.
Solo con verla mi excitación se puso a mil, mi verga se puso dura y bien erecta.
Me acerque a ella y le acaricie la parte interna de sus firmes muslos con la mano abierta.
-Órale, me espantaste.
– Me dice mientras solo levanta y gira la cabeza a su izquierda para verme.
-¿Creí que hoy no ibas a venir?- Le dije sin dejar de acariciarla.
-Tenía algunos quehaceres, aparte de que espere a que se durmieran Sandy y Mónica.
– Me dice.
-¿Quédate a dormir conmigo?- Le dije con una sonrisa maliciosa.
-¿Y si se enoja papá’?- Contesta ella.
-Ni siquiera viene para acá, ya llega muy tarde, incluso lo oigo cuando llega.
– Le conteste.
-No sé.
– Me contesta mientras baja sus pies y estira sus piernas.
Le levanto un poco su bata, hasta la mitad de sus bellas nalgas.
Entonces ella se gira sobre su derecha y yo me siento frente de ella, la toalla apenas si tapa mi erección, de la cual se da cuenta mi hermana.
-¿Entonces todas las colas y conchas de esta casa son tuyas?- Me pregunta con una leve sonrisa, mientras su bata me deja ver la parte más íntima de su pantaleta.
En eso oímos cuando el carro de papá se paró frente a la cochera, Betty se sentó sobresaltada, quería salir, pero la sujete del brazo y le dije que estuviera tranquila.
Me levante y fui rápido a cerrar con pasador la puerta que conduce a mí cuarto, luego apague la luz del cuarto y regrese a la cama.
Le dije a Betty que estuviera tranquila, que papá no subiría, ni se daría cuenta de que estaba ella ahí.
Oímos cuando metió su carro y cerro la cochera, ya después se quedó todo en silencio.
Estuvimos unos minutos en silencio, pero no deje de aprovechar la oportunidad y le acariciaba sus muslos al estar sentado a su lado.
-Vente, acomódate.
– Le dije mientras levantaba las sabanas.
Se acomodó y se tapó, mientras me quitaba la toalla y la tiraba sobre una silla que estaba aún costado.
Me acomode y tape con la sabana.
Quedamos frente a frente, ella con su bata y yo desnudo, con la verga dura y erecta.
-¿Entonces todas las colas y conchas de esta casa son tuyas?- Volvió a preguntar.
-Así es y hoy voy a empezar a tomar la primera.
– Le conteste mientras acariciaba su muslo izquierdo y poco a poco iba subiendo la mano por debajo de su bata hasta llegar a su cadera.
-¿A, si?- Contesta ella.
-Si- Le contesto mientras meto la mano debajo de su pantaleta y acaricio su nalga.
-Pero somos hermanos- Pretexta ella.
-¿Y luego? Nadie lo va a saber.
– Le contesto mientras le subo la bata y jalo un poco su pantaleta hacia abajo.
Ella seguía queriendo pretextar, mas yo no le hacía caso.
Jale un poco más fuerte su pantaleta mientras metía debajo de su cintura la mano izquierda y la jalaba hacia a mí.
Bese su mejilla izquierda, luego su cuello, mientras mi mano derecha acariciaba por completo su nalga izquierda, mi verga presiona su vientre y se resbala hacia su concha.
La hice girar boca arriba, quedando sobre ella, puso sus manos sobre mi pecho.
Me levante un poco y jale su bata para quitársela.
La poca luz que entraba por la ventana me permitió distinguir sus pechos desnudos, ya que no traía brassier.
Luego me hice más abajo y la despoje por completo de su pantaleta.
Betty ya no decía nada, solo suspiraba.
La volví a abrazar, a besar del cuello, mientras mis manos acariciaban sus pechos, su cintura, sus nalgas.
Separó un poco sus piernas, permitiendo que mi verga presionara su concha húmeda.
Fui bajando a sus pechos, los bese una a uno, chupe sus pezones, los mordí despacio, ella gimió y me tomo con sus manos de los cabellos.
Fui bajando más, cuando estaba besando su vientre, ella trato de oponerse.
-Mejor no, ya no.
– Me dijo, pero no le hice caso, baje más y bese con fuerza su concha, entonces ella se arqueo hacia atrás, separo más las piernas y jalo mi cabeza contra su intimidad.
-Detente manito, mejor no, soy tu hermana mayor.
– Me volvió a decir.
-No, esta concha es mía.
Soy el hombre de esta casa y me la vas a dar.
– Le dije con firmeza, mientras le separe más sus piernas y le chupaba su concha.
Lamí cada rinconcito de ella, su botoncito, sus labios íntimos, los cuales estaban cerraditos.
Metí la lengua en su cueva, hasta dentro donde pude llegar.
Sus gemidos iban en aumento, me jalaba los cabellos con fuerza contra ella hasta que le exploto su primer orgasmo.
Agitó con fuerza sus caderas una y otra vez.
Luego subí despacio, besando su vientre, sus pechos, su cuello…su boca que poco a poco respondía a mis besos.
Me abrazo mientras con mi mano derecha agarraba mi verga y la centraba en la entrada de su vagina.
Estaba ella empapada, le presione la cabeza y se la talle, Betty solo gimió.
Se la centre y di un fuerte empujón, estaba bien cerradita, entonces di otro con más fuerza y entro la mitad.
Di otro y termino de entrar toda, sentí como llegaba al fondo de su útero, mientras ella clavaba sus dientes en mi hombro para no gritar.
Me quede quieto por un rato para que se acostumbrara, luego comencé a bombearla despacio, su dolor se fue convirtiendo en gemidos y jadeos de placer.
Fui arreciando los bombeos con más y más fuerza, sentía riquísimo como apretaba su vagina.
-Que rica estas Betty.
Que rica esta tu concha y es mía.
Todos los culos y conchas vírgenes de esta casa son mías.
– Le dije entre bufadas, hasta que me vine dentro de ella, pero no paraba de bombearla, seguía y seguía, hasta que sentimos como chorreaba fuera de ella.
Entonces me quede quieto.
Me Salí de ella y me recosté a su lado.
Betty se recostó sobre su lado izquierdo, dándome la espalda y en silencio.
Entonces la abrace, mi verga que aún no perdía la dureza se acomodó entre sus nalgas.
Le seguí acariciando sus pechos, aún estaba excitado, entonces la empuje y acomode boca abajo, me acomode sobre ella, separándole las piernas.
-Espera ¿Qué me vas a hacer?- Preguntaba entre sollozos.
-Coger tu culo, este culo que es mío.
– Le dije mientras me agarraba la verga y se la centraba en la entrada.
-No, espérate, no.
– Replicaba, mas no le hice caso, me recosté sobre ella y se la fui empujando, estaba más apretado que su concha.
Eso me excito aún más.
Poco a poco se la fui metiendo mientras Betty hundía la cara sobre la almohada.
Cuando por fin sentí que estaba toda mi verga dentro de su culo.
-Me duele, me duele.
Sácamela.
– Me decía entre sollozos, mas no le hice caso.
Cuando dejó de lloriquear, comencé a bombearla, poco a poco sus quejidos de dolor se convirtieron en gemidos de placer.
La bombeaba despacio al principio, hasta que los chasquidos se oían más y más fuertes donde la bombeaba, donde se oía como entraba y salía mi verga del culo de Betty.
No sé cuánto tiempo paso hasta que me vine por segunda vez, solo que ahora dentro de su culo rico y apretado.
Cuando sentí que salió hasta la última gota de mi leche, me levante y se la saque despacio, me recosté a su lado.
La agitación de ambos se oía en todo el cuarto.
Pasaron vario minutos.
-Me duele todo.
Que bruto eres.
– Me dijo.
-¿Ya no me quieres?- Le pregunte mientras le acariciaba las nalgas.
-Sí, si te quiero y mucho, pero me dolió- Me contesto.
Después de varios minutos nos levantamos y metimos al baño a lavarnos, caminaba con dificultad ella.
Luego regresamos a la cama y nos acostamos, nos abrazamos y así dormimos.
Estaba bien dormido cuando ella se levantó de golpe.
-¡Ya es tarde! Tengo que ir a la escuela, tengo que entregar un trabajo.
– Exclama mientras busca su ropa, la cual apenas si encuentra su bata y se la pone, sale deprisa de mi cuarto mientras hago lo mismo.
Miro el reloj de la pared, son las 8:35.
Yo ya no hago el intento por ir a la escuela, apenas si me pongo un short y me dirijo a la cocina para comer algo.
Al poco rato veo salir a Betty corriendo rumbo a la escuela.
Son las 9:00.
Decido subir a la azotea y paso por el cuarto de Andrea…
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