Una familia distinta y muy especial
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por KarlaSuarez.
Esta vez os traigo un relato un poco especial.
Es el encargo de un amigo para que cuente como fue su vida y la de su familia, una vida muy especial que me contó con todo tipo de detalles a lo largo de varias conversaciones, pero que en realidad es la historia de una gran mujer que quiso vivir su sexualidad en libertad sin ningún tipo de condicionamiento social que la coartase y eso mismo es lo que transmitió a sus hijos, que pudieron vivir desde un principio ese tipo de vida que quizás sorprenda o escandalice a algunos, pero él asegura que todo es real, y aunque ya sabemos que este tipo de cosas pueden llegar a suceder, yo en esta ocasión he tenido el privilegio de conocerlas en primera persona y de tener la confianza por su parte para que os la de a conocer a vosotros y trasladárosla según su voluntad, contada por él mismo, pero con mi estilo que todos conocéis:
““Mi madre procedía de una familia adinerada y nunca nos faltó de nada, y aunque su vida tuvo momentos difíciles como cuando nos tuvo a mí hermana y a mí de dos hombres distintos, con apenas 18 años, ella siempre intentó hacerla fácil con su carácter fuerte y decidido, pero también alegre y con una vitalidad que siempre nos contagió a todos.
Ya supondréis que con dos embarazos casi adolescentes, su vida sexual empezó precozmente perdiendo la virginidad a los 13 años con el chófer de la familia y a partir de ahí ya empezó a vivir su sexualidad de una forma libre, intensa y sin descanso, por lo que se convirtió en el quebradero de cabeza de mis abuelos, poco dados a este tipo de comportamientos y decidieron enviarla lejos para evitar más escándalos en un entorno tan conservador.
Así fue como mi madre empezó a ocuparse de nosotros y de nuestra educación ella sola, pero con todo el apoyo económico de la familia, lo que facilitaba que encauzara su vida solamente al disfrute y al placer, iniciándonos a nosotros también en ese tipo de vida, por lo que desde siempre nos metía en su cama para que durmiéramos juntos y dada su fogosidad sexual, no dudara en iniciarnos a mi hermana y a mí en todo tipo de prácticas sexuales desde que tengo memoria, siendo uno de mis primeros recuerdos el tener metida la cabeza entre las piernas de mi madre chupándole el coño, quizás torpemente, pero siguiendo sus instrucciones pronto aprendí esa práctica tan complicada de hacer bien por un hombre para satisfacer a una mujer.
También recuerdo a mi madre en muchas ocasiones chupando mi pollita, todavía pequeña en esos momentos, pero de forma muy gratificante para mí, por lo que yo mismo se lo pedía cuando empezábamos nuestros juegos, en los que siempre participaba también mi hermana, un año mayor que yo, siendo habitual que entre ellas se lamieran sus vaginas y todo su cuerpo, formando conmigo un trío maravilloso cuyas prácticas nos unieron para siempre.
De esos primeros momentos a tres, sólo recuerdo amor y cariño por parte de mi madre, guiándonos en esos juegos tan íntimos, mientras decía:
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– Mira a tu hermana, que putita es, quiere que la comas el coño.
Y a mi hermana:
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– Anda, hija, aprende a chupar una polla, que pronto empezarán a metértela en la boca.
Mi madre siempre nos hablaba claramente del sexo, lo que hizo que desde el inicio lo viéramos como algo natural, por lo que podíamos pensar que todo eso era algo que quizás todos hacían a nuestra edad, pero pronto nos dimos cuenta, de que nuestra familia era un poco especial, distinta a las demás, y que no podíamos compartir nuestras experiencias con todos los que no estuvieran en nuestro círculo.
A veces solía dejarnos solos en la cama, para que siguiéramos jugando entre nosotros, mientras ella hacía otras cosas y mi hermana siempre acababa pidiéndome que me pusiera encima de ella y le metiera la polla, como veía que hacían a mamá, pero la mía era todavía pequeña para poder darle el placer que ella buscaba, aunque los dos disfrutábamos mucho de esos juegos experimentando ya a esa edad todo tipo de prácticas, incluso el anal que a ella la gustaba mucho también.
También era habitual que por mi casa pasaran muchos amigos y amigas de mi madre, para tener sexo con ella, lo que nosotros veíamos sin ningún límite, con gran interés por mi parte, provocando que ellos se fijaran en nosotros y que nos invitaran a participar de esas relaciones, a lo que mi madre no ponía ninguna pega, por lo que empecé a ver a mi hermana con 7 u 8 años chupar sus primeras pollas adultas, unas pollas que ni la cabían en la boca, pero que pronto empezaron a despertar un vicio que llevaba en la sangre y del que sigue disfrutando hoy en día.
Ahora soy consciente de como los amigos de mi madre valorarían esa posibilidad de que una madre compartiera su sexualidad con la de una hija de esa edad, y el tremendo morbo que debían sentir en esos momentos, aunque en un principio no tuvieran una predilección especial por las niñas, verse en algo así provoca inevitablemente una descarga de adrenalina por estar experimentado algo a lo que nunca es fácil de acceder.
Mi hermana al ver como follaban a nuestra madre, pedía para ella también lo mismo, lo que provocaba la sonrisa de sus amigos, pero también su morbo por poder hacerlo, aunque mi madre nunca se lo permitió hasta que lo creyó oportuno, dejándoles solamente que frotaran su polla con el coño de mi hermana hasta que se corrían en él, aunque llevados por la enorme excitación de tener su polla entre las piernas de una niña de esa edad, hacían pequeños intentos por penetrarla, que poco a poco iban abriendo su vagina, aprovechando los descuidos de mi madre para poder metérsela un poquito más cada vez, dando pequeños gritos mi hermana que alertaban a mi madre y ella regañaba a sus amigos:
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– ¡Eh! No hagas daño a la niña.
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– Pero si es ella la que me lo está pidiendo.
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– Pues tú no la hagas caso, que es pequeña todavía para eso.
Mi hermana, ya desde esos primeros momentos, con su sensualidad y forma de actuar con los hombres, les volvía locos y durante estas visitas de los amigos de mi madre no era extraño escucharles decir a mi madre:
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– ¿Me dejas estar un poco con la niña?
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– Bueno, puedes estar con ella, pero ya sabes que no la puedes follar.
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– Bah!, como eres, en algún momento tendrá que ser y ella lo está deseando.
Además no creo que sea virgen todavía porque la metemos los dedos y ella está metiéndose cosas siempre para masturbarse.
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– Sí, ya lo sé, pero el momento lo decidiré yo.
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– Está bien, pero cuando llegue ese momento espero que te acuerdes de mí para ser el primero, jeje.
Mi madre, aunque parezca lo contrario, siempre protegió mucho a mi hermana y le sonreía sin decir nada, para no comprometerse, porque sabía que había muchos candidatos para eso, pero el amigo que se la había pedido se sentaba con mi hermana en el sofá y empezaba a jugar con ella, a besarla, lamerla la vagina o dejar que ella jugara con su polla, le masturbara y todas las cosas que ella había aprendido, mientras mi madre y yo los veíamos hacer, llevándosela otras veces al dormitorio, donde estaban más cómodos, pero igualmente a la vista de mi madre que vigilaba para que su amigo no se la metiera, porque sabía perfectamente que en esa situación es difícil para un hombre controlarse y no hacerlo y cuando veía oportuno que eso terminara, le decía a su amigo:
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– Venga, frótasela ya por el coño para que te corras, que ya estuvo bien.
Y su amigo se la ponía en la vagina pasando su polla por la rajita toda mojada de mi hermana por todos los jugos que ella había soltado, lo que hacía deslizar suavemente la polla del hombre por su coño abriéndoselo ligeramente al pasarla hasta que acababa corriéndose en ella.
Mi hermana, a pesar de su edad, también disfrutaba enormemente de esos contactos, provocando casi un orgasmo continuo en ella, hasta que poco a poco esos orgasmos fueron haciéndose más intensos y fuertes.
El amigo de mi madre acababa plenamente satisfecho, a pesar de no poder follarla y le decía a mi madre:
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– Tu hija es una delicia.
Su coño está ardiendo y parece que quiera tragarse mi polla.
He estado con otras de su edad, pero ella es la mejor, cuando crezca un poco nos va a sacar la leche a todos en pocos segundos, jaja.
Este tipo de juegos eran frecuentes en mi casa, y las amigas de mi madre también me prestaban su atención, divirtiéndose conmigo y yo disfrutando con ellas, chupando sus tetas y sus coños y poniéndome ellas entre sus piernas para frotarse conmigo, aunque no sintieran todavía mucho mi polla, al igual que solía hacer mi madre conmigo, mostrándose siempre muy cariñosas diciéndome:
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– Que guapo eres, cariño, te comería a besos, pero en cuanto crezcas un poco te voy a comer otra cosa.
Me besaban, me acariciaban, y chupaban mi polla esperando sacarme un semen que todavía no tenía, pero que me estimulaba para que pronto pudiera dárselo y mi pene se desarrollara más de lo normal a esa edad.
A ellas las daba verdadero morbo tenerme en la cama jugando conmigo, siendo esa mi mejor escuela de aprendizaje en el sexo.
En ocasiones, había alguna amiga de mi madre que traía también a sus hijos, algunos de nuestra edad y otros poco mayores, así pude que también pude experimentar con otras niñas que tenían gran experiencia en el sexo como nosotros.
Hoy en día recuerdo especialmente esos encuentros porque ahora me causas mucho más morbo que en el momento de hacerlo, en que no era plenamente consciente de esas situaciones tan especiales que me estaba haciendo vivir mi madre, tanto a mí como a mi hermana.
Cuando mi hermana cumplió los 12 años, en uno de esos encuentros con el mejor amigo de mi madre y el que más confianza tenía con nosotros, recuerdo que estaban especialmente excitados los dos, incluso mi madre estaba participando con ellos también y cuando su amigo estaba frotando con su polla la vagina de mi hermana como en otras ocasiones, mi hermana se sentó encima de él y se la colocó en su coño, dejando que esa polla que tantas veces había mamado y tanto placer la había dado, entrara totalmente en él, provocando un largo gemido mezcla de dolor y placer que sorprendió a mi madre, pero ya poco podía hacer por evitarlo, así que empezó a preguntarla si lo estaba disfrutando, diciéndola que estaba hecha toda una putita y que acabaría siendo más zorra que ella, porque había empezado primero a estar con hombres.
Mi hermana subía y bajaba sobre esa polla, como tantas veces había visto hacer a su madre y a sus amigas, sorprendiéndonos a todos por su pericia para cabalgar sobre un hombre, lo que hizo que el amigo de mi madre se corriera al poco tiempo, sintiendo por primera vez el semen caliente en lo más profundo de su vagina y dada la cantidad que era se le salía por fuera, incapaz de retenerlo dentro de ella.
Al ver eso, mi madre acabó muy excitada también y me dijo:
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– Ven hijo, fóllame tú también.
Y me hizo ponerme sobre ella para metérsela;
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– Métela hasta el fondo, cariño.
Yo voy a ser tu puta.
Eso me hizo sentir un placer mucho más intenso que las demás veces que me frotaba con la entrada de su coño y el calor que sentía en mi pene, hizo que echara todo el líquido pegajoso que salía de mi polla sin que todavía llegara a ser semen.
Mi madre siempre fue una auténtica exhibicionista.
Cualquier momento lo aprovecha para exhibirse aparte de en la playa, en la calle, parques y cualquier lugar donde pueda ser observada por los demás, dándole especial morbo exhibirse ante los críos que empiezan a fijarse en las mujeres mayores, así que cuando se da cuenta de que alguno la está mirando, abre las piernas disimuladamente para permitirles ver su coño, ya que la gusta ir sin ropa interior.
Yo he visto a alguno quedarse mirando con los ojos como platos y la boca abierta, ya que para ellos supongo que no sería tan habitual como para mí ver el coño abierto de una mujer, lo que me hacía especial gracia, sobre todo cuando empecé a ser más consciente de ese morbo que nos hace tan cómplices familiarmente.
Cuando era más pequeño, recuerdo que vino a casa un compañero del Colegio y mi madre como suele andar desnuda por casa o con alguna pequeña bata, se dejaba ver por mi amigo, y el pobre no sabía ya donde mirar y estaba todo colorado, pero mi madre estaba disfrutando realmente de la turbación de mi amigo.
Es una provocadora nata, jeje.
Anécdotas de este tipo tengo a cientos, y con mi hermana también, a la que mi madre exhibía en los parques, con cualquier excusa, lo que causaba la estupefacción, el morbo y también la excitación de todos los que podían verlo, sobre todo, esos viejos que suelen pasarse las mañanas sentados en algún banco de charla o mirando a otras niñas que van con sus madres o solas, a las que a veces se atreven a decirlas alguna cosa.
Hubo una ocasión en la que mi hermana estaba con un vestido muy corto y mi madre la había quitado las bragas porque las había mojado, pero mi hermana seguía a lo suyo y mientras jugaba dejaba ver su culo, sus piernas y hasta su vagina, según la posición que adoptara o mientras estaba en los columpios y un señor mayor que estaba allí no hacía más que mirarla, cada vez más nervioso y excitado, lo que hacía disfrutar a mi madre viendo la escena, hasta que él se acercó a nosotros diciendo a mi madre:
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– Señora, tiene a su hija sin bragas y se la está viendo todo.
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– Bueno ¿y usted por qué la mira?
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– Es muy linda su hija y atrae las miradas.
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– Pues mire usted sin problema, a mí no me molesta y a ella como ve tampoco.
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– Es usted muy comprensiva, a otras mamás no las gusta que las miremos.
.- Sí, lo comprendo, pero yo entiendo que las miren también.
Y sobre todo si está como la mía, sin braguitas, jaja.
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– ¡Ay¡, señora, que graciosa es usted, su marido debe estar encantado.
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– Yo no tengo marido, señor.
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¿Y eso? Con dos nenes usted sola.
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– Me las arreglo bien y así mi hija va como quiere sin un papá que la regañe.
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– Eso es verdad.
Si estuviera el papá aquí con ella, yo no me atrevería a mirarla tanto.
– Pues aproveche, vaya a acompañarla si quiere.
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– ¿De verdad me lo dice?
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– Sí, yo estaré aquí mirándoles.
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– Ah, bien, es usted muy amable.
Y allí se dirigió el señor hacia mi hermana, para ayudarla a columpiarse y en sus juegos, observando nosotros como él la acariciaba y la metía mano todo lo que podía, sin que mi madre le dijera nada ni mi hermana tampoco.
Cuando íbamos a las playas nudistas, este tipo de situaciones se repetían de una forma u otra.
A mi hermana parecía que la divertía también exhibirse como hacía mi madre y como en cierta forma, la había enseñado a ella desde bien pequeña.
Jugando en la arena, ella solía adoptar ciertas posturas que mostraban claramente su vagina a todos los que quisieran mirarla y no era extraño que alguno se quedase cerca para observarla discretamente pero fijando su mirada cuando ella, por ejemplo, se ponía de rodillas y se agachaba, dejando ver por detrás completamente sus abultados labios que sobresalían debajo de su culo, pudiendo observar yo incluso alguna erección de esos hombres provocada por mi hermana.
Mi madre, también observaba atentamente, divirtiéndose con la situación y aunque normalmente los hombres que la miraban no solían decir nada, quizás sorprendidos por la forma en que una niña de esa edad los estaba provocando, pero siempre había alguno más atrevido que iniciaba algún tipo de conversación como excusa para acercarse más a nosotros y no quedar como un simple mirón y si ya tenía cierta experiencia con alguna otra familia como nosotros, se notaba que manejaban ciertos códigos para conseguir divertirse un poco con mi hermana allí mismo o de forma más discreta, bañándose con ella en el agua.
También recuerdo escenas muy morbosas como cuando nuestra madre nos llevaba a mi hermana y a mí a hacer la compra en algún centro comercial.
Cuando íbamos a algún lugar así, mi madre siempre ponía faldas muy cortas a mi hermana y solía llevarla sin bragas o con algún tanga minúsculo que ya la hacía ponerse desde pequeña.
Eso lógicamente provocaba que atrajera las miradas de los hombres excitados por lo que veían, pero también las miradas de desprecio de sus mujeres cuando iban acompañados, reprochando a sus maridos que se quedaran mirando a una niña así, por muy provocativa que fuera.
Los hombres que iban acompañados tenían que conformarse sólo con mirar, pero los que estaban solos, solían ir detrás de nosotros hasta el parking donde teníamos el coche.
Allí mientras descargábamos la compra, tanto mi madre, que también se dejaba ver, como mi hermana hacían que se quedaran mirándolas y si se acercaban mucho, mi madre les hacía una señal para que vinieran con nosotros, teniendo alguna conversación como esta:
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– ¿Te gusta lo que ves?
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– Claro, a quien no.
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– ¿Quieres follar?
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– Pero aquí, ¿delante de los niños?
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– Ellos están acostumbrados ya a ver.
Y si quieres, mi hija te puede hacer una mamada.
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– Uufff, no me lo puedo creer.
¿Hablas en serio?
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– Sí, me gusta el sexo.
Y dirigiéndose a su hija:
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– ¿Quieres chupársela?
Ante la respuesta afirmativa de mi hermana, el hombre, estupefacto todavía por lo que le estaba pasando, se sacó la polla y se la puso en la boca de mi hermana, que agarrándosela empezó a mamársela como pocas a esa edad serían capaces de hacerlo y al poco rato, viendo mi madre la tremenda excitación que tenía ya, no quiso que se corriera en la boca de mi hermana y le dijo:
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– Basta ya.
Ahora fóllame a mí.
Y allí dentro del coche se montó en la polla de ese hombre y empezaron a follar en nuestra presencia, mirándolos atentamente hasta que él se corría en el coño de mi madre, que siempre tuvo mucha facilidad para llegar al orgasmo fácilmente, por su estado de excitación permanente, que la obligaba a tener que masturbarse en cualquier momento del día, mientras íbamos en coche o estando en cualquier lugar público como parques o alguna cafetería, metiéndose la mano entre las piernas.
Cuando mi hermana fue siendo mayor, ella aparte de mamárselas, también follaba en esas ocasiones en las que mi madre atraía a algún hombre hacia el parking.
Estos mismos sucesos a veces se producían también en los baños del centro comercial, cuando a alguien le llamaba la atención la actitud de mi madre y mi hermana, se ponía a hablar con mi madre, acordando finalmente meterse en los baños para poder follar con las dos.
Situaciones como éstas yo creo que fueron provocando que mi hermana se fuera haciendo muy morbosa también y disfrutara de todos esos juegos que su madre la proponía, aumentando también mi morbo y haciéndome madurar más rápidamente por poder presenciar escenas no muy comunes para alguien de mi edad y que generaban un enorme interés en mí.
En otra ocasión llamaron a mi madre del Colegio, porque habían descubierto que mi hermana se metía en los baños con algún compañero para masturbarles y chuparles la polla, y mi madre tuvo que ir a hablar con el Director para arreglar el asunto.
Después de venir de hablar con él, mi madre estuvo hablando con nosotros diciéndonos que teníamos que tener cuidado con estas cosas y ser más discretos, que ella había conseguido arreglarlo con el Director y que había hablado con las madres de alguno de esos niños también.
Me hubiera gustado escuchar esa conversación con las otras madres , aunque si nos contó lo que había hablado con el Director:
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– Hemos pillado a su hija metiéndose en el baño con varios compañeros para tocarse entre ellos y para que ella se la chupase.
.- ¿Y por qué le echa la culpa a mi hija?
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– Porque ellos dicen que ella les llevaba.
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– Mire, esto suele ser más cosa de niños, que siempre hacen esto con las niñas.
Seguro que otros años han tenido más casos.
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– Sí, tiene razón señora, todos los años solemos tener algún incidente de este tipo y tenemos que castigarles expulsándoles unos días.
.- Pero ahora van a tener exámenes y no pueden faltar a clase.
Seguro que hay otra solución para arreglarlo.
.- Pues usted me dirá, señora.
Nadie ha podido darme otra solución las otras veces.
A los pocos días me extrañó que el Director viniera a nuestra casa y después de hablar un rato con mi madre, le llevó a la habitación de mi hermana y estuvo allí un buen rato con ella.
Al salir de la habitación le dijo a mi madre:
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– Su hija es un demonio.
Me ha hecho cosas que no me las hace ni mi mujer.
Es una ricura.
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– Entonces damos el asunto por arreglado, ¿no?
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– Claro, yo lo solucionaré.
¿Me permitiría alguna visita más?
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– Ya veremos.
Obviamente esa era la solución que le había dado mi madre, que pudiera estar con mi hermana disfrutando de ella y así todo arreglado, pero creo que a mi madre no le gustó mucho esa solución, por eso nos advirtió otra vez que tuviéramos cuidado fuera de casa.
Como os digo, situaciones así como estas, he vivido a montones, a causa de la personalidad tan especial de mi madre que nos hacía exponernos a todo tipo de situaciones curiosas y morbosas, que a veces son difíciles de creer en una madre normal.
Esto también se daba en las playas nudistas que frecuentábamos y en los campings nudistas del sur de Francia, que eso ya era otro mundo y ese tipo de situaciones o más explícitas se daban de forma habitual, teniendo los dos y mi madre muchas experiencias con otras familias que conocíamos allí.
Recuerdo que nos hicimos amigos de una familia, causado porque yo al pasar por delante de su caravana, estaba una señora sentada a la entrada de la misma y mientras se acariciaba el coño, me hizo una seña para que me acercara.
Ella tenía unos grandes pechos y estaba más bien rellena con unos buenos muslos abiertos dejando ver un triángulo de vello más bien espeso sobre sus labios vaginales que sobresalían ligeramente.
Yo en ese momento tenía 14 años y me atraían mucho ese tipo de mujer parecido a mi madre y sus amigas, así que acudí a su llamada y en el momento que me tuvo a su lado me sujeto por la cintura teniéndome entre sus piernas, preguntándome como me llamaba y diciéndome una serie de cosas que ahora ni me acuerdo, pero lo que si recuerdo es que mientras me hablaba empezó a acariciar mi polla hasta que me la puso dura y se agachó un poco para metérsela en la boca.
Yo ya estaba acostumbrado a esas cosas porque era lo que hacían mi madre y sus amigas habitualmente, así que me dejé hace por esa señora que glotonamente succionaba mi polla hasta que me hizo correrme y llenarla la boca con mi semen, que se tragó como si fuera el mejor manjar.
Pero ella no quería dejarme marchar todavía y me dijo:
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– ¿Quieres que entremos dentro para follar?
Como ella vio que yo dudaba al contestar:
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– Aunque te hayas acabado de correr, seguro que se te pone dura otra vez, eres muy jovencito todavía y me parece a mí que no va a ser la primera vez, ¿no es así?
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– Sí, ya lo hice más veces.
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– Me imagino que con tu mamá ¿no?
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– Sí, con ella y sus amigas.
.- Que bien, anda, cariño, vamos a meternos dentro, ya verás que bien nos lo pasamos.
Y allí entré con la señora, que se recostó en una de las camas y con sus dedos se abrió el coño para que yo lo viera bien entre sus pelos y me preguntó si me gustaba chuparlos.
Yo la dije que sí y me metí entre sus muslos para saborear esa carnosa vagina que se me ofrecía, haciéndola gemir enseguida, demostrando mis buenas dotes para esa práctica, lo que entusiasmo a la señora que después de correrse, me dijo:
.- Si esto lo haces tan bien, ya me imagino como debes follar.
Vamos, cariño, métemela ya.
Y en esa misma posición, con la señora recostada sobre la cama, empecé a follarla, animándome ella:
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– Así, así, que delicia, dale más fuerte, más rápido que ya me voy a correr, aaahhhhhh!!!
Luego, ella me mandó tumbarme y se puso ella encima, poniéndose a cabalgarme a su ritmo, haciendo que sus tetas botaran sobre mi cara, pudiendo meterme sus pezones en la boca y chupándolos para darla más placer.
Los gritos y gemidos de la señora debían de oírse desde fuera de la caravana, peor la daba igual y ella siguió hasta que se corrió ella y seguidamente yo también, volviéndose loca al ver la cantidad de semen que me salía después de sacársela incluso.
Luego de terminar seguimos hablando diciéndome:
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– Yo he venido con mi marido y con nuestra hija de 11 años.
Ellos fueron a la playa, pero vendrán enseguida.
¿Tú con quien has venido?
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– Con mi madre y mi hermana.
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– Ah, estupendo, ¿Tú hermana es mayor o menor que tú? Me gustaría conocerlas.
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– Un año mayor que yo.
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– ¿Y a ella la gusta tanto el sexo como a mi hija? Porque la mía ya ha empezado a follar a su edad.
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– Sí, mi hermana empezó pronto también.
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– ¿Con su papá también?
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– No tenemos padre.
Fue con amigos de mi mamá.
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– ¡Ah! y tu madre les dejaría con ella, claro.
Al poco rato llegó su marido con su hija, pero venían con ellos otros dos hombres y el padre le dijo a su mujer:
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– Los conocimos en la playa y como ellos se calentaron con la niña, me dijeron que si podían venir a la caravana a follar con ella de una forma discreta.
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– Sí, claro, podéis pasar, pero este chaval seguramente quiere también.
.- Bueno, está bien, que pase.
Y allí nos metimos todos con su hija, empezando uno de ellos a abrirla las piernas para lamerle la vagina, mientras el otro la daba la polla en la boca.
Luego el primero dejó de chupar y empezó a pasar su polla por la rajita mojada de la niña, que fácilmente se fue abriendo para dejar que fuera entrando dentro de ella y empezar a follarla hasta que se corrió, seguidamente se puso el otro hombre igualmente hasta que la cría le hizo correrse, para luego invitarme a mí a hacer lo mismo.
Yo estaba absorto, mirando como lo hacían ellos y a pesar de que ese tipo de escenas no eran nuevas para mí, me sorprendió por la facilidad con la que esa cría se dejaba meter las pollas, lo que pude comprobar yo mismo después, y disfrutar de ello.
Después de eso, nos pudimos conocer las dos familias, y estuvimos juntos en varias ocasiones, llamándole la atención al padre de esta niña, especialmente mi hermana, con la que no perdía ocasión de follársela también, así como a mi madre y yo con su mujer y su hija y otros invitados que a veces se acercaban.
Ya sabéis las cosas que suceden en esos lugares, porque os las ha contado Veronicca en varios de sus relatos, pero yo puede vivir todas esas situaciones personalmente y alguna más fuerte todavía.
Dentro de las cosas tan increíbles que han pasado en mi vida, están una especie de fiestas particulares que se montaban en mi casa cuando alguna de las amigas de mi madre traían a sus hijos e hijas para follar todos juntos.
También estaban otros amigos y cuando pasaba eso, nosotros éramos el centro de atención.
Hacíamos diversos juegos para que entre nosotros empezara a haber acercamientos íntimos o directamente nos decían que hiciéramos esto o lo otro y ellos miraban muy excitados animándonos a que acabáramos follando, lo que les daba un morbo y excitación tan fuerte que sólo sabrán los que han podido presenciar algo así alguna vez en su vida, uniéndose luego ellos a nosotros y formando una orgía en la que todos estábamos con todos.
A los amigos de mamá les encantaba cuando se juntaban más niñas como mi hermana y para las mujeres era también muy excitante tener a chavalitos a su disposición, de los que disfrutaban especialmente.
A veces a nuestra casa venía gente digamos importante y algún famoso con sus hijos incluso, porque mi madre, por su posición, se movía con este tipo de gente y tenía acceso a lugares y encuentros que la mayoría de la gente ni se imagina lo que sucede allí y sería difícil de creer si yo lo contara igualmente, pero puede dispararse vuestra imaginación todo lo que queráis que seguramente sería superada por la realidad.
Cuando mi hermana tenía sobre 15 años, empezó a traer a chicos a casa para follar, como cualquier chica de esa edad, pero con el consentimiento de mi madre que la decía que en casa estaría más segura y más cómoda.
Pero lo que sucedía es que mi madre solía acabar follando también con el chaval, lo que a veces ocasionaba el enfado de mi hermana, por acaparadora, jeje.
Luego mi hermana traía también a sus amigas, con las que yo también acababa follando, a veces todos juntos igualmente.
Actualmente todavía somos jóvenes, pero seguimos viviendo juntos y nuestra vida sigue siendo parecida con continuas visitas de amigos y amigas de mi madre a casa, amigas de mi hermana y entre unos y otros siempre hay momentos para disfrutar entre nosotros, dándome especial morbo las ocasiones en las que alguna amiga suya trae con ella a alguna hija suya o hijo, de lo que se alegra especialmente mi madre, que acaba convenciéndolas para que participen de nuestra morbosa vida, acabando integradas en nuestro círculo íntimo.
Mi madre, a su edad sigue siendo la más caliente de todas, disfrutando del sexo, de su cuerpo y de toda ocasión que se la presenta sin ningún complejo.
La sigue encantando exhibirse públicamente, atraer las miradas y las proposiciones de todo tipo de hombres, aunque disfrute especialmente con los jovencitos, que son su debilidad.
””
Pues como veis, esto es sólo un resumen de la increíble vida de este amigo, llena de múltiples experiencias de todo tipo, y que muchos no creeréis que puedan ser realidad, pero él me ha insistido mucho en que todo es real y vivido por él, y que al ser todavía joven, ya podéis imaginar todo lo que queda por vivir y todo gracias a esa fantástica madre que tiene, que se ha atrevido a vivir la vida como le vino en gana sin atender a ningún condicionamiento social, y a la que yo tributo mi máxima admiración.
Yo me limito en este caso, solamente a contar una historia que creo que merece ser contada, ya que este amigo me insiste en que estos acontecimientos no supusieron ningún trauma en sus vidas ni ha destrozado su infancia ni la de su hermana, contrariamente a la idea que suele transmitirse de que la sexualidad sólo puede vivirse a partir de cierta edad y que cuando no sucede así es pernicioso para el desarrollo normal de las personas.
Aunque el título del relato diga que es una familia distinta, ellos se consideran una familia normal y esta historia no es un alegato a favor de nada ni contra nada, sino sólo la constatación de una realidad que también existe y que se oculta o se veta mediáticamente por no ser políticamente correcto contarla, dando preponderancia a los casos que si se viven de una forma traumática, que no dudo de que existan igualmente, aunque no sabríamos decir en qué proporción unos y otros, pero este relato demuestra, como otros, que la sexualidad si se puede vivir a cualquier edad como algo natural, cuando se es guiado y protegido de la debida forma, aunque reconociendo que no siempre es así de fácil.
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