Una Familia muy normal III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sayago19.
Cerré la puerta y traté de dormir algunos minutos, sin embargo el sonido de los movimientos propios de la mañana (puertas abriendo y cerrando; regaderas que comienzan a funcionar, etc.
) no me lo permitieron.
Con los ojos cerrados pensé en mis primas, por lo visto eran expertas y fanáticas del sexo ¿eso lo heredarían de Javier o de María?.
María era hermana de mi padre, y excelente amiga de mi madre, por ello a nadie le extraña que Ella y sus hijas frecuenten tanto la casa y viceversa.
Javier fue compañero de Facultad de mi Padre, su mejor amigo de hecho, sin embargo después de que mis primas cumplieron 16 años se separó de mi tía de una forma rápida y sorprendente; si bien las veía con frecuencia casi no visitaba ya la casa y mucho menos se veía con María.
María, mi Tía, una mujer muy atractiva en sus 40 años; buena figura, senos grandes y un trasero delicioso (esa imagen agachándose para lamer el semen del piso era muy sensual).
La puerta de mi cuarto se abre lentamente, finjo dormir para descubrir al invasor, son Ana y Mariana quienes entran sigilosamente; buscan con la mirada mi celular y lo localizan.
Mariana lo toma e intenta encenderlo, no sabe que le he puesto clave, su cara de impotencia y enojo lo dice todo.
Algo le comenta a Ana, dejan mi teléfono y se retiran.
Me levanto, hago un respaldo del video en la Laptop de mi escritorio, y voy al cuarto de baño para ducharme.
En el pasillo Ana me ve y dice:
“quiero hablar contigo del video”
“¿video?, ¿Qué Video?”
“el que nos tomaste a Betito y a mí”
“no sé de que hablas”
“no te hagas, Mariana me dijo que ya lo vio; quiero verlo y que lo borres.
”
“ok, hoy todos van a ir al cine; yo pensaba quedarme para hacer un trabajo en la lap; ¿qué te parece si también te quedas y negociamos sobre ese video? Si te niegas igual y puede aparecer en redtube, porntube u otro lugar de ese tipo”
“tu ganas” me dice molesta “hoy a la tarde”, se da media vuelta y entra a su cuarto (donde seguramente la espera Mariana)
Toco en el cuarto de baño, me responde mi Tía María que aún se está bañando.
Voy a la recámara principal, a esa hora mis padres ya están en el comedor, pensando utilizar su ducha.
Entró y me encuentro a Alberto bañándose, como tiene los ojos cerrados por el jabón no se ha dado cuenta de mi presencia.
Me desnudo, y entro a la ducha; pellizcándole una nalga (redonda y dura) mientras imito el ladrido de un perro.
La sorpresa lo hace trastabillar y lo sostengo para evitar que caiga:
“hasta parece que todavía no se te baja lo borracho”
“cállate” me dice con alarma “no se ni como subí a mi cuarto, lo único que recuerdo es que estaba con Anita y prendieron una luz; después solo sé que amanecí en mi cama”
“Tranquilo, con Ana la pasaste muy bien y eso me consta; yo te ayudé a subir a tu cuarto.
Por cierto no sabía que te gustaba la estimulación anal ¿te gusta el masaje prostático?”
“¿cómo sabes eso?”
“Te digo que me consta lo bien que la pasaron ustedes dos, y tengo evidencia de ello”
“no es cierto” me dice mientras lo veo ponerse pálido.
“claro, hoy por la tarde te la puedo mostrar”
“por favor”
“pero eso te va a costar”
“Sabes que no tengo dinero”
“¿quién dijo dinero?, tienes una buena arma y anoche me toco darla una breve limpieza”
Su cara se puso aún más blanca y sus ojos se abrieron enormemente.
“Así que: flojito y coperando”
Me siento en la taza y lo acerco hacia mí, con la diestra toco su miembro dormido aún; mi siniestra le toca suavemente los testículos.
Poco a poco su miembro comienza a levantarse y endurecerse; mi izquierda va por su periné y comienza a coquetear con su ano.
Alberto coloca su mano sobre mi cabeza, excitado y ya sin miedo.
Si bien ya he estado antes con transexuales, solo los he penetrado y masturbado al mismo tiempo; sin embargo siento como poco a poco Beto me guía hacia su venudo miembro.
Quito la derecha, la pongo en sus nalgas y tomo su pene entre mis labios; una sensación rara: su carne cálida y firme, su sabor levemente salino, me resulta delicioso.
Mi dedo medio izquierdo ya está dentro de su ano y mi derecha está en mi propio pene, moviéndolo con el mismo ritmo con el que chupo el de Beto.
“voy a terminar” me advierte segundos antes de que se vacié en mi boca.
Le levanto, lo siento a él y (sin decir palabra) lo guio para que me de el mismo tratamiento.
Sus labios no son tan expertos como otros que me han atendido, sin embargo demuestra que no es novato en este tema.
Estoy tan enardecido que bastan unas pocas caricias bucales para yo también eyacule.
Beto intenta escupir, pero: le tapo la boca, lo levanto y lo beso profundamente, intercambiando su licor con el mio.
Nos separamos.
El está asombrado.
“hoy a las cuatro en mi cuarto para que veas la evidencia de tu noche con Ana” abro la llave “ahora, dame espacio que me tengo que bañar”.
Alberto se marcha, con cara de incredulidad y gozo mezclados
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